GANCHO
Esta palabra que “engalana” el título de esta sección es conocida por los dominicanos. Esta se trae a estos comentarios acerca del idioma porque en República Dominicana presenta rasgos distintivos. Todos los lexicones que se han ocupado del habla de los dominicanos traen este vocablo con el significado de “trampa, ardid, engaño, fraude, asechanza”.
Aparte del interés que reviste para los dominicanos este vocablo es muy antiguo en castellano y portugués. Está documentado desde el año 1331 por J. Corominas en el Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Ha pasado de estas lenguas al turco, a varios idiomas balcánicos, al catalán, al italiano y, al galorrománico
La importancia de la voz no se debe solo a su significado, sino más bien al uso que de ella se ha hecho en ciertos períodos de la historia dominicana. Durante la Era de Trujillo los calieses, plural irregular de calié, acostumbraban a “tirar ganchos” para atrapar a desafectos al régimen.
El dominicano vivía “espantado” y veía un gancho en cualquier alusión negativa sobre la dictadura de Trujillo. De estas actitudes se hizo popular la expresión “no caer en gancho” para denotar que la persona que así se expresaba no se dejaba embaucar.
Durante este período de la historia dominicana el dominicano desarrolló una aversión a todo lo que le pareciera una estratagema para hacerlo criticar el gobierno de la tiranía imperante.
Por lo antes expuesto, una persona que aludiera aún fuera de modo velado a lo negativo de la dictadura podía ser tildada de “ganchosa”. Esa descripción describía y describe la situación que se suponía que conllevaba una treta para atrapar a una persona en su desliz frente a la dictadura.
La selección de este sustantivo del epígrafe para nombrar lo que se ha descrito aquí obedecía, y obedece, a juicios certeros, por aquello de que el verbo enganchar significa “agarrar, apresar, atrapar, coger”.
Conforme con lo que recoge el Diccionario de americanismos de la ASALE (2010), el significado de ‘trampa, ardid’, es conocido también en El Salvador y Nicaragua. Esta acepción es corroborada en el diccionario de las Academias. Llama la atención que el Diccionario del español de Nicaragua (2007) no trae esa acepción para gancho.
El reflejo dominicano al gancho alcanzó tales proporciones que el famoso siquiatra dominicano Antonio (Toñito) Zaglul en su libro Apuntes escribió sobre lo que llamó “teoría del gancho”. Describió lo que se conoce con el nombre de “complejo del gancho”, pues el dominicano veía un engaño en muchas inocentes ocasiones.
Hay otro gancho dominicano que se menciona menos que el anterior, se trata del que se coloca en las redes eléctricas o entradas de energía eléctrica para evitar que el contador registre el consumo. Sobre todo, el gancho se utiliza cuando no hay acometida legal. Este gancho no lo mencionan los lexicones dominicanos.
A ese objeto se le conoce también con el nombre de “puente” y hasta ha propiciado el verbo “puentear” para la acción en las circunstancias señaladas más arriba, esto es, para evitar la contabilización del consumo cuando hay un contador de electricidad instalado.
Una de las razones que mueven a reflexionar acerca del gancho de la Era de Trujillo es para que las generaciones más jóvenes sepan hasta donde llegó el control de la dictadura, que llegó hasta penetrar la psique del ciudadano. Es probable que la mentalidad del dominicano todavía tenga rasgos de este comportamiento, aunque ya no sea para los asuntos políticos. No cabe aquí que se trate esa parte. Un siquiatra de los quilates del Dr. Segundo Imbert podría desarrollar este punto.
IZQUIERDANTE
“En cambio, se lo han concedido a ‘IZQUIERDANTES’ mediocres como. . .”
La persona que escribió la frase que se copia más arriba es un conocedor de la lengua española. El empeño que pone en la palabreja lo anima a escribirla entre comillas para ponerla en relieve. Es probable que él sepa que si no está inventando una nueva voz, por lo menos ha introducido una terminación menos usual. La palabra “izquierda” tiene una historia interesante en las lenguas. Se examinará rápidamente el origen de esta y se repasarán los significados de sus derivados en la lengua común.
La palabra “izquierda” nació en casa como lo expresan Buitrago y Torijano en el Diccionario del origen de las palabras (1998). Con esas palabras destacan que procede del vasco esker, ezkerra. La palabra se introdujo en el castellano antes de que se asentara en ella la procedente del latín. Esta preferencia le fue conferida por la connotación negativa que traía la opción latina sinistru(m). La voz del vasco ha tenido fortuna en otras lenguas, portugués (esquerdo), catalán (esquerre). J. Corominas en su Breve diccionario etimológico de la lengua castellana (1967), aventura la explicación de que se formó “quizá de un híbrido del vasco esku ‘mano’ con el céltico kerros, izquierdo, propiamente torcido’…”
En la cita que consta al principio de esta sección, el escritor no usa la voz izquierdante para referirse a un lado del cuerpo o, a una orientación geográfica, sino a una posición política. Como la izquierda política llega al español desde el francés, eso obliga a recurrir a esa lengua.
La izquierda política surgió de la votación en la Asamblea Nacional Constituyente del 11 de septiembre de 1789 en Francia, porque los diputados que apoyaban la soberanía nacional sobre la autoridad del rey se situaron a la izquierda (gauche) del presidente. Así la palabra “izquierda” quedó asociada a las ideas políticas que pregonan el cambio político y social. La Real Academia define esta izquierda en las asambleas parlamentarias, ‘conjunto de los representantes de los partidos no conservadores ni centristas’. O, en sentido general, ‘conjunto de personas que profesan ideas reformistas o, en general, no conservadoras’.
La persona izquierdista es la que pertenece a la izquierda política. Izquierdoso es un término despectivo que sirve para señalar que tiende a la izquierda política. Por el estilo de esta última el habla ha formado izquierdizante para referirse a la persona que profesa ideas de tendencias reformistas. La última voz es más larga que la propuesta por el redactor de la cita, pero parece que transmite una idea semejante.
El Diccionario del español actual, DEA, (1999), de Seco, Andrés y Ramos registra a izquierdizante con la acepción, ‘que tiende a izquierdista’. También retiene ese lexicón el vocablo izquierdización, correspondiente a ‘acción de izquierdizar(se)’. Recoge este diccionario además, izquierdizar con el significado de, ‘dar carácter izquierdista [a alguien o algo]’. Y, ‘tomar alguien o algo carácter izquierdista’.
Ha de notarse que en todas las palabras reproducidas del DEA, las terminaciones son diferentes a las que utilizó el redactor de la cita copiada. Tienen las del DEA, añadidas a la terminación, dos letras, “iz” entre la letra de /d/ y la terminación cual sea esta.
Al autor de estas observaciones acerca de la lengua le parece que el columnista que escribió la frase citada formó de modo culto su voz derivada y no paró mientes en la formación de las demás palabras de la misma familia.
Antes de dar por terminada esta sección hay que recordar que la palabra izquierdo(a) no logró borrar la connotación negativa que evitaba con el uso de la siniestra, pues en francés gauche significa, aplicado a una persona, torpe. En portugués y en español torcido. Muchas locuciones en español tienen sentido negativo, “por la izquierda”, persona “rosca izquierda”. En dominicano existe una que no mencionan los repertorios de esa habla, “levantarse con el pie izquierdo” que indica que la persona ha tenido “mala suerte ese día”. Esa locución se usa también en Cuba; así consta en el Diccionario de cualidades defectos y otros males del cubano (2014) de Carr y del Valle.
A manera de conclusión. En muchas ocasiones lanzarse contra el uso establecido es “casar un pleito perdido”, porque a la larga hasta la Academia ha tenido que reconocer muchos usos que contradicen las reglas. No ha de olvidarse que el habla precedió a las reglas gramaticales.
© 2016, Roberto E. Guzmán.