Cebiche, ceviche, sebiche o seviche: ¿con cuál me quedo?

Las normas que rigen para la preservación y buen uso de nuestra lengua  no se han hecho por caprichos de los académicos. No obstante, cada cierto tiempo aparecen –y aparecerán-  personas que la emprendan contra  las academias y contra  la ortografía.

Esas personas, generalmente periodistas y escritores, pasan por alto que son los hablantes, con sus prácticas lingüísticas,  los responsables de muchos fenómenos gramaticales y ortográficos revestidos de rareza.

El hecho de que  los hablantes hispanoamericanos no distinguen en su pronunciación las letras s, z, c ha generado situaciones de carácter ortográfico que conllevan que algunas palabras aparezcan con más de una forma de escritura.

Por ejemplo, escribimos zapato y pronunciamos  “sapato”, escribimos cielo y pronunciamos “sielo”, escribimos corazón y pronunciamos “corasón”, escribimos Zaragoza  y decimos “saragosa”. Igual ocurre con una diversidad de palabras.

La Ortografía de la lengua española (2010)  registra una lista de voces, originariamente escritas  con /z/ o /c/,  a las que se ha trasladado  en su escritura  la pronunciación con /s/. La función de la Academia en estos casos es recomendar la grafía que considere más idónea, atendiendo a la etimología de cada palabra.

En el Diccionario, esos vocablos aparecerán con remisiones hacia la forma recomendada, que será la que aparezca definida.  Por ejemplo, la voz  /biznieto, ta/ aparece sin definición, y remite a /bisnieto/  la cual se define como  hijo del nieto de una persona.

A continuación les ofrezco una selección de palabras de uso frecuente que presentan duplicidad de escritura. En cada caso, la primera es la forma recomendada.

Bizcocho/biscocho (dulce preparado con harina, huevos y azúcar). Casabe/cazabe (torta de yuca o mandioca). Cascorvo-va/cazcorvo-va (patizambo, patizamba). Cebiche o ceviche/sebiche o seviche (plato hecho de pescado adobado, típico de algunos países americanos). Cingalés-sa/singalés-sa (de Sri Lanka, antiguo Ceilán). Crizneja/crisneja (trenza de pelo). Curazao/Curasao (isla del Caribe).

Cuzco/Cusco (lugar de Perú). Epazote/epasote (planta aromática).Lisa/liza (nombre de un pez).Manisero/manicero (vendedor de maní). Mezcolanza/ mescolanza (mezcla).Parduzco/pardusco (que tiende al color pardo). Pretencioso-sa/pretensioso-sa (presuntuoso).

Sábila/zábila (planta medicinal, áloe). Santafesino-na/santafecino-na (de Santa Fe).Verduzco-ca/verdusco-ca (que tira a verde oscuro).Zamuro/samuro (ave rapaz diurna que se alimenta de carroña).

En el habla dominicana, zamuro es un adjetivo: persona tímida, introvertida, apendejada.

Zapote/sapote (árbol y fruto). Zonzo-za/sonso-sa (tonto).Zopilote/sopilote (ave carroñera parecida al buitre).

En lo que respecta  al grupo de palabras con las que se puede nombrar  el plato  preparado de pescado o marisco crudo en adobo, puede crear confusión el hecho de que sean cuatro los vocablos. Lo primero ha de ser descartar las que llevan el grafema /v/ y preferir las escritas con /b/.

Quedaríamos con cebiche y sebiche, sin embargo, por el trato que le da el Diccionario académico a cada palabra,  es preferible quedarse con la primera: cebiche.

Se considera anomalía que una palabra tenga más de una forma de escribirse. La aspiración es ir eliminando algunos usos para que predomine la forma que prefieran los hablantes. La unidad, en este sentido, es muy importante para nuestra lengua.

© 2015, Rafael Peralta Romero.

Errores que enseñan

La inmediatez y la brevedad definen Twitter. Si, en nuestros tiempos, estoy casi resignada a la inmediatez, todavía sigo agradeciendo en lo que vale, ya lo decía Gracián, la brevedad.

Por sano hábito de hablante rastreo malos usos lingüísticos; por deformación profesional no puedo evitar señalar los errores con los que me topo. La inmediatez de las redes es mi aliada: una cita del mensaje difundido con un pequeño comentario que ayuda a ver el error y, si quedan caracteres, una explicación de cómo corregirlo y evitar incurrir de nuevo en él.

Los que siguen a Letra Zeta en Twitter (@letra_zeta) saben de mis consejos y mis truquitos (que no tips) para mejorar la escritura o el vocabulario en las redes. ¿Quieren saber cuántas respuestas he recibido a todos estos mensajes? Solo dos.

La ausencia de la tilde diacrítica en la palabra aún, adverbio de tiempo, en un anuncio de Visa; mi retuit haciéndolo notar; la respuesta del equipo de comunicación de Visa, casi inmediata, agradeciendo el mensaje y asegurando que se tendría  en cuenta en el futuro.

La tilde incorrecta en el monosílabo dio en un titular de El Día; mi tuit, su respuesta inmediata agradeciendo la observación y el retiro del tuit con el error.

Todos aprendemos y todos mejoramos en nuestro desempeño. Demostramos además que nos interesa nuestra lengua, que valoramos el trabajo bien hecho y que respetamos a los que nos leen.

Lo que me preocupa, aunque lamentablemente no me sorprende, es la escasez de reacciones. Todos los demás han dado la callada por respuesta. Incluso han seguido enviando el mensaje con el error. Cuán difícil es aprender, que debe ser el objetivo, cuando no se reconocen los errores.

© 2016, María José Rincón.

Mi propia biblia

Aunque todavía esperamos la visita de los Reyes Magos de Oriente, y algunos incluso la de la Vieja Belén, es hora de que dejemos las festividades atrás y nos pongamos manos a la obra con nuestros propósitos para este 2016.

¿Que ninguno de ustedes incluyó entre sus objetivos para este año el mejorar su ortografía, su vocabulario o su expresión oral y escrita? Me lo imaginaba. No se preocupen, la lista de propósitos sigue abierto y, si no, para eso está «Eñe» aquí.

Arranquemos con las mayúsculas para solventar la duda de un lector. Los nombres con los que nos referimos a los libros considerados sagrados por algunas religiones deben escribirse con mayúscula inicial; así el Corán, el Talmud, la Biblia o cualquiera de sus libros, como el Génesis o el Levítico, incluso su denominación de Sagrada(s) Escritura(s).

La palabra biblia en su acepción de texto sagrado de los cristianos debe llevar mayúscula inicial, pero esa misma palabra se escribe en minúscula cuando la usamos con cualquiera de sus otras acepciones. Por ejemplo, si nos referimos a una obra que cierto grupo considera como imprescindible o modélica: Ese manual es la biblia de los contables; o, con inspiración popular, para referirnos a la sabiduría de alguien: Esa niña es una biblia.

Después de casi seis años creo que me van  conociendo; no les sorprendo si me confieso devota de Miguel de Cervantes o elijo el Quijote, este también en mayúsculas, como mi biblia personal. Eso no me impide, es más, me obliga, como miembro de la cofradía cervantina, a demostrar respeto por la ortografía.

© 2016, María José Rincon.

Da igual "cardíaco" que "cardiaco", "policíaco" que "policiaco"

 Hay quienes se preocupan -quizá  usted también- por la pronunciación de un grupo de adjetivos, nadie sabe cuántos, que  se forman a partir de añadir el sufijo /íaco, iaco/ y sus formas femeninas a determinados sustantivos.

Para algunos la duda está en si debe decirse, por ejemplo, policíaco (po-li-cí- a-co) o policiaco (po-li-ciá- co).

En el primer caso, con la fuerza de entonación en la sílaba /cí/, no hay diptongo, sino hiato, la palabra tiene cinco sílabas y por la posición de la sílaba acentuada, es  esdrújula.

En el segundo caso, la fuerza de entonación se ha traslado a la vocal /a/ y por tanto hay un diptongo: ciá.  El vocablo tiene cuatro sílabas y se anota en el grupo de las  llanas por lo cual no se le marca el acento.

Lo que hemos observado del adjetivo “policíaco” o  “policiaco”, derivado del sustantivo policía,  es válido para “austríaco” o “austriaco”, de Austria, y que constituye el gentilicio para los naturales de ese país de Europa.

Otros  ejemplos que nos llegan a la memoria son: iliaco o ilíaco, cardiaco o cardíaco, maniaco o maníaco, elegiaco o elegíaco.  Cada vocablo de estos  suscita en algún momento la duda sobre  la forma correcta  en que ha de decirse. Pero el problema no es tal, no amerita  preocupación, pues ambas formas son aceptadas.

Al respecto,  transcribo lo que explica  el Diccionario panhispánico de dudas, obra de la Asociación de Academias de la Lengua Española:

La acentuación etimológica latina es –íaco [í – a – ko], con hiato entre las dos vocales en contacto; pero también es correcta la acentuación llana –iaco [iá – ko], con diptongo en lugar de hiato. En el español americano, la norma culta prefiere la acentuación esdrújula ([maníako]); en el español de España es más corriente la pronunciación llana ([maniáko]). Se recomienda adecuar la grafía a la pronunciación, de modo que quien pronuncie un hiato escriba -íaco y quien pronuncie un diptongo escriba –iaco”. (pág. 349).

En nuestro país predomina  la acentuación esdrújula para  estas palabras (cardíaco, policíaco) lo cual indica que estamos en el marco de la norma culta para el español de América.

Pero fíjese  en lo que hace el Diccionario de la lengua española, lo cual no deja de ser pauta  para todos los hablantes.  Respecto del gentilicio de Austria, a  la palabra que da entrada es /austriaco, ca/ (sin tilde, por ser llana). En esa misma entrada, anota que también se dice/austríaco/ (tilde en trí, palabra esdrújula).

En cuanto al vocablo relativo a la policía, la entrada es /policíaco, ca/ (tilde en  cí, palabra esdrújula) y apunta  el Diccionario que también se dice /policiaco/ (diptongo, palabra llana).

El Diccionario privilegia la forma /ilíaco1, ca/  (con tilde) y anota que también se dice /iliaco/ (con diptongo).  En  Anatomía, esto es perteneciente o relativo al ilion, un hueso de la cadera.

Lo mismo ocurre con /cardíaco, ca / (con tilde) y  el DLE  señala que también se dice /cardiaco/ (sin tilde, diptongo).

Lo más recomendable con estas palabras es procurar coordinación entre la escritura y la pronunciación. Si usted quiere decir “car- dí- a- co”, entonces póngale tilde. No exija a nadie que pronuncie “po-li-cí- a-co” si usted no colocó la tilde, y por tanto escribió “policiaco”. Nuestro idioma es asi.

© 2015, Rafael Romero Peralta.

 

Que el futuro nos pille leyendo

Faltan unos días para despedir este 2015 teresiano y cervantino. Para la Academia Dominicana de la Lengua ha sido el año del reencuentro con los clásicos. Nos lo hemos tomado en serio: diez talleres con los que hemos recorrido desde el Cantar de Mío Cid, primera obra literaria conocida en español, hasta el extraordinario aliento poético de San Juan de la Cruz y su Cántico espiritual. Como todo lo bueno, la lectura da seguidilla, así que 2016 nos pillará leyendo.

Todos hemos aprendido; un clásico, como decía Italo Calvino, nunca termina de decir lo que tiene que decir. A través de estos talleres he reafirmado mi convicción de que debemos trabajar para el futuro. Los jóvenes que se están formando como lectores hoy serán los lectores y escritores de mañana.

Un asiduo lector de Diario Libre decidió regalarle el Lazarillo de Tormes a su hija Eleonora, que ha cumplido quince años recientemente. Un regalo que nos habla bien del padre y de la hija. Otra amiga lectora, Marian, quien acaba de cumplir nueve años, me contaba de su éxito escolar con un cuento de su autoría titulado “La gallareta que se equivocaba”.

Eleonora y Marian son el futuro. Con su afición por la lectura se están formando como mejores personas y sentando los cimientos que les servirán como impulso en todo lo que decidan emprender. Decía Dostoyevski: “Déjennos ustedes solos y sin libros y enseguida nos haremos un lío, nos extraviaremos”. Y así nos va desde que nos hemos apartado de los libros.

Estos jóvenes lectores serán los que lleven las riendas de nuestro mundo mañana; y el mañana (un día como hoy es aún más evidente) está a la vuelta de la esquina. No los dejemos sin libros. Felices nuevas lecturas para todos y que el futuro los pille leyendo.

© 2015, María José Rincón.

En Belén con los pastores

Navidad, tiempo de aguinaldos. Una palabra de origen incierto que, al parecer, procede de la frase latina hoc in anno, ‘en este año’, que aparecía desde antiguo en los cánticos populares con los que se celebraba la llegada de un año nuevo. El aguinaldo es el regalo navideño, pero también la fiesta que nos reúne en torno a estos días.  Que levante la mano quien no lleve ya más de uno en el cuerpo este diciembre. Y que no falten.

Costumbres y palabras que se enlazan para evocarnos la Navidad. Algunas, como aguinaldo, nacieron en los lejanos tiempos del latín y comparten esta lengua madre con la mayoría de las voces de nuestra lengua.

Hay una que nació cuando un pequeño pueblo de Palestina le prestó su nombre a una representación que emula sus calles y sus personajes.

Los belenes, nacimientos, portales o pesebres, como se les llama en lo largo del mundo que habla español, bullen poblados de pastores, molineras, labriegos, lavanderas, y todo un ecosistema de ovejas, vacas, bueyes y mulas que nos huelen a campo y a infancia.

Quizás este bullicio ayudó a que belén sumara a sus acepciones las de ‘confusión’ o ‘desorden’. Más difícil me resulta dar razón de por qué los que están en Babia están también en Belén con los pastores.

Los belenes forman parte de nuestra tradición, aunque cada día escaseen más, vencidos por el abeto iluminado. Sea junto al belén o al arbolito, que la Nochebuena los encuentre junto a sus seres queridos y les traiga, al menos, dos palabras hermosas: salud y paz.

© 2015, María José Rincón.

 

Entre chivos y cabras: bien de bien

Hace unos días observaba  a un simpático animador de un programa de televisión en uno de los concursos  en los que pone a participar a sus invitados. En un caso había que responder  la pregunta: ¿cuál  es el animal que ofrece sexo a cambio de comida?  Ente las opciones de respuesta estaba lo que el animador se esforzaba en llamar “la cabra macho”, que era la correcta.

Me pareció inútil su esfuerzo,  pues antes de que ese conductor de programas naciera, al macho de la cabra se le ha llamado “cabro” y “cabrón”.

Cabra (del latín capra) es la hembra de la familia de los caprinos. El Diccionario de la lengua española la define así:

1.f. Mamífero rumiante doméstico, como de un metro de altura, muy ágil para saltar y subir por lugares escarpados, con pelo corto, áspero y a menudo rojizo, cuernos vueltos hacia atrás, un mechón de pelos largos colgante de la mandíbula inferior y cola muy corta. 2. f. Hembra de la cabra, algo más pequeña que el macho y a veces sin cuernos.

En la lengua española  hay algunos nombres que mencionan igual al femenino que al masculino, se denomina “epiceno”, que originalmente significa “común”. Ejemplo de esto son los siguientes vocablos: bebé, lince, pantera, víctima, perdiz, tiburón, persona, miembro.

Pero cabra no está en ese grupo, pues para eso está la voz “cabro”. De  “cabrón” dice el Diccionario: macho de la cabra.

Entra el chivo

En la República Dominicana y  otros países de Hispanoamérica el vocablo “chivo” se ha impuesto sobre cabro o cabrón, igual que chiva sobre cabra.   El Diccionario académico, 23ª edición,   registra  el sustantivo chivo y su forma femenina chiva, con estas acepciones:

  1. m. y f. Cría de la cabra, desde que no mama hasta que llega a la edad de procrear.2. m. Cuba, Nic., R. Dom., Ur. y Ven. cabrón (‖ macho de la cabra).

El Diccionario panhispánico de dudas, obra de la Asociación de Academias de la Lengua Española, hace la siguiente precisión en torno a cabra y cabro:

Cabra. 1. ‘Rumiante de pequeño tamaño con cuernos curvados hacia atrás’. La forma cabra se emplea como epiceno femenino para referirse a cualquier animal de la especie, sea macho o hembra: «También se mostraron otros animales, como cabras, caballos y aves ornamentales» (Tiempo [Col.] 1.12.87). Para designar específicamente al macho se usan, en la lengua general, las expresiones macho cabrío, cabrón o chivo; no obstante, en algunos países americanos y algunas regiones de España se emplea también el masculino cabro, normal en el español medieval y clásico: «Cabras silvestres y uno que otro cabro cimarrón».

De ningún modo piense el simpático animador que lo estoy tomando de chivo expiatorio (macho cabrío que el sumo sacerdote sacrificaba por los pecados de los israelitas). Sólo aspiramos a la perfección en el uso de nuestro idioma.

Quemar o quemarse

Una apreciada amiga sugiere  hablar de verbo quemar  o quemarse, cuyo significado  es abrasar o consumir con fuego. Sin embargo,  en la acepción de reprobar un estudiante una asignatura o  el curso, es un puro dominicanismo.  Dominicanismo semántico, debo decir, pues ese verbo,  sobre todo como transitivo,  tiene empleo muy común en el español general.

Como dice la amiga,  quemarse es peligroso en cualquier aspecto.  Parece que los dominicanos lo hemos tomado de su sentido simbólico, difundido por las religiones, de quemarse en el fuego del infierno para  aquellos que no  pasen la prueba del juicio final.  Los exámenes son un juicio al que se somete el estudiante…

© 2015, Rafael Peralta Romero.

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Virtud lingüística

Vamos a despedir el año rodeados de dimes y diretes sobre injerencias. Algunos dimes cardenalicios se descalifican por sí solos gracias a su tono inapropiado y a la mentalidad retrógrada que manifiestan. Huelgan los comentarios, tanto de fondo como de forma.

Otros dimes pueden al menos dejarnos una enseñanza lingüística. Saben que, a veces, ojeamos u hojeamos la prensa con más prisa de la que deberíamos. Un atinado comentario de mi amigo Alejandro Castelli, buen hablante y muy buen corrector, me hizo ver la incongruencia más que evidente que revela la frase «Contra la injerencia extranjera, la virtud doméstica».

Estoy de acuerdo con el fondo; lo que nos deja patidifusos a Alejandro y a mí es la selección del adjetivo doméstico. Me explico. Búsquenlo en el DRAE, por ejemplo. No encontraran entre sus acepciones ninguna que pueda aplicársele a esta frase. Doméstico en nuestra lengua significa ‘perteneciente o relativo a la cosa u hogar’. Emplearlo en un contexto como el que nos ocupa implica un sentido aproximado a ‘nacional’.

Es el mismo error que cometemos cuando hablamos de *vuelos domésticos o *empresas domésticas, en vez de decir, como sería lo correcto, vuelos nacionales o compañías nacionales; o cuando nos referimos a *problemas domésticos en lugar de a problemas internos.

Lo incongruente entonces es que hablemos de injerencia extranjera precisamente acudiendo a un calco semántico del inglés. La injerencia lingüística es en este caso flagrante y más dolorosa porque ha llegado al corazón mismo de lo que somos, a nuestra lengua. Gracias, Alejandro, por ser buen hablante y por ponernos delante de los ojos la virtud interna de nuestra lengua frente la injerencia de los falsos amigos.

© 2015, María José Rincón.

 

 

Arrugón – acercamiento – camioneta (pick up)

ARRUGÓN

Esta voz del español dominicano es un aumentativo de otra más conocida. En realidad, la voz “arruga” existe también en el habla dominicana con un significado peculiar. Las dos voces por sus rasgos específicos tienen bien ganado sus espacios en el español dominicano.

Es posible que no haya un uso documentado de estas voces en la literatura dominicana. Quizás el uso de estas dos voces se restringió a unos años de la década de los cincuenta del siglo pasado. Tal vez fue un empleo limitado a la jerga de los estudiantes de esos años.

Todo lo expuesto en el párrafo anterior a este es factible, pero nada de esto deja fuera del español dominicano las dos voces que se han mencionado antes.

Queda fuera de dudas que en el español dominicano existe la locución “sin arrugas” para referirse a algo que se produce sin contratiempos. En los juegos de baloncesto los puntos encestados sin que la bola tocara el aro eran llamados “sin arrugas”.

Una arruga era “hacer un papelón”, era “poner en ridículo” o “hacer el ridículo”. Quizás utilizar el vocablo ridículo sea exagerado para las situaciones en las cuales se utilizaba el término. La persona, más bien el estudiante, que pasaba por un momento que se calificaba de arrugón, era aquel a quien no se tomaba en cuenta, era ninguneado. Se producía en las situaciones en las cuales no se tenían en cuenta las observaciones u opiniones que hacía la persona que se señalaba de haber pasado por el arrugón.

De alguna manera el estudiante que sufría un arrugón no sufría desprecio, sino más bien una subestimación que podía ser solo momentánea. Al introducir aquí la palabra estudiante, se ofrece una pista acerca del entorno en el que se usaba el sustantivo. Si ya no se usa con la frecuencia que antes tenía, por lo menos tuvo su apogeo en la jerga de los jóvenes estudiantes de los años mencionados.

No puede darse por terminada esta sección sin que se mencionen las acepciones que tiene el vocablo “arruga” en el español de otros países americanos. Conforme con lo catalogado por el Diccionario de americanismos de la Asale, arruga en Perú es la ‘deuda cuyo pago se demora’. En Venezuela es la persona ‘que se echa para atrás en sus compromisos o tareas’. Esto sin entrar en los detalles del verbo arrugar que es más rico en significados que la arruga.

ACERCAMIENTO

“Mi ACERCAMIENTO es presentar los vegetales. La palabra vegetal es una entidad desconocida para muchos de ellos. . .”

Antes de entrar en el centro de atención de esta sección no puede pasarse por alto lo del “vegetal”. Por esta palabra hay que entender, “verduras, hortalizas, legumbres”. Con respecto del vocablo “entidad” en este contexto, habrá que pedir una bola de cristal para que ayude a adivinar lo que desean expresar con esto. Al grano.

Hace un tiempo largo ya que viene padeciéndose el uso de “acercamiento” en redacciones de frases y oraciones en las que (en las cuales) este parece una pésima traducción de una voz del inglés. Se examinarán aquí dos voces: la española del título y la inglesa, que se presume que confunde a los hispanohablantes. Cada una con sus respectivos significados. Además, se verificará la tendencia que existe en los hablantes de lengua española con respecto al sustantivo acercamiento.

En el español tradicional acercamiento era solo la acción de aproximarse. En la actualidad existe una propensión en el habla y en los escritos para ensanchar este concepto e incluir en él otras acepciones que se alejan del sentido primero. Se hace constar que ya se acepta el uso con sentido figurado o espiritual.

En la mayoría de los casos esta ampliación del español “acercamiento” viene a través del verbo aproximar(se) y del concepto que de este se tiene en el español moderno.

Sucede la confusión cuando en español se toma el verbo acercar(se) por aproximar(se) y se lleva la sinonimia hasta el sustantivo para entender que la primera es el ‘punto de vista desde el que se aborda un tema’. Con esta acepción se encuentra aproximación en el Diccionario integral del español de la Argentina (2008).

El concepto “aproximación a” (por acercamiento) se entiende por “aprendizaje, preparación”, de acuerdo con lo que recoge el Diccionario de uso de las preposiciones españolas (2007).

En inglés, el sustantivo approach sirve para expresar los pasos preliminares hacia la consecución de un propósito particular. Esto, claro, entre muchos otros significados que posee en distintas situaciones.

En el caso del texto, la versión más socorrida hubiese sido utilizar sustantivos tales como “método, metodología, enfoque, modo, forma, manera, estrategia”. Hágase el ejercicio de reemplazar lo que trajo el texto de la cita por una de las palabras propuestas y se verá de inmediato la diferencia que se manifiesta en la claridad de la expresión. De este modo el mensaje trasciende sin dudas.

Los vocablos que se ofrecieron son las traducciones más socorridas para un entorno como el de la cita para la sustantivo approach del inglés. En este caso, como en muchos otros, quien redacta o traduce debe mantener la distancia prudente con respecto de las lenguas extranjeras para no faltar al espíritu del español.

 

CAMIONETA – PICKUP

“Testigos dijeron que el fallecido había tenido una discusión con otra persona en una CAMIONETA PICKUP sobre un lugar de estacionamiento. . .”

En el título figuran dos voces que a primera vista parecen ser sinónimas; por lo menos así se las considera en algunos países de América. En la redacción, la voz extranjera aparece en aposición a la del español que desciende del francés; la del inglés aparenta que modifica a la aclimatada en el español. La madeja se desenredará en el transcurso de esta sección.

Será preciso encontrar la diferencia entre las dos voces y se advertirá en qué país una palabra y la otra son diferentes. El desarrollo de este tema obligará a revisar otras palabras relacionadas con estas en diferentes países hispanohablantes.

Una camioneta es un vehículo automotor destinado al transporte de carga, pero menor que el camión. El pickup del inglés es un camión ligero con una cabina cerrada y carrocería trasera abierta, con los laterales bajos y una portezuela al final.

En algunas regiones de Colombia, en Cuba, Guatemala, un picó es una camioneta. Escrito del modo inglés, en 17 países hispanohablantes el pick-up es la camioneta ya descrita. Entre estos países el Diccionario de americanismos (2010) incluye a México.

En cuanto a la camioneta, el Diccionario de mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua (2010) entiende que es un ‘vehículo particular de mayores dimensiones y capacidad que un automóvil estándar’. Ese diccionario le hace un espacio a la voz troca, para ‘camioneta de trabajo pesado que puede incluir cajón para cargas’. Esa voz se utiliza también en Nicaragua para el camión de carga. A veces en algunas regiones pronuncian troque. (Las negritas son mías, RG).

La definición que despeja las dudas es la del Diccionario del español usual en México del Colegio de México (2002), que para camioneta consigna dos entradas. ‘1. Vehículo automotor más pequeño que un camión, que sirve para transportar carga. 2. Vehículo automotor semejante a un coche, pero con más capacidad para llevar pasajeros’.

El Bilingual dictionary of Mexican Spanish (2002), trae como acepción de camioneta: ‘Coche familiar. Station wagon’. Ese mismo diccionario para pick up asienta, ‘camioneta. Pick-up truck’.

El vehículo automotor que permitía acomodar mayor cantidad de pasajeros (station wagon) cuando era vehículo de transporte público se conocía en República Dominicana con el nombre de pisicorre. La voz del español dominicano parece formada de “pisa” y “corre”. En este caso el verbo pisar significa acelerar un vehículo automotor para aumentar la velocidad de este. Correr en este caso debe tomarse por viajar muy de prisa, hacer un recorrido con rapidez.

Este pisicorre en Cuba también es una camioneta y así consta en el Diccionario de americanismos mencionado más arriba. En Puerto Rico se llama con la voz pisicorre la furgoneta preparada para el transporte público de pasajeros “de la isla” y barrios de la ciudad.

Muchas de estas explicaciones han perdido utilidad después de que se empezó la fabricación de vehículos todoterreno que también tienen compuertas traseras, así como asientos plegadizos para mayor capacidad de transporte de pasajeros.

© 2016, Roberto E. Guzmán.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Meterse – interconfesional – La República Dominicana

Meterse

Este verbo en funciones pronominales en la República Dominicana reviste características especiales en algunos casos. Específicamente hay un caso que no ha sido recogido todavía por los diccionaristas dedicados a recopilar los usos propios del español dominicano.

No hay explicación para que se haya pasado por alto el uso que se definirá en el desarrollo de esta sección. Tan pronto como se exponga el significado dominicano para el verbo del epígrafe, los hablantes de español dominicano reconocerán el uso.

Meterse se utiliza en República Dominicana en tanto sinónimo de “engullir, devorar”. En otros términos corresponde con los verbos “tragar, ingerir”. Ha de tenerse en cuenta que la persona que se mete algo por la boca lo hace de manera desaforada, come mucha cantidad con gran voracidad y avidez. El individuo que observa esta conducta deglute a gran velocidad sin parar mientes en la masticación de los alimentos.

De la misma manera en que se ha explicado el verbo en los casos de los alimentos sólidos, el verbo del título es usado en el habla de los dominicanos aplicado a líquidos. Quien conjuga este verbo puede ser llamado de comilón y por el chusco al de líquidos lo llamaría “bebilón”.

El verbo pronominal jondearse en funciones transitivas, en su acepción dominicana, es otro ejemplo de verbo que comparte algunas características con el estudiado aquí, pues en el Diccionario del español dominicano (2013) aparece con esta acepción: ‘tragarse algo, comérselo’. No es raro que quien come de este modo reciba el nombre de buquí, que es la ‘persona que come mucho y nunca se satisface’. Esta acepción se tomó del citado diccionario.

 

INTERCONFESIONAL

“. . .miembros de la comunidad INTERCONFESIONAL del sur de la Florida y figuras políticas como el alcalde de…”

El objetivo de esta sección es estudiar la oportunidad en español de la voz interconfesional. Lo que motiva este examen es saber si ella obedece a los cánones o a la tradición de la lengua española.

Es importante hacer este tipo de ejercicio, porque D. Eugenio Coseriu lo resumió en una frase: “lo que el hablante ingenuo piensa de su lengua es decisivo para el funcionamiento de la misma”.[i] El hombre y su lenguaje (1977:18).

En la actualidad, las organizaciones que fungen como rectoras u orientadoras para el buen hablar y mejor escribir en español han promovido la formación de nuevas voces, integrando los prefijos a elementos que se prestan para estructurar neologismos.

Las observaciones que se harán con respecto de esta nueva voz son motivadas por el elemento inter- en funciones de prefijo que es como se usa aquí y a la forma en que se emplea. La oportunidad de este se discute más abajo.

En tanto elemento componente de palabra en español, inter- significa “entre, en medio de”; de allí que aparezca integrado a palabras de buena solera en el español tradicional como intertropical, interurbano, interuniversitario y muchas más. En otros casos, funciona para denotar “dentro, interior”. Interarticular es un ejemplo de palabra formada con inter- en funciones de “dentro, en el interior de”.

Como ocurre en muchas ocasiones, el redactor ha tomado las funciones de este prefijo del inglés y con él ha formado un vocablo nuevo en español. Entre otros valores, inter- en inglés sirve para expresar “compartido por, que participa, implica, supone, involucra o toma parte”.

Si se hace un injerto entre las lenguas (interlenguas), entre el inglés y el español, puede deducirse lo que pretendió comunicar el redactor. La interpretación sería, “miembros de la comunidad en la que participan varias confesiones; miembros de la comunidad que involucran diferentes confesiones religiosas; miembros de la comunidad en la que toman parte confesiones diversas”.

De la lectura de las versiones ofrecidas para enderezar la redacción mixta, se nota enseguida que ha habido que variar un poco la presentación para ajustarla al espíritu del español.

 

LA REPÚBLICA DOMINICANA

En las diferentes lenguas la frecuencia del uso de los artículos definidos varía de acuerdo con el genio de esa lengua. Es decir, estos se emplean con mayor o menor frecuencia, conforme con los usos de esa lengua. En inglés existe una tendencia mayor a obviar la utilización de estos artículos, si se compara con el español. En francés, en cambio, el uso es más común que en español.

Los artículos, en sí mismos, carecen de significado. Adquieren su significado cuando acompañan a otros vocablos. En el caso del artículo determinativo colocado antes del nombre del país lo que hace es que destaca la importancia del nombre del país. Esta forma de expresarse consigue unir al lenguaje el pensamiento de quien habla o escribe.

De este modo se produce un fenómeno de identificación entre la idea del país que se individualiza y la realidad que se percibe mediante las palabras. En este caso la representación es diferente de la que se elabora sin el artículo. La presencia del artículo presta una concreción mayor al nombre que precede.

Algunos topónimos llevan siempre el artículo determinado antepuesto porque forman parte del nombre del lugar, ejemplos de ellos son El Salvador y La Habana. En otros casos la inclusión del artículo es opcional, como sucede con los nombres de muchos países. Ha de destacarse que cuando el artículo forma parte del nombre del lugar (topónimo), este se escribe con mayúscula inicial.

Son muchos los países a los cuales se les antepone el artículo definido de modo opcional, los Estados Unidos, el Perú, la Argentina. Hay otros que no admiten el artículo determinado delante, por ejemplo, Guatemala, México, Venezuela, España. Excepto, cuando el nombre del país se hace acompañar de un adjetivo calificativo. Ejemplo de esto, “La España medieval”. Puede decirse que la anteposición de estos artículos delante de países y ciudades es caprichosa.

En la gramática tradicional se decía que la colocación del artículo antes del sustantivo se hacía para anunciar el género y el número del sustantivo. No debe olvidarse que en muchos casos esto no rige, porque delante de un sustantivo femenino puede colocarse por eufonía un artículo masculino. Puede decirse que el artículo determinante es el verdadero, pues es el que “determina” el nombre. Entre el artículo y el sustantivo cabe que se coloque un adjetivo u otro complemento.

Es prudente que el hablante dominicano se pregunte el porqué del énfasis de mencionar siempre el sustantivo femenino “república” cuando se menciona el nombre del país dominicano. Es posible que esto sea una reafirmación de la independencia del estado. Se ha observado que algunos dominicanos residentes en el exterior mencionan el país dominicano de esta forma: “La República”.

Hace muchos años ya, se propuso emplear Dominicana como nombre del país y evitar decir y escribir República Dominicana. Esa propuesta no prosperó y los nacionales continúan llamando el país con el sustantivo república delante. No debe olvidarse que en los casos en que los dominicanos desean abreviar el nombre del país, colocan las iniciales mayúsculas RD para representarlo.

Los haitianos para nombrar el país de los dominicanos utilizan la forma respetuosa République Dominicaine, aunque a veces llaman el país, la Dominicanie (Dominikani). Algunas personas han querido ver esta última forma como una falta de respeto.

© 2016, Roberto. E. Guzmán.

 

 

 

[i] COSERIU, Eugenio. El hombre y su lenguaje: Madrid. Editorial Gredos, 1977, 267 p.