Comiquería, conuquismo

Por Roberto E. Guzmán

 

COMIQUERÍA

“. . .al decir esa COMIQUERÍA se quedó muy serio”.

Es fácil dar con la raíz de la voz del título. Está relacionada con la palabra cómico que es bien conocida en el habla internacional. Los dominicanos usan la palabra cómico sin retener el matiz que la separa de humorista o humorismo.

Cuando el cómico es la persona, es aquella que hace reír. El humorista es la persona que se expresa o actúa con humor, tomando la última palabra, humor, con el significado de descubrir y manifestar lo divertido. En los casos en que el hablante de español dominicano usa indistintamente una u otra de las dos palabras definidas, lo hace tomando en cuenta el resultado de la actividad, “hacer reír”.

En el español internacional una comiquería es la reunión o el conjunto de cómicos. El Diccionario de americanismos no registra la voz comiquería entre aquellas que son de uso o que se conocen en el español hispanoamericano.

A pesar de lo que se escribe al final del párrafo anterior, el Tesoro lexicográfico del español de Puerto Rico asienta la voz comiquería, “Dichos o hechos que hacen reír. Comicidad.” Es algo harto conocido que los puertorriqueños y los dominicanos utilizan muchas voces comunes que no pertenecen al español internacional.

Tal y como lo presenta este Tesoro, la voz comiquería es la que reemplaza a comicidad en el habla de los puertorriqueños, así como en la de los dominicanos.

Como era de esperarse, el Diccionario del español dominicano (2013:206) le hizo un espacio a la voz comiquería, “Acto o acción cómica o que provoca risa”.

En el habla de los dominicanos se ha producido una extensión de la voz comiquería. Se la usa para mostrar desdén acerca de una acción de una persona, aunque el agente de la acción actúe de modo serio o se exprese de manera formal.

Ha de entenderse que en el caso que se retiene aquí esta es una manera de descalificar la actuación o expresión de una persona, de allí que pueda escucharse a veces, “Esas son comiquerías de ese Fulano”. Por la explicación retropróxima se entiende que esta comiquería no mueve a risa, sino al menosprecio con que se toma lo que de ese modo se califica.

Existe otra situación en la que se utiliza comiquería. Es en los casos en que una persona emplea tácticas dilatorias para incorporarse a una tarea sin manifestarlo de palabras, sino de acción, siendo moroso; en esos casos y en otros parecidos se ha oído a una o más de las partes involucradas en una tarea que le dicen al barajador, “Mengano, déjate de comiquerías y ven a trabajar”.

Lo que acaba de exponerse puede apuntarse como una variante de la acepción ya copiada o como una “subacepción” separada de la anterior, si es que no se desea consignarla como una acepción totalmente diferente de la ya señalada.

 

CONUQUISMO

“. . .donde analizaban la quema y el CONUQUISMO”.

No hay lugar a hesitación con respecto a la palabra que se encuentra en el origen de la que se presenta en el título. Este conuquismo deriva de conuco. Es natural entonces que al entrar en el estudio de este conuquismo se comience por conuco.

El Diccionario de la lengua española, el de la RAE, consigna la voz conuco con tres acepciones. La primera acepción se la considera antillana, la segunda es común a Cuba, República Dominicana y Venezuela. La tercera es privativa de Cuba.

El citado diccionario ha modificado la cantidad de acepciones para reconocer los significados que se han atribuido al conuco. La primera acepción que entró en el mencionado diccionario fue la cubana, “Parcela de tierra que concedían en Cuba los dueños a sus esclavos para que estos la cultivaran por su cuenta”. Así aparece en la página 276 de la edición decimocuarta de 1914 de ese lexicón. Ya antes D. Roque Barcia reconocía la voz en su Diccionario general etimológico con dos acepciones. La primera era, “Casa de labranza con tierras para sembrar el maíz, alubias, etc.” La segunda, “La tierra en que se siembran los granos y legumbres con que se mantiene la gente en una casa de campo” (1890-I-1041).

Por medio de la lectura de las redacciones de estas acepciones se nota que para esta palabra D. Roque no siguió en esta ocasión la pauta trazada por Esteban Pichardo en su Diccionario provincial casi razonado de vozes y frases cubanas (1836:180). El último trae detalles acerca de la voz que van más allá de una simpe acepción. Usa palabras como, “heredad miserable de poco terreno con su bojío”. Es el terreno señalado “por el dueño de las haciendas grandes a cada negro para que le trabaje y atienda los días festivos, gozando de sus productos como usufructuario condicional o especial”. Acota este lexicógrafo que no sabe a ciencia cierta si la voz procede del aborigen de las Antillas o de África por su terminación y consigna la variante cunuco.

No huelga recordar que la voz conuco aparece ya en los escritos de Bartolomé de Las Casas y Gonzalo Fernández de Oviedo. Estos dos cronistas, “escriben claramente que es palabra de Santo Domingo. P. Henríquez Ureña…la tiene creo que acertadamente, por vocablo taíno”. Indigenismos (1977-I-460).

  1. Fernando Ortiz no desperdició la ocasión que le proporcionó Pichardo para introducir una larga exposición de trece páginas en su Glosario de africanismos (1924:121-133) y así reivindicar el origen africano de la palabra conuco. Durante largo tiempo la Real Academia de la Lengua solo mencionaba que la voz era americana, pero en la actualidad reconoce el origen taíno.

En República Dominicana hace largo tiempo que se reconoce el conuco como una pequeña parcela de terreno destinada al cultivo de frutos menores. El campesino que lo cultiva puede vivir allí sin ser necesariamente propietario de la tierra. El conuco se consideró durante largo tiempo como un lugar de cultivo de subsistencia realizado por una sola persona o con ayuda de la familia inmediata.

En República Dominicana después de la caída del régimen de Trujillo comenzó a usarse una palabra que era de poco uso hasta entonces, “minifundio”, que era lo opuesto a otra palabra de mucho contenido político, latifundio. La caracterización del conuco y del minifundio coinciden en gran medida.

La palabra conuco ha dado pie a varias derivadas, “conuquito” que es un diminutivo que en muchos casos usa el campesino para referirse al suyo con acento cariñoso. “Conuqueo” es el trabajo que se realiza en el conuco. “Conuquero,a” es la persona que labora en el conuco, así como aquella que vive en este. En Venezuela el conuquero era quien fundaba o labraba un conuco. Glosario de voces indígenas de Venezuela (1921:89).

  1. Francisco Javier Pérez documenta la voz conuco en Venezuela, Diccionario histórico del español de Venezuela (2011-I-331). Las características principales son, “pequeño terreno; cerca del rancho campesino; destinado a cultivos menores; para consumo familiar”. Este estudioso añade, “el uso metafórico que hace que la voz designe el órgano sexual femenino en ámbitos coloquiales”.

Otra intervención de conuco en el español dominicano es “vara conuquera” que es una medida que fue de uso en los campos dominicanos y que ha caído víctima de los avances de la ciencia. Esta es, “medida de longitud equivalente a 98,73 pulgadas”. Diccionario del español dominicano (2013:690). Aquí hay lugar a pensar que el adoptar una medida con este nombre era un indicio de la prevalencia de los conucos en el sistema y escala de cultivo en el campo dominicano.

Otro indicio de la importancia del conuco en el español dominicano es la incorporación de la palabra al léxico del campesino. D. Bruno Rosario Candelier, refiere que en Bacuí, provincia de La Vega, un campesino le advirtió, “El sabio vive del bruto, y el bruto, de su conuco”. Este adagio traduce un sentimiento profundo. Es desafortunado que algunas personas tuerzan las expresiones diciendo que algunas mujeres “viven de su conuco”, lo que da lugar a una interpretación aviesa.

De lo expuesto más arriba puede considerarse que el conuquismo es el minifundismo de las islas Antillanas. El sufijo -ismo que se añade a la raíz (¿?) del conuco, conu-, da a entender que se refiere en este caso al sistema de explotación agrícola que obedece a la escala de conuco o, donde prevalece este tipo de cultivo.

 

Bañar, pirueta, bacanal, hilaridad

Por Roberto E. Guzmán

 

BAÑAR

El verbo bañar se emplea en República Dominicana de una manera que no se hace en otros países de habla hispana. Ese será el tema de esta sección. Se explicarán los casos y los significados que adquiere ese verbo con esos usos.

Uno de esos empleos del verbo bañar es de uso nada menos que en el beisbol. Se recuerda haber oído y hasta dicho que la pelota bañó al jugador. ¿Cuándo baña la pelota al jugador que se supone que la atrape?

Esto sucede en los momentos en que la pelota “sobrevuela” al jugador que infructuosamente trata de agarrarla. Por la descripción se deduce que la pelota va en el aire en los casos en que “baña” al jugador. Cuando la pelota “baña” al jugador del cuadro o de uno de los campos no se debe a un mal cálculo del jugador defensivo, sino a que resulta imposible que la alcance.

En el otro caso el verbo bañar del español dominicano no se usa para lavar algo que se sumerge en un líquido que generalmente es uno de los propósitos del verbo. Este uso no está documentado en los diccionarios de voces de uso del habla dominicana. En las situaciones en que se utiliza el verbo de este modo es para indicar que algo, especialmente dinero, ha llegado o lo posee alguien en abundancia o demasía.

El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española trae el verbo con este uso con la mención de que se emplea en República Dominicana, pero la definición es, “Recibir alguien mucho dinero”. La diferencia que se desea establecer es que no solo es recibir o percibir una cantidad considerable de dinero, sino que puede referirse a un estado. No se refiere a una circunstancia pasajera o temporal, la persona “bañada en cuartos” puede tener ese caudal desde hace tiempo.

Lo que se expone aquí es una opinión educada. No se pretende con esta invalidar la que consta en el mencionado diccionario, sino que se considere lo expuesto aquí para añadir, no para enmendar.

 

PIRUETA

“. . .allanan el camino para PIRUETAS fraudulentas. . .”

Las piruetas que ocupan la atención de los académicos de la lengua se ciñen a los brincos, vueltas (volteretas) que ejecutan las personas. También tiene relación con las acrobacias de un aviador. La última pirueta es la del caballo, cuando el jinete lo obliga a vuelta rápida alzándose sobre las patas traseras.

Por lo mencionado en el párrafo anterior las piruetas mencionadas en el diccionario oficial de la lengua se limitan a las de las personas sobre sí mismos o, como piloto de avión o jinete de caballo.

Los sujetos de estas piruetas son personas en funciones de agentes de ellas. Esta palabra se ha traído a estos comentarios porque en República Dominicana pirueta posee un uso que ha escapado a los estudiosos del español dominicano; claro está, usada en sentido figurado, que es como aparece en la frase que se usa a modo de ejemplo. El detalle se ofrece más abajo.

Ha de notarse que la pirueta es fraudulenta, es decir, es una operación que consiste en un cambio o desvío en algún negocio que se ejecuta para desorientar y sacar ventaja. Es una estratagema, una hábil artimaña, hecha con el fin de engañar.

El autor de estos comentarios certifica que ha oído el empleo de esta “pirueta” en conversaciones; más aún, recuerda haber utilizado la palabra con ese valor. Por tanto, esta pirueta clama por un espacio en los diccionarios de español dominicano del futuro.

 

BACANAL

“Se desatan en cambio vahídos y estertores de UN BACANAL. . .”

Bacanal es una palabra de larga data en el español; entró al castellano en la primera mitad del siglo XVII.  La palabra desempeña las funciones de adjetivo y sustantivo. Cuando es sustantivo es de género femenino. El Diccionario de le lengua española la define, “Orgía con mucho desorden y tumulto”.

La palabra procede del latín Bacchanal, -alis, que deriva de Bacchus, del griego Bákhos, Baco, y, eran fiestas en honor a este dios mitológico del vino y los placeres. Las fiestas de Grecia pasaron a Roma donde se prohibió su celebración en el año 186 antes de nuestra era.

Por extensión el significado pasó de las fiestas en honor a Baco, a designar cualquier fiesta en la que se cometen grandes excesos.

Como dato curioso puede mencionarse que las bacanales llegaron a Brasil en el siglo XIX. En el estado Pernambuco Baco era homenajeado durante la Pascua con banquetes, procesión y cánticos. La Iglesia católica en 1869 consiguió prohibir la realización de estas fiestas. A origen curiosa das palabras (2003:27).

Lo que se deseaba dejar bien claro desde el principio es que el sustantivo es femenino. Como se trata de unas fiestas, es natural que al aplicarle el adjetivo a una tumultuosa celebración se utilice también el femenino. Generalmente se utiliza en plural, bacanales.

 

HILARIDAD

“A fin de dar HILARIDAD a mis razonamientos, me permito presentar varias. . .”

No cabe duda alguna, hay que reír. Esa es la invitación que realiza el redactor de la frase transcrita. No hay que llamarse a engaño por los razonamientos, pues esos son serios. En esta sección se examinará la poca consistencia aparente que existe entre algunas palabras con respecto de su ortografía y su significado, y, sobre todo, la que se produce en la cita.

Con hache o sin ella el sonido de las palabras en español es el mismo. Esa es la razón por la que muchas personas piensan que esa letra no tiene utilidad alguna. Las personas que así piensan están en buena compañía porque algunos académicos piensan de la misma forma y hasta renombrados y laureados escritores han expresado su apoyo a la salida de la letra del alfabeto español.

Todo lo anterior viene a cuento porque esa letra -la hache /h/- es la que ha provocado la hilaridad que se mencionó antes.

Es cierto que se “pierde el hilo de la conversación” cuando se borra el tema o ilación en un discurso. Esta ilación se refiere a la trabazón razonable y ordenada de las partes de un discurso. En gramática se utiliza el adjetivo ilativo para referirse a una oración subordinada que expresa la consecuencia lógica o natural de lo afirmado en la principal.

Del mismo modo de lo expuesto más arriba, se pierde el hilo de un discurso, de un razonamiento, en el momento o sitio en que se deja de seguirlos.

La palabra hilo proviene del latín fílum, de ahí que lleve la letra hache /h/, del mismo modo que la palabra “hijo” que desciende de una palabra del latín con letra efe /f/ al principio. El hilo entró al castellano en el siglo XIII. De esta familia son las hilanderas, la hilacha. No se olvide que una hilera es una fila. Ilación a su vez proviene del latín illatio, -onis, que como puede observarse no lleva la letra efe /f/ delante.

Antes de concluir hay que recordar que hilaridad procede de latín hilaritas que es expresión de gozo y satisfacción del ánimo, así como risa que provoca algo que se ve o se oye.

Se invita al final de esta exposición a que las personas presten atención a la ortografía de las palabras y, en caso se dudas, que busquen la forma en que se escriben las palabras de la misma familia. Ah, la consulta de un diccionario ayuda también.

Dominio del acento diacrítico de estudiantes al finalizar Español 2 en la PUCMM

Por Tobías Rodríguez Molina

En el transcurso de los dos niveles de español que cursan los estudiantes de la PUCMM, se les entrena en la redacción del ensayo expositivo y del argumentativo en la materia Español 1, y en Español 2 se les orienta, en lo referente a la  redacción de textos, principalmente  en la preparación y elaboración de un informe, que presentarán al profesor. Ese informe   constituye el material fundamental para la evaluación del Español 2  y  con él  se da por terminado el ciclo de estudio del español universitario.

Para la redacción del presente  artículo se tomaron los datos concernientes a las palabras, tanto monosílabas como bisílabas, sujetas a la tilde diacrítica, aparecidas en el   informe presentado por 25 alumnos que finalizaron Español 2 en  la PUCMM. Al momento de redactar y presentar ese  informe, ya la Real Academia Española de la Lengua había dictaminado la no acentuación de “solo” con valor adverbial y los pronombres  demostrativos “este, ese, aquel, estos, esos, aquellos, y esta, esa, aquella, estas, esas y aquellas”. Solamente, en la lista de los bisílabos que llevan acento diacrítico, se mantuvieron los interrogativos y exclamativos “cómo, cuándo, dónde, cuáles, quiénes y el  trisílabo adónde”.

Y en lo concerniente a los monosílabos sujetos al acento diacrítico, quedaron  vigentes los siguientes: tú (pronombre), él (pronombre), mí (pronombre),  sí (pronombre y adverbio),  sé (verbo),  dé (verbo),   té (bebida), qué (interrogativo y exclamativo),  quién (interrogativo y exclamativo), cuál (interrogativo y exclamativo), cuán (adverbio interrogativo y exclamativo).

Del empleo correcto o incorrecto  de esas palabras con tilde diacrítica, de parte de los 25 estudiantes que finalizaron el segundo curso de español del Ciclo Básico (Español 2) se tratará en este artículo, como ya fue indicado.

Se pasa a continuación a presentar el empleo del  acento diacrítico que hicieron en su informe  los 25 alumnos:

-18 estudiantes emplearon mayor cantidad de palabras correctas que incorrectas, un indicio muy positivo de su acercamiento al dominio de ese aspecto de la normativa acentual.

-De esos 18 estudiantes, 5 tuvieron correctas todas las palabras  empleadas. (De ellos, 1 empleó 6 palabras; 2 emplearon 5, y 2 emplearon 4 palabras), algo también positivo.

-De los 5 alumnos que tuvieron todas las palabras correctas, 3 pasaron el Español 2 en  A, y 2 lo pasaron en  B.

-De los que tuvieron  1 palabra incorrecta, 3 terminaron Español 2 en A, y 1 lo  pasó en B.

-De los 18 estudiantes que tuvieron la mayor cantidad de palabras correctas, aparte de los 5 que las tuvieron todas correctas:

1 tuvo 7 correctas y 1 incorrecta (87.5% correctas)

1 tuvo 6  correctas y 1 incorrecta (85.7% correctas)

3 tuvieron 4 correctas y 1 incorrecta (80.0% correctas)

1 tuvo 6 correctas y 2 incorrectas (75.0% correctas)

-4 estudiantes tuvieron más palabras incorrectas que correctas: (2-4, 3-2, 3-4, 3-4), algo que se pude considerar como negativo, pues fallaron en más del 50% de las usadas.

-3 tuvieron igual cantidad de palabras correctas e incorrectas: (4-4, 3-3, 2-2), también algo negativo, fallaron en un 50% de las palabras empleadas.

En total, los estudiantes emplearon154 palabras sujetas a la tilde diacrítica, de las cuales 104 (67.5%) fueron tildadas  correctamente  y 50 (32.5%)  fueron tildadas incorrectamente.

Es importante destacar que durante el período de  asistencia que presta el profesor para preparar y elaborar el informe, salen a relucir constantemente esas palabras a las que se les aplica la tilde diacrítica, y los pares correspondientes que no deben ser acentuados; además, el profesor orienta sobre las normas para su buen empleo. Por esa razón, se puede afirmar que el hecho de haber fallado en un 32.5% por ciento al emplear ese tipo de palabra, es excesivo y, por eso mismo  es negativo que  solamente  las acentuaron correctamente en  un 67.5   por ciento,  pues con ese porciento  el grupo, tomado  en conjunto y en ese aspecto ortográfico,  hubiera obtenido una nota equivalente a una D. Sin embargo, hay que destacar que de los 25 estudiantes, que emplearon 2 o más palabras a las que había que aplicar la tilde diacrítico, 18  tuvieron mayor cantidad de usos correctos, y que de esos 18,  la cantidad de 5 estudiantes  emplearon todas las palabras correctamente. Además, de esos 5 que tuvieron todas las palabras correctas, 3 pasaron Español 2 con la sobresaliente nota de A, y 2 de ellos obtuvieron B.

En conclusión, por el hecho de que  una parte considerable de los estudiantes que finalizan el español en el  Ciclo Básico continúan teniendo serias lagunas en el manejo de la normativa acentual, tendrán que continuar, de algún modo, prestándole atención a ese  problema si quieren terminar su carrera sin que sean contados entre los profesionales mediocres de nuestro país. Quiero resaltar que todavía recuerdo a un especialista en su área profesional a quien le serví de corrector de estilo de un libro que publicó. Aún  no he podido desterrar de mi mente el sello de mediocridad que se me quedó gravado, por el hecho de que, en  alrededor de la mitad del libro, encontré páginas con una cantidad de errores, de todo tipo, mayor de 35 errores y en  una de ellas tuvo 60 errores, algo inconcebible en un especialista de cualquier área del saber.

 

 

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

 

26/05/2020

HE AQUÍ EL VERBO «HABER»

 

Hace unos días nuestra diaria «AM» se titulaba «Abrir o no abrir; he ahí la cuestión». Algunos lectores me han consultado sobre ese uso concreto del verbo haber. Empecemos por recordar que el verbo haber tiene como misión principal la de ser el verbo auxiliar para conjugar los tiempos compuestos de los demás verbos. ¿Cómo funciona? A la forma conjugada de haber se le suma el participio del verbo principal. Si queremos formar el futuro compuesto de cantar, conjugamos haber en futuro y le añadimos el participio de cantarhabrá cantado. Además de esta función de apoyo, también puede conjugarse como verbo impersonal, con las acepciones de ‘existir’ (Hay dudas ortográficas fáciles de aclarar) o de ‘ser necesario o conveniente’ (Hay que leer más). Existe además un uso no impersonal de haber con el sentido de ‘tener, poseer, apoderarse’ que entra en juego en la expresión que provoca las dudas de los lectores.

Esta frase tiene su origen en una de las más célebres de la literatura universal; aquella con la que Hamlet abre su monólogo en la tragedia de William Shakespeare: «Ser o no ser; he ahí el dilema (o la cuestión)». El verbo haber aquí está conjugado en segunda persona singular del imperativo. Es como si el indeciso príncipe de Dinamarca nos dijera desde el escenario: «Ten aquí el dilema» o «Aquí tienes el dilema».

Cuando lo usamos como verbo auxiliar haber no nos aporta significado; su tarea es la de mostrarnos la conjugación del verbo principal. Sin embargo, no olvidemos que, en ocasiones, puede funcionar como verbo principal y que, como cualquier otro, tiene sus significados propios. Además es un verbo muy productivo a la hora de formar locuciones curiosas que bien merecen que las recordemos. He aquí mi compromiso para la próxima semana.

 

2/06/2020

NO HAY DE QUÉ

En nuestra lengua los verbos auxiliares tienen una misión muy importante. El verbo haber se faja con los tiempos compuestos y eso provoca que sea uno de los más usados. No es su única tarea. Hoy nos proponemos prestarles atención a algunas locuciones curiosas y verlo actuar como protagonista. Para empezar, recordemos que las locuciones son combinaciones de palabras que funcionan como si de una sola se tratara; tanto su forma como su significado quedan fijados por el uso.

Nuestro objetivo es conocer lo habido y por haber sobre este verbo tan particular. He aquí la primera locución, lo habido y por haber, que utilizamos cuando nos queremos referir a la totalidad de algo, lo real y lo imaginado, lo posible y lo probable. Para lograr este objetivo tendremos que habérnoslas con el diccionario; es decir, tendremos que enfrentarnos con él y exprimirle toda su información sobre el verbo haber y sus locuciones. Muchos opinan que es difícil aprovechar al máximo las posibilidades del diccionario, pero no hay tal (no es cierto, esta afirmación carece de fundamento). No hay más que ver que con un poco de paciencia y práctica puede convertirse en nuestro mejor aliado. No hay de qué quejarse. Basta con dedicarle tiempo, leer sus instrucciones y consultarlo con frecuencia. Por supuesto, debemos saber elegir un buen diccionario; algunos no hay por dónde agarrarlos.

Si logramos que la consulta atenta del diccionario se convierta en una práctica cotidiana que acompañe nuestra lectura y nuestra escritura, nuestro uso de la lengua mejorará sin duda. No hay más que pedir. Hoy nos ha ayudado a repasar las locuciones protagonizadas por el verbo haber. Solo nos queda darle las gracias; y él nos responderá: «No hay de qué».

9/06/2020

 

AL RITMO DE LA VIDA

Durante esta primavera el Diccionario de la lengua española de la Real Academia ha logrado un récord absoluto de consultas. La versión en línea, fácil y gratuita, ha registrado cien millones de consultas durante abril. Dice la RAE que este número representa un incremento de más de un 30 % en relación con meses anteriores, cuando todavía no imaginábamos lo que significaba estar confinados; nada menos que cuarenta millones de consultas más que en febrero. Parece que la cuarentena nos ha acercado al diccionario y los lexicógrafos tienen que responder a esta demanda. Ya no hay que esperar años para que una nueva edición le coja el paso a la lengua. Las actualizaciones en las ediciones digitales van, casi, al ritmo de la vida. Como cada jueves, se celebra en la sede madrileña de la Real Academia Española el pleno en el que se repasan las palabras y acepciones que van a entrar, o no, en el diccionario, con asistencia de académicos españoles y americanos. Así se viene haciendo desde 1713; y la crisis sanitaria no lo ha impedido. Desde hace semanas el pleno se celebra de forma virtual; incluso el tradicional del 23 de abril, en homenaje a Miguel de Cervantes, y el que cada año presiden los reyes de España. El método de trabajo se adapta, pero la tarea no se detiene.

De eso sí que sabemos los lexicógrafos. Las palabras de la pandemia piden paso. Hay que revisar las acepciones y las definiciones de las que ya están en el DLE (confinar, mascarilla, morgue); hay que analizar la posible incorporación de otras que no están y, desgraciadamente, se nos han hecho muy necesarias (coronavirus, cuarentenear, desescalada, desconfinamiento); y otras que ya utilizábamos, pero que ahora nos resultan imprescindibles (videollamada, videoconferencia). Ojalá que el neologismo covidianidad sea solo un ave de paso y nunca anide en nuestro diccionario.

16/6/2020

 

AJEDREZ Y PALABRAS

Ostento entre mis lectores a algún que otro ajedrecista. No sé si lo dará el juego del ajedrez, pero suelen hacer gala de propiedad en el hablar. Más de una vez me han replicado que no se dice ficha sino pieza. Les demostraré de lo que hablo. Si nos atenemos a lo que dice el Diccionario de la lengua española, la ficha es ‘generalmente plana y delgada’ mientras que la pieza es una ‘figura’. Si la propiedad en el hablar busca utilizar cada palabra con su sentido peculiar y exacto, bien vale el ejemplo. El paseo por el diccionario me reservaba, como siempre, alguna que otra sorpresa, como la de descubrir que las piezas del ajedrez pueden llamarse también trebejos, como cualquier humilde herramienta.

Al léxico particular de este juego le debemos un puñado de palabras hermosas. La superficie del damero o tablero está compuesta por sesenta y cuatro casillas que alternan el blanco y el negro. Cada una se denomina escaque, palabra que llegó al español a través del árabe y a este a través del pelvi, un dialecto persa. Entre las piezas, las más numerosas son los peones, palabra que en latín vulgar significaba ‘soldado de a pie’. Ocho peones negros y ocho blancos hay sobre un tablero. Entre las grandes está la torre, que siempre camina en línea recta y bien apegada al tablero, como le corresponde por su naturaleza; puede denominarse también con la palabra roque, préstamo que siguió la misma ruta lingüística desde el persa, donde significaba ‘carro de guerra’. Mi preferida siempre será la sonora alfil, ligera y sutil con su paso diagonal, pero poderosa, no en vano en pelvi, su lengua de origen, denominaba al elefante. Otras palabras del ajedrez han saltado del tablero a la vida cotidiana. Les propongo conocerlas la próxima semana.

Ortoescritura: La comida extranjera se disfruta en español

Por Rafael Peralta Romero

   Este artículo es una variación en torno al tema de los vocablos extranjeros  empleados  al hablar nuestra lengua. Reiteramos que la primera actitud debe ser evitar su uso, pero si la palabra exótica resultara  indispensable, lo que   procede  es   buscar la forma de adaptarla  al castellano. Un  extranjerismo  se hace necesario porque  representa un objeto, una cualidad, una circunstancia o  una acción  que no ha sido nombrada en español.

En la entrega anterior   (23-3-2020)  tratamos sobre voces extranjeras relacionadas con el vestir y que ha sido preciso aceptarlas en español (bluyín, de blue jean; esmoquin,  de smoking). Hoy abordaremos   palabras extranjeras relacionadas con el comer  y las circunstancias que rodean  a este placer. Estas  recomendaciones están avaladas por el Diccionario panhispánico de dudas, publicación de la Asociación de academias de la Lengua Española. Veamos:

/Beicon/  (bacon). Del Inglés. Panceta ahumada. Lo que aquí llamamos tocineta. Otra forma  de adaptación es /bacón/, más fiel a la grafía original,  mientras la anterior lo es a la pronunciación.

/Bistec/  (beefsteak). Voz inglesa. Bistec es un perfecto ejemplo de adaptación. Filete de res. Plural: bistecs. Esta adaptación no niega su origen y se ajusta al perfil del español.

No dude usted en llamar /besamel/  o /bechamel/  (del francés béchamel) a la salsa hecha con harina, leche y mantequilla con la que se aderezan algunos platos.  En español es palabra aguda, sin tilde.

En el /apartotel/ (hotel de apartamentos), el  bulevar (del francés boulevard) o  en un  /búngalo/ o /bungaló/  (bungalow)  puede usted  apreciar  el /buqué/ (bouquet) o  aroma de su  vino y más tarde disfrutar de un /capuchino/  (cappuccino). Italiano. Tipo de café.

Si tuviera invitados, no coja estrés, ordene por /cáterin/ (catering). Esta voz inglesa significa servicio de comida. En español adquiere acento de esdrújula. Su plural  no varía: los cáterin.

Sean o no franceses los invitados,  usted puede brindar con /champán/ (champagne). Vino espumoso procedente de la región francesa de Champagne. También se adapta  como /champaña/, grafía más aproximada al francés. La otra gran bebida de Francia es el /coñac/ (cognac). El grupo –gn  en francés suena  eñe, pero esa lengua no tiene el signo –ñ, muy propio del español. De Francia nos llega también la voz /cruasán/  (croissant).  Pan en forma de media luna.

Para comer /espagueti/ no es preciso ir a Roma. (spaghetti). Voz italiana. Pasta alimenticia larga. Lo mismo el  /fuagrás/  (foi-gras). Voz francesa que denomina un plato hecho a base de hígado. Recuerde, no  se pierde /glamur/ (glamour) ni  se deja de ser /gurmé/ (gourmet), porque escriba así estos vocablos.

Viene bien tomarse un /jaibol/ (high ball). Inglés. Bebida alcohólica mezclada con otra, mientras se espera una /lasaña/  (lasagna)  o un platillo de /mozarela/ (mozzarella), queso fresco hecho con leche de  búfala. Si tiene dudas,  consulte al  /sumiller/ (sommelier, en francés). Persona encargada de vinos y licores en un restaurante. Podría recomendarle un /vermú/  (vermout o vermouth). Voz francesa tomada del alemán (wermut).Es licor aperitivo hecho con ajenjo. Para otro momento procede / yogur/ (yoghourt, yogourt). Voz de origen turco.

¿Qué decir de la voz inglesa “whisky”? Los académicos  recomendaron adaptar esta voz  con la grafía /güisqui/, y así aparece en el Diccionario. Pero más adelante a la uve doble (doble ve y mal llamada doble u) se le dio carta de ciudadanía en nuestro idioma  y se  ha reconsiderado   la escritura del nombre que identifica al licor británico: wiski es la forma  recomendada.

Ya lo ha visto usted: comidas y bebidas extranjeras se disfrutan en  nuestra lengua.

Poetas de la Academia

POEMAS DE SEGISFREDO INFANTE

(Correspondiente de la ADL en Honduras)

 

BARBRA STREISAND

Toda la tristeza de este mundo

y toda la dulzura süave

en una sola melodía.

 

Mil veces la he escuchado.

Han caído ideogramas. Otros han aparecido.

Las cosas y los trenes

se han ido relativos, en fuga al desamparo.

Mi corazón se ha desgastado.

Pero esa melodía

sigue intacta…

Intacta como ayer. (Los “Beatles”).

 

Y es que hablo de “Mujer enamorada”

cantada desde el centro de una nariz semítica,

nerviosa, dolorosa, tan fina y planetaria.

 

Escuché esa canción, por vez primera,

en un tiempo de dogmas insalvables

a punto de morir.

La tierra quebradiza estaba escéptica, inmediata.

De todo me reía. De todo me quejaba.

Leía un poco a Turcios y a Medardo.

A Borges, Sigmund Freud y Octavio Paz.

El “Fausto” estaba ahí, desencantado. Fastidiado.

El “Hamlet” medieval, irónico, dudoso, universal, moderno.

(Tenía veinte años. Y algo más).

También leía a Eliot, a Gasset, Del Valle, Oquelí, Miguel

Cervantes.

A Paul Eluard y Kafka. A Joyce. Vallejo. Eclesiastés. De todo.

Las hojas más resecas, el suelo acariciaban.

Los macuelizos medardeanos, empero, florecían.

Mi amigo Roque Hidalgo estaba ahí. (María Callas).

 

En medio de un sin fin de desencantos fríos,

llegó aquella “Mujer enamorada”, susurrando:

“La vida es un momento en el espacio”. Nada más.

Besaba, para mí, las cosas infinitas, los acordes,

con tonos serafínicos en una tarde limpia,

con sabor a desierto de Bersheva,

con agua del Mar de Tiberíades,

la brisa de las flores de Sharón,

el Monte de Carmelo irrumpiendo el “Mare Nostrum”

donde el profeta Elías, según cuentan, hablaba con Yavé.

 

La canción. Mi canción,

subiendo en espirales irisados hasta el cielo,

con rimas vacilantes sin medida ni tiempo,

hacía llevadera

aquella subsistencia fragilísima, más o menos absurda.

 

He aquí una historia de intuiciones, y desfondes,

de un tiempo sensitivo, personal, deshilachado, casi eterno.

Pues érase una vez un universo, de creencias que caían

como nieve imperfecta de apurado otoños.

 

Nadie sabe. Ni ella misma.

Que hace más de veinte años

este hacedor de versos y de prosas analíticas

adeuda a la canción purísima

un poco de su vida y del poema posmoderno.

Y que anda por el mundo, semi-ausente,

mezclando luz y sombra de tranvías

que viajan tan veloces marchando hacia el olvido.

(El muro de Berlín, desde aquel tiempo, me era indiferente).

(Nota: Este poema de Segisfredo Infante se encuentra en el libro

Paciente Inglés: reflexiones en el cine, págs. 27-29, publicado

por la Editorial Universitaria de la UNAH, en marzo del año 2001.

 

 

KAREN CARPENTER

Por tu voz

que es más linda que el sonido de la lira

he conocido el cielo aquí en la Tierra.

 

En tu garganta fulge

el vellocino de oro

que buscaron los griegos mitológicos.

 

Pienso que subsistes

–que habitas para siempre—

en el fondo de un sencillo corazón.

 

Es cierto

–lirio de las manos de Yavé—

que te fuiste extinguiendo poco a poco

con aquella insoportable

levedad de todo ser…(Kundera).

Pero vives

en el más hondo susurro

del aire primaveral.

 

Por la brisa de tu voz

(la de Streisand, y de Sky Davis también)

he pensado que el amor puede ser cierto;

que el planeta nuestro es paraíso

y que el Hombre en general es bueno.

 

Tu voz

manantial de certidumbre clara.

Tan espontánea. Bella. Tan distante.

Que los conservatorios gimen

el nunca haberte cobijado.

 

El sollozo y la completa dicha

se armonizaron nítidos, perfectos,

en la línea ondulada de tu voz.

Tu alma, tu sonrisa y canto

fabricados con el polvo celestial

iluminaron la flaca adolescencia

de nuestros años insípidos, ya idos.

 

Te fuiste

como nos vamos todos para siempre.

Y sin embargo, queda aquí,

tu vellocina voz

en un recodo sacro

de mi “pagano” corazón,

grabada en terciopelo de arco iris.

(Bien lo sabe Degrández).

 

Ya nada va quedando

del ruido de este siglo;

pero tu sobrio canto

querubínico

se expande suavecito

(mejor que los violines y las mieles esporádicos)

sobre la piel de las galaxias

en estado de fuga.

 (Nota: También este poema se encuentra en el libro

Paciente inglés: reflexiones en el cine, de Segisfredo

Infante –págs. 25-26–, Editorial Universitaria

de la UNAH, marzo 2001.

 

Amor a los diccionarios

Por Jorge J. Fernández Sangrador

 

En el loft en el que transcurrían sus días reinaba ese controlado desorden en el que suelen vivir las personas interesantes, al más puro estilo Einstein, al que se le atribuye el dicho de que si una mesa abarrotada es síntoma de una mente caótica, ¿de qué tipo de mente lo es un escritorio vacío?

La impresión de desorden en el domicilio neoyorkino, en Greenwich Village, de Madeline Kripke se debía a que los rimeros de libros se alzaban por doquier. Poseía 20.000 volúmenes, de los que la mayor parte eran diccionarios y obras sobre diccionarios y lenguaje. No faltaban tampoco los retratos de lexicógrafos y los periódicos conservados con la ingenua esperanza de que, en un futuro improbable, pudieran ser releídos, o consultados, u ordenados.

Sus predilectos eran los diccionarios de términos jergales, tan frecuentes entre los angloparlantes, a los que ellos denominan, en su idioma, “slang”. En la biblioteca de Madeline había recopilaciones de los vocablos que usan los cowboys, los marineros, los soldados, los del circo, los estafadores, los carceleros o los vagabundos, por poner solo algunos ejemplos.

La fascinaban las palabras. Cada palabra. Todas las palabras. Cuando era niña, anotaba las que le resultaban nuevas, sugestivas, incomprensibles y significativas. Se las aprendía de memoria. Las repasaba. Supongo que sabría aquello de que para retener una palabra hay que haberla olvidado nueve veces.

Nació, en 1943, en New London (Connecticut), en el seno de una familia judía, aunque creció en Omaha (Nebraska), en donde su padre, Myer Samuel Kripke, era rabino de una comunidad conservadora. De niña, le gustaba estar sola o retirada en su habitación, entregada a la lectura: «Leía y leía y leía y leía y leía”, comentaba.

Hasta que un día, cursando ella quinto, sus padres le regalaron un “Webster’s Collegiate Dictionary”, produciéndose una inflexión en su vida: «Ya podía leer en cualquiera de los niveles que yo quisiera». Fue entonces cuando comenzó a aprender diariamente diez o quince palabras, que apuntaba en un cuaderno y repasaba y repasaba hasta lograr incorporarlas definitivamente a su acervo lingüístico. Y así durante años.

El escritor y pensador estadounidense Ralph Waldo Emerson sostenía que «no es un mal libro, para leer, un diccionario. No contiene banalidades, ni explicaciones superfluas, y está repleto de sugerencias, de materia prima para posibles poemas y narraciones». Lo cual es verdad. Decía Carlo Maria Martini, el jesuita que fue cardenal arzobispo de Milán, que, en su adolescencia, su lectura preferida era la de un diccionario.

Ahora bien, en el cultivo de ese afecto y dedicación al logos juega una función determinante, además de la escuela, la familia. Habría que ver cómo eran las conversaciones a la hora de comer en casa de Madeline, con su padre, Myer Samuel, el rabino, erudito en la escrituras sagradas del judaísmo y en el talmud; su madre, Dorothy, educadora y autora de libros para niños; su hermana, Netta, especialmente dotada para las lenguas, la música y la psicoterapia; su hermano, Saúl, que aprendió hebreo, él solo, cuando tenía 6 años, leyó las obras completas de Shakespeare con 9, escribía teoremas con 17 y ahora es profesor de Lógica y Filosofía en la Universidad de la Ciudad de Nueva York.

Madeline falleció en abril a causa de complicaciones ocasionadas por el coronavirus. Nadie sabe a dónde irá a parar su amorosamente cuidada y especializada biblioteca de diccionarios, a cuyo incremento, clasificación, contemplación y lectura dedicó su vida entera, mostrándose así verdadera hija y heredera del pueblo de Israel, constituido depositario del “dabar” de Dios, es decir, de su palabra, dada a conocer en la biblia, en las tradiciones recibidas de los antepasados y por la diversidad de lenguas con las que nos comunicamos unos con otros.

La Nueva España, domingo 21 de junio de 2020, p. 24

Pedro Alejandro Batista, Genealogía y personalidad de Nicolás de Jesús cardenal López Rodríguez

Por Miguelina Medina

 

“Investigando la historia de los López y los Rodríguez, y escudriñando la forma de actuar de Nicolás de Jesús López Rodríguez, podemos afirmar, sin lugar a dudas, que esta le viene en gran parte de sus ancestros y sus propias vivencias en el seno familiar” (Pedro Alejandro Batista)¹

El autor de esta obra, Pedro Alejandro Batista, «lleva varios años componiendo los troncos genealógicos de la provincia de Espaillat, siendo esta la primera obra en este contexto. Es sacerdote de la Arquidiócesis de Santiago de los Caballeros; ha sido párroco de la Iglesia Nuestra Señora del Rosario de Moca, de la cual expresó el cardenal: “Esta iglesia tiene un significado muy especial para mí familia, ya que muchos de mis ancestros, fueron bautizados, casados y sepultados aquí (Moca, 2011)”», (p. 18).

Expresa el autor que “profundizar en este tema es arduo y profundamente agotador”. Pero, pese a este gran trabajo “agotador” que él expresa, también reconoce que “al mismo tiempo la satisfacción es plena cuando se ha arribado a los objetivos o metas propuestas”. Esta meta alcanzada él la expone concisa y clara: “presentar la genealogía del cardenal Nicolás López Rodríguez, partiendo del origen canario de sus cuatro abuelos, nativos de Estancia Nueva, y, a través de ella, estudiar su personalidad”. Y nos explica cómo llegó a su objetivo (p. 107). Veamos:

Resumen de la investigación (pp. 107-111)

“Lo que se ha logrado en esta investigación”

1.-El autor explica que “lo primero fue presentar el contexto de cómo las islas Canarias han dejado un fuerte legado en la composición social de la nacionalidad dominicana desde el descubrimiento de América hasta nuestros días, y cómo se ha mantenido esta herencia entre nosotros”. Explica, además, que esta herencia “se logra olfatear en las propias costumbres, lengua y habla de varios sectores de nuestro pueblo”. Dice también que se puede observar esta herencia en “el arte culinario y la música de los isleños, sobre todo en los campos de algunos pueblos fundados por los canarios”.

2.-En segundo lugar dice que “para llegar a la demostración de la tesis de que la familia del cardenal López Rodríguez es de ascendencia canaria, recurrimos a los movimientos o recopilación de la parte Este de la isla Hispaniola en los tres primeros siglos de la vida colonial y a la distribución geográfica de las familias canarias en la isla”.

3.-Expresa que de esta manera pudo ver “cómo llega a Moca José Guzmán, el barón del Atalaya, al final del siglo XVIII tras el Tratado de Basilea formando parte de esa prolija familia mocana, que le ha dado grandes hijos a dicho pueblo”.

4.-Además expone el autor: “quisimos presentar los arzobispos, y obispos descendientes de las familias canarias que poblaron esta isla, en cuya tradición se inserta más recientemente el cardenal”.

“Tronco de los López”

5.-Por otro lado, explica el autor: “escudriñamos las primeras informaciones de las familias López y Rodríguez en los documentos escritos a los que hemos tenido acceso y, dentro de lo posible, las hemos enriquecido con datos de los registros civiles y eclesiales a nuestro alcance”. Consigna nuestro autor que “para el año 1721 ya se encontraban estas familias en Santiago de los Caballeros en las Revueltas de los capitanes contra las disposiciones del gobernador colonial”, y “luego en el censo del ganado en 1742”. Dice que “en 1773 se encuentra la pareja de esposos capitán don Gregorio López, tronco canario de los López, y Juana Fernández de Barrios, fundando la ermita de Nuestra Señora del Rosario en Moca, cuyo hijo Juan López Fernández de Barrios es el primer sacerdote titular de dicha ermita, que por razones desconocidas llega a Montecristi en 1783”. Explica que se puede ver “cómo y cuándo se funda la villa de Moca, los troncos de los López, Salcedo y Rodríguez llegados desde la hidalga ciudad de Santiago de los Caballeros, específicamente a las comunidades de Estancia Nueva y Santa Rosa, al igual que varias familias emparentadas con el cardenal”. Entre estas familias menciona el autor a “los Taveras, Guzmán, Torres y Valerio” (refiere el autor a los deslindes anexos para verlos en detalle). Explica que se puede ver también “cómo José Ramón López Fernández de Barrios, uno de los hijos de don Gregorio y Juana Fernández, se ubica en San José de las Matas, formando esa hermosa familia en la sierra”; y cómo así llega “a Manuel López Fernández de Barrios, otro hijo de don Gregorio, quien casa con Lorena Fernández Rodríguez, cuyo hijo José Ramón López Fernándeztatarabuelo del cardenal y muy conocido como Ramón, nace en Estancia Nueva aproximadamente en 1795”; allí este “casa con Gregoria Pérez Rodríguez y nace entre sus hijos José Ramón López Pérezbisabuelo, conocido como José, quien casa con Josefa Caba Guzmán”, quienes son “los padres de Segundo López Caba, abuelo paterno del cardenal, quien nace en Estancia Nueva el 13 de mayo de 1860”; este último “casa el 6 de julio de 1894 con Mercedes Salcedo Vásquez y procrean  nueve hijos, siendo el primero Ramón Perfecto López Salcedopadre del cardenal, quien nace el 18 de abril de 1895 y casa con Delia Ramona Rodríguez Rodríguez el 9 de febrero de 1924, de cuyo matrimonio nacen 16 hijos, entre ellos, el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez”.

Explica Pedro Alejandro Batista que “a través de otras investigaciones descubrió el tronco canario de Mercedes  Salcedo Vásquez, la abuela paterna del cardenal: el Dr. José Salcedo, médico canario que llegó a Santiago durante los años de 1700 y casó con Juana Valerio. Su hijo, Pedro Salcedo Valerio, casa con Juana Morel de Santa Cruz, y tuvieron a Fernando Salcedo Morel de Santa Cruz, casado con su prima María Gómez Salcedo, de Moca, siendo estos cuartos (sic) abuelos del cardenal”. Sigue explicado el autor que “los tatarabuelos del cardenal, Federico Salcedo Gómez y María  de Jesús Guzmán Rodríguez ya residían en La Ermita, Moca, cuando se casaron en 1841. La abuela paterna del cardenal, Mercedes, nace el 20 de octubre de 1873, hija de Fernando Salcedo Guzmán y Magdalena Vásquez Lizardo bisabuelos paternos, y casa con Segundo López Caba”. Expresa el autor que “de esta familiaridad encontramos lazos sanguíneos muy interesantes: los Vásquez, Cáceres y de la Masa, quienes también están emparentados con los Rodríguez y varios familiares de los López del cardenal”, y expresa que descubrió que “estos mismos lazos aplican por otra vía a los PP.José Benito y Luis Daniel Taveras Hernández así como al Dr. Marino Vinicio Castillo Rodríguez (Vincho), quien también es pariente por línea paterna y materna del cardenal”.

“Tronco canario de los Rodríguez”

6.-El autor investigó que los Rodríguez tienen su tronco canario en don Juan Rodríguez, oriundo de La Orca de Gran Canarias, y Estefanía Díaz Betancourt. Su nieto José Rodríguez Abréucuarto abuelo materno del cardenal, nace aproximadamente en 1778 y casa con Elena Gómez Parcel. Estos emigran a Puerto Rico y al regresar a la isla, llegan desde Santiago de los Caballeros a la comunidad de Santa Rosa en Moca, fundando esa estirpe de los Rodríguez Gómez”. Dice que su hijo Domingo de Jesús, el tatarabuelo materno del cardenal, casa el 27 de noviembre de 1844 con Margarita Comprés Lizardo, hermana de madre de los Vásquez Lizardo, y de esta unión nacen en Estancia Nueva los dos bisabuelos maternos del cardenal.

7.-“Incidencia de las familias López Salcedo y Rodríguez en la sociedad dominicana”. Así nos dice el autor (p. 109):

Presentamos, entonces, la incidencia de las familias López Salcedo y Rodríguez en la sociedad dominicana, de una gallardía puesta a prueba en diferentes épocas de la vida nacional dominicana,  mencionando otros ascendientes familiares que le han dado esplendor a la sociedad dominicana y han luchado por ella, como fueron por la línea de los López Salcedo y Rodríguez: Manuel Altagracia Cáceres Fernández (Memé), Ramón Cáceres Vásquez (Mon), Horacio Vásquez Lajara, Antonio de la Maza Vásquez, Luis Manuel Cáceres Michel (Tunti), Héctor García-Godoy Cáceres y, antes de ellos por los Salcedo: Tito, Pedro y Juan de Jesús Salcedo, así como Máximo Grullón Salcedo, héroes de la Independencia y la Restauración de la República. Entre los Rodríguez específicamente mencionamos a Doroteo, Julio, y, principalmente, a Juancito Rodríguez, hermanos del abuelo materno del cardenal, más el hijo de Juancito, José Horacio Rodríguez, primo hermano de doña Delia Rodríguez, la madre del cardenal. Ellos destacaron por su valiente lucha antitrujillista, aunque es evidente que toda esa familia Rodríguez sufrió fuertes ataques de la dictadura. También presentamos a tres hermanos López Rodríguez y a dos familiares, condecorados con la Orden al Mérito de Duarte, Sánchez y Mella.

Sobre la “personalidad del cardenal”

8.-Pedro Alejandro Batista nos dice que con todo lo anterior expuesto “prepara las bases para culminar señalando la personalidad del cardenal, y cómo esta le viene de sus ancestros. Demostrado en algunas de sus exposiciones al hablar de su propia familia y de sí mismo, las de su hermano, Dr. Agustín López Rodríguez, y la de un compañero suyo en la vida ministerial, como fue Mons. Francisco José Arnaiz” (p. 109).

“La faceta religiosa del cardenal López Rodríguez”

9.-En la secuencia lógica de su investigación, el autor expresa que se “enfocó en la faceta religiosa del cardenal López Rodríguez y cómo esta fue influida grandemente pos sus ancestros”. Y dice que encontró la “línea levítica del lado de los López a través de los sacerdotes siguientes: *Juan López Fernández de  Barrios, hermano del cuarto abuelo del cardenal, Manuel López Fernández de Barios; su sobrino, José Eugenio Espinosa Azcona (1799-1882), cura de San José de las Matas por 48 años. Este es hermano de María Petronila Espinosa Azcona, cuyo nieto Emilio Santelises, y su tataranieto, Ricardo Santelises Pellerano, fueron sacerdotes. *Contemporáneamente, Mons. Hugo Eduardo Polanco Brito, quien fue arzobispo de Santiago, Santo Domingo e Higüey —quien desconocía este parentesco, al igual que el mismo cardenal y su familia—, el P.Pascual Torres Torres, del mismo tronco familiar que Mons. Polanco Brito, y los hermanos José Benito y Luis Daniel Taveras Hernández —estos tres últimos también emparentados entre sí por múltiples vías— y el actual arzobispo de Santiago de los Caballeros, Freddy Antonio Bretón Martínez. Por la línea de los Salcedo está el P.Honorio Liz Salcedo y su hermano P.Santiago Liz Salcedo, bisnietos del Gral. Francisco Antonio Salcedo (Tito), héroe de la Independencia. *Por el lado de los Rodríguez están el P.Joaquín Rodríguez Grullón (1871-1936), hijo de un restaurador mocano, Eusebio Rodríguez, y Martina Grullón, como posible pariente, y también el P.Plinio Comprés Fermín, sds (1936-2006)” (pp. 109-110).

“Llamado al sacerdocio del P. Nicolás de Jesús”

10.-Explica el autor que “a través de un compañero en su vida sacerdotal, Juan Antonio Flores Santana”, pudo apreciar “la religiosidad de los padres del cardenal”. “Asimismo, al narrar su propia experiencia en la infancia y adolescencia, pudimos acercarnos un poco al llamado al sacerdocio del P.Nicolás de Jesús, señalando luego, sucintamente, cómo este fue ocupando posiciones importantes dentro de la jerarquía eclesial a temprana edad hasta llegar a cardenal”, añade el autor.

“Apéndices con deslindes y dispensas”

11.-El autor también explica que “incluyó apéndices con deslindes adicionales de los López, los Salcedo, los Rodríguez y familias relacionadas, junto con algunas actas  y dispensas” y que se encuentran como anexos. Dice que este “análisis contribuyó a despejar, a posteriori, incógnitas sobre el origen y parentesco de algunos familiares principales y a confirmar o enriquecer los datos de muchos”. Dice que este análisis también le ha “permitido apreciar aún más la costumbre tan arraigada en épocas pasadas, sobre todo entre españoles, de casarse entre la misma familia, entre primos, —como lo muestra la gran cantidad de dispensas por impedimento de consanguinidad mencionadas— y también entre familias de sectores cercanos, creando así parentescos múltiples entre sí”.

12.-Cita el libro de Mons. Freddy Bretón   

Queremos citar a Mons. Freddy Bretón en la introducción de su mencionado libro El apellido Bretón en la República Dominicana, refiriéndose a este trabajo de investigación: “He pasado de la ignorancia de muchas cosas a la alborozada conciencia de raíces perdidas o al gozo del hallazgo de parientes repentinos. He ido de sorpresa en sorpresa, comprobando documentalmente […] tradiciones orales” de estas familias (p. 110).          

A continuación veamos las informaciones un poco más detalladas

“Personalidad de José Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez”

Sobre “el nombre de Nicolás”. Expresa el autor que “recurrir a medios sencillos para tener una noción rápida de la personalidad de un ser humano […] puede llevarnos a resultados curiosos”. Dice el autor que al consultar el nombre de Nicolás en El libro de los nombres, de Luis Tomás Melgar, encontró que el nombre Nicolás significa lo siguiente –entre algunas de las definiciones—: una persona que tiene las ideas claras y suele saber exactamente qué hacer en cada circunstancia […]. Sin embargo, explica  Batista, que “para entender y comprender mejor a la persona hay que analizar su genealogía, comportamientos familiares, mitos o patrones preestablecidos, sus orígenes, cultura, entre otros, y cómo descendiente de canarios o insulares, el cardenal López Rodríguez ha recibido esa herencia que corre por las venas”. Y dice que los documentos a los que ha tenido acceso le “confirman que han sido hombres de trabajo, respetuosos, de una sola cara”.

Sobre la “influencia familiar del cardenal”. El autor expone: “investigando la historia de los López y los Rodríguez y escudriñando la forma de actuar de Nicolás de Jesús López Rodríguez,  podemos afirmar, sin lugar a dudas, que esta le viene en gran parte de sus ancestros y sus propias vivencias en el seno familiar”. Dice que apoya esta afirmación en los “escritos y entrevistas concedidas a varios periodistas, en un escrito de su hermano Agustín sobre la vida de su madre, como también a lo externado por compañero sacerdotes muy allegados a él”.

1.-“Lo expresado por el cardenal en sus escritos”

Es seguro que me he equivocado en más de una ocasión, pero el Señor sabe que en todo momento he querido ser un hombre auténtico, sin dobleces, sin mentiras ni hipocresías, que no se compadecen con mi forma de ser; fiel a la palabra dada, abierto a todos, con una especial predilección por los jóvenes(“En la homilía que pronunciara en la Catedral Primada de América, con ocasión de sus bodas de plata sacerdotales el 18 de marzo de 1986”).

Afirma el autor que con estas palabras “él mismo retrató su personalidad” (p. 92). Y añade que “un año anterior, el cardenal, al pronunciar las palabras centrales de un acto dedicado a su madre, doña Delia Rodríguez Rodríguez, expuso su visión  sobre la maternidad, elogiando a su madre por su sencillez, el patrimonio que ha regalado a la sociedad dominicana con una fecunda prole de 16 hijos, ocho varones y ocho hembras, a los que se suman numerosos nietos y bisnietos, que coronaban los 83 años que cumpliría en esos días”. Y explica, además, el autor, que “en ese contexto el cardenal aprovechó la ocasión para señalar la vocación maternal y, al mismo tiempo llamaba la atención sobre la confabulación internacional, muy bien organizada y financiada, promovida por médicos sin conciencia, que se dedicaban a la tarea de tronchar vidas humanas concebidas o a evitar su concepción recurriendo a los anticonceptivos, llegando hasta el abominable crimen del aborto”. “En ese sentido afirmaba que son millones de víctimas de estos genocidas de nuevo cuño todos los años”, apunta el autor  (p. 92).             

Pedro Alejandro Batista expresa que el cardenal “evidenciaba la gratitud al coraje de su madre”, cuando expresó: 

Los que hemos tenido la suerte de contar con una madre generosa que desafió peligros, riesgos personales e incluso vaticinios gravemente preocupantes sobre su propia vida, de parte de autorizados médicos, en el caso de eventuales embarazos futuros, jamás daremos gracias suficientes a Dios por su coraje, por no habernos rechazado, por haber querido ella que nos «sentásemos al banquete de la vida», en una palabra por no haber permitido que se frustraran culpablemente los planes del Señor sobre determinadas personas.

Y dice que según pudo “deducir de la entrevista con su tía, doña Altagracia López Salcedo, desafió al médico vegano que le dijo que el hijo que venía en camino iba a nacer con marcadas deficiencias y que debía prepararse porque estaba en juego su vida”. Y expresa el autor que “dicho anuncio llenó de pesar el corazón de esta madre cristiana, la cual subió con prontitud a Santo Cerro, a ofrecer una promesa por la criatura que llevaba en su vientre”. Explica que “este sería su décimo parto; después del mismo llegarían seis criaturas más, para sumar sus dieciséis hijos. Nicolás de Jesús ocupa el séptimo lugar entre los varones, pues después de él solo estaba Francisco José (Franco). Las siguientes cinco fueron mujeres” (p. 92).

 2.-“un escrito de su hermano Agustín sobre la vida de su madre”

Otro testimonio que resalta el autor sobre la vocación maternal de la madre del cardenal es el siguiente: “El Dr. Agustín López Rodríguez en una biografía de su madre doña Delia, corrobora lo expuesto por el cardenal sobre su vocación maternal y sus convicciones cristianas al reseñar que cuando nació su hermana Socorro Ondina, a mediados de la década de 1930, la salud de doña Delia quedó muy deteriorada, llegando a pesar 70 libras. El médico recomendó no tener más hijos, pues corría el riesgo de perder la vida. Es cuando se dirige al memorable padre Fantino buscando su consejo, el cual fue: confiar en Dios, dos años más tarde, nace Nicolás de Jesús”.

“Tú estás en el mundo porque yo fui una mujer valiente” (doña Delia Rodríguez Rodríguez)

Esta hermosa frase, recogida y consignada por el autor en esta obra, la expresaba la madre del cardenal “cuando este comenzó a tener uso de razón” (p. 93). “Doña Delia falleció a los 92 años de edad, luego de ver a su hijo ordenarse sacerdote y ser consagrado obispo, arzobispo y cardenal”, según expone P. A. Batista (ver p. 93).

Pedro Alejandro Batista recoge, además, otros datos que él entiende “tuvieron influencia en la vida familiar” del cardenal, los cuales son ofrecidos por don Agustín en la biografía mencionada. Dice que este “recuerda los valores humanos y las virtudes que les inculcaron desde niños a sus hijos don Perfecto y doña Delia, además de la importancia que le daban a su educación”: «por eso se explica que la mayor parte de ellos alcanzaran una formación académica de nivel universitario», entre los que se encuentran numerosos profesionales, tales como médico, arquitecto, farmacéutico, dentista, abogado, sacerdote, veterinario y optómetra”. Y distingue la virtud de que «Doña Delia sentía complacencia cuando ofrecía ayuda a la gente necesitada y eso la convirtió en una mujer de servicio», consigna el autor de las palabras reseñadas por don Agustín (p. 93).

3.-“lo externado por compañeros sacerdotes muy ligados a él”

Pedro Alejandro Batista expone que “en un extenso artículo publicado en el Listín Diario en 2011, «Los cincuenta años de vida sacerdotal», Mons. Arnaiz detalla la vida sacerdotal y la obra del cardenal López Rodríguez, del cual tomamos algunas acotaciones acerca de su personalidad”.

“Al reseñar su designación como obispo en 1978, señala” (p. 94):

Tenía ya fama de dinámico y tenaz, de incapaz de dobleces, de firme y resuelto, de fiel y cumplidor, de limpio de mente y cálido de trato, de altamente dotado y eclesiásticamente bien preparado […]. En su ordenación como Obispo sus palabras programáticas enardecieron a los miles de personas que abarrotaron el Estadio de San Francisco de Macorís. En ellas se reveló nítidamente ya su temple de líder y su capacidad organizativa, delineando un plan de acción, amplio y concreto, incisivo y visionario, al que se atendría 

“Refiriéndose a los 25 años como arzobispo de Santo Domingo, destaca” (pp. 94-95):

Los tiempos que abarca su arzobispado entre nosotros no han sido mansos ni fáciles ni lo siguen siendo. Con frecuencia el acontecer nacional se ha encrespado y el horizonte se ha anubarrado y ha habido entonces que llamar a la cordura y aportar luz, función que jamás ha esquivado nuestro Cardenal. A despecho de críticas favorables o adversas su voz firme y responsable jamás ha faltado y siempre ha estado disponible y dispuesto a ofrecer su persona para salir airosos de nuestros continuos atolladeros políticos.

López Rodríguez no sabe de frivolidades, devaneos y condescendencias en el pensar. Le fascina buscar y dar con la verdad y transmitirla fielmente. Poco amigo de retóricas y rodeos le gusta ir directamente al tuétano de las cosas y comunicar con sencillez y claridad sin rehuir jamás responsabilidades propias.

“la familia López Rodríguez y la tiranía de Trujillo”

“En otro orden, es importante reseñar algunos pormenores sobre la familia López Rodríguez y la tiranía de Trujillo”. Dice el autor que en una entrevista concedida a la periodista Wendy Santana en 2010, el cardenal compartió muchos datos interesantes sobre este período, entre los cuales afirmó (p. 95):

Mi familia fue maltratada, pero más lo fue el pueblo y todas estas mujeres admirables y heroínas que uno se inclina ante todas ellas, todas de gran dignidad, mujeres que les mataron a sus novios, sus esposos, sus hijos, y otras que sufrieron en carne propia la tortura por ser opuestas al régimen.

El autor consigna, basado en la susodicha entrevista, que el cardenal “Destaca que «Trujillo es una pesadilla para la historia»”, y lamenta mucho «ver gente defendiendo lo que no puede defender»” (p. 96). Expresa que “las vivencias difíciles que sufrieron tantos familiares cercanos, y la entereza con que las enfrentaron, fueron moldeando el temperamento del futuro cardenal”. Y dice “por eso, no ha de extrañarnos lo que expresa en 2012 a la periodista Norys Sánchez sobre la vida política, desvelando así su firme y fuerte carácter” (p. 96):

Soy un hombre de una gran libertad de espíritu. Conmigo no se mete nadie, político o no político. Tengo mis convicciones, tengo una formación profesional muy seria. En el mundo político hay de todo, hay gente de gran capacidad, de una gran valía, hay gente también no tan capacitada, hay gente mediocre, dirán que también nosotros tenemos, y en efecto, se puede hacer cualquier afirmación de esas, pero me siento con absoluta libertad frente a cualquier persona.

 

El doctor Bruno Rosario Candelier, en su discurso de valoración literaria de esta obra, en la puesta en circulación del libro en Moca, el 15 de noviembre de 2019, expresó:

Esta es una obra fundamental para nuestro pueblo, para conocer, incluso, la historia de Moca esta obra da muchas luces. Hay muchos datos, muchas referencias, muchos detalles sobre el comportamiento de nuestro pueblo al través de las personalidades que el padre Batista enfoca en esta obra aunque, desde luego, él centra su trabajo de investigación en la genealogía y la personalidad de López Rodríguez, porque él eligió a ese protagonista, a ese personaje como el protagonista de su investigación genealógica. Quien hace una investigación genealógica automáticamente se remonta a los orígenes, es decir a la etapa inicial de algo, y en este caso de una persona, puede ser de una familia o de un pueblo. El hecho de rastrear los orígenes de una persona supone un trabajo de investigación inmenso. Yo me imagino las horas de trabajo, de estudio, de exploración, de curcuteo que hizo el padre Pedro Alejando para confeccionar este libro porque cuando ustedes lo tengan en sus manos se van a dar cuenta de tantos detalles. El hecho de organizar el origen de tantas familias mocanas en esta obra, yo mismo me preguntaba: ¿Y cómo pudo encontrar esos datos? ¿Qué virtud tiene el padre Pedro Batista para olfatear el dato preciso que dé cuenta de un detalle que sirva como calificador de un personaje, que nos revele la idiosincrasia de un pueblo, que nos revele detalles históricos, lingüísticos, antropológicos en ese estudio genealógico de tantas familias como él exploró  para dar como resultado esta obra que se llama Genealogía y personalidad de Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez? Al hablar de la personalidad de López Rodríguez, naturalmente, se trata de una personalidad carismática como, sin duda,  lo fue Cardenal López Rodríguez, un hombre que tuvo un peso histórico, religioso, cultural, eclesiástico en nuestro país por el peso intelectual y moral y espiritual que había heredado de su familia. Aquí, en esta obra podemos apreciar el tremendo influjo de una familia en la formación de un niño, en la formación de una persona, en el derrotero que alguien asume y proyecta a través de su conducta y de su obra […]. Puedo apreciar en este libro una redacción impecable, es decir el autor de esta obra sabe usar la palabra, tiene conocimiento del lenguaje, lo usa con propiedad, con rigor, con precisión y, por supuesto, se ajusta a la normativa gramatical y ortográfica en todo momento […].

Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez expresa en su comentario incluido en esta obra lo siguiente:

Tal como expresa el Rvdo. Padre Alejandro Batista en la introducción de este libro, hace varios años acepté gustosamente una invitación que me hizo para asistir a las fiestas patronales de la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario de la ciudad de Moca, donde él ejercía para entonces las funciones de párroco, ocasión en la cual, mientras sosteníamos un cambio de impresiones de carácter general, le manifesté que mis cuatro abuelos eran mocanos y que yo tenía la creencia de que descendían de canarios.

Como es natural, tratándose de un experto en genealogía, al parecer al padre Batista se le ocurrió de inmediato la generosa idea de investigar a profundidad, por los medios a su alcance las raíces históricas de mi familia […].

Es digno de mención el hecho de que, como resultado de ese loable esfuerzo, el padre Batista ha realizado una labor encomiable, sobre todo si se tiene en cuenta lo difícil que es en nuestro país tener acceso a ese tipo de datos e informaciones, principalmente debido al precario estado de conservación en que se encuentran numerosos archivos nacionales. Esto equivale a decir que, si el propósito perseguido por este sacerdote era el de darme una sorpresa muy agradable, ciertamente lo ha logrado con creces.

Por consiguiente, quero dejar constancia de mi caluroso reconocimiento y eterna gratitud al Rvdo. Padre Pedro Alejandro Batista, por su excelente trabajo, el cual valoro y aprecio con toda la extensión de la palabra, ya que en lo adelante nuestra familia puede contar con una orientación precisa de sus raíces ancestrales incluso muchos años antes de que nuestro país naciera como República soberana e independiente.

Monseñor Jesús María De Jesús Moya, Obispo emérito de San Francisco de Macorís (sic), escribió lo siguiente en el prólogo de esta obra:

El querido padre Pedro Alejandro Batista, eficiente formador de nuestros futuros sacerdotes en nuestro Seminario Mayor, ha querido que yo le haga el prólogo a una riquísima genealogía y personalidad de nuestro muy amado cardenal López Rodríguez.

Querido padre Alejandro, tú no te imaginas lo mucho que te agradezco el que hayas tenido la confianza de confiarme este prólogo de esta genealogía de una egregia figura a la que yo personalmente admiro y quiero tanto […].

No es posible explicar en un breve  prólogo tantas vivencias, tantos ejemplos en los once años de compañerismo en el Seminario, y la cercanía espiritual y pastoral en los cincuenta y seis años que llevamos como sacerdotes, y tantos años como obispos y Nicolás como cardenal, que ha sido la mayor bendición para la República Dominicana, sin mencionar todos los servicios a él confiados, tanto en el Consejo Episcopal Latinoamericano, como en el Vaticano en diversas y variadas Congregaciones.

¿Cómo puede uno valorar al escritor de tantas obras, de tantos temas y cómo ponderar al honrado y sincero comunicador? Cuando se le oye, a la primera frase ya usted entiende y descubre lo que él dice y cómo entiende lo que dice.

El planificador pastoral: solo pongo un ejemplo. Al ser nombrado Obispo de san Francisco de Macorís escribió su primera Carta Pastoral a la Diócesis, en la que anuncia una completa planificación pastoral que lo abarca y contiene todo. Al llegar yo a la Diócesis en 1984, lo que hice en los veinte y ocho años que pasé coordinando esta Iglesia local fue darle cumplimiento práctico a lo ya planificado. Y miren, no tocó el crecimiento de la Iglesia primada de América que refleja en el Cardenal López Rodríguez al gerente perfecto y al pastor incansable.

Al leer despacio, nos vamos a encontrar en esta genealogía una serie de importantes familias y de preciosos valores por sus aportes a la grandeza de esta República.

Para terminar, quiero resaltar las bellas fotografías incluidas en esta obra, impresionante emoción estética que nos regala. Muchas gracias, al autor, por esta majestuosidad.

“La satisfacción es plena cuando se ha arribado a los objetivos o metas propuestas”. (Pedro Alejandro Batista).

La memoria vicaria

Por Marcio Veloz Maggiolo

(Para Bruno Rosario Candelier)

   Cuando Luis Martín Gómez me hizo aquella suculenta entrevista para su programa de televisión, publicada luego en la prensa nacional, en los comentarios de algunos lectores salió a relucir lo que llamaba en aquel momento “la memoria vicaria”. Los lectores pidieron explicaciones, y ahora, con los años y de vuelta a la pantalla donde aún están “frizadas” las preguntas, contesto en el momento en que voy pensando en pasajes de un cuento basado en la interacción posible  de esa memoria.

Fue Bruno Rosario Candelier quien una vez me puso al tanto de que yo usaba con frecuencia la que él llamaba “memoria vicaria”, o sea la memoria del otro, pero que pasada a tu conciencia ya no es del otro sino tuya por adscripción, porque lo que haces con ella es transformarla, usándola para forjar con ella una memoria diferente, que no es ni la real, ni la que heredaste. Pero dicho así parece fácil.

Un personaje puede surgir de tu propia experiencia y lo conoces sólo en una faceta del recuerdo. Entonces lo escoges para reconstruirlo en un texto aunque sepas muchas cosas sobre el mismo, pero no todas. Cuando has intentado meterlo en un texto literario empiezas a pensarlo de otro modo y, entonces, si tienes al lado un coetáneo, alguien que conocía el personaje en la realidad, es éste quien al darte nuevas informaciones que no has vivido, pero que han sido contemporáneas, te permite construir un ser que, basado en la realidad, es otro, porque ambas memorias, la tuya y la que recibes, terminan complementándose, y ese complemento es el que te ayuda a cincelar un personaje que ya no es el real, sino su base misma; un personaje que aun viviente, como pasa muchas veces, se reconoce él mismo en trazos, en trozos, en acciones que son parecidas a las de la realidad que viviera o viviéramos; un personaje que sufrirá la inventiva y a veces hasta la invectiva del escritor. La memoria vicaria busca, entre las opiniones ajenas, aquellas que se acomodan a la redacción y a la creatividad. Los recuerdos del otro pueden ser una búsqueda personal, pero igualmente llegan sin que el otro se lo proponga, formando parte de una memoria que estaba casi muerta y que ahora, con la del amigo o con el informante inadvertido, renace y toma forma literaria.

Todo escritor, y principalmente los novelistas, acuden con frecuencia a la memoria vicaria, la que surge en ocasiones sin proponértelo, como cuando en un ratón que busca el queso encuentras en un recuerdo ajeno manera o modo de completar el tuyo, enriqueciendo de modo tal al personaje que a veces él mismo sería incapaz de reconocerse.

La memoria vicaria funciona como una base para la reconstrucción de los personajes, pero es rescate de los mismos cuando alguien aporta experiencias que compartías y que no recordabas. Hace ya unos años un viejo y querido amigo que aparece en una de mis novelas como un líder barrial en el aspecto erótico, me regañó acremente diciéndome que nunca intentó suicidarse cuando su padre se dio cuenta de sus amores clandestinos con una joven prostituta; además me corrigió aseverando que la chica que yo mencionaba como su adorada ilusión, no se cortó las venas por él. Penetraba él en mi memoria ya consolidada y tan mía como la de él, que era ahora la auténtica, para descargarme el regaño con una sonrisa. Cuando le expliqué que había copiado su aventura a mi modo entendió que el personaje de la novela, en cuanto ya fue escrito, dejaba de ser él, y que si se identificaba, y peor, lo proclamaba, muchos pensarían que lo narrado por mí era cierto, y tendría que enfrentar una parte de su biografía totalmente imaginaria, de la cual, él, en carne y hueso, nunca participó.

Sonriendo me dijo que entonces estaba mintiendo a costa de él, y tuve que explicarle, me mentía a costa del personaje vicario, porque lo había transformado gracias a viejas conversaciones que aseguraban que él, en verdad, había participado en los hechos casi del modo en que yo los reconstruía.

Un personaje tiene, como se ve, profundas raíces vicarias: las que buscamos para entender mejor lo que vamos a crear, y las que están de viejo dentro de nosotros gracias a arcaicas informaciones que nunca decidimos poner en claro porque servían notoriamente para que la imaginación floreciera a su modo, que es al fin y al cabo uno de los atributos mayores del narrador.

(Marcio Veloz Maggiolo, “El correr de los días”, Listín Diario, Santo Domingo, 28 de noviembre de 2014).

Entrevista a monseñor Freddy Bretón sobre su novela: «Me mueve a escribir lo mismo que me mueve a vivir»

Por Wendy Almonte 

El Caribe, 8 junio de 2020

 

Monseñor Freddy Bretón Martínez ha publicado más de 10 libros de cuentos, poesías, ensayos y novela. Conquistó el Premio Nacional Feria del Libro Eduardo León Jimenes con la novela Los entresijos del viento.

 

   Santiago.- A la par con su vocación sacerdotal, Monseñor Freddy Bretón Martínez cultivó el arte de escribir. Estando en el seminario, cuando tenía 16 años, leyó en un acto público un poema que había escrito, marcando así el inicio de su incursión en la literatura.

El arzobispo metropolitano de Santiago le ha “robado tiempo al descanso” para escribir en medio de sus ocupaciones pastorales, y a la fecha ha publicado más de diez libros de cuentos, poesías, ensayos y, recientemente, su primera novela Los entresijos del viento, con la que conquistó el Premio Nacional Feria del Libro Eduardo León Jimenes.

Para Bretón Martínez, recibir este premio ha resultado una sorpresa absoluta, algo diverso en medio de la pandemia, pero, además, un espaldarazo a su trabajo y un reconocimiento a la obra de su padre y madre, familiares, profesores, y tantas otras personas que han influido en él.

 

   En una ocasión dijo que el viento es el principal protagonista de esta novela, ¿por qué lo es?

Creo que el protagonista es el viento. Es un decir, pero el libro lleva por subtítulo “novela intencionalmente eólica”. Quizá se pueda decir que está vertebrada sobre ese elemento tan especial, sutil y necesario para la vida. De hecho, la obra inicia y se termina con el viento. Pero no digo más, para que pueda verlo el lector. ¿De qué trata? El jurado la llamó “ficción autobiográfica”. Es la vida de uno y de muchos.

 

   La obra trata de las interioridades y peripecias de alguien, ¿ese alguien es usted mismo?

Fundamentalmente sí. Pero por vía de la memoria vicaria he asumido otras muchas experiencias ajenas, reales o ficticias, que vuelven al protagonista y a los demás personajes como una especie de “personalidad corporativa”.

 

   ¿Qué tanto de ficción y realidad tiene la novela?

No lo sé con exactitud, pero tiene realidad por los cuatro costados. Hay cosas en ella que parecen ficticias y no lo son; entre nosotros, como se sabe, a menudo la realidad supera a la ficción.

 

   ¿Por qué en sus obras emerge mucho la narrativa de vivencias de infancia?

Será porque uno habla de lo que vive. Contamos la infancia y la vida. Creo que es herencia familiar.

 

   ¿Qué mensaje quiere llevar con esta obra literaria?

Ninguno en particular. Entiendo que toda vida, aun la más humilde, merece ser contada. ¿Para qué la contamos? En este caso, principalmente para disfrutar al escribirla y para que algún lector también la pueda disfrutar.

 

   ¿Con cuál género, en los que ha escrito, se siente más identificado?

Con todo. Pero empecé por la poesía.

 

   ¿Qué le mueve a escribir?

Creo que lo mismo que me mueve a vivir.

 

  ¿Planifica las historias al detalle antes de escribirlas o las deja surgir sobre la marcha?

Puede comenzar como una simple idea que va buscando un modo de expresión, y que se perfila poco a poco, o mucho a mucho, hasta encontrar su forma momentáneamente final. O tal vez, verdaderamente final.

 

   ¿Cómo mezcla su labor pastoral con la literaria?

Es problemático. Hace muchos años, un venerable eclesiástico me amonestaba paternalmente: “No tomes tiempo de la labor pastoral para escribir. Yo escribo, pero lo hago de noche”. Tiempo después me enteré de que los compañeros de casa de este eclesiástico deseaban que escribiera de día, pues cuando ejercía su labor escritural nocturna, amanecía de mal humor. Esto, no obstante, he tenido que robarle algún tiempo al descanso, pues debo cumplir con mi deber pastoral. Pero nada impide que haya tomado alguna nota bajo un árbol, mientras descansaba brevemente el mulo; o en la carretera, mientras voy de viaje.

 

   ¿Por qué se interesa un sacerdote en incursionar en la novela y la poesía?

“Cada uno nace con lo suyo”, decían nuestros mayores. Quien tiene el don de escribir, busca la ocasión para hacerlo; y con ello dice y se dice. Necesita expresarse y lo hace con el género literario que más le cuadre.

 

   ¿Se apoya en el país el arte literario?

No sé si suficientemente, pero creo que hay buenas señales. El mismo Premio Feria Nacional del Libro E. León Jimenes es muestra de ello.

 

   ¿Qué cree que hace falta para incentivar el arte de escribir?

Fortalecer la educación desde el hogar hasta la universidad, enseñando especialmente a valorar el gran tesoro que es el propio idioma y los demás idiomas.

 

   ¿Se identifica con un estilo narrativo?

El que se parezca más a la vida, sin mucho artificio; cuidadoso, pulido, pero no manierista. Si de lectura se trata, se supone que debo leer de todo. El confinamiento, por ejemplo, hizo que volviera a leer “La noche oscura”, de san Juan de la Cruz; o el “Diálogo de la Divina Providencia”, de santa Catalina de Siena. Pero también, las casi mil páginas de la novela Tú no matarás (2018), de la española Julia Navarro.