El Diccionario de mística

Por Rafael Peralta Romero

  El 28 de enero de 2017 asistimos a la presentación del libro La dolencia divina: conciencia mística y espiritualidad, escrito por el doctor Bruno Rosario Candelier. La referida obra  puede considerarse  con toda justeza un tratado, bien documentado y bien sustentado,  sobre la  mística, que con la metafísica y la mitopoética  representa  los tres pilares  sobre los que se sostiene el movimiento interiorista, que orienta Rosario Candelier.

Tuve la honra de hablar  acerca de ese libro el día de su presentación, y afirmé en aquella ocasión que la nueva publicación no solo constituía  el más amplio soporte bibliográfico sobre los estudios místicos  que se haya elaborado en nuestro país, y en muchos otros, sino que también representaba  un auténtico cuerpo doctrinal  sobre esa materia, reservada  a un número muy reducido de seres humanos.

En más de una ocasión, el actual director de la Academia Dominicana de la Lengua y presidente del Ateneo Insular ha expresado  su preocupación por la falta  en nuestro país de una escuela destinada a los estudios místicos, para lo cual es indispensable, en primer lugar, la existencia de poetas y narradores místicos.  Esta premisa  puede contribuir a entender el insólito hecho de que a diez meses de haber publicado   La dolencia divina, el progenitor, en vez de solazarse en los mimos a su recién nacido,  se ocupe en  declarar el nacimiento de otra criatura que por ser hermana de la anterior tiene genes comunes con ésta.

Resulta muy evidente que con sus trabajos, sobre todo  a través del Movimiento Interiorista,  Rosario ha venido preparando las bases para establecer  esa escuela, ya que son miembros del  Interiorismo los dominicanos  que en los últimos veintiséis  años  han transitado la senda de la mística en sus creaciones.

 

A ese propósito debe obedecer la  publicación del Diccionario de mística, editado con el sello de la Academia Dominicana de la Lengua y el patrocinio de la Fundación Guzmán Ariza. De inicio, el autor advierte que para elaborar un diccionario  de términos místicos hay que saber lo que es la mística, sin confundirla con la religión  ni con la metafísica ni con el mito. Y precisa que la “La mística implica, como búsqueda de lo divino, una contemplación hacia adentro, hacia la esencia del ser, hacia la Fuente creadora e inspiradora de todo, hacia el Misterio que arroba y anonada”. (pág. xi).

¿Qué se define en un diccionario de mística? Eso me preguntó una amiga a quien le referí que tenía  por delante la tarea que en este momento estoy realizando. Para entonces solo había explorado el libro y llegaron tímidamente  a mi memoria algunos términos y  expresiones contenidos en la publicación: mística, kénosis, intuición mística, escritura divina, contemplación espiritual, sentido místico, teosofía y,  por supuesto dolencia divina.

Aunque mi respuesta fuera simple y superficial, la pregunta de la amiga me ha servido para  encaminar este discurso hacia los tópicos que se presten  para funcionar como muestras representativas del contenido de esta nomenclatura, porque definitivamente,  presentar  un diccionario de mística  resulta muy diferente a ponderar un libro de cuentos o una novela.

En esto último es donde radica mi experiencia.

Empiezo por mística: “Cultivo y sentimiento de lo divino que entraña hondas vivencias interiores y,  en algunos casos, la experiencia  extática con el carácter enigmático, cerrado y oculto de su condición inefable”. De acuerdo a lo expuesto en la página 270, la mística es la espiritualidad puesta a favor de la conciencia superior para elevarse a planos superiores en pos de la Divinidad.

Se plantea aquí que para sentir místicamente el mundo hay que tener una empatía con lo sagrado. La experiencia mística  recupera el sentido original de dignidad  espiritual, empatía cósmica y ponderación de lo sagrado. La mística es una experiencia luminosa que aparta de las inclinaciones mundanas y abre el camino de la gracia para vivir el sentido espiritual del mundo.

El místico encuentra especial deleite en la belleza de los elementos naturales: cantos de jilguero o de gorrión, emanaciones de un manantial, la mansedumbre de la paloma o los movimientos del pez en el agua, o por igual en la manifestación del rocío, o la presencia del Sol, la Luna, el fuego o el mar.

   Kénosis divina. Este vocablo griego significa “anonadación”, “rebajamiento” y “humillación”, con presencia y sentido  en el ámbito del ascetismo místico y la espiritualidad. Y más adelante agrega el autor: “Para alcanzar la unión divina, la vocación mística precisa capacidad de contemplación, ternura espiritual y pureza de corazón en una síntesis de piedad, renuncia y entrega”.

La kénosis conlleva aniquilación del ego, ya que todo se  doblega al plan divino. El autor ilustra estas ideas con versos de Fausto Leonardo Henríquez: “Pasemos al umbral /salgamos de esta pirámide. / Decae el día con su pesadez, / la bruma anida el resto de lo que hay en mí. / La humillación le llegó a la tarde. No saben de gloria los últimos rayos / diluidos en el espejo vespertino. Avanzo sin tregua por el laberinto, / abro puertas sin llaves para el regreso”. (pág. 231).

   Intuición mística. La percepción mística, que aparece en la página 216, es definida como una percepción nítida, profunda y fecunda de cuanto conduce a una clara conciencia de lo divino. La meta de la mística es la unión permanente con lo divino.  Los poetas místicos como los sujetos  contemplativos, mediante la intuición mística,  han mostrado que la belleza  sensorial conduce a la belleza mística como expresión de la Divinidad. “La intuición mística –afirma Rosario- genera la certeza de que estamos conectados con lo divino, hecho que revela verdades profundas con la claridad de lo que nos conviene”.

Un poema de Freddy Bretón recalca la certidumbre de la función de la intuición mística  para la relación entre  el Creador y el sujeto que lo intuye con amor y gozo:

“Padre de la armonía: / yo sé bien que tu voz divaga/ por el mundo. / Te canta suavemente la brisa/ en los pinares, /o en los vientos que rozan / las rocas de la altura. / Padre del Universo, / del que soy parte mínima: preste yo mi voz a tus cantares, /como lo hace la fuente; que no solo a las aves les fue encomendado/ cantar tus maravillas. / Sea todo mi ser el instrumento / en que hagas resonar tus melodías. /Viva yo de tu amor, / Tu armonía perfecta, / mientras voy, peregrino, / hacia tu fiesta”. (pág. 219).

     Escritura divina.  Tenemos  sabido que en la Biblia tenemos la  escritura divina por excelencia.  Pero poetas y místicos han encontrado en la naturaleza la escritura de Dios, un modo de ver la marca de la Divinidad. En la quinta acepción de este articulo, el autor del Diccionario  afirma de la escritura mística lo siguiente: “Concepción mística de la Creación, que es el conjunto de lo existente, como la Escritura de Dios, según lo han sostenido poetas de nuestra lengua, tanto de América,  como el poeta argentino Jorge Luis

Borges, o de España, como el poeta andaluz Juan Drago”. (pág. 147).

   Contemplación espiritual.  Es otra de las entradas que he escogido para responder acerca de qué trata un diccionario de mística. Aparece en la página 93 y comienza con este señalamiento: “Disposición de la sensibilidad y la conciencia para entrar en comunión  con la dimensión sagrada de la naturaleza de las cosas”.  Aquí, el autor acude a otro libro suyo y cita lo siguiente: “Para  conseguir esa meta proponemos el cultivo de los valores interiores, entre los cuales figuran la empatía cósmica, el amor divino, el silencio contemplativo, la armonía cósmica, la ternura interior y la paz entrañable”.

La contemplación conlleva la unión mística con Dios y es una forma de pasar de la carne al espíritu, de los sentidos corporales a la inteligencia de lo divino, pues la contemplación mística conecta con la energía divina. En esto entra la oración, que es una forma de dialogar con Dios. Bruno Rosario advierte que si la persona responde, la oración se hace  más penetrante, más pasiva: “Y por ende, normalmente más simplificada, más contemplativa. El amor es más vivo y simple. Quiere decir que la oración en este estado teopático es contemplación. Pero no es de suyo la mística. La vida mística también es acción…” (pág. 99).

   Sentido místico. El sentido místico implica el fundamento espiritual cifrado en el aliento de lo divino. La creación del mundo es obra de Dios y, en consecuencia, el asombro y el misterio que producen la belleza, el primor y el esplendor del mundo desarrollan la sensibilidad estética, la sensibilidad cósmica y la sensibilidad mística, desplegando el más alto peldaño de la sensibilidad espiritual al compartir las delicias de lo viviente, sintiendo que todo lo creado procede del Padre de la Creación… (pág. 147).

Escudriñando aún más el Diccionario de mística, me detengo en la página 468. Teosofía es la entrada que ahí aparece. El autor la define de este modo: Concepción mística fundada en la creencia de que todo lo existente es una emanación de la Divinidad y por tanto encarna algo de lo divino mismo. El autor recurre  a Gershom Gerhard Scholem, filólogo e historiador israelí, para reforzar su planteamiento: “La Teosofía designa una doctrina mística o una escuela de pensamiento que se propone conocer y describir los misteriosos modos de acción de la Divinidad, y que quizá también considera que el hombre es capaz de ser absorbido por la contemplación de esta Divinidad”.

   Dolencia divina. Es la última  pieza de la muestra  tomada en la exploración del Diccionario de mística de Bruno Rosario Candelier. Consiste en la vivencia de una pasión espiritual en conexión con el Cosmos y la Divinidad, mediante un sentimiento que se caracteriza por una empatía de amor. “La más alta vocación de todo ser pensante es una ansia de liberación de las amarras interiores que le nublan la visión de ser”,  agrega la definición.

Hemos iniciado esta exposición  haciendo referencia al texto La dolencia divina: conciencia mística y espiritualidad, el cual consideré al momento de su publicación   como un  estupendo cuerpo teórico sobre conciencia mística y espiritualidad.

Sin embargo, el maestro Bruno Rosario Candelier nos ha sorprendido con el lanzamiento, antes de un año,  de este  amplio repertorio temático  en el que clasifica y explica, con criterio enciclopédico,  cada  elemento  de la terminología propia de la mística, apoyado,  cada artículo,  en magníficos ejemplos  de la creación de nuestros poetas místicos.

Espero, con lo dicho hasta ahora, haber descrito este novedoso libro,  único en nuestro país,  que ha de servir  de apoyo a iluminados, críticos, poetas y educadores para afrontar, cada uno en su rol,  un tema de tan alta trascendencia como es la mística, que al decir de Rosario Candelier es la “disciplina de la conciencia centrada en la búsqueda de lo Absoluto con el sentimiento de lo divino inspirado en el amor a Dios y sus criaturas”.

Ojalá que la llama divina siga iluminando a Bruno Rosario Candelier para que continúe su fructífera labor  de producción intelectual, la cual engrandece la literatura dominicana y enriquece la de otros ámbitos. Recibamos con alborozo y disfrutemos con fruición el Diccionario de mística.

15 de noviembre de 2017

ADL ELIGE A RAFAEL PERALTA ROMERO NUEVO MIEMBRO DE NÚMERO

El escritor, lingüista y periodista Rafael Peralta Romero fue elegido nuevo miembro de número de la ADL para ocupar el sillón que dejara vacante don Lupo Hernández Rueda.

En sesión ordinaria celebrada en la sede la institución, el nuevo académico numerario fue favorecido con el voto de Federico Henríquez Gratereaux, Franklin Domínguez Hernández, Manuel Núñez Asencio, S. E. Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, Manuel Matos Moquete, Marcio Veloz Maggiolo, Juan José Jimenes Sabater, Tony Raful Tejada, José Rafael Lantigua, Ramón Emilio Reyes, María José Rincón González, Carlos Esteban Deive, Rafael González Tirado, Dennis R. Simó Torres, Ricardo Miniño Gómez, Fabio Guzmán Ariza, José Miguel Soto Jiménez y Bruno Rosario Candelier.

El nuevo académico numerario de la ADL en su condición de miembro correspondiente se desempeñaba como integrante de la comisión lingüística de la Academia Dominicana y, en su calidad de narrador, ensayista, lingüista, poeta y activista cultural, tiene en su haber una valiosa colaboración lexicográfica a nuestra corporación. Es una figura prestante del Grupo de Narradores Mester de la Academia; ha presentado varias ponencias en los actos de la ADL y forma parte del equipo que prepara las recomendaciones gramaticales y ortográficas que nuestra Academia ofrece al país a través de Fundéu-Guzmán Ariza. Además, ha dictado numerosas conferencias y ha presentado varios libros sobre temas lingüísticos y literarios en nombre de nuestra institución.

El periodista, lingüista y escritor Rafael Peralta Romero, nacido en Miches el 3 de diciembre de 1948, ha servido como ponente en los actos de la ADL; ha prestado a la institución un valioso servicio como maestro de ceremonias en las actividades académicas y colabora con artículos y ensayos para el Boletín de la Academia. Además, es el autor de una columna semanal sobre asuntos idiomáticos en el periódico El Nacional y mantiene una activa militancia en las actividades de nuestra institución.

Rafael Peralta Romero ha publicado las siguientes obras literarias: Diablo azul, Santo Domingo,  Gente, 1992; Residuos de sombra, Santo Domingo, Cocolo Ed., 1997; Los tres entierros de Dino Bidal, Santo Domingo, Manatí, 2000; Cuentos de visiones y delirios, Santo Domingo, Gente, 2001; Memorias de Enárboles Cuentes, Santo Domingo, Manatí, 2004; El conejo en el espejo, Santo Domingo, Ferilibro, 2006; Cuentos de niños y animales,  Santo Domingo, Norma, 2007; Punto por punto, Santo Domingo, Ed. Colonial, 2008; De cómo Uto Pía encontró a Tarzán, Santo Domingo, SM, 2009; A la orilla de la mar, Santo Domingo, Gente, 2011; Círculo de espera, Santo Domingo, Ed. Nacional, 2012; Pedro el cruel, Santo Domingo, Ed. Nacional, 2013; Ella y tú, Santo Domingo, Gente, 2016; y La paloma dálmata, Santo Domingo, CP, 2017.

Compartimos nuestro regocijo por la elección de nuestro agraciado colega como miembro de número de la ADL y, al tiempo que ponderamos su brillante hoja de servicios a favor de nuestra institución, ponderamos su aporte a nuestra lengua y su labor cultural y creativa en beneficio de las letras dominicanas.

Santo Domingo, 21 de noviembre de 2017.

 

ACTO ACADÉMICO EN MEMORIA DE LUPO HERNÁNDEZ RUEDA

La  Academia Dominicana de la Lengua realizó un acto solemne en memoria de don Lupo Hernández Rueda, destacado miembro de número de esta Academia, que esta institución lo encomia por su ejemplar dedicación al cultivo de la palabra de manera armoniosa y fructífera.

La actividad fue presidida por Bruno Rosario Candelier, director de la ADL, en compañía de los académicos Manuel Núñez Asencio, Rafael González Tirado, Juan José Jimenes Sabater, Manuel Salvador Gautier, Miguel Solano, Rafael Peralta Romero. También participó la hija del fenecido académico, Gloria María Hernández.

Rafael González Tirado, académico, colega y compañero de Lupo Hernández Rueda, habló de su vínculo profesional y poético con don Lupo, relación que según su testimonio fue muy importante para él, pues se conocían desde la primera etapa escolar: “Mis relaciones con Lupo fueron muy importantes por la afición de ambos por las letras y la ruta que nos esperaba para conducir a la Generación literaria de 1948”. Señaló que antes de tener sentido de generación, los acercaba su vocación literaria y la fraternidad entre sus colegas, quienes se reunían periódicamente en sus hogares para hablar de sus creaciones.

González Tirado describió a Lupo Hernández Rueda como un hombre de una personalidad excepcional. Se singularizó desde muy temprano, siempre fue cordial, con una sonrisa a flor de labios, solidario con todos sus compañeros, amigos y condiscípulos: “Todo aquel que se le acercaba en búsqueda de algo, lo atendía sin diferencia ni vacilaciones”.

Habló de la obra poética de don Lupo, quien produjo poesía desde muy temprano. Su primer libro, Como naciendo aún, fue su gran aliento de decidor para un discurrir temático y estilístico, con una de las mejores líneas creativas en las letras dominicanas. Señaló que el tema de la muerte fue una constante en su labor poética. Finalmente el académico y también poeta don Rafael González Tirado expresó que Lupo Hernández Rueda fue especial, siempre estuvo sonriendo a todo, que es como sonreírle a la vida. Fue un gran amigo y por siempre hermano: “Nacerás con nosotros cada día, con tu emblema de sencillez, humildad y dignidad”, subrayó.

Más adelante, Manuel Núñez Asencio expuso su valoración sobre el poema  “Círculo”, memorable creación poética de Lupo Hernández Rueda, que ha sido ponderado como el más representativo de su producción. Núñez Asencio explicó que el poema “Círculo” corresponde a una visión que está muy emparentada en una de las técnicas estilísticas: la comparación. Dijo que en el comienzo del poema, Lupo define su presencia como la de un personaje que ha superado la muerte y que está en esa posibilidad mayor, que es la explicación a partir de la consideración de la muerte.

Ponderó el ponente algunos elementos temáticos y compositivos, que son valores fundamentales de cómo Lupo Hernández Rueda hizo el poema y por qué este poema es uno de los grandes poemas de la literatura dominicana: “Es el poema de mayor profundidad metafísica y de mayor definición. Los procedimientos que utiliza están muy relacionados con los procedimientos de la poética bíblica; la poética bíblica usa grandes unidades rítmicas: retórica cerrada, combinaciones de voz que va haciendo en todo el poema, ritmo de paralelismo y encadenamiento bíblico”, explicó. El académico, tras finalizar, manifestó que el poema “Círculo” se refiere a la transición de la propia vida.

Gloria María Hernández Contreras, hija del fallecido académico Lupo Hernández Rueda,  agradeció en nombre de la familia Hernández Contreras a la Academia Dominicana de la Lengua por el homenaje póstumo a su ilustre padre. La abogada expresó que su padre los enseñó, a ella y a sus hermanos, a aprender del ejemplo. Señaló que está convencida de que la obra de don Lupo, como poeta, ensayista, jurista, abogado, literato y maestro, estuvo marcada significativamente por las experiencias vividas en su primera juventud, cuando los estudios primarios y secundarios los realizó en diversas localidades del país: “Eso, dedicación y esfuerzo, tesón, perseverancia y paciencia fue lo que nos dejó como ejemplo nuestro padre a todo lo largo de nuestras vidas y, ahora aún después de la muerte, porque como bien dijera el poeta en uno de los versos de su poema “Círculo”: “La vida la concibo como un círculo./El hombre no termina con la muerte./Soy un poeta que crece y se transforma cantando. El movimiento es todo, el movimiento es todo, el movimiento”.

Al término de su intervención, Gloria María Hernández dijo que su padre no está presente físicamente, pero lo está de corazón y alma. Y sus hermanos y ella se sienten muy orgullosos de ser parte de la prole del poeta Lupo Hernández Rueda y le piden a Dios los ilumine en la trayectoria de poder honrar su filiación a lo largo de su vida.

El Dr. Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua, dio su testimonio sobre don Lupo Hernández Rueda, a quien consideró que como académico, poeta y escritor fue ejemplar, mediante notaciones de una singular vocación humana, literaria y espiritual: “Yo tuve la suerte de conocerlo en año de 1964 cuando lo busqué en su oficina de abogados donde él dirigía una revista literaria que en ese entonces era muy importante. Se trata de la revista que su grupo literario dio a conocer en el país con el nombre de Testimonio, revista que representaba a la generación literaria a la que él pertenecía. Ese grupo literario se conoció en la historia de la literatura dominicana con el nombre de Generación del 48”, contó el director.

Rosario Candelier relató que don Lupo era, además de poeta y ensayista, un promotor de la literatura. Él fue el inspirador de la revista Testimonio y durante varios años la editó aquí en Santo Domingo, y naturalmente cumplió con el rol que le correspondió ejercer como órgano de promoción de las artes y las letras.

Subrayó también un segundo aspecto muy importante en Lupo Hernández Rueda, como fue su singular distinción como ser humano: “Quizás el atributo personal más importante en Lupo era la armonía que él sembraba entre sus amistades, entre su grupo, entre los poetas, entre los integrantes de las promociones literarias. Quizás el rasgo altamente representativo en la Generación del 48 fue justamente ese sentimiento de empatía y fraternidad, esa vocación de armonía y de solidaridad que distinguía a Lupo. Ese rasgo distinguió a la Generación del 48 entre las agrupaciones literarias dominicanas”.

Este director subrayó que en la literatura de Lupo Hernández Rueda había la dimensión trascendente de la palabra. Esa faceta era el reflejo de la idea que él tenía, ya que la palabra es capaz de canalizar nuestros ideales y sueños si la asumimos como la expresión de la más alta condición humana. Manifestó que esa vocación humana, de armonía y empatía solidaria, la pudo constatar en don Lupo en diversas reuniones celebradas la Academia Dominicana de la Lengua. Su persona era centro de atención, de coparticipación, de afinidad: “Eso era Lupo Hernández Rueda en función de lo que lo distinguió como intelectual, como profesional, como intérprete de la literatura, como poeta y, sobre todo, como ser humano. Ojalá podamos nosotros darle continuidad a ese ejemplo de vida que él dio con su conducta, con su palabra y su creación”, subrayó el director de la Academia Dominicana de la Lengua al dar cierre a este memorable acto en memoria de Lupo Hernández Rueda.

Santo Domingo, ADL, 21 de noviembre de 2017.

PRESENTACIÓN DEL DICCIONARIO DE MÍSTICA

La Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) fue el escenario donde se puso a circular el Diccionario de mística, una nueva publicación de la Academia Dominicana de la Lengua, de la autoría de Bruno Rosario Candelier.

Este diccionario fue presentado por Rafael Peralta Romero, Gisela Hernández y Sélvido Candelaria. La maestría de ceremonia la realizó el licenciado José Alejandro Rodríguez, director del Departamento de Letras, quien al iniciar su intervención expresó el agradecimiento a la Academia Dominicana de la Lengua y la distinción del autor del libro por escoger el Recinto Santo Tomás de Aquino, de la PUCMM en la capital dominicana, como lugar de presentación de esta nueva obra del lexicógrafo dominicano, quien también fue profesor de este centro universitario.

El académico y escritor Rafael Peralta Romero inició la presentación del Diccionario de mística y señaló que en más de una ocasión el actual director de la Academia Dominicana de la Lengua y presidente del Ateneo Insular ha expresado su preocupación por la falta en nuestro país de una escuela destinada a los estudios místicos, para lo cual es indispensable, en primer lugar, la existencia de ensayistas, poetas y narradores con vocación por la mística: “Resulta muy evidente que con sus trabajos, sobre todo a través del Movimiento Interiorista,  Rosario Candelier ha venido preparando las bases para establecer esa escuela, ya que son miembros del Interiorismo los dominicanos que en los últimos treinta  años  han transitado la senda de la mística en sus creaciones”, expresó Peralta Romero.

Dijo que Bruno Rosario Candelier nos ha sorprendido con el lanzamiento, antes de un año, de este amplio repertorio temático en el que clasifica y explica, con criterio enciclopédico, cada elemento de la terminología propia de la mística, apoyado, cada artículo en magníficos ejemplos  de creación de nuestros poetas y narradores místicos.

Destacó que a ese propósito obedece la publicación del Diccionario de mística, editado con el sello de la Academia Dominicana de la Lengua y el patrocinio de la Fundación Guzmán Ariza pro Academia Dominicana de la Lengua. De inicio, el autor advierte que para elaborar un diccionario de términos místicos hay que saber lo que es la mística, sin confundirla con la religión, ni con la metafísica, ni con el mito: “La mística implica, como búsqueda de lo divino, una contemplación hacia adentro, hacia la esencia del ser, hacia la Fuente creadora e inspiradora de todo, hacia el Misterio que arroba y anonada”, dijo citando un concepto del lexicógrafo dominicano.

Peralta Romero manifestó que presentar un diccionario de mística resulta muy diferente al hecho de ponderar un libro de cuentos o una novela.  En esto último es donde radica su experiencia.

En el acto de presentación de este diccionario, la escritora santiagués Gisela Hernández ponderó el alcance de esta nueva obra lexicográfica de Bruno Rosario Candelier, y al respecto consignó: “Conciencia espiritual que todo ser humano puede acceder cuando se entregue a su misterio y se deje elevar más allá de la realidad cotidiana que venera lo simple. Y, paradójicamente, la esencia divina en las cosas más triviales de la humanidad puede llevar a la conciencia plena del despertar a la sensibilidad mística, siempre que el ánimo del espíritu se incline a entender y definir cuál es el sentir espiritual que rige nuestras vidas y avocarnos en identificar las «señales divinas» que el Diccionario de mística define bajo tres entradas, siendo la primera de ellas «mensajes percibidos como fenómenos o prodigios, con cita de Libro del Antiguo Testamento (Deuteronomio 13;1-2). La segunda entrada, indicios y mensajes trascendentes, con apoyo en una cita de La dolencia divina, obra del propio Rosario Candelier, dejando en el ánimo la tercera entrada como las señales de la trascendencia, avalada con versos del poeta español José Nicás Montoto, Dilmun: “Serénate un momento, corazón, /y repara en los dones, feliz que disfrutare/ aquello que ahora gozas/ porque nada precisas ni nada te reclama/y has aprendido a ver en las cosas fugaces/ una móvil señal de lo Inmóvil Eterno”.

Por su parte, Sélvido Candelaria intervino con su exposición sobre el Diccionario de mística. Candelaria explicó que los diccionarios son herramientas que se utilizan en todas las profesiones, y que puede servir hasta para condenar a una persona, según nos dice en una atinada selección ilustrativa que ha utilizado para presentar el Diccionario fraseológico del español dominicano: “Sírvame pues, este preámbulo para introducir mi participación en la presentación oficial del Diccionario de mística, del Dr. Bruno Rosario Candelier. Los diccionarios podrían hacer la diferencia en muchos otros aspectos, pero he querido escoger este sobre su auxilio a la justicia ordinaria, para resaltar lo que muy poco se menciona de los diccionarios: su característica de canon justiciero. Y es que el diccionario viene a ser como una recopilación de leyes que, en base al uso de giros y expresiones, va estableciendo una comunidad de hablantes”, expresó el reconocido ensayista.

Candelaria resaltó que el autor de este diccionario ha estructurado un texto de consulta indispensable para todo aquel que se interese por el tema de la mística, pero sobre todo, para los creadores literarios quienes pueden encontrar aquí una guía referencial y un manual esclarecedor de dudas sobre esta materia de la espiritualidad.

Finalmente, el crítico literario explicó que este diccionario recoge cerca de 300 entradas y unas 1500 notas de textos donde aparecen aspectos y expresiones de simbolismo místico creados por 234 diferentes autores dominicanos y españoles, con la autorizada interpretación de cada una de ellas: “El autor nos entrega una herramienta fundamental para incursionar en este complejo campo”, afirmó el presentador.

Santo Domingo, PUCMM, 15 de noviembre de 2017.

DIÁLOGO SOBRE LA LENGUA Y LA ACADEMIA DOMINICANA

Dentro de las jornadas conmemorativas del 90 aniversario de la fundación de la Academia Dominicana de la Lengua, Bruno Rosario Candelier fue invitado a participar en el “Diálogo Libre” que se transmite en la doble versión digital y gráfica del periódico Diario Libre de la capital dominicana.

La conducción de este “Dialogo Libre” estuvo encabezado por el director del matutino, Adriano Miguel Tejada; la subdirectora Inés Aizpún; el jefe de redacción, José María Reyes; y los periodistas de la redacción, Niza Campos y Wander Santana.

Adriano Miguel Tejada dio la bienvenida al director de la ADL y, de inmediato, manifestó que la Academia Dominicana de la Lengua fue de las academias la primera fundada en el país, y subrayó: “La ADL ha tenido un florecimiento con sangre nueva, con más publicaciones, con acuerdos interinstitucionales y con gran prestigio institucional”. Expresó que su interés es enfocarse en cómo el actual director entiende que está el estado del español en la República Dominicana en este momento. Bruno Rosario Candelier habló del estado del español dominicano y la realidad del mundo cibernético en el país. Explicó que el ámbito electrónico tiene dos vertientes, porque en el aspecto práctico sabemos que, sobre todo, la juventud usa la lengua con desenfado: “Cuando los usuarios del chateo usan la lengua, por lo general no aplican criterios ortográficos ni gramaticales. Ese es un hecho lingüístico que es digno de un estudio”, dijo.

Además subrayó que la juventud que no usa la lengua con propiedad en las redes sociales, cuando tiene que escribir una carta para solicitar un empleo, no va a usar esa lengua descuidada que usa: esa lengua cortada, incorrecta, inapropiada, pobre en términos de palabras; al contrario, se va a esmerar y, de hecho, cuando asciende a la edad adulta y accede en el plano social y profesional da señales de una mejoría y se da cuenta de que tiene que mejorar, que no puede seguir usando la lengua tan chabacanamente como la usan en las redes sociales.

Sobre la cantidad de palabras que utiliza el dominicano promedio, el lingüista señaló que la deficiencia es notable, porque los hablantes se forjan una compresión del mundo en función del conocimiento del léxico y el caudal de las palabras que conocen y en tal virtud tenemos un horizonte cultural que depende del léxico, de la cantidad de vocabulario que hayamos adquirido: “El hablante dominicano común refleja una pobreza léxica”, consignó.

Rosario Candelier explicó que tenemos un léxico muy reducido en términos de cantidad. La persona común y corriente sin formación escolar quizás se desenvuelve con 1500 o 2000 palabras; el universitario actual, cuya formación intelectual es precaria, puede desenvolverse con 4.000 a 5.000 mil palabras; y el profesional con inquietudes intelectuales, que lee periódicos y alguna vez un libro, revela un aumento en su capacidad intelectiva y puede dominar de 7 a 10.000 palabras; el hablante culto dominicano puede andar por unas 30 mil palabras, pero no es gran cantidad si la comparamos con las 100 mil palabras del Diccionario de la lengua española: “Es muy pobre la cantidad de léxico que posee el hablante común de nuestro país”, afirmó.

Manifestó que la misión de la Academia Dominicana de la Lengua desde su fundación ha sido justamente propugnar por una mayor conciencia de lengua, para que los hablantes conozcan mejor su propio idioma y, desde luego, hagan un uso ejemplar: “La realidad social, la realidad cultural que podemos comprobar es que hay una pobreza léxica y un escaso conocimiento gramatical y eso no deja de preocuparnos a los que tenemos la misión de encender el entusiasmo y el interés por la lengua”, expresó.

En atención a la realidad que le corresponde enfrentar a la Academia Dominicana de la Lengua, que es la responsabilidad de velar por el buen desarrollo del español dominicano, el director detalló que desde que asumió la dirección de la ADL se trazó varios planes, entre ellos tirar la Academia a la calle, publicar varios diccionarios, comenzando por el Diccionario del español dominicano, y el Diccionario fraseológico, que comprende el uso de adagios, giros, locuciones y frases; el Diccionario de símbolos, que tiene un vínculo con la literatura; y el Diccionario de mística, vinculado al ámbito de la espiritualidad.

Habló del aporte del habla dominicana al enriquecimiento del español universal: “Nosotros naturalmente recibimos la lengua que nos dieron los primeros españoles que poblaron esta tierra, es decir, los actuales dominicanos somos herederos de las generaciones anteriores que comenzaron con el inicio de la conquista y la implantación de una nueva sociedad y una nueva cultura en tierras americanas. La lengua que originalmente conocimos fue la lengua castellana de los españoles de entonces y con el paso del tiempo esa lengua se fue aclimatando con la realidad histórica y la realidad social, que se fue también modificando con el paso del tiempo, porque cada generación siempre trae innovaciones y, por esa razón, como hay cambios, cada cambio obedece a la ley de la naturaleza y es parte de la naturaleza misma de lo viviente, como ha establecido la física cuántica”, precisó.

Por otro lado, enfocó la enseñanza del idioma en la República Dominicana, de cuyo resultado infiere su estado: “La revolución educativa de la que habla el gobierno son puras palabrerías. Yo no conozco la interioridad del Ministerio de Educación; tampoco dudo de la buena intención de las autoridades por mejorar la educación, y si hay una genuina disposición de crear una verdadera transformación escolar, eso hay que valorarlo en el resultado, para lo cual hay que esperar unos 20 años”.

Expresó que es lamentable lo que acontece con el magisterio dominicano. “No es verdad que con el actual magisterio puede haber una superación en la educación escolar, conducida por maestros que no leen, por licenciados en educación que no saben redactar un párrafo bien escrito, ni comprender el sentido ni, mucho menos, crear. El maestro enseña lo que sabe y, si no sabe, no va a enseñar”, comentó el entrevistado.

Rosario Candelier exhortó a crear en las universidades un plan estratégico, un plan educativo especializado, elegir a los mejores estudiantes y pagarles muy bien para formar una elite de educadores. Un proceso de formación intelectual con un mínimo de 5 años de formación intelectual y profesional para formar educadores en las diferentes ramas del saber: “Con los actuales maestros es imposible transformar la educación y es necesario hacerlo, ese es un proyecto necesario que hay que ejecutarlo. No sé cómo se está haciendo, estoy hablando desde fuera. La realidad es que yo hablo por el resultado”, dijo el director de la Academia Dominicana de la Lengua.

Santo Domingo, 7 de noviembre de 2017.

MARÍA JOSÉ RINCÓN PONDERA EL ESPAÑOL DOMINICANO

En un conversatorio con la lingüista María José Rincón, la académica domínico-española abordó el tema del español dominicano, al dirigirse a los integrantes del Taller de Creación Literaria “Pedro Mir”, adscrito a la Biblioteca “Juan Bosch” de Funglode. La reconocida filóloga es una gran colaboradora lexicográfica de la Academia Dominicana de la Lengua.

El coordinador del taller y director de la ADL, Bruno Rosario Candelier, expresó que el objetivo del conversatorio es conocer la trayectoria filológica de María José Rincón González como lingüista, lexicógrafa y estudiosa del español dominicano.

La distinguida académica inició su intervención diciendo que desde niña ha sentido pasión por la lengua española y la lectura: “Esa ha sido mi gran pasión, privilegio que atribuyo probablemente a que los docentes de vocación distinguen a las personas que pueden tener la característica para aprovechar lo que ellos aportan con un enfoque especial”.

María José Rincón contó que estudió Filología hispánica en Sevilla, su ciudad natal. A sus 23 años había terminado esa carrera y cuando se vinculó a la Academia Dominicana de la Lengua encontró la institución ideal para canalizar su vocación lexicográfica. De sus años de estudios dijo: “En ese tiempo no había una especialidad, una mención específica, pero a partir del tercer año yo tuve la suerte de tener como profesor a Juan Antonio Frago, que es uno de los grandes estudiosos del español y, sobre todo, de la historia del español en América, y él fue mi profesor de Historia de la lengua e Historia de las hablas andaluzas, asignatura que se la inventó él en la universidad y tuve la suerte de formar parte de un grupo de investigación con él”, relató la lingüista.

En respuesta a una pregunta de este director, la versada académica explicó que el profesor decidió crear un grupo llamado “Las hablas andaluzas”, precisamente porque había una polémica sobre el origen de la variedad hispana del español, es decir, cómo surgió el español que se habla en América y la característica que tenía el español americano. Además habló del uso de la “i” en lugar de la “l” o la “r”: “Cuando se pensó que en América habían surgido por generación propia esa característica, esa era una teoría. A partir del estudio de los documentos, estudiaron primero los documentos del Archivo de Indias. Entonces se dieron cuenta de que en el andaluz del siglo XII y el XIII ya existían los fenómenos que existen en América: seseo, yeísmo, lo que se llama el andalucismo y el rotacismo, que es la “confusión”, entre L y R en posición inclusiva. Todo eso se daba en Andalucía, hacia el siglo XII”, aclaró la lexicógrafa de la ADL.

María José Rincón contó que terminó su carrera filológica en junio de 1991 y en ese mismo año conoció a su marido, quien es dominicano y estudiaba una carrera en Sevilla. Al casarse viene a vivir a Santo Domingo, donde se establece desde diciembre de 1991.

Su vinculación con la Academia Dominicana de la Lengua fue anecdótica: “Trabajaba en el  Consulado de España, y cuando yo entré a esa representación consular, fui asignada al departamento de visado. Entonces un buen día, ante mi despacho apareció don Bruno Rosario Candelier a solicitar un visado para España, y cuando yo leí el formulario que decía: “Profesión: Filólogo”, me sorprendí, porque cuando llegué a este país decía que el filólogo es raro en todos los sitios del mundo. Entonces yo le dije a don Bruno que yo también era filóloga. Y él entonces me aseguró que a su regreso de España me invitaría a las reuniones literarias del Ateneo Insular y a las actividades lingüísticas de la Academia Dominicana de la Lengua. Y así ocurrió. Mi primera intervención filológica fue nada más y nada menos que en Moca, en un encuentro literario del Ateneo Insular; y nada más y nada menos que sobre san Juan de la Cruz, en una actividad con los poetas interioristas orientados por don Bruno”, detalló la filóloga.

La académica confesó que su obra clave, su “Biblia de cabecera”, es El Quijote: “Evidentemente no es sencillo, pero tiene la grandeza de la sencillez de Cervantes, quien es mi ídolo absoluto”, dijo con seguridad y emoción. Expresó que todo lo que una persona vaya a buscar en literatura, sea de creación literaria o de lengua española, todo lo que quiera buscar está en El Quijote, de Miguel de Cervantes.

Señaló que en la Academia Dominicana de la Lengua presentó en la Tertulia Lingüística de la ADL un taller sobre Don Quijote para conmemorar su cuarto centenario, que repitió en el Centro Cultural de España para ponderar el legado de Cervantes: “Yo con El Quijote disfruto, me siento y aprendo mucho cada vez que lo leo”, dijo.

Otra de sus obras favoritas es el Cántico espiritual, de san Juan de la Cruz, una de las cumbres de la literatura española y universal. La tercera, entre sus obras favoritas, es el Diccionario del español Dominicano.

Para responder a una pregunta sobre la confección de un diccionario, la lingüista explicó que todos los diccionarios que se preparan tienen utilidad, porque mientras más culta es una persona, más diccionarios esa persona necesita consultar. Agregó que nuestra Academia está haciendo lo que le corresponde en el ámbito lexicográfico, gracias a la vocación lingüística de su director. A don Bruno debemos la motivación para la labor lexicográfica que hemos realizado con el apoyo del equipo lexicográfico de la ADL, bajo su dirección.

Finalmente, María José Rincón agregó su opinión acerca del sexismo. Subrayó que definitivamente el problema es la ignorancia. Cuando la ignorancia pretende imponer criterios, pues hay un punto que el que más o menos tiene la idea de cómo funciona la lengua: “Mientras haya sexismo en la sociedad, eso lo va a reflejar el lenguaje, porque para eso tenemos el lenguaje, para expresarnos. Si tú eres sexista, tu expresión va a ser sexista, sin duda”, enunció la lingüista. Manifestó que lo que hay que atacar primero es la mentalidad sexista, el comportamiento sexista. Rincón expresó que el cambio en el léxico es una lucha por el dominio del significado. Agregó que hay un cambio continuo que sería la realidad que vamos a nombrar, o sea, lo que se puede nombrar, y las palabras luchan porque la parcela de la realidad es la que se va a aplicar y el léxico es tan rico que sus fronteras no son inmóviles.

Santo Domingo, 2 de noviembre de 2017.

Academia de la Lengua valora aporte de Manuel Patín Maceo

La Academia Dominicana de la Lengua celebró un acto de recordación de uno de sus miembros fundadores de la ADL y uno de los pioneros en publicar estudios sobre el habla de los dominicanos. Se trata del lexicógrafo y gramático Manuel Patín Maceo, quien se distinguiera como intelectual preocupado por los asuntos del español dominicano.

La lingüista María José Rincón dijo que don Manuel Patín Maceo demostró su patriotismo con la redacción de su obra lexicográfica Diccionario de dominicanismos,  obra fundacional de la producción lexicográfica dominicana y fundamental para emprender estudios de lexicografía del español dominicano. Es una obra producto de la toma de conciencia de las variantes del español americano respecto al español peninsular, ya que destaca entre las restantes obras dedicadas al léxico dominicano por sus rasgos de descripción general del léxico diferencial, sin aplicación de criterios restrictivos.

María José Rincón explicó el aporte de este pionero de los estudios lexicográficos a la bibliografía lexicológica del español dominicano, puesto que su obra se ha constituido en un antecedente valioso para los investigadores del habla de los dominicanos.  Haciendo gala de la gracia y el donaire que la distinguen, María José comenzó su disertación con una anécdota jocosa sobre la personalidad de Patín Maceo, así como del trazado novelesco que recorrió el cuadro al óleo del intelectual que este día engalanó la mesa de honor de este acto, cortesía de Mary Loli Pérez de Severino. Nuestro académico era un contertulio habitual de una conocida peña literaria que se celebraba en la cafetería de El Conde.

La académica explicó que las obras de Patín Maceo, tituladas Dominicanismos y Americanismos en el lenguaje dominicano, fueron los primeros textos publicados en nuestro país sobre materia lexicográfica, antecedido por «un glosario rudimentario» de Rafael Brito, quien en 1931 publicó en San Francisco de Macorís, su Diccionario de criollismosCon relación a Patín Maceo, nuestra filóloga y lingüista consideró que es «Un diccionario restringido que se centra en el estudio léxico de la variedad dominicana del español, como variante diatópica, al que, a su vez, se aplican distintos criterios para producir la diferenciación de dominicanismos y americanismos en uso en la República Dominicana». Así se constituye su obra en un diccionario dialectal en dos partes, claramente definidas: a) las palabras y expresiones, o sus acepciones, que se reconocen como de uso exclusivo de la variedad dominicana -es decir, lo que hoy conocemos como dominicanismos léxicos-; y b) las palabras y expresiones, o sus acepciones, cuyo uso no se considera exclusivo en la República Dominicana, sino que aparecen también en otras variedades del español -los dominicanismos semánticos-, porque en nuestro país adquieren otras acepciones diferenciadas del resto de los hispanoparlante.  Rincón González destacó la ponderación que hizo la comisión académica de la Academia Dominicana de la Lengua para evaluar la pertinencia de publicar esta obra, consignada en el Boletín no. 2 de esta corporación y que precisaba lo siguiente: «La abundancia de palabras y frases del léxico vernáculo que forman el libro; la autenticidad de ellas; el método empleado; la correcta y sencilla forma adoptada; el delicado gracejo con que en muchos casos se disipa la natural aridez de la materia tratada; la fácil concepción que forma el lector de lo que va hojeando y por encima de todo la necesidad que había de un libro de este género, lo hacen harto recomendable a la protección más decidida».

La obra Dominicanismos fue publicada por primera vez en 1940, con los auspicios de la Academia Dominicana de la Lengua. Rincón González explicó la clasificación tipológica de un diccionario atendiendo a la obra de Patín Maceo, que compone un diccionario de lengua dedicado al vocabulario dominicano. Describió el diccionario Dominicanismos como un híbrido entre el diccionario de uso y el diccionario prescriptivo. En él aparecen las dos tendencias tradicionales en los diccionarios dialectales del español de América: la inclusión de términos y acepciones diferenciados geográficamente y el interés preceptivo de corregir las palabras o giros considerados incorrectos por su falta de apego a la norma que en ese entonces se consideraba directriz: la norma del español hablado en España.  La académica concluyó su alocución ilustrando la manera como Patín Maceo definía, ponía ejemplos o hacía sus recomendaciones sobre las palabras recogidas en su diccionario.

La actividad continuó con la intervención del director de la Academia, Bruno Rosario Candelier, quien puntualizó que la obra de Patín Maceo reviste gran importancia por cuanto es un pionero en los estudios lexicológicos, pues nos dio una materia prima esencial para que los lingüistas posteriores a él podamos realizar un trabajo de investigación más profundo. Ponderó la labor de tres escritores del siglo XX que fijaron su atención en las palabras: Ramón Emilio Jiménez, Emilio Rodríguez Demorizi y Manuel Patín Maceo.

Resaltó de manera especial la labor de Patín Maceo cuyos textos fueron publicados en el Boletín no. 2 de la Academia Dominicana de la Lengua. Estos autores ponderaban el habla criolla porque consideraban que el caudal de expresiones contribuía al enriquecimiento del idioma. Sus estudios ofrecían a los hablantes nuevas posibilidades de expresarse, pero también de captar e interpretar el mundo circundante, su realidad sociocultural, cuyo dinamismo se refleja en la lengua.

Rosario Candelier consideró positiva esta concepción de la lengua, puesto que mediante las palabras los hablantes pueden testimoniar el grado de cultura que han alcanzado, y el habla criolla contribuye a forjar los valores de nuestra idiosincrasia cuyo lenguaje articulan los hablantes: «Patín Maceo fue un atinado cultor de los dos objetivos primordiales de la Academia Dominicana de la Lengua: el conocimiento de la lengua, así como su cultivo y divulgación. Fue un trabajador de la palabra con conciencia lingüística y disciplina académica, legado que debemos continuar para perfeccionamiento de nuestra lengua y enaltecimiento de nuestra condición humana».

Acto seguido, el Director de la Academia exhortó al auditorio a valorar el privilegio de la palabra que poseemos los humanos tal como lo hizo el académico que hoy nos ha convocado para que podamos hacer un aporte a las presentes generaciones. Recordó que  Mariano Lebrón Saviñón reconoció la triple condición de Patín Maceo como filólogo, profesor y poeta, lo que proyectaba la trascendencia filológica de su obra para el estudio del español dominicano y la conformación de los diccionarios de nuestras voces.

Rosario Candelier dijo que una conmemoración como esta es una manera de festejar el 90 aniversario de la Academia Dominicana de la Lengua. Contó que la fundación de la Academia Dominicana de la Lengua se hizo justamente con un fin muy específico: el de que los escritores no solo se dediquen a estudiar la lengua, sino que también comiencen a escribir sobre el uso que nuestros hablantes hacen de la lengua, porque normalmente los escritores cuando usan la palabra la usan para escribir poesía, narrativa, teatro, ensayos y textos científicos, filosóficos o didácticos. Explicó que para hablar de la lengua hay que prepararse y hacer un estudio especializado del idioma, y dijo: “Entre los primeros integrantes de esta institución aparecieron tres escritores que le pusieron atención al idioma: Manuel Patín Maceo, Ramón Emilio Jiménez y Emilio Rodríguez Demorizi”.

Comentó que Manuel Patín Maceo prestó especial atención a las palabras aunque también escribió una obra de gramática, pero fundamentalmente su atención estaba centrada en las palabras. Subrayó que Patín Maceo tuvo un singular interés lexicográfico: “En 1940, cuando dio a conocer sus Dominicanismos, esta Academia publica el Boletín no. 2 y en ese órgano de publicación aparece la primera producción de Manuel Patín Maceo”, relató el director de la ADL.

También explicó que además de miembro fundador de la Academia Dominicana de la Lengua, Manuel Patín Maceo es el primer académico de la lengua en abordar la investigación lexicográfica: “Un importante aspecto en la obra de Patín Maceo es el hecho de que él enfatizaba la raíz hispana de nuestro léxico y le puso atención a las dos vertientes fundamentales de los dominicanismos léxicos y los dominicanismos semánticos. Patín Maceo ponderaba con mucho interés el habla del pueblo dominicano y lo hacía de una manera especial, porque decía que nuestro lenguaje enriquecía el legado hispánico, lo que es una peculiaridad de cada uno de los países de América”, destacó.

Rosario Candelier expresó que nunca ningún idioma se divorcia de la realidad histórica, social y cultural, ya que es una evidencia cabal de cómo es la vida de sus hablantes, de cómo piensan los usuarios de la lengua, de su visión del mundo, de la idiosincrasia del pueblo y, sobre todo, del talante cultural de los hablantes, y en eso la lengua es riquísima en sus manifestaciones, no solamente en el campo del léxico, sino también en el campo fraseológico, pues hay refranes, adagios, sentencias, máximas, proverbios, locuciones, frases y giros idiomáticos que inventan los hablantes y todo eso enriquece la lengua, y eso era lo que llamaba la atención a Patín Maceo: se consagró a estudiar lo que hacíamos como hablantes, y dio un testimonio a partir del legado que dejó no solo como profesor, sino como escritor y, sobre todo, como lingüista.

Para finalizar, Rosario Candelier señaló que Patín Maceo entendía que enriquecer la lengua era enaltecer no solamente nuestra condición de hablantes, sino nuestra condición humana, que viene enaltecida por nuestra condición de hablantes, y dijo: “Fue justamente aquí, en este suelo antillano, en esta isla quisqueyana cuando por primera vez se habló la lengua de Berceo y comenzó a cultivarse y a expandirse por toda América. Ese es un privilegio de nuestro país y por esa razón esta Academia Dominicana de la Lengua valora el aporte de Manuel Patín Maceo y le da seguimiento a esa tradición y a esa trayectoria”.

La Academia Dominicana de la Lengua recibió de doña María Loli Pérez de Severino una pintura al óleo sobre Manuel Antonio Patín Maceo (1862-1959), lingüista, literato y pedagogo dominicano, que fuera uno de los miembros fundadores de la ADL. Según consta en un artículo publicado en la página electrónica de esta corporación, Mariano Lebrón Saviñón escribió sobre el ilustre académico: “Fue Patín Maceo el que con mayor autoridad llegó al recinto donde nuestra habla debía preservarse en su prístina brillantez, porque él era en aquel momento -y lo fue hasta su muerte- el primer gramático y filólogo de nuestra Patria y uno de los más destacados en nuestro mundo hispánico. Como maestro Manuel Patín Maceo fue insustituible, había en su enseñanza no sólo la flor de la sabiduría, cultivada con amoroso rigor, sino también la sal de una fecunda alegría que le retozaba en el alma y sabía comunicar a sus discípulos”.

Entre las publicaciones idiomáticas de Manuel Antonio Patín Maceo figuran Ortología de la lengua castellanaApuntaciones gramaticales, Americanismos en el lenguaje dominicano Dominicanismos.

Santo Domingo, ADL, 26 de septiembre de 2017.

Tertulia sobre el libro y la creación literaria

En una tertulia literaria celebrada en la Academia Dominicana de la Lengua, el director de la institución ponderó el libro como creación de lo que el hombre ha podido registrar desde sus conocimientos y su intuición sobre la realidad del Universo, instancia desde la cual podemos abordar el arte del lenguaje y el cultivo de las letras en la creación humana. El libro contiene y refleja todo lo que asimilamos a lo largo de la historia y por esa razón contiene la sabiduría espiritual de la humanidad en los diferentes estadios del saber.

De igual manera se enfocó la lectura como un ejercicio de la inteligencia y la sensibilidad para nutrir nuestro espíritu desde la esencia misma de la palabra, por lo cual la ADL valora el inmenso material de lectura a nuestra disposición para que nuestros hablantes se nutran de la sabiduría acumulada en las páginas de los libros, en todos los géneros literarios, en todas las manifestaciones del saber, en todas las expresiones del arte, la ciencia, la filosofía, la literatura y la espiritualidad. Los participantes, estudiantes y profesores de lengua y literatura del estamento universitario, ponderaron la orientación de la Academia para fomentar su formación intelectual, estética y espiritual mediante el cultivo de la palabra.

Ante una intervención de uno de los presentes, Bruno Rosario Candelier abordó la creación del lenguaje como la más alta manifestación del Logos de la conciencia que, junto con el don de la vida, hemos recibido los hablantes no solo para pensar y reflexionar, sino para intuir y crear, por lo cual el don de la creatividad está al alcance de todos los usuarios de la lengua como dimensión esencial de nuestra condición humana, dotación y talento que debemos aprovechar para canalizar lo que somos mediante el arte de la palabra.

Santo Domingo, ADL, 19 de septiembre de 2017.

Presentan poemario místico de Jit Manuel Castillo

La Academia Dominicana de la Lengua presentó el poemario En la voz del silencio, del sacerdote, poeta y narrador fray Jit Manuel Castillo de la Cruz con la lectura de ponencias de Nina Bruni, Camelia Michel y Bruno Rosario Candelier.

Luego que el superior de los Frailes Franciscanos en Santo Domingo orara para encomendar la actividad al amparo divino, la poeta dominicana Camelia Michel inició el acto literario con la lectura de su estudio sobre “La dimensión estética y mística en la poesía de Jit Manuel Castillo”. La ponente expresó que con esta obra Jit Manuel se lanza a la parte más profunda de su camino literario, la poesía mística, en la que despliega un renovado vigor y ternura: “Este fuego espiritual no nos sorprende, porque en sus anteriores trabajos muestra una parte importante de ese camino interior: en su novela Apócrifo de Judas Iscariote explora profundos senderos para abordar los temas bíblicos”.

La disertante manifestó que la dimensión estética en la poesía de Jit Manuel Castillo debe ser descubierta paso a paso, ya que debemos atarnos las sandalias si queremos recorrer su ruta. Hay que prestar atención y guardar silencio, pues su camino poético puede ser engañoso y hasta sumergirnos en una trampa, debido a que el mundo en que su voz se pasea, apacible y solitaria, llega vestido con un ropaje literario de sobriedad y equilibrio, vertebrado por textos breves, sencillos en apariencia, con la limpieza y la economía de palabras que vemos en poetas y sabios orientales, para luego asestarnos el zarpazo de la desazón, del deseo vigoroso, de la angustia que doblega, provoca y nos marca con un aro de fuego y un lanzallamas terrible: “Es que su camino literario no es más que el ropaje que embellece la búsqueda quizás aterradora de lo divino; aquello que supera y destruye nuestros límites y fragilidades para dejarnos atisbar lo eterno”, dijo la poeta.

Destacó que En la voz del silencio refleja el llamado de la Divinidad, que se vuelca en todas las formas de inspiración posibles: por momentos delirante, como la describe Platón; por momentos como una especie de soplo, a semejanza de los episodios bíblicos; y sobre todo, receptivo y lleno del misterio que surge de la otredad, como la concibe Octavio Paz. Escribe Camelia: “Es, sobre todo, una búsqueda silente de lo otro, de la Divinidad, que unas veces parece eludirlo, y otras, se hace una con el hablante poético”. La poeta observó un elemento recurrente en este poeta: la búsqueda del silencio. No del silencio físico, sino del silencio interior que permite echarnos a los pies de la Divinidad sin siquiera formular pensamientos. Crear el espacio para que el silencio deje escuchar su voz, es, pues, el objetivo patente de este poemario. Finalmente subrayó que al igual que los poetas místicos de la tradición hispanoparlante, Jit Manuel Castillo se auxilia de paradojas, del oxímoron, para crear nuevos y complejos significados con los que supera los pares de opuestos y trasciende a lo unitario. Precisó que la poesía de Jit Manuel Castillo es, sin duda, una forma personal de orar: la forma más sublime de poesía mística.

Por su parte, la escritora y estudiosa de la literatura, la escritora argentina Nina Bruni, participó con “De la palabra a lo trascendente”, acompañada de una explicación digital.

Nina Bruni señaló que el motivo de su explicación es demostrar cómo la palabra y el lenguaje nos llevan al contenido trascendente y místico. Expresó que En la voz del silencio se manifiesta el ejercicio de un pensamiento y de una práctica intercultural.

Bruni abordó el lenguaje de la poesía con que elabora el autor su creación. Destacó el detalle que emplea Jit Manuel Castillo para expresar lo divino y definir la búsqueda de lo divino como un acto de comunicación: “En la composición de En la voz del silencio se puede observar la relación entre palabra o la voz del silencio y el misterio, dos movimientos distintos pero complementarios y ambos determinados por componentes estilísticos, estructurales y rítmicos”.

Señaló la distribución de los poemas bajo los conceptos de “totalidad”, “palabra”, “silencio” y “misterio”, que revelan el predominio de apego en torno al tema del silencio. La escritora argentina mostró una gráfica simulando un electrocardiograma donde explicó la relación entre los recursos del estilo y el perfil espiritual del poeta que exhibe la conexión entre los recursos, sus combinaciones y los momentos de sus arrebatos. Las imágenes, las paradojas y los símbolos son un destacado elemento en el poemario, en cuyo texto hizo referencia del aire, la tierra, el agua y el fuego, sin obviar el silencio.

El director de la ADL, Bruno Rosario Candelier, al iniciar su intervención expresó que le llama la atención el hecho de que un escritor asuma la palabra con el aliento, el entusiasmo y la espiritualidad como lo hace fray Jit Manuel Castillo de la Cruz en una obra de poesía en la que, para entender y profundizar el sentido trascendente, hay que disponer no solo de tiempo, sino de una honda capacidad intuitiva y una alta sensibilidad trascendente.

Este director destacó el título de la obra En la voz del silencio, que se compone de dos palabras contrapuestas, como son “voz”  y “silencio”. Comentó que esa es justamente una de las claves de la poesía mística: elegir términos contrapuestos, realidades contradictorias y lograr que armonicen bajo la luz del misterio y la onda del sentido: “Quiero aclarar que se trata de una voz poética, de alguien que asume el mundo con actitud contemplativa, es decir, de quien lo contempla de una manera diferente, porque asume la realidad sensorial para nutrirse de ella y crear a partir de la riqueza interior con que su espíritu se alimenta cuando se pone en contacto con la realidad de lo visible y lo invisible”.

En su intervención, Rosario Candelier subrayó que como poeta, el escritor trata de plasmar lo que siente, ya que tiene una voz singular y diferente de la voz común, y esa voz la usa para testimoniar su hermosa percepción del mundo desde la óptica de su sensibilidad y bajo la orientación espiritual de su formación cristiana y teológica.

Al leer la obra de Jit Manual Castillo, el escritor captó cuatro voces a las cuales les puso atención: su voz personal, que es su voz interior; la voz que testimonia lo contemplado; la voz que testimonia el fuero del contemplado; y la voz que testimonia al Contemplado: “Todo este poemario es un canto al Contemplado, es decir, un canto a la Divinidad. Eso lo hace distintivo, porque canta el sentimiento de amor a lo divino que experimenta el poeta cuando canaliza lo que siente y expresa lo que sacude su sensibilidad, y eso le da un signo de distinción a este poemario de Jit Manuel Castillo de la Cruz”, dijo Rosario Candelier.

El charlista manifestó que esta obra merece que le pongamos atención y que la leamos como se lee una obra sagrada, porque tiene una clara connotación espiritual.

El sacerdote Jit Manual Castillo expresó un especial agradecimiento a todas las personas que lo acompañaron a este importante acto: “Este día es importante también para mí para despertar esas ansias en ustedes del encuentro con Dios, para que podamos arribar al centro que le da sentido a todo lo que somos y a todo lo que hacemos”, expresó el fraile poeta.

En el acto de presentación de la obra se pudieron apreciar la calidad y la profundidad de las ponencias sobre el poemario del escritor dominicano. En palabras del autor de la obra, el acto fue un momento sublime, de honda y reverente conexión con el Misterio, en el que los presentes pudimos participar no solo de la belleza de la palabra, sino también de la trascendencia del Silencio. Luego Jit Manuel Castillo comentó: “Creo que lo que en el acto aconteció fue algo más que la convencional presentación de un libro: esa tarde la Academia Dominicana de la Lengua se convirtió en un templo del Cosmos en el que confluyeron las creencias y energías que nos unen en la infinitud de Dios”.

Jit Manuel Castillo de la Cruz nació en el sector capitaleño de Villa Duarte. Fue ordenado sacerdote en la Orden de los frailes franciscanos. Estudió Teología pastoral en el Instituto Teológico Franciscano, de Petrópolis en Brasil. Ha sido párroco, profesor de teología y orientador espiritual. Creó la Pastoral de la Salud con servicios de médicos y enfermeras en un dispensario parroquial. Es guardián de la Custodia Franciscana del Caribe, asentada en Puerto Rico. Es autor de artículos publicados en revistas y periódicos de diferentes países. Teólogo, poeta y novelista, es vicario de la parroquia San José Obrero en Sabana Seca, Puerto Rico, donde imparte clases de eclesiología y antropología teológica en la Universidad Central de Bayamón. Allí obtuvo una maestría en Divinidad, y es vice-custodio de la Custodia Franciscana del Caribe. El padre Jit Manuel Castillo de la Cruz publicó el ensayo La interculturalidad, nuevo paradigma de evangelización; la novela histórica Testamento de Judas Iscariote y el poemario místico En la voz del silencio.

En una atmósfera de arte, espiritualidad y gratitud a la Academia Dominicana de la Lengua y a quienes contribuyeron en la realización de esta producción, finalizó la actividad cultural.

Santo Domingo, ADL, 15 de septiembre de 2017.

Taller de creación con Federico Henríquez Gratereaux

Un conversatorio con el académico de la lengua, ensayista, novelista y periodista Federico Henríquez Gratereaux, Premio Nacional de Literatura 2017, tuvo lugar en el Taller de Creación Literaria “Pedro Mir”, adscrito a la Biblioteca “Juan Bosch”.

El director de la ADL ponderó la obra ensayística del invitado y contó que en el año 1964 cayó en sus manos una revista de la UASD sobre filosofía: “En esa revista me encuentro con un artículo de Federico Henríquez Gratereaux sobre la naturaleza de la filosofía donde el autor canalizaba su valoración de esa disciplina de la conciencia metafísica del mundo”.

Federico Henríquez Gratereaux dijo que desde muy joven se interesó por la filosofía, especialmente la filosofía en la lengua española, porque ocurre que el lenguaje es esencial para la comprensión de la realidad, enfatizó el escritor. Además de su interés por la filosofía y la lengua española, se fue interesando en la poesía ya que los poetas y los filósofos de lengua española lo enriquecieron afectiva, intelectual y espiritualmente.

Habló de sus inicios en la literatura. Federico Henríquez Gratereaux tenía que trabajar, por lo que no podía dedicar demasiado tiempo a la literatura, ni a la tertulia, ni a las cosas gratas a las que se dedicaban sus amigos. Dijo que tenía que trabajar para mantener una familia de cuatro miembros, y no quería vivir en una buhardilla, ya que siempre le pareció que la bohemia en ciertos artistas es una forma de autodestrucción, aunque destacó que hay bohemios inteligentes y geniales: “Yo tenía que trabajar siempre y entonces llevaba los libros en el carro, leía algo en un semáforo o cuando podía”, expresó el escritor.

Henríquez Gratereaux comentó que a la lingüista María José Rincón le asombra la capacidad de su memoria en una época no memorística, como es esta época del internet, donde la gente no necesita memorizar. Explicó que no quería memorizar nada, sino que se acostumbró a retener las cosas para podérselas comunicar: “Yo andaba con los poemas a cualquier lugar que yo iba y los tenía en la memoria. Recordaba todos los poemas, hasta los que no debía recordar”.

Relató que cuando Federico Henríquez y Carvajal, maestro y escritor, tenía 99 años, él era un niño de siete u ocho años, y su padre lo llevó para que conociera a su tío abuelo a quien le dijo: “A este niño le gusta leer”. Entró a la casa del señor Henríquez y Carvajal como un niño que le gustaba leer, y él le dijo: “Aquí está este libro, este es “El poema de la historia”. Explicó que esos poemas tenían una rima consonante terrible y su tío abuelo se lo entregó como hombre consagrado a la enseñanza: “Siempre me interesó la lectura y, en mi casa, mi madre me enseñó el famoso poema de Rubén Darío que se llama “Sinfonía en gris mayor”, expresó el subdirector de la ADL. Ponderó la obra del inmortal nicaragüense.

El escritor también habló de la experiencia durante su infancia. Aclaró que nació en Santo Domingo, y aunque en los medios digan que su nacimiento fue en La Vega, no le molesta, ya que a La Vega iba todos los veranos a casa de su abuela materna, una mujer inteligente, buena y cariñosa. En La Vega vivió experiencias imborrables: “La Vega era un mundo completamente distinto para mí”, expresó.

Contó que su padre era amigo de Juan Bosch desde cuando el escritor vivía en La Vega. Un día su padre lo llevó donde Bosch y le dijo: “Yo tengo un hijo que es un pichón de literato y él quiere escribir en una agencia”. Pues la susodicha entidad era una agencia internacional a donde Juan Bosch había escrito y escribían otros intelectuales y españoles inmigrantes. Luego terminó escribiendo para esa agencia periodística: “Yo me decía que para poder mantener bien a mi familia tenía que hacer cosas que rimen con lo que a mí me gusta, porque traicionar la vocación a mí me parecía una inmoralidad”, dijo el académico de la lengua, y añadió: “Yo vendía títulos financieros para educación, y además yo he sido columnista de varios periódicos, director de El Siglo y productor de televisión”, dijo al destacar su trayectoria como comunicador.

A Federico Henríquez Gratereaux le gustaba la física moderna y no pudo continuar ya que entonces le ofrecieron la dirección del Listín Diario: “Con eso de lo físico yo he tenido conmociones sentimentales, porque a mí me gustaba la física. ¿Tú sabes lo que es que haya unos tipos que traten de averiguar de qué se compone la materia y cuál es la energía que hace posible la materia? Para mí es una pregunta no sé si poética o metafísica”, subrayó.

El ensayista, novelista y académico ha tratado de entender su propia sociedad, a lo que este director se refiere cuando afirma que Federico Henríquez Gratereaux ha hecho sociografía en el país. Federico manifestó que su libro Un ciclón en una botella es un intento de entender la sociedad dominicana: de por qué somos como somos, de por qué tuvimos a gobernantes como Pedro Santana, a Ulises Heureaux (Lilís) y a Rafael Leónidas Trujillo en la República Dominicana.

La pasión de Federico Henríquez Gratereaux se centraba en entender su sociedad, como se evidencia en sus libros, opúsculos y artículos periodísticos en cuyos textos se confirma su interés por la filosofía y la lengua española. Desde niño quería ser un escritor en lengua española, y lo logró. Federico Henríquez Gratereaux es un escritor de la lengua española.

El escritor pasó a darle turnos al público presente, quienes tuvieron la oportunidad de expresar sus inquietudes intelectuales y recibir los comentarios del destacado hombre de letras.

Santo Domingo, 5 de septiembre de 2017.