Chirola, calabazo, cuchucientos

Por Roberto E. Guzmán

CHIROLA

“… se pasará tres años sin salir de la CHIROLA…”.

Hace muchos años ya que la voz chirola pasó a formar parte del léxico de los dominicanos. Se recuerda que al principio se utilizaba la voz con un matiz de picardía, para sonreír ante la posibilidad de acabar encerrado. Más tarde se la tomó más en serio y dejó de ser una voz para referirse con burla al encierro forzoso.

La secuencia de apariciones en la literatura y en los medios escritos sugieren que la voz chirola hizo su aparición en Puerto Rico. La primera documentación encontrada a este respecto es de 1936; así consta en el Tesoro lexicográfico del español de Puerto Rico.

Al habla de los dominicanos esta voz se sumó bastante temprano, pues ya en el año 1940 M. Patín Maceo la consigna en Americanismos en el lenguaje dominicano. Reconoce este autor en esa obra que chirola es voz vigente en Puerto Rico y en Santo Domingo. Ofrece Patín los sinónimos “chirona, cárcel” para la referida voz.

La velocidad con que se propagó la voz queda confirmada cuando ya en el año 1945 F. Santamaría la recoge en su Diccionario general de americanismos (1942-I-518), para Tabasco, México. La secuencia de los años de estas publicaciones hace pensar que la voz pasó de las Antillas hispanohablantes al continente.

Una vez que penetró en el habla de los centroamericanos era de esperarse que pasara a otras hablas de países adyacentes. En el año 1947 aparece documentada en Panamá El panameño visto a través de su lenguaje (1947:196). En Costa Rica apareció la voz inventariada en el año 2011 en A lo tico costarriqueñismos y otras vainas (2011:94).

Aunque no se ha establecido la posible relación en el origen entre la voz americana chirola y la más antigua chirona, ambas para cárcel, es probable que la americana tenga deuda con la patrimonial que consta en el edición del Diccionario de la lengua española desde el año 1884.

 

CALABAZO

“El higüero es un vegetal de forma ovalada y los campesinos los usan para hacer . . . cucharas y CALABAZOS para cargar agua”.

El progreso económico, unido a los avances industriales determinan la desaparición de algunos objetos y así mismo, eso hacen con algunas palabras que las designan al convertir unos y otras en obsoletos. Con la lectura de la frase anterior puede colegirse lo que se piensa acerca de la palabra del título.

La palabra calabazo casi ha desaparecido del vocabulario activo del hablante dominicano. Un calabazo, el objeto de este nombre, es una rareza en la vida moderna. Subsiste más en la actualidad como artículo de artesanía.

En el español americano hay varios tipos de calabazos. En varios países americanos el calabazo es un tipo de vasija o recipiente.

La palabra calabaza es de origen desconocido; a pesar de esto, existe en los tres romances hispánicos. A través de su historia pasó por diferentes representaciones gráficas, con pequeñas diferencias en su ortografía, algo normal en la evolución de las lenguas.

No puede pretenderse que el calabazo recipiente para líquidos haya tenido su origen en América. Con esta función lo usaban ya los canarios y es probable que de allí pasara a América. La primera documentación americana es de Pichardo quien reconoce el calabazo como instrumento musical conocido también con el nombre de güiro.

El calabazo dominicano, la vasija, se hace de la fruta de la higüera. Se confecciona con el casco seco del fruto de la higuera. Oviedo y Pedro Mártir utilizan el nombre higüero para designar el árbol productor del fruto llamado higüera y advertían estos escritores que no debía de confundirse con higuero o higuera. Lexicografía antillana (1914:305).

El vecino país, Haití, reconoce el recipiente con el nombre kalbas. En esa lengua toman el nombre en tanto sinónimo de recipiente. Es muy probable que a Haití llegara a través del francés calebasse. Los franceses llevaron la voz a África donde una derivación de esta calebassée designa la medida del contenido de una calabaza.

El calabazo americano llegó lejos como puede comprobarse, además de estar presente en ocho países americanos.

 

CUCHUCIENTOS

“Al siguiente recibe en el Palacio a CUCHUCIENTAS gentes”.

El adjetivo cuchucientos, con su correspondiente femenino cuchucientas hace largo tiempo que circula en el habla dominicana. Pero no alcanza a cuchucientos años.

Este adjetivo se utiliza en el habla para mencionar una gran cantidad del sustantivo al que acompaña. Es una cantidad indeterminada que se considera mucha.

Por la forma de expresar la cantidad se colige que siempre viene expresada en plural, será cuchucientos y cuchucientas.

Es oportuno en este lugar introducir otro adjetivo, cuchumil que puede tomarse como una cantidad mayor que cuchucientos, aunque también es indeterminada. Cuchumil se conoce solamente en República Dominicana.

Llama la atención que delante de los dos adjetivos, ciento y mil, se antepone este cuchu- que solo aparece en ellos para adjetivos. Este cuchu- también consta en cuchufleta que se emplea para “cosa insignificante; zapato viejo o deteriorado; persona cuyo nombre no se recuerda”.

Más arriba se consignó que este principio de palabra cuchu- solo se produce delante de estas voces antes enumeradas. La intuición sugiere que este principio de voces imprime un aire festivo a las voces, sobre todo en el de la cuchufleta. En el de las cantidades sugiere un número indeterminado.

Las tres voces que se han mencionado aparecen en otras hablas americanas, no son privativas de los dominicanos.

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