SPIKES – CRUZAR(SE) – PROVEEDORES DE LA SALUD

“Que alguien diga, “mira esos spikes pertenecieron a Juan Pierre.”

Todo “buen” dominicano sabe qué cosa son los “spikes”. La pasión de los dominicanos por el deporte del béisbol es harto conocida.

Los spikes, usada la voz como nombre, es el que se le da a las zapatillas deportivas que llevan unos clavos en toda la superficie que hace contacto al caminar y correr.

Es muy cómodo usar en español una sola palabra del inglés para mencionar el zapato que permite agarre en el terreno durante la práctica del deporte del béisbol.

Dependiendo de quien use el vocablo en español, se pronunciará “espáiks, espay o ehpay”. Son “los clavos que llevan en la suela los zapatos de los jugadores; por extensión, los zapatos que tienen esos clavos.” Esa es la descripción que ofrece Orlando Alba en su obra “Lengua y béisbol en la República Dominicana” (2006).

El autor antes mencionado en esa obra escribe que el uso se encuentra documentado en varios países, Nicaragua, Puerto Rico y Venezuela; eso naturalmente, además de la República Dominicana.

Como es de suponer, en Cuba se emplea el anglicismo para el “tipo de calzado, con piezas metálicas puntiagudas, que se usa en determinadas disciplinas deportivas para evitar resbalones”. Así aparece en el “Diccionario del español de Cuba” de Haensch y Werner, 2000.

Estos últimos autores mencionan la frase “colgar los spikes” para significar que algún jugador se retira de la práctica del béisbol. La frase es de uso también en República Dominicana.

En contadas ocasiones en República Dominicana se oyó a algunos jugadores de béisbol referirse al calzado con el nombre plural “clavos”.

CRUZAR(SE)

“. . .y esa información SE CRUZA en una tabla de equivalencias según la edad.”

El empleo que hace del verbo este redactor no se reconoce oficialmente en la lengua común. El verbo cruzar tiene varios significados y en la próxima edición del DRAE aparecerá enmendado para incluir algunos usos que ya constaban en el diccionario Moliner.

El inconveniente con las definiciones del verbo en los diccionarios y en el uso que de éste se hace en la cita es que en la última la acción la realiza otro sujeto y la acción misma no pasa, sino que al llegar al punto en donde coinciden ahí se detiene la acción ejercida por el sujeto sobre las cosas.

Si se entiende derecho lo que pretende expresar el redactor, él trata de dar a entender que hay una tabla que en un sentido (horizontal o vertical) marca unos datos y que en el otro sentido señala otros. En el punto en donde coinciden (no se cruzan) los dos datos se encuentra la información que se busca.

Para robustecer lo que se plantea en los dos últimos párrafos se cita la acepción número nueve que asienta el lexicón mayor de la lengua para cruzarse: “Dicho de dos personas o cosas: Pasar por un punto o camino en dirección opuesta”.

En las tablas, como se señaló antes, las dos columnas no se recorren en sentido opuesto, sino que una va de arriba abajo (vertical), cuando la otra va de un lado a otro en dirección horizontal.

Como consecuencia de lo antes expuesto, no se considera acertado el uso que hizo el redactor del verbo en el texto comentado. Más abajo se expondrá otro aspecto del verbo cruzarse.

El verbo cruzarse tiene una acepción en República Dominicana que puede considerarse un dominicanismo neto. Obsérvese bien que es “cruzarse”, en sentido reflexivo y no el verbo cruzar, pues el último lo registran sin falta los estudiosos de la lengua dominicana.

El verbo “cruzarse” guarda relación con el verbo dominicano “cruzar” en funciones transitivas que es “robarlo, estafarlo, engañarlo”. Es de índole parecida, pero la acción recae sobre el sujeto mismo en cruzarse.

El verbo dominicano cruzarse se utiliza cuando el sujeto administra dinero ajeno y las sumas recaudadas no coinciden con las reportadas. En derecho se diría que hay abuso de confianza “que consiste en valerse de las facilidades dispensadas por una persona para causarle daño o perjuicio en sus bienes”. Esa es la definición que trae el “Diccionario jurídico” de Ramírez Gronda.

Claro, lo que se menciona en el párrafo último es un tipo de estafa, pero específica, pues reviste características que le son propias.

El hacer este verbo reflexivo, pronominal o impersonal es una de las peculiaridades de la lengua española en su versión dominicana. Al hacerlo así se evita en realidad imponer sobre el sujeto de la acción toda la responsabilidad de la acción misma. De alguna suerte el abuso de confianza sucede, por eso se dice: “Fulano se cruzó”.

PROVEEDORES DE LA SALUD

“. . .la responsabilidad primordial de prevenir errores médicos le corresponde a los hospitales y a los PROVEEDORES DE LA SALUD. . .”

Los hispanohablantes andan a la zaga de otras lenguas en cuanto a la creación e introducción de términos nuevos en la lengua propia. Muchas veces lo que hacen es tratar de traducir, adaptar o adoptar voces procedentes de otros idiomas.

Eso que se menciona en la parte última del párrafo precedente es un fenómeno que se registra en todas las lenguas. No hay que inquietarse por eso pues no amenaza la salud de la lengua. Tampoco es un asunto nuevo, ha sucedido durante la larga historia de la lengua.

No solamente ingresan nuevas voces a la lengua española, sino también nuevas combinaciones, nuevos giros. El título de esta sección es una prueba de ello. Muchas veces lo que ocurre es que en otra lengua se pone de moda un modo de expresarse y los bilingües corren a transformarlo con ropaje español.

Cuando ocurren movimientos como los descritos anteriormente se abandonan combinaciones y expresiones que habían pasado por el tamiz de la historia de la lengua, por las pruebas del uso y la generalización del conocimiento e identificación que eso conlleva.

No se debe claudicar y permitir que la lengua común pierda los colores propios que forman parte de la herencia cultural. Hay que preservar la espontaneidad del genio español de la lengua. La lengua convencional no es endomingada en su vocabulario pintoresco, moderno. Es mejor abrevar en el gran reservorio del genio español de la lengua antes de abandonar una combinación rodada por el uso.

No hay que crear una expresión nueva para describir una realidad que existe hace tiempo en la vida cotidiana. Eso es diferente de transmitir un mensaje nuevo, una realidad nueva, innovadora. Hay que respetar la personalidad de la lengua así como sus fantasías, no aclimatar las voces ajenas sin digerirlas.

Con anterioridad a “proveedor de la salud” se usaban otros giros más castizos, más españoles. Se hablaba de “personal médico”. Con esto no se mencionaba solo a los médicos, sino que participaba de esta denominación todo el personal auxiliar.

Ya casi nadie recuerda los “centros sanitarios”. Mencionar un sanatorio es casi una “mala palabra” pues se identifica más con la salud mental que con otra especialidad. El dispensario médico cayó en desgracia; ya nadie lo menciona, ahora son clínicas.

La combinación del título proviene del inglés “health care provider”. Nadie se atreve a decir o escribir personal de salubridad, personal médico. El vocablo proveedor, aquí, es un sirviente del parecido fonético del inglés.

*INCREMENTAL

“Desafortunadamente, muchas compañías consideran el mercadeo en español como INCREMENTAL, de modo que cuando están bajo presión económica. . .”

No se ha podido localizar la voz del título en los diccionarios que se compulsan con regularidad. Lo que complica el asunto aun más es que el corrector automático del computador no lo marca como vocablo extraño a la lengua.

Como casi siempre se hace en estos casos se recurre al inglés para determinar si la intrusión procede de ese campo. En esa lengua se encuentra la información acerca de la voz examinada.
En inglés, incremental es el adjetivo que se utiliza para el nombre incremento. Significa en esa lengua que “ocurre en pequeños incrementos”. Es una de las acciones del proceso de aumento, especialmente en cantidades añadidas de modo regular o consecutivo.

Hay que ser francos. Muy a pesar de que se hace todo lo posible por entender el mensaje, en algunas ocasiones (como ésta), no se logra el objetivo. A partir de este punto del asunto se incursiona en el ámbito de las cábalas.

Es posible que el redactor haya querido expresar que el mercadeo es “gradual”. Eso quiere decir y dice que “va de grado en grado”. Es decir, en unidades de escalas que se usan en esa actividad.

Hay que abundar en el concepto antes de terminar. Todo se reduce a transmitir la idea de que el aumento no es abrupto; sino más bien graduado de acuerdo con una escala elegida o impuesta en esa actividad. Según parece en este caso la escala viene dada por los resultados obtenidos por el mercadeo. Si funciona, es decir, si produce resultados, se aumenta; en caso contrario, se abandona.

Algo que debe quedar muy claro es que la voz *incremental no forma parte de las familia de palabras del léxico común del idioma español, por lo menos del corriente.

IMPLICAR

“A partir de ahora todos los equipos IMPLICADOS en la primera ronda tienen una sola idea. . .”

Desde el principio de esta sección se debe advertir a los lectores que en ella se van a expresar opiniones personales que están sujetas a debate. De algún modo se va a hacer una labor de sociología lingüística, eso que los especialistas prefieren llamar sociolingüística.

Antes de continuar hay que dejar bien sentado sobre cuál aspecto de la sociolingüística se emitirán los criterios que siguen. Se refiere -en esta sección- a la noción expresada en el contenido (carga) del enunciado cuando se usa en el contexto por su aceptación social. El énfasis aquí se pone en la importancia de las condiciones sociales de comunicación. Se hará un somero análisis del discurso y del modo de enunciación.

Quiérase o no, el vocablo implicación ha cobrado un matiz de vileza. A esto ha contribuido en gran medida el uso que se hace del término en el lenguaje jurídico. Cuando se desea expresar en esa rama que algo lleva en sí de modo sobreentendido la complicidad de un sujeto en una acción reñida con las leyes, el verbo de selección es “implicar”. Este es un verbo que ha adquirido una significación de “no se tenga en cuenta lo que el aludido alega”.

De alguna manera implicar ha pasado a significar que la acción que denota la implicación no supone la voluntad del sujeto accesorio a la acción principal.

Otros verbos que tienen una significación parecida no tienen ese matiz vil. Como consecuencia de eso se reservan para otros tipos de situaciones, de circunstancias.

Tómese en cuenta que entre los sinónimos que Sáinz de Robles ofrece en su “Diccionario de sinónimos y antónimos” para el término en cuestión -implicar- figura “enredar”. Entre las definiciones que la autoridad de la lengua registra para el verbo enredar utiliza la expresión “enmarañar algo con otra cosa”; “meter a alguien. . . en negocios comprometidos o peligrosos”.

En política dominicana hubo un político que gustaba del verbo “entrañar” para significar que algo conllevaba en lo más hondo de sí algo más. Había otro político que era un mago de la comunicación y que le era contrario y se burlaba de la poca comunicación que el primero tenía con las masas; porque según el segundo, en República Dominicana las “entrañas” eran el mondongo.

No debe perderse de vista que eso que se relata sucedía en República Dominicana en los años sesenta cuando todavía la sociedad dominicana podía considerarse una sociedad con rasgos agrarios.

Lo que acaba de mencionarse tiene relación con la sociolingüística también. Es un fenómeno que ocurre cuando hay disparidad entre el registro en que se emite un mensaje y el nivel educativo de los receptores que se suponen que son los destinatarios de ese mensaje.

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