Lenguaje y perspectiva de género

Por Camelia Michel

  Como usuaria del español y académica de la lengua observo con preocupación el alcance de la ofensiva para establecer la perspectiva de género en el uso de nuestro idioma. Es frecuente observar el empleo del “todos y todas” y de expresiones similares en una amplia variedad de documentos y actividades públicos; así como el uso inadecuado de esta clase de fórmulas en los medios de comunicación, e inclusive en instituciones estatales y privadas, universidades y escuelas, con lo que la enseñanza del español puede incurrir en determinados vicios que perjudicarían al estudiante.

Esta situación no ha pasado desapercibida para la Academia Dominicana de la Lengua. De hecho nuestro director, Bruno Rosario Candelier, la resalta en la separata del Boletín de la Academia de 2012: “Esa recurrencia al doble género se está generalizando entre maestros, locutores, presentadores de programas, dirigentes políticos y sacerdotes. Incluso se está haciendo también en textos escritos”.  Preocupa al pleno de nuestra academia el cúmulo de inexactitudes y visión errada de los principios que norman determinados usos lingüísticos, que se desprende de esta nueva forma de paranoia y cacería de brujas, propiciada por la rígida y nada inocente dictadura de lo “políticamente correcto”. Repetimos que preocupa porque intenta por la fuerza promover el empleo de fórmulas inadecuadas en el manejo de uno de los accidentes gramaticales que afectan a los sustantivos, adjetivos, pronombres y artículos: el género.

La ADL ha tenido que abordar este problema en diversas ocasiones, haciendo las aclaraciones pertinentes para salvaguardar el uso correcto del idioma. Uno de los más notorios esfuerzos se centró en la citada separata, publicación que presentó un esfuerzo mancomunado de varios académicos, encabezados por Bruno Rosario Candelier.

En este documento, La plaga del lenguaje contemporáneo. El sexismo lingüístico y el doble género, el director de la ADL enfatiza -entre otros importantes planteamientos- que se hace un “uso innecesario del desdoblamiento genérico”, y cita algunos ejemplos: “Los/las dominicanos/as, A todos y a todas, etc.; en ambos casos se dice “los dominicanos”, esa expresión incluye a todos los dominicanos de cualquier género, hombres y mujeres, que participan de esa condición civil; y si se dice “Buenos días a todos”, no hay que especificar “y a todas”, puesto que “todos” incluye a los seres humanos presentes, en cuya categoría están incorporadas las mujeres”.

Hay que destacar que el uso del doble género -para invalidar el uso no marcado del género masculino- es uno de los elementos principales y más recurrentes en la propuesta feminista del lenguaje “inclusivo”, no obstante las objeciones académicas muy bien cimentadas en el conocimiento de la lengua, y en una ardua labor de análisis de la problemática morfosintáctica que acarrea la perspectiva de género para el empleo adecuado del idioma. En su informe titulado Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer, Ignacio Bosque, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, gramático del español y miembro de la RAE, señala que “Hay acuerdo general entre los lingüistas en que el uso no marcado (o uso genérico) del masculino para designar los dos sexos está firmemente asentado en el sistema gramatical del español, como lo está en el de otras muchas lenguas románicas y no románicas, y también en que no hay razón para censurarlo”. Ignacio Bosque hace este cuestionamiento: “Tiene, pues, pleno sentido preguntarse qué autoridad (profesional, científica, social, política, administrativa) poseen las personas que tan escrupulosamente dictaminan la presencia de sexismo en tales expresiones, y con ello en quienes las emplean, aplicando quizá el criterio que José A. Martínez ha llamado despotismo ético en su excelente libro El lenguaje de género y el género lingüístico (Universidad de Oviedo, 2008)”.

Los planteamientos formulados por quienes promueven el uso del “lenguaje no sexista” tienden a lesionar el uso correcto del castellano, en aras de dar protagonismo a la mujer, en el supuesto de que el idioma español y sus usuarios la ocultan. Entonces, “visibilizar” a las féminas es un objetivo que se intenta alcanzar a cualquier precio, así se termine por romper estructuras morfosintácticas y pautas lingüísticas diversas que soportan el andamiaje de nuestro idioma. En muchas ocasiones el uso del lenguaje “inclusivo” denota una gran ignorancia del hablante, una escasa conciencia del lenguaje. El Dr. Bruno Rosario Candelier refiere, en el ensayo ya citado, que “un aspirante presidencial de nuestro país publicó un espacio pagado en la prensa nacional y encabezaba ese comunicado con la siguiente expresión: “A los/las dirigentes/as de nuestro partido”. Explica además que: “Esa reiteración del femenino, en este caso es innecesaria ya que al decir “los dirigentes” comprende a ‘los seres humanos que dirigen’. Además, la palabra “dirigente” tiene una terminación no genérica, es decir, carente de la marca de género y por tanto aplicable a ambos géneros puesto que termina en e, no en o ni en a, marcas consignadas para el masculino y el femenino, respectivamente”. Creo que este caso no requiere mayores comentarios.

Pero igualmente hemos notado que las mismas feministas con cierto nivel intelectual y supuesto dominio de la lengua, lanzan quejas y denuestos que expresan un pobre conocimiento de muchas de las pautas que rigen el español, como el caso de una dirigente política que protestaba porque, de acuerdo a su parecer, la RAE no aceptaba el femenino de la palabra jefe, lo que es absolutamente falso.

   Entiendo que las acciones emprendidas para introducir el denominado lenguaje “no sexista” en los usos oficiales adquiere la dimensión de una estrategia cuasi bélica, dada su plataforma operativa e insistencia en satanizar el español y en etiquetarlo como un idioma “machista”, y llega a dirigir sus misiles ideológicos a la Academia de la Lengua y entidades afines, al parecer con la intención de que dicha institución termine por aprobar sus planteamientos, sin importar que se desarticule todo un sistema lingüístico de probada eficiencia comunicativa y antigüedad, raíz de toda una tradición literaria de gran significación.  Es preciso notar que el segmento de la humanidad que considera al español una lengua sexista, no representa al conglomerado de hablantes de ambos sexos. Ciertamente todas las lenguas evolucionan y deben evolucionar de acuerdo con el cambio e interacción de los pueblos, pero otra cosa es que un idioma tenga que ser modificado en muchos de sus elementos esenciales para complacer los requerimientos de un grupo de presión, que se ha dado en considerar como representante de una parte considerable de la población mundial, sin tener derecho a ello. Si así sucediera para complacer a los grupos feministas empeñados en alterar el español, tendríamos también que hacer nuevas modificaciones cuando surgieran nuevos grupos dispuestos a sentirse discriminados en su propia lengua.

Nos hemos visto precisados a salir al frente a críticas, que van desde considerar que la RAE posee “un ortopédico corsé de reglas estrictas”, hasta los calificativos de que ésta es una corporación “rígida” y “machista”. Sería suficiente con que se buscaran los resultados de las constantes revisiones y adaptaciones realizadas con el fin de que el español contemporáneo se adecúe a las necesidades de los pueblos hispanoparlantes de toda la geografía planetaria. Muchas de las fórmulas de lenguaje “no sexista” son realizadas desde entidades que nada tienen que ver con el ámbito académico, ni con las instancias donde se estudia el uso del idioma. Se observa la tendencia a demonizar las recomendaciones de lingüistas y expertos, mientras conculcan aspectos gramaticales o léxicos firmemente asentados en nuestro sistema lingüístico.

El doble género ante una situación de uso

Por Manuel Matos Moquete

   En República Dominicana, en una asamblea nacional de un partido político (PLD, PRM, PRD, PRSC, etc.) en la cual participan hombres y mujeres de la  organización, el líder se dirige a la audiencia en los siguientes términos, a sabiendas de que  no puede ignorar ningún matiz de los presentes que pudiera significar un perjuicio para su liderazgo y su partido: “Señores y señoras, dirigentes y dirigentes, delegados y delegadas, compañeros y compañeras…Extiendo mis más calurosos saludos a los y las presentes, entre los cuales se encuentran connotados y connotadas personalidades  de la vida pública, intelectual y académica del país: la doctora Celeste Alberto, medica ejemplar, directora  de la unidad  de rayos X de  la maternidad  La Milagrosa, el doctor Facundo Acosta, médico especialista en pie diabético; la licenciada Ana Quezada, decana de la facultad de Psicología de la Uasd, el licenciado Eliseo Candelario, decano de la facultad de contabilidad de la universidad PNL; la doctora Nidia Solon, jueza del tribunal de tierra, el doctor Ovidio Nin, juez civil; el capitán retirado José Pujols, la coronela retirada Kati Abigail…”. Todos y todas cuentan con mi profundo afecto. Los  miembros y las miembras de nuestro partido en todo el país están orgullosas de ser representados por ustedes en esta asamblea. Los afiliados y las afiliadas me han transmitido ese sentir durante las asambleas distritales y regionales. Y estarán más orgullosos y orgullosas cuando conozcan los positivos resultados de las deliberaciones a las cuales en este momento los y las invito”.

Ahí está el texto. Un texto propio del género discurso político, cuya ley es la eficacia para la búsqueda y el logro del poder mediante la seducción del auditorio, de los votantes de un partido y de la población en general.

Esa es la condición (situación) del uso de la lengua, en la cual la condición del uso de la forma lingüística (ver distinción en E. Benveniste, “El aparato formal de la enunciación”,  1970), constituida por la estructura del género en lengua española en base, principalmente, a la oposición de los morfemas flexivos de género masculino y femenino  o (masculino: alumno) /a(femenino: alumna) en los artículos, los sustantivos y los adjetivos y el derivativo e(común: estudiante ), además de los géneros neutro,   epiceno y el ambiguo. El género es un tema gramatical, y la gramática no es toda la lengua, es solo la estructura: una forma. Y aquí, en este ejemplo del discurso político, la gramática está al servicio del uso de la lengua en situación, de cual se sirve ese político para convencer a su auditorio y lograr sus fines políticos. El problema no es ni siquiera puramente lingüístico. Es social, es cultural, es político. Es, en definitiva, translingüístico. Y a la disciplina que le incumbe es, principalmente a la pragmática, ciencia que se ocupa de la relación de la lengua con los hablantes y de la relación entre los hablantes.

¿Qué podemos decirle a ese líder, qué consejo darle? Las recomendaciones son distintas según el criterio que manejemos. Las diversas opciones corresponden al conjunto de las disciplinas que integran las ciencias del lenguaje, que junto a otras dimensiones: cultura, ética, política, etc., conforman las ciencias  translingüísticas en las que yo me sitúo. ¿Nos colocamos al nivel del uso de la lengua como sistema semiótico total de producción de sentidos? Si el criterio se ajusta estrictamente a la ciencia lingüística (Saussure, 1916) solo nos queda describir y explicar en lo posible el tipo de uso dado por ese político como un hecho de lengua.

¿Nos situamos en la pragmática, ciencia que orienta la gramática, puesto que las formas deben seguir los fines de la comunicación? Entonces, solo tendríamos que esperar que el empleo de la lengua sea eficaz: por la adecuación en ese discurso de los propósitos perseguidos, el manejo de las expectativas y las experiencias culturales y políticas del auditorio y las formas gramaticales empleadas.

¿Nos situamos en la gramática, específicamente en las formas del género? Podríamos desear a ese político la capacidad necesaria en el conocimiento y uso de la lengua, según las normas del español, pero sin perder su objetivo comunicativo. Le recomendaríamos consultar el artículo relativo al género en la Nueva gramática de la lengua española (2010) y repasar estos principios: “El género es una propiedad de los nombres y los pronombres…”. “…el género sirve para diferenciar el sexo del referente (alcalde/alcaldesa; gato/gata; niño/niña; profesor/profesora. “Atendiendo al género, los sustantivos se clasifican en MASCULINOS Y FEMENINOS”. “El género NO MARCADO  en español es el masculino, y el GÉNERO MARCADO es el femenino”.

Le sugeriríamos que tomara en cuenta las reglas de la formación del género en lengua española, pero jamás se las impondríamos puesto que él es político y nosotros  gramáticos o lingüistas, y él es quien sabe lo que está en juego en su comunicación. Y como ese texto gramatical citado se define a la vez como prescriptivo y descriptivo, debemos tener el cuidado de no pretender constituirnos en la AUTORIDAD de la lengua, porque dicho sea de paso, en el uso no hay más autoridad que los mismos hablantes. La tarea del experto en ciencias del lenguaje no termina ahí. En ese discurso, la retórica y la estilística tienen mucho que hacer, armonizando el interés pragmático y el interés gramatical. E incluso, los hábitos culturales, éticos y estéticos.

¿Hay redundancia  y pesadez molestosa en delegados y delegadas, todos y todas, los y las? ¿Chocan algunos usos como son las palabras dirigentas y miembras con sensibilidades y percepciones éticas y estéticas de los usuarios comunes de la lengua? Se pueden buscar formas menos extrañas, fórmulas comunes, pero en el entendido de que ese no es un problema estrictamente gramatical. Aquí tocamos el aspecto más polémico del uso del doble género. Volvemos a los criterios. Las feministas no dicen que son lingüistas o gramáticas. Dicen que luchan por derechos sociales y políticos. Luchan en contra de la discriminación del género humano femenino por parte del  género humano masculino.

Los gramáticos no dicen que son políticos ni ideólogos de la discriminación machista. Dicen que son gramáticos. Pero los argumentos de algunos gramáticos están llenos de descalificaciones morales y estéticas. Amparándose en el criterio gramatical, política e ideológicamente rechazan al feminismo que afirma que la discriminación se inscribe en la lengua, y por tanto en la gramática. Digo lo mismo a esos gramáticos y a esas feministas: el espacio de ese conflicto no es la lengua. Déjenla en paz. Es el discurso, como el de ese líder político, que es el discurso del poder. Pues ese político atropella la lengua y atropella a su auditorio y a los votantes de igual manera, porque su interés y estrategia es seducir para alcanzar el poder. Por tanto, el debate debe situarse en la relación entre sujeto, discurso y poder. Pero, estamos ante otro análisis, el del discurso político, que aquí no emprenderemos.

 

Mi visión de la lengua como académica y como mujer

Por María José Rincón

   Como las oscuras golondrinas becquerianas vuelven a sus nidos, vuelven de tanto en tanto las controversias encendidas acerca del sexismo en el lenguaje. No seré yo quien se queje de que, por una vez, el tema de debate sea el buen o mal uso de nuestra lengua. Nuestra responsabilidad como académicos es intentar, al menos, que las discusiones nos acerquen un poco más al conocimiento de cómo funciona nuestra lengua, una estructura delicada y férrea a la par.  Cuando hablamos de la lengua española no conviene olvidar que nuestra lengua es nuestra, pero también de más de quinientos millones de personas que la tienen como medio de expresión y comunicación; no conviene olvidar tampoco que en la lengua el tiempo y la historia son fundamentales; conviene tener siempre presente, además, que el cambio y la adaptación a los hablantes es condición indispensable para que una lengua siga estando viva. Por lo tanto, hablantes, historia, tiempo y cambio son factores fundamentales en la realidad lingüística.

La lucha legítima, necesaria y encomiable por alcanzar la igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres, que comparto y practico, debería ser asumida por todos nosotros, y no solo por las mujeres, que somos las principales responsables de que nuestra reivindicación no se diluya en un tira y hala estéril de defensa de lo políticamente correcto. Discutimos acaloradamente sobre el género de algunos sustantivos, sobre el matiz despectivo de algunas palabras, y perdemos de vista que la lengua es un sistema que se ha conformado para expresar a los hablantes de una comunidad. El contenido de esa expresión es responsabilidad de cada uno de esos hablantes. La lengua expresa a una sociedad sexista, que expresa contenidos sexistas. La vigencia de uso de las expresiones o giros sexistas, como las de las expresiones o giros denigrantes, discriminatorios o racistas, es responsabilidad de los hablantes. No son otros los que las mantienen vigentes.

Aunque con poco reconocimiento y mucho desconocimiento por parte del público, la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española han avanzado mucho, y lo siguen haciendo, en la eliminación del sesgo masculino de las definiciones y los ejemplos que incluimos en nuestros diccionarios, muy abundante en otras épocas. La Academia Dominicana de la Lengua hizo especial hincapié en esta perspectiva no sexista en el diseño y la redacción de nuestro Diccionario del español dominicano; y lo seguimos haciendo, porque los diccionarios nunca están hechos del todo y nuestro objetivo es que nuestro diccionario de referencia esté a la altura de los tiempos y se acerque a una expresión justa de la sociedad dominicana.

En la columna de Ivelisse Prats leo algunos ejemplos muy acertados para ejemplificar que en la mayoría de los casos el sexismo no está en la lengua, sino en el uso que los hablantes hacen de ella. Se pregunta la columnista por qué, si se aceptan términos como abogada, doctora, arquitecta o diputada, se rechaza el término jefa. Desde luego los términos abogada, doctora, arquitecta o diputada no tienen que aceptarse más o menos que sus correspondientes masculinos. El mecanismo morfológico para formarlos existe desde siempre en la lengua española. Cuando la sociedad los hizo necesarios no hubo más que empezar a usarlos. Si un cataclismo borrara de la faz de la Tierra, y permítanme el sarcasmo, solo a los diputados de sexo masculino, dejaríamos de necesitar el sustantivo masculino diputado, pero eso no significa que dejaría de aceptarse o de ser correcto. Lo mismo sucede con el par jefe/jefa. Que se rechace el uso de jefa por parte de algunos hablantes, más o menos numerosos o que se tiña el vocablo de ciertas connotaciones más o menos peyorativas no depende de mecanismos lingüísticos, sino de las apreciaciones de los hablantes. En nuestra mano está trabajar para que esto no suceda, como bien hace doña Ivelisse. El hecho de que tradicionalmente se distinguiera como fórmula de tratamiento entre señor y señora/señorita no es más que una distinción sexista que va perdiendo terreno. Como detalle, no olvidemos que en su momento era habitual, con otras connotaciones, el empleo de señorito. En estos casos el sexismo no está en la lengua, como la fiebre no está en la sábana. Desde luego cualquier reflexión sobre la lengua española por parte de los buenos hablantes o de quienes aspiran a serlo es bienvenida. Reflexionar sobre la lengua no supone irrespetar a la Real Academia Española, ni a las demás academias de la lengua española en el mundo, entre ellas la Academia Dominicana de la Lengua. Tampoco conviene olvidar que no son las academias de la lengua las que establecen las normas de la lengua española. La lengua española, como todas las lenguas, es un organismo vivo e histórico que se va formando a lo largo de los siglos. Su sistema tiene que ver con su lengua madre, el latín, y con muchos siglos de historia a sus espaldas. Las academias proponen obras de referencia, para eso nacieron, que ayuden a mantener la unidad dentro de la diversidad. La guía académica está a disposición de los hablantes que la requieran a través de sus diccionarios, su gramática, su ortografía, sus corpus y sus servicios de consultas, todos ellos de acceso gratuito y a disposición de todos los hablantes del mundo en la red. Aconsejan y orientan a los hablantes que buscan consejo y orientación. Si usted no lo necesita o no está interesado, es libre de hacerles caso omiso. Solo la educación de calidad y la formación de ciudadanos críticos y conscientes puede acercarnos a una sociedad libre de actitudes discriminatorias, sexistas, raciales, sexuales, económicas o de cualquier otra índole. La educación es el primer paso, el más importante. Con ella tendremos armas para favorecer el acceso de las mujeres, en igualdad de condiciones, a los medios de producción y de dirección. Estoy de acuerdo con Ivelisse Prats en que faltan muchas trochas por abrir, pero como he dicho en otras ocasiones, cuando las mujeres nos eduquemos y trabajemos en igualdad de condiciones no hará falta que nos visibilicen. Ya lo haremos nosotras mismas.

Parece mentira que a estas alturas tenga que decir una y otra vez que como mujer no me siento discriminada, ni poco visible, ni excluida, cuando se habla de los académicos, de los docentes, de los padres de alumnos, de los trabajadores. Tampoco excluyo a mis amigas cuando hablo de mis amigos, ni a mis lectoras cuando hablo de mis lectores, ni a mis jefas cuando hablo de mis jefes. Me disgusta que pretendan obligarme a sentirme discriminada o discriminadora. Me precio de ser buena hablante y de aspirar a serlo cada día mejor. Además de a ser buena hablante aspiro a ser respetuosa. Por ejemplo, me incomoda que me obliguen a ver en el uso del masculino genérico un uso discriminatorio que no he sentido nunca. Y no soy la única. Comparto esta postura con escritoras, historiadoras, lingüistas, periodistas e investigadoras. Estoy segura de que también la comparten muchos hombres que, por otra parte, deberían sentirse igualmente ofendidos porque se les prejuzgue discriminadores.

Nuestra preocupación y nuestra meta debe ser desterrar las actitudes y los contenidos sexistas. Dejémonos de poner en solfa nuestra lengua, que bien sabrá adaptarse a ese cambio, como lo ha hecho a infinidad de cambios en su larga historia, y seguirá estando al servicio de todos. Como filóloga y lexicógrafa, como académica, pero, sobre todo, como mujer creo que la lengua española, si saben enseñarnos a usarla correctamente, es el instrumento fundamental para la igualdad de oportunidades. Entender mejor lo que se lee y expresar mejor nuestro pensamiento y nuestros sentimientos son la clave para avanzar como ciudadanos hacia una sociedad mejor en la que todos nos sentiremos representados y expresados.

El lenguaje del doble género

Por Bruno Rosario Candelier

   Los gramáticos, lingüistas y académicos de la lengua estudian el sistema el propio idioma para mantener la unidad del medio de comunicación y fomentar su mejor comprensión y su aplicación y, en tal virtud, refrendan el uso del buen decir, defienden la normativa gramatical y alertan a los hablantes sobre los usos contrarios a la pauta inherente a la forma establecida de la expresión. Del empleo avalado por los hablantes competentes especialistas del lenguaje infieren la normativa gramatical. Consecuentes con dicho principio, advierten la inadecuación del lenguaje de doble género porque contradice una correcta aplicación de la norma gramatical, cuyo uso califican de incorrecto porque deviene una forma redundante, antiestética y antigramatical, como se aprecia en la innecesaria duplicación de “Los y las”, “todos y todas”, etc.

Al invalidar el lenguaje de doble género, los académicos de la lengua y los buenos hablantes parten de la aplicación correcta de la norma gramatical. Advierten que no es el lenguaje el causante de situaciones adversas a la mujer, y señalan que cuando los hablantes duplican la terminación genérica para usar el masculino y el femenino suelen violentar la normativa gramatical. El uso del doble género no hace pro feminista a quien lo emplea, ni su aplicación conlleva una valoración de la mujer, sino un atropello a la gramática. Aunque el sistema de nuestra lengua establece una diferencia entre el masculino y el femenino, la norma consigna que el masculino es el género no marcado y el femenino el género marcado, por lo cual el masculino genérico no entraña un uso discriminatorio contra la mujer. Así “Los dominicanos” incluye a los hombres y mujeres de esa condición gentilicia; “los estudiantes” engloba a varones y hembras. Igual ocurre con el participio activo terminado en –ente (presidente, inteligente, indulgente, pariente, aplicables a ambos sexos). Por tanto, es improcedente aplicar la marca femenina en el participio activo de voces terminadas en –ente, pues esa terminación carece de marca de género y, por tanto, es aplicable a hombre y mujer: estudiante, adolescente, cantante, oyente, etc., forma válida para ambos sexos.

Si la pauta gramatical establece que el masculino es el género no marcado, es innecesario, redundante, improcedente, antiestético y mal fundado usar el doble género ya que la alusión a los dos sexos es fonéticamente chocante, estéticamente engorroso, semánticamente reiterativo y casi siempre violatorio de la pauta gramatical. Quienes usan en público “los y las”, en su lenguaje coloquial privado no dicen “llevo a mis niños y mis niñas, a la casa de su tío y su tía para que ellos y ellas estén con sus primos y sus primas, y así estemos todos y todas juntos y juntas”.

La RAE reconoce el uso del femenino para los oficios y profesiones desempeñados por mujeres (doctor/doctora, abogado/abogada, peluquero/peluquera); no así para aquellas palabras que designan instancias o categorías, como miembro, que carece de femenino. MIEMBRO implica el concepto de pertenencia a un grupo, una instancia o entidad sin alusión de sexo; por tanto, es aplicable a hombre y mujer, en cuyo caso es invariable, por lo cual es incorrecto decir *miembra, aplicado a una mujer. Cuando se alude a profesiones y oficios, dicho de una mujer, corresponde el femenino (médica, abogada, arquitecta). Diferente es la HETERONIMIA, es decir, palabras propias para cada género, con vocablos de distinta raíz etimológica según el sexo del referente (hombre/mujer, caballo/yegua, yerno/nuera, varón/hembra, padre/madre).

La gramática habla de SUSTANTIVOS COMUNES en cuanto al género. Algunos son masculinos (cuadro, día, árbol) y otros son femeninos (mesa, pared, ventana), pero una expresión como “las manos limpias”, en que la palabra mano es femenina (la mano), su diminutivo sigue siendo femenino (las manitas limpias, no *las manitos limpias). Los sustantivos comunes tienen una misma marca para los dos géneros gramaticales. Por eso son sustantivos comunes, como tiempo, tema, mesa. El género del sustantivo común lo señalan los determinantes y los adjetivos con variación genérica: el/la pianista, el/ la psiquiatra, el/la artista.

Diferente es el caso de los SUSTANTIVOS EPICENOS. Son los que tienen una misma terminación, con un solo género gramatical para referirse a individuos de uno y otro sexo. Por eso hay epicenos masculinos, válidos para los dos sexos, como el personaje, el vástago, el lince (“Esa mujer es un lince”), no *“Esa mujer es una lince”); y epicenos femeninos, válidos para los dos sexos, como la persona, la víctima, la hormiga, aplicable a un hombre o a una mujer (“Juan es una persona sabia”, “María es una persona sabia”). Mientras el sustantivo común admite los dos géneros (el/la pianista), el sustantivo epiceno solo admite un género gramatical, válido para los dos sexos. “Lince” es, por tanto, aplicable a hombre y a mujer. “Ese hombre es un lince”, “Esa mujer es un lince”. El epiceno puede ser masculino o femenino, pero solo uno para ambos sexos: “Juana de Arco es un personaje de la historia” o “Alejando Magno es un personaje de la historia”. El nombre epiceno tiene un solo género gramatical para los dos sexos, mientras que el nombre común admite los dos géneros gramaticales con la misma terminación (bebé, artista, dentista, poeta). La existencia de nombres epicenos masculinos (el personaje, el vástago, el lince) o de epicenos femeninos (la persona, la víctima, la perdiz) no contradice la normativa gramatical.

El uso del doble género suele violentar la normativa gramatical. La concordancia de los epicenos se establece según el género del sustantivo, y no en función del sexo del referente. Así decimos “La víctima, un hombre joven, fue trasladada al hospital” (y no “fue trasladado”, aunque se aplique a hombre), ya que la forma lógica del predicado (“fue trasladada”) ha de adecuarse al género del epiceno, que en el caso de “la víctima” es femenino, y no según el género del referente, que en el caso del ejemplo es masculino. Se ha establecido que el masculino gramatical no solo alude a los individuos de sexo masculino, sino también designa la clase, la categoría o la especie a que aluden por una convención. Así decimos: “El hombre es un animal racional”, aludiendo con la palabra “hombre” a los individuos de ambos sexos. La inclusión atribuida al género gramatical masculino no implica discriminación de sexo, sino una convención cultural, favorecida por la economía lingüística economía expresiva sancionada por el uso y la norma de la lengua. La expresión “Los alumnos”  comprende a varones y hembras. Es innecesario y redundante decir “Los y las alumnos/ alumnas”. Esa manera de hablar, rayana en la ridiculez, va contra la normativa de la concordancia y contra el espíritu de nuestra lengua. Decir “Los y las ciudadanas” contraviene la preceptiva de la concordancia ya que aplica “los” a “ciudadanas” y “las”  a “ciudadanos”, por lo cual, además de antigramatical, es redundante y antiestético, al tiempo que desdice del genio de nuestra lengua, aunque lo usen políticos, maestros, comunicadores y sacerdotes. La incuria en el lenguaje, la vulgaridad expresiva y el uso de voces soeces, señales son de frustración y resentimiento, y su uso, como el del lenguaje del doble género, inficiona el sistema de nuestra lengua aunque se use en nombre de un supuesto avance cultural.

La exaltación de discutibles avances epocales, como el matrimonio entre personas del mismo sexo, el supuesto ‘orgullo’ de la pajarería, la justificación del aborto, el cuestionamiento de los valores cristianos y el lenguaje del doble género, etc., forman parte de una presunta modernidad que promueven quienes pretenden desarticular el fundamento de una cultura establecida sobre valores morales y espirituales en los que nuestros mayores fundaron sus vidas, su conducta y sus ideales.

 Coloquio sobre el doble género gramatical

Con la participación de académicos, escritores y profesores de letras, la Academia Dominicana de la Lengua efectuó un coloquio sobre “El lenguaje de doble género” para abordar la problemática implicada en esa moda de la expresión verbal.

El uso del lenguaje de doble género, que a menudo incumple la norma gramatical, desatiende la aplicación correcta de la gramática. A esa conclusión arribaron los académicos integrantes del equipo lingüístico de la ADL.

En el coloquio sobre el lenguaje del doble género, Manuel Núñez Asencio llamó la atención ante la tendencia feminista de «chantajear» al interlocutor, cuando algunas usuarias del idioma aplican ciertos usos para evitar la discriminación que, según dicen, refleja el lenguaje. El lingüista calificó esa actitud como «la dictadura del débil». Abogó por el uso de un colectivo que evite la duplicación de formas que aludan ambos sexos mediante una marca lingüística. Recalcó que la labor de las academias consiste en refrendar las formas correctas, consignar el uso ejemplar de los buenos hablantes con los casos que se ajustan a las normas y reglas del idioma.

Al presentar el lenguaje sexista, Núñez Asencio explicó que el feminismo comienza presentando el lenguaje como una ideología y no como un medio de comunicación.  Aclaró que en la lengua existe un masculino genérico, y hay otros términos conjuntos, como el hombre, la humanidad, que mantienen una designación genérica: “Según este enfoque hay sexismo en el lenguaje porque el genérico masculino invisibiliza a la mujer, por lo cual las feministas plantean como mecanismo de justificación eliminar los sujetos masculinos, colocar colectivos alternados, como profesores y profesoras, todos y todas, etc.”, explicó el intelectual, sociógrafo y académico de la lengua.

Consideró el lingüista que el lenguaje del doble género se convierte en un obstáculo para el uso ejemplar de la lengua por la complejidad que implica atender el doble género, ya que entorpece la construcción adecuada, pues esa forma de expresión lleva a confundir el género -que es una categoría gramatical- con el sexo -que es una categoría biológica-. Integrantes del llamado ‘sexo débil’ tratan de imponer su presencia, a costa de la pérdida de la norma gramatical en numerosas expresiones lingüísticas», aseguró, y dijo que el lenguaje no sexista podría complicar el aprendizaje de la lengua.

El escritor alertó al público y advirtió sobre el peligro que implica asumir ideologías y formas disolventes, como la del doble género, pues atentan contra la unidad lingüística y la normativa gramatical. El rol de las academias es velar por mantener y aplicar las cualidades de la lengua. Recalcó que la imposición de cambios en la lengua no resolverá la problemática social inherente, según demostró la Revolución Francesa, cuyos líderes creyeron que eliminando vocablos, como majestad o alteza, se obtendrían las transformaciones sociales que predicó dicha gesta patriótica. Pronto se percataron de que había que realizar reajustes en los renglones estatales y sociales. Al compartir el derecho de la mujer para progresar, subrayó que es inadmisible el pedimento de los movimientos feministas sobre el lenguaje del doble género.

También subrayó que la Real Academia Española no crea la lengua, sino que es la sociedad quien la crea, y las academias se adaptan a la sociedad. En el pasado no había farmacéutica, médica, abogada, médica. Así se hablaba incluso hasta mediados del siglo XX. Insisten en que si los libros dicen que Dios creó al hombre, se diga mejor que Dios creó la especie humana: “Hasta ahora Dios es masculino; pero es probable que las feministas exijan en el porvenir que Dios sea mujer porque se le podrá acusar de sexismo. Cuando se creó la concordancia entre un nombre en masculino y otro en femenino, debió hacerse la concordancia en uno de los dos. El masculino es el género no marcado”, subrayó el escritor, por lo cual representa a los dos géneros.

En su turno, Camelia Michel dijo que el español se halla “bajo ataque”, advirtiendo que observa con preocupación la ofensiva idiomática para establecer la perspectiva de género en el idioma. El empleo de “todos y todas” y expresiones similares en documentos, actos públicos, medios sociales, instituciones oficiales y centros escolares, incurren en vicios que perjudican el sistema de expresión.

La Academia ha tenido que abordar este problema mediante aclaraciones pertinentes para salvaguardar el uso correcto del idioma: “Un ejemplo en este sentido es el opúsculo de los académicos encabezados por Bruno Rosario Candelier, nuestro director”.

Comentó que el uso del doble género invalida el criterio no marcado del masculino, no obstante las explicaciones cimentadas en fundamento lingüístico y la problemática morfosintáctica en el empleo adecuado del idioma, dijo académica.

Camelia Michel comentó que los planteamientos formulados por quienes promueven el “lenguaje no sexista” tienden a lesionar el uso correcto del castellano en aras de dar protagonismo a la mujer, en el supuesto de que el español y sus usuarios la ocultan. “Entonces, “visibilizar” a las féminas es un objetivo que se intenta alcanzar a cualquier precio, así se termine por romper estructuras morfosintácticas y pautas lingüísticas que soportan el andamiaje de nuestro idioma. Es lamentable que las fórmulas del doble género sean realizadas desde entidades que nada tienen que ver con el ámbito académico, ni con las instancias donde se estudia y regula el idioma”, comentó.

En una entrevista publicada por Carmen Junyent, esa lingüista catalana resalta que el uso del doble género ha ridiculizado el feminismo, pues al jugar con la gramática han salido “usos absurdos”, y desde hace unos años han aparecido documentos, disposiciones legales y discursos con el uso de “todos y todas”, “bienvenidos y bienvenidas”, “niños y niñas”, “los y las”, llegando a expresiones caóticas o ridículas. Se preguntó la intelectual española hasta qué punto estos desdoblamientos de los nombres genéricos hacen más visibles a las mujeres o las discriminan, y cómo afectan al lenguaje estos cambios que acaban deformando y violentando la gramática.

En Repensar el género de la lengua, Carmen Junyent recoge las intervenciones y análisis de profesionales durante unas jornadas organizadas por un grupo de estudiosos de la lengua, y subraya que hay que distinguir el concepto de sexo, que es un rasgo biológico, del de género, una categoría gramatical que afecta al sustantivo y determina su concordancia, vocablos que no se pueden confundir por una actitud derivada de una voluntad de dar mayor presencia a la mujer sin considerar el correcto funcionamiento de la lengua. Según la experta catalana hay una forma de visibilizar a la mujer, que es cambiando la sociedad, puesto que el idioma de una comunidad lingüística refleja los cambios que los hablantes ejecutan en la realidad sociocultural.

En el coloquio se abrió turno a preguntas y comentarios de los profesores y técnicos de la Regional 04 de Educación, quienes participaron en la actividad formativa con gran entusiasmo y externaron su disposición a obviar el uso indebido del doble género.

 

El aura mística en la lírica de Freddy Bretón

Por Bruno Rosario Candelier

A Mélida Inés Méndez,

Quien vibra con la poesía de su ilustre coterráneo.

Suelta tu corazón

que vuele alto

sin que le falte el compás de su latido

a la tierra que pisas

o a la materia que se transforma entre sus dedos”.

(Freddy Bretón Martínez)

 

La obra literaria de Freddy Bretón Martínez (1), alto dignatario de la Iglesia Católica, valioso poeta mocano y creador de una hermosa lírica teopoética, refleja la huella sagrada de una cosmovisión en cuya esencia late la llama divina y, a su través, la gracia de un canto lírico, estético, simbólico, religioso y místico que asume y recrea el encanto de lo viviente como signo elocuente del Padre de la Creación.

La obra poética de Freddy Bretón Martínez constituye un singular acontecimiento para la literatura dominicana. La creación de este grandioso poeta mocano, que escribe poesía mística desde la década de los 70 del siglo XX, le acredita a su autor el título de introductor de la lírica mística en las letras dominicanas. Su creación poética refleja la expresión de amor y sabiduría que su talento concibe como un bien divino para el bien humano y, en tal virtud, es el primer escritor dominicano que asume de manera plena y consciente la poesía mística como medio de expresión de su honda cosmovisión espiritual.

A ese preciado valor de su creación poética se suman cuatro razones que potencian la significación de Freddy Bretón Martínez en las letras dominicanas: 1. Es el primer escritor dominicano que consagra su talento poético al cultivo de la mística. 2. Es el primer escritor dominicano en publicar un libro de poesía mística. 3. Su creación poética funda la línea mística en las letras de Moca y del país. 4. Su poesía mística es modelo del ideal de creación teopoética que propone el Movimiento Interiorista.

Al enfocar el aura mística en la lírica de Freddy Bretón podemos desglosar sus valores literarios y espirituales en el ámbito de la creación poética y la inspiración teopoética.

Llamo mística a la genuina vocación espiritual que funda, en la vivencia de lo divino, la llama del amor sublime mediante una obra inspirada en el sentimiento teocéntrico con unción sagrada, comprensión amorosa del mundo y entusiasmo jubiloso.

Hay una gracia del cielo que alienta la iluminación mística y un don especial otorga la vocación contemplativa de inspiración divina. Esa gracia ha fecundado el numen creador de Freddy Bretón, que ha alumbrado su trayectoria intelectual, espiritual y estética, no solo en el ámbito de su ministerio sacerdotal, sino en las tareas académicas que ha realizado con el encomiable ejemplo de su vida personal.

Su obra literaria es un faro de amor que alienta el conocimiento, la creación y la sabiduría espiritual, razón por la cual Freddy Bretón opta por el trabajo callado y el silencio productivo. Prevalido de la fe y el don del ágape sagrado, su lírica revela una relación armónica y empática con lo divino en la que confluye la esencia de la visión cristiana mediante la cual privilegia una perspectiva sagrada del mundo. Con esa disposición intelectual y emocional, su cosmovisión se nutre de un aliento espiritual cuya razón de ser descansa en la bondad infinita del Creador del mundo a cuyo bien supremo tiende su obra. Con esa conciencia espiritual se reconoce bajo el aliento redentor de una actitud esperanzadora.Esa disposición interior de la inteligencia y la sensibilidad, potencia la conciencia estética, la sensibilidad cósmica y la vocación mística de Freddy Bretón cuya obra secunda y proyecta el aliento de su formación teológica.

Cuando el hombre establece un vínculo de amor divino, su alma se impregna de la esencia trascendente y lo que hace, escribe o dice, se contagia del entusiasmo sublime que transmuta su actitud, su palabra y su obra.

Freddy Bretón es poeta y, en tal virtud, acude a la lírica para encauzar su sensibilidad estética mediante el lenguaje de la creación poética. Freddy Bretón es místico y, en tal virtud, acude a la escritura, gracia que le ha sido otorgada para testimoniar la presencia de lo divino en lo humano. Freddy Bretón es sacerdote y, en tal virtud, su alma sacerdotal es un pozo de amor que fecunda su lírica teopoética. Esos singulares atributos de su peculiar carisma confluyen en su poesía mística que esta obra antológica, Entre la voz y el fuego, recoge y promueve (2).

En “Río de paraíso” Freddy Bretón pone de relieve el triple sentido poético, místico y  amoroso que distingue el temple espiritual y estético del ilustre poeta mocano. Se trata de una composición que integra en forma admirable y armoniosa los rasgos esenciales de la lírica de Freddy Bretón: sentimiento de amor, onda estética y vocación divina en cordial sintonía con la realidad de sus vivencias entrañables y la connotación de su decir poético:

 

Al borde de todos mis sueños

corre un pequeño río.

Llega y se estaciona

sin tiempo

el suave canto de cristal risueño,

y ya el sonajero de pulidas piedras

cosquillea en el fondo.

No falta el destello del ave furtiva

que baila en la fronda

ni peces plateados

en los que arden soles

debajo del agua.

Ah, ríos enormes

cuya historia corre por entre los libros;

monstruos milenarios que laméis ciudades

y hendís continentes…

Este riachuelo de labradas peñas

que irriga mis sueños

y transcurre en mi alma,

no lo cambiaría

ni por vuestras aguas

ni por vuestros cauces

ni por vuestros nombres.

 

Estamos ante una obra poética continuadora de una fecunda tradición mística que va de san Francisco de Asís hasta Karol Wojtyla, pasando por san Juan de la Cruz y fray Luis de León, creadores que han hecho de la lírica la base de su vocación contemplativa y, de la naturaleza, la fuente nutricia de una Teopoética luminosa y cautivante.

Freddy Bretón fue dotado con el triple don de los elegidos entre los iluminados -la gracia poética, la gracia mística y la gracia sacerdotal- y en virtud de esos dones admirables canaliza en su vida y en su obra un sentimiento de ternura y piedad hacia lo viviente.

Nuestra conformación espiritual y cósmica nos proporciona un vínculo con la totalidad de lo viviente. Internamos en la conciencia cada una de nuestras vivencias y reconocemos que cada vivencia imprime una huella en la conciencia, aunque pocas veces nos damos cuenta de la vivencia presente. Cuando advertimos la ausencia de lo que vivimos, adviene la añoranza o la nostalgia. Y cuando la nostalgia atenaza los sentidos, aflora el sentimiento lírico y la vocación poética.

La intuición de los efluvios sobrenaturales alienta el eco de lo divino en virtud del vínculo de nuestra alma con el alma del mundo, que es la conciencia superior de lo viviente. En la obra de Freddy Bretón, el centro de su apelación lírica es Dios, que impregna su corazón de un gozo inmenso y su talento creador rebosa de un entusiasmo lírico, como lo revela la creación del mitrado dominicano.

La experiencia de lo trascendente tiene diversos modos de manifestación. Las vivencias espirituales conforman la sustancia que da pábulo a una manera trascendida de sentir el Mundo, como el impacto de lo real en la conciencia, el asombro de lo natural como vivencia cósmica o el júbilo interior ante el esplendor de lo creado. De igual manera, acontece la emoción de lo sagrado mediante la asunción de la belleza sublime, la concepción de lo natural como vínculo de lo divino o la intuición de verdades profundas. También se puede apreciar el sentido de lo viviente en su expresión sacra, la imitación de los arquetipos de la Creación o la visión amorosa del mundo como fuente de la vivencia contemplativa y mística.

La vivencia mística es un sentimiento derivado de la contemplación, que activa la disposición emocional y espiritual para concitar la búsqueda de lo divino y sentir la presencia de lo sagrado. La experiencia mística es una gracia recibida, que no depende de nuestra elección sino de una fuerza superior que propicia ese fenómeno trascendente mediante el rapto de los sentidos en unión con lo divino. No dudo que Freddy Bretón haya tenido experiencia mística, pero puedo afirmar, por el contenido de sus poemas y el aura mística de su talante, que ha disfrutado abundantes vivencias contemplativas, como lo testimonian sus poemas, escritos con aciertos espirituales y literarios.

La poesía de Freddy Bretón da constancia de que valora la verdad, la belleza y el bien bajo la inspiración de lo divino. Su obra es una evidencia del sentido de la sabiduría que nutre su vocación creadora. Asimismo, revela el vínculo entrañable entre el hombre y el mundo en virtud de una identificación intelectual, emocional y espiritual que se opera entre el ser del hombre y el ser de las cosas, que místicos, iluminados y poetas asumen, valoran y enaltecen. El poema, “Canción de hoy para mañana”, inspirado en elementos de la naturaleza y consustanciado con su visión espiritual del mundo, es un buen ejemplo de esta vinculación mística:

 

Ahora es el mañana.

Mira, si no, los resplandores como surgen:

como bandadas de sueños se levantan

multiplicándose en los prismas diminutos del rocío.

Ahora es el mañana, justo ahora.

Aferra bien tus manos a la esperanza nueva

a la aurora que nace de luz no anochecida.

Suelta tu corazón

que vuele alto

sin que le falte el compás de su latido

a la tierra que pisas

o a la materia que se transforma entre sus dedos.

Levanta el pie

que no es hora de piedras

ni de batir el fango.

 

El poeta se siente apelado al mismo tiempo por lo humano y lo sobrehumano, es decir, por lo que concierne al hombre y a Dios y, en su condición de poeta, es un amanuense de lo Alto y, en tal virtud, se siente intermediario entre el estamento natural y el divino, valorando la condición singular de la criatura terrestre con sus peculiares atributos. El título de esta obra conjunta, Entre la voz y el fuego, tiene una connotación simbólica (la voz, ‘lo humano’; el fuego, ‘lo divino’), ya que el autor se siente copartícipe de la energía natural y sobrenatural al mismo tiempo, es decir, se mueve entre la voz y el fuego. Por esa razón, siente el Mundo como una expresión de lo divino por lo cual su corazón se identifica con criaturas y elementos.

Esa identificación se funda en su sensibilidad empática, abierta y caudalosa, porosa a lo viviente, que genera un sentimiento de compenetración sensorial, afectiva y espiritual con lo existente en un abrazo de empatía solidaria con criaturas y elementos. Prevalido del amor puro de los místicos y dotado del amor sacerdotal que impregna su alma de ternura espiritual, Freddy Bretón abre su sensibilidad a lo viviente y vibra de entusiasmo ante las criaturas de la Creación, que las siente, como las sentía el Poverello de Asís, como una emanación de lo divino y se conduele de sus tribulaciones y, con un sentimiento de apertura compasiva, experimenta el “dolorido sentir” que aguijoneara el alma de Garcilaso de la Vega, y entonces canta, y en su canto se compadece de la garza solitaria, comparte su desolación y su herida y le parece que el crepúsculo amortigua su luz ante el dolor de una criatura errante y, con ese sentimiento de conmiseración emocional, testimonia lo que sacude su sensibilidad, angustiada por el gemir del viento o la soledad del nido ante la constatación del desamparo. En “A una garza solitaria” expresa ese sentimiento:

 

Surcando el opaco cristal de los aires

avanzas, garza solitaria.

Vuelo lento.

Pesadumbre en cada pluma de tus alas.

¿A dónde marchas desolada?

¿Huyes acaso de la noche?

No sabían de tu herida

tus compañeras de bandada.

¿No leyeron en tus ojos la congoja?

Te enrojecen aun

las últimas luces del crepúsculo

ya se va oscureciendo la nieve de tus plumas

y el rayo de tus ojos mortecinos.

Pero el viento sabe de tus cuitas,

manojito de nieve pesarosa;

él será cálido aliento en tu contorno,

soplo vital para tu alma entumecida.

¿Dónde pernoctarás?

¿En qué olvidado nido?

¡Aprisa! Que será densa la noche

y se cierne la oscuridad sobre tus alas.

 

El alma del místico rebosa de amor y piedad. La ternura mística, manifestación de una sensibilidad fraguada en el sentimiento divino, atiza al poeta que experimenta el júbilo del entusiasmo compartido y así lo vive Freddy Bretón, que quiere sentir su corazón incendiado en la llama divina, como lo reclama en “Oración para pedir un incendio”:

 

Incéndiame de amor

te lo suplico.

No quiero arder con llama pasajera.

Arda mi corazón -mi pobre casa-:

quiero oírlo crepitar cual pino viejo.

 

Quema tanta basura,

la escoria que amontono en mis adentros.

Quisiera levantarme renovado

sin los viejos temores que aposento.

 

No quede en pie madero alguno:

lo quiero todo calcinado.

Vuelen ardientes las astillas

de mis antiguos sueños

de leyes torpes que dictó el pasado.

 

Quiero que estalle todo,

que reviente hasta el último cimiento

y que así pueda volver aprisa

a la nada que me regale el fuego.

 

Y cuando se hayan dispersado mis cenizas

y del viento no cuelgue ni el olvido,

¡que hablen las mil bocas de la piedra!

¡Que se levante la pared bruñida!

    Sensible y poroso al acontecer del mundo, Freddy Bretón despliega sus antenas sensoriales y capta lo mismo el encanto de la Naturaleza que el dolor de los sufrientes y expresa lo que impacta su interior y, en actitud doliente y compasiva, tamiza el gemido de la tierra, el encanto de la rosa, los crepúsculos fulgentes, el rubor de las amapolas o la quietud silente de las piedras, al atisbar el alto sentido con su mirada poética impregnada de ternura consentida, como en “Girasol”:

 

Gira, girasol

en el cuadrante infinito de tus rumbos

sin calcular los grados ni las horas

muévete en la precisa dirección

de los mil vientos.

No te desveles por saber

si el ecuador está cerca o está lejos:

ignora meridianos, disloca paralelos.

Que nadie te señale nortes:

invéntate tus puntos cardinales.

Busca la luz y gira:

por cada rayo un sueño

un latido por partícula de luz.

Abre tus poros

y deja que ella invada tus caminos

que asalte tus meandros

que muerda y aniquile tus tinieblas.

Corra transfigurada tu savia bienherida.

Abre tus pétalos y gira.

Prodiga claridades

reparte a manos llenas

el oro de tus soles.

   La lírica de Freddy Bretón confirma que la poesía es la voz honda del alma. En “Naidí”, el poeta ausculta el latido del corazón en sintonía armoniosa con el aliento telúrico y las vivencias entrañables en las que afloran la gracia del folklore, la copla popular y los juegos infantiles engarzados al paisaje y el motivo nostálgico:

 

Los otros niños cantaban.

Y la noche se cuajaba

de voces y carcajadas

mientras el río callaba.

Naidí era aquella palmera

que por doquiera brotaba.

Menuda, frágil, hermosa.

Naidí debió ser tu nombre

por menudita y por tierna.

 

El venero lírico de su creación poética convoca y recrea, redivivos y elocuentes, la huella literaria de Antonio Machado, el acento popularizante de Federico García Lorca y el tono idílico de Tomás Morel con el aliento juglaresco de la campiña cibaeña tamizado por el alma dulce y amorosa de Bretón Martínez, que otorga avivamiento humanizado a las cosas:

 

Y temprano en la mañana

allí, a la orilla del río,

¡cuántas manitas se alzaron!

Pero las tuyas no estaban.

Y yo, arroyo subterráneo

sentí que por dentro lloraba.

No sé si hubo brillo en tus ojos.

Las palabras se ahogaron.

Yo, como el río, callaba.

   La lírica de este sacerdote-poeta, iluminada con la llama evangélica y agraciada con la belleza poética, brota henchida de su mirada amorosa en la claridad de su expresión estética y la hondura de su contenido simbólico, como se aprecia en “Samaritana”, tema y motivo de honda inspiración bíblica para los contemplativos cristianos:

 

Cargada de agua inútil

satisfecha

junto a la corriente se sienta la sed.

El manantial

con las plantas maltrechas

le pide de beber.

‘‘¿Cómo tú, siendo un pozo

me pides de beber?”

Y ella no comprende

que el pozo va sediento de su sed.

Cuando me dio de su agua

por los aires volé

dejé olvidado el cántaro

mil sedientos busqué.

Y ahora voy sedienta

de su sed.

A la mesa del mundo

se ha sentado el maestro

rodeado de los suyos

los suyos que son nuestros:

la piedra

el polvo

el trueno

los corderos y el lobo.

Entre mar y montañas por manteles,

el prado.

Y a la luz de sus ojos

el pan grande y dorado,

el amor entre todos.

 

La mística procura el sentido de reconciliación con los seres y las cosas. En atención a esa meta, el místico renuncia a la vocación del poder, al egoísmo, al orgullo y la competencia, para encontrarse con el otro y, de un modo especial, con el Todo. Freddy Bretón tiene el don de la palabra y asume la creación poética desde las enseñanzas del Poverello de Asís, dando fe de la inquebrantable comunión de amor con lo viviente en una lírica impregnada de la mística cristiana. En ‘‘Amiga, amigo’’, habla la voz de la caricia y, en una reflexión que combina razón y sentimiento, retoma la nostalgia y, como Borges, profundiza el sentido del vínculo entrañable cuando asume la metáfora del río que enalteciera Heráclito. En los versos de Freddy esa visión se potencia con su ternura dentro:

 

Yo sé que no invento contigo la nostalgia

pero no logro que el recuerdo

sea río sin regreso.

No estreno ciertamente la añoranza

-alguien antes que yo inventó el fuego-

pero no soy el mismo sin el recuerdo.

Y no es tópico si digo

que al recordarte se oprime el pecho

y late la vida de otra manera.

De por medio está la niebla

aplastante, extraviadora

pero sé que el cariño

no es camino hacia la nada

que no se pierde el río

entre piedras o bruma.

 

Hay dos motivos literarios que en toda obra conmueven y encantan: la belleza de la expresión o la hondura del concepto o su combinación integrada mediante la belleza del pensamiento. Freddy Bretón es un auténtico poeta y como tal acude a la palabra con sentido estético; y es también un místico genuino y como tal acude a la poesía con sentido trascendente, como se aprecia en “Lapsus”:

 

Si por decir amigo

dijeras puerta

silbido

antorcha

pendiente o ruta

no dirías nada.

Si en tu ejercicio

de espolvorear nombres

(aire sonoro, modulaciones)

dices peldaño mar en reposo

luna de marzo crisol rocío

resina piedra corteza o astro.

Si pronunciaras volcán quimera

columna iris

arteria nervio alero fronda.

Y se agolparan en tu garganta

la multitud de las voces todas…

AMIGA, AMIGO…

No dirías nadapor decir todo.

 

El poeta místico exalta la condición singular del territorio que le fue dado en heredad y gozo. La valoración es lo que se produce en nuestro interior cuando apreciamos lo que somos. La espiritualidad, que es una expresión de la sensibilidad trascendente, tiene el atributo de inspirarnos la verdad y el bien, con la búsqueda de la belleza y el misterio. La mística tiene por objeto descubrir la belleza del Mundo como expresión del misterio de lo Eterno. Como Thomas Merton y Anthony de Mello, autores que han sembrado su huella literaria en Freddy Bretón, nuestro poeta ha contribuido al desarrollo espiritual con su vuelo lírico y místico. Freddy Bretón Martínez sabe que a cada uno le llega alguna vez el rayo del Sol que lo enciende y lo ilumina. En “Manías”, el poeta proclama el esplendor que nos rodea en nuestro luminoso ambiente caribeño, una manera de alabar los dones recibidos:

 

Yo soy donde la luz

es potro que salta antes del alba.

Torrente de ámbar y cristales

que tiñe o juega

dueña del ala suspendida

o del prisma que va en el ave en vuelo.

Espolea la savia

enciende las arenas

baila y perdura en la huella o la laguna.

Yo soy donde la noche

-un parpadeo-

sólo en los ojos ostenta su dominio.

Luz en el principio

y en los instantes luz

en espacios abiertos

en grietas y recodos

sobre y en medio de la lluvia

en las raíces luz.

Obsesión del fulgor que pinta o canta

borbotón de verdor en el follaje

o en un techo de fuego doradas filigranas.

Ah no

ilustres territorios

no envidio para nada vuestras brumas

que aquí

para alumbrar el mundo

basta sólo una hendija

y el rayo que pueda atravesarla.

 

La hermosura de la Creación es el gran aliento que anima la poesía de Freddy Bretón. En estos poemas testimoniales y sugerentes, su lírica asume lo mismo el cauce de la métrica tradicional, como el tono y la técnica de inspiración bíblica o el formato de los salmos, que el verso libre de factura moderna donde fluye la emoción estética con libertad expresiva y en ambos moldes aflora el tono reflexivo, la actitud contemplativa y el estilo fluyente de su cordial empatía con el ser de las cosas, para rematar con el “toque sapiencial de la experiencia mística” (3).

La línea de creación poética que enalteciera fray Miguel de Guevara, ilustrado en el “Soneto al Cristo crucificado”, con la tradición mística que auparan Jacopone da Todi y Teresa de Ahumada, destila hondura y fervor en “La puerta de tus ojos”, con el que alude al rastro de luz y de congoja que expresa el alma anhelante del vino de la embriaguez divina:

 

Ábreme la puerta de tus ojos,

llévame a tus luces interiores;

que, incorpóreo yo,

o quizás transfigurado

pueda apenas mirar, a lo lejos

mis tinieblas en olvido.

Muéstrame tu luz

sin los espejos;

pueda yo entender

los jeroglíficos

que escribiste en mi cara.

De par en par tus puertas

y entraré como hormiga

que al universo asoma.

Ingenuamente alegre,

mínimo el paso,

largo el asombro.

Alza, mi Dios, la pobre tierra;

pueda ver yo cristalizado el barro.

   En el alma de poeta y en el corazón sacerdotal de Freddy Bretón brota el amor de los iluminados y ese torrente de ternura y piedad se abre al Mundo vinculándose a la Naturaleza y a la humanidad doliente que su poesía recoge y expresa mostrándonos un rostro diferente de los seres y las cosas. La mirada dulce de su sensibilidad empática destaca la dimensión singular de lo viviente y, en su expresión lírica, simbólica y mística, subraya la faceta entrañable que articula su lírica teopoética.

Mediante el canto espiritual, los monjes despiertan la más honda de las emociones para sentir la más intensa de las pasiones: la belleza divina. Con su plegaria procuran elevar su alma a Dios y con su canto concitan el amor de su corazón. Unidos en la celebración de los sagrados misterios, cantan salmos, cánticos e himnos siguiendo una milenaria tradición que conservan las iglesias y los conventos. Con el canto, el místico exalta la unión amorosa con Dios. En “Hacia la fiesta”, el poeta atrapa la melodía que aprecia en la brisa o en las fuentes y expresa con el encanto de su lira lo que mueve su sensibilidad:

 

Padre de la armonía:

yo sé bien que tu voz divaga por el mundo.

Te canta suavemente la brisa en los pinares,

o en los vientos que rozan

las rocas de la altura.

Padre del Universo, del que soy parte mínima:

preste yo mi voz a tus cantares,

como lo hace la fuente

o el arroyo en las piedras;

que no sólo a las aves les fue encomendado

cantar tus maravillas.

Sea todo mi ser el instrumento

en que hagas resonar

tus melodías.

 

Otro pastor iluminado de nuestra Iglesia, Mons. Francisco José Arnaiz, dotado de fecunda formación humanística y de sabiduría espiritual, cuya prosa es un manjar en letras imbuidas de honda espiritualidad, dijo que “…el espíritu del místico apela a su imaginación para traducir o expresar lo que él comprende del misterio divino usando símbolos, como la llama viva de amor de san Juan de la Cruz, los cuales por su carácter no discursivo se corresponden mejor con el pensamiento contemplativo que con las palabras” (4). Si es cierto que el pensamiento contemplativo se vale de la imaginación mística para expresar la comprensión del misterio divino, que las palabras ordinarias del lenguaje común no comunican, los poetas acuden al lenguaje de los símbolos para expresar la percepción de lo inefable, como apreciamos en “Lago de cristal”:

 

Un lago de cristal cerrado

ventana de la luz el iris

imágenes que van

en vuelo escritas con la luz y el fuego.

Orfebre habrá de ser su dueño;

es con cincel de amor labrado.

 

La sensibilidad mística de nuestro poeta no le impide advertir que el hombre puede ser “horrible fiera o aletear ingenuamente una paloma” y, desde luego, puede comprender las manifestaciones contrapuestas de la realidad existencial, como en “Fin de las labores”:

 

Traigo, Señor, la voz ronca,

el paso lento.

Al fin de las labores

una roca ha caído sobre el lecho.

Ancho es el Mundo

y mi pobre pensamiento

es corta envergadura para tanto lamento.

Terminan los trabajos

prosigue el desconcierto.

Mientras duermen las sombras

alrededor del lecho,

Tú sabrás cómo hacer que dé fruto el desierto.

    Tanto sus verdades poéticas (“…las olas del mar / que aun asestando duros golpes / prodigan la caricia de la espuma”, del Libro de las huellas; o bien “Y del pobre arado traigo solamente / callos en el alma”, de Bandera de algún viento), como sus imágenes sensoriales (“…y la lluvia, vestida de albañil” o “Los focos devoran por trozos la noche”, de Voces del polvo), procuran consignar su mirada de amor, su sentido estético y la búsqueda de lo divino bajo la ardiente apelación de la palabra.

De los atributos de la lírica de Freddy Bretón  colijo los siguientes rasgos literarios:

  1. Asume y recrea la presencia divina en el hombre y el cosmos para exaltar la huella de Dios en la tierra.
  2. Expresa y revela una actitud empática hacia lo viviente y un sentimiento compasivo con una mirada de amor y una vocación teopática.
  3. Revela el propósito de hacer sentir en el espíritu no solo el encanto de la Belleza y el asombro del Misterio, sino la llama viva del amor divino.
  4. Acude a referencias naturales, como buen teopoeta de la mística cristiana, que usa como símbolos de lo divino con un sentido simbólico y trascendente.
  5. Procura transmitir, mediante el lenguaje de la lírica y la forma moderna o tradicional de sus composiciones, una visión amorosa del mundo con una cordial identificación espiritual y un sentido estético.

Consagrado al servicio divino por vocación y entrega, Freddy Bretón Martínez aúna a su carisma pastoral el singular don de vivir poéticamente el mundo y la gracia mística de sentirlo como expresión sagrada en virtud de la sabiduría espiritual que fluye de su alma iluminada y pura. Y su hermoso testimonio creativo, canalizado desde la singular visión que fecunda su fe cristiana, proyecta en esta obra de amor, con humildad seráfica, la dicha de plasmar un texto poético, la alegría de encauzar un servicio edificante y la emoción de promover el amor sublime bajo la luminosa gracia del Espíritu.

 

Bruno Rosario Candelier

Encuentro del Movimiento Interiorista

Baní, República Dominicana, 28 de abril de 2007.

 

Notas:

  1. Freddy Antonio de Jesús Bretón Martínez nació en Canca La Reina, Moca, Provincia Espaillat, República Dominicana, en 1947. Ordenado presbítero el 10 de septiembre de 1977, ejerció el ministerio sacerdotal en varias parroquias y la docencia académica en Santo Domingo. Obispo de la Diócesis de Baní, desde el 19 de septiembre de 1998, fecha de su ordenación episcopal y toma de posesión. Ha publicado los siguientes libros: Libro de las huellas (Sobre la marcha, 1985), Bandera de algún viento (1991), Voces del polvo (1993), La máscara del tiempo (1995), El apellido Bretón en la República Dominicana (2003), Entre la voz y el fuego (Santo Domingo, Amigo del Hogar, 2007), que recoge toda su obra poética; y Pasión vital (Santo Domingo, Amigo del Hogar, 2008).
  2. Freddy Bretón, Entre la voz y el fuego, Santo Domingo, Amigo del Hogar, 2007. De este poemario proceden las ilustraciones poéticas de este estudio crítico.
  3. Mons. Roque Adames Rodríguez, “Palabras Previas”, en Voces del polvo, S. Domingo, MSC, 1993, p. 12.
  4. Francisco José Arnaiz, “Nuevos dinamismos en el ser humano”, en Listín Diario, Santo Domingo, 10 de febrero de 2007, p. 13. En el prólogo a Voces del polvo, de Freddy Bretón, escribió este ilustre obispo: “En las letras españolas, cuando balbuceaba la lengua, sacerdote era Berceo, el de los loores a María, y sacerdote el Arcipreste de Hita que, en vez de oraciones, escribía cantigas a Nuestra Señora. Y ya en el esplendor de la señorial lengua de Castilla, sacerdotes fueron también Fray Luis de León, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina y San Juan de la Cruz. Por tierras duras de Ávila y Salamanca, Santa Teresa de Jesús, en medio de sus deliquios místicos, escribía letrillas, mientras algo más tarde, por tierras aztecas, Sor Juana Inés de la Cruz bruñiría sonetos y compondría Autos Sacramentales”.Nota: Desde el año de gracia de 2015, Monseñor Freddy Bretón es el arzobispo de Santiago de los Caballeros.

(Bruno Rosario Candelier, “El aura sagrada en la lírica de Freddy Bretón”, en La mística en América, Santo Domingo, Ateneo Insular, 2010, pp.427-444).

 

Ortoescritura

Por Rafael Peralta Romero

POR FALTA DE CONSEJO METIERON EL CONCEJO EN LA CONSTITUCIÓN

Esta columna ha estado a punto de incurrir en injusticia contra los periodistas por la reiteración  en los medios de comunicación de un uso inadecuado del sustantivo /concejo/. Es cierto, mis colegas repiten con frecuencia el error, pero no lo han inventado ellos, sino que  la distorsión nació con la Constitución  proclamada en 2010. Cuando se escribe “concejo de regidores” o “concejo municipal” a esa palabra se le está dando el valor semántico correspondiente a /consejo/.

Con la voz concejo (con c) se nombra al ayuntamiento o corporación municipal. El Diccionario de la lengua española  la define

así: Principio del formulario

“concejo. Del lat. concilium. 1. m. casa consistorial.2. m. ayuntamiento (‖ corporación municipal). 3. m. municipio. 4. m. Sesión celebrada por los individuos de un concejo.

El Panhispánico de dudas, otro diccionario  editado por  Asociación de  Academias de la Lengua Española, especifica que concejo “procede del latín concilium  (reunión o asamblea), y no debe confundirse con consejo (órgano para asesorar o tomar decisiones). Los miembros de un concejo son concejales; los de un consejo, consejeros”.

El vocablo /consejo/ (con s) procede del latín  consilium. Significa: “1. m. Opinión que se expresa para orientar una actuación de una determinada manera. 2. m. Órgano colegiado con la función de asesorar, de administrar o de dirigir una entidad. Consejo económico y social, escolar. 3. m. Reunión de los miembros de un consejo. La decisión se tomó en el último consejo de administración”.

Las empresas organizadas son regidas por un consejo de administración, las universidades tienen su consejo académico o consejo universitario (caso de la UASD), el Poder Judicial  cuenta con un órgano superior que es el Consejo del Poder Judicial y la contraparte, el Ministerio Público, es orientada por  el Consejo Superior del Ministerio Público.

El Poder Ejecutivo, con todo y lo unipersonal que se muestra, somete propuestas y  escucha planteamientos del Consejo de Ministros, instituido por el artículo 137 de la Constitución. Antes se llamó Consejo de Gobierno.

Vista la segunda acepción de la palabra consejo (órgano colegiado con la función de asesorar, de administrar o de dirigir una entidad) resulta fácil  inferir que  el ente colegiado con función  normativa, reglamentaria y de fiscalización integrado por los regidores sea un consejo, que lo es. Los  regidores constituyen el Consejo Municipal.

El Consejo Municipal y la Alcaldía,  el  órgano el ejecutivo,   son las dos columnas del Concejo (gobierno municipal). Esta última palabra  no requiere ni soporta  el adjetivo  “municipal” ni el sintagma adjetival “de regidores”. Basta con la voz Concejo. De ahí que  se aconseje (de consejo) no emplear expresiones como las siguientes:

1-Concejo de regidores del ayuntamiento de Santiago estará presidido por  Héctor Martínez.

2- Escogen bufete directivo Concejo Municipal de….

3–Fulano  Tal  es el nuevo presidente del Concejo de Regidores de…

Menos aconsejable es que tal uso se inscriba en un documento oficial como lo es el acta  de sesiones de un ayuntamiento: “El secretario del Concejo Municipal del honorable Ayuntamiento Municipal de Santiago certifica elección del bufete….”

¿Quién ha sido el responsable de introducir  en el léxico edilicio  la locución redundante “concejo de regidores”? Nada menos que la Ley Suprema, hecha por hombres y mujeres pasibles de equivocarse, sobre todo si no piden consejo. El artículo 201 reza de este modo:

“El gobierno del Distrito Nacional y el de los municipios estarán cada uno a cargo del ayuntamiento, constituido por dos órganos complementarios entre sí, el Concejo de Regidores y la Alcaldía. El Concejo de Regidores es un órgano exclusivamente normativo, reglamentario…”.

Ahí está el maco. El Concejo es el gobierno municipal. En el Concejo caben el Consejo de Regidores y la Alcaldía.

 

¿QUÉ HACER EN ESPAÑOL CON LAS PALABRAS EXTRAÑAS?

La primera recomendación frente a los vocablos extranjeros  es evitarlos. Pero cuando éstos resultan  indispensables, o al menos necesarios,  procede recibirlos y  buscar la forma de adaptarlos  al perfil de nuestro idioma. Un vocablo se hace necesario porque  representa un objeto, una circunstancia o  una acción  que no ha sido nombrada en español.

El extranjerismo podría expresar también  una cualidad para la cual no se tiene palabra en  lengua de castellana. Es decir palabras que encierran una valoración sobre personas, cosas, animales o situaciones.

Si nos vamos a quedar con un vocablo procedente de otra  lengua, la actitud más prudente es sustituir grafías ajenas al sistema ortográfico del español, de manera que el vocablo se aproxime a las características del español.

Pongamos por ejemplo que como  en español la letra –q  (cu) solo tiene uso con el dígrafo –qu, o lo que es igual: seguida de las vocales –ue (queso, querer, quemado) y –ui (quiero, quizá, quimera), el nombre del país  árabe   debe escribirse Catar y no Qatar, como prefieren algunos.

Incluso, voces  procedentes del latín pero que no forman parte  del patrimonio léxico del español han presentado dificultades por su grafía ajena al sistema ortográfico castellano, específicamente con la letra -cu, sin formar el dígrafo qu,  y la pretensión  de unos hablantes de emplearla con el sonido  de –k (ca).

La Ortografía de la lengua española, publicación oficial 2010, apunta al respecto que: “Este uso autónomo del grafema q en representación del fonema /k/, como ya se ha señalado, contradice los intentos por regularizar y simplificar la escritura del español promovidos por la ortografía académica, que ya en 1815 determinó que se escribieran con cu+vocal todas las palabras en las que la secuencia gráfica  qu se correspondiese con la secuencia fónica /ku/, con independencia de la etimología”. (OLE, pág. 615).

Por lo antes expresado es que las voces latinas exequatur, quadrivium y quorum es preferible escribirlas con –cu: execuátur, cuadrívium y cuórum.

La voz inglesa “whisky” entró al español y no parece que vaya a desaparecer, pues el elemento que representa  ha calado muy hondamente  fuera de la cultura escocesa. Esta palabra presentó un problema de adaptación, dado que la –w (uve doble) no  existía en el alfabeto latino y por tanto  no hay palabras, propias del español, que lleven este signo. Del inglés y del alemán, sobre todo, llegaron vocablos iniciados con –w que fueron adaptados  con los sonidos –gu  o –v . Ejemplos: welf (alemán) devino en güelfo y wagon (del inglés) se acuñó como vagón.

Güelfo   es un adjetivo  y se define así: “1. adj. En la Edad Media italiana, partidario de los papas y enfrentado a los gibelinos, defensores de los emperadores de Alemania”.

Siguiendo ese patrón, los académicos  recomendaron adaptar la voz whisky con la grafía güisqui, y así aparece en el Diccionario. Pero más adelante a la uve doble (doble ve y mal llamada doble u) se le dio carta de ciudadanía en nuestro idioma  y se  está reconsiderando   la escritura del nombre que identifica al licor británico. Wiski es la forma considerada más acorde con su etimología, pero aún no la recoge el Diccionario académico.

La voz “kangourou”, procedente del francés  se adaptó al español como canguro, mientras zink  (del alemán) quedó en zinc o cinc.

Hemos de repetir  que el uso de  extranjerismos   es necedad cuando se trata de voces que tienen equivalente en español, pero cuando no ocurre esto, procede acuñar la palabra extraña y someterla al orden  de nuestra lengua.

Del Japón nos  llegó un juego llamado /yudo/, pues escribamos yudo, yudoca y Asoyudo. ¿Por qué escribir “judo” si leemos yudo?

 

CIENTO DIEZ PALABRAS EXTRAÑAS ADAPTADAS AL ESPAÑOL

En las entregas correspondientes a los domingos 16 y 23 de septiembre nos hemos referido al tratamiento que ha de darse en nuestra a los extranjerismos. La adaptación es   la forma recomendada cuando es inevitable que la voz extraña de que se trate sea empleada al hablar español. Hemos compilado algunas muy importantes, las cuales presentamos a continuación:

1-Abu Dabi (de Abu Dhabi), capital de los Emiratos Árabes. La versión entre paréntesis corresponde al uso en inglés. 2- a capela (a cappella). Voz italiana, cantar sin acompañamiento. 3-accésit (accesit). Latinismo que se significa “se acercó”.

4-adenda (addenda). Voz latina. Documento que se agrega. Uso en femenino.

5-álbum (album). Latinismo. Plural: álbumes. 6-alegro (allegro). Voz italiana. Indica viveza en el pasaje musical.7-alzhéimer (Alzheimer). Alemán. Aunque procede de nombre propio, pasa a común y va en  minúscula.

8-antidopaje (antidoping). Dopaje, de doping. 9-acuario (acuarium). Latinismo adaptado. 10-auditorio (auditorium). Latinismo11-bádminton (badminton). Inglés. Deporte con raquetas. 12-beicon (bacon). Inglés. Panceta ahumada. Lo que aquí llamamos tocineta.

13- bacón. Es otra forma  de adaptación, más fiel a la grafía mientras la anterior lo es a la pronunciación. 14-Baviera (Bayern). Alemán. Ciudad alemana. Bávaro es su gentilicio, pero se descarta la grafía Bavaria.15-bazuca (bazooka). Voz inglesa. Lanzagranadas.

16-bistec (beefsteak). Voz inglesa. Perfecto ejemplo de adaptación. Filete de res. Plural bistecs. 7-beis (beige). Del francés. Color castaño claro. 18-beisbol o béisbol (base ball). 19-Belice (Belize) Inglés. País centroamericano. Es palabra llana.

20-besamel o bechamel (del francés béchamel). Salsa hecha con harina, leche y mantequilla. 21-superventas (best seller) .Inglés. Es traducción. 22- bléiser (blazer). Voz inglesa. Chaqueta deportiva de tela.

23-blíster (blister). Inglés. Paquete con una lámina transparente. Usemos este modelo para el anglicismo clúster, adaptado por la tilde. 24-bloc (block). Voz inglesa. Conjunto de hojas de papel pegadas pero que se pueden desprender. 25-bloque (block)  Voz, inglesa., cuando se refiere a la pieza de cemento para construir casas.

26-bitácora (voz en español para el anglicismo blog). 27-blúmer  (bloomer).Voz inglesa. Prenda de vestir femenina. 28-bluyín (blue jean). Voz inglesa. Pantalón vaquero. 29-búmeran o bumerán (boomerang). Anglicismo. Arma que retorna.

30- bulevar (boulevard).Voz francesa. Calle ancha con árboles y paseos. 31-buqué (bouquet). Voz francesa, aroma del vino. 32-baipás (by-pass). Expresión inglesa. Conexión artificial  para salvar obstrucción de una vena. 33-búngalo o bungaló (bungalow). Voz inglesa.  Casa pequeña.

34- buró (bureau). Francés. Mueble para escribir. En política, órgano colegiado de dirección. 35-cácher (catcher). Voz inglesa. Por igual, pícher (de pitcher). Plural: cácheres, pícheres. 36-capuchino (cappuccino). Italiano. Tipo de café. 37- carné (carnet). Voz francesa.

38-cáterin (catering). Voz inglesa. Servicio de comida. 39-champán (champagne). Francés. Vino espumoso procedente de la región francesa de Champagne. 40-champaña, champán. Grafía más aproximada al original francés. 41- chifonier (chiffonnier). Voz francesa. Cómoda alta con cajones.

42-chofer (chauffeur) .Francés. Persona que conduce vehículos como oficio. 43-cloche (clutch) Voz inglesa. En español  hay equivalente: embrague. RD y otros países prefieren el anglicismo adaptado.  44-coctel o cóctel (cocktail). Voz inglesa. Bebida hecha de licores mezclados.

45-coñac (cognac). Francesa. Bebida de ese país. 46-colaje (collage). Voz francesa. Técnica pictórica que consiste en pegar materiales diversos. 47-cuplé (couplet). Francesa. Canción corta y ligera. 48-cruasán (croissant). Voz francesa.  Pan en forma de media luna.

49-crupier (croupier). Voz francesa. Empleado de casino que reparte cartas. 50-disyóquey (disc jockey). Voz inglesa. Persona que pone discos en fiestas, discotecas o la radio. 51-dólar (dollar). Voz inglesa. Moneda de Estados Unidos y otros países.

52-dosier (dossier). Voz francesa. Conjunto de documentos sobre un asunto. 53-escúter (scooter). Voz inglesa. Ciclomotor, vehículo de motor, de  dos ruedas, parecido a motocicleta pero diferente. 54-eslogan (slogan). Voz inglesa. Lema publicitario. Plural: eslóganes.

55-esmog (smog). Voz inglesa, compuesta de humo y nube.56-esnob, esnobismo (snob). Voz inglesa. Que imita las maneras de otros. 57-esmoquin (smoking). Voz inglesa. Traje formal. Plural: esmóquines. 58-espagueti (spaghetti). Voz italiana. Pasta alimenticia larga.

59-estrés (stress) Voz inglesa. Tensión. De esta palabra derivan estresar, estresado, estresante. 60-estriptis (striptease). Voz inglesa, espectáculo erótico. 61- filin (feeling). Voz inglesa. Sentimiento.

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

UNISEX

02 OCT 2018

Al hilo de los préstamos surge la consulta de un lector sobre la corrección o incorrección de unisex, un anglicismo de reciente incorporación a nuestra lengua. Y digo reciente, en términos lingüísticos, porque este adjetivo comienza a documentarse en textos en español en los años 60 del siglo XX y su uso se difunde con rapidez, sobre todo en el ámbito de la moda y la belleza. Un rápido vistazo a la herramienta Enclave RAE lo demuestra: las palabras con las que más se relaciona son peluqueríasalón y moda. Su difusión hace que la Real Academia Española lo incorpore por primera vez al Diccionario de lengua española en 2001 con una única acepción: ‘que es adecuado o está destinado tanto para los hombres como para las mujeres’.

La duda de nuestro lector está relacionada con el significado de la palabra, y no le falta razón. En español el elemento compositivo uni- significa ‘único’ o ‘uno solo’. ¿Por qué entonces unisex se aplica a lo que está destinado a dos sexos? ¿Por qué no utilizar bisex? De hecho ya encontramos este término de vez en cuando.

El error estriba en analizar un extranjerismo como si de una palabra patrimonial se tratara. Un préstamo del inglés como unisex no puede analizarse a partir de los elementos compositivos del español. Basta comparar con el funcionamiento de los elementos compositivos uni- y bi- en palabras patrimoniales de nuestra lengua. El adjetivo unisexual, término especializado de la biología, se refiere al individuo vegetal o animal ‘que tiene un solo sexo’; el adjetivo bisexual, se refiere a la persona ‘que mantiene relaciones tanto homosexuales como heterosexuales’.

La adaptación completa de los extranjerismos no siempre resulta fácil; a veces la dificultad tiene que ver con su grafía o su pronunciación; otras veces, como en este caso, con su composición o su etimología.

 

09 OCT 2018

PONLE SABOR

Ya tenía este columna escrita cuando la realidad me la ha desbaratado; y, por una vez, me la desbaratado para bien. Una conocida marca nos proponía en una vistosa campaña publicitaria el uso de sus sazones con el siguiente eslogan: *Pónle sabor, *pónle color. El error, bien visible en las gigantescas vallas publicitarias, fue la excusa perfecta para volver a la tilde.

Normas ortográficas pasadas dictaban que el verbo mantenía su tilde cuando se le unía un pronombre personal átono, de esos que llamamos enclíticos. Por ejemplo, mantenía la tilde el verbo de Déme ese libro, a pesar de que, con el pronombre enclítico, dejaba de ser un monosílabo con tilde diacrítica para convertirse en una palabra llana terminada en vocal. La Ortografía de 2010 dictó que estas formas verbales con pronombre llevarían tilde o no según las reglas, sin tomar en cuenta la tilde que llevara el verbo sin el pronombre: Deme ese libro. Pero nuestro eslogan iba más allá. Aplicaba una regla desaparecida sobre un verbo que estaba tildado incorrectamente. El imperativo pon, como monosílabo, no lleva tilde. En pocos días me esperaba una agradable sorpresa. Frente a la misma valla publicitaria descubro que, como por arte de magia, esa espantosa tilde se ha esfumado. Muchas cosas, y todas buenas, dice esa tilde desaparecida. Todos los hablantes tenemos dudas ortográficas. Todos los hablantes, aun los más avezados, cometemos errores. La actitud del buen hablante es la de la curiosidad y el aprendizaje constante. Y si nos equivocamos, corregimos.

Si el «hablante» es una empresa, esta actitud implica además respeto por su marca y, lo que es más importante, respeto por sus clientes. Ahora sí, Victorina nos invita correctamente a animar nuestra cocina: Ponle sabor, ponle color. Búscalo en tu colmado favorito.

 

16 OCT 2018

VIVOS Y SUELTOS

En estos días hemos conmemorado un aniversario más del nacimiento del lexicógrafo Julio Casares. Entre otras muchas cosas admiro a Casares porque se adelantó en la prensa a divulgar el conocimiento de la lengua y el gusto por su buen uso.

Publicó Julio Casares durante cinco años una campaña de divulgación en forma de artículos en el diario español ABC; treinta y dos artículos, que luego fueron publicados en forma de libro, con el título de La Academia española trabaja. En el artículo de enero de 1964, que pone fin a la serie, reconoce el lexicógrafo cierto desencanto. Su objetivo no era otro que, según sus palabras, interesar a los lectores en «la callada y perseverante labor de la Academia», esa labor, añado yo, de la que solo nos acordamos cuando aprovechamos sus frutos, y no siempre para reconocerla. Para Julio Casares la divulgación era un servicio a la lengua.

La divulgación de los asuntos del idioma lleva aparejada, desde siempre, cierta sensación de desesperanza. Si nuestra lengua es muy larga, como diría Lola Pons, otra de nuestras grandes divulgadoras, su desconocimiento también lo es. Y no resulta labor sencilla acercarla a los hablantes con amenidad. A veces nos parece que habremos pasado por nuestros lectores, como decía Casares, «como el rayo de sol por el cristal».

Julio Casares, como nos pasa a todos los lexicógrafos, oía voces. No, no se escandalicen. Las palabras nos susurran al oído. Reconocía Casares, como cierre a sus artículos de divulgación, que pocos hacían caso de sus recomendaciones académicas y que los malos usos idiomáticos continuaban vivitos y coleando; y confesaba que oía una vocecilla burlona que le decía: «Los muertos que vos matáis gozan de buena salud». Los nuestros, sin duda, están vivos y sueltos.

23 OCT 2018

CUANDO UNA LENGUA SE VA

El español goza de una salud envidiable. Su número de hablantes, su extensión territorial, su prestigio cultural o su uso en internet lo sitúan entre las primeras del mundo. No todas las lenguas pueden decir lo mismo. Basta hacer un recorrido a través del Atlas UNESCO de las lenguas del mundo en peligro. Unas 3000 lenguas amenazadas nos dan idea de nuestra diversidad lingüística.

La UNESCO calcula seis niveles de vitalidad. Están a salvo las lenguas, como la nuestra, que tienen asegurada la transmisión de una generación a otra (estas lenguas no aparecen en el Atlas). Cuando los niños hablan una lengua, pero restringen su uso a un ámbito concreto, se considera que esta lengua es vulnerable. Si estos niños ya no la aprenden de sus padres como lengua materna, pasa a estar en peligro. Cuando son solo los abuelos los que la hablan entre sí y los padres ya solo la entienden, pero no la usan, la lengua está seriamente en peligro. La situación se torna crítica cuando ya solo los abuelos la hablan de vez en cuando y parcialmente. De ahí a declarar su extinción solo hay un paso.

Para hacernos una idea echemos un vistazo, por ejemplo, a México, donde se documentan 143 lenguas amenazadas, de las cuales 21 están en situación crítica; o a las 68 lenguas amenazadas de Colombia, 12 de ellas en situación crítica; o a Venezuela con 34 lenguas amenazadas, 8 en situación crítica.

El proceso de desaparición de una lengua es difícilmente reversible. Con sus hablantes se pierde una visión del mundo y una forma de vida, un miembro de la familia de las lenguas que puede ayudarnos a conocer mejor a las restantes lenguas emparentadas con ella.

 

Charla sobre indigenismo en la República Dominicana a través de la novela Enriquillo

Por Víctor Valembois

Buenos días. Gracias a esta universidad, e indirectamente a don Bruno Rosario Candelier, cuya amistad me honra desde hace varios años y de hecho nos vamos a ver en Bogotá, en otro congreso.

Para mí es un agrado enorme seguir en la práctica académica y especialmente debo decir, estar aquí, reunido con tanta gente, me ilusionaba hacer acto de presencia aquí, especialmente gente con afinidad en la búsqueda del humanismo. Toda mi carrera en Costa Rica ha sido con total dedicación al humanismo.

He publicado un libro específicamente sobre relaciones. “Puentes” es la palabra obsesiva mía; puentes entre Centro América y Bélgica, en el sentido de que provengo de allá (de Bélgica), y por circunstancias curiosas y hasta dramáticas. Gabriel, mi colega y amigo costarricense me lo acaba de recordar, hoy 19 de septiembre yo salí libre de la cárcel en Valdivia, en el sur de Chile, detenido 5 días simplemente porque me había casado con una chilena, quien me dio dos hermosos hijos.

El trabajo al que aludí se refiere a relaciones entre autores de Centro América y mi tierra de origen que, no es lo más importante del mundo, pero me parece a mí que, conociendo yo este otro lado del Atlántico y habiendo yo aterrizado por aquellas circunstancias en Centro América, puedo ahondar en eso, por lo que me dediqué a investigar en cuanto diversos autores de Centro América llenan de relaciones explicitas en sus obras con mi tierra, me refiero por ejemplo a Miguel Ángel Asturias con su novela Hombres de maíz, una novela muy compleja, también pienso en Max Ferrer, héroe en Salvador, pienso en Honduras, el cual tuvo un excelente novelista como estudiante —- (no hace mención de nombre). Pienso en Nicaragua, querida Nicaragua, cinco escritores nicaragüenses tienen mucha relación con mi tierra, como Rubén Darío, quien fue también un escritor de manifiestos políticos, y así muchas investigaciones mías me comprobaron toda mi —- desconocida. De repente ustedes, por sus padres, por abuelitos, por gente conocida, me podrán ayudar con mi investigación, porque Mercier fue un bastión de gran cristianismo social de dimensión renovadora dentro de la Iglesia católica, y estoy convencido, a priori, de que muchos médicos, muchos profesionales de esta República Dominicana deben de haber estudiado en Bélgica, o en Bruselas que es la capital. Hoy en día, por circunstancias del mundo, la gente conoce más a Bruselas y casi no conoce la palabra Bélgica, que es un país chiquitito… Somos más belgas en menos territorio en comparación con República Dominicana; vivimos apilados allí. Pero el punto es que tenemos que ver fructífera esta relación con Europa, no para repetir errores del pasado, sino para un mundo global de orden único, con el que ustedes me ayudarán.

En el caso mío, puedo decir que soy flamenco, no por las castañuelas, no por el pájaro sobre una pierna, sino porque ‘flamenco’, como dice en su tercera acepción, son los habitantes de Flandes. Salvando dificultades puedo decir que la región de Flandes y Bélgica en su totalidad no son entidades idénticas, pero se relacionan fuertemente. Realmente para mí fue una enorme sorpresa leer la novela Enriquillo de Galván que, es más que centenaria y encontrar lazos y conexiones entre ambas partes; ustedes me van ayudar porque, quiero a la larga escribir un segundo volumen que ya no se circunscriba a autores centroamericanos y Bélgica, sino a un círculo más amplio, es decir, quisiera abordar por parte de México y Bélgica, por ejemplo, a Carlos Fuente. Casi todas sus obras tienen referencias a Flandes y Bélgica, ya sea por la colonia del siglo XVI, en México, su capital, en Veracruz, en Gretaro hay calles de Flandes, está el hotel Amberes, los comederos, lo cual era un oficio muy de mi tierra… Y quiero rescatar estos puentes en Carlos Fuentes, no solo en el siglo XVI, sino también en el siglo XIX.

Por otra coincidencia que estoy profundizando en este momento, en el siglo XIX Carlota de México, la hija del primer rey de Bélgica se casó en Bruselas con el austríaco Maximiliano, y fue un proyecto en verdad muy fantasmagórico y, hasta trágico. Ellos fueron a México dentro de un proyecto imperial que resultó un desastre. Un desastre absoluto, de intromisión, bien intencionado, pero de resultado dudoso. En Carlos Fuentes, esta dimensión está muy marcada en casi todas sus obras. De pronto les relato un detalle curioso. Por mi apellido paterno, soy descendiente de John Valembois, un soldado de la guardia de la reina Carlota. La palabra ‘mariachi’, por ejemplo, en una de las acepciones podría provenir de mariage (se pronuncia mariách), que significa matrimonio en francés y ahora es un producto cultural. Véase cómo la incidencia de los políticos repercute en lo cultural más que lo literario en las vivencias artísticas. Otro país que me gusta mucho y que conozco bastante es Colombia. El coronel Aureliano Buendía, en el momento de ser fusilado, como se menciona en el primer párrafo de Cien años de soledad, creo que estuvo pensando en su descendencia, pero resulta que ahí hay montones de  alusiones a Flandes y a Bruselas; su nieta estudió en Bruselas, y pues como todos, enamoradísimos, se llevó a Macondo a Gastón. Gastón llega a Macondo en bicicleta.

La gente anda con la idea de que Bélgica es muy poco desarrollada. Los belgas históricamente formábamos parte de una unión más grande, los Países Bajos, este pedazo del territorio al norte de Francia, al oeste de Alemania, ese territorio histórico de los Países Bajos, es lo mismo al norte que en el sur, con la diferencia de que allí hubo un corte provocado por el siglo XVII por luchas políticas y religiosas de reconquista.

Por ejemplo, en la obra teatral española que se llama En Flandes se ha puesto el sol. Está históricamente comprobado que para el imperio español la guerra en Flandes que sería el sur de los Países Bajos fue, como quien dice, ‘el Vietnam de los verbos’. A Holanda ustedes lo asocian con los quesos, con hacer el vocabulario de términos navieros, ‘mástil’, ‘lastril’ son palabras de los del norte; lo que pasa es que estos, los del norte que se fueron por terror evacuando desde el sur donde estaba el Duke de Alba se fueron identificando mucho más con un proyecto nacional. La idea del flying dutchman de los holandeses errante es una mitología constructiva muy, muy dinámica y los del sur necesitarían este tipo de vivencia nacional. Lo que pasa es que en Bélgica hay una frontera específica. Mis apellidos claramente, del sur de Bélgica y del norte de Francia, de Picardía que se menciona, no desde el principio, pero desde la página 79 de mi edición de Enriquillo por parte de los Franciscanos que llegaron, y estos son hechos históricos, a principios del siglo XVI. La Picardía, no tiene nada que ver con la ‘Picaresca’ ni ninguna asociación errónea, es una región que ahora pertenece formalmente al norte de Francia por expansionismo de Luis XIV.

En Bélgica hay claramente ahora dentro del territorio de 32,000 km cuadrados, una división que explica que solo el 45% de los belgas lleva como idioma materno el francés, he dicho una minoría. Mi padre era claramente francófono pero mi madre por ser de Longisland, la parte norte de Bélgica pertenece al grupo de idiomas flamenco, otros dirán holandés, yo prefiero que hablemos del neerlandés que sería más adecuado, y para mí, aprender alemán es como para ustedes aprender italiano o portugués.

Desde luego que a ustedes por las generaciones anteriores, a ustedes existe una tendencia a pensar en el francés como un idioma dominante. Para ser preciso, incluso en Bélgica hay 100,000 ciudadanos belgas con pasaportes en alemán porque los alemanes invadieron dos veces a Bélgica sin permiso, simplemente para atacar a Francia. Después de la primera guerra mundial, las potencias le regalaron a Bélgica un pedacito de Alemania.

Estos son detalles no quiero proyectar nacionalismo, pues sería fatal; sino, predicar, construir una civilización humanista y mundial, un solo globo, como lo dijo Federico Henríquez Gratereaux, y ahora empiezo con la novela de esta querida república.

Puedo especificar, página por página una serie de relaciones explícitas en esta novela que no les van a interesar mucho, y creo que es un acierto que ahora el Enriquillo no se estudie como novela obligatoria entre ustedes, es una novela totalmente romántica de fines del siglo XIV, publicada en 1879, pero artísticamente muy valiosa.

José Martí, que estuvo aquí en dominicana la elogió enormemente y a mí me reforzó la visita a este país esta relación totalmente sorpresiva. Resulta que, gracias a los amigos de aquí, fuimos, por ejemplo, a la catedral y uno ve por el lado sur de la misma, hay en la fachada, frente a una librería cristiana, una enorme águila con dos cabezas, es totalmente absurdo como entidad biológica, pero obedece a un símbolo muy importante de los Habsburgos.

Resulta que cuando se hizo el descubrimiento de América, que se hizo por aquí, ya había curiosamente mucha relación con mi tierra. Dicha relación se formalizó en 1517 cuando alguien nacido en Gante, en Bélgica (nacido en 1500), llegó con 800 asesores personales auxiliares en muchos barcos desde Flandes, cerca de Santander en 1517. ¿Fue una invasión? No. La gente como no tenía CNN, ABC News ni whatsapp pensó que eran los moros que invadían y no fueron necesariamente bien recibidos, aquellos flamencos. Los trataron rápidamente de ‘vientos de lúpulo’. El lúpulo es el ingrediente básico de la cerveza. La cerveza Stella Artois (se pronuncia árjtua), es estrella en latín y Artois es de la Picardía, ahora Francia. El presidente Macon, es de esta misma región histórica; los belgas consumen más cerveza per cápita que los alemanes. A mí no me gusta la cerveza ni menos las del Artois, el asunto es, ¿por qué tanta gente llegó como Pedro por su casa?,

Ahora explicaré algo muy complicado que está implícito en la novela. ¿Quiénes eran los papás de este invasor, Carlos V? Le dicen Carlos V, emperador de Alemania y Carlos I de España, pero, ¿por qué? ¿Cuál es la relación? Este Carlos nació en 1500 de una madre que se llamaba, no oficialmente pero sí según los comentarios populares, Juana la loca. De que era loca, lo era, por herencia, además de que esta gente de sangre azul se casaba en círculos muy específicos, y la idea amor, la idea matrimonio era muy, muy distinta a la idea romántica y positiva que tenemos ahora porque todos celebramos el amor y la vivencia integral. La cuestión es que Juana la loca era la mamá de Carlos V. Pero ¿quién era Juana la loca? Era hija de los famosos Reyes Católicos: Isabel la Católica (de Castilla) y Fernando de Aragón. Espero que así puedan ubicar mejor este enlace matrimonial muy estratégico, primer escalón real construido de una España vertebrada, que ahora se está desarticulando un poquito.

Los reyes católicos eran quienes gobernaban en España, Isabel hasta 1504 y Fernando hasta 1516, y eran los gobernantes en el período en que hubo este choque cultural que llamamos la “Conquista” y los habitantes de La Española fueron los primeros en recibir el golpe.

Ahora bien, la hija de los Reyes Católicos se casó con alguien de mi tierra. No mandaron ningún selfie, creo que puede haber habido un retrato de por medio. Era de moda en ese entonces que entre la gente de sangre azul hubiese lo que ahora es un deporte nacional de la fotografía, que era la pintura. Los pintores primitivos de mi tierra eran expertos en eso de la fotografía de las personas. Primitivos no en el sentido de ingenuos, incultos, sino todo lo contrario, son los primeros en la utilización de la pintura al óleo. La cuestión es que ella, increíblemente curioso, una princesa española se va a casar al puro norte en Amberes, una ciudad portuaria en el año 1499. Imagínense el intercambio cultural, totalmente inaudito y la vivencia de dos personas que simplemente por orden de sus padres se van a casar. Son órdenes dinásticas que la juventud respetaba.

Isabel tuvo que casarse con un caballero de Flandes por el ajedrez dinástico que prevalecía en ese momento, con un caballero de Flandes que se llamaba Felipe II. Felipe I era el abuelo de este Felipe II, quien era un príncipe flamenco (de Flandes). Dice la historiografía que Felipe vino para España, no precisamente en turismo lo cual está ahora de moda, sino que fue a ver sus futuros dominios. Felipe iba a echar una mirada posesiva a sus futuros dominios en el sentido en que España pertenecería a Flandes, pertenecería y perteneció a Flandes por las circunstancias del matrimonio de Juana la loca con Felipe de Flandes.

Lo que pasó es que el muy católico rey Felipe de Aragón mandó simplemente a liquidar a su yerno. Lo que se alegó oficialmente es que al regresar de una cacería tomó mucha agua fría produciéndole un paro cardíaco, pero la versión legítima es que fue un asesinato político. Este es uno de los prototipos maquiavélicos que precisamente Maquiavelo tomó como prototipo para su libro de enseñanza política que se llama ‘El príncipe’. A usted, mi príncipe, no le tiene que importar si el otro piensa A o B, a usted lo que le interesa, sangre fría, es ver lo que le conviene y nada de sentimentalismo, nada de moral, usted conquista por el medio que sea. A pesar de este asesinato siguió adelante, porque era la ley de la jerarquía, el hijo de Felipe II.

Todo eso está prefigurado en la novela y es muy curioso cómo la novela de Galván, por muy romántica que sea, es buena, bien escrita, hace buen uso del idioma, buen manejo de la captación del lector, de la intriga, y todo eso es algo que hay que subrayar y poder aprender. Esta novela se inspira muchísimo en la realeza histórica documentada. Resulta que en la pág. 66 de mi edición está presente, por ejemplo, un padre remigio de Picardía (parte de Flandes, en el sentido histórico de la palabra), como uno de los frailes franciscanos que llegaron con buenas intenciones, como el fraile Oviedo del que vi la estatua en la terraza cerca del palacio del hijo de Colón, Diego Colón. La cuestión es que, si yo, como pienso hacer, quiero rastrear todas las alusiones, todos los puentes con mi tierra de origen que, con la sorpresa impresionante de, por lo menos 50 alusiones explícitas al topónimo Flandes, al gentilicio flamenco, al terciopelo de Flandes en el castillo de Diego Colón; vi ayer mismo un tapiz, y el guía muy bien intencionado dijo: —Sí, sí. Este es un tapiz persa.

Ahora todos piensan en Aladino y la alfombra voladora, y cosas de estas… pero estoy casi seguro de que este tapiz que, tiene de hecho la imagen de Isabel la Católica, fue hecho o en Bruselas o en Tuné, que es la capital de Picardía, en donde nace mi papá y mi abuelo, o al norte de Francia y sur de Bélgica la cual es una región textilera que tuvo vínculos explícitos comerciales y políticos con España y con esta República Dominicana.

El asunto que me maravilla en esta novela es que Galván muy, muy objetivamente no hace ni la apología de los dominicanos aquí como tal, ni tampoco del europeo; sino que entreteje la historia con una figura principal, un muchacho indígena al que le pusieron un nombre cristiano europeo de Enrique, Enriquillo, pero dentro de un tejido muy veraz, muy verosímil, un tejido que no excluye intrigas, la relación de conquista no fue ni mucho menos de un bloque de españoles, todos perversos, todos sanguinarios, todos hijos de… frente a unos pobrecitos indígenas, víctimas del exterminio.

No ignoro el exterminio que ahora llamamos genocidio y como europeo pido perdón, pero hay que ver las cosas desde su contexto real. A mí me impresionó cómo es que a partir de documentos históricos se menciona a flamencos en esta novela, como Adriano el profesor de Carlos V, que después fue Papa. Se menciona también, entre ‘los malos’ a Fonseca, otro religioso muy, muy aliado con sectores que ahora llamaríamos los de la derecha, es decir, vinculadas al capitalismo.

Los Centroamericanos suelen conocer del lado del Pacífico (el otro lado), porque la conquista de este territorio no se hizo por el Atlántico, que era impenetrable por los bosques, por el clima, los insectos, sino por el norte de la actual Colombia, lo que ahora se llama Panamá. En 1513 Balboa descubre el Pacífico, que no tiene nada de pacífico, y me acordé del Pacífico cuando el colega Rodríguez nos trajo desde nuestro hotel, en el centro de Santo Domingo hasta allá, a lo largo de esa avenida larga, elegante, con palmeras y el mar a la izquierda, me recuerda un camino amoroso rumbo a Viña del Mar. La conquista se hizo desde el Pacífico, y más arriba de Costa Rica hay 6 repúblicas ahora, una muy distinta a la otra, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala y Panamá que, históricamente no forma parte de Centroamérica, sino de, geográficamente América Central lo cual son dos cosas diferentes; Una cosa es Centroamérica y América Central. Por la costa del Pacífico hay colindantes tres países: Nicaragua, Honduras y El Salvador. El Golfo de Fonseca, linda bahía, de promisoria trayectoria industrial y económica si es que estos países se pusieran de acuerdo. La cuestión es que el Golfo de Fonseca se llama así por otro sacerdote y político muy aliado con el capital, muy aliado con la opresión anti-indígena, en contra de grupos favorables a la causa indigenista, como es la de Montesino, la de Bartolomé. Aquí, personajes Cisneros como el padre Remigio, todo eso está entretejido en la novela, con base en documentos escritos que, el autor Galván cita al pie de página, imagínense una novela con notas al pie de página.

La llegada de los 800 flamencos a Santander tuvo una repercusión que llegó hasta aquí mismo: Uno de los asesores principales de Carlos V tenía un nombre que ustedes utilizan aquí y no voy a pronunciar ahora, cuya reminiscencia está a diario en ustedes, en la palabrita que es casi una muletilla. En Costa Rica, por ejemplo, entre 100 palabras, son de muletillas, es decir, palabritas de relleno.

Yo le tengo un enorme respeto a Bartolomé de las Casas porque él en agosto de 1517 desde aquí (Rep. Dom.), se fue a España y de ahí fue a Flandes a poner en aviso sobre lo que estaba pasando, la sangría, la matanza generalizada, explícita, intencionada por parte de los privones católicos, como es el caso de Fonseca, pero también, seamos honestos, fue simplemente casual, la distinta biología, el hecho de que los taínos eran menos de sustentos que los españoles y los flamencos. Bartolomé se menciona enormemente, también en esta novela con gran cariño buscando acercamiento al rey flamenco, Carlos V y antes a su asesor político, Jean —-, un hombre culto totalmente, todo lo opuesto a —- que fue un privón, por hablar en términos prosaicos actuales. Jean —- era un hombre renacentista que captó esta idea precursora de Montesinos y Bartolomé, a estos de otro colorcito ríen igual que uno, mientras hay otros escudándose en teorías racistas entendiendo que otros son inferiores, pero igual son humanos. Yo recomiendo y termino que si bien es obligatoria la lectura de la novela pues le echen la mirada crítica desde la perspectiva actual.

(19/septiembre/2018)

«Jesús de la tierra», de Edwin Disla

Edwin Disla nació en Mao, provincia Valverde, República Dominicana. Es narrador, ensayista e ingeniero civil. Estudió ingeniería en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde se graduó en 1986. Se reveló como escritor en 1988 con la publicación del ensayo Historia de la revolución nicaragüense, a la cual le siguieron cinco novelas: Un período de sombras (1993), Vida de un tormento (1997), que fue llevada al teatro en el año 2000 por el grupo Los Rinocerontes de Neyba; El universo de los poetas muertos(2004), la novela histórica, Manolo (2007), basada en la vida de Manolo Tavárez Justo, que fue galardonada con el premio nacional de novela Manuel de Jesús Galván del año 2007, la más alta distinción narrativa del país; y Dioses de cuello blanco (2011). También ha publicado ensayos en la prensa y en su blogs sobre Ramón Lacay Polanco, Ramón Marrero Aristy, Miguel Holguín Veras, Mario Vargas Llosa y Poncio Pou Saleta. edwindisla@hotmail.com

A: En “Jesús de la tierra”, un narrador omnisciente relata la historia, y son frecuentes las mudas temporales, espaciales y los flashbacks.

B: La novela consta de 11 capítulos, que transcurren en 461 páginas, y al final un epílogo de 25 páginas, que cierra magistralmente la historia.

C: En el contenido hay párrafos largos, algunos hasta de 250 palabras y están entrelazados con los esenciales diálogos de los personajes.

D: El gran desafío del autor está definido en la contraportada del texto: “En esta sexta novela de Edwin Disla, Jesús de la tierra, sin duda su más importante trabajo narrativo, se describe con profundidad la vida del personaje más influyente y fascinante de la historia, Jesús de Nazaret. Las costumbres, el ambiente y el devenir del Israel de su época sobresalen con objetividad, dándole más colorido y nitidez a la obra. Jesús protagonizó sus hechos transgrediendo las tradiciones de su tiempo: rechazó la división de clases de la sociedad, se opuso a la enseñanza oral de las escuelas, considero a la mujer igual que el hombre, predicó un judaísmo renovado, sin templo ni jerarquía, amó la buena mesa y el vino, y no les permitió a los discípulos ni que ayunaran ni que hicieran penitencia”.

E: El lenguaje de la obra es el mismo de la época, y en los diálogos, los personajes reflejan el pensamiento judío de los primeros cuarenta años de la Era Cristiana.

F: La novela está dedicada, in memoriam, a Oscar Arnulfo Romero, y trascribe una saeta popular de Antonio Machado, que el cantautor Joan Manuel Serrat la inmortalizó en una canción. En el DLE se define una saeta como venida del latín Saggita, que significa “palo flamenco consistente en una jaculatoria o copla que una persona dedica a las imágenes de las procesiones”. Aquí la de Machado a Jesús:

¿Quién me presta una escalera

para subir al madero,

para quitarle los clavos

a Jesús el Nazareno?

 

Un hombre grande

Para que ustedes entiendan lo que es, voy a contarles una breve historia: Fui a ver un amigo, al que no encontré en su casa. Con inusitada alegría me recibió un niño de unos cinco años. Le dije que buscaba a su abuelo. “Él no está”, respondió. Dale este libro”, se lo pasé. “Vuelvo más tarde”.

Según me contaría el abuelo, cuando él llegó, el niño salió corriendo a su encuentro, y con voz agitada le grito:

—Abuelo, abuelo, un hombre grande, grande, grande, vino buscándote.

—Cuidado si fue el gobernador. ¿Vino el gobernador buscándome?

—No ombe, le digo que vino un hombre grande, grande, grande.

—Bien, bien, bien, paso buscándome el ministro de las fuerzas armadas.

—No abuelo, no. Te vino buscando un hombre grande, grande, grande.

—¿Estuvo aquí el presidente de la república?

—No, abuelo, entiéndalo, le estoy diciendo que vino un hombre grande, grande, grande.

—Muy, bien, muy bien, muy bien, el rey de Inglaterra paso por aquí. Él era quien me buscaba —sonrió.

El niño, angustiado, respiró profundo.

—Abuelo, papá, abuelo, le dije que fue un hombre grande, grande, grande.

—Muchacho del carajo, ¿por qué no acaba de decir quién fue que vino buscándome?

El niño salió corriendo para la habitación, y regresó con el ejemplar que le había dejado al abuelo, mi novela “Las lágrimas de mi papá”. Él niño la mostró diciendo:

—Un escritor, abuelo. Papá, le estuvo buscando un escritor.

Si para un niño inocente, si para la inocencia pura, que es Dios, un escritor es lo más grande que camina sobre la tierra, ese que ustedes ven ahí sentado, que tiene por nombre “Edwin” y apellido “Disla”, es un escritor.

 

Dos grandes desafíos.

1: Desventaja: Cuando el personaje más que conocido es un mito, cualquier evento puede descarrilar el tema, pues el lector siempre fija su atención en ese personaje, que forma parte de la conciencia universal.

2: Ventaja: A los mitos como Jesús de Nazaret, en vez de esforzarse en trabajarlo para colocarlo en la conciencia del lector, es mejor partir de lo que sabe ese lector, que es el Nuevo Testamento. Así que para cualquier autor es mejor aplicar la sabia inglesa de “trabajar con lo que hay”.

3: Labor: Como novelista, Edwin Disla se enfrentó a múltiples interrogantes, sobre todo la de cómo insertar en la historia a un hombre considerado como hijo de Dios o un Dios mismo. ¿Cómo eliminar ese mito, que tiene el poder hasta de hacer milagros, y presentarlo como un hombre común, aunque genial, conviviendo con los demás?

4: Logro: Jesús conquistó su liderazgo y popularidad combatiendo a los romanos y a sus aliados judíos, los saduceos —no a los fariseos—, en especial los que conformaban el Sanedrín, que era el instrumento administrativo usado por los romanos.

El Mito de Juan el Bautista.

Jesús conoció a Juan el Bautista, a quien señaló como el más grande nacido de mujer. Era más que un profeta. Todos sufrimos cambios al conocer una nueva realidad, y más cuando en ella encontramos a seres brillantes como Juan el Bautista. Leyendo la novela nos enteramos de que, “Jesús había escuchado a voces saduceas describir a Juan como un gigante moreno, macilento, de espesa barba descuidada que le cubría casi la cara, de cabellos largos encrespados, vestido de un manto de pelo de camello, animal impuro, y con un cinturón de cuero a la cintura, y gritando, le brotaba fuego por los ojos, hagan penitencia, arrepiéntanse de sus pecados, que el reino de los cielos está cerca. Pero lo que encontró fue a un hombre joven, bien parecido, sí de elevada estatura, moreno por efecto de los rayos del sol y, semejante a Elías, vestido con un manto de pelo de camello, animal cuya carne es impura, no su pelo; y siendo esbelto, fuerte cual Sansón, de cabellera y barba rizada, propia de los judíos, no gritaba, sino que hablaba fuerte para enfatizar, con un lenguaje sencillo, las palabras de sus discursos. Como dijo Isaías: prepárenle el camino al Señor, enderécelen sus senderos. Todo valle será rellenado y toda montaña y colina será rebajada, y lo tortuoso se hará derecho…Y de sus ojos verdes brotaban luces y esperanzas”, pág. 72, tercer párrafo.

La forma de cómo quedó planteado ese primer encuentro, deja en el lector una agradable sensación de naturalidad. El mito de Juan desaparece, y queda de él el ser humano que en efecto fue. Ese manejo potencializa la verosimilitud de la obra, y nosotros como lectores nos damos cuenta, que la historia de Juan es muy diferente a la descrita por la teología.

Personaje y tema

Lo difícil en una obra narrativa es lograr que los personajes encarnen el papel designado, física y emocionalmente, con sus pasos y con sus miradas. La capacidad para tomar en cuenta los detalles en  el uso del lenguaje es fundamental, porque los personajes en sus diálogos deben reflejar las costumbres y pensamiento de la época. Veamos cuando Jesús le pidió a Andrés que continuara hablándole de la familia: “Santiago (al que la posteridad le añadiría el apelativo de el Mayor para diferenciarlo de su homónimo el Menor; menor en edad) y Juan, siendo hijos de Zebedeo y Salomé, nacieron al lado de la casa de Jonás y Dina, padres de Andrés y Simón. Zebedeo y Jonás, amigos desde la infancia, tenían una pequeña empresa pesquera, la cual, cuando murió Jonás, un año después de la esposa, en el décimo segundo aniversario de la caída de Judas el galileo, los hijos continuaron con la empresa. Simón y Santiago habían sido miembros de la facción política zelote, y al demostrar el primero ser tan corajudo en su accionar (no quiso decir había sido de los que llamarían sicarios) lo apodaron Barjona”, pág. 82, 5to. Párrafo.

Romper mitologías

En una obra narrativa, cuando un mito rompe sus propias mitologías, no lo debe a hacer para invalidar su condición, sino para reconformarla según los nuevos tiempos. Es decir, restablecer su propio mito. Si el narrador no toma en cuenta esa obligatoriedad, genera un desastre en la mente del lector. No creo que Disla conociera esa obligatoriedad, pero la intuyó, confirmando lo que Bruno Rosario Candelier siempre dice: “Los narradores siempre intuyen cosas que no saben”.  Veámoslo en el siguiente pasaje: “Jesús, a poca distancia conversaba con Pedro, Santiago, Andrés y Juan, y seguido se presentaron, expresó señalando a Natanael, he aquí a un verdadero israelita, en quien no hay dolo. Natanael, impresionado, como desconocía que el elogio provenía de un salmo, supuso que había investigado su vida, lo cual era verdad. Y aun impresionado, en vez de doblegarse le preguntó, ¿de dónde me conoces? Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera esperándolo, te vi. —La respuesta no lo satisfizo, pero el magnetismo que irradiaba terminaría doblegándolo: Rabí, tú eres el mesías, futuro rey de Israel. ¿Por qué te he dicho que te vi debajo de la higuera crees? Mayores cosas verás”, pág. 84, 2do. Párrafo.

Donde la rotura, no sólo del mito, sino de la propia historia se hace realidad es cuando el narrador afirma: “Las palabras premonitorias de Jesús se hicieron realidad treinta y seis años después, cuando debido a las deliberadas provocaciones de las autoridades neronianas y a la insoportable situación económica del pueblo, estalló la primera de las dos grandes guerras anticoloniales de los judíos contra Roma. En ella, los seguidores originales de Jesús, no los influenciados por Pablo de Tarso que se refugiaron en la Decápolis, en el pueblecito montañoso de Pella, participaron, y los monjes copistas paulinos se encargaron de borrarla de la historia mutilándola del texto Autobiografía de Flavio Josefo. En el básico (p.374), que aún se conserva clandestino, Josefo afirma que, una vez nombrado gobernador de Galilea y siendo uno de los jefes militares de la revuelta, ‘dirigí mis tropas contra los seforitas y tomé la ciudad al asalto. Con ese pretexto, los galileos, que no querían desaprovechar la oportunidad de saciar su odio contra una ciudad a la que detestaban, se lanzaron a exterminar a la totalidad de la población, incluidos los extranjeros. Sólo un grupo de las tropas, antiguos seguidores del sabio Jesús, de quien hablé extensamente en el segundo capítulo, encabezados por un anciano al que llamaban Pedro, se negó a atacar a los habitantes. Los demás irrumpieron en la ciudad y, encontrando las casas vacías, las quemaron, pues sus habitantes, llenos de miedo, se habían refugiado en la acrópolis’.

 

El mito y la intriga

La intriga nos atrapa, y se presenta como un elemento de soporte de la historia, sin que con ella se vea afectado el carácter del personaje. Eso es otra particularidad que Disla también intuyó.  Veámoslo en el siguiente pasaje: “En efecto, Tomás estaba al tanto, y para sorpresa de ellos, aceptó formar parte del movimiento sin oponer objeciones. Natanael, volviendo a trasferir su responsabilidad, en vez de contactar a un amigo de infancia llamado Simón, el zelote o su equivalente, el cananeo lo apodaban, se lo propondría a su homólogo Pedro, porque ambos habían sido zelotes. Pedro, que lo reclutó con facilidad, lo había conocido estando clandestino, hasta que, como Santiago el mayor, decidieron pasar a la legalidad tras contraer matrimonio y procrear hijos con sus respectivas parejas. Ellos, sin desprenderse totalmente del proyecto original, procuraron buscar uno que les permitiera desenvolverse dentro del pueblo y su familia en lo que llegaba el apocalipsis, y lo encontraron en el de Jesús”, pág. 85, 2do. Párrafo.

 

 La armonía entre el conocimiento del narrador y el tiempo narrado.

Si un narrador omnisciente, que lo sabe todo, lo demuestra con arrogancia, puede terminar afectando la integridad de la obra, y en algunos casos, convertir las escenas en un ensayo. Por esa razón es fundamental que el narrador omnisciente logre armonizar sus conocimientos con el tiempo narrado, con los personajes, con el tema y hacerlo de una manera que sus conocimientos no afecte la verosimilitud en la obra. El narrador logra perfecta armonía entre su conocimiento y el tiempo que relata. A cada personaje le proporciona su dominio y ubica los tiempos a través del desenvolvimiento de ellos. Aquí, un ejemplo: “ ‘Mateo significa regalo de Yhavé’, se dijo Leví levantándose de la silla, sintiéndose halagado, y lo siguió. El maestro lo vería como el ideal para ocupar el cargo de tesorero de la organización, y no a Judas, tal propondrían Felipe y Natanael, ya que Iscariote, a pesar de haber tenido experiencia en el manejo de efectivos desde que siendo adolescente atendía en Jerusalén una empresa alfarera de su padre, era menos instruido que Mateo y tenía menos relaciones sociales; o sea, no podría, como Leví, captar fondos de los ricos nacionalistas. No obstante, darle la tesorería a un publicano, considerado la contraparte de la prostituta, subcontratista de un dinero impuro, sería un craso error, y como el segundo más capacitado era Judas, el maestro terminaría aceptándolo, y, hasta cierto punto, Judas le demostraría cuidado en la redistribución entre los judíos desamparados, del excedente del dinero captado, el cual en ocasiones también utilizaban para ayudar a los familiares de los discípulos”, pág. 88, 6to. Párrafo.

 

Mito y el Sentir

¿Cómo expresarles a los lectores pasajes que ya saben, que ya han sentido?

Los personajes que son mitos ya están en la conciencia de la humanidad. La mayoría de sus hechos los lectores lo conocen, los han vivido emocionalmente. Uno de esos hechos es la reacción de Jesús ante la exigencia de que vaya a ver a su familia. Cualquier ser agradecería esa petición, pero Jesús la consideraba un fastidio, y todos los cristianos del mundo así lo han entendido, así lo han sentido. Disla, maneja el tema del modo siguiente:  “Más tarde, en la reunión con los ocho, sobre la barca de Pedro y Andrés, dándoles las instrucciones de lugar, Santiago el menor y Tadeo volvieron a insistir en que fuera a Nazaret a visitar a la familia antes de que María muriera de preocupación y de angustia. Él se vio obligado a llamarles la atención:

— ¿Quiénes son mis familias? Mis familias son ustedes, porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”, pág. 95, 2do. Párrafo…

Disla narra el hecho, pero introduce que “Los primos consideraron el planteamiento demasiado radical, insensible al dolor de la madre”. Todos los lectores creen eso, se sienten confortables con ese sentir y esa forma narrativa eleva la belleza de la obra, mantiene un alto nivel de verosimilitud.

 

El juego psicológico

El primer elemento que separa a un mito, un dios, de los seres humanos, es su capacidad para manejar los tiempos, irse al pasado tanto como al futuro, de manera que pueda variar cualquiera de sus hechos con los que no se siente satisfecho. En Jesús de la tierra el narrador debe darle verosimilitud y por lo tanto debe de jugar inteligentemente con el carácter del personaje. Observen este ejemplo: “Cediendo ante la insistencia de Santiago el menor y de Tadeo, Jesús decidió ir a Nazaret a visitar a la familia. De los ocho, sólo Andrés no lo acompañó porque se vio obligado a quedarse atendiendo su negocio. Con el resto, en el transcurso del viaje, el que harían en dos jornadas a pesar de salir de madrugada, prosiguiendo con la predicación, después de pasar por la paradisiaca llanura de Genesaret y por los bordes arenosos del mar de Galilea, yendo los discípulos delante anunciando la llegada del mesías, él se detuvo en un mercado de pescado de Magdala”, pág. 100, 2do. párrafo.

¿Puede un mito, un dios, ceder ante la presión de sus seguidores? Claro que sí, en especial cuando se trata de la madre. El más grande de los dioses esta llamado a atender una solicitud de la madre. Ningún lector ve eso como una ofensa, sino como un milagro divino.

 

Lo histórico y lo teológico

Aunque la novela trata el Jesús de la historia, por el hecho de ser Jesús un mito, los lectores tenemos la inclinación de pensar en lo teológico, en el Cristo, en el Jesús como líder religioso, de la iglesia, elemento que Disla nunca ignoró.

La narración de los personajes bíblicos es bastante curiosa. Por ejemplo, los libros del Génesis podrían leerse como una novela. Y al observarlo con cuidado descubrimos que las leyes de la novela están bien aplicadas.

Desde el punto de vista de la creación, el que la raza humana iniciara su devenir en la tierra, Caín matando a Abel, es sádico, monstruoso, espeluznante. Pero desde el punto de vista de la novela, el inicio es genial. El tema queda en el lector sembrado como una viga de acero que traspasa el corazón. El mensaje es muy claro: ¡si desobedece solo desgracias te vendrán! Todas las desgracias que les caen a la familia de Adán se debió a su desobediencia.

Toda prueba de fe se basa en probar la efectividad de los conectores líquidos con que fue diseñado el cerebro humano. Abraham, recibe mensajes; José recibe mensajes; Moisés y la madre de Moisés reciben mensajes del Dios creador. Noe, recibe mensajes. Todos los mensajes son para probar la fidelidad del ser creado, del súbdito, y todos los personajes terminan transformándose, lo cual es una de las características esenciales de una novela, como bien afirma Bruno Rosario Candelier.

En esos libros se definieron los grandes personajes: Adán, el primer desobediente; Eva, la primera seductora; Caín, el primer asesino; Abel la primera víctima; Abraham, el primer fiel incondicional; Jacobo, el primer ladrón y el primero que hace todos los sacrificios por la mujer amada; Labán, el primer patrón estafador, Noe, el primero que se enfrenta y vence los grandes desafíos de la naturaleza… Cada uno está narrado a su medida y convertido en tema pasional.

En cada conflicto que las historias teológicas desvelan, la idea fundamental es sembrar la fidelidad. ¿Por qué? Porque los reyes y los emperadores dependían de la fidelidad de sus súbditos. Las batallas eran de cuerpo a cuerpo y una vez terminada la batalla había que pagarles a los ejércitos sicarios, o el emperador o el rey, pagaban con su sangre…

Ese mismo dilema se desarrolla en Jesús de la tierra. Para el mesías la fidelidad era un asunto de vida o muerte. La “traición” lo llevaría al madero. Las intrigas en el movimiento y en las familias, en la persecución de la verdad, en la lucha por mantener la Fe, la Fe en los sueños que vienen del Creador y los personajes que al recibir mensajes transforman los acontecimientos, sobre todo la batalla de Jesús por mantenerse haciendo el bien, hacen que el lector advierta que “el Diablo no es el monstruo, que el Diablo solo alimenta el monstruo que tenemos dentro”. Disla logra que Jesús vuelva para siempre. Agradezco a Disla este Jesús de la tierra porque ningún Papa pudo haberlo hecho mejor.

Miguel Solano

Centro de Espiritualidad San Juan de la Cruz

La Vega, República Dominicana

23 de junio de 2018.

 

León David y la paradoja de una prosa sencilla

Por Fernando Cabrera

 Mi primer contacto con León David fue a través de su obra Poema del hombre anodino (1980), en el cual, desde ámbitos nerudianos, celebraba el escarceo cotidiano; propiciando una inusitada aceptación entre lectores, al congregar “multitudes” en sus recitales. Eran los ochenta, época en que muchos de sus ensayos también veían la luz en su columna periodística. Después conocí otras sus propuestas conceptuales y creativas en las que éste consolidó una fuerte personalidad escritural a partir de ingentes desafíos formales, tanto en poesía como en prosa, aferrándose a recursos clásicos relegados por muchos, acaso como estrategia contestaria, rebelde, 1 ante los usos y abusos que, en nombre de las vanguardias y las ideologías, acontecían en la finisecularidad literaria nacional.

Confieso que, al ser convocado para la presentación de este Tomo V de su obra completa, titulado Ensayo y Crítica, empecé a prepararme, con ardua calistenia, para una misión que de entrada se me antojaba maratónica, retadora. Para mi sorpresa, pese a lo profuso y diverso del contenido de la obra, de sus características humanísticas renacentistas, mi lectura atenta ha devenido en un fluido y placentero viaje en el tiempo. No es para menos, pues la obra que hoy celebramos, compendia memorias axiales y entrañables de finales del siglo XX dominicano, fruto de un excepcional ejercicio de diarismo, cual testifica el autor en el prefacio: “es la recopilación de artículos aparecidos, durante varios meses en el periódico matutino ‘El Nuevo Diario’, en el espacio de la columna titulada ‘Adentro’, que salía de lunes a viernes con despiadada regularidad, para deleite de unos pocos y desdicha de muchos”. (David, 2018, p. 13)

Esta singular columna me hizo rememorar la del escritor español Antonio Gala en la que, con igual espíritu creativo, plasmaba sus “Charlas con Troylo” en el suplemento cultural del periódico El País Dominical, desde el 22 de julio de 1979 hasta el 16 de noviembre de 1980. En ambos casos, se trataba de interminables monólogos con aspiración de dialogo, uno con su perro y el otro con un lector desconocido. Las anécdotas y reflexiones en ambas columnas nacían de una dinámica imaginativa intensa y sincera. León David nos refiere que fueron fruto de una “juguetona artesanía intelectual que si bien puede restar rigor racional y claridad analítica a los temas que abordan, no deja también, con sus imperfecciones, de contribuir a infundir a los razonamientos un tono menos serio, más ligero, más espontáneo”. (David, 2018, p. 14) Lo cierto es que la prisa que caracteriza al mundo periodístico liberó, para nuestro beneplácito, las exigencias regulares del adornado estilo característico de nuestro autor, brindándonos la posibilidad de percibir en toda plenitud e intensidad, sin madejas ni artilugios que despejar, sus audacias conceptuales, sus atrevimientos figurados y sus provocaciones y herejías. Una estrategia de sencillez expresiva, sabemos, es inusual en León David. Libemos, pues esta fruta de estación

En esta recopilación hay un confeso acto de fe. Los artículos, según el autor, han sido recuperados en su estado natural, sin transformaciones; con todas las paradojas, contradicciones, malabarismos lógicos, fantasías y, en especial, con sus metáforas servidas con frescura dialógica, coloquial. Por la desnudez e intensidad discursivas, este Tomo V acaso recoge la voz más sincera y auténtica de la ensayística de León David. Es prosa, pero hecha con el mismo material imaginativo y conmovedor de su poesía.

La obra contiene un arriesgado testimonio existencial y un fuerte compromiso personal, palpable en el hecho de que, pese a la obvia erudición multidisciplinaria, resultante del conocimiento y manejo de obras fundamentales de la cultura universal destaca la ausencia de referencias intertextuales documentadas. Esta carencia casi total de citas explícitas hace recaer sólo en León David la responsabilidad tanto por los posibles desaciertos como por los hallazgos, dice: “No es motivo de vergüenza ni temor explayar mi yo de manera que los demás se enteren, tengan siempre presente, no olviden ni por un momento de que quien piensa, siente y opina de esa forma es el que escribe y nadie más… Mientras me gratifique obrar de esta manera les aseguro que seguirán oyendo hablar de mí con el mayor y más absoluto desenfado.” (David, 2018, p. 159)

La extensa labor de periodismo cultural –o mejor, intelectual– aparece compilada en dos volúmenes de aproximadamente trescientas páginas cada uno. El primero contiene las secciones “Literatura y Arte”, “Valores cotidianos” y “Política, ciencia y sociedad”. En tanto el segundo volumen está compuesto por las secciones “La búsqueda de lo absoluto”, “El holocausto” y, repite, las separatas “Valores cotidianos” y “Política, ciencia y soledad”. El autor refiere que mantuvo intacta la naturaleza de los artículos, pero que se tomó la licencia de agruparlos según los ejes temáticos antes referidos. En esta recomposición se perdió la cronología, pero se extrañan poco las fechas de las publicaciones originales, salvo en los casos de temáticas aguerridas atinentes a aspectos de creación literaria e ideología relacionados con el parnaso de nuestro país de letras. Hubiese sido ilustrativo –al menos para el morbo– conocer las circunstancias e identificar a los antagonistas para los cuales nuestro Quijote cultivó ortigas y cardos, lanzó dardos envenenados y con quienes cruzó espadas.

En ese sentido, la sección más jugosa es la separata “Literatura y Arte” del primer volumen, en la que saltan a la vista las heridas de guerra. Esta bitácora existencial y poética inicia con el reconocimiento de la nulidad, desde perspectiva utilitaria, del oficio que tanto lo apasiona. En ese sentido expresa con vehemencia: “Mi escritura es inútil, total y absolutamente inútil, como la vida misma; posee esa maravillosa gratuidad precaria en la que me complazco encontrar su más hondo significado.” (David, 2018, p. 22) Asimismo, lamenta la inconsistencia del material que moldea: “la palabra es frágil como el cristal del hombre que en ella se contempla”. (David, 2018, p. 23) Obviamente, León David es ese hombre, Narciso frente al agua, que procura descubrir al mundo en su reflejo. Para él la palabra y su escritura se validan como pasión incontinente, o mejor, incontenida. Casi con vergüenza, confiesa su adicción a metáforas que, cabalgando verbos, hilan parentescos y derivaciones que expanden los límites de lo real.

 

El autor, de manos de Georges Louis Leclerc, conde de Buffon, para el cual “el estilo es el hombre” (David, 2018, p. 30), se afana en justificar su peculiar, florida y barroca escritura, planteada acaso como artefacto dadaísta: “Me temo que mi forma de expresión y las cosas que digo pueden producir perplejidad a más de una persona.” (David, 2018, p. 30) Es evidente, por la reincidencia temática en una decena de artículos, que su elaborada forma de expresión tanto le envanece y satisface, solazado en la diferencia cultivada, como le preocupa, por los desencuentros y destierros posibles: “No descarto en absoluto la posibilidad de que la reacción sea muchísimo menos inofensiva: indignación, indiferencia, desprecio.” (David, 2018, p. 30)

 

Razones había, y aún hay, para su aprehensión. Por décadas, León David ha venido sufriendo en carne haber tentado, con su original y notable escritura, al monstruo del ego de los correligionarios de la imaginación. La ofensa de este autor ha sido tal que, aún con una excepcional producción literaria, compuesta por más de una treintena de obras de calidad sobresaliente en los diferentes géneros cultivados (a saber: poesía, ensayo, teatro, crítica de arte, etc.), ha sido metódicamente neutralizado por la competencia de colegas en posiciones de poder, y dejado fuera de lauros y reconocimiento sobradamente merecidos por la exigua crítica especializada criolla 2 . De hecho, con una solvencia creativa tan notable no se entiende cómo, por ejemplo, a estas alturas, aún no se le ha otorgado el Premio Nacional de Literatura. Me aventuro a afirmar que son contados los casos de los últimos premiados cuyos aportes literarios puedan equipararse a los de León David.

 

Sospecho, sin embargo, que esta malquerencia no ha sido fortuita, sino que, en aras de intereses de originalidad y diferenciación, ha sido meticulosamente cultivada y provocada por León David, precisamente a través de muchos de los artículos de esta columna “Adentro”, arriesgadamente colocada en la página editorial del “El nuevo Diario”. En la misma, el autor testimonió sobradamente sus afectos y desafectos, sus oposiciones a caudillos intelectuales y a sus “capillas”; al tiempo que se vanagloriaba, socarronamente, de su singularidad. En muchos artículos se percibe modestia expositiva, humildad en la reflexión, pero también un dejo de la urticante suficiencia nacida del convencimiento del autor de estar infaliblemente en lo cierto: “Si por casualidad me preguntasen qué aspecto de mí mismo es el que más me agrada, creo que no vacilaría ni un momento en contestar: mi capacidad para percibir las cosas que siempre he visto como si las estuviera viendo por primera vez. /…/ No estoy más allá de las cosas; no me he evadido de la realidad. Mis actos dan constancia de ello… ¿Será que los demás no han podido encontrarla?” (David, 2018, pp. 142-144).

 

El pecado original de Juan José Jimenes Sabater, el hijo del intelectual Juan Isidro Jimenes Grullón, fue crear un personaje literario, un heterónimo o seudónimo, tan peculiarmente llamativo como los creados por Walt Whitman y Pablo Neruda, con igual aspiraciones cosmogónicas, incontinencia verbal y propensión a colocar su ser, su Yo, como epicentro del universo: “Me he llegado a preguntar en más de una ocasión si al escribir de la manera en que lo hago sobre el tópico omnipresente de mi yo no estaré 4 granjeando la indiferencia cuando no la hostilidad de muchos potenciales lectores.” (David, 2018, p. 73) Afanado en definir un espacio simbólico en el cual, al modo de Huidobro, el escritor sea Dios, León David no ha buscado en circunstancias o fenómenos, en la exterioridad, las preguntas ni las explicaciones. Ha apostado a la indagación visceral, interior, intimista; jerarquizando a partir de sus propias prioridades y sus intereses, el devenir del mundo. Ha hecho de su vida la materia y la sustancia de su poesía, aún más, de toda su escritura creativa. En sus textos se manifiesta lo anecdótico y autobiográfico, pero también lo simbólico y universal. El nombre de su columna: “Adentro”, probablemente haya surgido, precisamente, de la valoración del yo, de lo propio, en comparación de lo de “Afuera”, de los demás, de los otros. Cabría sospechar que su distendida actitud de creador-diletante en perpetuo estado de ocio, de delectación y éxtasis poético, enfermaba de envidia a más de uno.

Lo cierto es que, sin dudas, León David ha sido un hombre de armas tomar, o mejor, de “palabras tomar”; toda vez que no ha escatimado esfuerzo en provocar y asumir duelos verbales. No ha temido alejarse, como lobo estepario, de la manada. Al contrario, acaso con cierto dejo de sadomasoquismo, ha provocado los conflictos. De ahí que, en momentos de tensión política y social a raíz de eventos históricos traumatizantes, como la guerra del 65 y los primeros doce años de gobierno del Dr. Joaquín Balaguer, haya sacado a relucir con insistencia su distanciamiento del compromiso ideológico, marxista, tan en boga aun en la literatura de la década de los ochenta. Es enfático al señalar que “La buena literatura política es primero literatura y luego acción política; la buena literatura social es primero literatura y luego crítica de la sociedad”. (David, 2018, p. 49)

Su posición a favor de una literatura atenta a valores estéticos siempre ha sido firme. A la palabra ideológicamente comprometida se complacido en oponer una poética preciosista y en concordancia con la filosofía. Alto ha sido el precio pagado por León David al explorar temáticas alejadas de la estética marxista, como puede observase en la cita siguiente: “Los que escriben sobre otras cosas (sobre la intimidad, por ejemplo) y tienen la desdicha de hacerlo en lenguaje menos directamente obvio, realista y convencional que el que suele emplear el ‘literato social’ es inmediatamente condenado a los fuegos eternos del infierno pequeño burgués, acusado de los horribles crímenes de formalismo, subjetivismo decadente, cobarde escapismo o inmoralismo excéntrico y novelero”. (David, 2018, p. 88) En cierta forma, desde las reseñas contenidas en estas columnas diarias –y esto en concordancia con Silvio Rodríguez3– se pueden vislumbrar los muertos de la felicidad de León David 4 , los celosos intelectualoides de las “capillas”5 para los cuales, antes y aún ahora, ha sido impensable un ser satisfecho6 en medio de nuestra explotada cotidianidad tercermundista.

Muchos de estos artículos muestran a un León David regocijado asumiendo roles contracultura. Desde la reflexión ontológica y sociológica, el autor se explaya en el cuestionamiento de preceptos morales 7, etiquetas sociales 8, afanes perfeccionistas 9, paradojas socialistas, actitudes imparciales engendradoras de dictaduras, y también en el develamiento de dobleces religiosas10. En fin, deconstruye el perfil “progresista” de las 5 sociedades contemporáneas, anteponiendo un discurso que rememora las utopías sesentistas encarnadas por las comunidades hippies centradas en paradigmas individualidad, amor, libertad y paz. En ese mismo tono, de rebeldía humanística, se inscriben los numerosos ensayos en que advierte de un catastrófico final para el planeta de no cambiarse el curso predador, consumista, de la nuestra civilización: “Acaso mi visión es demasiado pesimista y trágica? ¿Estamos fatalmente condenados a un desastre colectivo? No lo sé. No soy adivino; aunque pretendo ser profeta”. (David, 2018, p. 443).

En estos espacios simplificados, León David libró grandes batallas11, entre las que destaca, por las continuas referencias en múltiples artículos, la sostenida con colegas por las etiquetas de elitista hecha a su persona y a su obra, al considerarlo, según sus palabras: “una especie de aristócrata del intelecto encerrado en su desdeñosa y aséptica torre de marfil o una suerte de anacoreta de las ideas aislado en la montaña de la subjetividad” (David, 2018, p. 62). Las respuestas a la “subjetividad” de esos ataques, también documentada en la referida columna, no fue otra que la reafirmación del autor en su estilo, esto es, la validación de su renuencia a ajustar formas o contenidos para agradar gustos de terceros, cual sugiere con preguntas a modo de mea culpa: “¿Seré un ególatra enfermizo? ¿Por qué no adopto, aunque sea de vez en cuando, como para variar, un atuendo expresivo diferente?” (David, 2018, p. 482) A este respecto, vale destacar, como curiosidad de esta compilación, que sólo la prisa de la publicación diaria, parece haber logrado distender el corsé autoimpuesto de su barroquismo estilístico, de su prestidigitación lingüística selvática.

Otra disputa documentada reiterativamente en esto artículos es la resultante de la incomprensión de sus pares a los múltiples dones intelectuales recibidos y cultivados por León David, cual se aprecia en la siguiente reflexión: “Y basta de filosofía poética o de poético filosofar. Suele decirse que la poesía es mala filosofía y la filosofía resulta, por lo general, de pésimo gusto poético. Nada tengo para refutar esta afirmación. No intentaré, por tanto, refutarla. Me resignaré a que los filósofos me miren con desprecio y los poetas con incrédulo asombro.” (David, 2018, p. 262) Lo cierto es que en las páginas de su columna “Adentro” hay constancia de lo cómodo que se siente León David andando siempre en el filo de la navaja. En este sentido, paradigmática es la reseña de una carta recibida, o inventada, incluida en el ensayo titulado “Mi postulado literario”, en la que un lector sale en defensa de su renacentista legado, cual puede apreciarse en la siguiente cita: “No te inquietes, León David, ni ante los que se indignan ni ante los que se asombran de tus sensatas locuras de escritor terrestre. Yo, que te sigo a ratos, que aprovecho los huecos que me deja esta materialidad rutinaria en que vivo, siento, cuando te leo, que me tomo de tu mano y soy, por un instante, ser humano.” (David, 2018, p. 63)

En fin, los variopintos intereses creativos y el albedrío eclécticos de sus escarceos intelectuales, lejos de restar hondura y seriedad a la copiosa obra de este importante autor, ofrecen perspectivas atractivas y retadoras. Más aún, como es el caso, cuando en este Tomo V ha desnudado su estilo hasta una sencillez en él inaudita. Esta vez sus 6 inquietudes axiales en torno a la humanidad y su destino, aparecen enhebradas en un discurso gratamente preciso. Con facilidad, incluso el lector común, puede aventurarse por la riqueza de su pensamiento sin las cacofonías de los ornamentos. Todavía, advierte el mismo León David, se trata de una escritura para élite, dice: “Y seguiré siendo escritor de élites no porque semejante título me enorgullezca sino porque, a fin de cuentas, en un país mayoritariamente analfabeto el que tiene la posibilidad de leer –no diré ya apreciar– cosas como éstas es una minoría…” (David, 2018, p. 43) Sin embargo, se aprecia en la brevedad y simpleza compositiva de estos textos su vocación de llegar a una “inmensa minoría”12 de lectores significativamente mayor que la del resto de su ensayística crítica.

Enhorabuena, pues, al prolífico y lúdico pensador que es León David por este Tomo V de su obra completa, que seguro ha de ser devorado por los antiguos colegas y por la nutrida generación de nuevos escritores; obligando a unos, los más viejos, a justipreciar su obra singular y valiosa, y motivando a otros, los traviesos “millennials”, a beber de la sabiduría de este singular maestro.

 

Bibliografía

David, L. (2018). Ensayo y crítica. Adentro (Volúmenes I y II). Tomo V. In Obras completas. Santiago: Editora Unicornio (Puerto Rico) e Impresora Buho (Santo Domingo).

1 “Meditar es revolucionario. Nada más subversivo que sumergirnos hasta el fondo de nuestro propio ser.” (David, 2018, p. 197)

2 “… crítica injusta y arbitraria”, lamenta. (David, 2018, p. 104)

3 En su canción “Pequeña serenata diurna”, del álbum Día y flores (1975)

4 “… voy por el mundo con la sonrisa a flor de labios y esa desfachatada desnudez interior que los demás fácilmente pueden tomar por pedantería…” (David, 2018, p. 177)

5 “No me gustan las capillas intelectuales ni los círculos literarios. /…/ No pertenezco ni quiero pertenecer a ninguna capilla, a ninguna corriente, a ningún movimiento. /…/ Escribo para universalizarme; para ofrecer mi experiencia única e individual al conjunto de los hombres y a la intemporalidad de la existencia” (David, 2018, pp. 103-105)

6 “Soy lo que quiero ser, quiero ser lo que soy… y soy feliz” (David, 2018, p. 469)

7 “Yo no soy un hombre moral. /…/ Sé que lo que estoy diciendo no puede gustar y me va a traer problemas…” (David, 2018, pp. 124-126)

8 “Necesitamos etiquetar a los demás para no verlos como son sino como nos gustaría que fueran.” (David, 2018, p. 133)

9 “Soy un hombre totalmente limitado e imperfecto”. (David, 2018, p. 205)

10 “… tanto la Iglesia Católica como entre la secta atea de los marxistas, predomina una visión demoníaca, dicotómica, determinista y teológica que se emparenta más con la magia que con una razonable fe en la razón humana y en el universo.” (David, 2018, p. 239)

11 “Guerra despiadada y sin cuartel que a veces se manifiesta subterráneamente entre falsas sonrisas, engañosos abrazos y mendaces felicitaciones…” (David, 2018, p. 104)

12 En consonancia con Juan Ramón Jiménez, para quien los lectores de poesía constituyen una inmensa minoría, según dedicatoria al frente de varios libros, León David refiere: “Hoy no me produce el menor escozor saber que soy un escritor de minorías” (David, 2018, p. 11)