Babaso – riesgo/riego – sociocultural – eficienciar

BABASO

He aquí una voz que espera por su reconocimiento. Por lo menos, que se la reconozca en el habla de los dominicanos. Debe mencionarse que hace largo tiempo que no se oye este sustantivo que fue tan popular en los años sesenta del siglo pasado.

Una de las razones por las que se piensa que ya no se la oye es porque no se frecuenta el medio en que tuvo vigencia esta voz. En aquellos momentos en que se oía esta palabra no había lugar a interpretación porque el contexto o los elementos de la situación guiaban hacia su significado específico.

Desde este nivel en esta exposición hay que señalar la relación que tiene esta voz peculiar con el sustantivo femenino baba, que como se sabe ha procreado larga descendencia en el español dominicano.

En los años ya mentados un babaso era una borrachera. Una de esas en que el sujeto acostumbra a hablar mucho, sin sustancia, sin sensatez, e incluso a veces, con la lengua estropajosa; además, no era raro que se comportara de manera inapropiada. Con esta explicación se trata de transmitir la rentabilidad comunicativa del nombre.

Darse un babaso era sinónimo de embriagarse. A veces, se recuerda, se recurría al verbo ponerse para expresar la misma idea, “ponerse un babaso”. La combinación resultaba y aún resulta extraña, por el verbo y el significado propio de este. No debe mostrarse extrañeza con respecto de este uso si se piensa que en el habla popular la selección de palabras no siempre es lógica.

Consecuente con este babaso, la persona podía describirse diciendo que hablaba babosadas. El autor de estos comentarios recuerda haber usado la voz del título, así como haberla oído en muchas ocasiones. Según parece la voz no ha sido dignificada por el uso literario.

Este sustantivo cumplió su función de facilitar la comunicación en la variedad del español dominicano; de ahí que pueda considerarse legítimo y correcto entre hablantes del español dominicano. Si la voz babaso desapareció del vocabulario activo del dominicano puede ser como una consecuencia de la acción niveladora en el dominio de la lengua.

Por ese medio se da testimonio de la existencia de esta voz, para que otras personas, si la han oído alguna vez, también atestigüen de su existencia.

RIESGO – RIEGO

“Mostrar esta diversidad de poéticas y discursos articulado en un display que se haga comprensible para el espectador, siempre entraña muchos RIEGOS”.

Parece que en verdad hay escribientes que redactan de la misma forma en que hablan. Hablan con descuido y de ese modo escriben. A menudo se sostiene que los hablantes se expresan oralmente de una manera, y, llevan sus pensamientos por medio de la escritura de modo diferente. La reflexión que lleva en sí la acción de componer las oraciones obliga a observar mayor cuidado.

En el caso de la cita se está delante de un ejemplo de error infantil. Tal parece que el cronista sobre artes escribió como habla, de allí que incurriera en este gazapo.

El riesgo es la posibilidad de un daño, inconveniente o perjuicio. Los riesgos son imprevistos. El riego es el sustantivo masculino que corresponde a la acción y resultado de regar. Regar, a su vez, es echar agua o un líquido, derramar una cosa. En República Dominicana este riego tiene un sinónimo, reguío.

Hay tanta distancia entre los significados de las dos palabras del título que uno se siente exonerado de explicar más. Lo que refleja la cita es un gran descuido.

SOCIOCULTURAL

“En el orden político y SOCIO CULTURAL esta modernidad líquida. . .”

Hay personas que escriben crónicas acerca de obras de arte            y descuidan el empleo del español. Muchas veces lo que hacen es que crean palabras para describir rasgos que detectan en obras de arte. Esa no es la más criticable de las características de estos periodistas. La crítica se reserva para los casos en que no se mantienen al día. Mantenerse al día es estar al tanto de lo que el uso y la norma culta propugnan en el español.

Tal parece que estos comentaristas no se percatan de que la reiteración de errores en la redacción de sus artículos afea su trabajo. Deberían ser conscientes de que las pifias, descuidos y gazapos alejan a los lectores de sus artículos.

Los componentes de palabras, sobre todo los prefijos, se unen a las palabras a las cuales se anteponen. No importa que sea un componente largo o que posea sentido propio. Como es el caso de “socio” que significa también amigo, compañero, persona o entidad asociada o, que es miembro de una sociedad. No ha de dudarse de que en la preceptiva moderna, aceptada por todos los cultores del bien escribir, esos componentes se añaden a las raíces para formar un solo vocablo.

En el DEL, Diccionario de la lengua española, el ejemplo que se encuentra cuando se verifica el uso de socio- en tanto componente, no es otro que “sociocultural”. El último  término citado aquí es el que debió aparecer en la crónica de arte.

EFICIENCIAR

“. . .sostuvo que en el país se debe promover la creación de un reglamento que permita EFICIENCIAR. . .”

En esta sección se enfocará el tema sobre la oportunidad de crear un verbo con las características que este presenta. Se estudiará el origen de este, así como la correcta formación de este y la posible acepción que habría de atribuírsele.

Por la forma en que se presenta el verbo del título hay que entender que su origen se encuentra en el sustantivo eficiencia. Es oportuno recordar que la eficiencia es la capacidad para lograr un efecto determinado; así mismo, es la competencia que se demuestra en el trabajo desempeñado.

En la actualidad hay que recurrir a giros para expresar que algo “tiene eficiencia”. Poder pasar la acción o reconocer que alguien tiene aptitud en el desempeño de su trabajo quizás podría manifestarse por medio de un verbo con estas cualidades.

En el ejemplo que apareció en la prensa escrita se trata de un reglamento que permite hacer eficiente algo. Por esto el redactor recurrió al verbo eficienciar.

Como puede notarse se formó sobre la base de eficiencia y no sobre la de eficiente. Siguió el creador del verbo el modelo moderno de “concienciar” por oposición a lo que se usó durante largo tiempo, concientizar.

No se puede argumentar a favor del verbo por la escasez en el uso. No se ha encontrado rastro del empleo de este verbo. Todo parece que ha sido acuñado muy recientemente o que es una creación peregrina, peculiar, que no arrastrará devotos.

El único recurso que queda es ser paciente y estar atentos para ver si alguna institución reconocida le da su aprobación o, si el uso culto lo adopta e impone.

© 2016, Roberto E. Guzmán.

Jefear/jefeador/jefismo – acechar/asechar – eficientización

JEFEAR – JEFEADOR – JEFISMO

“. . .cuando se eduquen y puedan actuar más institucionalmente y con menos caprichos y JEFISMOS arbitrarios. . .”

Desde que se leen las voces del título se adivina que estas pertenecen a la familia de la palabra jefe. En República Dominicana el vocablo jefe reviste connotación especial porque hubo en la historia política dominicana alguien a quien se le designaba como “el jefe”. Según cuentan los que le conocieron ese era el título que más satisfacía a Rafael L. Trujillo.

La historia de la palabra en el habla dominicana viene a cuento porque esta ha procreado descendencia como puede notarse en las tres voces del epígrafe. Se examinará cada una de estas voces y, se resaltará el rasgo semántico del dominicanismo.

La palabra jefe entró en el español a mediados del siglo XVII procedente del francés chef. En esa lengua entró en el siglo IX, escrita chief, que a su vez procedía del latín caput, que significaba cabeza. Esa acepción -cabeza- la conservó en francés hasta el siglo XVI. El jefe de cocina aún se conoce con el nombre de chef. En inglés usan en la actualidad chief. En español, de cabeza pasó a ser “persona importante, autoridad”. El italiano y el rumano se mantuvieron más cerca del latín, càpo para el primero y capet (con acento breve sobre la A) para el segundo.

En el habla dominicana actual el vocablo jefe se utiliza en la conversación diaria. Es una forma de referirse una persona a otra cuando no conoce su nombre y, en algunos casos, cuando desea halagarla.

El verbo jefear de uso en República Dominicana está reconocido en tanto verbo intransitivo y, el Diccionario de americanismos (2010) de las academias lo define, “fungir como jefe”. Esa es una acepción derecha; pero en la realidad muchas veces adquiere la connotación de mandar, ordenar de modo indiscriminado, sin modales, con exceso de órdenes. La definición del Diccionario del español dominicano (2013) es más satisfactoria, “ejercer de jefe, mandar”. Este jefear tiene un matiz negativo en el español dominicano.

El español dominicano reconoce la locución sustantiva jefe indio que es la “persona que tiene la autoridad o el poder”; así consta en el Diccionario del español dominicano (DED).

Como un dato curioso puede citarse que en el portugués brasileño existe el verbo chefiar que es ejercer las funciones de jefe. Además, tienen la voz chefiado que es el participio del verbo antes mencionado y que sirve para referirse a la persona bajo la autoridad de otro.

El vocablo jefeador aparece en el DED y allí se expresa que funciona como sustantivo y adjetivo. La acepción ahí recogida es: “Referido a persona, que gusta de mandar”. Es, por lo tanto, una persona que disfruta dando órdenes. Alguien a quien le gusta que se le reconozca como la persona a quien se obedece.

La última voz del título, jefismo, es de menor uso en el español dominicano. Solo se ha encontrado esta voz en la variedad dominicana del español. Por la formación que tiene la voz se la toma como sustantivo por la terminación que lleva, –ismo. Esta terminación en buen español se utiliza como componente de palabra que indica doctrina, partido, sistema; movimientos políticos, grupos sociales, actividades culturales. En los casos en que se añade a un adjetivo puede dar lugar a un nombre abstracto.

Ahora bien, en la cita este “jefismo” ha de interpretarse como una conducta, proceder, comportamiento. Es una manera de ser jefe, de demostrar que se está en control de otras personas o que se tiene poder de decisión.

ACECHAR – ASECHAR

“. . .y aunque las soluciones técnicas y administrativas no son sencillas (pues el evasor ASECHA), tienen que consistir en un reembolso rápido”.

Hace largo tiempo ya que los hablantes y escribientes de español encuentran problemas con las dos palabras del título. En el español de todos los días en la América Hispana ambas palabras se pronuncian igual. Esto ha contribuido en gran medida a la confusión provocada. El otro ingrediente que se añade a lo anterior es que hasta en sus acepciones se prestan a confusión. Más abajo se despejará de la mejor manera posible el asunto.

Acechar es aguardar con cautela, atisbar, vigilar, espiar, es permanecer en un lugar observando, al tiempo que se procura no ser visto. Esta conducta puede tomarse en sentido figurado. En algunos casos puede admitirse con el sentido de que alguien se siente amenazado o, presagia la amenaza sobre algo. Asechar es poner, armar asechanzas, engaños, artificios, maquinaciones, con el propósito de hacer daño a alguien.

No hay que enfadarse en extremo por la confusión que ha enredado hasta al más listo. D. Rufino José Cuervo escribía: “la distinción de las dos aplicaciones mediante formas diferentes no data de los primeros tiempos de la lengua: usábanse indistintamente las dos ortografías para una y otra acepción”. En apoyo de estos usos citaba D. Rufino a Fray Luis de Granada, Lope de Vega y Alfonso el Sabio.

En algunos casos la duda asalta al escribiente que reflexiona porque el evasor puede utilizar ardides para evitar el pago (asechar). O bien, puede esperar cautelosamente a que se presente la oportunidad o la posibilidad para no cumplir con sus obligaciones impositivas (acechar).

Luego de esta exposición queda demostrado que en algunos casos (los menos), el empleo de uno u otro de los dos verbos es posible; sin embargo, en otros casos salta a la vista la diferencia. En materia penal las diferencias se destacan por la manera en que actúa la persona que se vale de un medio o de otro para perpetrar su delito.

EFICIENTIZACIÓN

“La EFICIENTIZACIÓN de la generación eléctrica. . .”

Aquí se está de nuevo en presencia de otro neologismo. Este como muchos otros está formado a la manera culta; es decir, con la inserción de un infijo que se denomina aquí afrancesado y una terminación conocida.

Todo parece indicar que la formación de este neologismo se ha hecho utilizando la raíz de eficiente, añadiéndole el infijo iza, después de eliminar la vocal final, y, a esto agregándole la terminación –ción.

Ante una voz de este género tiene el curioso acerca del lenguaje que plantearse la pregunta acerca de la pertinencia del nuevo vocablo, esto es, la necesidad de que exista. No se trata solamente de buscar los genes a la nueva palabra.

La formación, como se esbozó antes, es correcta. Ahora bien, ¿existe la necesidad de una palabra que exprese esta idea? Más abajo se examinará la conveniencia del término y su posible acepción.

Antes de entrar en materia hay que referirse a la diferencia entre eficaz y eficiente, porque como se mentó antes, el neologismo parece formado sobre la raíz de eficiente.

Si alguien desea experimentar un mareo léxico, algo que puede hacer es tratar de entender la diferencia entre eficaz, eficiente, eficacia y eficiencia; esto claro, si es que hay modo de separar las acepciones de unas y otras de estas palabras. Aquí se hará un ejercicio sencillo en beneficio de los hablantes para que puedan discernir las diferencias, si es que las hay.

Eficaz es, que tiene eficacia. Eficiente que tiene eficiencia. La eficacia es, de acuerdo con las Academias la “capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera”. La eficiencia, a su vez, es la “capacidad de disponer de alguien o de algo para conseguir un efecto determinado”.

Para el Diccionario panhispánico de dudas, eficaz y eficiente significan prácticamente lo mismo. Aconseja ese diccionario que la primera palabra se use para cosas y la segunda para personas. Se sostiene además que eficacia se refiere a la capacidad de lograr algo; eficiencia destaca la capacidad de lograrlo con economía de medios. Fundéu expresa que aplicado a personas, “es eficaz aquella que sirve para lo que se espera de ella, mientras que es eficiente la competente, la que rinde en su actividad”.

Para volver al tema inicial, la eficientización sería lograr  hacer competente o que produzca beneficio o utilidad una cosa, que tenga mejor rendimiento. Según parece el neologismo encuentra su campo de acción en economía.

© 2016, Roberto E. Guzmán.

Magia

Con los preparativos de la Nochebuena, entre calderos y fogones, recuerdo que queda poco para decir adiós a este año cervantino. Recordar a Cervantes me hace recordar a don Quijote y a Sancho.

En estos días de excesos me vienen como anillo al dedo las palabras que el ingenioso hidalgo le dirige a su escudero mientras recorren los campos manchegos: «Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago». No se conforma con recomendar mesura en el yantar; también la bebida se lleva su parte: «Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra». Cervantes en estado puro, y por eso Cervantes es quien es para nuestra lengua.

Don Quijote aconseja sobre modales: «Ten cuenta, Sancho, de no mascar a dos carrillos ni de erutar delante de nadie». Sancho desconoce la palabra erutar, y así se lo hace saber a su señor. Erutar, variante de eructar que se usaba en la época y que ya ha perdido vigencia, era una forma culta. Popularmente se usaba el verbo regoldar, del que don Quijote dice que es «uno de los más torpes vocablos que tiene la lengua castellana, aunque es muy sinificativo».

Al caballero andante no le preocupan las dudas de Sancho; sabe bien que es cuestión de tiempo: «cuando algunos no entienden estos términos, importa poco, que el uso los irá introduciendo con el tiempo, que con facilidad se entiendan; y esto es enriquecer la lengua, sobre quien tiene poder el vulgo y el uso».

El genio cervantino nos deja boquiabiertos. Intemporal, universal; y tan divertido. Se acaba el año cervantino, pero la excepcional obra de Miguel de Cervantes seguro que nos tiene reservados muy buenos ratos. Es la magia de los libros.

© 2016, María José Rincón.

Tomemos nota

Y ya está aquí la media docena de errores que faltaban para completar la lista. A veces la excusa es el ahorro de caracteres; lo cierto es que, por más limites que nos impongan, nos las arreglamos para colar alguna que otra metida de pata.

5) Hablando de caracteres. Los signos de admiración y de interrogación son dos; uno de inicio y otro de cierre; nada de «*Quiénes se van para la Nueva Barquita y quiénes no?».

6) Con las letras y los números a la hora de escribir cifras («Hay más de *200 mil impedimentos de salida en RD») tenemos que decidirnos: o todos toros o todos vacas.

7) Olvidamos que la preposición a introduce el complemento directo cuando este se refiere a una persona: «Hombre se quita la vida luego de *herir su pareja».

8) Abusamos de las construcciones de infinitivo y escribimos «Jóvenes piden al candidato *optar por la presidencia». Tan fácil que habría sido escribir simplemente: «…piden que opte por la presidencia».

9) Nos resulta difícil mantener la concordancia de los tiempos verbales: «Desconocidos *matan vigilante y lo *despojaron de una pistola».  Es cierto que podemos utilizar el presente para referirnos al pasado, pero, si usamos esta opción, tenemos que mantenerla. La concordancia es esencial para un mensaje correcto.

10) No todo es gramática y ortografía. También debemos saber elegir el tono de nuestros mensajes. Y eso solo se consigue con la selección del vocabulario. No sé yo si  las expresiones muy coloquiales son lo más adecuado para una noticia: «Cantante *»le entró» a golpes». Mucho mejor en este contexto (y con menos caracteres) golpeó.

Una expresión escrita no está reñids con la concisión que nos impone Twitter; al contrario, la concisión exige un esfuerzo de selección y de propiedad que siempre aprovecha, sobre todo a los profesionales de los medios de comunicación. Tomemos nota.

© 2016, María José Rincón.

Trinos y errores

Hablamos y hablamos sobre lo mal que se escribe en las redes sociales. Yo, fiel usuaria de Twitter, trato de defenderme abandonando las cuentas que no respetan, aunque solo sea un poco, las normas ortográficas, gramaticales y léxicas. Respeto demuestra, a mi entender, respeto por sus seguidores.

No le aplico el mismo rasero a los medios informativos dominicanos. Los sigo porque me gusta estar informada.  Y aquí sí que no me libro de alguna que otra barrabasada. Ahora que están tan de moda las listas me he decidido a confeccionar una que recoge los errores que más me llaman la atención en sus tuits.

1) Todavía no hemos aprendido que el prefijo ex- debe escribirse unido a la base léxica: tenemos cientos de *ex jugadores y *ex esposos.

2) No distinguimos bien cuándo debemos usar porque, por qué o porqué: «Revela *porqué «le entró» a golpes».

3) Ay, las mayúsculas. Las usamos cuando no toca, por ejemplo, en las enfermedades («En RD no hay condiciones para enfrentar *Ébola»); o no las utilizamos cuando se necesitan, por ejemplo, en las instituciones («Banderas rueda el hallazgo de Altamira, «que enfrentó a *iglesia y ciencia»»).

4) Tenemos un problema serio con las mayúsculas y los signos de puntuación: «Esposo de Shakira reconoce que su nivel futbolístico ha bajado. ¿*por qué lo dijo?». Después de punto escribimos inicial mayúscula, aunque haya un signo de interrogación por medio. Después de una coma escribimos minúscula inicial, aunque haya un signo de admiración por medio: «¿Vas a almorzar? Entonces, ¡*Buen provecho!».

No están ordenados por frecuencia ni por importancia (todos son frecuentes e importantes), pero todos están ejemplificados con mensajes reales, sin mencionar el medio responsable, por aquello tan antiguo de que se dice el pecado, pero  no el pecador. Vayamos practicando con estos cuatro, que la media docenita que falta la dejamos para la próxima «Eñe».

© 2016, María José Rincón.

 

Una buena brújula

Una incursión reciente en una librería (en las que confieso que pierdo el rumbo más de lo que debería, sobre todo por el precio de los libros) me deparó un precioso tesoro: Lo que callan las palabras. Mil voces que enriquecerán tu español, de  Manuel Alvar. Ya saben que el español es para mí un patrimonio preciado, así que no pierdo oportunidad para enriquecerlo.

En sus páginas me topo con la palabra gringo, para la que he escuchado las etimologías más descabelladas. He oído hablar de un batallón norteamericano, uniformado de verde, al que su comandante ordenaba Green, go!  durante la Guerra entre México y los Estados Unidos a mediados del XIX. Hay muchas propuestas más. En esto de las etimologías la inventiva no tiene límites.

Sin embargo, las investigaciones sobre el origen de las palabras nos obligan a rastrear siglos atrás en la historia de la lengua. No es un asunto baladí; al contrario, en las mayoría de los casos es peliagudo navegar el mar de las palabras sin perder el rumbo. Busco orientación en don Manuel, y no me falla.

La palabra gringo se registra por  primera vez en el diccionario de Esteban de Terreros en 1787 (casi un siglo antes que la dichosa guerra, por cierto): «gringos llaman en Málaga a los extranjeros, que tienen cierta especie de acento, que los priva de una locución fácil, y natural castellana». La palabra gringo no es más que una deformación fonética de griego, que coloquialmente se ha usado en español para llamar a una lengua considerada incomprensible y, de ahí, a las extranjeros con dificultades a la hora de hablar nuestra lengua.

Les animo a interesarse por la raíz de las palabras y por su historia; pero háganlo siempre con una buena brújula. El mar de las palabras es ancho y oculta muchas sorpresas.

© 2016, María José Rincón.

Cortesía

El origen de nuestro pronombre personal usted es curioso. El tratamiento castellano vuestra merced se utilizaba como forma de cortesía y respeto; el Corpus diacrónico de la RAE lo documenta en una traducción de las Cantigas de Santa María de 1284.  A lo largo de su historia fue experimentando cambios (vuesa merced, vuarced, vusted) hasta llegar al usted que hoy usamos. Esta es la razón de que en un pasado no tan lejano se usara Vd. como su abreviatura.  En la actualidad lo recomendable es utilizar Ud. La cortesía, el respeto o, incluso, el distanciamiento se demuestra en el uso de la tercera persona para referirnos a nuestro interlocutor, en contraste con el uso de tú, pronombre personal de segunda persona.

De aquí que, a pesar de que ambos pronombres se refieren a la misma persona, el pronombre de confianza , segunda persona, concuerde con el verbo en segunda persona (tú sabes) mientras que el pronombre formal usted, tercera persona, concuerda con el verbo en tercera persona (usted sabe).

En el uso del plural (ustedes) nos distinguimos americanos, andaluces y canarios: para nosotros el ustedes no distingue la cortesía o la formalidad de la confianza o la familiaridad. Cualesquiera que sean nuestros interlocutores nos dirigimos a ellos con el pronombre personal ustedes. En el resto de las zonas donde se habla español se mantiene la diferencia entre vosotros/ustedes.

La historia de nuestra lengua se decantó por el usted; otras voces no corrieron la misma suerte y tienen un uso muy restringido, hasta el punto de que solo los encontramos ya en obras antiguas. La mayoría de los hablantes tendrán que acudir al diccionario para entender el usía (de vuestra señoría), el vuecencia o vuecelencia (de vuestra excelencia). El tiempo y el uso de los hablantes tienen la palabra.

© 2016, María José Rincón.

Pega/cola – amortiguar/amortizar – superar – *rotabilidad

PEGACOLA

Algunas omisiones llaman poderosamente la atención, si bien otras, se las deja pasar sin resabios. Las palabras del título se traen a estos comentarios por su relación con el verbo pegar y colar cuando se usan para mencionar la acción de unir una cosa a otra con ayuda de una sustancia aglutinante, así esos verbos son sinónimos de adherir.

En República Dominicana la famosa cinta adhesiva es “cinta pegante”, es decir, cinta que pega. El diccionario académico reconoce y consigna que los dominicanos llaman de la forma antes mencionada a la cinta adhesiva. En el habla de los dominicanos se llama “pega” a la mezcla que se utiliza con el propósito de unir o juntar cosas.

De modo semejante se dice que esa sustancia es una “cola”, que sirve para “encolar” las cosas que se han separado o que se desean unir. Se entiende que el verbo colar es sinónimo de pegar, en el sentido de unir una cosa con otra mediante una sustancia. Más interesante aun que este uso privativo de los dominicanos en cuanto a las dos voces, lo es el origen de esas, que se explicará más abajo.

Algunas personas pueden alegar que el vocablo “pega” es un diminutivo de pegamento. No obstante, hay que tener en cuenta que pegamento es de género masculino, mientras que la pega, como lo indica la terminación es femenina.

En griego existía el sustantivo kolla que significaba pegamento. En latín popular pasó a ser colla. De allí lo tomó el francés y derivó muchas palabras. Se recuerda que en ebanistería en República Dominicana se decía que algunos muebles estaban “encolados” y, con ello se aludía a que no se habían usado tornillos en la confección de ellos, sino cola.

Se cree oportuno recordar que en lengua francesa cuentan con el verbo décoller que al español ha pasado como decolar (no reconocido por las academias) con el sentido del francés, despegar. Estos verbos se aplican para despegar en el sentido de levantar vuelo.

Existe la posibilidad de que este verbo, colar, encolar, hayan entrado al español dominicano durante la ocupación haitiana del territorio del este de la isla La Española.

AMORTIGUAR – AMORTIZAR

“El mediodía dominguero traería un Charanga Champagne, en un refrescante brunch, para AMORTIZAR el sol cegador de las mañanas en Cuba”.

Parece que algunas personas a quienes se les permite escribir en periódicos no acaban de entender la diferencia que existe entre las dos palabras del título. En esta sección se va a explicar la desemejanza que existe entre los dos vocablos.

Para diferenciar los dos términos, lo primero que hay que tener en cuenta es que amortizar es un verbo que mantiene su campo de acción sobre todo en la economía y la administración. Fuera de esta esfera, el verbo que trae consigo la idea de disminuir, atenuar, mitigar o moderar es el verbo amortiguar.

Más abajo se verán en detalle las significaciones con la esperanza de que la idea sea más clara.

Amortiguar es quitar violencia, disminuir fuerza o intensidad a algo, especialmente si es malo, molesto o perjudicial, en consecuencia, es paliar estas sensaciones.

Amortizar es pagar todo o una parte de una deuda; recuperar el capital, o una parte, que se ha invertido en un negocio. En general, recuperar el costo de algo. Es cubrir mediante pagos periódicos una deuda. La acepción en administración que se anunció más arriba es, suprimir empleos o plazas vacantes en empresas privadas o instituciones públicas.

Se invoca la intervención de los manes del buen español para que los errores que se han detectado antes, y este que se encontró ahora, no se repitan en el futuro.

SUPERAR

“La marejada provocada por la tormenta SUPERÓ la carretera y anegó todo. . .”

Muchas palabras no alcanzan la sinonimia completa entre ellas. Unas veces esto se debe a que en el uso tradicional una de ellas tiene su radio de acción en lo atinente a lo abstracto; mientras que las equivalentes en otros campos se mantienen en el aspecto más concreto. Esto que se ha tratado de describir en términos abstractos es lo que ha sucedido en el caso del verbo superar en la cita reproducida.

Una carretera es una vía o camino que existe entre localidades. Es una obra hecha de pavimento en la mayoría de los casos, para la circulación de vehículos; es en consecuencia, una realidad concreta.

Si se examinan las acepciones que existen para el verbo del título, hay por lo menos tres de ellas que de modo directo o implícito se refieren a personas. La primera, ser superior a alguien. La segunda, hacer algo mejor que en otras ocasiones. La tercera, vencer obstáculos o dificultades. Otra es dejar atrás ideas o rebasar niveles o puntos, no cosas. En el último caso -rebasar- se refiere a exceder los límites normales de algo. Esto es, una persona propasarse, ir más allá de lo lícito o razonable, de los límites establecidos.

Se puede aventurar una explicación acerca de la colocación del verbo superar en este contexto. El redactor empleó un verbo muy delicado para describir la acción de las aguas. El agua pasó por encima de la carretera.

*ROTABILIDAD

“. . . para el propio sistema político y por ende para todos los actores sociales, de la ROTABILIDAD no tan solo en el poder (…) lo necesario es la ROTABILIDAD de los actores”.

La intención del articulista se adivina al escribir la voz del título. Si no se adivina, por lo menos se deduce del contexto y de la presunta raíz que se intuye. La voz *rotabilidad no se ha localizado en diccionario alguno.

De la familia del verbo rotar, pueden citarse varios vocablos. La rotación que es para el caso del texto la palabra adecuada, que para estos fines significa “cambios alternativos”. Ese es el nombre femenino que corresponde emplear para esta familia de palabras.

Rotacional es el adjetivo que indica “de la rotación”. Otro adjetivo, a veces calificado de uso raro, es rotador, que trae consigo la idea “que rota”. Este adjetivo es sinónimo del otro, rotante. Además, existe el adjetivo rotativo que comunica la noción “de la rotación”, “que tiene movimiento de rotación”.

Se conocen los adverbios rotativamente y rotatoriamente que se entienden por “de manera rotativa”.

Una vez alcanzado este punto en el desarrollo de esta sección es lógico que uno se pregunte dónde está la *rotabilidad. Para que esta voz fuese admitida haría falta que se acreditarse también otra que no se encuentra, que es *rotable.

Lo recomendable en casos parecidos al de esta voz es mantenerse alejado de su uso. Solo personas ilustradas e ilustres pueden darle lustre a una voz de este género.

© 2016, Roberto E. Guzmán.

Filosofía dominicana

Por Segisfredo Infante

   He recibido varios libros provenientes del exterior. Para empezar mi especial amigo Martín R. Mejía, quien reside en Canadá, cada cuatro meses me envía o me trae libros en inglés de autores diversos, especialmente del área de Filosofía. De vez en cuando se le cuelan en los paquetes algunos textos literarios en español. Quisiera destacar tres de los volúmenes enviados por el prosista quimisteco R. Mejía: 1) “Plato: The Republic and Other Works” (Platón: “La República y otros trabajos”. 2) “Hegel’s Phenomenology of Spirit” (“Fenomenología del Espíritu” de Hegel). 3) “Being and Time”. Martin Heidegger. (“Ser y Tiempo”, de Martin Heidegger). Aunque tales libros yo los tengo desde hace muchísimos años en castellano, incluso con traducciones diferentes, se le agradece el fino detalle en inglés. Como repetía mi abuela materna olanchana: “Lo que abunda no daña”.

También el magnífico poeta español actual don Jesús Munárriz (director de la Editorial y Librería “Hiperión” en Madrid), me hizo llegar por mediación de Norman García y de Atanasio Herranz, su antología poética “Materia de Asombro” (años 1970-2015). Por cierto que tengo varios libros en estado de espera y del pertinente comentario acerca de la obra del poeta Munárriz, unos conseguidos, a lo largo del tiempo, en Honduras, y otros, en España. Con el poeta Jesús Munárriz, cuya salud ha andado cojeando en los últimos años, de vez en cuando hacemos comunicación electrónica. Algún día, Dios mediante, nos volveremos a encontrar en forma personal. (Me encantaría poder adquirir algunos libros poéticos de la Editorial “Hiperión”. Tal vez el embajador don Norman García me los trae a Tegucigalpa, con la aclaración de reponerle los gastos).

Otro hecho que me ha llenado de satisfacción es recibir un par de libros filosóficos y literarios del Director de la Academia Dominicana de la Lengua, don Bruno Rosario Candelier. Los dos formidables volúmenes del escritor dominicano son los siguientes: 1) “El Logos en la Conciencia; Lenguaje, conceptualización y creatividad”. 2) “La Mística en América Latina; Contemplación, conceptualización y creatividad”. Ambos libros fueron publicados durante el año 2010, y cada uno merece una lectura detenida.

Como en América Latina muchos autores y lectores suelen confundir la “sociología” con la “filosofía” (incluso con la “historia”), siempre he reflexionado y tratado de localizar en qué rincones del subcontinente latinoamericano se está produciendo verdadera “Filosofía”, ya sea en el pasado o en el presente. De tal suerte que he pepenado, en el curso de los años, ciertas revistas viejas, y algunos textos filosóficos, de indudable valor intelectual. Comprendo que existe un excelente grupo de filósofos actuales, de ambos sexos, en Colombia. Pero quizás el primer texto de filosofía dominicana, por así decirlo, lo leí en la revista “Anales” de la Universidad de Santo Domingo, del año 1948. El texto específico se llama “Filosofía del conocimiento”, de Andrés Avelino. Luego me parece que cayó sobre mis manos un volumen compilado por Lusitania F. Martínez Jiménez: “Filosofía dominicana: pasado y presente”, del año 2009.

Los dos trabajos aludidos de Bruno Rosario Candelier, vienen a confirmar que en República Dominicana hay un auténtico pensamiento filosófico y literario. Sobre todo lo detectamos en los renglones de “El Logos en la Conciencia”, cuyo punto de partida es el lenguaje como un fenómeno de conceptualización, creación y cosmovisión, incluso de formación de la personalidad. La filosofía, bajo el signo del “Logos”, le permite a Bruno Candelier adentrarse en las obras literarias de varios poetas, especialmente de inclinación mística. Algunos de los autores y textos “místicos” trabajados filosóficamente por “Don Bruno”, con ingredientes interioristas, en ambos libros, son y continúan siendo desconocidos para mí. Exceptuando, claro está, el sabio Salomón, Thomas Merton, Emily Dickinson, Enrique González Martínez, Ernesto Cardenal, Alfonsina Storni, Gabriela Mistral, Jorge Luis Borges y Dulce María Loinaz, que son autores familiares en mis anaqueles y lecturas. En virtud que por ahora se trata de una simple reseña bibliográfica de la filosofía dominicana, espero contar con el tiempo y el apropiado estado de ánimo para escribir a profundidad sobre el libro “El Logos en la Conciencia” del doctor y amigo don Bruno Rosario Candelier. Entretanto le agradezco al filósofo, y filólogo, que haya hecho llegar a mis manos tan importantes obras del pensamiento latinoamericano actual.

Tegucigalpa, MDC, 09 de octubre del año 2016. (Publicado en el diario  “La Tribuna” de Tegucigalpa…). (S.I)

Tres brevísimos comentarios del director de la Academia Dominicana de la Lengua

Estimado poeta y pensador hondureño, don Segisfredo Infante:

Le agradezco su hermosa misiva y, desde luego, las obras que tuvo usted a bien enviarme y que justamente hoy acabo de recibir: 9 números de la magnífica revista Búho del atardecer; y los libros Fotoevidencia del sujeto pensante, Correo de Mr. Job, Reflexiones en el cine y De Jericó, el relámpago. Le aseguro que los leeré con la atención que usted merece.

En todos nuestros países hay dos o tres pensadores que, en selecta minoría, cultivan la capacidad reflexiva y la vocación teorética que heredamos de los antiguos pensadores presocráticos y, por supuesto, de Platón y Aristóteles, maestros indiscutibles del quehacer filosófico. Celebro que usted sea el gran pensador que represente a su hermoso país centroamericano, donde tuve la dicha de ir personalmente a dar a conocer, en la ciudad de San Pedro Sula, el ideario estético del Interiorismo, movimiento literario que me correspondió formalizar.

Con mi agradecimiento, reciba  mi salutación y mi admiración,

Bruno Rosario Candelier
Director.
Primero de septiembre de 2016.

 

2) Felicito al notable pensador hondureño por su valioso aporte al desarrollo de la conciencia filosófica.

Bruno Rosario Candelier
Director.

 

3) Estimado don segisfredo:

Desconocía la categoría de gran pensadora de Edith Stein, conocimiento que le agradezco. Su estudio motiva conocer a esa valiosa mujer. Lo felicito por la maestría lingüística de su exposición.

Con mi distinción, le envío mis saludos agradecidos.

Bruno
9 de septiembre de 2016

 

Búho del Atardecer, Revista Histórico-Filosófica
No. diez Octubre-noviembre 2016-11-16
Tegucugalpa, Honduras