Latinajos

Usar palabras raras no es signo de buen hablar o escribir, por mucho que algunos se empeñen. No se habla o se escribe mejor según la longitud de las voces o su supuesta extrañeza. La bondad de las palabras está en una elección apropiada. Decía Juan de Valdés en su Diálogo de la lengua allá por 1535: “Escribo como hablo; solamente tengo cuidado de usar de vocablos que signifiquen bien lo que quiero decir, y dígolo cuanto más llanamente me es posible”.

Del latín conservamos tal cual expresiones que han sido siempre parte de la lengua culta. Hay quien gusta de incrustarlas por doquier, como si le aportaran a lo que dicen un discutible regusto a cultura. Algunos latinismos se han popularizado en nuestra expresión diaria. Tanto a los parejeros como a los buenos hablantes siempre nos viene bien saber cómo se escriben correctamente y qué significan.

Puesto que se trata de expresiones de otra lengua deben escribirse en cursiva o entrecomilladas y sin tildes. Cuando escribimos debemos revisar su ortografía a priori (‘con anterioridad’) o a posteriori (‘con posterioridad’). No nos sirve citarlas grosso modo, ‘aproximadamente, a grandes rasgos’. La consulta de un buen diccionario es una condición sine qua non (‘imprescindible’) para aprender a conocerlas y debe hacerse motu proprio (‘por propia iniciativa’). Sin un uso apropiado, y comedido, de los latinismos nuestros textos serán considerados, como poco, sui generis (‘peculiares’) y tildados de incorrectos ipso facto (‘en el acto’).

A todos nos vendría de perlas un alter ego (‘persona de confianza que hace las veces de otra’) que nos señale algún que otro lapsus linguae (‘error de lengua’) o lapsus calami (‘error de escritura’). Los errores en las expresiones latinas no son peccata minuta (‘faltas pequeñas’). Más de uno de estos latinajos, como se los llama despectivamente, puede provocar que nuestras palabras o nuestros escritos sean recibidos con un vade retro.

© 2015 María José Rincón González

Taller de lectura de los clásicos

 

La Academia Dominicana de la Lengua les propone en 2015 un Taller de lectura de los clásicos de la lengua española. Decía Italo Calvino que «Los clásicos son esos libros de los cuales se suele oír decir “Estoy releyendo…” y nunca “Estoy leyendo…”».

Tengo la suerte de que mi primer contacto con las obras fundamentales escritas en nuestra lengua se diera en mi infancia. A fuerza de oír hablar de ellas como parte una tarea escolar empecé a leerlas con una leve sensación de aburrimiento. La escuela está obligada a acercarnos a los clásicos con la esperanza de que en alguna lectura salte la chispa del enamoramiento: «No se leen los clásicos por deber o por respeto, sino solo por amor».

Con el tiempo la relectura de los clásicos empieza a parecernos imprescindible porque, citando a Calvino, «un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir».

El español es una lengua de rica tradición literaria. Es mucha la tarea, pero la recompensa es incomparable. El taller de lectura de los clásicos de la Academia quiere proporcionar a los lectores herramientas prácticas que los ayuden a disfrutar su lectura. Hemos elegido una obra emblemática para cada taller, desde el Cantar de Mío Cid a las Coplas de Manrique, desde el Libro de buen amor del Arcipreste de Hita a la picante Celestina.

Si ya los han leído, anímense y reencuéntrense con nuestra mejor literatura. Si es su primera vez, tengan presente el consejo de Italo Calvino: «Se llama clásicos a los libros que constituyen una riqueza para quien los ha leído y amado, pero que constituyen una riqueza no menor para quien se reserva la suerte de leerlos por primera vez en las mejores condiciones para saborearlos».

 

Fin de año

Cada año, cuando llegan estas fechas, acostumbramos a desear lo mejor a los que nos rodean. Los deseos son siempre los mismos. Quizás por esta razón encontramos demasiado trilladas las palabras para expresarlos.

Para hacerles llegar a mis lectores mis esperanzas para 2015 me he auxiliado de las palabras que una mujer extraordinaria eligió para la felicitación navideña de su hija Irene en 1928.

Nadie como un hijo resume lo más  querido, lo más cercano  y, a la par, lo más desconocido. En ellos se resumen nuestros miedos y nuestras aspiraciones. Este año he descubierto a Marie Curie, primera mujer que obtuvo el Premio Nobel y, además, por si fuera poco, en dos ocasiones. Esta mujer, con una voluntad y una mente incomparables, supo expresar con palabras precisas lo que yo les deseo para el año próximo:

«Os deseo un año de salud, de satisfacciones, de buen trabajo, un año durante el cual tengáis cada día el gusto de vivir, sin esperar que los días hayan tenido que pasar para encontrar su satisfacción y sin tener necesidad de poner esperanzas de felicidad en los días que hayan de venir».

Las grandes inteligencias saben expresar también la grandeza de lo cotidiano, de lo que nos depara cada día. Este año, como casi todos, tendrá trescientos sesenta y cinco días para aprovechar al máximo.  Solo de nosotros depende que logremos apurarles hasta la última gota de aprendizaje, de alegría, de amor.

© 2015 María José Rincón González

 

Vencer al tiempo

Supe en estos días que los japoneses llaman tsundoku a las personas que gustan de acumular libros que después no leen. Me maravilla que dispongan de una palabra para eso; señal de que deben tener muchos tsundokus. Confieso que padezco ese mal, aunque yo, al final, sí los leo. Cuando me encuentro con un libro no puedo evitar el deseo de hojearlo, que lleva aparejado el deseo de leerlo y, por supuesto, de tenerlo. Si me encuentro en el metro o en la sala de espera con alguien que lee, se me van los ojos detrás de la portada y no puedo reprimir la curiosidad. Dice Lope de Vega, como solo los clásicos saben decirlo: “Es cualquier libro discreto / (que si cansa de hablar deja) / un amigo que aconseja / y que reprende en secreto”.

Un libro siempre representa la promesa de una historia, el misterio de una conjunción de palabras que nos habla desde otro lugar o desde otro tiempo. ¿Qué hay mejor que una pila de libros por leer?

Si lo que leo me gusta, no puedo parar. Si lo que leo me gusta mucho, lo hago despacio y cierro las páginas cada poco para prolongar la experiencia. Si lo que leo me apasiona, leo despacio y después releo. Y releo muchas veces, generalmente en voz alta. Las palabras bien escritas y las historias bien contadas siempre me han servido de bálsamo: contra la inquietud, contra el aburrimiento, contra la desazón. Pero también me han servido de acicate: para la alegría,  para la esperanza, para la risa, para la memoria.

Qué grande es el misterio de unas letras que van sumándose para construir un mundo que antes no existía; un mundo que, nacido de las palabras, ya no dejará de existir y habrá vencido al tiempo.

Pregúntense ahora quién como padre, como educador, como amigo, podrá dejar de inculcar el placer de la lectura a los que lo rodean. Compartan los libros. No hay enseñanza ni regalo mejor.

© 2015 María José Rincón González

Elogios del pasado – hincapié – omisión – petropopulista

ELOGIOS DEL PASADO

Hubo una época en la historia dominicana, 31 años en el siglo XX, en los cuales muchas personas en ejercicio de sus dotes intelectuales se dedicaron a enaltecer a una figura de la política del momento para ganar el favor de esta en el seno de esa dictadura.

Mucho de lo que se destiló durante esa Era fue producto de conveniencia de ambas partes. En esta sección no se analizará el tema de dónde se origina, sino de examinar las palabras y combinaciones usadas para sacar provecho de la debilidad del dictador.

Esta sección se escribe sobre todo para que los jóvenes dominicanos tengan noticias de lo que ocurrió en tiempos pasados en la historia de la República Dominicana.

Una de las características de las alabanzas es que iban encadenadas en un sinfín de títulos que ruborizarían a cualquier humano en sus cabales. La creación e invención de nuevos títulos parecía no tener límites y, los acólitos del dictador pugnaban por allegarse nuevos términos.

Fue benemérito de su ciudad natal; perínclito varón. Se dirigían a él llamándole insigne, líder indiscutible, egregio, gran caudillo, adalid, patricio, generalísimo y doctor.

Fue llamado primer magistrado, primer maestro, primer ciudadano. Se referían a su persona tildándole de: eminente, magnífico, insigne, digno.

Sus obras eran magníficas, los acontecimientos para enaltecer sus proezas eran magnos; los actos en bien de la patria eran merecedores de admiración. Era un digno representante de las aspiraciones de sus conciudadanos. Su labor era catalogada de ingente.

En el plano militar era pundonoroso, eximio, inmarcesible, magnífico, supremo guía, líder máximo; era un faro de orientación y sabiduría.

Este distinguido hombre de Estado ocupaba siempre un elevado sitial; fue el jefe, benefactor de la patria y padre de la patria nueva. Esta persona vivió en un período irrepetible de la historia dominicana que ha marcado el quehacer político de ese país.

Todas las palabras empleadas para enaltecer al ilustre forman parte de lo que se conoce en retórica con el nombre de hipérbole, que consiste en aumentar de forma exagerada lo que se expresa, que naturalmente en este caso eran galas de retórica en una competencia sin límites.

No huelga que se añada que estos “títulos” y calificativos estaban reservados para una sola persona en todo el país. Esa era una ley no escrita, respetada por todos.

 

HINCAPIÉ

“Tras ser elegida, C. dijo que en los próximos dos años trabajará con especial HINCAPIÉ en los que a su juicio, son los grandes problemas de la. . .”

La palabra hincapié se explica por sí misma, esto es, el verbo y el sustantivo que se encuentran incluidos en su formación explican el significado de esta.

Este vocablo casi ha perdido validez por sí mismo, olvidándose a veces los hablantes de que este sustantivo masculino significa ‘afianzamiento del pie en un punto para hacer un esfuerzo o para sostenerse’, que es la redacción que inserta el Gran diccionario de la lengua española de la editorial Larousse.

El término hincapié es más conocido por la locución verbal “hacer hincapié” que por sus significación propia. Como sucede con las locuciones verbales, hay algunas de entre ellas que son más rígidas que otras, que no admiten cambios, mientras que otras aceptan diferentes verbos o complementos, estos últimos cuando los hay.

La locución verbal “hacer hincapié” está consagrada por el uso en el español general. Los diccionarios solo consignan esta locución de este modo, sin consignar opciones en cuanto a otros verbos. No obstante eso, en el texto reproducido el empleo termina así: “trabajar con hincapié”.

Hacer hincapié es insistir en lo que se dice o pide. En los casos en que se utiliza la locución verbal, esta se hace seguir de algo, de alguna cosa, vale decir, insistir en ella, en algo. No está de más que se recuerde que la locución verbal estudiada admite que entre el verbo y el nombre se introduzca otro elemento para reforzar la construcción, lo que equivaldría en esta cita a escribir, “hará especial hincapié en”.

Lo que hizo la declarante, según el periodista, fue recalcar que dará prioridad durante su gestión de dos años a los grandes problemas. Hay que tener en cuenta que las locuciones verbales son combinaciones estables que se afirman por el uso constante, la repetición, y que no admiten desglose, son indivisibles, porque si se hace (la división) eso termina por desvirtuar el sentido. En terminología de especialistas estas locuciones constituyen unidades léxicas.

Al final, hay que respetar la combinación como tal y repetirla aun cuando parezca poco creativa y, a veces, se asemeje a los lugares comunes, que son las expresiones triviales y muy repetidas.

 

OMISIÓN

“Y el presidente en un pasmoso acto de OMISIÓN e incapacidad, se ocultó. . .”

El acento en esta sección se colocará sobre la posibilidad o imposibilidad de que se produzca un “acto de omisión”. No se trata de un oxímoron en esta frase, sino de una contradicción flagrante.

El oxímoron es una figura de la retórica que consiste en reunir dos palabras que son en apariencia contradictorias. En el caso de la cita se trata de una equivocación fruto de la falta de reflexión o de descuido. La balanza se inclina hacia el lado del descuido.

La omisión es la falta por haber dejado de hacer. Si es la falta de hacer no puede en ella haber acción alguna, sino la ausencia de esta acción. Alguna persona con deseos de investigación puede encontrar que en la definición de omisión esta se tipifica como la “acción y resultado”. No hay que tomar al pie de la letra el vocablo acción en esta acepción, porque de lo que se trata precisamente es de la “falta de acción”, es el “dejar de”.

Uno de los casos más comunes en que usa la palabra omisión es para referirse al pecado por omisión que consiste en no cumplir con lo mandado. Es la abstención de hacer o de decir algo. En el campo jurídico es el delito o falta consistente en la abstención de una actuación que constituye un deber legal.

 

PETROPOPULISTA

“La crisis, que economistas atribuyen al colapso del modelo PETROPOPULISTA instaurado por el chavismo, se ha visto agravado en las últimas semanas por la gradual caída en los precios. . .”

Las mayoría de las veces cuando los escribientes se aventuran a crear nuevos términos, estos no son muy afortunados. En otras ocasiones -las menos frecuentes- la combinación que nace de la inventiva léxica transmite bien la idea.

En el caso presente en esta sección la voz que resulta de juntar el componente de palabra petro- con el vocablo populista trae con facilidad la idea de utilizar los recursos del petróleo para conseguir apoyo del o de los pueblo(s).

No puede celebrarse a plenitud la creación de la nueva voz porque el prefijo petro- como tal no existe en funciones de prefijo. No es menos cierto también que en el español moderno son muchos los términos de reciente introducción que llevan este petro- como parte inicial.

Como un ejemplo de una palabra acreditada ya en el seno del español internacional, con este petro delante, puede citarse el “petrodólar” que aparece definido en todos los diccionarios modernos. Otra voz que hace largo tiempo que circula en el español corriente es petroquímica, especialmente para la industria que utiliza como materias primas el petróleo y el gas natural.

Ha de tenerse en cuenta que las definiciones del petrodólar en español y el petrodollar del inglés no coinciden en todos sus rasgos. El Diccionario de la Real Academia define el petrodólar desde una perspectiva más europea. El diccionario Merriam-Webster retiene una acepción más lata.

Como se percibe por medio de lo expuesto aquí, a veces no es suficiente en la lengua con el favor de los hablantes, pues si las autoridades que resguardan la unidad de esta no están de acuerdo, pueden desterrarla del diccionario oficial.

© 2015 Roberto E. Guzmán

 

 

 

 

 

 

Los signos de interrogación

Los signos de interrogación son dos: el de apertura (¿), también llamado principio de interrogación,  y el de cierre (?) o fin de interrogación. Se desconoce a ciencia cierta el origen de estos dos signos; se cree que derivan de la primera y última letra de la palabra latina Quaestio, que significa ‘pregunta’, colocadas una encima de la otra, alternativamente. Con el tiempo la Q y la o se fueron estilizando hasta convertirse en los signos actuales: ¿ y ?.

Para algunos lingüistas, los signos de interrogación no son propiamente signos de puntuación, sino  signos de entonación, pues no sirven para marcar la estructura lógica del texto —como ocurre con la coma, el punto, el punto y coma, etc.—; solo indican la modalidad del discurso cuando este difiere del mero enunciado.  La norma académica, sin embargo, incluye expresamente  entre las funciones de los signos de puntuación la de indicar la modalidad de los enunciados, y considera, por tanto, que los signos de interrogación son signos de puntuación.

El signo de apertura (¿)

El signo de apertura o principio de interrogación (¿) se emplea en el español desde el siglo XVIII. En 1754  la Real Academia Española recomendó su uso en la segunda edición de su Ortografía. El español tiene la peculiaridad de ser el único idioma que lo utiliza. Esta particularidad tiene su explicación: en español,  a diferencia de otros idiomas, una misma frase u oración puede perfectamente variar de modalidad (entre enunciativa, interrogativa y exclamativa) solo por el cambio del tono o inflexión con la que se dice:

Fuiste ese día al Palacio de Justicia a defender al ladrón ese que apodaban Al Capone.
¿Fuiste ese día al Palacio de Justicia a defender al ladrón ese que llamaban Al Capone?
¡Fuiste ese día al Palacio de Justicia a defender al ladrón ese que llamaban Al Capone!

Ese fue el hombre que hace unos días vio saliendo de la casa con una pistola en la mano.
¿Ese fue el hombre que hace unos días vio saliendo de la casa con una pistola en la mano?
¡Ese fue el hombre que hace unos días vio saliendo de la casa con una pistola en la mano!

De no colocarse el signo de apertura, sería imposible anticipar en la lectura la naturaleza enunciativa,  interrogativa o exclamativa de la oración, lo cual causaría trastornos en la entonación (para el caso de la lectura en voz alta) o dificultades en la comprensión (para el caso de la lectura silente).

Otros idiomas, como el inglés,  marcan mejor que el español el comienzo de una pregunta, mediante el uso obligatorio de verbos auxiliares o la inversión de verbo y pronombre:

You went on that day to the court house to defend the thief nicknamed Al Capone.
Did you go on that day to the court house to defend the thief nicknamed Al Capone?

That was the man who some days ago he saw leaving the house with a gun in his hands.
Was that the man who some days ago he saw leaving the house with a gun in his hands?

Es, pues, la flexibilidad sintáctica del español, que permite utilizar las mismas palabras tanto en la enunciación como en la interrogación, la que aconseja el uso obligatorio del signo de apertura.

Por otro lado, el hecho de que los avances tecnológicos nacen, por lo general, fuera del mundo hispanohablante ha creado problemas prácticos en el uso del signo de apertura. Los teclados estándar de las computadoras, por ejemplo,  no incluyen una tecla para el signo ¿, el cual, por demás, se encuentra ausente del sistema de caracteres ASCII (American Standard Code for Information Interchange) usado por casi todos los sistemas informáticos actuales. Por esa razón, en la República Dominicana se omite frecuentemente el signo de apertura en los escritos, especialmente en anuncios y textos informales, práctica que es incorrecta, pese a su amplia difusión.

Uso de los signos de interrogación

Como lo indica su nombre, los signos de interrogación tienen como función principal enmarcar o delimitar las preguntas directas, expresadas ya sea en oraciones (¿Fuiste a la audiencia laboral de ayer?), frases (¿Cuántos años?) o palabras solas (¿Y?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿quién?, ¿qué?).

En estos casos, como se ha dicho, es obligatorio tanto el uso del signo de apertura como del de cierre, que se escriben pegados a la primera y última palabra del texto que enmarcan.

Las preguntas indirectas (Dime si fuiste a la audiencia laboral de ayer) carecen de la entonación o inflexión de las preguntas directas y, por ello, no requieren signos de interrogación.

Cuando se dan varias preguntas seguidas, cada pregunta puede considerarse como un enunciado independiente o, si son breves e íntimamente relacionadas, como parte de un mismo enunciado. En el primer caso, cada pregunta comenzará con mayúscula: ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres? En el segundo, se escriben con minúsculas, salvo la primera, y se separan con coma o punto y coma: ¿Quién eres?, ¿qué haces aquí?, ¿qué quieres?

El signo de apertura debe colocarse justamente donde comienza la pregunta, aunque no coincida con el comienzo de la oración: Si nos va a defender, ¿por qué no fuiste a la reunión de ayer? En casos como este, la secuencia interrogativa debe empezar con minúscula.

La ortografía académica señala varios elementos que no deben ser enmarcados por los signos de interrogación:

a)    Los vocativos en posición inicial Juan, ¿cuánto puedes pagar dentro de treinta días?; Magistrado, ¿me puede conceder un minuto?; Doctor, ¿a quién representa Ud.?; Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

En cambio, los vocativos en posición no inicial se incluyen dentro la secuencia interrogativa: ¿Cuánto puedes pagar dentro de treinta días, Juan?; ¿Me puede conceder un minuto,  magistrado?;¿A quién representa Ud., doctor?; ¿Por qué me has abandonado, Dios mío?

b)    Los enunciados aseverativos que preceden a los apéndices confirmativos: El total de la reclamación es un millón de pesos, ¿verdad?; Quince millones de pesos por una lesión permanente no está mal, ¿eh?; Le notificaste el avenir, ¿no?

c)    Las estructuras encabezadas por en cuanto a, en relación con, en lo referente a, etc.: En cuanto al procedimiento correcto, ¿es civil o comercial?

d)    Los adverbios,  locuciones y conectores como francamente, sinceramente, con todo respeto,  por lo demás, etc., que inciden sobre toda la oración: Con todo respeto, ¿no cree Ud., magistrado, que mi cliente merece que se le oiga exponer la historia completa de lo sucedido?

e)    Las oraciones subordinadas condicionales y concesivas, así como las causales y finales, en posición inicial: Si encuentro un hueco en la agenda, ¿te puedo llamar para coordinar la visita al director?; Aunque no me puedas representar en la litis, ¿me podrías dar una consulta escrita sobre el asunto? Ya que no deseas involucrarte en el caso, ¿qué le piensas decir al cliente?  Para que todo quede claro, ¿no crees mejor hablar con ellos?

En cambio, las oraciones subordinadas en posición final se incluyen dentro la secuencia interrogativa: ¿Te puedo llamar para coordinar la visita al director si encuentro un hueco en la agenda?; ¿Me podrías dar una consulta escrita sobre el asunto, aunque no me puedas representar en la litis?; ¿qué le piensas decir al cliente, ya que no deseas involucrarte en el caso?;  ¿No crees mejor hablar con ellos para que todo quede claro?

Hay oraciones que son interrogativas y exclamativas a la vez. En ese caso, pueden combinarse los signos de interrogación con los signos de exclamación (¡!) de tres maneras distintas para expresar el carácter dual de la oración:

a)    Abriendo con el signo de interrogación y cerrando con el de exclamación: ¿Tumbó al abogado de un pescozón en plena audiencia!

b)    Abriendo con el signo de exclamación y cerrando con el de admiración: ¡Tumbó al abogado de un pescozón en plena audiencia?

c)    Abriendo y cerrando con los dos signos a la vez: ¡¿Tumbó al abogado de un pescozón en plena audiencia?!;  ¿¡Tumbó al abogado de un pescozón en plena audiencia!?  Estas formas son las preferidas por la norma académica.

Por último, hay dos casos de oraciones interrogativas directas en que es opcional el uso de los signos de interrogación:

a)    Cuando la oración interrogativa constituye el título de una obra, un capítulo o cualquier otra sección de un texto: Cómo funciona la sociedad de responsabilidad limitada. En este caso, se puede también escribir el título entre signos de interrogación: ¿Cómo funciona la sociedad de responsabilidad limitada?

b)    Cuando se trata de una pregunta retórica, es decir, cuando no se formula una verdadera pregunta, sino que se expresa indirectamente una aseveración: Quieres que lo cite personalmente. Bien, lo haré. Al igual que en el caso anterior, las preguntas retóricas también se pueden escribir con signos de interrogación: ¿Quieres que lo cite personalmente? Bien, lo haré.

Usos secundarios de los signos de interrogación

Los signos de interrogación se emplean, en menor medida, en los siguientes casos especiales:

a)    Para expresar incredulidad, duda, extrañeza, recelo  o ironía. En estos asuntos, se utiliza solo el signo de interrogación de cierre, colocado entre paréntesis: El imputado dijo que no sabía nada del robo y que ese día estaba con su madre en Samaná (?).

Cuando la incredulidad, duda, etc., se refiere a una cita directa, la interrogación de cierre se coloca entre corchetes: Según el artículo 61 de la Constitución, el Estado dominicano debe “procurar los medios para la prevención y tratamiento de todas [?] las enfermedades”.

b)    Para indicar fechas de carácter dudoso o desconocidas: Cristóbal Colón (¿1436?-1506).  En este caso, es frecuente el uso del signo de cierre solo: Cristóbal Colón (1436?-1506).  Cuando se desconoce una de las fechas,  suele consignarse en su lugar una interrogación de cierre: Guacanagarí (?-1494).

Concurrencia con otros signos

La interrogación de cierre es incompatible con el punto: el propio signo ya lo lleva en su parte inferior (?), de modo que sería una redundancia repetirlo: ¿Fuiste a la audiencia laboral de ayer? Espero que sí. Sin embargo, si la secuencia interrogativa termina en una abreviatura, se debe colocar la interrogación de cierre después del punto de la abreviatura: ¿Trajiste el cuaderno, los lápices, la grapadora, etc.?

La interrogación de cierre admite detrás de sí los demás signos de puntuación, según las siguientes reglas:

a)    La coma, el punto y coma y los dos puntos se posponen a los signos de interrogación, sin espacio de separación:  ¿Quién eres?, ¿qué haces aquí?, ¿qué quieres?; no me digas que vienes de parte del Padrino.

b)    Cuando se combinan con otros signos dobles (paréntesis, rayas, comillas, etc.), los signos de interrogación se colocan dentro o fuera de los signos dobles, dependiendo de la naturaleza de la secuencia escrita entre ellos: si es interrogativa, se colocan los signos de interrogación dentro (El juez  —¿te diste cuenta?— no le dirigió una mirada de buenos amigos); si, por el contrario,  la secuencia encerrada entre los signos dobles forma parte de una oración que interrogativa, los signos de interrogación se escriben fuera de estos otros signos (¿Tumbó el imputado al abogado —como me informaron— de un pescozón en plena audiencia?).

c)    Los puntos suspensivos se colocan antes o después de la interrogación, dependiendo de si el sentido de la pregunta queda incompleto o cerrado: ¿Te atreviste a estrechar la mano de un… asesino?; ¿Te atreviste a estrechar la mano de un asesino?…

© 2014 Fabio J. Guzmán Ariza

El lenguaje de las leyes

La Academia Dominicana de la Lengua finaliza el año con la incorporación como miembro de número del abogado Fabio J. Guzmán Ariza, un profesional comprometido y un amante de la lengua española.

Entre los académicos siempre ha habido juristas, que han mostrado una especial preocupación por el lenguaje especializado del derecho. Demasiado a menudo olvidamos que los textos jurídicos están destinados al ciudadano, a cualquier ciudadano, con independencia de su nivel social o cultural. Las sociedades democráticas deben instituir una administración pública y de justicia más cercana y accesible para todos; para lograrlo debemos paliar el desajuste entre el lenguaje de nuestras normas y nuestros ciudadanos.

El lenguaje jurídico trata de conseguir un máximo de precisión, pero a menudo produce documentos complejos y ambiguos. Guzmán Ariza ha estudiado nuestros textos jurídicos y administrativos y ha propuesto mejoras que los hagan adecuados, precisos y comprensibles.

Aunque parezca una verdad de Perogrullo, no me resisto a recordarnos a todos que los ciudadanos tenemos derecho a comprender las normas que nos afectan. En palabras de la Real Academia, “ese equilibrio complejo entre precisión técnica y claridad es el que define la excelencia en los buenos juristas”.

No hace mucho la RAE presentó un informe lingüístico con recomendaciones prácticas para los profesionales del derecho y la administración pública. Para que se hagan una idea este informe está introducido por un capítulo titulado “El derecho a comprender” que concluye: “Un mal uso del lenguaje por parte de los profesionales del derecho genera inseguridad jurídica e incide negativamente en la resolución de los conflictos sociales”.

Entre estos buenos juristas se encuentra quien hoy se convertirá en un nuevo miembro de nuestra corporación. Fabio J. Guzmán Ariza viene siendo, para orgullo nuestro, la avanzadilla académica en la corrección y modernización del lenguaje jurídico.

© 2014 María José Rincón González

Rencoroso (rencorista) -narración (narrativa) – emprendimiento

RENCOROSO – RENCORISTA

Hace un par de meses se tuvo contacto en República Dominicana con alguien que hablaba y entre otras palabras vernáculas incluyó a “rencorista”. No hubo espanto de parte del oyente, sino una toma de conciencia con respecto al término para traerlo a estas reflexiones sobre el idioma.

Rencorista, como puede deducirse del título, entra en pugna con rencoroso, que es un vocablo de larga data en el idioma común. El abolengo que pueda mostrar la palabra “rencoroso” no es para amilanar a una voz de llegada reciente al idioma común. Lo último se deja claro porque son muchas las palabras nuevas en el idioma de todos, que cobran vigencia de tal naturaleza que desplazan a las establecidas desde hace largo tiempo.

Con respecto de esta palabra nueva no puede hacerse especulaciones acerca de si su aceptabilidad alcanzará tanta popularidad que terminará por reemplazar a “rencoroso”.

Para entrar en materia en relación con los dos vocablos del título se examinarán las terminaciones que los dos llevan, “-oso” e “-ista”, para evaluar las certezas de sus formaciones y quizá predecir el incierto futuro. Lo de “incierto” se explicará más abajo.

El rencoroso que se oye y lee regularmente tiene funciones de adjetivo, así como de sustantivo. Se usa en ambos sentidos en el habla dominicana y más que nada significa que la persona que tiene este sentimiento lo experimenta con gran intensidad o, tiene propensión a sentirlo.

La terminación -ista que se le añade en el habla al rencor, para hacerlo “rencorista”, en su sentido estricto esta terminación se une a nombres de profesiones o doctrinas para indicar que la persona trabaja en esa profesión, o que es partidario de la doctrina. Los ejemplos son muchos en la política dominicana.

Es posible -explicación que se aventura- que colocarle esta terminación al rencor sea producto de la gran tendencia que existe en República Dominicana a ocuparse de las situaciones y temas políticos.

Varios ejemplos del uso de este sufijo se encuentran en la obra Un estudio de lexicosemántica: el español dominicano (2006) libro en el que abundan los ejemplos. Los dominicanos en sus orientaciones políticas son perredeístas, peledeístas, catorcistas y un largo etcétera. Esos citados se formaron sobre siglas de partidos que se leen como palabras, perredé, peeledé, etc. También hay ejemplos del sufijo añadido a nombres propios, trujillistas, balagueristas, leonelistas y otro largo etcétera.

Como lo que se lee y oye a diario tiene mucha relación con la terminación -ista, el hablante ha concluido que es posible hacerlo para llamar “rencorista” a la persona que siente rencor o que tiene tendencia a sentirlo.

 

NARRACIÓN – NARRATIVA

“Actualmente la familia está en crisis; en Occidente, el colapso de la NARRATIVA cultural del matrimonio significa que menos personas se casan y cada vez más niños nacen en familias que carecen de la estabilidad necesaria”.

La narrativa es un género literario que se compone de la novela, la novela corta y el cuento. Con ese nombre se designa además el conjunto de obras literarias de este género de un país, de una época o, de un escritor. También se denomina con este nombre la habilidad para narrar. La narrativa y la narración son sinónimas cuando se refieren a la acción de narrar.

La narración es literatura en lo relativo a novela, cuento. Como se intuye de lo expuesto ya, es el resultado de narrar. Ahora bien, la parte que interesa para este comentario es el momento o la situación en que narración es una de las partes en que se divide el discurso retórico y, es en esa parte en la que se explican los hechos que aclaran el asunto de que se trata.

Hace largo tiempo que se observa en el español de los Estados Unidos una tendencia a llamar “narrativa” a esta parte del discurso, a esta narración de los hechos que hace más perceptible lo que se argumenta. El ejemplo que se ha insertado a manera de ejemplo es muy bueno, solo que equivocaron la denominación de este.

Esto sucede muy posiblemente porque la retórica no se enseña hoy en los predios del español con la misma intensidad que se hacía antes. Como consecuencia de ello las partes que forman este arte han perdido vigencia en el habla diaria y, de allí surge la confusión.

 

EMPRENDIMIENTO

“. . .prohibiéndoles iniciar nuevos EMPRENDIMIENTOS durante muchos años”.

En la prensa escrita y en la hablada se ha notado últimamente una tendencia a emplear con frecuencia el término del título. En algunas ocasiones utilizan el vocablo sin reparar en que no es sinónimo de empresa.

La vigésima tercera edición del Diccionario de la lengua española, DRAE, de la Real Academia Española, trae un artículo nuevo para definir lo que se comprende por emprendimiento. Ya el Diccionario del español actual (1999) traía de forma introductoria y tímida esta voz. Ese diccionario la definía sencillamente como la ‘acción de emprender’. El diccionario de la Academia de Madrid reprodujo esa como la primera acepción, pero fue más lejos en su segunda acepción.

La segunda acepción, siguiendo el ejemplo de del Diccionario integral del español de Argentina (2008), que asienta en sus páginas para emprendimiento, ‘actividad, en especial comercial o industrial, innovadora o que implica iniciativa, esfuerzo, trabajo o riesgo’; el DRAE le da un giro al asunto al consignar que el emprendimiento es ‘la cualidad de emprendedor’.

Al definir lo que “emprendedor” es en la última edición del DRAE, artículo enmendado, se lee ‘que emprende con resolución acciones o empresas innovadoras’; con anterioridad no figuraban las palabras “empresas innovadoras” en esta caracterización del emprendedor.

Como puede notarse por medio de la lectura cuidadosa de las redacciones de estas acepciones, el colegio madrileño de la lengua no copia lo que otros diccionarios han escrito, pero modifica su definición siguiendo la tendencia señalada por esos diccionarios.

En la noción de empresa del DRAE está ausente el rasgo “innovador” para caracterizarlo. Tampoco aparece en ella el carácter de “iniciativa” que han introducido los redactores argentinos en el diccionario integral.

Al final de las comparaciones y el recuento de la evolución, lo importante es no confundir las dos nociones, la empresa con el emprendimiento; y, el empresario con el emprendedor.

© 2014 Roberto E. Guzmán

 

 

 

 

 

 

Embuchar – operador – chicunguña (chicungunya) – unisex (unisexual)

EMBUCHAR

En el lenguaje dominicano el verbo embuchar ha procreado descendencia. No solo el sustantivo que se conoce para el malestar estomacal, embuche, sino que en funciones de verbo intransitivo pronominal, embucharse, corresponde a ‘enojarse sin motivo aparente y disimularlo’.

La última acepción existe en lenguaje dominicano desde los años en que el académico Patín Maceo se ocupó de recoger los dominicanismos.

En esta sección, como en ocasiones anteriores, se introducirá para el adjetivo una acepción que se ha pasado por alto en los diccionarios de habla dominicana. Se explicarán las características de este significado para que quede claro que es específico del español dominicano y que no entra en lo conocido por el español general.

Embuchado con la significación de tener dinero en gran cantidad es conocida en el habla del dominicano, sobre todo si eso se mantiene en secreto, o por lo menos, no se divulga. Consecuente con este significado recién apuntado el verbo embucharse toma las características de guardar dinero para sí, especialmente de modo disimulado.

Es posible que este valor, el último, para el verbo, derive del significado original de “embuchado” en tanto ‘malestar estomacal, indigestión’, como aparece en el Diccionario del español dominicano (2013).

En el español general el verbo embuchar en tres de sus definiciones implica “meter”, ya sea comida en el buche, hojas o cuadernillos en otros, o carne picada en una tripa. Quien sufre un embuche o está embuchado es por engullir alimentos. Si se realiza un examen de las acepciones generales y las dominicanas se verá que existe relación entre ellas, pues el “embuchado” es posiblemente el resultado de la ingestión de alimentos en grandes cantidades y de prisa.

En el caso de la última acepción introducida en esta sección que corresponde a la acumulación de dinero, puede considerarse que continúa en la misma dirección que las anteriores, porque consiste en “meter” dinero en el bolsillo.

Se recuerda el uso de este embuchado en los casos en que no había necesariamente ocultamiento de la situación, específicamente cuando alguien sacaba un fajo de papeletas (billetes), y otro lo observaba. Quien observaba, a veces comentaba: “Mira, Fulano está embuchado hoy”.

Se espera con estas líneas rescatar del olvido la acepción que se ha mentado como no recogida por los diccionarios.

 

OPERADOR

. . .el ex secretario de Defensa Juan Arévalo Ardoqui, fallecido en el 2000, y un OPERADOR de la CIA en México, el cubano. . .”

Desde hace ya algunos años se utiliza en español la palabra operador para algo que no se compagina con las labores de un operador. La frase que se ha sacado de un periódico de gran tirada confirma el uso que se criticará en esta sección.

La crítica llega porque lo que se entiende por operador en el español común no se compadece con el contexto que acompaña el vocablo en la frase examinada. La estructura de la exposición sobre este asunto es la siguiente. Primero se verán las acepciones del español internacional para el término del epígrafe. Luego se mencionará una de las acepciones en inglés de una voz parecida a la comentada aquí. Más tarde se tratará de explicar de dónde arrastran la mala costumbre en el uso notado en la cita.

Aunque parezca raro, el cirujano es un operador. En el cine operador es aquel que maneja el proyector y el control de sonido. En los mercados financieros es una persona que trabaja allí. En los sistemas de comunicación que no son automáticos, es la persona que se encarga de establecer la comunicación. Por último, es la persona encargada de un sistema informático y de su supervisión. Se han dejado fuera, adrede, las acepciones que no conciernen a personas.

En inglés se destacarán los significados relativos a personas que no constan en español. La persona que opera un negocio. El individuo astuto y habilidoso que sabe como sortear restricciones o dificultades.

En inglés existe la voz operative cuya definición es muy breve, concisa y precisa, valga la redundancia, “agente secreto”. De allí derivan al español este operador en funciones de espía.

Hay que dejarse de eufemismo y llamar las cosas por su nombre aun cuando ello pueda, a veces, causar irritación en epidermis susceptible.

 

CHICUNGUÑA – CHIKUNGUNYA

Muchas palabras extranjeras se cuelan (saltan) en las conversaciones diarias. Las noticias internacionales enfrentan al lector con realidades que se originan en países a veces desconocidos para el común de los lectores.

En otras ocasiones no se trata de países poco conocidos, sino de fenómenos nuevos, de enfermedades menos generalizadas, como en el caso de la chickungunya.

La mayoría de los hablantes de español ante casos de este género se inclinan a aceptar cualquier denominación para fenómenos extraños.

Los entendidos en materia de denominaciones, reflexionan sobre el asunto y ofrecen una grafía más ajustada a la que se ha seguido en el pasado en el español internacional.

Eso que se ha descrito en los párrafos anteriores es lo que ha sucedido en lo concerniente a las dos voces que figuran en el título. Después de un indeterminado tiempo en que los hablantes (y escribientes) de español usaron la voz chikungunya en sus comunicaciones, alguien tuvo que intervenir para poner orden en el asunto.

Es una lástima (vergüenza) que haya necesidad de que una organización con su asiento en Europa tenga que apuntar en el sentido acertado para corregir los desaciertos del periodismo español internacional.

Con respecto de las dos palabras del título, ya en español existe el precedente de producir una grafía en español que somete a la fonética española el sonido expresado en representación gráfica de otra lengua. Lo que se trata de recordar con esa alusión es a la grafía adoptada en español para ese recóndito lugar conocido con el nombre de Tanganyika, que en español común se redujo a Tangañica.

 

UNISEX – UNISEXUAL

“. . .la barbería se convirtió en un salón UNISEXUAL y la comunidad que predominantemente hablaba inglés de ha convertido en más mixta”.

En muchas ocasiones se exagera el deseo de traducir todo lo que se encuentra en lengua extranjera para llevarlo al español común. Esto que acaba de resumirse en la frase anterior parece que es lo que ha ocurrido en la oración citada en cabeza de esta sección.

Es my probable que se haya visto u oído unisex en inglés y, por el prurito de ser más castizo que la Academia, la persona que intervino para españolizarlo lo cambió e introdujo este unisexual que se lee en la cita.

En sentido general, unisex indica que lo que se menciona es para uso de ambos sexos. La Real Academia Española para el adjetivo es más explícita y escribe: ‘Que es adecuado o está destinado tanto para los hombres como para las mujeres’.

Si se consulta el diccionario para entender qué cosa es eso de unisexual se encuentra uno con que es algo muy diferente de lo que se interpreta por unisex; este unisexual, referido a animal o vegetal es: ‘Que tiene un solo sexo’. Esta acepción también es tomada del Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española.

Al traducir y acomodar textos hay que tener cuidado para no exagerar la nota y caer en el ridículo, como ha sucedido en la oración transcrita más arriba.

© 2014 Roberto E. Guzmán

 

 

 

 

 

Cuerpo ñoño – herramienta – candela (candelá) – inteligente

CUERPO ÑOÑO

En el habla de ningún otro país se ha oído que utilicen esta combinación del título. Al autor de estas notas acerca de la lengua le llama la atención la combinación porque la considera muy acertada para expresar las características del cuerpo que así se designa.

Añoñar es mimar o consentir, es decir, tratar con delicadeza el objeto de los mimos. Los mimos van dirigidos al cuerpo del sujeto de quien se dice que tiene el “cuerpo ñoño”. Mimar ese cuerpo consiste en no someterlo a ningún tipo de esfuerzo físico, no exponerlo a fatigas, trabajos o ejercicios.

Como consecuencia del miramiento con que se trata ese cuerpo, este desarrolla rasgos físicos que denotan la falta de ejercicio, que se manifiesta en la acumulación de grasa en algunas partes del cuerpo, así como en la ausencia de músculos.

El desplazamiento de la persona del “cuerpo ñoño” se hace lento y su caminar adquiere un ritmo que lo distingue de los demás. La agilidad, la rapidez y la espontaneidad están ausentes del “cuerpo ñoño” porque son cualidades que se han perdido.

Hay que hacer un espacio para “cuerpo ñoño” en los diccionarios del español dominicano porque no se ha encontrado su uso en ningún otro país.

 

HERRAMIENTA

“Hay HERRAMIENTAS online para aplicar”.

El ejemplo de mal uso que adorna esta sección es un título aparecido en el periódico del cual se extrae la casi totalidad de los desaciertos que se estudian en esta columna semanalmente.

El verbo “aplicar” en este caso debe tomarse por una mala traducción del inglés y, en su lugar debió escribirse “solicitar”. Este es un error que ha adquirido tanta validez que quizá llegue el día en que será reconocido en español con el significado que tiene to apply en inglés.

El objetivo de esta sección se encamina a examinar el nombre herramienta para analizar si es posible utilizarlo del modo en que se hace en esta frase copiada.

Es un hecho que no se somete a discusión que la lengua está en perpetuo cambio. La lengua se la tiene como algo vivo; en consecuencia, debe mantenerse en perenne renovación. Como la cantidad de hablantes es tan vasta, las variantes son muchas debido a la amplitud de la superficie geográfica que cubre el habla hispana.

En la actualidad como en el pasado, son muchas las incorporaciones que se suman al léxico de los hablantes. Más aún debido a las nuevas acepciones que se añaden a las palabras ya existentes. El recurso a algunos diccionarios modernos sugiere que para el sustantivo femenino del título hay nuevos usos en español.

Algunos de estos usos se deben a la influencia del inglés. Otros son producto de la inteligencia hispanohablante que da muestras de creatividad. Es natural que la incorporación a los diccionarios de las nuevas voces y acepciones tome más tiempo que la velocidad a la que se introducen los cambios en el habla y en los escritos. Con respecto a “herramienta” se observan nuevas tendencias a reconocerle por lo menos dos acepciones que no tenía antes.

En informática se reconoce el vocablo herramienta para mencionar el ‘elemento de un programa que realiza una función específica’, así lo registra el Diccionario de uso del español de María Moliner.

A una ‘parte del cuerpo que desempeña una función activa en la realización de una tarea’ se la reconoce también con el nombre “herramienta”; así consta en el Gran diccionario de la Lengua Española, de Larousse.

Antes de cerrar esta sección es bueno que se deje constancia de que en español se está aún muy lejos de enumerar todas las acepciones que adornan la herramienta inglesa, y, más que eso, los detalles que decoran esas acepciones del inglés americano.

 

CANDELA – CANDELÁ

“Hablando de vidas imitadas, una institución que está EN CANDELA es la española”.

La candela de los dominicanos es el fuego o la lumbre de otros países. En el momento en que esta candela cobra fuerza es cuando se le coloca la tilde sobre la última vocal para volverse la candelá. Eso de pronunciar la última palabra con todas sus sílabas le quita énfasis a la intención del interlocutor o del escritor.

Candela tiene muchos usos en el habla de los dominicanos. Si se relaciona una situación con el primer vocablo del título es porque esta es peligrosa y conflictiva. Si se tipifica así un trabajo este es intenso, agobiante. Si se dice que un niño es candela es por lo dado a las travesuras y a la inquietud física que demuestra. La persona vivaz, activa; la que es enamoradiza; así como la descarada serán denominadas candelas; “es candela” dirán en estas circunstancias.

Con candela el dominicano expresa dieciséis locuciones que sirven para comunicar diferentes estados físicos o de ánimo.

El Diccionario del español dominicano indica que “estar en la candelada” es “estar en el candelero” que significa “en posición destacada, de actualidad”. Eso es cierto, pero puede añadirse un matiz a eso. Está en la candelá quien se encuentra en medio de la situación de la que se habla, o es parte de algo que se trata en esa conversación y que así se define.

“Dar candela” a algo en el habla dominicana es iniciar eso que sigue a la locución. Si se desea animar a alguien para que comience una tarea se dirá “dale candela a eso”.

 

INTELIGENTE

“Se necesitarán asimismo sistemas más INTELIGENTES para la restauración de costas, bosques y suelos degradados”.

Hace un tiempo ya que en español venía usándose el adjetivo inteligente para casos en informática y tecnología en que aún no estaba documentada en el español de los diccionarios la acepción correspondiente.

Ya esto que se señaló en el párrafo último anterior a este se subsanó. Primero entraron con las nuevas acepciones los diccionarios actualizados, los de uso, y al final, el de la Real Academia Española que también se ha puesto al día.

Inteligente tiene que ver con las máquinas, sistemas o edificios que mediante computadores, pueden automáticamente adaptar los mecanismos para prestar el servicio adecuado a cada situación; el funcionamiento se determina de acuerdo con las circunstancias. Esto se logra mediante dispositivos electrónicos o informáticos tecnológicamente muy avanzados que regulan su funcionamiento. Esto es, la máquina o el sistema son capaces de variar su funcionamiento automáticamente.

En la edición vigésima tercera del Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española, viene definida en una acepción añadida a las anteriores. Son sistemas, edificios, mecanismos, ‘controlados por ordenador’ para responder a cambios en el entorno y funcionar en condiciones óptimas ‘sin intervención humana’.

Ya era hora de que se oficializaran las acepciones, tanto en los diccionarios de uso como en el catálogo oficial de la lengua de Madrid. No ha habido servilismo en la redacción de estas acepciones y eso merece que se celebre.

© 2014 Roberto E. Guzmán