La voz de Irene Pérez Guerra

Irene Pérez Guerra, lingüista y educadora, goza del reconocimiento que le otorga la posesión de un doctorado en lingüística por la Universidad de Valladolid y la realización de estudios del español dominicano, por lo que mereció un sillón en la Academia Dominicana de la Lengua. De su trato íntimo con el lenguaje descubrió que, desde el hondón de las palabras, así como del sustrato de fenómenos y cosas, refulge la dimensión estética que la energía interior de la conciencia, refrendada por el Logos, encauza y perfila mediante la sustancia de una creación con aliento emocional. De igual manera, la lingüista dominicana atisba, desde el fuero de su intimidad, la faceta de lo viviente que su palabra recrea a través de un decir que fluye como cauce y señal de sus pasiones y vivencias. Y como mujer sensible y consciente, hace uso de la palabra para conformar el caudal de las sensaciones que impactan su sensibilidad y su conciencia. En estos versos dolientes y sencillos de la escritora y académica, que parece escribir bajo el fresco talante de una niña, canaliza su visión de la vida con sorpresa y emoción, dando cuenta del acontecer de lo existente en la expresión lírica, estética y simbólica.

Bruno Rosario Candelier

Poemas de Irene Pérez Guerra

Revelaciones

 

No tengo tiempo

para mirar las pupilas del mundo,

secas están hoy,

con el murmullo muerto

de las palomas que asoman su pesar,

ante el umbral desierto

de esta tierra sin fin.

No despejo los sentidos

para acariciar su destino;

una mañana me hablarán de él,

con despertares sedientos,

con mentiras llenas de azafrán,

con turbulentas maniobras,

de aquellos que azotan eternamente su vivir.

Cuando el viento entra

por el candelero de sus creaciones,

se hunden juntas las tristezas

y se agita con fuerza su esplendor,

se bañan enteras las amapolas

con un baile sin temor.

 

  

Laberinto

 

Cuando el sol termine de lanzar piedras al río,

se me llenarán las pupilas de ti.

Cuando en el amanecer

aparezcan ventanas abiertas,

llenas y apetitosas,

se me colmará el corazón de ti.

Cuando el vendaval abrigue a las moradas desiertas

y deshechas por el pesar de este mundo,

los rincones de mi balcón parecerán henchidos,

y los apretaré todos con la pasión

de saberte al fin desencadenado…

¡Porvenir! infinito de nuestro bien.

 

Dominicanidad, lengua y cultura: perspectivas de un concepto transnacional

Por Rita Díaz Blanco

En el marco del primer congreso internacional celebrado en Alemania en el año 2014, la embajada de este país, en colaboración con la de la República Dominicana, presentó diferentes aspectos de la dominicanidad en artículos de destacados especialistas de distintas nacionalidades. Las ponencias y resultados de las investigaciones fueron recopiladas en el texto que hoy nos ocupa bajo el título Dominicanidad: perspectivas de un concepto (trans-) nacional, por los editores Christine Felbeck y Andre Klump. Esta obra contiene articulistas dominicanos, europeos y estadounidenses que recogen, tanto en inglés como en español, la visión general de una sociedad fruto de un conglomerado cultural complejo. La obra tiene tres subtítulos: Contexto mundial, con seis artículos donde se analizan las proyecciones internacionales del dominicano emigrante; Contexto insular, que recoge cuatro artículos cuyo eje central es la identidad dominicana en relación a la vida del isleño y su relación construida con otros inmigrantes; y Contexto nacional, una recopilación de seis artículos de análisis lingüísticos y artísticos (cine) que explican los variados comportamientos del español dominicano.

Para entender la idiosincrasia dominicana es de suma importancia conocer las raíces de este pueblo mulato, que en su historia rememora la vida armónica de sus aborígenes, quienes a fuerza de trabajo desigual e injusto vieron destruidas sus esperanzas de vida y alterado completamente el equilibrio hasta entonces existente: “Bartolomé de las Casas escribió que existe un reino llamado Maguá en una llanura de esta isla, con montañas alrededor donde nacen casi 30,000 arroyos y ríos, de los cuales doce son extremadamente grandes y todos los que proceden del oeste, que suman casi 20,000, son ricos en oro”(…) “Ahora existen diez ciudades españolas en La Española. Y hasta ahora residían allí casi diez mil españoles. En el año 1508, surgió una tormenta tal que todas las casas en Santo Domingo fueron destruidas, todo el poblado de Buona Ventura quedó patas arriba y muchas personas de la zona fueron elevadas hacia las alturas” (Kramer J., “La española en la Cosmografía de Sebastian Munster”).  En su artículo, Kramer estudia las características principales del Nuevo Mundo ya planteadas por Sebastian Müster, presentándolo como un espacio geográfico que ofrecía para los europeos un atractivo económico, político y natural inigualable. La Española, para la época de la conquista, tenía una exuberante riqueza natural, una división política y administrativa de cacicazgos muy bien definidas: “El un reino se llamaba Maguá, la última sílaba aguda, que quiere decir reino de la Vega. Esta Vega es de las más insignes y admirables cosas del mundo, porque dura ochenta leguas de la mar del Sir a la mar del Norte” (p. 62).  Esta ubicación estratégica identificada por Müster, explica Kramer, obedece a un interés muy marcado y positivo de los europeos en las nuevas tierras descubiertas.

Por otro lado, y bajo el mismo contexto,  Rafael Álvarez Martín y Enrique Sánchez Costa realizan un estudio de las figuras de Juan Bosch y María Zambrano como escritores exiliados de las respectivas dictaduras de sus países. Tanto Bosch como Zambrano, profundos pensadores de su época, debieron abandonar sus patrias para salvaguardar sus vidas, pues eran abiertos opositores de la tiranía. Ya fuera de sus contornos se conocen en Cuba por un amigo en común y florece, según estos autores, una amistad mantenida luego por correspondencia. En la República Dominicana no se puede hablar de cuentos y relatos sin pasar por el nombre y la figura de Bosch en cuyos trabajos aparece la retratada la realidad socioeconómica de nuestro país. Se ha convertido en uno de los escritores dominicanos más leídos y célebres a nivel internacional, mereciendo el galardón de ser uno de los mejores cuentistas de América. En Zambrano, la labor intelectual y literaria es muy prolífera, enfocándose en el tema de la hermandad y apoyándose en la convulsa realidad española de la época. Asesinados los tiranos, Trujillo y Franco, ambos escritores retornan a sus naciones para dedicarse uno directamente a la política (Bosch llega a ser presidente de la Rep. Dom.) y la otra a reflexionar en artículos filosóficos la sociedad española de postguerra. Es entonces, el exilio la otra casa para que estos autores forjen una conciencia matizada por un ambiente marcado por la violencia, la opresión y la miseria. Álvarez y Sánchez hacen un recuento biográfico de estos pensadores para destacar las afinidades que los llevan a cultivar una amistad por largos años y para entender, en su justa dimensión, los aportes que cada uno hizo a su país. Si bien es sabido que Bosch estuvo exiliado más de veinte años, por defender ideales socialistas que lo llevaron incluso a perder su puesto de presidente, en Zambrano encontramos a una filósofa que, dentro y fuera de España, rechaza rotundamente la dictadura franquista y se avoca a la causa republicana hasta sus últimas consecuencias. Situaciones políticas similares, que desataron en ellos el ímpetu de la escritura crítico-social profunda.

Siguiendo con otros artículos destacados en este contexto mundial, se debe hacer mención de los resultados expuestos por Andre Klump en su trabajo titulado “Entre pesimismo y lealtad-Las actitudes lingüísticas de los dominicanos”. El propósito principal de este investigador era identificar las actitudes lingüísticas que tienen los hablantes dominicanos sobre su propia lengua materna y los principales factores que provocan dicha condición. Al inicio de artículo aparece citado uno de los lingüistas más reconocidos a nivel nacional: Pedro Henríquez Ureña, quien determina las características del español caribeño de acuerdo a la ubicación geográfica antillana: “Según la zonificación general de Hispanoamérica de Pedro Henríquez Ureña, el español dominicano (…) se caracteriza por un consonántico demasiado débil y por un vocalismo bastante constante”. Luego, se explican algunas particularidades del español dominicano, los rasgos destacados en este artículo son fruto del análisis de un extracto de una obra de la escritora dominicana Rita Indiana, como: Aspiración y elisión de la -s – implosiva en la conjugación y en la formación del plural casi independientemente del registro. Neutralización de los fonemas /r/ /l/ en posición implosiva. Lambdacismo (cambio de /r/ por /l/) sobre todo en Santo Domingo. Rotacismo (cambio de /l/ por /r/) en el suroeste. Elisión de /r/ en el Este. Vocalización (sustituir la consonante por i). Uso del pronombre impersonal “ello”.  Además, otras particularidades son el seseo, yeísmo, aspiración de la /x/ que, identificadas por Klump, atribuye a una inseguridad lingüística y una visión negativa de los hablantes. El español que se habla en la República Dominicana es una variedad del castellano que llegó en las naos de los conquistadores, y más aún, de una variedad del español caribeño. Las regiones en las que se divide este territorio mantienen sus características especiales que forman parte de su identidad cultural. También estas variaciones obedecen a aspectos geográficos y a la clase social. Una teoría que defiende Klump es que al ser producto de una prominente y rica influencia extranjera, los dominicanos sentimos cierta tendencia a menospreciar lo autóctono, incluyendo su lengua materna y que esa deficiencia se nota en las faltas ortográficas tanto al hablar como a la escribir. La autopercepción lacera nuestra seguridad idiomática que conserva rasgos similares con el de Puerto Rico (español puertorriqueño) y de Cuba (español cubano), por la cercanía territorial. También, utiliza como argumentos otras investigaciones en distintas circunstancias y momentos que determinaron el fenómeno de la negatividad y la necesidad de elevar el sentimiento de identidad relativa al tema. Es bastante interesante el hecho de que son los mismos dominicanos, tanto dentro como fuera del país, los que consideran su lengua materna en desventajas con otros países, tratando de ajustarla a la norma estándar de España en vez de aceptarla con sus variaciones. Por consiguiente, los demás usuarios del español perciben el dominicano como un idiolecto de menor estatus. Al comparar el comportamiento lingüístico de los dominicanos tanto en Estados Unidos como en España, Klump advierte ciertas similitudes correspondientes a la lealtad que se manifiesta entre los paisanos. Otros investigadores han sido testigos de que los quisqueyanos de la diáspora tienden a apoyarse e identificarse con su idioma, aunque reconocen que el mismo debe aspirar a unificar criterios con el peninsular. En definitiva, este artículo muestra que el dialecto dominicano presenta distintas variaciones, igual que muchos otros, la diferencia radica en que, para ellos, su singular uso del idioma es una manera de destacar su identidad, mientras que para los dominicanos es considerado una falta.

Similar estudio fue realizado por Manuel Peralta Céspedes, titulado “El español dominicano en contacto con el español madrileño: el caso del sujeto en las interrogativas directas”. El mismo pone en evidencia una peculiaridad del español dominicano: el hecho de que se coloque el pronombre o el sujeto de manera innecesaria en las construcciones oracionales, situación que es totalmente opuesta al uso español, donde solo el 20% lo hace. Esta situación también se da en puerto Rico, Caracas y otros países del Caribe, y se cree se produce por influencia del inglés. En el español dominicano es muy común introducir manera recurrente el pronombre con valor de sujeto ante el verbo en situaciones poco reiterativas en otras variedades hispánicas. Al contrario, lo consideran innecesario. De manera que, según este articulista, su uso en los dominicanos se debe a que funciona enfáticamente. La sintaxis española hace prescindible el sujeto siempre y cuando a través del comportamiento verbal pueda ser identificado, esa omisión es casi nula entre los hablantes dominicanos. Además, sugiere que el mismo se presente pospuesto al verbo en oraciones interrogativas. En los resultados a los encuestados se hace notable una singular acomodación de la lengua que obedece a características del dialecto caribeño.

Nery Antonio Taveras presenta el estudio “Análisis de los procesos de integración en adolescentes de origen dominicano. El caso de Barcelona, España”. Este artículo tiene una connotación de migración más que lingüística para entender, por qué sobre todo las mujeres, salen a España a iniciar un proceso de integración y adaptación de los dominicanos en el nuevo país. La migración dominicana hacia Europa no es muy antigua y obedece a aspectos económicos más que de otra índole y es más numerosa en los últimos años, haciendo que la colonia dominicana posea un notable peso en este lugar, debido a los vínculos económicos, socioculturales y familiares que unen ambos países desde la época de la conquista. En principio quienes podían viajar eran los de clases acomodadas, aquellos hombres de negocios, estudiantes o exiliados políticos. Más adelante, el número se elevaría pues incluiría a mujeres motivadas por el estrechamiento económico, que se produjo de manera muy lenta, pues, una vez establecidas en el nuevo territorio, procedían a trabajar en labores mayormente domésticas para llevar consigo toda su prole. Como resultado, el vínculo entre las sociedades progresivamente fue desarrollándose y fortaleciéndose dándole una identidad más sólida a los recién llegados con relación a su suelo natal. Los hijos de los emigrantes, reciben tanto de los padres como de la comunidad, un apoyo extraordinario a sus raíces, derivando en una auto-identificación más sólida que los mismos que viven dentro del territorio nacional.

Para cerrar el contexto mundial, Svenjan Flechner presenta un artículo completo analizando las características económicas y políticas de la República Dominica titulado “Desigualdad y desenvolvimiento económico en la Rep. Dom. – un análisis desde la perspectiva de la economía política”. En el mismo se hace referencia a la economía de mediana empresa, a la que según esta investigación el país pertenece, pues entre otras características la mano de obra que predomina no es industrializada, sino que se basa en trabajos manuales. La economía se sustenta en el sector de servicios en más de un 50%: arrendamiento de inmuebles, hoteles, bares, actividades comerciales… el otro porcentaje está distribuido en actividades intelectuales e investigativas y labores básicas. Con relación a la educación, se especifica que no podemos competir con otras naciones como Panamá o Costa Rica pero que estamos en niveles más altos que los de Nicaragua o Guatemala y con las instituciones regulatorias del sistema administrativo se hace mención de la poca habilidad que como nación se posee en su manejo: “El clientelismo dominicano se centra en el intercambio de apoyo político por un lado y en la contratación de personas para empleos en el aparato administrativo como agradecimiento al apoyo” (pág.180).  El estudio muestra, a través de datos estadísticos específicos, que el país ha alcanzado dimensiones desproporcionadas con relación al manejo inadecuado de los fondos públicos, producto de una voluntad política permisiva y de poca voluntad para sancionar funcionarios. No obstante, se prevé que con la aplicación de políticas relevantes y regularización de patrones de distribución que permitan el crecimiento de la nación. Este recuento histórico que hace el articulista por los gobiernos dominicanos y el comportamiento de los grupos empresariales, explica que el país ha quedado relegado por conflictos internos sin resolver, por ende, entender la República Dominicana es analizar los distintos momentos sociopolíticos que ha vivido.

Al inicio del segundo contexto, el Contexto Insular, el filólogo dominicano Bruno Rosario Candelier hace un análisis bajo el título “El concepto de dominicanidad en las letras de La Española del siglo XVIII”. En este artículo el intelectual mocano asegura que las primeras manifestaciones de las letras de La Española guardaron características similares con la nación conquistadora: romances populares orales, canciones, bailes… pues la población analfabeta y el proceso de evangelización así lo determinaron. De hecho, son los clérigos quienes se encargan de producir las primeras manifestaciones escritas en el territorio conquistado: “Habiendo sido descubierta, conquistada y poblada por los españoles al mando de Cristóbal Colón que asentaron en la isla bautizada con el nombre de La Española era lógico que la lengua y la cultura intelectual que se anidan en esta isla caribeña desde 1492 eran la lengua de Castilla y la cultura de España, que con el paso del tiempo y el arraigo de los nuevos pobladores daría lugar a la cultura viva del pueblo, como se aprecia en los cantares populares, la faena agrícola, las festividades religiosas y en las veladas nocturnas” (p. 207). Además, asegura que la tradición dieciochesca conservaba sus raíces hispánicas a pesar de otros influjos y los manifestaba a través del teatro, la poesía y otras manifestaciones artísticas. En ese sentido menciona como figuras importantes de la época a Luis José Peguero y el padre Antonio Sánchez Valverde. Una importante afirmación que hace Rosario Candelier es el hecho de que haya para esa época una cierta relación con las letras y un sentido patriótico ya determinado, pues esto implica que la cultura y la dominicanidad ya se estaban gestando, fruto de la intelectualidad y la reflexión ideológica: “El pesimismo y la nostalgia eran actitudes generalizadas entre los habitantes de la Española del siglo XVIII. Pesimismo por la agobiante situación de miseria y abandono que experimentaron los nativos de la Isla. Esa dolorosa situación no dejaría de ser un caldo de cultivo del sentimiento de nacionalidad que tímidamente empezaba a gestarse” (p. 210). Esto lleva a plantear que las experiencias vividas por el pueblo a lo largo del siglo XVIII influyeron en su carácter y su visión de la cultura.

Otros análisis que aparecen en este contexto es el de Katrin Pfadenhauer titulado: “La diáspora haitiana y el contacto lingüístico en la R.D” y el de Hanna Merk: “Lengua e identidad en los bateyes de la República Dominicana”. El primer artículo hace referencia a un porciento de inmigrantes haitianos y a sus descendientes, que frutos de malas políticas gubernamentales se veían desprovistas de seguridad social, política y económica. El segundo, analiza las características de una realidad marcada por la pobreza, y carente de identidad compartida, sino más bien, una que no pertenece a ninguno de los dos países. Ambos trabajos exponen sus ideas sobre la sociedad dominicana y su relación político-social con los inmigrantes haitianos, como forma de explicar las variaciones lingüísticas de contacto, tanto en la frontera como en los bateyes establecidos, principalmente dentro de las plantaciones de caña de azúcar. De allí salen las fuentes primarias de investigación, es decir, se entrevista a haitianos, dominico-haitianos y algunos dominicanos: “Las conversaciones se llevaron a cabo en español, francés, y con ayuda de un hablante nativo, en kryeol y fueron posteriormente transcritas y analizadas según los criterios asentados en la lingüística de contacto” (Pfadenhauer, 243). “Durante las conversaciones, los entrevistados tenían la posibilidad de responder a unas preguntas generales y de hablar libremente, apoyándose metodológicamente en la entrevista narrativa” (Merk, 266).

Los análisis lingüísticos que presenta el estudio de Hanna Merk se caracterizan por la presencia de fenómenos similares a los que poseen los hablantes dominicanos: omisión y aspiración de la /s/, realización de la /x/ como /h/, velarización de la /n/, apócopes, falta de concordancia entre sujeto y verbo… Por otro lado, esto es notable debido al contacto lingüístico informal que existe entre los patrones de los centrales azucareros y las familias dominico-haitianas que allí se han establecido. Por su parte, Katrin Pfadenhauer recoge otras particularidades idiomáticas debido al contacto: préstamos lingüísticos, es decir, mezclan con el Kreyol algunos dominicanismos: “No se tratan de préstamos espontáneos, sino de hispanismos establecidos en las variedades del Kreyol de los inmigrantes que han sufrido cierta criollización” (p. 246). También, especifica esta articulista, que utilizan marcadores del discurso equivalente del kreyol para estructurar sus ideas con sus equivalentes en español.

En otro contexto, el Contexto nacional, aparecen seis artículos interesantes que destacan los avances en materia lingüística de la República Dominicana. El primero de ellos es el de María José Rincón titulado: “El nacimiento de un nuevo diccionario: el diccionario del español dominicano”. Esta insigne lexicógrafa afirma que si una lengua justifica y necesita los diccionarios dialectales esa lengua es la española, pues su extensión humana y geográfica y sus características internas hacen de ella un campo de trabajo e investigación inagotable.

En su explicación hace un recorrido histórico desde la aparición del Tesoro de la lengua castellana de Elio Antonio de Nebrija hasta vocablos amerindios recogidos en diccionarios distintos. Asegura que los diccionarios del español americano nacen con los glosarios de voces amerindias en el siglo XVI, cuya responsabilidad atribuye a los cronistas de indias, pues eran los principales responsables del registro detallado en sus obras de las voces extrañas y de las palabras patrimoniales que empezaban a desarrollar un sentido particular en América. Cuando hace alusión a la composición del diccionario, Rincón especifica que el mismo registra y describe el léxico propio de la variedad de la lengua española utilizada por los dominicanos: “Estamos ante un diccionario restringido dialectal que enfoca el léxico dominicano con independencia de su apego a las normas lingüísticas, académicas o no” (p.283). Sin lugar a dudas, esta obra es un aporte lingüístico significativo en pro del estudio, conocimiento y reconocimiento del registro lexical del español usado en República Dominicana.

Más delante, Irene Pérez Guerra explica en “La fraseología del español dominicano: aspectos semántico-semióticos”, que el usuario de la lengua tiende a utilizar imágenes, comparaciones, metáforas… para exponer sus ideas, lo hace de una manera tan original y particular que construye con ello el denominado saber popular, eternizando así la fraseología en los registros particulares del pueblo: “Todo este entramado expresivo idiomático que el hablante dispone ha dado origen a lo que recientemente se ha denominado fraseologismo, o grupos determinados de combinaciones idiomáticas fijas, cuyo origen se puede perder en el tiempo y para las cuales cada pueblo busca a menudo una justificación y un significado propio” (p. 291). Este artículo es una exposición completa y acabada de los aspectos semántico-semióticos que componen las frases, refranes, paremias y expresiones idiomáticas a nivel general con la intención de complementar los estudios que al respecto se han hecho en suelo dominicano y permitan entender, más que nada, el dispositivo de realización en la creatividad lingüística nacional.

Por otro lado, y en un análisis más próximo a lo literario, se presenta el artículo “Los conflictos de roles y la autorrealización en el cuento “Amo tres hombres de Ángela Hernández Núñez”, de Carina Dibos. En el mismo, esta estudiante de la universidad de Trier, Alemania, se siente atraída por la cuentística de Ángela Hernández y, fruto de esa atracción, hace este análisis. Pues recoge este apartado los estudios sociológicos de los personajes desde la perspectiva del género, a sabiendas de las divergencias de roles que la mujer del siglo XXI ha enfrentado. Asegura Dubos que Juan, uno de los tres hombres, representa la jerarquía machista donde el hombre ocupa la fuerza, el poder y el control y la mujer debe estar apegada a sus ideas, siendo sumisa, obediente y renunciando a sus ideales: “Aunque Juan parece adoptar una actitud protectora a primera vista, en verdad teme que la protagonista amplíe sus conocimientos. Aquí se revela otra vez la posición de Juan por lo que respecta a la protagonista: él es el sustentador de la familia y nada debe cambiar en esta jerarquía” (pág.318). El siguiente personaje, Rodolfo es descrito como “fuerte y obsceno”, representa otra condición de machismo: el de tener varias mujeres a la vez. El último es Mar, una figura hasta cierto punto más tolerante que la hace sentir plena. Con este estudio, Dubos trata de recoger los perfiles masculinos de la sociedad latinoamericana específicamente en la nuestra a través del estudio de la ideología plasmada por Hernández en su cuento. Un estudio exhaustivo sobre los papeles de género y las perspectivas que emanan de la literatura, testigo de las realidades sociales.

En otro análisis de manifestación artística, Cristine Felbeck, estudia dos películas dominicanas que rescatan la “memoria colectiva”: “La dominicanidad reflejada a través del cine dominicano actual”, un interesante estudio que muestra la realidad sociocultural de los dominicanos, representados a través de filmes jocosos y vibrantes. Se trata de Nueva Yol y Sanky Panky. Aunque la República Dominicana no es un país de alto coste en cuanto cine, no tiene los escenarios ni los medios más ricos para eso, produce desde hace ya varias décadas películas que reflejan las convicciones, situaciones sociales y la actitud de los quisqueyanos frente a la vida. Lo que se plantea en este estudio de Felbeck, es que, a través del análisis de estas películas, se puede conocer con exactitud las particularidades de la sociedad dominicana.

Finalmente, es menester decir que la dominicanidad tiene diversas facetas y en cada una de ellas se reconoce la valía de un pueblo que a través de los años ha sabido forjar su cultura con arrojo y gallardía. Los artículos que se recogen en este boletín abarcan esas facetas de identidad cultural que han evolucionado en el tiempo, en un largo recorrido de pasos que forjan patrimonio cultural, no solo en relación con sus ciudadanos sino con territorios adyacentes y con la proyección internacional adecuada. Celebramos la iniciativa de las embajadas, dominicana y alemana, por la celebración relacionada con el desarrollo intelectual y espiritual de cultura dominicana, por su aprecio internacional que incluye, no solo perspectivas aisladas, sino que conglomera todas las actividades, características y los intereses de un pueblo en pro de una cultura cohesionada con gran autoestima y creatividad que fortalezca la memoria y la conciencia ciudadana a través de la historia, la lengua y la cultura.

 

Expresiones de la lengua

Por Federico Henríquez Gratereaux

 LOS SAPOS EXPRESIVOS (1)

30 marzo, 2017

Gómez de la Serna “compuso” el extraño verbo “ventriloquear”. Con frecuencia inventaba palabras, algunas hermosas y literariamente útiles. También creó vocablos cuyo significado no sabía el propio Gómez de la Serna. Por ejemplo, al hacer el elogio de Guillermo Apollinaire dice: “un metabolismo de tierra filtrante y floreciente siempre hubo en Apollinaire, fantástico y escolbutador. (Esta palabra no sé qué significa ni si existe, pero la he necesitado aquí). No sabemos si quiso decir, inconscientemente, que Apollinaire fue un escrutador con escorbuto. Hago esta interpretación arbitraria porque entonces no se había generalizado la palabra carburador, pues todavía el automóvil no había alcanzado uso masivo.

No podía, por tanto, atribuirle una “combustión artística” parecida a la del motor de explosión. Gómez de la Serna estrenó la voz “pungencia”, pero la Real Academia Española le hizo ascos y por eso no aparece registrada en su diccionario. Lo mismo ocurrió con “maravillosidad”, “espiralismo”, “estrellificación”, “milagrizar”, “exquisitar”. Él dijo una vez de un hombre muy flaco que estaba “pomulado”, pues tenía los pómulos salientes. Inventar palabras casi nunca es “rentable”. Si las palabras “prenden”, corren y circulan, se vuelven propiedad común y no dan ni siquiera un mínimo de renombre a quien las inventa. Y si nadie las usa, el autor del nuevo vocablo queda marcado como raro y excéntrico.

O sea, a un paso de ser loco. Ventriloquear tiene varias acepciones desconocidas. La que todo el mundo conoce es la que se aplica al ventrílocuo de feria que “pone a conversar” a un muñeco. Un ventrílocuo, como su nombre indica, es alguien que habla con el vientre; cuando un periodista pobre defiende causas indefendibles, para cobrar un cheque, se dice que ventriloquea -que habla por dinero y por cuenta de otra persona- , o lo que es igual, que habla con el estómago.

Cuando una mujer se acuesta con muchos hombres, también ventriloquea, ya que hace locuras con el vientre, incurre en faltas movidas por el apetito venéreo. Existen escritos utilitarios, como es el caso de las cartas comerciales, los documentos notariales, las informaciones periodísticas, los partes policiales. Pero también hay escritos “inútiles”, que no rinden servicios prácticos. Surgen a causa de necesidades psíquicas de quienes los redactan. (2012).

LOS SAPOS EXPRESIVOS (2)

31 marzo, 2017

Muchísimos poemas son excrecencias superfluas de la sentimentalidad de los artistas. El poema, en verdad, es un lujo del organismo del poeta. Además de trabajar, comer, defecar, el poeta produce poemas que nadie exige o solicita. La gratuidad del poema es garantía de su autenticidad, que no de su posible belleza o “adecuación estética”. Los poemas tienen un emisor y un receptor; el poeta los crea, el lector los disfruta. Cuando eso ocurre es correcto hablar de “adecuación” entre el uno y el otro. Como es obvio, no sucede siempre así.

Un escritor “palabrero” puede llegar a ser un verbalista vacío, cuyos textos carezcan de contenido real y pulpa vital. Las filigranas retóricas no consiguen esa adecuación entre el lector y el escritor, que es esencial en la “transmisión” literaria, en la comunicación escrita. Gómez de la Serna, tan amigo fue de las palabras, que incluso dibujó un “abanico de palabras” para obsequiar a Sonnia Delaunay. Pero es justo añadir que Gómez de la Serna “palabrizaba” a partir de realidades concretas, que podían ser sociales o psíquicas, personales o colectivas, pero firmemente ancladas en el mundo y en el arte existente, nuevo o viejo.

El hombre necesita inventar palabras para nombrar realidades nuevas. La metáfora es un recurso para atrapar esas realidades nuevas, entrevistas confusamente. Las metáforas viejas son el origen de las palabras conocidas, establecidas ya en el diccionario, con “licencia” para ser escritas y pronunciadas en todas partes.

Las metáforas nuevas son palabras nacientes, todavía sin exequátur para ejercer como vocablos en documentos utilitarios. Solamente los textos gratuitos toleran metáforas recién inauguradas, esto es, renacuajos léxicos que más tarde se convertirán en grandes sapos expresivos.

El desarrollo y crecimiento de una lengua ensancha las posibilidades intelectuales y sentimentales del conjunto de sus hablantes. Cada nueva palabra abre una callecita mental y “autoriza” la urbanización de una parcela de los “mundos posibles”. Por último, ventriloquear es un verbo que podría muy bien usarse para designar aquellos esfuerzos verbales o literarios que no son más que gases de la barriga, locuciones del vientre. Todo lo contrario del arte magnífico de “palabrizar” las intuiciones para ofrecer -con precisión- nuevas tajadas del gran pastel de la realidad. (2012).

EXPRESIONES POPULARES 

29 marzo, 2017

En una lengua muerta no es posible añadir un sólo vocablo al conjunto de palabras que ya usaron sus escritores clásicos. Podemos clasificar los usos que daban a cada palabra, la gama de significados que arrastraban; también los giros lingüísticos utilizados por los hablantes mientras esa lengua pervivió. La muerte de una lengua es como una “disecación verbal”. Por supuesto, una lengua que muere, puede parir otra que le suceda; las lenguas romances son todas “hijas naturales” del latín moribundo. El griego de la época de Platón es parecido a un árbol petrificado. Ideológica y sentimentalmente fallecidos, el griego y el latín fueron caldos de cultivo en los que florecieron numerosas “bacterias idiomáticas”.

El hebreo es un caso único; después de haber muerto, resucitó. Los judíos perdieron su Estado, su territorio y su lengua. Durante siglos, los antiguos habitantes de Judea y Galilea, fueron anfitriones de otras naciones que hablaban lenguas distintas de la suya. La historia del renacimiento del hebreo actual es una prodigiosa epopeya que volvió a unir a los judíos dispersos por el mundo entero. La gente, al vivir, trabajar, sufrir o amar, expresa con nuevas palabras los problemas que confronta. El hebreo contemporáneo constituye un repertorio de vocablos mucho mayor que el contenido en el Antiguo Testamento. Al árbol viejo se agregó el follaje nuevo.

Lo que ocurre con palabras sueltas, sucede con las oraciones características de cada lengua. También mueren las llamadas “expresiones idiomáticas”. En las lenguas vivas, las nuevas palabras, expresiones decidoras y graciosas -vulgares o poéticas-surgen como de un manantial inagotable. Oír hablar a la gente común es una experiencia enriquecedora para periodistas, escritores, poetas, antropólogos. En la calle, en el tren, en el supermercado, oímos frases hermosas, ingeniosas o penetrantes, que fluyen espontáneamente en cualquier lengua viva.

En el corredor de un centro comercial lleno de tiendas, vi una joven que llevaba un pantalón cortísimo, ajustado al cuerpo como si fuera confeccionado con tela elástica. Dos jovencitos vestidos con “bluejeans” y “t-shirts”, iban detrás de la muchacha mirando con fruición dos hermosas piernas y su “rítmico andar”. Uno preguntó al compañero: ¿Qué me dices de ese pantaloncito? –Realmente, ella salió hoy con un “panty de calle”. (2014).

El rol del sentido en el lenguaje

Por Bruno Rosario Candelier

Para mí es de gran satisfacción venir a este recinto de formación de maestros en esta comunidad de Licey al Medio, Santiago, pues aquí me inicié como profesor de lengua española en los años de 1965 a 1969, cuando este plantel escolar se llamaba Escuela Normal “Teodoro Henneken”, y en estas mismas aulas formé en 1967 un grupo literario con el nombre de “Littera”, que fue el primer taller literario creado en la República Dominicana. En ese taller literario se formó el poeta, novelista y académico de la lengua José Enrique García.

Pues bien, el lugar donde estamos me ofrece la opción de establecer una analogía entre la realidad cotidiana y la realidad formal de la lengua, y cómo las diversas actividades laborales, profesionales, productivas y de servicio nos separan o abstraen de las otras realidades, hecho que sirve para explicar que la lengua entraña otro tipo de abstracción. Constituye una abstracción de la realidad porque es una estructura formada por signos y reglas idiomáticas que se han creado para canalizar una representación de las demás realidades del acontecer natural, social, antropológico y cultural mediante el formato de la lengua cuya realidad es peculiar y diferente entre los diversos estratos de la realidad real, la realidad imaginaria y la realidad trascendente.

Es importante entender el rol de la lengua en la cultura. Con la lengua creamos una realidad verbal, una realidad estética y una realidad metafísica que nos sirve para captar, testimoniar y valorar otras dimensiones de la realidad, a las que tenemos acceso, en términos cognitivos y espirituales, gracias a la lengua. La lengua es una creación del hombre, concebida para testimoniar nuestra percepción del mundo, expresar lo que sentimos, pensamos y queremos y, sobre todo, revelar nuestras intuiciones y vivencias del mundo visible y el mundo invisible. La lengua la utilizan con provecho quienes la conocen: intelectuales, académicos, profesores, científicos, literatos, filósofos, sacerdotes, comunicadores y exégetas, es decir, los que hacen uso apropiado de la palabra para canalizar sus inquietudes, anhelos y creaciones. Por eso tenemos que estudiar la lengua ya que la aprendemos de una manera superficial, espontánea e inconsciente según vamos creciendo en el lugar donde nos criamos y nos desarrollamos puesto que asimilamos el lenguaje que hablan nuestros mayores, especialmente padres, tutores, relacionados y amigos, evidencia de que para aprender una lengua no es necesario estudiarla, pero para dominarla hay que estudiarla bien, única vía para tener el conocimiento apropiado.

La lengua se ha estudiado desde que los pueblos empezaron a desarrollarse cultural, intelectual y académicamente, pues sus pensadores, cultores y orientadores advirtieron que había que estudiar ese instrumento de comunicación para lograr un dominio adecuado, porque el sistema de expresión es altamente complejo. En su estructura podemos encontrar la dimensión fonética, lexicográfica, gramatical y ortográfica, aspectos que se aprenden a medida que los aplicamos en sus diversos roles. El léxico se aprende cuando leemos o escuchamos a los demás. Imitamos la pronunciación de los hablantes con quienes nos socializamos en una cultura. Igualmente, para aumentar el caudal de nuestro vocabulario con un conocimiento preciso del significado de las palabras y un uso con propiedad, elegancia y corrección hay que estudiar el sistema de signos y de reglas. Los hablantes de español tenemos la ventaja de que contamos con la Real Academia Española que, desde su fundación en 1713 en Madrid, se ha dedicado al estudio de la lengua y al cultivo de las letras, como podemos apreciarlo en los diferentes códigos de la lengua editados por esa prestigiosa institución de nuestro idioma. Y las academias de la lengua del mundo hispánico se crearon para realizar la misma tarea de la RAE a favor del mejor conocimiento de la lengua, fomentar su estudio y crear conciencia idiomática entre nuestros hablantes de manera que cada usuario de nuestra lengua tenga a su alcance la vía adecuada para un mejor conocimiento del instrumento de comunicación.

En la República Dominicana existe la Academia Dominicana de la Lengua, fundada en 1927, con la misma misión de la corporación madrileña, que es promover el conocimiento de nuestra lengua para que nuestros hablantes lo conozcan mejor y estudiar el español dominicano para dar a conocer nuestras peculiaridades idiomáticas, fomentar ese conocimiento entre los usuarios de nuestro idioma y sembrar inquietudes lingüísticas y literarias a favor de la conciencia de lengua. Aprovecho esta expresión para interrogar a los presentes sobre su concepto de conciencia de lengua:“¿Qué es conciencia de lengua? ¿Qué implica tener conciencia de lengua? ¿Quiénes pueden desarrollar la conciencia de lengua? Toda persona con inquietud y curiosidad por la pronunciación de una palabra refleja esa conciencia de lengua; quien se interesa por conocer con propiedad el sentido de una palabra tiene conciencia de lengua; quien se expresa bien y escribe con propiedad y corrección tiene conciencia de la lengua. Todos podemos mejorar el conocimiento de nuestra lengua, potenciar nuestra conciencia idiomática y sembrar esa inquietud en los demás. Es deber del profesor de lengua concitar esa inquietud, motivar esa preocupación por el idioma y valorar y propiciar el buen uso del lenguaje.

Como parte de mi experiencia académica, he trabajado en varios diccionarios, como el Diccionario didáctico avanzado, el Diccionario del español dominicano y el Diccionario fraseológico del español dominicano, y en otros tres diccionarios en los que actualmente la ADL trabaja. También he colaborado en la revisión de los siguientes códigos idiomáticos: Diccionario, Gramática, Ortografía y Fonética de la lengua española, así como en el Diccionario panhispánico de dudas y el Diccionario de americanismos. Esa labor lexicográfica, gramatical y ortográfica la hemos hecho como parte de la tarea compartida entre la Academia Dominicana de la Lengua y la Real Academia Española. Deseo aprovechar esta oportunidad para exhortarlos a cultivar la lectura, estudiar la ortografía y la gramática y utilizar los diccionarios de nuestra lengua. Entrar en contacto con los códigos de nuestra lengua ha sido una labor fructífera, edificante y enriquecedora.

Antes de abrir un espacio para preguntas e inquietudes de ustedes, quiero explicarles el valor que tiene el sentido en la lengua. Toda expresión lingüística tiene una forma y un sentido. La forma es la manera como nos expresamos o escribimos. El sentido es la dimensión conceptual que portan las palabras y las oraciones que creamos al hablar o escribir. Si nos remontamos al pasado, tenemos que caer en la antigua Grecia, cinco siglos antes de Cristo, cuando florecieron los antiguos pensadores presocráticos, entre los cuales Heráclito de Éfeso reflexionó sobre la lengua. Aprovecho la oportunidad para que presten atención a la palabra Logos y lo que significa, pues este vocablo es clave para entender el sentido del lenguaje y la creación verbal, poética o científica. El Logos es la esencia del pensamiento y la encarnación de la energía interior de la conciencia. Es la más valiosa dotación de nuestra inteligencia, pues viene directamente de la Divinidad por lo cual Juan el evangelista, cuando habla de Dios, usa Logos al decir: “En el principio era el Logos y el Logos era Dios…”, concepto que se ha traducido con el sinónimo de Verbo o Palabra. El Logos encarna una energía espiritual y, citando a Heráclito, entraña “una energía sagrada” que cada hablante tiene inherente en su conciencia, por lo cual podemos reflexionar, intuir y crear.

La lengua tiene una estructura gramatical, fonética y ortográfica, que aprendemos a medida que estamos en contacto con ella. Por ejemplo, el léxico se aprende en la medida que escuchamos a los mayores cuando hablan. Por eso quien lee periódicos, revistas y libros enriquece caudalosamente su vocabulario. Para aumentar el vocabulario, para tener un conocimiento preciso de las palabras y usarlas con propiedad hay que leer y consultar el diccionario. Entonces, nosotros podemos desarrollar y potenciar ese conocimiento. Ese es el papel del profesor de lengua, sembrar esa inquietud, motivar esa preocupación porque esa es una vía adecuada. Gabriel García Márquez cuenta que cuando era niño, le preguntaba a su abuelo, con quien se crio, por el significado de una palabra y el abuelo lo llevaba directo al diccionario para que la buscara, y argumentaba cuando la encontraba: “Esa es la manera de adquirir el conocimiento preciso de las palabras, porque el diccionario no se equivoca”. Los que hemos trabajado en diccionarios tratamos de definir las palabras con precisión y ponemos ejemplos para que se entienda mejor. La labor lexicográfica ha sido una experiencia muy rica, porque estar en contacto con los códigos de nuestra lengua y realizar la labor de identificación de una palabra y sus diferentes acepciones da una experiencia y una idea muy enriquecedora, porque como les dije al principio, nuestra lengua es compleja.

Vamos a abrir un espacio para inquietudes y preguntas. A este conversatorio lo he denominado “El valor del sentido” porque la lengua tiene un sentido y lo ha tenido siempre. Ese sentido originalmente se busca desde sus raíces, en la etimología de las palabras. Cuando florecieron los antiguos pensadores presocráticos, sobresalió Heráclito de Éfeso, el primero entre esos destacados filósofos en reflexionar sobre la lengua y el sentido de la lengua. Fue el responsable de concebir una nueva palabra que existe en todas las palabras del mundo y que viene del griego. ¿Saben ustedes cuál es esa palabra? Es el Logos. El Logos es la esencia del pensamiento, pues como ya dije, encarna la energía interior de la conciencia. Del Logos depende la energía creadora, que es una energía divina. Al venir al mundo, el primer don que recibimos, después del don de la vida, fue el Logos de la conciencia, dotación que nos permite tres cosas: reflexionar, intuir y crear.

 Participante: ¿Podríamos decir que el Logos es el lenguaje?

BRC: Efectivamente, el Logos es el lenguaje, ya que es la expresión verbal de la conciencia o la manifestación creadora que formaliza la energía interior de la conciencia.

Participante: ¿Qué nos permite hacer el Logos?

BRC: Fundamentalmente tres cosas: reflexionar, que es la capacidad cognitiva e intuitiva de pensar lo que pensamos. Una cosa es pensar, y otra es pensar que pensamos o pensar lo pensado. A eso llamamos reflexión. Otra gran función del Logos es intuir, que implica ver lo que la realidad oculta, apreciar la dimensión interna, esencial, profunda y trascendente de las cosas. Es la más alta potencia del Logos. Por la intuición percibimos lo que no perciben los sentidos corporales que son: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Todas las cosas visibles o tangibles las percibimos con los sentidos físicos, que son los sentidos corporales, pero acontece que la realidad no está formada solo por los datos sensoriales de las cosas; todas las cosas tienen una dimensión interna, oculta y mística que es percibida por la intuición de nuestra conciencia. Para lo cual, naturalmente, hay que desarrollar la sensibilidad trascendente. Y la tercera función que realiza el Logos es la creación, es decir, inventar, fabular o crear nuevas realidades con palabras. Crear una mesa, un vaso, una flor, o cualquier aparato electrónico, es indirectamente una función del Logos porque nada se hace sin la intervención de la conciencia, que el Logos propicia. La creación a la que aludo es la verbal, la realizada mediante las palabras. La que utilizamos en los diálogos, en la confección de libros, en la enseñanza y en creación literaria. Todo eso se puede hacer mediante la palabra, con la cual se han creado obras grandiosas, luminosas y edificantes en todas las lenguas y culturas. La intuición que tuvo Heráclito de llamarle Logos a ese poder de la conciencia, sin duda que fue un acierto intuitivo o una revelación ya que se trata de una dotación divina, por lo cual llamó sagrado a ese altísimo don.

Participante: ¿Qué opina usted sobre el vocabulario que utilizan los jóvenes en las canciones?

BRC: Me parece que refleja cierta pobreza en términos expresivos y conceptuales, aun cuando desde el punto de vista del contenido se podría decir que expresan algo elemental, aunque  reflejan la realidad que viven los jóvenes en sus respectivos barrios. Y es una forma, quizás, de conocer la mentalidad y la idiosincrasia de los jóvenes de determinados lugares.

Participante: ¿Qué opinión le merece a usted que en el país haya un léxico tan pobre, es decir, que el país tenga una situación de un léxico pobre, no solo en las grandes ciudades, sino en los hogares medios y en los campos?

BRC: Realmente se puede apreciar una pobreza lexical con un vocabulario reducido y un lenguaje limitado y esa situación obedece a varios factores. La gente no quiere consultar el diccionario; en nuestros hogares los padres no tienen inquietudes lingüísticas, ni los maestros tampoco, y solo algunos tienen una buena expresión; es decir, no tienen un amplio vocabulario. Hay una pobreza idiomática que se refleja en nosotros porque somos el producto de hogares sin inquietudes intelectuales, artísticas y espirituales. Si en nuestros hogares no hay inquietudes intelectuales, estéticas o espirituales no vamos a tenerlas nosotros. Si nuestros amigos, vecinos y en general la gente con la que compartimos no tiene un conocimiento de su lengua, esa realidad se refleja en todos. Ahora bien, nuestra función como docentes y estudiantes e contribuir a transformar esa realidad.

Participante: En ese sentido, a mí me surge una inquietud. Hemos leído algunas investigaciones donde se nos sugiere que al terminar un proceso académico la población debe tener un dominio de un español estándar. Lo que yo he podido notar es que a veces, en los pueblos, el profesor después que estudia, se queda en el mismo contexto; entonces, como que sigue inmerso solo en lo que les enseñaron y los estudiantes que van egresando de esas instituciones siguen con las mismas precariedades y llegan a la universidad y el trayecto no es suficiente para que salgan con ese dominio de una lengua. Entonces, ¿qué se podría hacer para que nosotros podamos mejorar?

BRC: Yo pienso que la mejor manera es formar profesores con una seria y rigurosa formación intelectual en el campo de la lengua y de los respectivos saberes de su carrera. Es importante lograr que esos profesores lean, porque la mayoría de nuestros profesores no leen. Quien no lee no puede transmitir el amor por la lectura porque el profesor no puede trasmitir lo que no tiene. Si no tiene inquietudes no puede sembrar inquietudes. Cuando hablo de inquietudes me refiero a inclinaciones intelectuales, estéticas, morales, espirituales… Esa es nuestra realidad. Ahora bien, esa carencia se pude remediar. Tiene que ser mediante un plan educativo concebido para veinte años y riguroso en su cumplimiento. Pagarles bien a profesores y estudiantes, hacer una buena selección de los mejores estudiantes y estimular su formación intelectual para que estudien.

Participante: Yo decía a algunos estudiantes en cuanto a la lectura que, por ejemplo, hay una debilidad, que esperan llegar a la escuela para poder utilizar la lectura. No ven la lectura como algo que los puede ayudar en la cotidianidad a resolver problemas. Cuando desconocen una palabra no van al diccionario, sino que les preguntan a otros sobre el significado, no aprenden. Tenemos que visualizar la lectura como un medio que nos ayude a resolver problemas. No hay cultura de lectura, podemos tener un mapa en las manos y preferimos preguntar dónde queda un lugar, porque tenemos la cultura de la oralidad, de la pregunta. Debemos motivar la lectura, leer y conocer para nutrir el intelecto.

BRC: La única manera de aumentar el léxico es a través de la lectura y la mejor vía para perfeccionar el conocimiento de la lengua es el estudio de la gramática y la ortografía. Hace unos cuantos años vi el resultado de una investigación que hicimos en la academia donde se determinó que el hablante dominicano común, el que no ha pasado por la escuela, esos trabajadores humildes y labriegos campesinos apenas conocen unas 1.500 a 2.000 palabras. Con eso resolvían la comunicación en su vida. Las personas que habían logrado el bachillerato llegaban de 3,000 a 4,000 palabras.  Y quienes habían cursado una carrera universitaria podían llegar de 7.000 a 10.000 palabras; y las personas cultas, que podían ser o no profesionales, porque ser profesional no da categoría de persona culta, llegaban a 25.000 o 30.000 palabras. En el conocimiento del vocabulario hay un léxico activo y un léxico pasivo. El activo es el conjunto de palabras que uno realmente usa cuando habla o escribe; y el pasivo, en cambio, es el conjunto de palabras que uno conoce cuando escucha y lee. El Diccionario de la lengua española tiene alrededor de cien mil palabras, y de esas, los más cultos, llegan a treinta o cuarenta mil; entonces, eso indica la pobreza o la riqueza lexical del hablante.

Participante: A raíz de eso y sabiendo que el lenguaje es vivo, ¿la Academia Dominicana de la Lengua ha visto o se ha planteado en algún momento actividades o algo que motive realmente al incremento del léxico?, pues en mis años de magisterio veo que el idioma ha ido involucionando, que nuestros profesionales cada día tienen un vocabulario más reducido. ¿Qué tengo que hacer, de eso es que tengo que conocer? ¿Ustedes tienen algún planteamiento?

BRC: Nos preocupa esa realidad que usted plantea, profesora, y para orientar a nuestros hablantes tenemos publicaciones de temas vinculados con el vocabulario, con la estructura de la lengua. Además de nuestro boletín,  recomendamos las publicaciones académicas de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española. Asimismo las ediciones de nuestros diccionarios, que ha hemos citado anteriormente. En segundo lugar, celebramos en Santo Domingo, en la sede de nuestra institución, actividades destinadas a superar el problema a que usted alude.  En tercer lugar, tenemos contactos con universidades y escuelas con cuyos profesores y estudiantes celebramos encuentros, coloquios, jornadas, conversatorios, seminarios, recitales.  Y en cuarto lugar, como soy del interior del país, tengo en cuenta la realidad de nuestras provincias, por lo cual he promovido actividades en diferentes poblaciones: Higüey, Miches, La Romana, Hato Mayor, San Pedro de Macorís, en la zona esteña; Montecristi, Mao, Santiago, Puerto Plata en el norte; Moca, La Vega, Salcedo, San Francisco de Macorís en el Cibao; y Baní, Azua, San Juan de la Maguana y Barahona en el sur de la República…en todo el territorio nacional, hemos estado en contacto con la población, con sus entidades educativas y culturales mediante charlas, conferencias, presentación de libros, encuentros literarios, para motivar el estudio de la lengua y el cultivo de las letras en todo el territorio nacional.

Participante: ¿Con qué propósito fue creada la Academia Dominicana de le Lengua?

BRC: Con el propósito de contribuir a la defensa de nuestro idioma mediante el estudio de la lengua y el cultivo de las letras. Las academias de la lengua ponen su atención a la lengua y a la literatura. La lengua es nuestro mejor medio de comunicación y de creación; y la literatura es la expresión estética del lenguaje.

Participante: A raíz de todo lo que usted dice, la inquietud mía es que a los jóvenes de hoy en día no se les da una participación concreta para que pueda incentivarse como ser humano y para que quiera ser una persona como usted; que no importa que tanto yo quiera ser, sino hasta de querer motivar a los compañeros que quieran aprender.

BRC: Todos venimos a la vida con condiciones materiales y espirituales que nos permiten desarrollar el potencial interior que traemos con la vida. Si tú sientes que no te dan el espacio que necesitas, búscalo, reclámalo, exígelo. Y pon de tu parte para lograr el desarrollo intelectual, estético y espiritual al que puedes llegar según tus apelaciones y anhelos.

Participante: Eso le iba a decir, porque el joven de hoy en día, el emprendedor que sale a buscar lo que desea, se ve acorralado, pero ya en sí, cuando tiene esa oportunidad, vemos que muchas instituciones después que ese joven obtiene el conocimiento, que ven que él quiere lograr su objetivo, después de tanto tiempo es que le dan la oportunidad, no cuando se lanza realmente.

BRC: No conozco en detalles la circunstancia a que te refieres, pero no creas que todo ha sido siempre fácil. Hay que luchar para superarse. Hay que vencer limitaciones materiales, sociales y culturales. Ten presente lo que decía Ovidio en la antigua Roma: “Mientras tengáis juventud y vigor, desafiad tormentas y mal tiempo, que ya llegará con silencioso paso la encorvada vejez”.

Participante: Maestro, mi pregunta es con relación al Logos, si el Logos es lo que nos permite reflexionar y crear, ¿por qué hay personas que se limitan a repetir o copiar lo que otros hacen?

BRC: Porque no son originales ni auténticos ni genuinos creadores. Es creador quien crea a partir de sus intuiciones y vivencias. Pero ciertamente hay muchas personas que no sienten motivación para nada. Como también es una realidad que hay muchas personas que tienen honda motivación, múltiples motivaciones. Son muchos factores que influyen para que desde pequeño uno sea lo que es. Hay personas que tienen una alta sensibilidad para todo, y hay otros que tienen una sensibilidad muy débil o poco desarrollada. Parecen anerómicos. Esta es una palabra formada por “an” y “eros”. “An” significa ‘sin’; y “eros” quiere decir amor, pero para los antiguos griegos, no solamente se refería al amor, sino que aludía a la aspiración de ser mejor y a esa potencia de la conciencia para desarrollarse plenamente; eros es lo que da aliento para vivir; entusiasmo para medrar; deseo de superación y, en tal virtud, genera un ansia de saber, de crear; y quien no tiene nada de eso es un ser anerómico, por tener una sensibilidad casi muerta. Cuando pasa eso, no se puede hacer nada, pero la mayoría de las personas tienen una sensibilidad dispuesta y una inteligencia activa, con una voluntad animosa, con la disposición para desarrollarse cabalmente. En realidad, quien no se desarrolla es porque le ha faltado esa peculiar motivación para hacerlo. Nuestra misión es procurar que todos desarrollen su mejor condición.

Participante: La tecnología ha afectado la forma como se estudia y se aprende. ¿Cómo usted ve eso de la tecnología en la lectura?

BRC: En algunos ha influido negativamente porque piensan que no tienen necesidad de leer un libro y hasta se sienten ahogados por la tecnología. Incluso, algunos dicen que corremos el riesgo de que se piense menos por el hecho de que están saturados de información. Pero la realidad es que hoy no podemos prescindir de la tecnología; tenemos que crecer y desarrollarnos en esta época con la tecnología electrónica, que ha contribuido enormemente en el desarrollo de la comunicación. Cuando yo era profesor aquí, hace cincuenta años, esa pregunta nadie la haría, porque no había el avance tecnológico que hay hoy. Solo había teléfonos, radio, tv y libros en la época en que yo me desarrollé, pero ahora hay muchos recursos. Cada uno debe vivir su época. En lo posible, traten de no echar a un lado los libros en físico, porque la lectura de un libro impreso ofrece un contacto directo, más cercano con los libros a través del formato de la edición, el color de su portada, la organización de los capítulos, la oportunidad de subrayar y hacer anotaciones y comentarios. Hasta el color de la portada influye en la motivación. Cuando yo busco uno de mis libros en mi biblioteca personal, lo encuentro por el formato, el color, la textura de su presentación, que distingo y recuerdo fácilmente.

Participante: Buen día, Maestro. No todos los jóvenes utilizamos mal la tecnología porque tenemos la oportunidad de descargar libros, aplicaciones que nos permiten leer con facilidad. Los libros en físico tienen sus ventajas, como usted dice, porque los podemos tocar, oler, sentir, buscar palabras en el diccionario o marcarlas para aclaraciones, cosa que se dificulta con el celular o la computadora porque hay que salir de la aplicación para buscar, por ejemplo, en un diccionario. Pero una pregunta: cuando usted está leyendo y busca el significado de una palabra, ¿cómo uno hace para integrar esa palabra al vocabulario? Particularmente a mí me da trabajo.

BRC: Todo lo bueno da trabajo. ¿Qué haces cuando no conoces una palabra? ¿La buscas en el diccionario o tratas de interpretarla a través del mismo contexto?

Participante: La busco en el diccionario. Mi inquietud es saber cómo se hace más fácil aprendérsela para aplicarla o integrarla al vocabulario.

BRC: Cada persona debe idear la forma de aprender y de buscar; eso depende de cada uno.

Participante: Y utilizarla, don Bruno, porque palabra que no utilizo, palabra que se me va a olvidar.

BRC: Y hay que hacer un esfuerzo de impresión en la mente, imprimir esa palabra en tu mente, asociarla con otras, repetirla y usarla. Pienso yo que sería lo mejor.

Participante: ¿De qué manera cree usted que es la mejor forma de comprender la lengua?

BRC: La mejor forma de comprender la lengua es utilizar las cuatro artes del lenguaje: escribir, leer, escuchar y hablar. Una escritora y profesora puertorriqueña llamada Antonia Sáez escribió un libro titulado Las artes del lenguaje, libro que conocí aquí en este recinto escolar hace 52 años. Ahora les llaman las competencias básicas, le cambian la denominación, pero es lo mismo.

Participante: Hablando de los trabajos de motivación que ustedes realizan, ¿cómo ve usted la motivación general del pueblo?

BRC: La realidad muestra que no hay mucha motivación, ni auspiciosas señales que den cuenta de que la población tiene interés por los conocimientos. Cierto es que las personas necesitan satisfacer sus necesidades básicas y para eso trabajan. Ya decían los antiguos romanos: “Primum vivere; deinde philosophare”, que quiere decir: “Primero vivir; después filosofar”. Filosofar es todo lo que no es trabajar para ganarse la vida, que lo hace desinteresadamente.

Participante: ¿Por qué hay tanta variación si es la misma lengua?

BRC: Porque hay múltiples hablantes. Cada hablante es un creador de formas expresivas o discursivas de la lengua y tiene la opción de crear nuevas variantes, lo que enriquece la lengua. Por eso, hay palabras en Argentina o en Colombia, México o Perú que nosotros desconocemos, pero también hay palabras en Santo Domingo, Las Palomas o en Junumucú que no conocen en otro país. Es decir, la lengua va evolucionando, fluye en permanente actividad y movimiento. De hecho, todo lo que existe, según ha enseñado la física cuántica, está en constante movimiento.  La cultura está en permanente transformación, por lo cual es un error encasillarse, aferrarse a lo que uno conoció cuando creció, pues hay que abrirse a las nuevas realidades.

Participante: Como las cosas han evolucionado tanto, los diccionarios ya no deberían existir.

BRC: Lo que se lee en un mensaje electrónico, por un teléfono celular o una computadora, alguien lo escribió y para hacerlo tuvo que tener el conocimiento de lo que escribió; entonces, no se pude prescindir de lo que es necesario. Ahora bien, si todos los hablantes naciéramos conociendo la lengua, los diccionarios sobrarían, como también los maestros y los libros. De manera que no podemos prescindir de los diccionarios, como planteas. No todo lo que se escribe por internet es correcto; hay gente que escribe y habla sin fundamento.

Participante: Con relación a la lectura electrónica, yo no le veo nada negativo a que la gente lea un libro en la computadora. Yo lo hago. Si estoy esperando turno en una clínica, yo leo en mi celular; donde realmente está la problemática es que cada vez somos más diletantes, porque el que no sabe buscar puede caer en el error de utilizar espacios donde son otros estudiantes que aportan las ideas y no crecen intelectualmente. Los maestros debemos dar la orientación de las fuentes que queremos que consulten los estudiantes.

BRC: Es correcto, profesora, lo que usted ha dicho. Nuestro rol es orientar y estimular.

Participante: Ahora con la tecnología, cuando un profesor nos pide analizar una obra, lo que hacemos es buscar en internet y ni siquiera nos detenemos a ver si ese comentario es adecuado.

BRC: Hay algo que se llama vocación intelectual, si uno no lo desarrolla no va a querer hacer nada que implique leer, estudiar, pensar, analizar; si no hay vocación, no se puede hacer nada.

Participante: Según su experiencia, ¿dónde radica el problema de la asimilación del estudiante?

BRC: Con relación a la lengua y a todos los conocimientos, he llegado a la conclusión de que, para aprender, se necesita algo indispensable para lograrlo. ¿Saben ustedes a qué me refiero?

Participante: A la disposición

Participante: A la motivación

Participante: Al deseo

BRC: Las tres respuestas son válidas, pero hay otra respuesta más importante. El término clave, indispensable, imprescindible para aprender es poner atención. El estudiante brillante es el que pone atención; más aún, si un estudiante es brillante, con atender bien no tiene ni que estudiar. Un estudiante que pone atención a su profesor, aprende. Quien se distrae, no asimila. ¿Qué es poner atención? Es concentrar la mente en lo que estamos viendo, leyendo o escuchando, y la atención va a desarrollar la capacidad de observación porque todo se concentra en el contenido, la forma y el sentido de lo que estamos leyendo, observando o escuchando.

Participante: En un artículo de psicología leí que la observación detenida, pertenece a un cuarto nivel de aprendizaje. El ser humano se desarrolla en varios niveles de aprendizaje y eso de poner atención no todos desarrollan esa capacidad.

BRC: Porque nuestra formación es muy superficial. No prestamos atención a las cosas claves de la vida. No hemos aprendido nuestra lengua sino superficialmente. No valoramos el saber preciso y apropiado sobre los diversos asuntos de la realidad

Participante: ¿Cuál es el proceso que se sigue para incluir una palabra nueva en el diccionario?

BRC: En primer lugar, cualquier persona puede presentarle a la Academia una palabra con el fin de que nosotros evaluemos la posibilidad de admitirla como válida para proponer su inclusión en el diccionario. Yo he recibido peticiones de personas que hacen esas sugerencias; entonces se hace lo siguiente: primero, hay que definirla. De hecho, a mí me tocó definir algunas palabras para incluirlas como dominicanismos en la última edición del Diccionario de la lengua española, publicado en 2014. Segundo, tenemos una comisión lingüística que la evalúa y, si se aprueba, esa palabra pasa a la reunión conjunta de los académicos para ratificarla y enviarla a la RAE. Tercero, el pleno de los académicos de la Real Academia Española aprueba o rechaza la petición de inclusión. Una de las palabras que incorporé al DLE es “chin”. Otra fue Interiorismo, un movimiento literario que me tocó el honor de crear. De manera que si algunos de ustedes, alguna vez entienden que tal o cual palabra debe figurar en el diccionario de dominicanismos o en el diccionario de nuestra lengua, ya saben que pueden enviarme su propuesta. Muchísimas gracias por su atención, su interés y su buena disposición.

 

Bruno Rosario Candelier
Conversatorio en ISFODOSU
 Recinto Luis Napoleón Núñez Molina
 Licey al Medio, Santiago, 17 de abril de 2017.

 

Surrapa, tópico

SURRAPA

La voz surrapa es dominicana de pura cepa. Solo se conoce en República Dominicana. Aparece consignada en el Diccionario de americanismos (2010:1987) en tanto sustantivo femenino para, “Resto de comida que queda adherido al fondo de las ollas”. Con esta definición se convierte en una palabra que engloba al famoso concón dominicano, esto es, el concón es una surrapa de arroz.

En realidad quien estas notas escribe había oído y utilizado la surrapa dominicana para el sedimento que queda en los líquidos una vez que estos reposan. Usado de este modo sale familiarizada con la zurrapa española.

Ahora bien, no se ha traído este vocablo a estos comentarios solo para indicar la similitud anterior y la relación que aquí se establece con el concón. La surrapa se ha refinado y ha adquirido significaciones en sentido figurado, más allá de lo literal.

Se ha oído el empleo de surrapa en sentido metafórico para designar con ella algo que no se menciona de modo directo. Para aludir a algo que no es obvio en un asunto. Así dirá un hablante de español dominicano, “Ese mensaje que te envió el ministro tiene su surrapa”. Es decir, que hay que encontrarle al sentido, algo que no está expresado.

Si mal no se recuerda, también se oyó en alguna ocasión que surrapa se aplicaba al benjamín o “nidal” de una familia. Con este tipo de uso puede presumirse que se usa en tanto sinónimo de “último vástago”, sin que ello implique ánimo alguno de desprecio.

Los cambios en el habla preceden generalmente los que se producen en el español escrito. Así mismo, ha de tenerse en cuenta que la lengua no permanece intacta, recibe modificaciones constantes. Nuevas palabras y giros  se incorporan, mientras otros desparecen. Algo que resulta difícil medir es la vigencia de vocablos y locuciones del habla, como resultado de la índole de esta. Lo que se ha mencionado más arriba debe retenerse como una observación educada.

 

TÓPICO

“Los TÓPICOS de relieve e interés públicos se tratan. . .”

De vez en cuando el vocablo tópico utilizado del modo en que se hace en la cita aparece en los escritos de periodistas, y con mayor frecuencia aún, en las intervenciones orales de estos profesionales. En esta frase reproducida, la palabra mencionada se usa en tanto sinónima de “asunto, tema, cuestión, sujeto, materia”. Esas equivalencias son falsas en español.

Más adelante se explicarán los significados aceptados en el español culto para tópico. Se aprovechará la ocasión para repasar en algunas lenguas extranjeras voces muy parecidas  a la del español, con sus respectivos significados. De paso, se mencionarán los orígenes del término del título.

Este tópico es lo que se llama falso cognado en español en los casos en que se usa de la manera que se critica en esta sección. Recibe este nombre porque el origen del vocablo es el mismo en varias lenguas; a pesar de eso esas lenguas no comparten las mismas significaciones.

Ya en 1964 D. Ricardo Alfaro en su Diccionario de anglicismos (1964:440) criticaba en términos muy severos el uso que de tópico se hace en la cita; “anglicismo garrafal”, lo llamaba. Por la fecha de edición de ese diccionario puede deducirse que el desliz es de larga data.

En  la obra Spanish False Cognates (1995:253) se menciona que M. Morínigo y la Editorial Larousse en sus diccionarios entienden que en América tópico se emplea para “asunto, tema, materia”. El Gran diccionario Larousse de la Lengua Española (2007:1726) lo asienta, “tema de conversación”. El Diccionario de uso del español (2007:2901) consigna para tópico que en Hispanoamérica es, “Tema de conversación en general” y remite a asunto.

Ya se ha enumerado una de las acepciones que tópico no lleva en español. Hay que pasar a listar las significaciones que son de aceptación internacional para la palabra. Eso ayudará a entender mejor el asunto.

Tópico es la expresión trivial, muy empleada; es el lugar común, relacionado con el cliché. Alude a un lugar determinado. Es el medicamento de uso externo, vale decir, sobre la piel, en el lugar de la afección; no para ingerir ni para inyectar. A seguidas vienen algunas de las acepciones que pueden confundir.

En lingüística tópico es un elemento de un enunciado en un escrito aislado entre comas, en el habla es aislado entre pausas. Sirve para introducir uno de los elementos de una relación predicativa; o bien, contribuye a situar la circunstancia o la perspectiva que viene a propósito para la enunciación.

De nuevo, en la ciencia del lenguaje, es una parte del enunciado, tema, que presenta cierta información como conocida. Se opone por su contenido a la información nueva del enunciado.

La última acepción es la relativa a la retórica en la que es el lugar común de que en la retórica antigua se sirvieron los escritores con frecuencia y, que se convirtió en fórmula o cliché admitidos en esquemas formales o conceptuales.

Las anteriores son las acepciones que la Real Academia recomienda que se respeten cuando se utiliza el vocablo tópico. Más abajo se producirán algunas notas con respecto a lo que el uso ha difundido especialmente en Hispanoamérica.

En Argentina admiten el empleo de tópico para el “Tema o idea, en especial cuando es común o convencional, que carece de originalidad”. Es el “Tema, idea o recurso que se repite en distintas obras literarias o retóricas”. Estos conceptos se toman del Diccionario integral del español de Argentina 2008:1763).

Los mexicanos expresan esta idea de un modo parecido que viene a confirmar cual es la tendencia con respecto a la voz estudiada. El Diccionario del español usual en México (2002:876) lo registra como “Tema de discusión que suele aparecer en ciertas circunstancias o que se repite normalmente”.

El reconocimiento final de las tendencias americanas aparece resumido en el Diccionario de americanismos (2010:2073). Tópico “tema que se trata en una conversación, en una conferencia o en un trabajo de investigación”.

Después de este repaso acerca de “retórica”, cabe que el hablante interesado en la lengua común se pregunte hacia dónde se encamina ese vocablo en el seno de la lengua corriente.

Piénsese por ejemplo en los millones de hablantes que se sirven de esta palabra del modo mencionado en el Diccionario de americanismos, aunque este no sea el de aceptación de las autoridades rectoras de la lengua internacional.

El Diccionario de americanismos anota que con la acepción mentada más arriba se utiliza en Estados Unidos, México, Nicaragua, Cuba, República Dominicana, Perú, Bolivia y, poco usado en Ecuador y Uruguay.

Antes de cerrar esta sección se considera oportuno citar algunas particularidades de topic en inglés. En esa lengua esa voz “no tiene el sentido de la voz española “tópico”, es decir, “lugar común”. Ese dato se tomó del Diccionario de dificultades del inglés (1976:464). Este dato se cotejó con la undécima edición del Merriam-Webster College Dicitionary.

En francés la voz topique no lleva el reconocimiento del inglés topic para el tema de conversación. En esto se asemeja a lo que las autoridades del español peninsular propugnan.

En el portugués brasileño, aparte de todos los significados que tiene la voz en otras lenguas; en particular se usa para los comentarios cortos en un periódico, que son parte normalmente de los asuntos del día. Con este significado se relaciona con un “suelto” que en español es una información breve, menos extensa que un artículo que requiere de una titulación apropiada. Esta información del portugués brasileño se extrajo del Novo diciónario Aurélio da língua Portuguesa (1986:1689).

Este es el lugar para tratar de esclarecer algunas nociones por medio de la etimología. No hay que sorprenderse si algunos de los significados de este tópico tienen relación con “lugar”, pues el griego topos indica “relativo a un lugar” o “instalado en un lugar”. Los significados con respecto a los lugares comunes de la retórica y la literatura tienen relación con una obra de Aristóteles traducida por Cicerón. En el siglo XX el término adquirió el sentido de “lugares de sentido psíquicos” en el psicoanálisis de Freud (1940).

Para concluir, ha de respetarse lo que las autoridades prescriben, sin olvidar lo que el uso en Hispanoamérica ha establecido a través del tiempo.

© 2017, Roberto E. Guzmán.

 

España total. Y Honduras total

Por Segisfredo Infante

En algunas de mis páginas amarillentas he sugerido mi condición de ciudadano universal, toda vez que se ha tratado de una abstracción filosófica, y quizás política, que deberá objetivarse, con una mediación dinámica de tríada hegeliana propia para un estudio aparte. Tal objetivación, bajo las actuales circunstancias de perplejidad mundial, debe encontrar un asidero espacio-temporal en algún lugar del Universo, propicio por ahora en la tierra en que habitamos o que debiéramos habitar. Es decir, en las naciones y países más pegados a nuestros corazones y al imaginario íntimo de nuestros cerebros. En mi caso individual se trata de una especie de obviedad, inferible de la mayor parte de mis escritos y manuscritos, en el sentido que mi primer asidero se localiza en Honduras, la tierra “magnífica y terrible” que me vio nacer, tal como lo sugeriría un buen poeta hondureño que tiende a ser olvidado. Tierra que seguidamente me ha visto crecer, sufrir, ser feliz, desencantarme, amar y padecer. El segundo asidero terrenal está significado naturalmente por España, la tierra natal de mi padre, don José G. Infante, quien por misteriosas razones y sinrazones vino a parar a Honduras, en su condición de probable exiliado en torno del año 1930. Llegó a la costa norte hondureña como un republicano masón, con sentimientos de “buena fe”, para decirlo en un sentido contrario al postulado filosófico de la “mala fe” de Jean-Paul Sartre, ya que por un tiempo mi padre se mantuvo al servicio de una “república imposible”, como vice-cónsul del gobierno republicano de España en San Pedro Sula, entre 1931 y 1936, aproximadamente; fechas decisivas en la historia contemporánea de la gran península ibérica. Subrayo la frase de republicano de “buena fe” en tanto en cuanto existieron otros que contaminaron los nobles propósitos de la República, mediante la utilización sistemática de los símbolos, tal vez inocuos, de la hoz y el martillo, pero que representaban trasfondos anti-republicanos, anti-liberales, anti-nacionales y antidemocráticos, cuyo fenómeno específico, en su doble dimensión, por ahora, en el plano personal, prefiero ignorar. En cierto evento televisivo declaré que frente a las posibles encrucijadas de la vida, la Embajada de España en Tegucigalpa es “mi embajada”, por derecho consanguíneo, por amor y por derecho propio. Ansío que queden estas palabras grabadas como si fueran hechas con relieves de plata y oro. Espero que también sea la embajada favorita de mis hijos e hijas, lo mismo que de mis nietos y nietas, y que sus funcionarios futuros lo faciliten.

Un tercer asidero, también por extraños y laberínticos misterios y destinos, colinda con los más cálidos y desolados desiertos de nuestro planeta sediento y hambriento. Se trata de una mínima porción geográfica y humana conflictiva, pero también productiva, del Cercano Oriente. Quizás se trata, más allá de las inmediateces mundanales o “munduales”, de un representativo y frondoso árbol de encino, cuatro veces milenario, bajo un ardiente sol; o de una ermita antiquísima imaginaria que levita como adherida a los grandes farallones semidesérticos; o de una simple cueva de profeta olvidado, en medio de zarzales, que me permiten revivir el recuerdo de unos rabinos sefarditas que se aproximaron al rey don Juan Carlos Primero de España, con el solo propósito de allegarle un obsequio y de entonarle, suavemente al oído hasta las nobles y tristes lágrimas, el prohibido “shofar” de sus lejanísimos ancestros. Tanto de los posibles ancestros del rey borbón como de los rabinos mismos, según se insinúa en el libro “El Origen Judío de las Monarquías Europeas” (año 2000) de Joaquín Javaloys.

Un “shofar” o un cuerno musical, tal vez desentonado pero melancólico, que si fuera posible quisiera aproximarle, en un acto puramente poético, en los alrededores del Palacio Real, en Madrid, o quizás en mi amada Tegucigalpa, a su Majestad el joven rey Don Felipe Sexto, como acto de gratitud infinita por su amistad comprobada con Honduras, y por el homenaje que el Estado y el gobierno de España le tributan, el día de hoy, a uno de los escritores y pensadores más humildes de la historia hondureña, y de América Central, quizás “inexistente”, por medio de las gestiones bienhechoras del joven embajador Don Miguel Albero Suárez, quien además de haberse convertido en un singular diplomático, amigo de los catrachos escondidos en las aldeas más ignotas del país, es uno de los mejores poetas y prosistas de la España actual. Esto lo reafirmo con conocimiento de causa, pues he leído, personalmente, su obra publicada, hasta donde me ha sido posible. Así que mi renovado y subrayado agradecimiento a la Corona que lidera a aquel Estado milenario, y al gobierno actual de la “España Total”, por esta valiosa condecoración, o “ENCOMIENDA DE LA ORDEN DEL MÉRITO CIVIL”, que es como un recordatorio florido sobre el hecho que esta honra sabré honrarla más allá de todo límite imaginable. Entre otros motivos porque soy consciente, y autoconsciente, que con un fuerte grado de probabilidad este es el mejor homenaje que he recibido y que recibiré en el curso de toda mi precaria existencia, sin excluir algunas posibles paradojas y antinomias, imponderables por cierto, en el devenir de las incertidumbres y perplejidades humanas.

Al hablar de España, o de “todas las Españas” como sugería aquel hombre sabio, colérico e intuitivo llamado Miguel de Unamuno, evitaré el uso y el abuso de los nombres de los escritores españoles múltiples, de diversas generaciones, que me han acompañado en el largo proceso de mi formación intelectual. Sin embargo, recurriré a ciertos nombres ineludibles que por imperativa honestidad debo mencionar y destacar en estos renglones. Son inevitables en mi vida los nombres de don Miguel de Cervantes Saavedra; don Pedro Calderón de la Barca; don Fray Luis de León; “Santa Teresa de Jesús”; don Francisco de Quevedo y Villegas (sobre todo por sus sonetos clásicos y conceptuales casi inigualables); don Luis de Góngora y Argote, por su innovador barroquismo; el ya mencionado pensador de la intra-historia don Miguel de Unamuno; el singular don José Ortega y Gasset; don Eugenio D’Ors; don Julián Marías; el poeta don Vicente Aleixandre; el poeta y filósofo de la poesía don Carlos Bousoño; la genuina pensadora doña María Zambrano; el difícil y aparentemente árido don Xavier Zubiri; el médico y filósofo don J. Rof Carballo; el académico don Fernando Lázaro Carreter; y el actualísimo don Eugenio Trías, versado en los temas ligados con el arte y el Espíritu. Pero de todos estos personajes cerebrales, en el proceso de formación espiritual aludido, son poderosamente significativos, en mi vida, cuatro de ellos: Miguel de Cervantes, Ortega y Gasset, Vicente Aleixandre y Carlos Bousoño, por razones que es difícil despejar en un solo discurso de medio día. Naturalmente que el pensamiento de Julián Marías, un filósofo empeñado en indagar sobre las interioridades del “ser español”, me allanó el camino para indagar, parejamente, sobre el “ser mestizo” del hondureño promedio, como también han resultado indispensables, para adquirir y asumir una visión de la “España Total”, los trabajos histórico-literarios de don Marcelino Menéndez Pelayo; del ya olvidado hispanista británico Jaime Fitzmaurice-Kelly; las búsquedas incisivas de don Ramón Menéndez Pidal; las intuiciones científicas del recio medievalista don Claudio Sánchez Albornoz; las de don Jaime Vicens Vivens; y, sobre todo, en fechas más o menos recientes, el trabajo histórico total de don Ricardo de la Cierva, cuyas enseñanzas científicas me permiten extrapolarlas o disociarlas hacia la Honduras Total, que me cuesta mucho imaginarla separada del “Reyno” y República de Guatemala. No puedo ni debo olvidar tampoco, en este grave punto, a los historiadores económicos de la “Escuela Total Francesa”, que se han aproximado con rigor y amor a la historia económica española. Me refiero a los investigadores imparciales Fernand Braudel y Pierre Vilar. Aquí se torna indispensable agregar al famoso historiador británico de la Universidad de Oxford, el señor Paul Preston, autor, entre otros textos hispanistas, del libro imparcial “La Guerra Civil española”, a quien en 1986 le otorgaron la “Encomienda de la Orden del Mérito Civil”, la misma que hoy le están otorgando a este servidor de ustedes.

Comprendo que el homenaje que hoy recibo obedece, en parte, a mi triple condición actual de pensador, poeta y periodista de opinión, con los aditamentos televisivos; condición que está subsumida en el sedimento histórico filosófico de aquella tríada semi-hegeliana que los buenos lectores reconocen. A guisa de ejemplo mi extenso poema “De Jericó, el relámpago” (un poco en la línea técnica de T.S. Eliot y de Vicente Aleixandre), se encuentra elaborado siguiendo la metodología indirecta de Ortega y Gasset, con aquello de sugerir, en sus charlas de Filosofía, el acto de rodear gradualmente, concéntricamente, las murallas históricas y legendarias de Jericó, al son de trompetas dramáticas, para tomar por asalto sus rosas más íntimas. Es decir, las rosas históricas, poéticas y filosóficas. También las rosas del amor. De mi amor. Parejamente mis páginas más áridas, o abstrusas, de filosofía especulativa, cuajadas en el libro “Fotoevidencia del Sujeto Pensante” (año 2014), transpiran algo de Poesía, a pesar de ciertos giros pre-lógicos, lógicos y epistemológicos científicos nada poéticos. Otro tanto ocurre con los versos fluidos y prosaicos, alternativamente, de “Correo de Mr. Job”, poema extenso que fue aplaudido, inclusive antes de salir de la imprenta, por el poeta español actual don Juan Carlos Mestre, un excelente escritor multifacético, lírico especial, convertido en los años que corren en Premio Nacional de Poesía en España. También ha sido aplaudido por jóvenes escritores hondureños; algunos aquí presentes. En este “jalonazo” espiritual, muchas veces sinuoso, enzarzado, desértico y desencantador, he recibido el auxilio de mis libros; de mis mejores amigos y amigas; de mis hijos e hijas; de algunos excelentes profesores; y a veces de comentaristas desconocidos. Lo mismo que de otros escritores por ahora ausentes, como el filósofo y filólogo dominicano don Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua. O del traductor israelita don Ioram Melcer; de la académica ecuatoriana doña Susana Cordero; y del periodista, también israelita, don José Danor. Sería injusto ignorar en este evento el nombre de Atanasio Herranz, quien fue el coordinador del gran “Diccionario de Americanismos”. Por cierto, lo reitero, que algunos personajes aludidos, muy cercanos a mi vida de escritor,  se encuentran aquí presentes, pero cuyos nombres sería prolijo enumerar. Sin la presencia de estos cinco factores humanos vinculados y vinculantes, directa e indirectamente con la cultura impresa libresca, y sin la presencia misteriosa y misericordiosa del Dios Eterno, con incidencia histórica zubireana, mi vida sería completamente desolada, empantanada, quizás vacía, con un vacío absoluto conceptual anti-hegeliano, y nunca hubiese escrito y publicado un solo renglón de todos mis renglones. De repente hubiese fallecido el año pasado o el antepasado, silenciosamente, por dificultades extremas de salud, con siete intervenciones quirúrgicas y otras pocas pendientes, respecto de las cuales he sobrevivido por el auxilio de mi familia más cercana, de mis cirujanos y de mis amigos entrañables, correligionarios y colegas. Gracias, entonces, a los amigos presentes y ausentes, de adentro y de afuera de Honduras, que han inyectado un poco de ánimo a mi azarosa existencia, la que a veces, por momentos o por algunos días, bien pareciera homologarse con la vida de aquel “Caballero Inexistente” producido por el novelista y pensador medievalista y posmoderno, el europeo Ítalo Calvino. Gracias a todos Ustedes por contribuir a la pervivencia del recio Espíritu, en una época de graves incertidumbres nacionales y universales en que la sabiduría y el Espíritu del Sujeto Fotopensante, se encuentran como arrinconados y polvorientos en los anfiteatros desvencijados de la “Historia”, como si se tratara de una subespecie en proceso de extinción. Coexistimos en una época terrible que puede analogarse, forzando un poco los hechos históricos, con los tiempos del teólogo y filósofo don Agustín de Hipona, un pensador católico que a comienzos del sigo quinto de nuestra era, se encontraba íngrimo frente al derrumbe inminente del “Imperio Romano de Occidente”, esto es, de la “Roma Eterna”, entre los anuncios devastadores de la primera “Alta Edad Media”, hoy estudiada sin prejuicios iluministas. O post-iluministas. También podrían parangonarse con los tiempos harto difíciles o perplejos del talmudista, teólogo, filósofo y médico itinerante de la España medieval y de todo el “Mundo Mediterráneo”, don Moshé Maimónides.

Don Miguel Albero, mi querido embajador, poeta y prosista, sabe muy bien que soy partidario de una España unificada, cohesionada y fuerte, sin desdeñar para nada las respetables autonomías que nunca debieran ser secesionistas, por el simple hecho que nosotros compartimos aquel viejo ensueño alimentado desde los tiempos de la España del Cid Campeador, una época estudiada rigurosamente por don Ramón Menéndez Pidal, en un amplio contexto transitorio en que apenas dos mil sujetos parlaban, en algún remoto villorrio de Castilla, o en sus alrededores, la prometedora lengua española, hoy hablada por muchos millones de personas. Sufro los sufrimientos de España, como sufro los malestares de Honduras. Disfruto los triunfos de España, como disfruto los triunfos muy ocasionales de Honduras. Y es que en lo hondo de mi ser se conjugan, equilibradamente, las antiguas nostalgias visigóticas y romanas, con las nostalgias de la Jerusalem y del Jericó de todos los ensueños; sin olvidar las nostalgias mestizas y castizas derivadas del pensamiento del Inca Garcilaso de la Vega; del poeta peruano César Vallejo; del pensador guatemalano José Cecilio Díaz del Valle; del mexicano José Vasconcelos; y de nuestro poeta castizo Juan Ramón Molina, seguidor poemático del enorme nicaragüense Rubén Darío. Estoy hablando de la “España Total”, y en consecuencia de la Honduras Total, inmersa en el continente americano.

Soy un genuino y silencioso español “transterrado”, entre una patria y la otra patria, en la línea del formidable filósofo José Gaos González, y de la filósofa María Zambrano, sin ningún resentimiento provinciano contra nadie, razón por la cual me encuentro en condición de amar a España y a Honduras simultáneamente; de admirar la bahía hondureña imponente de Trujillo; el peñón de Gibraltar; el Cerro del Picacho en Tegucigalpa; las rocas de basalto de Amapala; las cumbres insignes de Celaque; y también la indescriptible bahía de Haifa, allá por el lejano “Mare Nostrum”. Si Julián Marías viviera (filósofo con el cual crucé alguna correspondencia), seguiría el pensamiento de Ortega y Gasset y expresaría, quizás, queSegisfredo Infante, además de un hombre, pareciera más bien una completa encrucijada, tal como había sido clasificado el periodista y novelista Pío Baroja, muy ortegueanamente.

Que conste que en el curso de los siglos hemos perdido a España por los menos tres veces, tal como lo registran los anales de la historia civilizada, y cuando menos tres veces la hemos recuperado, sin rencores actuales. También perdimos a Honduras durante la invasión militar poderosa, en el año 1907, por motivos expansionistas del principal dictador nicaragüense de aquel entonces, José Santos Zelaya. Pero igualmente recuperamos Honduras. Debemos, en consecuencia, dadas las circunstancias de los tiempos turbulentos que conducen al abismo, hacer acopio crítico, razonado, del “principio de esperanza”, asistidos por una porción de serenidad analítica, hasta alcanzar los propileos de la sabiduría, en medio de ese torbellino apenas esbozado de los tiempos actuales, cuyas ráfagas airadas soplan y nos asedian por doquier, y que de cuando en cuando nos hacen volar como si fuéramos hojas resecas de un otoño inesperado. Debemos, además, trabajar lentamente por alcanzar un mundo sin odios estériles: sin violencias clasistas, sin fundamentalismos religiosos extremos y sin racismos chocantes, aparentemente desfasados. Y sin negarles los genuinos derechos ancestrales y territoriales, cuatro veces milenarios, a “Otros”.

Finalmente, queridos amigos e invitados especiales: sean españoles,  hondureños o latinos, me encantaría puntualizar, frente a todos ustedes, que guardo en mis alforjas cuatro sueños modestos respecto de la “España Total”, la que he estudiado desde sus primeros albores civilizatorios pasando por Séneca, por sus clasicismos y sus barroquismos, hasta arribar a su difícil proceso democrático de mediados de los años setentas del siglo recién pasado, con los diversos ciclos presidenciales hasta el presente. Propongo, volviendo a mis anhelos, la posibilidad de conocer, en esta vida o en la otra, la ciudad amurallada de Toledo, aquel emporio propicio para que el rey Alfonso “El Sabio” reconcentrara, en los comienzos de la fulgurante “Baja Edad Media”, a un contingente de intelectuales cristianos, judíos y musulmanes, con el fin inmediato de realizar una de las obras de traducción más importantes que se haya realizado en toda la historia de la Civilización Occidental, y quizás del planeta entero, con un aporte espiritual de primera magnitud, que suele ser olvidado por algunos historiadores y políticos sesgados, tanto de Europa como fuera de Europa. Mi segundo deseo, más de orden personal, es viajar a la ciudad de Cádiz, mi ciudad nutricia originaria, con la lupa caballeresca británica de un “Sherlock Holmes”, para identificar a mi familia dispersa, de los apellidos Gonzáles Infante, la que dicho sea de paso es una familia ya lejana, quizás sobreviviente, por el lado de mi siempre recordado padre, quien nunca me falló en mi niñez y quien nunca pudo retornar a su amada España. Por añadidura me encantaría, si Dios y la salud me lo permitieren, visitar como de pasada el Archivo de Indias en Sevilla; y aproximarme nuevamente al Monasterio de “El Escorial”, cerca de Madrid, por significarse como la maciza “piedra lírica” de la gran Filosofía española, representada por Ortega y Gasset y sus discípulos y amigos.

Infinitas gracias al Estado de las Españas, a su jefe estatal actual el rey don Felipe Sexto, y al gobierno civil actual de España por esta finísima condecoración que contiene un significado simbólico de varios decenios. Infinitas gracias a Don Miguel Albero, a su señora esposa doña Elena Herrero, y también a doña Zoila Torres Acosta, por haber estado tan atentos en la materialización de los asuntos generales y de los pequeños detalles de este singular evento, que marcará todo el resto de mi vida. Infinitas gracias a todos Ustedes, a los presentes y a los muy queridos y especiales ausentes. Abrazos amorosos y fraternos por siempre, mis muy queridos amigos, parientes, compatricios y colegas.

Segisfredo Infante Tejeda.
Escritor y Pensador.
Residencia del Embajador de España en Tegucigalpa.

Tegucigalpa, MDC, lunes 28 de noviembre del año 2016.

Notas Anexas del Autor: 1) Aun cuando es imposible recordar todos los nombres del pequeño grupo de asistentes invitados, haremos un esfuerzo mental: Don Miguel Albero y su esposa doña Elena Herrero; Dr. Jorge Ramón Hernández Alcerro; Lic. Adán Elvir Flores; Abog. Oswaldo Ramos Soto; Lic. Rodrigo Wong Arévalo; Lic. Juan Ramón Martínez; Dr. Nery Alexis Gaitán; Poeta Rolando Kattan; Licda. Lorenza Durón; Abog. German Leitzelar; Lic. Samuel Villeda Arita; Lic. Wilder Guerrero; Poeta Salvador Madrid; Poeta Denise Vargas; Abogada Cossette López-Osorio; Lic. Ronald Barahona; Abog. Renán Sagastume; Abog. y cuentista Kalton Harold Bruhl; Dr. Josué Danilo Molina; Lic. Tito Castellón; Dr. Dagoberto Espinoza Murra; Licda. Juanira Ramos Soto; Lic. Julio Sierra; Lic. Rodney Moncada Midence; Lic. Luis Martín Alemán; Doña Elsa Marina Torres; Dr. Abraham Pineda Corleone; Don Pedro Gómez; Licda. Ninfa Arias; Señor Embajador de Korea del Sur; Embajadora de México doña Dolores Jiménez; Señor Embajador de Brasil; Señora Embajadora de Panamá; Mis hijos y parientes cercanos: Reina, Ercilia, Víctor Osiris, Iris Sofía, Merit Salomé, y DavidInfante. 2) He recibido felicitaciones internacionales, por correo electrónico, como las del poeta español don Juan Carlos Mestre; el filósofo y filólogo dominicano don Bruno Rosario Candelier; el lingüista y lexicógrafo Atanasio Herranz; el ensayista y articulista, honduro-canadiense, don Martín R. Mejía; el traductor israelita don Ioram Melcer; el poeta español Ramón García Mateos; los amigos y compañeros gobernadores de la Fundación “Covelo” en Honduras; las amigas escritoras de primera fila: Delmis Emilia, de Jesús de Otoro, y Águeda Chávez, de Danlí; mi pariente poeta doña Yazmín López; el experto en epístolas intelectuales, el Dr. Henry David Trejo; el ensayista, en San Pedro Sula, don José D. López Lazo; la periodista Ney Edelmira Reyes; el director de “Plan Internacional en Honduras” para la Ciudad de Gracias, Lempira, el señor don Edgardo Cruz Nolasco; el embajador de Honduras en España don Norman García; varias personas cercanas a la “Alianza Francesa”; el poeta Livio Ramírez; doña Irma Soto (dueña de la “Librería Soto”) que lastimosamente acaba de fallecer; doña Rosario Navarro (de la “Librería Navarro”); empleados y funcionarios de la Cancillería de Honduras; mi hijo César Adonis, a quien le fue imposible estar en el evento; y otras nobles individualidades cuyos nombres me es difícil recordar en este momento, como los colegas de los medios de comunicación masiva. 3) Conviene subrayar las decenas y centenas de personas conocidas y desconocidas, que espontáneamente me han saludado y felicitado, efusivamente, en las calles. En algún momento recordaré sus nombres, tanto de los del correo electrónico, como los espontáneos. 4) En mi discurso oficial pronunciado en la casa del Embajador español, por motivos de tiempo y espacio, tuve que evitar, involuntariamente, los nombres de varios escritores españoles de peso, como José Martínez Ruiz Azorín (de la generación del “noventa y ocho”), y varios poetas de las generaciones del “veintisiete”, y de los años cincuentas. 5) Sería interesante rescatar el discurso verbal del embajador, poeta y prosista don Miguel Albero, quien expresó, entre otras cosas, que SegisfredoInfante era un intelectual completo que escribía “desde el conocimiento”, y no desde la simple información. (Madrugada del 08 de diciembre del año 2016).

Nota: Texto Publicado en la Revista Histórico-Filosófica “Búho del Atardecer” Número Once, Págs. 1-2-3, correspondiente al mes de diciembre del año 2016.

Poemas de José Enrique García

TEOREMA

 En el silencio

Hay un espacio

Que no lo ocupa nada.

En el espacio

Esta la nada como un huésped

Perpetuo de la casa.

Y más allá

De la nada y del espacio

Nosotros

Hacemos el espacio y la nada.  

 

REVELACIÓN

He llegado hasta aquí, estoy en este puedo

Que alguna vez vi en sueños

Juntos a mí se reúnen los días y los caminos.

Que no tuve tiempo de vencer

Una mujer detrás de una ventana

Presiente mi caída.

No puedo ya con este cuerpo

Este final que está al comienzo,

Sin saberlo, me fueron tejiendo

Con los días.

Hay quien, en algún lugar,

Que aguarda para darme el golpe último,

Un muro de miradas, que no veo,

Me rodea por dentro,

Todas las manos terminan por cerrarse.

 

 

La obra de Salomé Ureña -Logos como vida-

Por Ofelia Berrido

  La poeta nació a mediados del siglo XIX en un tiempo que arrastraba  el  descalabro  del esfuerzo de la clase esclavista.   Salomé circulaba por los mundos de las ideas libertarias y su familia y amigos  eran defensores de la abolición de la esclavitud y del espíritu libertario que bullía en el corazón de los dominicanos.   La escritora vivió un período de fogosidad plena y pasión libertaria en ebullición.  La presión de la época  producía en ella la turbulencia necesaria  para igualar las energías y evaporar las presiones con poesía patriótica, versos musicales y tiernos acerca de  sus hijos y versos sobre la desesperación que brinda la soledad de alma en necesidad de la compañía que solo el ser amado puede brindar…

Esta poeta, madre entregada y educadora, agració a la patria no solo con su obra sino con hijos ejemplares.  Fue ella quien dio a luz y entregó a la patria al gran humanista de América,  Pedro Henríquez Ureña.  Pocas madres impactan a  sus hijos como lo hizo Salome, pocas madres tienen hijos tan destacados como los tuvo ella, pero es que la educación personalizada, el roce con los grandes intelectuales de su época marcó sus mentes y los predispuso a un quehacer disciplinado, al estudio y preocupación por lo que pasaba en el mundo.

Conviene destacar que hay una dualidad incontrovertible en su obra: patria y  familia.   ¿Pero qué es la familia sino la patria del alma?; ¿qué es la patria sino el hogar de la familia?; ¿qué es la familia sino la mínima unidad de la patria? Una y otra se complementan, nutren y convierten en inseparables y sustentan el imperativo: educación y  libertad para el desarrollo de una nueva patria.

En verdad, Salomé fue una revolucionaria que impacto,  junto a Eugenio María de Hostos,  la educación poniendo en contacto  a la mujer dominicana  con un pensamiento transformador: el positivismo    -científico en su base-  matizado por un  humanismo propio de la visión de esta gente única.  Fue esta extraordinaria mujer quien entregó al mundo el alma única de nuestro  Pedro Henríquez Ureña. Fue ella ejemplo de temple y perseverancia  aún  en las peores condiciones.  En su poema la  “La luz” canta no como madre individual sino como madre colectiva…

“¡Cuántas victorias altas/el destino te guarda, Patria mía/si con firme valor la cumbre asaltas/Escúchame y porfía/escucha una vez más/ oye ferviente/la palabra de amor que nunca miente/yo soy la voz que canta/del polvo removiendo tus memorias/el himno que a tus triunfos se adelanta/el eco de tus glorias/No desmayes, no cejes/ sigue, avanza!/ ¡tuya del porvenir es la esperanza!”.

La obra de Salomé Ureña no está aislada: Hay un conjunto propio de su tiempo; un romanticismo e ideas libertarias que la nutren y un conjunto íntimo y  propio  que la explica y justifica.  La cantora retoma su propia existencia  una y otra vez en su poesía. Su vida como entidad poética  manifiesta  es intimista.  Crea una poesía  circular sin fragmentación alguna: Su poesía empieza y termina en el mismo tema, en el mismo ambiente y en el mismo tipo de dialogo. Salome y un yo genuino, que se expresa desde los sentimientos más profundos, sin reservas, un yo verdaderamente expansivo dentro de sus propios límites, paradoja manifiesta en su estilo.  Salomé emociona  cuando su poesía se inflama, ruega, entristece, se impacienta para luego,  elevarse, volverse valiente, incitar a  lo inanimado a cobrar vida, enfrentar al opresor y convertirse el Patria libre.

La  poeta parece haber hecho un pacto autobiográfico con la lírica.  Se trata de una auto poesía y esta valoración surge cuando recuerdo la tesis doctoral de Vicent Colonna, discípulo de G. Genette, titulada:  L’aufiction.  Essai sur la fictionalisation de soi en litterature.  Acá,  lo aplico a la poesía, la realización de la poesía del sí mismo en la literatura.

Salomé su identidad y su obra: Dualidad inseparable, referencialidad autobiográfica, poesía  como vía de la  figuración poética del yo reflexivo convertido en imágenes  como si la poesía surgiera como necesidad de sacar aquello que bulle dentro de ella como dolor o exaltación.

El Yo poético-reflexivo de Salomé Ureña de Henríquez; el  Yo patriótico, el  de la esposa solitaria o mujer enamorada; el de madre, el  de educadora: voces que se manifiestan y expanden en la poesía de Salome.  Su poesía no solo apela a la razón, como positivista que fue, sino a los sentidos y al corazón  porque surge de un estado general del espíritu y de la situación de una época que concita,  conmueve y provoca.

La poeta expuso los sentimientos de su tiempo, el apremio de libertad y la necesidad de la mujer de expresarse y prepararse para los cambios sociales de  las  sociedades nacientes.  Su poesía refleja las peculiaridades de la época que la vio nacer, las de su nación y de su vida.

 

 

Discurso sobre la premiación de Federico Gratereaux

Pedro Vergés y José Alcántara Almánzar

Por Pedro Vergés

27 han sido hasta ahora los escritores que han recibido el Premio Nacional de Literatura. Los que hemos tenido la suerte de haber sido testigos de cada una de las entregas del galardón desde aquel ya lejano 1990, en que resultaron seleccionados Juan Bosch y Joaquín Balaguer, sentimos hoy el íntimo regocijo de asistir a la vigésimosexta (porque en el 90 se trató de una ex aequo y en el 91 no hubo entrega alguna), que le corresponde a nuestro, por tantas razones, admirado Federico Henríquez Gratereaux.

La Fundación Corripio, que patrocina el galardón (en un magnífico ejemplo de lo que puede la alianza con el sector privado en el plano de la cultura), tiene motivos para sentirse satisfecha de hacerlo y el Ministerio de Cultura los suyos para enorgullecerse por haberlo mantenido durante más de veinte años, aquí donde parece que no duran las cosas.

En esta ocasión, y de común acuerdo, la Fundación Corripio y el Ministerio de Cultura hemos hecho un esfuerzo para mejorar la convocatoria y hemos enriquecido la composición del jurado con la incorporación de la Academia Dominicana de la Lengua, que no podía faltar en un premio como este. También hemos especificado con más precisión las normas de su funcionamiento, que nos permiten ahora tener una participación directa en la decisión final de los señores rectores de cada una de las universidades que junto a la Academia lo constituyen.

En el Ministerio de Cultura somos conscientes de la responsabilidad que conlleva la aplicación de las políticas culturales del Estado y, por consiguiente, extremadamente cuidadosos de sus más mínimos detalles. Quiero decir que les concedemos tanta importancia a la elaboración de nuestros grandes programas como a las convocatorias de nuestros concursos, tan descuidadas durante tantos años.

En el caso que nos ocupa, por fortuna, no hemos estado solos. Hemos contado con la colaboración de la Fundación Corripio, nuestro compañero de viaje y, por qué no decirlo, de aventura, a cuyos componentes, en la persona de su presidente, don Pepín Corripio, quiero testimoniarle mi agradecimiento y el de los que comparten conmigo el trabajo de nuestra institución.

La premiación de Federico Henríquez Gratereaux obedece, en gran medida, y por primera vez, a ese renovado criterio. Surge de una valoración que, sin desmerecimiento para las anteriores (hechas todas con una seriedad indiscutible), tiene el valor añadido de un más rico contraste de opiniones y, por esa razón, de una mucho mayor amplitud de miras.

Dicho eso, que es cuanto me corresponde en esta noche, deseo que se me permita añadir dos o tres frases sobre el galardonado.

Quisiera decir que admiro a Federico Henríquez Gratereaux, que le tengo cariño y respeto y que lo considero un dominicano cabal y un hombre decente y bueno.

Quisiera decir que a dominicanos de su estatura no deberíamos dejar que nos pasen por el lado sin prestarles al menos un poco de atención.

Quisiera decir que, cuando Federico Henríquez Gratereaux dice algo, conviene que lo escuchemos bien, aunque sea para contradecirlo, porque es difícil encontrar, en el nuestro o en cualquier otro medio, hombres de su estatura intelectual, de su probidad y de su formación.

Quisiera decir que me siento orgulloso de haberlo conocido y de haber compartido (tardíamente, por desgracia) tantos buenos y elevados momentos con él.

Quisiera decir que se ha ganado un premio que se merece tanto como el que más y, desde luego, mucho más que muchos.

Quisiera decir que ha dado en el clavo en no pocas de sus opiniones sobre nosotros mismos y que eso ya es bastante.

Espero que lo sea para ustedes también.

Muchas gracias.

Publicado el: 25 febrero, 2017/ Pedro Vergés

 

Por José Alcántara Almánzar

Ante todo, permítanme agradecerles su grata presencia en este solemne acto de premiación. En nombre de la Fundación Corripio Incorporada, que preside don José Luis Corripio Estrada, de su familia y los demás miembros de la fundación, debo expresar nuestra gratitud a los distinguidos miembros del jurado y al comité de preselección que con tanto rigor y esmero han hecho posible la elección de don Federico Henríquez Gratereaux como Premio Nacional de Literatura 2017, coronando así su dedicación al cultivo de las letras y a la intelección de nuestra «identidad», término asaz complejo e inasible como pocos, y que ha motivado estudios muy diversos entre nuestros más importantes pensadores, como lo prueban las obras más divulgadas de don Américo Lugo, el doctor Francisco Moscoso Puello y el historiador Manuel Arturo Peña Batlle, para solo citar a tres de los más connotados intelectuales del siglo pasado.

Estimo conveniente resaltar que a partir de este año, siguiendo las directrices del nuevo decreto presidencial que regula el Premio Nacional de Literatura, este queda fortalecido con la participación de un comité de preselección cuya labor no es otra que la de «contribuir con su calidad profesional a resaltar el valor de los posibles candidatos para ser tomados en consideración por el jurado calificador», es decir, a través de recomendaciones oportunas que no obligan a este ni lo condicionan a una decisión en particular. Asimismo, la inclusión de la Academia Dominicana de la Lengua en el jurado de premiación viene a garantizar, por su autoridad intelectual y ética, un mayor peso en el veredicto de cada año.

La Fundación Corripio se siente muy complacida de que el máximo galardón que se confiere en nuestro país a un hombre o mujer de letras haya recaído este año en Federico Henríquez Gratereaux, un intelectual de múltiples facetas: el periodismo, el ensayo, la narrativa; un escritor de altos quilates, dueño de una prosa cultivada y elegante; un infatigable comunicador cuyos méritos se acrecientan cuando comprobamos que para él lo más importante ha sido escribir y reflexionar acerca de la idiosincrasia nacional, sus caracteres y vicisitudes. Pero sobre todo, porque me consta que nunca anduvo detrás de este premio, pues siempre permaneció a prudencial distancia de los jueces, en una encomiable actitud, y por mantenerse al margen de los intrincados caminos para obtener al galardón.

Tengo muy presente que no me corresponde hacer esta noche la semblanza del escritor, pero quiero aprovechar la oportunidad que me ofrece esta breve salutación, para decir que de todo lo que ha escrito durante décadas, desde que obtuvo el Premio Anual de Ensayo con «La feria de las ideas» (1979), siempre he admirado en él su paciente búsqueda de aquellos rasgos que configuran un perfil de la «dominicanidad», ese concepto que hoy cobra mayor significado que en cualquier época anterior por su heterogénea y conflictiva naturaleza, y que inevitablemente nos retrotrae al siglo XVII, cuando fray Juan Vásquez escribió su inquietante quintilla:

«Ayer español nací

A la tarde fui francés

A la noche etíope fui

Hoy dicen que soy inglés

No sé qué será de mí».

Estoy seguro de que este importante galardón dará nuevas motivaciones a Federico Henríquez Gratereaux para continuar, lanza en ristre, la indagación de nuestras esencias. ¡Enhorabuena!

Muchas gracias.