Manuel Núnez inaugura cátedra textos magistrales en la Academia

La Academia Dominicana de la Lengua dio inicio al programa académico intitulado CÁTEDRA TEXTOS MAGISTRALES, con la participación del académico de número don Manuel Núñez Asencio, quien habló sobre su obra de ensayo Los días alcionios. Durante la actividad cultural, el doctor Núñez Asencio explicó al numeroso público presente las particularidades de su obra, su estructura y las temáticas que aborda. Dijo que el libro está dividido en tres partes: una dedicada a las reflexiones que han suscitado en él diferentes autores y experiencias como la impronta que dejó en su pensamiento la obra de Pedro Henríquez Ureña; la segunda parte, denominada «Perfiles  y retratos», trata justamente del impacto que en su desarrollo intelectual recibieron los escritores de su generación de parte de intelectuales como Juan Bosch, Joaquín Balaguer y Pedro Henríquez Ureña, entre otras connotadas figuras de la cultura dominicana; y en tercer lugar, figuran los ensayos o reflexiones en torno a temas educativos y lingüísticos.

El académico hizo referencia a su libro y dijo: “Los días alcionios es un libro muy grueso y voy a disertar sobre mi propia obra y su objetivo, ya que soy crítico literario y como crítico puedo verme y observarme desde lejos”. Manifestó qué lo motivó y porqué escribió esa obra tan gruesa de 700 páginas.

Manuel Núnez subrayó que esta obra la dedica a la memoria de Pedro Henríquez Ureña, quien utilizaba el título de “los días alcionios” para referirse a los días en que los peces comienzan a fecundar, es decir, utilizó esa palabra para referirse a los momentos de la gran creatividad, una época de intensa lectura, de fecundidad, de tardes en las que tenía tiempo para leer y escribir, para disfrutar de lo que leía y por eso utilizó la expresión “días alcionios”. Los “días alcionios” corresponden a esos momentos de intensa y fecunda creatividad.

Expresó tres perspectivas que le han acompañado en esta obra: mostrar las ideas que han servido de fundamento, como ha sido su pensamiento sobre la nación y la literatura, los temas obsesivos que han capturado su atención en esa vertiente que corresponde a una parte importante del libro, que denomina Horas de estudios, una alegoría que empleaba Pedro Henríquez Ureña para subrayar aquellos días especialísimos que llamó Los días alcionios.

En segundo lugar, expone su testimonio ante los lectores sobre el porvenir, porque la vida de los hombres de su generación no puede explicarse sin la presencia de personajes que marcaron en cierto modo su destino y por eso hay una parte que se llama “Perfiles y retratos”, con retratos de autores importantes como Joaquín Balaguer o Juan Bosch, que influyeron muchísimo en los escritores posteriores, así como retratos de otros escritores notables, como Manuel del Cabral, Manuel Rueda y Luis Alfredo Torres, que se han perdido en la neblina del tiempo.

El académico destacó algunos aspectos de su obra y señaló: “Conserva una huella personalísima, constituye la disposición de un testigo y está llena de figuras y de temas obsesivos”, dijo. Explicó que la obra está dividida en tres partes: “Horas de estudio”, “Retratos y perfiles”, e “Ideas pedagógicas”. Advirtió que algunos de los textos que la integran, por su calidad y trascendencia, abandonan el tema y se abalanzan sobre el lector, secuestrando nuevamente su interés. Evocó que esta obra, en cierto modo, recoge sus combates, sus luchas, en defensa de lo nacional.

Manuel Núñez manifestó que Los días alcionios habla de autores que él conoció hace muchos años y una de las conclusiones trata de que no podemos evitar envejecer y debemos aceptarlo, andando el tiempo perdemos la cabellera, quedamos tocados por unas pelusas blancas, los dientes de aflojan y la piel se arruga, la vista que nos permitía ver brillante, se vuelve borrosa. Somos ese piloto que en el momento más espectacular del vuelo, entra inexorablemente en declive. Resaltó otro objetivo al escribir esta obra, que es el aceptar lo más importante: nuestra propia muerte y agregó: “Nadie prepara su salida del teatro del mundo, salvo en los casos de que se tenga una enfermedad terminal, en este caso nos preparamos en todos los ámbitos”.

Durante su conferencia, el académico enfatizó los capítulos de su obra, resaltando autores y personajes importantes de nuestro país. Un ejemplo es el retrato hecho sobre Juan Bosch, Joaquín Balaguer y Juan Pablo Duarte; ellos no son los únicos, llevados de la mano de Manuel Núñez, y no sólo dominicanos, también españoles, como José Ortega y Gasset y Miguel de Cervantes, entre otros.

El académico y autor de la obra destacó que Los días alcionios recogen reflexiones de la etapa de plenitud de la intelectualidad de su generación, así como la desesperanza o desengaño que experimentaron ante la falacia de las utopías en las cuales creían y se sumergieron en la decadencia ideológica, política, moral, vital.

Durante su alocución, Núñez Asencio explicó que una frase de Paul Ricard, «El que enemigos no tenga, es porque carece de talentos», lo indujo a llegar a ciertas conclusiones patentes en esta obra, realidades que el ser humano no puede eludir: uno es objeto de la envidia, la rivalidad (laboral, académica, social);  el segundo es envejecer y el tercero es la muerte. Es decir, la entrevista ineluctable con el otro yo, ese que no se quiere ir, que se aferra a esta vida y ansía la eternidad, razón por lo cual no prepara su salida de este escenario vital.

En otra parte de su intervención, Manuel Núñez hizo hincapié en uno de los ensayos  que tiene el libro. Estableció un paralelismo entre las utopías que predominaron entre los intelectuales de su generación y las que abrazó el famoso hidalgo de Cervantes, don Quijote de la Mancha. Detalló cómo muchos jóvenes de su época se embarcaron en empresas quijotescas, tanto en el plano político como en el cultural; recordó a Manolo Tavárez Justo y al coronel Francisco Caamaño, entre otros, quienes asumieron ideas revolucionarias con miras a acabar con las injusticias que padecía el pueblo dominicano. Aquí el disertante cuestionó si realmente sus sacrificios alcanzaron la anhelada meta.  “El socialismo y la lectura de algunos autores con ideas innovadoras se convirtieron en el santo grial de la juventud de aquella época, todos éramos revolucionarios, todos leíamos mucho y debatíamos en peñas políticas y literarias, había un ansía desmesurada por saber, por estudiar, por conocer…», resaltó el académico.  Continuó diciendo que esas ideas luminosas de querer cambiar la sociedad,  hasta  cierto punto cobraron visos de visión profética o religiosa, «cuyo preludio lo advertimos ya en poemas como Hay un país en el mundo, de Pedro Mir, que exhorta a luchar para erradicar las injusticias que padecía el pueblo dominicano, especialmente, los campesinos». «La quijotada más evidente de esa generación fue creer que se puede trastocar la sociedad por arte de magia, de un día para otro, y que las luchas por alcanzar la utopía semejante a la del ilustre manchego consistía en escalar las escarpadas montañas de nuestro país para irradiar desde allí el cambio radical de las miserias ancestrales de la sociedad dominicana», enfatizó.

Nuestros guerrilleros vieron -ilusos- un país promisorio, donde la justicia y el bien  común sería su norte, al igual que el Quijote, nuestra generación no previó lo que el genial artista español Francisco de Goya hizo patente en su obra Saturno devorando a sus hijos, o la del personaje de un anciano que permanece de pie sostenido sobre dos bastones, gracias al permiso del emperador.

Manuel Núñez consideró que este discurso generacional de la intelectualidad de aquella época, los de la luz y los de las sombras, luce encorsetado hasta el punto de trabar el libre desarrollo de las ideas, de la cultura  y, especialmente, de la literatura de ese período signado por una ideología mesiánica, con visos de religión, en que se convirtió el socialismo para la juventud de esa generación. Aseguró que la poesía, la literatura se convirtió en una caja de resonancia de las ideas socio-políticas de esta etapa de la sociedad dominicana, caracterizada por una dicotomía entre lo nacional versus la yanquifobia, profetismo y despotismo ilustrado, culto a las efemérides y a los héroes, sincretismo que constituyó, en cierta medida, nuestra propia Edad Media,  según Manuel Núñez.

Al termino de la actividad cultural el público presente realizó variadas preguntas e intervenciones que contribuyeron a esclarecer entre la audiencia las ideas expuestas en el libro. El público intervino con preguntas, comentarios y felicitaciones al académico Manuel Núñez por su obra. El académico aprovechó la ocasión para agradecer al público su entusiasta participación, así como al director de la Academia, Bruno Rosario Candelier, por  el privilegio de solicitarle que inaugurara este valioso espacio de interacción académica entre los miembros de la Corporación dominicana y los diferentes  sectores de la sociedad dominicana. Santo Domingo, 4 de junio de 2013.

 

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