ADL PRESENTA OBRA PÓSTUMA DE LEOBALDO PICHARDO SALDAÑA

Con las intervenciones del Dr. José Enrique García, el ingeniero Mario Penzo y el director de la ADL, Bruno Rosario Candelier, presentamos la obra póstuma del poeta dominicano Leobaldo Pichardo Saldaña, acto con el que iniciamos las actividades culturales en el recinto de la Academia Dominicana de la Lengua en la capital dominicana. Se trata del libro Poemas de dolor, amor y angustias, poemario que comienza a circular ochenta años después de ser escrita.

La jornada literaria contó con la participación del responsable de dar a conocer este aporte a las letras dominicanas, don Mario Penzo, nieto del autor que se sintió comprometido en hacer cumplir el sueño de su abuelo, aspecto que los presentadores destacaron durante sus respectivas ponderaciones sobre el volumen poético que se ofrece al público a partir de este emotivo y concurrido acto.

Nuestro académico numerario José Enrique García, secretario de la ADL, inició el programa de la actividad con un resumen de los juicios valorativos, que en torno a la obra plasmó en el enjundioso estudio crítico que sirve de prólogo al poemarioEntre las ideas que destacó el reputado crítico y académico dominicano, podemos citar esta: “Pichardo Saldaña es un poeta auténtico y urge incluirlo en el parnaso de los escritores dominicanos, pues las futuras antologías de literatura deben reproducir poemas suyos, ya que su obra revela un uso oportuno y una adecuada aplicación del arte poético, así como de los principios estéticos modernos y vanguardistas”. A juicio del doctor García, la construcción poética de algunos versos adelanta en nuestro país el cultivo de los caligramas, por ejemplo, pues anteceden a los escritos bajo los postulados estéticos del Pluralismo de Manuel Rueda. En efecto, poemas que reproducen la forma de una copa y otro un obelisco, en los titulados “La copa” y “El obelisco”, son “perfectos caligramas”, dice José Enrique García. Añadió que la libertad artística y la experimentación ocupan un legítimo espacio en su obra, ya que en ambos poemas se palpa la conjunción de lo gráfico y el concepto que vehiculizan las formas que plasman la imagen poética del mensaje, asegura el académico. También resaltó la clara conciencia del poeta sobre la estructura de sus versos, pues procuraba que los elementos formales se relacionaran armoniosamente, y, al mismo tiempo, reflejasen un uso transparente, ejemplar y original de los recursos estilísticos. Incluso, el nombre de algunos poemas fue pensado cuidadosamente, como el “Epifonema”, que cierra la obra. Al seleccionar la palabra-figura del pensamiento que consiste en concluir una imagen o concepto mediante una exclamación o reflexión profunda, revela el nivel de conciencia del arte de la palabra que el mismo autor consigna en unas anotaciones teóricas sobre sus concepciones poéticas, así como las de autores que conocía y valoraba.

En el prólogo que escribió para la publicación de este volumen, el secretario de la Academia desglosó y analizó en seis renglones los textos que lo conforman: poemas románticos y naturalistas; poemas creacionistas y surrealistas; poemas patrióticos e históricos; poemas de la intimidad; poemas experimentales y poemas metafísicos. Los poemas catalogados en cada renglón fueron minuciosamente explicados en su composición estructural, así como en el uso de ciertos recursos propios de los criterios bajo los cuales escribió.

En su intervención, el director de la ADL refrendó los juicios externados por su colega y enfatizó las razones que motivaron el respaldo para la presentación de la obra del finado autor en la Academia Dominicana de la Lengua. Ciertamente, “estamos en presencia de una genuina obra poética de un verdadero creador, desconocido hasta ahora, pero que desde ya lo incluimos entre la historia de la literatura dominicana”. La obra de Leobaldo Pichardo Saldaña, continuó el director de la Academia, merece la ponderación de los amantes y cultores del arte del buen decir.

Comparé el caso de Leobaldo Pichardo con el de la escritora norteamericana Emily Dickinson, que en sus respectivas vidas no publicaron su creación poética, pues sus obras se dieron a conocer póstumamente por familiares que tuvieron el acierto de editar sus textos y publicarlos, tal como ocurre con la obra que hoy ponemos en manos de los lectores, críticos, académicos, intelectuales y público en general:  «Pichardo Saldaña estaba consciente del valor que comportaba su creación; quizás eso le motivó a entregar a su hija el legado poética que hoy conocemos y agradecemos a su familia, especialmente a su esclarecido nieto, don Mario Penzo, presente en esta actividad histórica para la literatura dominicana, ya que estamos presentando la obra de un valioso poeta, auténtico y representativo de la época que le correspondió vivir, del impacto de los acontecimientos esenciales de la historia de los cuales fue testigo excepcional y que testimonia en sus versos”. Y subrayé: “Poeta que desde su creación silenciosa participa en la modernidad literaria de su época, especialmente con las vanguardias literarias latinoamericana y europea, cuyos postulados estéticos conocía y aplicó en varios textos que podemos leer en este libro, sobre todo en sus caligramas y poemas en versos libres”. Con estas palabras enfatizamos cómo el poeta vivió secretamente su vida literaria, pero al día en todo lo concerniente a su cultivo. Entre los planteamientos que el propio autor consigna en la introducción de Poemas de dolor, amor y angustias se recalca el actualizado conocimiento que Pichardo Saldaña poseía sobre el arte poético, así como la libertad de experimentar, patente en la búsqueda de su propia voz como poeta.

Con las palabras de despedida y la invitación para que se lea el nuevo volumen lírico que el tiempo nos trajo hecho versos en elocuentes palabras, Rafael Peralta Romero cerró el acto de presentación del nuevo poemario que enriquece desde ya el acervo literario dominicano.

Santo Domingo, ADL, 16 de enero de 2018.

 

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