Cuica, bufete, combo

CUICA

La voz cuica no es una creación del hablante de español dominicano, pues los mexicanos la conocen con un significado diferente al dominicano. En aquel país cuica es una canica, es decir, una bola de esas que algunos hablantes de español dominicano llama belluga o velluga.

El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias asienta para República Dominicana dos acepciones más que la distinguen de los demás países de Hispanoamérica.

Ese diccionario trae el significado de, “Comba, cuerda para saltar con la que juegan las niñas”. Ese significado lo comparte la República Dominicana con Puerto Rico.

Se ha oído de boca del hablante dominicano llamar “suiza” esa soga. En casos similares a este cuando una palabra más conocida atrae otra de menor circulación y hasta la reemplaza, se habla de la atracción paronímica que la predominante ejerce.

Aparte de ese valor en el español dominicano, de acuerdo con ese diccionario, también sirve para expresar, “Contratiempo, contrariedad”.

A pesar de lo ya enumerado se ha quedado en el olvido otro significado de cuica. Se trata del ruido que hacen los niños cuando ríen de manera contenida, tonta, por puro placer; cuando dejan escapar una bulla aplacada, moderada.

Esta cuica se recuerda porque a veces los padres llamaban la atención a los niños que se divertían sin supervisión cuando el ruido llegaba a oídos de los adultos, era en esos momentos cuando los adultos les reclamaban a los niños, “Dejen esa cuica”.

Aquí puede aventurarse que la voz cuica tenga un origen onomatopéyico. Piénsese, por ejemplo, en el ruido que producen los niños de la forma en que se caracterizó más arriba, y, la voz elegida para representarlo.

Por las fuentes de donde proviene esta cuica parece que se usa o usaba en la capital, Santo Domingo, y en el sudoeste del país; quizás no se conocía en el Cibao con ese significado.

 

BUFETE

“PLD trata hoy BUFETES del Congreso”.

La palabra bufete goza de una larga historia en el español general. Entró en el español en el año 1587 con el significado de “mesa de escribir”. A mediados del siglo XVII se aplicó a un escritorio. Luego pasó a designar el “despacho de abogado”. Joan Corominas en su Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico consigna que con la acepción de ambigú es un galicismo ya condenado por Baralt en 1840 (1983-I-689).

La Real Academia, así como los diccionarios de español general, solo reconocen las acepciones antes mencionadas junto con la de “clientela de abogado” y el aparador para “guardar trastos de cocina”. La última es propia de Nicaragua.

El vocablo sometido a estudio en esta sección procede del francés, lengua en la cual se escribe buffet y en esa lengua precedió el itinerario que se describe para el español. En Francia sirvió para nombrar el aparador también.

En francés ya en el año 1863 entró la acepción de comida de manjares fríos y calientes presentados sobre una mesa para que los comensales se sirvan, esta información aparece en el Dictionnaire historique de la langue française (2012:516-7). Después de mucha discusión en español se aceptó bufet o bufé para esta manera de servir la comida.

El empleo que se nota en la cita que se copia de la palabra “bufete” en un Congreso, puede catalogarse como una extensión del despacho o estudio, vale decir, del lugar de trabajo. Por lecturas anteriores de uso dominicano en casos parecidos al de la cita, puede ser que se refiera este uso de bufete a la directiva de una comisión o de las Cámaras del Congreso.

Aparte de la posible relación que se señaló antes, no existe otra explicación para que se aplique esta denominación a los cuerpos de directores (directivos) de los cuerpos legislativos. Se recomienda abandonar esta práctica por no corresponder con los usos establecidos en la lengua española internacional.

 

COMBO

“Estos datos pueden digerirse en COMBO con. . .”

Al encontrar una frase como la que consta en cabeza de esta sección, a un lector como el que escribe estos comentarios acerca del idioma le hace pensar que le han cambiado el ritmo. Este combo no encuentra espacio en esta clase de compañía. Se analizará más abajo ese combo para determinar de dónde sale y si su uso es válido en este contexto.

No cabe duda de que el combo más conocido en República Dominicana es el que toca música. Esa sería entonces la primera acepción que trataría un dominicano de meter en este contexto. Este recurso se muestra infructuoso porque no le imprime sentido a la frase.

La consulta al diccionario de las Academias revela varios combos. Algunos de ellos son irrelevantes para el ejercicio de la comprensión del texto de la cita; pero trae información importante sobre los combos hispanoamericanos.

En varios países de Hispanoamérica combo se refiere al “lote de cosas que vienen juntas o que se venden por el precio de una”. Esta acepción de algún modo tiene sentido. El “grupo musical que interpreta música popular” es la acepción común a Cuba y República Dominicana, así como Bolivia y Colombia. En Venezuela y Colombia también denomina al “grupo musical de salsa”. En esos dos países también sirve para mentar al “conjunto de personas que realizan una misma actividad”. Aparte de esas acepciones puede también significar “mazo, puñetazo”.

Una vez terminada la búsqueda en el diccionario mayor del español, salta a la vista que ninguno de esos significados puede aplicarse a la cita.

En la cita aparenta que se usa la voz combo como apócope de combinación, que es una voz inglesa. Con este valor en inglés solo vale para un “pequeño conjunto de jazz que consta de tres a ocho músicos”.

El verbo “digerir” en la cita se ha tomado con el sentido de percibir y asimilar una  idea. En inglés posee varias acepciones que se han incorporado al español hispanoamericano; algunas de ellas no se mencionaron más arriba. Aquí se piensa que se emplea para señalar que algo se hace “al mismo tiempo que”, “junto con”. Esto en el sentido de reunido o unido a otra cosa.

Esa forma general de utilizar este “combo” es ajeno a la lengua española y podría calificarse de anglicismo hasta que el uso lo imponga y le retire ese sambenito al vocablo. No hace falta abundar más para aconsejar que se abandone este empleo.

© 2017, Roberto E. Guzmán.