Marca – carecer/adolecer – por contra/por el contrario – distrital

MARCA

“Con Lula crearon una valiosa MARCA de alcance internacional”.

Recientemente se ha notado una fuerte tendencia a utilizar la palabra del título con una significación que hasta hace poco tiempo era imposible reconocerle. La manera cuidadosa en que se ha redactado la primera oración de esta sección obedece al movimiento que se observa en el seno de la lengua española. Expresado en términos claros, el uso que se hace de los vocablos en la actualidad tiene mayor peso que en el pasado. Los especialistas y conocedores de la lengua le atribuyen y reconocen al habla un valor que no tenía antes.

Las acepciones que posee la voz marca constan en los diccionarios desde hace largo tiempo. Se han incorporado algunas a las más antiguas, pero desde hace muchos años la lista no se ha engrosado.

La marca es la señal. Es, además, el distintivo que un fabricante pone a sus productos. Así mismo, es el instrumento para poner marcas. También es huella, cicatriz que deja algo, como una enfermedad. En lingüística es el rasgo que sirve para distinguir un elemento o vocablo de otro. Es, en otro campo, la medida determinada que debe tener una animal o cosa. En deportes es el mejor resultado alcanzado en una competición. Por último, es la provincia o distrito en la frontera.

Al repasar estas acepciones se notará que si se trata de incluir una de ellas en tanto equivalente de la marca de la cita, se produce un contrasentido. Aun cuando se alegue que se usa de la palabra de modo figurado, con el modo de redacción adoptado se hace imposible aceptarlo.

Piénsese en la acepción que se separa en Argentina para la “huella o el recuerdo que deja una persona por ser de gran importancia o significar un cambio para ella”. Así aparece en el Diccionario integral del español de la Argentina (2008:1127).

Aquí puede alegarse que la acepción argentina recibe influencia de la asentada en el Novo dicionário Aurelio da língua portuguesa (1986:1088), donde se retiene que marca es “impresión que permanece en el espíritu”.

En el último caso mencionado, si se cambia la redacción puede expresarse la misma idea. Por ejemplo. “Lula se ha convertido en una figura de alcance internacional”. “Lula ha dejado una marca de alcance internacional”. Por delicadeza, en el último caso se prefiere escribir “huella” en lugar de marca.

Para concluir con esta revisión de influencias foráneas sobre el español, vale la pena considerar una acepción del inglés para mark. Dice así: “modelo de actuación, de eficacia, de normas”. Esta es una traducción personal de cómo aparece el concepto en el Merriam-Webster´s Dictionary. La idea de norma aquí es la que corresponde a pauta, criterio o modelo para hacer algo. Con estas nociones traídas del inglés, se piensa que se proyecta luz sobre el modo en que deseó el redactor expresar su opinión.

CARECER – ADOLECER

“Un elemento importante a destacar es que del total de pacientes que acudieron al operativo 813 mujeres, equivalente a un 46% ADOLECÍAN de seguros médicos…”

Se comenzará por adolecer porque es el verbo que se usa en la cita. Adolecer de es sufrir o padecer una enfermedad. Cuando se refiere a una persona se la toma por tener un defecto, que es una carencia o imperfección. De menos uso en la actualidad, “adolecer de” expresa participar en el sentimiento de una persona que sufre o ha sufrido una desgracia, es decir, compadecer. En otro sentido es crecer o desarrollarse una persona. Por su parte, el verbo carecer es tener falta o privación de algo.

Si se relee lo citado a manera de ejemplo del mal uso, se comprende con facilidad que carece de sentido, vale para expresar que no tiene sentido.

Es muy probable que en el proceso de redacción el autor de la desafortunada oración mantuviera en su cerebro el verbo adolecer para referirse a las enfermedades que padecían las pacientes que acudieron al operativo médico.

POR CONTRAPOR EL CONTRARIO

“POR CONTRA, subraya, ´la candidata demócrata ha pasado la mayor parte de su vida adulta con sueldo público. . .´

Esto de las influencias de lenguas extrajeras, unas sobre otras, es un asunto que no se somete a discusión en los tiempos modernos. Cada día más las lenguas pesan unas sobre otras. Los métodos modernos de transmisión de las ideas han logrado que las lenguas trasciendan fronteras con mayor frecuencia que antes.

Este “por contra” llega a las orillas del español desde la lengua francesa. No hay que rasgarse las vestiduras por ello, pues son muchas las influencias recibidas en español que provienen del francés. El Diccionario de uso del español (2007:780) confirma que “por contra” procede del francés.

En francés existe par contre que al llevarlo al español se representa por medio de, “por el contrario”. En francés este contre expresa oposición, contrario a, opuesto a, en sentido contrario.

El español de Argentina integra a “por contra” en función de conjunción que “introduce una oración independiente en la que se afirma algo opuesto o contrario a lo afirmado antes”. Esta cita se extrajo del Diccionario integral del español de la Argentina (2008:443).

De modo parecido registra el Diccionario del español actual (1999:1226) a “por contra”, con el sentido de “en cambio”. “Por el contrario” es una locución adversativa que significa “al revés, de manera opuesta, de un modo opuesto, al contrario”. Cuando actúa en su función de expresión adversativa se usa para exponer algo contrario a otra cosa ya expresada. El adjetivo adversativo, -a se utiliza para ciertas conjunciones y locuciones conjuntivas que sirven para comunicar oposición o contradicción entre lo expresado por las oraciones que conectan.

No hay motivo para mostrar extrañeza si se encuentra “por contra” en escritos o se oye en conversaciones.

DISTRITAL

“Aunque para lograrlo, al parecer deberá fortalecer la capacidad técnica de direcciones generales, regionales y DISTRITALES”.

Si alguien trata de consultar el diccionario académico para saber la definición exacta de este adjetivo, se encontrará con que ese lexicón no inventaría esa voz.

El vocablo es conocido en muchos países de Hispanoamérica; este consta en el Diccionario de americanismos (2010), de la Asociación de Academias, donde se enumeran dieciséis países en los cuales se utiliza.

La acepción que recoge el antes mencionado diccionario es “relativo al distrito”. El distrito a su vez es una circunscripción territorial más pequeña del país en que se divide una provincia.

Ya antes de la publicación del Diccionario de americanismos, el Diccionario del habla actual de Venezuela (1994:191) había registrado la voz estudiada aquí como: “Perteneciente o relativo a un distrito”. En México el Diccionario de mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua (2010:185) incluye el término examinado en esta sección.

Como es costumbre ya, el hispanohablante no puede ceñirse a emplear solamente las palabras que enumera el diccionario académico. Son muchas las voces corrientes que no constan en la nómina oficial de la lengua, pero que cuentan con el aval del uso inveterado o persistente.

Este vocablo del título es legítimo por su origen. Su definición y uso llenan un vacío en la lengua, lo que hace apropiado su empleo. La formación es correcta.

© 2016, Roberto E. Guzmán

Escafandra – rotura/fractura – grabado/gravado

ESCAFANDRA

En República Dominicana se utiliza esta palabra para un objeto y no para un aparato. La palabra designa en español dominicano una máscara que permite a un submarinista ver debajo del agua. Por lo general la persona que se sirve de este objeto lo usa para nadar a poca profundidad y observar lo que sucede debajo de la superficie del agua.

En la mayoría de los casos, la escafandra mejor equipada consta además de un tubo curvo provisto de un dispositivo especial que impide la entrada de agua cuando la persona se sumerge y permite respirar por la boca sobre la superficie del agua a poca profundidad y, fuera del agua sin necesidad de retirar el tubo. Este mecanismo opera de manera autónoma.

Ese objeto que se acaba de describir es el que en República Dominicana se conoce con el nombre de escafandra. El Diccionario de la lengua española, a su vez, designa con ese nombre un aparato mucho más complicado.

La escafandra académica consta de una vestidura impermeable y un casco herméticamente cerrado. El casco posee un cristal que permite ver debajo del agua. Además está provisto de tubos que permiten renovar el aire. Esto es en realidad un equipo de buceo con un mecanismo adecuado que permite respirar debajo del agua.

El lexicón oficial de la lengua española entra en detalle con respecto al origen de la palabra estudiada en esta sección. Deriva del francés scaphandre, que se compone de dos palabras del griego. En la decimonovena edición del Diccionario de la Real Academia Española, (1970) no se mencionaban los antecedentes franceses de esta voz.

La incorporación del antecedente francés se produjo en la vigesimotercera edición (2014) del diccionario oficial de la lengua española. Es muy probable que se deba a las diligencias del académico Valentín García Yebra, quien publicó su Diccionario de galicismos prosódicos y morfológicos, y, en esa obra rescata la etimología francesa próxima (1999:165). Para reforzar su criterio se apoya en el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico de Corominas y Pascual (1987).

En español existe el vocablo escafandro que se integró al español en el año 1899; fue en el año 1901 cuando se incorporó el vocablo femenino escafandra. Muy bien explica García Yebra: “La vacilación del género gramatical en español procede de le –e francesa, que puede dar en español –a u –o”.

En el español dominicano la escafandra prevalece. Nunca se ha oído del escafandro. Además, es una suerte de máscara (careta) que tiene un cristal en el frente y, en la mayoría de los casos cubre la nariz. La persona que se sumerge utiliza la boca para respirar a través del tubo curvo provisto de una pelotita de tenis de mesa que impide que al sumergirse el agua llegue a la boca. Hay varios tipos de escafandras.

Lo importante en el caso de la palabra escafandra es que en el español dominicano no se corresponde con lo que se entiende en el español internacional. Se parece más al snorkel sencillo del inglés. En atención a lo expuesto aquí, los diccionarios de español dominicano deben hacer espacio a la palabra estudiada aquí.

ROTURA – FRACTURA

“…algunas de ellas en coma y otras por ROTURAS en las extremidades inferiores”.

La mejor selección es la que se adecua a las circunstancias. El entorno de la situación en que se produce un hecho es el que define la terminología que se emplea para relatar los acontecimientos. Esto que acaba de resumirse es la esencia de la buena redacción en materia de reseñas. Si se falla en la pauta del vocabulario de lo acontecido, se dificulta el entendimiento del suceso.

No hay lugar a duda. Una rotura es la acción y efecto de romper o romperse una cosa. El verbo romper indica que algo (una parte) se separa del todo a que estaba unida. Luego, cualquier sólido que se separa del todo del cual formaba parte puede llamarse rotura.

No es menos cierto también que cuando esta rotura se produce en un hueso, esta acción y el resultado de ella tienen un nombre que es más apropiado, pues no deja espacio a interpretación de cualquier género que esta sea.

La fractura es la “rotura de un hueso”. Esa es la redacción que el lexicón mayor de la lengua española ha adoptado. Es una acepción corta y precisa. En consecuencia, cada vez que se trate de la rompedura de un hueso, el nombre por excelencia para fijar con claridad, exactitud y precisión esa acción o resultado, es fractura. Cualquier otra elección léxica corre el riesgo de ser vaga.

GRABADO – GRAVADO

“La muerte de B. A. es una gran pérdida, este día quedará GRAVADO en la memoria. . .”

El descuido, por no utilizar otro término, que se observa en la cita puede atribuirse a la falta de cultura. Las dos palabras del título poseen significados muy distantes el uno del otro.

Grabar es inscribir un letrero, o tallar una figura o representación de un objeto cualquiera. Además, es registrar sonidos, datos o imágenes en un disco, cinta magnetofónica, etc., para luego reproducirlos. La idea se elevó al concepto de “fijar profundamente en el ánimo un concepto, un sentimiento o un recuerdo”. La última es la tercera acepción que asienta la Real Academia para el verbo grabar.

El verbo gravar, a su vez, es imponer una obligación, contribución, cargo, impuesto o gravamen; es obligar a un pago o cumplimiento de una responsabilidad.

La confusión se origina en la pronunciación, en la manera de decir los dos verbos. Al articular los verbos aquí estudiados, no se percibe diferencia alguna entre ellos. La discriminación en cuanto a la grafía se deja,  en consecuencia, al contexto.

Los dos verbos son homófonos por su pronunciación igual, suenan iguales. Se produce, sin embargo, una transcripción diferente del mismo sonido. Este es un fenómeno que se observa en la lengua, sin que haya que alarmarse por ello. Otros casos, por el mismo estilo, se encuentran entre acerbo y acervo; botar y votar.

© 2016, Roberto E. Guzmán

 

Mudancero – a/en cámara lenta – transicional – a fin/al fin de cuentas

MUDANCERO

Últimamente en la prensa dominicana se utiliza esta voz con bastante frecuencia. Se la usa para referirse a las personas o familias que se mudan desde el extranjero hacia República Dominicana. En algunas instancias se sospecha que se denomina con esa nueva voz a las compañías que se dedican al negocio de realizar mudanzas internacionales con destino a la República Dominicana.

Se puede certificar que la voz es de creación reciente en República Dominicana. No se ha encontrado rastro de la voz tratada en esta sección en los repertorios de voces latinoamericanas.

Con anterioridad, los hablantes de español dominicano empleaban la combinación “compañías de mudanzas” para las empresas dedicadas a esta actividad comercial. Cuando las firmas no solo realizaban las mudanzas de enseres y muebles del hogar y, se dedicaban al acarreo de todo tipo de mercancías entonces preferían llamarse compañías de “mudanzas y acarreos”. Con el último nombre los empresarios dejaban claro que también transportaban mercancías de todo tipo. Otras preferían llamarse de “compañías de transporte de cargas”.

La mudanza a la que se contrae esta sección es a la que se refiere al cambio de domicilio. No tiene relación alguna con los cambios de parecer, ideas o sentimientos que experimentan las personas durante sus vidas.

De acuerdo con lo que consigna el Diccionario del español dominicano (2013), para la mudanza del cambio de domicilio los dominicanos también usan el vocablo mudada.

Esta voz del título, de reciente introducción, tendrá que demostrar su perdurabilidad a través del tiempo. Si cae muy bajo el uso puede que desaparezca del vocabulario activo de los dominicanos.

Enfocado el asunto desde el punto de vista de la formación de la palabra, la terminación –ero se ha utilizado con frecuencia en español, como ejemplo de eso pueden citarse, guagüero, bodeguero, barbero, peluquero y, muchos más. Estos ejemplos, así como la voz del título son derivados de formas plenas que denotan actividad, ocupación o, profesión.

A CÁMARA LENTA – EN CÁMARA LENTA

“Es un desastre que se mueve A CÁMARA LENTA”.

En las conversaciones, así como en algunos escritos se utiliza con frecuencia la preposición en, en lugar de la preposición a, que es la de uso de acuerdo con la tradición.

Todos los diccionarios asientan la forma de la locución adverbial con la “A”. Hasta el Diccionario de uso del español de María Moliner así lo consigna. Entre los consultados, el Diccionario del español actual incluye la preposición EN para lo que se hace “a ritmo más lento de lo normal”, es decir, “muy despacio”; esto es, “a velocidad más lenta de la habitual”.

No hay necesidad de cambiar el hábito de decir o escribir la locución. Las dos formas están acreditadas por el uso, aun cuando algunos diccionarios no registran la manera de hacerlo con la preposición “en”. La última preposición aparece en el Diccionario integral del español de la Argentina.

TRANSICIONAL

“. . .con el acuerdo de paz implementará un sistema de justicia TRANSICIONAL en el que todos los responsables de delitos comparecerán ante los tribunales”.

Las reconocidas autoridades de la lengua antes de conceder el reconocimiento oficial a una palabra se adentran en todo tipo de averiguaciones. Van hasta los genes de la nueva voz que trata de penetrar en el seno de la lengua española, esa que busca reconocimiento oficial.

No se conforman las academias con investigar los genes, sino que van más allá, investigan la frecuencia de uso con la ayuda de los medios modernos de medición. Es más, inquieren en torno al tiempo que hace que estos nuevos vocablos se mantienen en el uso de los hablantes, y sobre todo, de los escribientes.

Para que una nueva palabra sea admitida en la lengua tiene que pasar por varios cedazos que certifiquen su validez, su vigencia y su permanencia. En la lengua española no existe decisión alguna que se deje al azar.

En paralelo a las autoridades reconocidas de la lengua existen reconocidos investigadores que mantienen las antenas alertas para captar los cambios que ocurren en el español cotidiano. Por eso  se mencionan las obras de esos estudiosos en estos comentarios. Además, ellos no están ligados por las mismas responsabilidades que las academias cuando estas actúan en nombre de las instituciones.

Luego de otra introducción fuera de proporciones, puede pasarse al examen de la voz del título, transicional, que no ha logrado el reconocimiento que merece si se evalúa su utilización.

La voz transicional no está inventariada en el DEL, Diccionario de la lengua española. No obstante, el diccionario Clave, Diccionario de uso del español actual lo registra en tanto adjetivo invariable, con la acepción, “que pasa de un estado a otro”. Así mismo, en el Diccionario del español actual costa con la definición: “De (la) transición”. En esencia estas dos acepciones se reducen al mismo contenido, porque la transición es el “paso de un estado o modo de ser a otro”, de acuerdo con lo que consigna el Gran Diccionario Larousse de la lengua española. No se sitúa muy lejos el Diccionario integral del español de la Argentina cuando escribe que transicional es: “De la transición o relativo a ella”.

Al transcribir lo que esos diccionarios entienden se hace con la intención de destacar que existe la tendencia a introducirlo en el español sancionado. Es probable que en la próxima edición del diccionario oficial de la lengua se incluya porque los redactores hacen sentir la necesidad de esta voz en el español moderno.

A FIN DE CUENTAS – *AL FIN DE CUENTAS

“AL FIN DE CUENTAS, todos saben que cualquier paso en falso terminará siendo repetido sin cansancio por la televisión”.

Son muchos los argumentos que pueden invocarse para mantener que la forma correcta es con la preposición a, y, no con la contracción de esa preposición con el artículo el, que produce al.

El primer argumento es el uso, que es el que impone los modos y formas en que la lengua se pule a través del tiempo. Otro argumento que puede esgrimirse es que cuando una persona pregunta por las razones que la impulsan a hacer algo, dice: ¿A cuenta de que actúas así?

Cuando se desea expresar “en resumen, en definitiva”, se dice o escribe “a fin de cuentas”, que se considera una locución adverbial. Vale para expresar que con esa expresión se reafirma o apoya la idea que precede al uso de la locución. Por esta cuenta existe también, la locución prepositiva “a fin de” que equivale a “con objeto de, para”.

La confusión se origina porque en español hay además otras locuciones que se forman con la ayuda de al fin. La locución adverbial al fin sirve para expresar “por último, después de vencidos todos los obstáculos”.

© 2016, Roberto E. Guzmán.           

Paneo – saltear – electo

PANEO

“. . .no sólo hace un PANEO por eventos tan conocidos como el caso. . .”

La palabra del título logró su incorporación en el lexicón mayor de la lengua española en la última edición. En algunos países la voz es desconocida, aunque en varios países de la América Hispana tiene ya historia.

Los primeros indicios de la vitalidad del vocablo en cuestión se presentaron cuando fue expuesto en el Diccionario de americanismos (2010) de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Ya ese diccionario se refirió por sus nombres a los países hispanohablantes que utilizan el paneo en sus hablas y textos.

El diccionario antes mencionado asienta cuatro acepciones diferentes para paneo. Todas ellas tienen relación con la vista o la imagen. Esa uniformidad le confiere sentido a la inclusión que ha hecho el lexicón oficial con respecto a ese “vistazo rápido que se hace sobre algo con una cámara antes de fijar el objetivo”.

Lo que se observa en el uso transcrito en la cita es que no se circunscribe a lo que se hace con la cámara, sino que se utiliza en uno de los sentidos que retuvo el Diccionario de americanismos. Así el paneo termina con el valor de, “visión general, revisión visual”.

En una de sus acepciones americanas, el paneo implica selección, tal cual ocurre en una de las acepciones que existen en inglés. Esto no es asunto que provoque extrañeza, porque hasta la Real Academia reconoce que este sustantivo deriva del inglés panning, que se acepta con el significado en español de “barrido de cámara”.

En resumen, el paneo se reconoce ya en diez países de Hispanoamérica. Con el significado original incluido por las autoridades de la lengua española en nueve países y, con otro diferente, de los nueve originales para las acepciones que retienen la idea proyectada al plano de lo intelectual.
No debe causar extrañeza si más adelante, con el tiempo, algunas de estas acepciones aún no aceptadas oficialmente, se incorporan al diccionario oficial. En República Dominicana es posible que el paneo sea solo conocido por los camarógrafos y personas versadas en esas actividades.

SALTEAR

“. . .el paisaje que las recibió, de arena blanca SALTEADA con pequeñas conchas podría haber sido un paraíso. . .”

No es un hecho nuevo que algunas personas que escriben en publicaciones periódicas se dejen impulsar por los sentimientos cuando escriben, específicamente, por un sentimiento que podría calificarse de poético. Ese estado afectivo que puede embargar al escribiente puede causar que quien escribe se permita algunas licencias que sobrepasan lo estrictamente real.

En otras ocasiones, lo que acontece es que al redactar la persona que escribe resulta acometida (una acepción de saltear), por una palabra que la sorprende, otra acepción; o se deja saltear, le sobrevienen de pronto (otra acepción) por vocablos que no vienen al caso.

Luego de la diversión con respecto del verbo saltear hay que regresar a la seriedad que impone el tipo de estudio que se hace por medio de estos comentarios. Lo que se produjo en realidad fue que el redactor de la reseña en el periódico se dejó sorprender por una voz extraña al español.

En inglés hubiera podido escribirse o decirse que en esa playa había scattered pequeñas conchas marinas. En esa lengua extranjera al español ese verbo que se escribió en pretérito valdría para dar a entender en español, “esparcidas, dispersas”. En el español hablado eso se expresa diciendo que hay pequeñas conchas, “aquí y allá”.

El vocablo que se le escapó fue “salpicado/a”; salpicar, verbo para el cual en una de sus definiciones la Real Academia utiliza el verbo esparcir, “esparcir varias cosas”, así escribe la Real Academia en la tercera acepción para salpicar.

La recomendación que puede hacerse en casos parecidos al estudiado en esta sección es que quien componga las oraciones lo haga con más cuidado y sopese los términos en que apoya sus escritos.

ELECTO

“. . .los dos se enfrentarán este mes en una primaria demócrata, retados por tres novatos de la política en la Florida que nunca han ocupado cargos ELECTOS.

Varios errores en los que incurren algunos redactores dimanan de la rigidez que adoptan al redactar. Si introdujesen algunas variantes en la redacción, evitarían diversos desaciertos.

Durante largo tiempo se ha insistido en que “electo” es el participio irregular del verbo elegir. Se ha repetido que este participio sirve para expresar que se trata de una persona que ha sido elegida para desempeñar una dignidad o cargo, empleo, puesto, pero que todavía no ha tomado posesión de esa posición.

El participio regular del verbo elegir, es elegido. Algo que se pasa por alto es que en el habla culta de Argentina y Uruguay, el participio irregular, electo, conserva en muchos casos su función verbal, esta información la trae el Diccionario de uso del español (2012: 1109).

Consecuente con la mención con respecto de la excepción de uso, en el apartado correspondiente a la palabra electo, en el Diccionario integral del español de la Argentina (2008:645), viene una nota que reza, “Si bien desde el punto de vista normativo se considera incorrecto, se registra con frecuencia su uso como participio irregular: Fue electo presidente de la comisión”.

La forma más expedita para evitar la engorrosa situación con respecto del participio “electo”, en la cita transcrita, era cambiar la redacción y recurrir a otro giro o perífrasis. Por ejemplo, “…que nunca han sido elegidos para cargo alguno”. “Que nunca han participado en elecciones”.

El Diccionario panhispánico de dudas en el párrafo en que se ocupa de electo en sus páginas trae lo siguiente. “Por lo tanto, no debe utilizarse este adjetivo para formar los tiempos compuestos o la pasiva perifrástica de elegir. . .”

La Gramática académica reconoce que en algunas áreas de América, lo que se expuso más arriba, se utiliza el participio irregular “electo” en la formación de la voz pasiva. En esos casos, en la formación pasiva exclusivamente, no se considera impropia la selección de “electo”.

© 2016, Roberto E. Guzmán.

 

 

 

 

 

 

Reinsertarse /*convulsividad/sobredosis–drogodependencia

REINSERTARSE – *RE-INSERTARSE

“. . . consecuentemente no se la podemos negar a aquellos que intentaran RE-INSERTARSE en la sociedad”.

Hace tiempo ya que las autoridades reconocidas de la lengua española están abogando porque los prefijos se unan, integren, añadan, a las palabras que preceden.

No hay que rasgarse las vestiduras por este tipo de olvido. Es algo que sucede con frecuencia a las personas que no se preocupan por mantenerse al día con respecto de las nuevas normas de la lengua.

El prefijo re- actúa de varias maneras en el español; es decir, dependiendo del significado de la palabra ante la cual se coloca, varía en cuanto a su significado.

Puede funcionar este prefijo para significar repetición, detrás de, o hacia atrás; puede denotar intensificación, oposición, resistencia o negación.

En todos los casos, el prefijo se unirá a la palabra a la que precede. No debió el redactor colocar ese guion que se observa en el título entre el prefijo y la palabra siguiente.  El concepto de unir los prefijos con las palabras a las cuales preceden, como prescriben las autoridades de la lengua, es muy fácil de retener si se entiende de modo claro lo que  prefijo es.

El prefijo es un afijo que en la derivación de las palabras se coloca delante a la palabra raíz. Tan pronto como estos prefijos se reconocen, el problema desaparece porque la identificación de estos permite asignarles el modo de integración. El afijo junto a la raíz es un elemento formativo que contribuye a la constitución de la palabra.

Los problemas se presentan cuando prefijos muy conocidos se usan delante de palabras completas y reconocidas. Entre estos hay que recordar los prefijos anti, semi, co, etc.

Este prefijo re- no necesita guion ni espacio, va unido a la palabra siguiente en todos los casos, esto es, en todas las situaciones en que aparezca utilizado, para denotar repetición, intensificación o para los demás casos en los cuales se utiliza.

*CONVULSIVIDAD

“De hecho, sus pinturas son una especie de traslación a los lienzos de una CONVULSIVIDAD de la vida en los suburbios. . .”

Ha de tenerse en cuenta que la primera condición que se impone al lenguaje es que sea claro, que evite la imprecisión, que sea conciso, exacto. En esta cita, se está en presencia de un neologismo que aparece resaltado para que no pase inadvertido.

Es cierto que los cambios son vitales en el ciclo de las lenguas; sin embargo, hay que evitar que se produzca una invasión indiscriminada de voces acuñadas al azar y de modo acelerado.

Una de las cualidades que se aprecia en el neologismo es que contribuya al afinamiento en el valor expresivo de las palabras y que sea genuino en su formación. Debe guardarse la lengua de aceptar el neologismo que se cuela en las publicaciones periódicas cuando este obedece a la pedantería y al esnobismo. O cuando la persona que lo utiliza lo hace por afán de novedad.

Es necesario convenir en que la lengua no es inmutable, que es viva y ha ido cambiando, modificándose a lo largo del tiempo de manera que llega a los hablantes del presente como una lengua funcional.

Los neologismos son aceptables cuando evitan rodeos y ambigüedades. Una característica del neologismo es su condición de provisional; si su introducción es exitosa, si se integra al habla cotidiana o al conocimiento general, deja de ser neologismo. El tiempo y la utilidad del término pulen los vocablos inventados y los integran si estos son justos y necesarios. En el momento de evaluar las palabras nuevas hay que proceder con calma y ponderación, sin acritud.

La lengua española ha tenido escritores innovadores, muy famosos ya, que se permitieron aliñar su prosa con palabras nuevas. Vale la pena que se recuerde lo que Feijoo dijo, que esas innovaciones se les permiten a los “poetas príncipes”.

Luego de una introducción que excede lo usual, puede evaluarse la voz creada por el periodista especializado en artes visuales. Ya en otras ocasiones se ha señalado que estos cronistas o críticos de arte son quienes muestran una mayor tendencia a inventar nuevas voces. Voces de vida efímera porque son de uso muy restringido. Tal parece que a estas personas el idioma general les resulta exiguo. Lo triste del caso es que con estas invenciones no expresan con mayor fidelidad lo que el ojo aguzado percibe.

El autor de la frase copiada creó un sustantivo para expresar la cualidad de convulso, de convulsión, de la agitación espasmódica que sacude la vida de los suburbios que el pintor plasma en sus lienzos.

SOBREDOSIS–*SOBRE DOSIS – DROGODEPENDENCIA–*DROGO DEPENDENCIA

“Manifiesto es una pertinaz DROGO DEPENDENCIA que le produjo la muerte por SOBRE DOSIS de heroína en 1988. . .”

Al leer esta parte del escrito que se transcribe, tal parece que el redactor se ha peleado con los compuestos formados en el seno de la lengua para expresar situaciones.

Primero escribe “sobre dosis”, cuando hace largo tiempo que en la lengua lo propugnado y aceptado es que esa idea se represente en el español corriente en  una sola palabra, sobredosis. La Real Academia de Madrid lo expresa de modo muy claro. La sobredosis es la “dosis excesiva de un medicamento o de una droga”.

Inmediatamente se lee lo que el DLE (Diccionario de la lengua española) de las Academias publica, se percibe que puede tratarse de sobredosis de medicamentos prescritos o de medicamentos que no son prescritos para la persona que los utiliza de modo excesivo. Además, usa el vocablo droga, que en estos casos debe retenerse en tanto “sustancia o preparado medicamentoso de efecto estimulante, deprimente, narcótico o alucinógeno”.

Con respecto a drogodependencia, es una dependencia a las drogas (explicación inteligente), que se conceptúa como el “uso habitual de estupefacientes al que el drogadicto no se puede sustraer”. Estos estupefacientes son sustancias que alteran “la sensibilidad y pueden producir efectos estimulantes, deprimentes, narcóticos o alucinógenos, y cuyo uso continuado crea adicción”.

Un fenómeno que se observa en todas las lenguas es la economía de esfuerzo. Esto (traducido al esperanto) significa que los hablantes tratarán de hacer el menor esfuerzo posible en el habla y consecuentemente en la escritura. De allí viene que se acepte en varias lenguas que se hagan enlaces entre palabras, que se arrastren sonidos y se encadenen unos con otros. Esto se observa en el español hablado, aunque no es tolerado ni mucho menos aceptado en la escritura.

Colocarse contra este movimiento natural es una demostración de torpeza, por no utilizar otro calificativo quizás más apropiado pero menos elegante. En textos como estos, resulta incongruente que el redactor pretenda meterle nuevas palabras a la lengua cuando aún muestra debilidades en el empleo de las normas.

© 2016, Roberto E. Guzmán.

Injerencismo – *ingerencismo – desecho – deshecho

*INGERENCISMO – INJERENCISMO

“…que según su relato, recogería el descontento de otros empresarios con la presidencia de P. B.

y su INGERENCISMO político. . .”

Tan pronto como se lee el título de esta sección, puede observarse que una de las dos voces tiene señalada un asterisco. Esa se considera espuria, mientras que la otra, puede pasar las pruebas de fuego para que se la admita en el español general. El detalle de lo esbozado aquí se verá en el cuerpo de esta exposición.

El verbo que por necesidad se encuentra en el origen de la voz *ingerencismo es el verbo ingerir que tiene solo un significado en el español internacional, “introducir por la boca. . .” Se dejó sin completar las acepciones de este verbo porque lo que se deseaba destacar era precisamente eso, que solo tiene relación con la boca como sitio de entrada.

En otras ocasiones se ha criticado el uso de *ingerencia en lugar de injerencia. Según parece algunos redactores no acaban de entender que la letra /g/ no procede en este sustantivo femenino en sus funciones de equivalente de intromisión.

Ya quedó demostrado que el verbo que reúne los genes para permitir la creación de la nueva voz que denomine la intromisión, de entremeterse, en asuntos que no son de su directa competencia, es injerir, porque en uno de sus acepciones es “meterse una persona en problemas o asuntos ajenos”. Como ocurre con frecuencia en las lenguas, este verbo ensanchó su campo de acción y salió del angosto terreno de “una persona”.

La lengua corriente en el área política tiene una palabra para designar la tendencia de los poderes públicos a intervenir en negocios que competen a la sociedad civil, sobre todo en el ámbito económico, es el intervencionismo. En el campo de política internacional, la política intervencionista es la tendencia favorable a la intervención del Estado en conflictos o políticas que existen en otros países.

No puede olvidarse que los cambios e innovaciones obligan al conjunto léxico a expresar fielmente los acontecimientos que suceden en el mundo moderno. La creación de nuevas palabras o acepciones para palabras conocidas ya, forman parte de la evolución de la lengua. En gran medida los traductores son responsables de estas innovaciones.

Algo que no puede obviarse es que el término elegido obedezca a la legitimidad de su función. Debe llenar unan necesidad expresiva y en casos como el presente la raíz culta le otorga mayor validez.

En el caso específico del injerencismo, este sustantivo masculino expresa cabalmente la idea que lo auspicia. Es una intromisión, un entremetimiento, es decir, un “inmiscuirse donde no lo han llamado”. Se sostiene que ello es así porque el vocablo injerencia ha cobrado un matiz envilecedor y eso traduce muy bien la idea subyacente. No hay que olvidar que toda lengua viva crea palabras nuevas.

Se piensa que la palabra propugnada, “injerencismo”, es aceptable en el plano lingüístico y precisa en el plano terminológico. Las raíces del término lo acreditan para que sea aceptado por su valor expresivo y su posibilidad de comprensión.

DESECHO – DESHECHO

“Una raza rendida y DESECHA que ostenta con júbilo las heridas de su vergüenza”.

Existe homofonía entre dos o más palabras cuando hay identidad fónica entre ellas. Las dos palabras del título se pronuncian igual, pero la grafía es diferente. La homofonía se destaca en estos casos porque estas palabras representan lexemas distintos.

El término homofonía deriva de dos palabras griegas, homós que vale para indicar igual, y la palabra phonós, que en español es sonido. Esto es, de igual sonido. En español existen muchos vocablos de este género, entre ellos, votar, botar; hierro, yerro; vasto, basto.

Resulta difícil perdonar a un articulista o columnista que incurra en un error de este género. El error salta a la vista porque el verbo desechar no tiene cabida en la oración, porque no le confiere sentido a lo escrito.

Lo que debió escribir el autor de la oración fue deshecha, que es la conjugación del verbo deshacer en funciones de adjetivo. En la oración puede tomarse este vocablo con el significado de “derrotada, rota; estropeada, gravemente maltratada”. Es probable que esa haya sido la intención del articulista, solo que erró en la selección de la grafía.

Este tipo de error se encuentra cuando la persona que redacta carece de suficiente cultura o, en los casos en que hay descuido en la redacción. Puede ocurrir en las situaciones en las cuales la persona compone su pieza escritural con mucha prisa y no tiene tiempo de revisar su escrito.

Esta igualdad en la pronunciación de algunas palabras que tienen sentido diferente es la que ha dado lugar a los juegos de palabras o calambures; sobre todo, estos se producen cuando la homonimia es producto del encadenamiento del habla y se agrupan las sílabas de manera que alteren el significado de las palabras a que pertenecen. El diccionario de las Academias trae este ejemplo: “Este es conde y disimula”.

Los lectores podrán imaginar que la homofonía se produce a veces en español; en francés acaece con inusitada frecuencia como resultado de que existen muchas palabras cuyas pronunciaciones son iguales, pero en las que el significado es muy diferente. No es pues un fenómeno que solo se da en español.

El autor de estas reflexiones acerca de la lengua es un amante de los juegos de palabras y, en parte, eso le ha permitido ampliar su léxico en varias lenguas. En consecuencia, no hay que temerle a las palabras homófonas.

© 2016, Roberto E. Guzmán.

 

*Colgar – colocar – anunciar – poner

*COLGAR – COLOCAR – ANUNCIAR – PONER

“. . .en un comunicado COLGADO en la página de la asociación. . .”

En ciencia y tecnología, los descubrimientos e invenciones introducen nuevos términos en las lenguas. El inglés es la lengua que lleva la delantera en cuanto al desarrollo en el campo tecnológico. Como es natural, en esa lengua utilizan las voces que son convenientes para expresar las nuevas situaciones y avances que se producen.

En las demás lenguas, entre ellas el español, lo que hacen los hablantes y hasta los escritores es elegir palabras que traduzcan esas circunstancias. Muchas veces sucede que quienes eligen esos vocablos no son expertos en lengua, y, como consecuencia, las traducciones que seleccionan no son las más apropiadas.

Este “colgar” de la frase copiada constituye un ejemplo al canto de lo que se ha expuesto más arriba. El equivalente de ese verbo en inglés es el que se usa para publicar algo en un sitio, página o portal en el internet.

Entre el español y el inglés existen muchas coincidencias en cuanto al uso del verbo colgar; es decir, hay muchas correspondencias entre las dos lenguas en sus acepciones. A pesar de lo anterior, no existe manera alguna para que colgar pueda servir para divulgar un comunicado o algo parecido.

Si se examinan las traducciones que para este hang existen en español, se constata de modo fácil que en casos como el de los anuncios que aparecen en los medios de comunicación que se sirven de la Internet, podrán usarse verbos tales como, “presentar, mostrar, exponer”. La conveniencia de usar uno u otro de estos verbos depende del contexto y la manera de redactar.

Lo que uno debe negarse a tolerar es que escriban colgar cuando las definiciones que existen para este verbo no se compaginan con la acción que se ejerce en estos medios.

© 2016, Roberto E. Guzmán.

 

El Diccionario fraseológico: una celebración de la dominicanidad

Por Rita Díaz Blanco

La confección de un diccionario supone para una cultura un avance significativo y trascendental, pues se convierte en una herramienta de doble provecho: como representación folklórica, reflejo de un acuerdo social sobre el uso de la lengua, y como fuente de información, de provecho didáctico-pedagógico. Ello se convierte en reflejo neto de la lengua y la cultura en un espacio y tiempos definidos recurrentemente fundamentales para las necesidades comunicativas de sus hablantes, lo cual posibilita una continua reflexión sobre el idioma, sus peculiaridades, sus fortalezas y debilidades.

Para la República Dominicana constituye un logro enorme el caudal de frases compiladas y definidas en esta obra, el Diccionario fraseológico del español dominicano (Difrado), obra publicada por la Academia Dominicana de Lengua (ADL), bajo la autoría de Bruno Rosario Candelier, Irene Pérez Guerra y Roberto Guzmán. Este registro cultural posee la recopilación de un amplio número de frases, adagios, giros y locuciones con cuyos rastros idiomáticos se ponen de manifiesto no solo las variantes de un español caribeño, sino las creencias populares, los estilos de vida y la diversidad cultural de sus hablantes. El Difrado contempla aquellas expresiones que con sus variantes nos permiten conocer cercanamente cómo piensan, viven y hablan los dominicanos a través del tiempo.

La descripción de los modismos de esta obra es fruto de la exploración literaria en textos de carácter diverso: narrativa, ensayo, poesía, así como de la tradición oral y las publicaciones de la prensa nacional, organizados de acuerdo a los lineamientos que rige la investigación de un trabajo de esta naturaleza.

Las obras consultadas de manera minuciosa y certera permitieron recrear distintos escenarios regionales, aunque permea la tonalidad de una población que habla el mismo idioma y conserva su propia identidad: un proyecto que tiene como producto y protagonista al pueblo dominicano. Por lo que es evidente que no solo representa el caudal del argot popular, sino de toda la población, sin importar su estatus económico, social y cultural. Sus quinientas treinta y siete páginas son un deleite folclórico y una genuina celebración de la dominicanidad. Además, es imprescindible asentar que el proceso de selección y anotación que se ha llevado a cabo es fiel representante del producto que se ha logrado publicar, ejecutada con rigor y brillantez, sin nada que envidiar de otros trabajos fraseológicos internacionales.

Por otro lado, es importante establecer su valor como producto del lenguaje que nos sirve como medio para manifestar nuestros pensamientos. El ser humano, único ser capaz de razonar más allá de sus necesidades circunstanciales e instintivas, lleva consigo consustancialmente la palabra para expresar emociones, ideas, remembranzas, etc. No en vano afirmaba Octavio Paz que “El hombre es un ser de palabras” y con ellas puede crear su espacio social, darse a entender a otros e interpretar el mundo que le rodea. Las palabras nos permiten dejar huellas y registro de mensajes a lo largo del tiempo, y este diccionario no es la excepción.

El Difrado fija una marca en el antes y el después del español dominicano. Las combinaciones idiomáticas que se recogen en este registro fraseográfico son la viva voz de un pueblo que con el pasar del tiempo ha sabido adaptar la lengua que viajó con los conquistadores a sus posibilidades y necesidades y hacerla peculiar a su forma de decir las cosas, con encanto, con sabor a cultura propia. En ninguna parte se habla un español como el que cae en boca de los quisqueyanos de la patria de Duarte. Cuando analizamos, por ejemplo, la palabra “palo”, el jolgorio de significados que brota de sus entrañas es digno de admiración: si se es vengativo se “dan palos por garrotazos”, es decir, se devuelve mal por mal. Si se obtiene un beneficio, a pesar del riesgo que se toma el hecho, “se da el palo de la gata”. Si toma alcohol, solo o acompañado, se “está dando sus palitos”. Si hace algo sorpresivamente que afecta a otro, ha dado “un palo acechao” (Palo, p.361). Y así sucesivamente, vamos encontrando la particularidad dialectal de nuestro pueblo.

En cuanto a su provecho didáctico-pedagógico que mencionaba al principio, es pertinente dilucidar que, aunque el Difrado no define las unidades léxicas con el peso de un diccionario tradicional, ya que no es un diccionario de palabras, es un elemento primordial para docentes del área de lengua española, sociología y disciplinas afines que pretendan entender el contexto discursivo en que producimos nuestras expresiones. El valor que se recoge en los idiomatismos de este material permite determinar el significado y su correcta interpretación que condiciona nuestra comunicación. Entonces, no es lo que decimos, sino cómo lo decimos lo que hace la diferencia en esta constante adecuación a las variadas circunstancias, por lo que la producción y la recepción de mensajes solo puede darse con efectividad cuando tenemos conocimiento del contexto sociocultural de los diferentes registros que utilizamos. El resultado de la inclusión del Difrado en programas de formación será orientamos para poder interpretar y promover el contenido de un mensaje de forma pertinente.

Pocos lugares guardan, como la República Dominicana, historias pintorescas, curiosas leyendas, hechos imponentes donde los relatos cotidianos toman una óptica fantástica. Lo que decimos, lo decimos a nuestra manera y nos permitimos recorrer un amplio arsenal de situaciones, porque en verdad, hay cosas que solo les pasan a los dominicanos y otras que solo somos capaces de hacerlas nosotros.

El valor de las idiolexías, como le llama Bruno Rosario Candelier en el prólogo de este diccionario a las unidades fraseológicas, poseedoras de significación única y típica de nuestros usuarios de la lengua, testimonian las vivencias y creencias de unos hablantes que han sabido, con gran astucia, sacar el mejor provecho a las circunstancias adversas. Cada usuario del español dominicano se encuentra representado en esta obra, pues es el Difrado un espejo cultural cuyos reflejos irradian las expresiones con las que, con inmensa capacidad creativa y de construcción, piensa, sueña y habla la sociedad en general.

Definitivamente, la ADL ha “quemado la liga” al poner en nuestras manos un tesoro del idioma que es “carne de nuestra carne” y que aspira a manifestar lo que verdaderamente somos, creemos y sentimos.

 

Rita Díaz Blanco
Academia Dominicana de la Lengua

La Vega, Casa de la Cultura, 27 de agosto de 2016.

Rubén Darío en uno de sus poemas

José Enrique García

Tras las huellas del poeta, tras su voz y rastro, este trabajo procura recrear su poética, su visión del mundo, del hombre, de la palabra, el verso, el poema. Y dadas están en un poema: “Yo soy aquel”. El poema en sí es todo Darío, reunifica fuentes, estilos, ritmo y tono, concilia las naturales desavenencias del discurrir, los ritmos y las entregas, derrotas y destemplanzas, asombro y duda, lo ínfimo y la totalidad, es raíz y vuelo, sangre, agua y vino, las singularidades que pluralizan.

El poema, pórtico, prólogo, puerta de cierre y apertura, circularidad en fin, constituye una evidente autobiografía que funciona como crítica, autocrítica, balance, reflexión a mitad del viaje y en el viaje íntegro, y desde una poética, que más bien recoge frutos ya maduros, que la espera de los mismos. Y es, además, un testimonio diáfano y coherente de un hombre y su hacer sobre la tierra. Huellas para el tiempo, perennes pesos, palabras que no las borra nadie, ni aún las palabras que le suceden en tiempo y espacio.

Iniciemos, pues, el ascenso al poema. El poema está construido en base de principios poéticos clásicos: veinte y ocho estrofas de cuatro versos, es decir, cuartetos, y estos suman ciento doce versos. Los versos son normales  endecasílabos. Rima asonántica, rimando siempre el primero con el tercero, y el segundo con el cuarto.

Como el poema responde a una estructura clásica y, por tanto, las “ideas” de un verso se concretizan en otro u otros, seguiremos en el análisis este desplazamiento, haciendo el enfoque por estrofa.

Yo soy aquel que ayer no más decía
el verso azul y la canción profana,
en cuya noche un ruiseñor había

que era alondra de luz por la mañana.

El poeta toma el canto desde la primera palabra, yo, individualidad que reúne y totaliza. Y luego, con las dos palabras siguientes “soy aquel” inicia la modificación del lenguaje, y se enfila hacia la creación poética. En el verso inicial hay toda una ruptura de la linealidad del lenguaje, de lo discursivo. Entre el sujeto “yo” y el verbo “soy” y el pronombre “aquel” se produce una contrariedad temporal-expresiva. Soy (presente) se opone a aquel (pasado), pero en esa oposición temporal radica la unificación temporal de la obra. Con tres palabras, con este sintagma “Yo soy aquel” inicia Rubén el ascenso a la creación, y ya ahí, el lenguaje trasciende lo ordinario, lo común. ¿Cómo sucede esto? Veamos: decíamos, porque el poema así lo refleja, que estamos frente a una creación poética autobiográfica y, por tanto, el “Yo” como sujeto conducente prevalece y el poeta, como tal, inicia con él, luego sigue el verbo: ser, en presente “soy” para actualizar e imprimir sentido de permanencia; en ese soy no solo está el poeta cantando en el instante, sino que está vigenciando toda su creación, contemporizando su obra: y más adelante viene “aquel”, una palabra que indica lejanía, distancia; en sentido último, pasado; pues sucede que dentro de la distribución de los pronombres demostrativos, “aquel” ocupa el lugar más lejano, convoca distancia, lejanía, pasado (este, aquí, ese, ahí, aquel, allá) hasta el eco adviene cuando se enuncia. De modo, pues, que en ese aquel introduce el elemento contrastante desde el ángulo de la temporalidad; y se hace tan expresivo porque en el contexto general del poema el pasado gravita en cada verso: y el soy porque sostiene la permanencia. El resto del verso “no más decía reitera el sentido de pasado que encierra el pronombre.

El segundo verso alude directamente a la práctica poética, sus ilustres antecedentes, sus libros donde el modernismo echa raíces, frutos, y madureces. Azul, el primer libro y Prosas profanas, segundo libro donde ahonda la corriente iniciada en el libro anterior. En los dos versos siguientes de esta primera estrofa, contrastan dos realidades exteriores “noche” y “mañana”, las que refieren dos condiciones íntimas del poeta: “ruiseñor”, “alondra de luz”. El canto que tiene inicio en la noche continua en la luz y entonces la circularidad es la totalidad.

El dueño fui de mi jardín de sueño,
lleno de rosas y de cisnes vagos;
el dueño de las tórtolas, el dueño

de góndolas y liras en los lagos;

Esta estrofa, en conjunto, alude a sus posesiones interiores, convoca a ese “ensueño” dominante en su libro Azul. Las referencias, o mejor decir, jardín, sueño rosas, cisnes, vagos, tórtolas, góndolas, liras y lagos. Sustantivos y adjetivos modernistas fluyen a través de ellos el ensueño, la transparencia, la limpieza interior y exterior. Ahora, Darío reitera su condición de poeta modernista poseedor de un vocabulario y concepciones muy específicas. Un mundo de ensoñación y vuelo, lejano del lodo y lo oscuro, de suciedades, y la hace utilizando tres veces la palabra “dueño”. Asume en estos cuatro versos su condición de poseedor de un vocabulario que reúne música y luz, sentido y belleza, sueño y elevación.

y muy siglo diez y ocho y muy antiguo
y muy moderno; audaz, cosmopolita;
con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo,

una sed de ilusiones infinita.

Darío alude directamente con estos versos a sus fuentes primarias, a sus iniciales maestros franceses: Víctor Hugo y Paul Verlaine. Esta mención de estos poetas tiene, además de ese valor autobiográfico, uno que toca uno de los versos más elevados del mismo texto, me refiero a “ser sincero es ser potente”, pues Darío honra con ello a sus predecesores, y a la vez se honra a sí mismo, y ejemplariza lo que también propone el texto.

Hay, por otro lado, en la estrofa tres adjetivos: moderno, audaz y cosmopolita que caracteriza, en cierto modo, el sentir, la visión, la dirección poética de Darío en esos momentos de plenitud del modernismo: ser audaz; ir en contra de lo establecido, lo agotado, cansado, lo inexpresivo; modernos: testimoniar su momento y la historia misma a través de nuevos y renovados instrumentos expresivos; y cosmopolita, es decir, hacer una literatura más ecuménica, distante del ruralismo realista y de melancolismos cansados y lastimosos.

Yo supe de dolor desde mi infancia:
mi juventud… ¿fue juventud la mía?
sus rosas aún me dejan la fragancia,

una fragancia de melancolía.

El primer verso de esta estrofa –de cara a ese presente inmediato en que el poeta evocaba, sumaba y también restaba– hay un sentido más profundo: el dolor, el sufrimiento humano (y no solo el de Darío sino el de todos los hombres, el de los grandes poetas de la historia. Pues el sufrimiento es fuego que alimenta los elevados espíritus, pocas obras han salido de lo festivo, lo bucólico y agradable. El dolor sostiene porque es origen, transcurrir y muerte). Y a esto, desde luego, hay que sumarle la vida misma de Darío: abandonado por su padre y criado por la madre. Además, Darío a los primeros años de existencia ya andaba versificando,  regando con versos, tocando el dolor desde la palabra de otro: y de la de sí mismo.

 Potro sin freno se lanzó mi instinto,
mi juventud montó potro sin freno;
iba embriagada y con puñal al cinto;

si no cayó, fue porque Dios es bueno.

Refiere la estrofa a ese momento de su vida en que se dio al mundo sin contemplación ni sujeción, que buscó los placeres de la materia, lo que la vida concreta e inmediata le brindaba, época briosa, cuando el horizonte es ancho y sin obstáculos, época romántica, de desenfreno absoluto, como bien señala Pedro Salinas: “Es la sensualidad lo que le empuja a matrimonios desdichados. Ella, en combinación con el alcohol, le hace casarse con la que fue su segunda esposa, Rosario Murillo, en un episodio penoso entre todos, que es, si acaso, todo lo contrario de la gran aventura erótica romántica”.[1] Y ese sentido que llevó hasta el lecho de muerte y también ese sentido de destino.

En mi jardín se vio una estrella bella,
se juzgó mármol y era carne viva;
una alma joven habitaba en ella,

sentimental, sensible, sensitiva.

Esta estatua es Darío que vive más lejos del lodo, del cierno. Es él vivo y latiendo, un hombre definido por una perfecta aliteración de tres adjetivos donde el fonema –s– hace posible esa aliteración y, sobre todo, imprime ese sentido de limpieza, de susurro, de claridad y elevación “sentimental, sensible, sensitiva”. Es Darío con “carne viva”, como señala Gerardo Diego: “Está hablando Rubén de su estatua, es decir, de su obra, del alma de la estatua de su jardín que es la suya propia”.[2] Aquí Rubén enfatiza, de constancia de su humano calor, de su íntimo estado de ser, hasta por encima del mismo poeta. Su alma es limpia, sensitiva y sensible; lo demás, circunstancias del vivir.

Y tímida ante el mundo, de manera
que, encerrad en silencio, no salía
sino cuando en la dulce primavera

era la hora de la melodía…

El poeta temeroso del mundo se refugia en sí mismo, protegíase, indefenso se sabía: y únicamente enfrentábalo con su canto, con la palabra, con su verso, de ahí que solo cuando la primavera, como símbolo del florecer, de la fecundación, salía de ese silencio que él mismo tejía, y era para cantar, y su canto era su escudo y estandarte, su arma y verdad, todo entero.

Hora de ocaso y de discreto beso
hora crepuscular y de retiro;
hora de madrigal y de embeleso,

de “te adoro”, de “¡ay!” y de suspiro.

Tiempo de término del día e inicio de otro tiempo muy distinto, aunque contrastante como el mismo poema, tiempo mustio y de recogimiento, de sutilezas y claroscuros, de insinuaciones y tiernos regocijos junto a la mujer amada, esa mujer de primeros besos, mujer ingenua y débil de experiencia, mujer para la evocación y ensoñación. ¿Quién humano, “sensible, sensitivo y sentimental” no carga con esta hora vivida o soñada?

Y entonces era en la dulzaina un juego
de misteriosas ganas cristalinas,
un renovar de notas del Pan griego

y un desgranar de músicas latinas.

¿Es un juego el amor? Parece ser que cuando es puro, es juego. Un juego que cada vez que sucede se revaloriza al dios griego, se revivifica la vida, se renueva la existencia que no es más que ese “un renovar de notas del Pan griego”. Es que Darío siempre fue en pro de ese amor puro y justo y que nunca alcanzó.

Con aire tal y con ardor tan vivo,
que a la estatua nacían de repente
en el muslo viril patas de chivo

y dos cuernos de sátiro en la frente.

En esta estrofa que evidencia esa inclinación inicial de Darío hacia las preferencias griegas, propia del Modernismo, de la escuela literaria, continúa el desarrollo de ese elemento decidor: la estatua, que es él en viva carne, y por tanto, su propensión al amor carnal, el goce de placeres de carne suave, sensitiva y amorosa, a esa época, en que los juveniles ímpetus lo lanzaban a las totalidades del amor, “Pan griego” primero, luego vuelve la alusión, empleando un adjetivo que precisa “viril” y la palabra “sátiro”. Era un amador, o un hombre que procuraba el amor si freno, sin nudos; un joven tras las frescuras de la carne; y las desnudas pasiones.

Como la Galatea gongorina
me encantó la marquesa verlainiana
y así juntaba a la pasión divina

una sensual hiperestesia humana;

Dos nuevas referencias, que de soslayo alude a fuentes, Góngora, el inmenso poeta español, y de nuevo Verlaine. Sin embargo, donde la significación de los versos, que también responden ese transcurrir sensual, amoroso que arranca en este poema desde esa “estatua” se encuentra en esta conjunción “pasión divina” y “sensual hiperestesia humana”. Dos sensibilidades haciéndose una, juntos cielo y tierra, como diría Juan Ramón, lo divino y lo terrenal; dualidad que asume y proyecta en actos, y que aquí deja, en un acto de pureza, al desnudo, a flor de músculo, sin piel que cubra: Darío se sentía un amante que iba, como sátiro, en conquista de las vastas experiencias de la carne, de la vida.

 Todo ansia, todo ardor, sensación pura
y vigor natural; y sin falsía,
y sin comedia y sin literatura…

si hay una alma sincera, esa es la mía.

En esta estrofa reside, en esencia, la razón del poema, en ese verso final de ella: “si hay una alma sincera, esa es la mía”. Toda la aspiración, el poema en su totalidad, se concreta en el verso; el deseo de ser como fue ante sí mismo, y ante los otros, puro entro de las circunstancias de la vida, sin engaño, sin máscara, lejos de ropaje, distante de la retórica de la palabra, de la retórica de la vida, como es en la tierra que pisa, y como es en los versos que escribe. “Y el mérito de mi obra, si alguno tiene, es el de una gran sinceridad”, dice Darío en Historia de mis libros.

La torre de marfil tentó mi anhelo;
quise encerrarme dentro de mí mismo,
y tuve hambre de espacio y sed de cielo

desde las sombras de mi propio abismo.

Dos referencias claves: “tentó mi anhelo” y “quise encerrarme”. Las dos señalan inclinaciones, búsquedas, refugio. El poeta procura apartarse del mundo concreto que lo cercaba, mas no pudo, y no podía porque era tan humano como los mismos con quienes se trataba, y además, porque estaba marcado por igual condición: humano ser “su propio abismo”. Esto no es la torre de marfil literaria que se alude siempre cuando se habla de modernismo y de Darío, es una alusión a alejarse del mundo y sus materialismos, pues esa no la necesitaba, como señala Pedro Salinas:

Él llevaba su torre de marfil a cuestas, no necesitaba materializarse ese anhelo de retirarse, retrotrayéndose a un lugar aparte, sino que le bastaba con recogerse en su alma que “se juzgó mármol y era carne viva. De ahí su aire sonámbulo, de hombre que está y no está donde se le ve, que anda con los que anda y está solo”.[3]

La vida, en fin, era bastante torre.
Como la esponja que la sal satura
en el jugo del mar, fue el dulce y tierno
corazón mío, henchido de amargura

por el mundo, la carne y el infierno.

Ese sentido trágico del existir, inherente a la vida como al crear mismo, Darío lo asume por entero, “henchido de amargura”. Mas es la vida un ir llenando instantes de pesadumbre que de jubileo, y mucho más en el sentir del mundo, del hombre y de sí mismos, y entonces, ese dolor común a todo ser humano, en esta criatura se agiganta hasta alcanzar proporciones de visiones, hasta tocar límite del cielo o del infierno.

Mas, por gracia de Dios, en mi conciencia
el Bien supo elegir la mejor parte;
y si huno áspera hiel en mi existencia

meleficó toda acritud el arte.

Esa dualidad del hombre referida en la anterior estrofa, ese moverse entre lo dulce y lo amargo, que es común decir, entre el bien y el mal que existe en la tierra, porque la habita el hombre quien encarna la doble condición: ángel y demonio en una eterna batalla que únicamente conduce a la destemplanza, a la agonía, a esa pesadumbre última; esa dualidad, por una gracia de lo divino, y aquí entra ese sentido religioso íntimo que llevó Darío hasta el lecho de muerte, se desgaja, una se pone sobre la otra, el arte salva lo mejor, el bien conduce al hombre por el camino de las creaciones. Los dos últimos versos, como señala Salinas, clave son para la comprensión total de la confesión de este hombre, de este poeta ante el pórtico de su libro de mayor hondor telúrico y metafísico.

Leído esto, olvidándose de la vida de Darío, suena a pura invención metafórica, que se mueve en el alto plano de lo puramente poético. Pero esos dos versos bajan, de allí, como rayo iluminador, clave final de la vida terrena del poeta, de la que son el más certero resumen, el más hermoso y sobrio epitafio que poner sobre su inmortalidad.[4]

El arte salva el vivir, o en otro caso, justifica ese vivir, constituye en último sentido, la única forma de sobrevivir como proyecto humano en la tierra.

Mi intelecto libré de pensar bajo,
bañó el agua castelia el alma mía,
peregrinó mi corazón y trajo

de la sagrada selva la armonía.

El primer verso, dentro de esta confesión, manifiesta una condición inherente al poeta, y también al hombre: la pureza. Y después, “la sagrada selva” y “la armonía”. Dos realidades contrapunteadas en la realidad misma; pero que en la poesía de Darío hallan, precisamente, justa armonía. La sagrada selva es el mundo y el hombre, de la procedencia o fuente de la materia poética, de ahí injusta y equivocada aplicar el sentido escapista, huidizo a la obra de Darío, pues este enfrentó la vida con su vida. Gerardo Diego expresa:

La armonía que nos canta, ¿es la armonía sin más, cualquiera armonía que nos canta, es la armonía sin más, cualquier armonía de la selva? En el fondo, las dos cosas. Es toda la armonía y viene de la sagrada selva, donde preexestía, y nada más que allí, en ella.[5]

La selva, la vida, el mundo, el cosmos de donde proviene la palabra, el ritmo, el tono, y el todo.

¡Oh, la selva sagrada! ¡Oh, la profunda
emanación del corazón divino
de la sagrada selva! ¡Oh, la fecunda

fuente cuya virtud vence el destino!

La selva sagrada es el mundo, el hombre y, sobre todo, lo interior del hombre, lo hondo, insondable, el misterio que siempre es temblor y asombro, dubitación permanente, honda esencia del ser humano, y sobre eso, anduvo el poeta en procura del desvelamiento, de la permanencia de lo que sabía fugaz.

Bosque ideal que lo real complica,
allí el cuerpo arde y viene y psiquis vuela;
mientras abajo el sátiro fornica,
ebria de azul deslíe Filomena.

Aquí el poeta continúa el desarrollo de esa idea o sensación contrapunteada de la “sagrada selva”, ahora dada por “bosque ideal” que lo cotidiano, lo común y ordinario, y además, retoma un tema muy caro a su época de Azul. Específicamente el amor en su sentido puro y limpio, salvaje y amoroso, tierno y hondo, rememora, en fin, El año lírico.

Perla de ensueño y música amorosa
en la cúpula en flor del laurel verde;
Hipsipila sutil liba en la rosa,

y la boca del fauno el pezón muerde.

Continúa esta estrofa describiendo la voluptuosidad, el amor que se hace recíproca posesión sin mediación, únicamente los cuerpos, y la naturaleza de fondo y de testigo, el ensueño y la música, la flor y la rosa y ese fauno que muerde el pezón, es decir, la leche y la sal, la vida que despierta y se derrama. Referencias evidentes del mundo clásico que tanto conoció el poeta, que tanto utilizó y que tanto pervive.

Allí va el dios en celo tras la hembra,
y la caña de Pan se alza del lodo;
la eterna vida sus semillas siembra,

y brota la armonía del gran todo.

 “La caña de pan se alza del lodo”, inigualable manera de repetir la expresión bíblica: “Polvo somos”. Ese lodo que es aliento proviene del amor que es la continuidad, o mejor, su prolongación “la eterna semilla” que “brota y crea armonía”, es decir, al mundo, al hombre “al todo”. De ahí que esta estrofa, en el transcurrir del poema, se constituya en síntesis, reunión de metafísicas inquietudes que atraviesan la carne del poeta, y su visión misma.

El alma que entra allí debe ir desnuda
temblando de deseo y fiebre santa,
sobre cardo heridor y espina aguda:

así sueña, así vibra y así canta.

 Llama interior, temblor total que se integra a la fuente más pura de donde proviene esa estatua que era carne viva, que el poeta en su concreticidad de existencia, entre el debate de la vida misma procura la armonía del todo, de ese Todo donde la desnudez es condición indispensable, pero desnudez no del cuerpo, sino de la vida interior, de esa que permanece por encima del polvo y de la nada de la carne, “sueña, vibra, canta”, razón y ejercicio de su existir.

Vida, luz y verdad, tal triple llama
produce la interior llama infinita.
El arte puro como Cristo exclama:

¡Ego sum lux et verita et vita!

 La triple llama, como decir, la perfecta alianza. El poeta, sin recurrir a ningún acto de insinceridad, compara o asocia el arte con Cristo, la siempre idea del poeta-dios, desde luego, y esto lo sintió Darío en carne propia: el poeta es un visionario, alcanza visiones, llega a tocar misterios, le he dado por el mismo dios, o dioses, la condición de visionario, y esto lo testimonia grandes poetas: Blake, Holderlín, Víctor Hugo, Milton, Kilke, Machado, Vicente Huidobro, quien dijo de Darío:

Honremos el genio y demos gracias al maestro de las nuevas generaciones. Al que tiene en su poesía todas las tonalidades posibles, desde el gorjeo divino del ruiseñor hasta el rugido del león feroz, al que rompió las cadenas de la retórica, los férreos grillos de la métrica fija, al que nos enseñó a volar libremente.[6]

Darío siempre gravitando, extendiéndose en él y en los otros, a través de las generaciones, de los hombres, los poetas. Como testimonio uno de los grandes poetas de la lengua, Juan Ramón Jiménez: ¡Tanto Rubén Darío en mí; tan vivo siempre, tan igual y tan distinto; siempre tan nuevo![7]

Y la vida es misterio, la luz ciega
y la verdad inaccesible asombra;
la adusta perfección jamás se entrega,

y el secreto ideal duerme en la sombra.

Pero Darío, que escribe este poema, cuando había experimentado las más hondas experiencias humanas como hombre y como poeta, como dice César Fernández Moreno:

En el momento triunfal del modernismo, Rubén Darío, que todo lo dijo y todo lo adivinó, escribía en el poema inicial de Cantos de vida y esperanza (1905) este resumen de la nueva realidad.[8]

Quien todo lo vio y sintió y adivinó, conviene en esta declaración de fe poética en que aún el arte, la creación más pura después de la divina, es incapaz de dar todas las verdades, de desvelar los misterios y además que obra acabada, perfecta solo la alcanza Dios. Misterios e imposibilidades, conjunción que se persisten desde la primera raíz humana.

Por eso ser sincero es ser potente;
de desnuda que está, brilla la estrella;
el agua dice el alma de la fuente

en la voz de cristal que fluye d, ella.

 El poeta en estos inigualables cuatro endecasílabos; donde pone en práctica uno de sus virtuosismo formal, hace la contracción “d,ella” y no “de ella”, lo que le permitió hacer el endecasílabo sin cacofonía y sin rudeza, reúne el sentido primario del poema: la develación de su vida y obra a través de un sincero discurrir temporal y circunstancial. En el primer verso, no solo se encuentra la reveladora fuerza del poeta “Por eso ser sincero es ser potente”, sino que se convierte en una máxima para ser aplicable a todos los hombres y a toda actividad que se realiza en la tierra.

Tal fue mi intento, hacer del alma pura
mía, una estrella, una fuente sonora,
con el horror de la literatura

y loco de crepúsculo y de aurora.

El ejercicio poético de Darío constituyó una forma de ser sobre el mundo, un modo de acercarse a lo más puro y noble, y como el arte, de toda la actividad humana, es la que más proporciona ese anhelo, ese deseo; hubo en él, por encima de todo ese deseo de ser puro como la estrella, como la lluvia, como la naturaleza entera. Palpitaba siempre en él ese constante: la de ser limpio y transparente, aunque partiera del lodo, de lo común, de la literatura misma, en sentido de palabras y nada más, como bien señala Pedro Henríquez Ureña:

La forma solo debe interesar cuando está hecha para decir alguna belleza: armonía del pensamiento, música del sentir, creación de la fantasía, “todo lo demás es literatura”.[9]

Darío siempre estuvo, como confiesa y testimonia sus poemas, por encima de la palabra, de la palabra a sola.

Del crepúsculo azul que da la pauta
que los celestes éxtasis inspirar,
bruma y tono menor -¡toda la flauta!

y Aurora, hija del sol -¡toda la lira!

“Del crepúsculo azul que da la pauta”, vuelve Darío a referirse a su libro Azul, inicio, no de su vida poética, pero sí de su obra de madurez, la que quedará mientras exista un hombre en la tierra, después, la flauta y toda la lira, es decir, sus grandes cantos. Y esto acontece porque el poeta en esta confesión ya comienza a referirse, a reunirse en las dos últimas estrofas, y va cerrando el poema, y va completando la imagen, la totalidad del canto.

Pasó una piedra que lanzó una honda:
pasó una flecha que aguzó un violento.
La piedra de la honra fue a la onda,

y la flecha del odio fuese al viento.

Reciprocidades. En estos versos que se suceden en círculo, en remolino formal, Darío sintetiza su actitud ante el otro, los otros, el mundo. Sereno, seguro, sin manchas, puro de hechos e intenciones, al final, y como fue en el transcurrir; firme y sin miedo a lo que viene que ya se vislumbró. Lo que va vuelve; y espera frutos quien bien sembró.

La virtud está en ser tranquilo y fuerte;
con el fuego interior todo se abrasa;
se triunfa del rencor y de la muerte,

y hacia Belén… ¡la caravana pasa!

En esta estrofa final del poema se concilia el pulso y el vuelo, la raíz y la flor, lo fugaz y eterno. Darío, el hombre el hombre poeta, y como tal transitorio en constitución humana, se reconcentrase en su interior, en su propio fuego, con humildad; y deja el tiempo, solo al tiempo el destino de él y de su obra. Y el destino es justo porque su obra es justa.

 

[1] Pedro Salinas, La poesía de Rubén Darío, Buenos Aires, Editorial Losada, 1948, p. 15.

[2] Gerardo Diego, “Notas sobre Darío”, Cuadernos Hispanoamericanos, Nos. 212-213, agosto-septiembre 1967, p. 263.

[3] P. Salinas, La poesía…, p. 218.

[4] P. Salinas, La poesía…, p. 28.

[5] G. Diego, “Notas sobre Darío”, p. 254.

[6] Vicente Huidobro, Obras completas, tomo I, Chile, Editorial Andrés Bello, 1976, p. 858.

[7] Juan Ramón Jiménez, Libros de poesía, Madrid, Editorial Aguilar, 1959, P. XXVIII.

[8] César Fernández Moreno, América Latina en su literatura, séptima edición, México, Siglo XXI Editores, 1980, p. 84.

[9]Pedro Henríquez Ureña: Ensayos, Santo Domingo, Editora Taller, 1976, p. 74.

Claves narrativas en la obra de Rafael Peralta Romero

Por Bruno Rosario Candelier

A Manuel Salvador Gautier,

Cauce de creaciones ejemplares.

Claves de la intuición creadora

Rafael Peralta Romero es el creador epónimo de Miches, apacible pueblo del lejano Este, que ha dado al país cuatro escritores importantes, comenzando con Rafael Peralta Romero y siguiendo con Sélvido Candelaria, Rossalinna Benjamín y Josanny Moní. Es decir, ese paraje esteño es ya un polo literario en la geografía cultural dominicana, puesto que tiene presencia y significación en el cultivo de las letras.

En efecto, este reconocido periodista, narrador y estudioso del lenguaje (1) ha puesto su atención a los hechos que narra en cuentos y novelas, así como a la forma correcta de las palabras en el aspecto gramatical y ortográfico; y tiene el mérito de publicar una columna periodística en El Nacional, donde aborda temas de nuestro lenguaje.

La dimensión intelectual de este valioso académico de la lengua se manifiesta en su instinto narrativo, literario y lingüístico. El instinto narrativo de Rafael Peralta Romero se perfila en su capacidad de ver en hechos y fenómenos el patrón ancestral que plasma al modo primordial del comportamiento de los predecesores.

Como escritor, Peralta Romero tiene tres singulares condiciones. En primer lugar, posee un instinto creador que le permite aprovechar hechos y anécdotas como sustancia de su narrativa; en segundo lugar, un instinto lingüístico mediante el cual capta y valora la faceta idiomática de voces y expresiones; y, en tercer lugar, un instinto narrativo para captar la clave de historias y pasiones. ¿Qué quiero significar con la mención de esos tres instintos? Su instinto creador se manifiesta en una fecunda vocación para la ficción, para inventar mundos imaginarios y crear ficciosas fábulas. Fabular es crear una nueva realidad articulada en el lenguaje. Cuando Peralta Romero fabula, atribuye rasgos y facetas a nuevas vertientes de la realidad, generando una dimensión significativa para la narrativa. Es decir, crea y recrea facetas inéditas en la realidad ficticia, y esa es una singular cualidad de quien tiene talento intuitivo para la ficción. De hecho, la palabra ficción quiere decir invención. Quien inventa con el lenguaje, crea una obra de ficción, que es un tipo de fabulación. La primera fabulación que hace el hombre es inventar nuevas realidades verbales y eso es un atributo de los narradores de garra, que lo llevan a crear nuevas realidades imaginarias, aunque tengan un fundamento en hechos reales o sean de factura imaginaria. Ese instinto creador se manifiesta en el hecho de asignar sentido a la narración, aspecto importante porque el narrador literario, para distinguirse del periodista, el sociólogo o el historiador, tiene que atribuirle un cauce convincente a lo que inventa. Normalmente el periodista no le busca el sentido a lo que narra, ya que cuenta lo que ocurre y nada más;y el narrador historiográfico tiene que ajustarse a la realidad de lo que aconteció; pero el narrador de literatura no solo cuenta lo que ocurre, igual que el periodista o el sociólogo o el historiador, sino que además presenta otra dimensión a los hechos y peripecias, que cifra en el sentido de acontecimientos y anécdotas y, desde luego, presenta en su narrativa la dimensión que aborda un modo de edificación y trascendencia. Rafael Peralta Romero cuenta no solo por contar, sino que cuenta para edificar, dimensión que supera la mera referencia anecdótica.

Dije también que él tiene un instinto lingüístico, como lo ha demostrado no solo en la dimensión metalingüística de varios pasajes narrativos, o en la explicación de algunos vocablos en su narrativa, sino que también publica artículos sobre el lenguaje dando cuenta de su interés por el valor de la palabra. Peralta Romero valora lo que las palabras son como estructura léxica, fonética y semántica, y por lo que significan su forma y su sentido, que enfoca a la luz del lenguaje del buen decir, señal de una cabal preocupación en este buen hombre que, en su condición de intelectual y escritor, tiene una alta conciencia lingüística.

Pocos escritores dominicanos dan notaciones de un dominio de la normativa del lenguaje, de tal manera que la mayoría tienen que valerse de un corrector de estilo para que le corrija su obra, hecho que evidencia una falta de preocupación por el instrumento de comunicación y creación. Lo que estoy diciendo es un mal generalizado en los escritores dominicanos, disposición que debemos asumir como un reto para que se desarrolle la conciencia del lenguaje ya que nosotros, como escritores, intelectuales, profesores, académicos, comunicadores, usuarios ejemplares del idioma, tenemos en el lenguaje el canal de creación y, por consiguiente, hemos de dominar esa herramienta, no ya de manera superficial, sino con pleno conocimiento de los códigos de nuestra lengua.

Pues bien, al enfocar las claves narrativas en la novelística de Rafael Peralta Romero, voy a abordarlas pautas de creación que aplica en su literatura de ficción. Como buen narrador, nuestro distinguido periodista y novelista aplica una pauta narrativa para vertebrar sus relatos, cuentos y novelas, según procedo a detallar a continuación:

1.Uso de formas arquetípicas (enfoque del suceso cardinal que explica el comportamiento primordial).

2.Creación de expresiones simbólicas (simbolización de lo acontecido asociándolo a la fuerza ancestral que remite al inconsciente colectivo).

3.Interiorización de la conciencia (instalación del sujeto narrativo en el interior de los hechos o de los personajes para percibir el sentido de los acontecimientos).

4.Dramatización del hecho contundente (formalización de un lenguaje estremecedor que concite la identificación del lector).

5.Intuición de verdades narrativas (creación de verdades metafísicas que iluminan la conciencia).</ol>

En primer lugar, he podido apreciar en la novelística de Peralta Romero el uso de formas arquetípicas, es decir, el enfoque narrativo de un hecho que, al abordarlo, procura el suceso cardinal que le da novedad a las peripecias, una forma de explicar el comportamiento primordial de los predecesores, ya que según este procedimiento, los narradores experimentan la necesidad de contar las cosas como sucedieron al principio, es decir, procuran hallar el patrón del hecho que asumen como parangón primordial para apreciar la manera como lo hicieron los que nos precedieron, y eso implica cierta profundización en el sentido de la narración.

En segundo lugar, hay una creación de connotaciones simbólicas con la vocación de simbolizar hechos asociados a la fuerza ancestral, que remite al inconsciente colectivo.

En tercer lugar, el instinto narrativo conduce a Peralta Romero a curcutear en el interior de su conciencia, como podría advertir un lector agudo. Correlativamente, parte de la clave narrativa en nuestro narrador es la interiorización de la conciencia. En algunos de sus pasajes narrativos, el sujeto narrativo a ratos ausculta la conciencia del narrador, una forma de instalarse en los propios personajes para percibir el sentido de los acontecimientos. En estos textos hay datos para entender la filosofía de la narración subyacente en la narrativa de Peralta Romero.

En cuarto lugar hay una dramatización del hecho acontecido. Ya que se trata de una novela, en ella se narran varios hechos; en un cuento se narra un solo hecho; en un relato se narran dos o más hechos, que forman una historia; y en una novela se narran dos o más historias mediante episodio que narran varios hechos, aunque haya un hecho protagónico, que es el que guía al narrador para articular su trama en torno a ese hecho.

Y en quinto lugar, en las claves narrativas de este narrador aprecio una intuición de verdades de hechos, como hace la poesía, que ausculta verdades poéticas en las vivencias en procura de un esclarecimiento, que la narrativa efectúa en pos de verdades metafísicas, y esas verdades siempre iluminan la conciencia.

Técnicas de composición narrativa

Lo más importante en cualquier narración no es solo lo que cuenta, sino la forma como se cuenta, y esa forma se manifiesta en el empleo de técnicas y procedimientos narrativos. ¿Cuáles son las técnicas en las novelas de Rafael Peralta Romero?

1. Empalme de un hecho real con un suceso evocado. Mediante este procedimiento, nuestro autor combina el pasado y el presente en una asociación de hechos que el narrador empalma al mundo circundante: “Ráfagas de ayer lejano asoman tímidas ante el recuerdo. Una voz remota, insegura, quiere decirme el poema que yo escribí desde el claustro materno y cuyo olvido ha provocado una de las penas más íntimas de mi vida. Un niño llamado Lucas habría estado presente con otros familiares cuando mi madre exclamó un conjunto de frases que coparon de extrañeza y asombro a los presentes, tanto por lo poético como por lo conceptuosos. “Mi tía habla lenguas extrañas”, habría expresado el niño Lucas. “Misericordia, misericordia”, dijeron los adultos. Pienso que ese primer poema pude habérselo dedicado a Gilbert, pero es hasta ahora una especulación, una corazonada. Su hazaña marca el inicio de la ocupación gringa y ésta termina en el año de mi nacimiento y no creo que sea pura casualidad. No, no puede ser fortuita, pues la historia se mueve como un sistema en el que todos sus componentes actúan conforme a una correlación” (2).

2. Enfoque de la dimensión inédita de fenómenos y cosas, como sentir la música de lo viviente en medio de la naturaleza, una forma de poner en sintonía su sensibilidad espiritual con el aliento cósmico del mundo, como se pone de inferir del siguiente pasaje: “En un bosque poblado de uveros y almendros, frente a la Playa del Muerto, muy cerca del centro de la Ciudad, había unos árboles extraños, su rareza consistía en que producían música. Pero no me digas que todos los árboles lo hacen. Si claro, el origen de la música parte del movimiento de los árboles combinados con el viento, pero aquello era diferente. Brotaban verdaderas melodías, como conjunto de violines y flautas. Allí me pasaba horas deleitándome con esos conciertos naturales y todos los visitantes observaban silencio para disfrutar mejor el espectáculo. Yo vi allí músicos que acudieron con papeles pentagramados para copiar las bellas composiciones regaladas por la naturaleza. Iba mucha gente, pero a mi madre no le despertó gran interés aquello, salvo que no fuera para alegrarse de saber que cuando yo estaba allí, permanecía quieto como una estatua y que no me daba con inventar nada. De verdad, la música ejercía sobre mí un efecto seductor, quizás embriagante” (3).

3. Relación de los meandros mitificados de la realidad sociocultural, con la que da sustancia y sentido a su novelación: “La ciencia del bruto es estar callado, se oyó decir a una voz firmemente varonil, era un hombre con gran dominio de la escena, ancho de pecho, con brazos vigorosos y rojizos, hablaba rodeado de compueblanos que se desplazaron para ver el juicio. Él procedía de la zona del crimen y dijo lo que dijo, porque según él, la misma noche en que mataron a Dino Bidal la esposa de quien hablaba tuvo una visión, de acuerdo con la cual pasó Dino Bidal por el camino, frente a la casa, quejándose ay, ay, iba quejándose, añade el hombre, pero a la hora de la revelación ya lo habían matado. Ella, cuando nos despertamos por la mañanita me preguntó, después de contármelo “¿Tú crees que lo hayan matado?” Yo le respondí: “Yo no sé, la vida está llena de misterios”. En Guaco todo el mundo tiene la boca amarrá y yo no tengo que ser el lengua suelta, porque yo sé cómo son las cosas. Si a mí me hubieran encontrado esa noche, de seguro estuviera yo metido en el lío, porque yo soy que le guardo el bote a la guardia, o le guardaba, pues ni lo permita la Virgen que me vuelva a meter en eso. Pero, sea como sea, fue una muerte atroz. Yo siempre he dicho que el hombre debe morir cuando llegue su hora, aunque a veces hay muertes que el hombre se las busca” (4).

4. Narración objetiva, dramática y concitadora, concebida y realizada para exacerbar el ánimo del lector y lograr que se identifique con la trama de la narración de una historia vinculada a la realidad natural, social y cultural, como el mar, afín a la vida en Miches, y al caudal de intuiciones y vivencias de sus protagonistas, como su experiencia marina ya que es natural que en un habitante de Miches el mar esté presente en su visión del mundo porque ha crecido junto al mar, lo que indica que Peralta Romero escribe alimentado por vivencias conocidas desde niño: “El tiburón no usó toda su capacidad de movimiento, tal parece que se encontraba confundido, como si teniendo facultad de raciocinio se percatara de que cometió un error. El tiburón lucía fuera de sí, mientras el hombre actuaba conforme se moviera el pez, y lo hacía con derroche de agilidad y tino, tal vez confiando demasiado en sus brazos, recios como palo de guayabo. La gente de la costa siempre ha creído que el tiburón solo ataca después que se vira, lomo abajo, debido a que la mandíbula superior es más larga que la inferior, nunca podría morder, por eso todos corearon el grito en el momento, quizás el único, en que le animal enseñó su panza blanca, pues consideraron contados los días de Dino Bidal. O quizás las horas. Pero qué va, después de ese movimiento del pez, el hombre sacó sus reservas de destreza y dando un brinco montó sobre el lomo del tiburón como si de un cuadrúpedo se tratara. El pez aprovechó entonces para cambiar la dirección de su cuerpo y emprendió el nado mar adentro, que en el habla de los costeños es mar afuera. Pero las situaciones de grandes dificultades vuelven a los hombres valientes o más creativos, según lo que demanda la circunstancia y Dino Bidal no tenía otro camino que vencer a su enemigo antes que éste dispusiera de él” (5).

5. Narración de una temática vinculada a las vivencias cotidianas. La suya es una novelística inspirada en la experiencia social, histórica y cultural de su pueblo por lo cual, siendo de Miches, comarca esteña ubicada a la vera del mar, lógico es que el tema marino sea usual en su narrativa, con lo que esa dimensión de la naturaleza está presente en sus cuentos, relatos y novelas. La suya es una narración natural, fresca, limpia, espontánea y fluyente, libre de artificios compositivos y, por ende, de fácil percepción y comprensión. La técnica que usa el narrador es el empalme de un hecho real con un suceso evocado, eso quiere decir que de la realidad de la vida cotidiana puede surgir un hecho y ese hecho puede llamarle la atención al narrador, pero ese hecho después de asociarlo con un hecho del pasado que evoca, lo vincula al hecho presente, esa es una técnica narrativa apropiada que emplea a la que le saca provecho en sus creaciones; mediante ese procedimiento narrativo él combina el pasado y el presente en una asociación de acontecimiento que el narrador empalma al mundo circundante. Fíjense cómo el narrador contando un hecho se distrae entre comillas porque le llama la atención la música de la naturaleza, entonces indica que su sensibilidad está abierta para sentir las voces de las cosas.: “Ráfagas de ayer lejano asoman tímidas ante el recuerdo. Una voz remota, insegura, quiere decirme el poema que yo escribí desde el claustro materno y cuyo olvido ha provocado una de las penas más íntimas de mi vida. Un niño llamado Lucas habría estado presente con otros familiares cuando mi madre exclamó un conjunto de frases que coparon de extrañeza y asombro a los presentes, tanto por lo poético como por lo conceptuosos. “Mi tía habla lenguas extrañas”, habría expresado el niño Lucas. “Misericordia, misericordia”, dijeron loa adultos. Pienso que ese primer poema pude habérselo dedicado a Gilbert, pero es hasta ahora una especulación, una corazonada. Su hazaña marca el inicio de la ocupación gringa y ésta termina en el año de mi nacimiento y no creo que sea pura casualidad. No, no puede ser fortuita pues la historia se mueve como un sistema en el que todos sus componentes actúan conforme a una correlación” (6). Esa es una muestra de ese empalme de un hecho real a un suceso evocado; evocado no quiere decir imaginario, sino recordado.

6. Auscultación de la dimensión natural de fenómenos y cosas. Esta técnica entraña una manera de sentir el fluir de lo viviente en medio de la naturaleza, es decir, una forma de poner en sintonía la sensibilidad espiritual del narrador con el aliento cósmico del mundo, como se puede inferir del siguiente pasaje: “En un bosque poblado de uveros y almendros, frente a la Playa del Muerto, muy cerca del centro de la ciudad, había unos árboles extraños, su rareza consistían en que producían música. Pero no me digas que todos los árboles lo hacen. Sí, claro el origen de la música parte del movimiento de los árboles combinado con el movimiento, pero aquello era diferente. Brotaban verdaderas melodías como conjunto de violines y flautas. Allí me pasaba horas disfrutando de esos conciertos naturales y todos los visitantes observaban silencio para disfrutar mejor del espectáculo. Yo vi allí músicos que acudieron con papeles pentagramados para copiar las bellas composiciones regaladas por la naturaleza. Iba mucha gente, pero a mi madre no le despertó gran interés aquello, salvo que no fuera para alegrarse de saber que cuando yo estaba allí. Permanecía quieto como una estatua y que no me daba con inventar nada. De verdad, la música ejercía sobre mí un efecto seductor, quizás embriagante” (7).

7. Revelación de los entresijos socioculturales de la realidad cotidiana, es decir, el narrador conoce la realidad porque la ha vivido en su contacto directo con el mundo, con lo que ha sucedido. No vive inmerso en burbujas o conchas de cristal, sino que es un conocedor de la realidad social, histórica y cultural, y trata de captar la sustancia y el sentido de su experiencia de vida para llevarla a la novela, como lo ilustra el siguiente ejemplo:“La ciencia del bruto es estar callado, se oyó decir a una voz firmemente varonil, era un hombre con gran dominio de la escena, ancho de pecho, con brazos vigorosos y rojizos, hablaba rodeado de compueblanos que se desplazaron para ver el juicio. Él procedía de la zona del crimen y dijo lo que dijo, porque según él, la misma noche en que mataron a Dino Bidal la esposa de quien hablaba tuvo una visión, de acuerdo con la cual pasó Dino Bidal por el camino, frente a la casa, quejándose ay, ay, iba quejándose, añade el hombre, pero a la hora de la revelación ya lo habían matado. Ella cuando nos despertamos por la mañanita me preguntó, después de contármelo “¿Tú crees que lo hayan matado?” Yo le respondí: “Yo no sé, la vida está llena de misterios”. En Guaco todo el mundo tiene la boca amarrá y yo no tengo que ser el lengua suelta, porque yo sé cómo son las cosas. Si a mí me hubieran encontrado esa noche, de seguro estuviera yo metido en ese lío, porque yo soy que le guardo el bote a la guardia, o le guardaba, pues ni lo permita la Virgen que me vuelva a meter en eso. Pero, sea como sea fue una muerte atroz. Yo siempre he dicho que el hombre debe morir cuando llegue su hora, aunque a veces hay muertes que el hombre se la busca” (8).

8. Interiorización en la trama de escenas y personajes, es decir, en una narración realizada para que el lector se identifique con la trama de la narración de una historia con implicaciones humanas, como el siguiente pasaje:“El tiburón no usó toda su capacidad de movimiento, tal parece que se encontraba confundido, como si teniendo facultad de raciocinio se percatara de que cometió un error. El tiburón lucía fuera de sí, mientras el hombre actuaba conforme se moviera el pez, y lo hacía con derroche de agilidad y tino, tal vez confiando demasiado en sus brazos, recios como palo de guayabo. La gente de la costa siempre ha creído que el tiburón solo ataca después que se vira, lomo abajo, debido a que la mandíbula superior es más larga que la inferior, nunca podría morder, por eso todos corearon el grito en el momento, quizás el único, en que le animal enseñó su panza blanca, pues consideraron contados los días de Dino Bidal. O quizás las horas. Pero qué va, después de ese movimiento del pez, el hombre sacó sus reservas de destreza y dando un brinco montó sobre el lomo del tiburón como si de un cuadrúpedo se tratara. El pez aprovechó entonces para cambiar la dirección de su cuerpo y emprendió el nado mar adentro, que en el habla de los costeños es mar afuera. Pero las situaciones de grandes dificultades vuelven a los hombres valientes o más creativos, según lo que demanda la circunstancia y Dino Bidal no tenía otro camino que vencer a su enemigo antes que éste dispusiera de él. Por de pronto, el tiburón se encaminaba a su propio hábitat mientras el hombre se apartaba del suyo. Sabía que pelear en terreno del enemigo nunca ha resultado ventajoso, porque hasta el ambiente se torna hostil. De los tiburones, jamás se oyó historia grata y Dino Bidal lo conocía más que nadie, aunque disimulara su temor, si acaso lo albergaba. Todo su corazón, todas las células de su cuerpo, su espíritu todo, sobrecogidos, actuaron a una y dictaron, en el instante preciso, la recomendación que el momento demandaba, y el brazo firme y vigoroso del gladiador levantó el agudo cuchillo y lo clavó en el cuerpo del pez, en el punto medio entre la espalda y la cabeza y repitió la acción, hasta ver que la sangre restaba cristalinidad al agua y que su enemigo declinaba hacia los lados como un barco perforado en el fondo, cundo se hunde. Se agarró de las aletas, quiso detener la marcha, ahora sin rumbo, como pájaro con el vuelo interrumpido. “Ahora la sangre llamará a otros tiburones”, se dijo y actuó con prontitud para arrastrar hacia la orilla el casi cadáver de la temida bestia de los mares. Lo logró nadando con un brazo al tiempo que sujetaba con el otro la cola del moribundo. Cuando lo tendió sobre la arena, sacudió su cuerpo, sin soltar el cuchillo, abrió los brazos, miró hacia arriba y expresó con marcada fuerza interior: “Carajo, yo sé que tú no me fallas” (9).

9. Temas, historias y anécdotas vinculados a las vivencias cotidianas. Peralta Romero es un novelista que escribe sobre historias, hechos, sucesos, acontecimientos del mundo que le ha tocado vivir; por esa razón, su novelística está basada en la experiencia social, histórica y cultural de su pueblo. Este es un detalle importante porque él da cuenta de lo que ha vivido en su comunidad de origen y eso lo convierte, automáticamente, en un narrador dominicano por la temática que cuenta y, desde luego, por el lenguaje que usa. Miches, una comunidad marina de nuestro país, está presente en toda la narrativa romérica. Desde luego, su novelística tiene los rasgos de una narración natural, fresca, limpia, espontánea y fluyente, libre de artificios compositivos y, por ende, de fácil captación y comprensión: “Por de pronto, el tiburón se encaminaba a su propio hábitat mientras el hombre se apartaba del suyo. Sabía que pelear en terreno del enemigo nunca ha resultado ventajoso, porque hasta el ambiente se torna hostil. De los tiburones, jamás se oyó historia grata y Dino Bidal lo conocía más que nadie, aunque disimulara su temor, si acaso lo albergaba. Todo su corazón, todas las células de su cuerpo, su espíritu todo, sobrecogidos, actuaron a una y dictaron, en el instante preciso, la recomendación que el momento demandaba, y el brazo firme y vigoroso del gladiador levantó el agudo cuchillo y lo clavó en el cuerpo del pez, en el punto medio entre la espalda y la cabeza y repitió la acción, hasta ver que la sangre restaba cristalinidad al agua y que su enemigo declinaba hacia los lados como un barco perforado en el fondo, cundo se hunde. Se agarró de las aletas, quiso detener la marcha, ahora sin rumbo, como pájaro con el vuelo interrumpido. “Ahora la sangre llamará a otros tiburones”, se dijo y actuó con prontitud para arrastrar hacia la orilla el casi cadáver de la temida bestia de los mares. Lo logró nadando con un brazo al tiempo que sujetaba con el otro la cola del moribundo. Cuando lo tendió sobre la arena, sacudió su cuerpo, sin soltar el cuchillo, abrió los brazos, miró hacia arriba y expresó con marcada fuerza interior: “Carajo, yo sé que tú no me fallas” (10).

Recursos y procedimientos narrativos

Otro aspecto importante en la obra de Peralta Romero son los procedimientos narrativos, en los que aprecio un aporte, a mi juicio, de nuestro admirado escritor. ¿Qué aporte ha hecho este narrador a la narrativa dominicana? Veamos.

1. Procedimiento de verificación colateral. Es decir, cuando escribe, igual que cuando habla o cuenta un hecho, Peralta Romero va describiendo el hecho y, para que se entienda mejor, lo aborda en sus contornos como si le diera la vuelta al asunto, dando la impresión de que se sale de lo que está diciendo, que lo hace como un procedimiento al que le saca provecho, y eso no lo aprendió en ningún libro, ya que es su manera de decir y contar las cosas. A eso le llamo procedimiento de verificación colateral. Vamos a presentar un ejemplo de lo que esta manera de narrar enuncia: “Al regresar a casa, tras la jornada de trabajo, notó que el recibimiento de su esposa no tuvo la calidez de cada día. Más tarde supo que ella le había dejado una carta en la mesita de noche. Para que no se volara, fue pisada con una estatuilla, que de ordinario no iba en ese lugar. Ángel Amado comenzaba a intrigarse. Apareció algo extraño en la atmósfera hogareña. Se portaba como si la carta hubiese sido un objeto ardiente. Que sí era ardiente, pero jamás para quemar las manos. Si quemaba habría de lacerar más allá de la piel. Tomó la carta con miedo y leyó”.“Amado sintió considerable alteración en los movimientos del corazón, cuando entró a su correo electrónico y descubrió que en la lista de mensajes aparecía uno enviado por Yiraisis. “Vaya, me ha escrito”, expresó con sobresalto interior. Poco faltó para emular la emoción de Arquímedes cuando exclamaba: “¡Eureka!” El estímulo tuvo mayor justificación por el enunciado del asunto: En mi soledad te busco”, qué mejor de ahí. “La esperanza no ha muerto –reflexionó- ella está lejos, pero sigue pensando en mí, y qué frase más hermosa y rica de contenido la que le ha motivado el deseo de verme” (11).

2. Imbricación de datos de la realidad natural y la realidad social. Es decir, cuando cuenta un hecho, busca la relación del hecho con la naturaleza, que lo inserta en un ámbito natural, como se puede apreciar en esta muestra: “Acepta la idea, atribuida a García Márquez y repetida por Amado, de que venimos al mundo con los polvos contados, y polvo que se pierde, no se recupera. Repite la frase con naturalidad, lo que hubiera sido imposible en el pasado. También ha aprendido a clasificar los polvos: sencillo, todo incluido y polvo gritado. Como si pretendiera desquitarse todo el tiempo –dos décadas- en que le fue prohibido chillar durante el coito, grita como becerra herida y expresa ardientemente deseos, ruegos, agradecimientos y hasta maldiciones. Por ejemplo: “Maldito, ¿por qué tú no apareciste antes para que me hicieras venir de esta manera?”. La pausa fue suficiente. Solo hablaron hacia dentro. En el instante, se esparcieron en el ambiente las notas que sacaba del teclado un pianista, y se miraron con ternura. -¿No dirás nada? –expresó ella. –Te he oído, ahora me deleita esa música que complementa tu presencia. -¿Sabes una cosa? –dijo de nuevo la mujer. –No la sé, pero tú me la dirás, siempre me dices algo bueno” (12). 

3. Narración desde el punto de vista del narrador y la perspectiva de la sociedad. Es una narración en la que el narrador, cuando narra un hecho, puede contarlo desde el punto de vista de él o de un personaje y desde el punto de vista de algo que no son los narradores sino la ideología, la cultura, la idiosincrasia, es decir, la perspectiva desde la cual se narra, una diferencia sutil que a veces no es fácil diferenciarla pero son dos aspectos diferentes. El empleo del narrador omnisciente, que da cuenta de lo que se ve y lo que no se ve, que el novelista maneja con la destreza de un experimentado narrador: “La arena frente al cuartel fue el primer elemento que llamó la atención cuando llegaron a Guaco. El hoyo que sirvió para el primer entierro de Dino Bidal no quedó cubierto del todo y fue la primera comprobación por parte del Magistrado Lavandier de las informaciones de que disponía. Pensó en el perrito de que le habló Leticia Bidal, la hija de la víctima, y de la sospecha tonta que le manifestó la mujer cuando lo visitó para informarle la desaparición de su padre. “El perrito tenía razón”, pensó el Magistrado Lavandier. Tras el breve examen de la arena removida, en el lugar que señalara el perrito, de inmediato se dirigieron a la zona de manglares, penetrando por el caño, conducidos por Arismendy Mercedes, donde los familiares de DinoBidal verificaron la verdad de sus conjeturas y de lo informado hasta el momento por los testigos. Cavar en el lugar señalado por Arismendy, en medio de llantos y sobrecogimientos, condujo a la verdad más temida, que yacía bajo el cieno. No fue suficiente la astucia del cabo Martínez, todo quedó al descubierto, a pesar del fango y de lo oscuro. Esconder la verdad viene a ser, la mayor de las veces, tan difícil como retener el agua en un recipiente perforado, pero el cabo Martínez no estaba dispuesto a entender estas cosas. El cuerpo fue desenterrado y entregado por las autoridades a los deudos. Previamente el legista certificó las causas de la muerte precisando que Dino Bidal recibió golpe contuso en el cráneo y heridas punzantes en el tórax. El Magistrado Lavandier apreció la distancia del cuartel al manglar y recordó el magullón de Lorenzo Paredes, obtenido cuando cargaba el bote usado para penetrar hasta el recóndito espacio donde los guardias sepultaron por segunda vez a Dino Bidal” (13). 

4. Uso del recurso de la intertextualidad, con el que endosa a un hecho local algún pasaje memorable de una obra literaria, como la experiencia de Jonás con la ballena, según el texto bíblico. En la intertextualidad se va sobreponiendo o insertando historias diferentes a un texto narrativo mediante un hilo de conductor de diferentes situaciones con el manejo del tiempo y los personajes. Y a veces se dan superposiciones que robustecen la intertextualidad: “Por la playa de Juan Dolio andaba yo con mis cofrades una vez que apareció una ballena en la orilla, se varó entre rocas y entorpecida por la dificultad del retorno, murió. Quizás fuera una ballena diferente, un espíritu de contradicción, que en vez de entregar su cuerpo al océano, prefirió entregarlo a la tierra, si hubiese sido un ser humano, poeta tendría que ser. Lo cierto es que esta ballena le habían extirpado las vísceras, de modo que quedó bastante hueca y quién si no yo habría contado la historia de Jonás y siempre tuve envidia de esa hazaña. Convine con los demás muchachos que cerraran el vientre del animal cuando yo entrara. ¡Plaf! Sonaron las dos piezas de barriga cuando se juntaron y mis amigos intentaron mover el enorme cetáceo para echarlo al agua. Por ahí estaban Pedro Mir y Paquito Domínguez Charro, que eran jóvenes juiciosos, con cierto grado de madurez y detuvieron la operación. Dentro, ya me faltaba el aire y el olor no era el más grato. Durante muchos días algunos no me llamaron Chino, sino Jonás. Pedro Mir, como bien decía Paquito, era “un pagano incorregible”, se burló de forma más fina e inteligente, porque era un muchacho de inteligencia graciosa y un fino cultivador de la ironía. Y decía cosas como esta: “Oráculo de Yahvé, he aquí que envío a mi siervo Chino para continuar la obra de Jonás, y atravesará el océano en el vientre de una ballena muerta para llevar mi mensaje a los incrédulos, levántate Chino, permanecerás tres días y tres noches en el vientre del cetáceo, pero yo estaré contigo” (14).

5. Empleo del metalenguaje como recurso narrativo. Se hace metalenguaje cuando se alude al lenguaje mediante la explicación de una palabra o un asunto idiomático. El narrador comenta en qué consiste el recurso que está empleando o algunos términos que usa, manejados como recurso narrativo: “Por la playa de Juan Dolio andaba yo con mis cofrades una vez que apareció una ballena en la orilla, se varó entre rocas y entorpecida por la dificultad del retorno, murió. Quizás fuera una ballena diferente, un espíritu de contradicción, que en vez de entregar su cuerpo al océano, prefirió entregarlo a la tierra, si hubiese sido un ser humano, poeta tendría que ser. Lo cierto es que esta ballena le habían extirpado las vísceras, de modo que quedó bastante hueca y quién si no yo habría contado la historia de Jonás y siempre tuve envidia de esa hazaña. Convine con los demás muchachos que cerraran el vientre del animal cuando yo entrara. ¡Plaf! Sonaron las dos piezas de barriga cuando se juntaron y mis amigos intentaron mover el enorme cetáceo para echarlo al agua. Por ahí estaban Pedro Mir y Paquito Domínguez Charro, que eran jóvenes juiciosos, con cierto grado de madurez y detuvieron la operación. Dentro, ya me faltaba el aire y el olor no era el más grato. Durante muchos días algunos no me llamaron Chino, sino Jonás. Pedro Mir, como bien decía Paquito, era “un pagano incorregible”, se burló de forma más fina e inteligente, porque era un muchacho de inteligencia graciosa y un fino cultivador de la ironía. Y decía cosas como esta: “Oráculo de Yahvé, he aquí que envío a mi siervo Chino para continuar la obra de Jonás, y atravesará el océano en el vientre de una ballena muerta para llevar mi mensaje a los incrédulos, levántate Chino, permanecerás tres días y tres noches en el vientre del cetáceo, pero yo estaré contigo” (15).

En algunas de sus novelas, como en Pedro el cruel, el narrador presenta varias voces y eso le da vitalidad y verismo, por los matices sugerentes y las versiones y expresiones diferentes de cada locutor, en cada parlamento, que aporta una manera peculiar de compartir la realidad de los hechos. El narrador omnisciente lo sabe todo y puede penetrar en el interior de los personajes, como lo hace con naturalidad Peralta Romero.

Como escritor, Peralta Romero suscribe estéticas de tres movimientos literarios : usa el lenguaje popular, y ese hecho hace que él, como narrador, se vincule al Criollismo, por los datos del habla criolla; plantea la vinculación entre la realidad y la fantasía de los protagonistas, lo que lo vincula al Realismo mágico; y por la interiorización en la conciencia de sus personajes, se convierte en un escritor del Interiorismo.

Estamos, sin duda, ante un singular narrador, creador de una ejemplar obra de ficción y, desde luego, titular de un rico arsenal narrativo hermosamente fraguado.

 

Bruno Rosario Candelier
Encuentro del Movimiento Interiorista

Santo Cerro, Ateneo Insular, 24 de julio de 2016.

Notas:
1. Rafael Peralta Romero formó parte del Grupo de Literatura Infantil “Pedro Henríquez Ureña”, que coordinara Oscar Holguín-Veras bajo la inspiración del ideario interiorista del Ateneo Insular en la capital dominicana. Oriundo de Miches, estudió en el seminario diocesano de Licey al Medio y en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde se graduó de periodismo. Ha publicado: Ella y tú, Santo Domingo, Ed. Gente, 2015. Diablo azul, Santo Domingo, Ed. Gente, 1992. Círculo de espera, S, Domingo, Ed. Nacional, 2012. Residuos de sombra, S. Domingo, Cocolo Ed., 1997. Los tres entierros de Dino Bidal, S. D, Manatí, 2000. Cuentos de visiones y delirios, S. Domingo, Gente, 2001. Memorias de Enárboles Cuentes, S. D., Manatí, 2004. El conejo en el espejo, Santo Domingo, Ferilibro, 2006. Cuentos de niños y animales, S. Domingo, Norma, 2007. Punto por punto, Santo Domingo, Ed. Colonial, 2008. De cómo Uto Pía encontró a Tarzán, S. D., SM, 2009. A la orilla de la mar, Santo Domingo, Gente, 2011.Pedro el Cruel, Santo Domingo, Ed. Nacional, 2013. La paloma dálmata, S. Domingo, Ed. CP, 2015.
2. Rafael Peralta Romero, Memorias de Enárboles Cuentes, pp. 101-102.
3. Rafael Peralta Romero, Ibídem, p. 62.
4. Rafael Peralta Romero, Los tres entierros de Dino Bidal, Santo Domingo, Editorial Gente, 2009, pp. 100-101
5. Rafael Peralta Romero, Ibídem, pp. 36.
6. Rafael Peralta Romero, Ella y tú, Santo Domingo, Ed. Gente, 2015, p. 153.
7. Rafael Peralta Romero, Ella y tú, pp. 78.
8. Rafael PeraltaRomero, Los tres entierros, p. 84.
9. Rafael Peralta Romero, Memoria de Enárboles Cuentes, S. D., Manatí, 2004. p. 50.
10. Rafael Peralta Romero, Los tres entierros, p. 37.
11. Rafael Peralta Romero, Ella y tú, p. 79.
12. Rafael Peralta Romero, Ella y tú, p. 50.
13. Rafael Peralta Romero, Los tres entierros, p. 85.
14. Rafael Peralta Romero, Memoria de Enárboles Cuentes, p. 50.
15. Rafael Peralta Romero, Ibídem, p. 69.