SOCKET – COMPADRISMO – ESPÓNSOR

“. . .también hay una pieza atractiva, hecha a base de tomacorrientes y SOCKETS conectados unos con otros hasta. . .”

Hay que dejar bien claro desde el principio que la voz “socket” pertenece a la lengua inglesa. Si se trae esa palabra a estos estudios es porque guarda relación con otra que estuvo en uso en el español dominicano durante varios años. Hace tiempo que no se la escucha, pero vale la pena revivirla. No se debe olvidar que todas las lenguas son fundamentalmente dinámicas; por lo tanto, no debe causar extrañeza que el “sócalo” se use menos en la actualidad.


Hace más de cincuenta años en el Santo Domingo (la capital) de entonces, se usaba una palabra que causaba extrañeza. Era la palabra “sócalo”. Ese vocablo se utilizaba para nombrar la parte donde entra (se inserta) y se enrosca el bombillo (bombilla).

No sería mucho arriesgar si se aventura uno a decir que las dos voces, sócalo y socket, tienen algún parentesco. Existe la posibilidad de que los dominicanos hayan distorsionado (o españolizado) el sonido de la voz angloamericana. Una acepción de la voz inglesa es el mismo que posee la del español dominicano.

Lo antes expuesto tiene asidero si se piensa que durante muchos años la producción de energía eléctrica en República Dominicana estuvo en manos de firmas norteamericanas. Además, los ingenios azucareros donde también se producía energía eléctrica, eran propiedad de norteamericanos. En muchos de estos centros de producción energética los jefes de operaciones eran nacionales de los Estados Unidos.

Hay otro punto. En los diccionarios de español no aparece la palabra sócalo. Si consta en esos diccionarios un vocablo parecido que designa una cosa muy lejos del sócalo dominicano.

Otro asunto interesante es que el término mencionado aquí como dominicanismo no está consignado en ninguno de los diccionarios de palabras dominicanas.

COMPADRISMO  

“. . .hizo un significativo aporte a frenar una enraizada cultura de intromisión política y COMPADRISMO que drenó el dinero. . .”

Como era de esperarse esta voz no está registrada en la nómina oficial del léxico castellano. La institución de los compadres, el compadrazgo, con toda la fuerza que tiene, según parece solo existe en los países de América.

En la República Dominicana los vínculos que genera el compadrazgo son de mucha solidaridad y respeto. A pesar de lo expuesto antes, en el pasaje que se reprodujo al principio de esta sección no se trata de los compadres en realidad, sino de una extensión del concepto.

En el habla de varios países de la América morena se llaman “compadres” las personas que son buenos amigos. Los amigos de confianza y hasta los asociados.

Este compadrismo mencionado en el texto alude a lo que otros llaman el amiguismo. Son los nexos que nacen de una amistad estrecha. Como en la América nuestra la institución del compadrazgo es tan respetada, los amigos-compadres son más que amigos.

En Cuba en el nivel coloquial se usa la palabra compadre para referirse en tono de confianza a un hombre. Así consta en el “Diccionario del español de Cuba” de Haensch y Werner del 2000. Allí el “compadreo” es el trato íntimo. Lo cataloga así documentado en la literatura de ese país Brian Steel en el diccionario que se menciona más abajo.

En Argentina según parece soporta varias acepciones no todas coincidentes o del mismo tono. Usado como adjetivo en ese país significa “burlón, pícaro” y de ese modo lo recogió documentado en la literatura argentina Renaud Richard en el “Diccionario de hispanoamericanismos”, 1997.

Hubo otro uso caído ya en el olvido que prevaleció en Argentina para el vocablo compadre. Era para referirse al hombre “pendenciero y prepotente”. En tiempos recientes en ese país lo usan los hombres para dirigirse a alguien con quien tienen una relación de amistad. Consta así en el “Diccionario del español de Argentina” de Haensch y Werner, 2000.

En Guatemala le colocan un acento particular al “compadre” porque usan el vocablo para denominar al “compañero de aventuras, compinche”. Esta información del “Diccionario de voces usadas en Guatemala” de J. Francisco Rubio, 1982,  es interesante porque introduce la acepción de “compinche” que define muy bien la relación del “compadrismo” reflejada en la cita.

Una noción atenuada del compadre la tienen los mexicanos, para quienes el compadre es un amigo. Este concepto está documentado en la literatura de ese país. Lo apunta Brian Steel en su “Diccionario de americanismos”, 1990. Cita una obra de O. Lewis con un pasaje de ese uso con ese valor.

Para referirse al uso que se hace del compadrismo en el texto los dominicanos usarían otra palabra que solo ellos conocen. Se trata de la voz “enllavismo” que deriva de “enllave” que es amigo cercano. El “enllave” según C. E. Deive es “compañero, camarada, cómplice; persona influyente”. Repárese de inmediato en el vocablo “cómplice” que se aviene muy bien a lo que alude la cita que sirve de ejemplo para esta sección.

Hasta los haitianos usan el concepto compadre para referirse a los amigos muy allegados. En la lengua haitiana es “konpè” y “monkonpè”; es el amigo, y es el término amistoso con que se llaman entre sí los amigotes, los compinches, los compañeros.

ESPÓNSOR  

“Ahora tiene nuevo ESPÓNSOR –el hombre fuerte de. . . “

Es muy posible que quien no hable inglés no pueda entender lo que significa la palabra destacada en la cita. Solo los hispanohablantes que viven en los Estados Unidos comprenden lo que se dice con esa dichosa voz.

La voz del inglés se castellaniza un poco cuando la hacen anteceder por la vocal, E en este caso, para imprimirle sonido españolizado. La voz del inglés es “sponsor” y forma parte del léxico de esa lengua desde el año 1884.

En la lengua inglesa el “sponsor” es la persona que asume responsabilidad por otra persona o cosa. Además es la persona u organización que paga por algo, o planea y lleva a cabo un proyecto o actividad, especialmente cuando paga por los costos y recibe a cambio tiempo para anuncios.

Muchos castellanohablantes tienen contacto con el vocablo inglés cuando comienzan las diligencias para patrocinar la entrada de alguien a los Estados Unidos. Al patrocinar a una persona se convierten en patrocinadores.

La última palabra del párrafo que antecede es la que sugiere el “Diccionario panhispánico de dudas” para evitar el uso del vocablo del inglés. En lugar de *espónsor debe usarse patrocinador. Los términos de la familia de patrocinio, patrocinador, etc., son las que deben aparecer en español cuando se trata de transmitir el mensaje con respecto a esta idea.

AUTENTIFICAR  

“Yo lo convertí en negocio. Cobro $300 por AUTENTIFICARLOS.”

Lo que sucede en el caso del verbo que se somete a estudio en esta sección es una distorsión que ocurría con mucha frecuencia en el español. En nuestros días se encuentra menos porque ya el francés no ejerce su influjo sobre el español como lo hacía antes.

En lengua francesa emplean el verbo “authentifier” que se produce como una combinación de dos verbos: “authentiquer” y “certifier”. Para los franceses ese verbo, legítimo en esa lengua, significa: certificar, constatar, legalizar; es reconocer como auténtico.

No obstante lo señalado en el párrafo anterior la lengua francesa cuenta con el verbo “authentiquer” que tiene el mismo valor semántico. En esa lengua esos tipos de verbos son más comunes que en español. Hay muchos ejemplos con la misma raíz y con terminaciones diferentes como se puede constatar en esta pareja de verbos. La diferencia solo se produce entre las terminaciones“-fier, -quer”.

Durante largos años en lengua española se produjo el fenómeno que se comprueba en esta sección. Verbos procedentes del francés encontraron su incorporación en el habla castellana. En la lengua escrita se les concedió preferencia a estos verbos.

Muchas veces ese favor vino como consecuencia de que el verbo que llevaba la sílaba “fi” incorporada hacía más largo el verbo. Es un hecho comprobado en la lengua española que los escritores tienden a favorecer las palabras más largas, e incluso a reemplazar con ellas a las auténticas que son más cortas.

El verbo autentificar fue bendecido por las autoridades de la lengua. En el diccionario oficial aparece ya en el año 1992. El significado es el mismo que el del verbo autenticar, razón por la que en la entrada consagrada a este verbo lo que hace la Academia es remitir a autenticar. Autentificar es “autorizar o legalizar algo”.

PORCIÓN  

“M. S. abrió el sábado pasado la serie de actuaciones que habitualmente efectúa en la última PORCIÓN del año. . .”

Los lectores no tienen que estar todos de acuerdo con lo que se va a expresar en esta sección. Después de dejar esto bien claro se va a proceder a argüir que el uso que se hace de la palabra porción no es la más adecuada en un pasaje como el que se cita aquí.

Una porción es una “proporción” de algo. Es una “cantidad limitada” de cierta cosa. Así lo asienta el Diccionario Moliner. Ese diccionario además recoge los otros usos que se trascribirán aquí para no dejar dudas.

Es en un reparto la parte que corresponde a cada uno. Usado con menos frecuencia es también la parte con que contribuye cada uno en una obra, gasto, etc. Funciona porción con el valor de “ración”. Cuando se utiliza “una porción de” equivale a “muchos o muchas de las cosas que se expresan”.

Lo que consigna el Diccionario de la Academia es muy parecido. Quizás menos tajante o menos claro. La primera acepción está redactada de este modo: “cantidad segregada de otra mayor”. Las demás acepciones difieren en grado mínimo de lo que se copió más arriba. El vocablo importante en esta definición es “segregada”.

El verbo segregar es “separar o apartar algo de otra u otras cosas”. Con esta definición se deja fuera de combate el empleo que hizo el redactor del término porción. No se separó o apartó cosa alguna en la redacción examinada.

En la generalidad de los casos los redactores simplifican el asunto para expresar la idea que trató de comunicar el autor del infortunado texto. “…que habitualmente efectúa al final del año”. Hay otras opciones que no se reproducen para no cansar.

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