Acotaciones a un glosario de mística: sustancia y sentido del simbolismo divino

Por Bruno Rosario Candelier

Intuición mística del sentido

La mística es el cultivo de la conciencia espiritual centrada en la búsqueda de lo divino. En su condición de disciplina interior, se inspira en el amor a Dios y sus criaturas y genera un estado de conciencia cuya vivencia supera el nivel de la sensorialidad y, aunque es un conocimiento que va más allá de lo racional, no es un hallazgo de la razón ni un raciocinio de la lógica, sino la intuición de una Presencia invisible sentida como “real” mediante la vivencia de un vínculo entrañable de unión divina. Esa vivencia de lo sagrado es fruto de la inteligencia mística, que san Juan de la Cruz apreciaba como el más alto desarrollo de la conciencia trascendente cuyo despliegue cognitivo, imaginativo, afectivo y espiritual entraña una comunión mística con la Divinidad.

Para elaborar un diccionario de términos místicos, hay que saber lo que es la mística, sin confundirla con la religión, ni con la metafísica ni con el mito. La mística entraña, como búsqueda de lo divino, una contemplación hacia adentro, hacia la esencia del ser, hacia el Centro creador e inspirador de todo, hacia el Misterio que arroba y anonada. Mediante el Logos de la conciencia y el instrumental de la palabra, el contemplativo transita el fuero interior de fenómenos y cosas para internarse en el ámbito superior de la trascendencia con el fin de hacer, de la realidad estética, metafísica y mística, el cauce de una visión iluminada con hondo sentido trascendente. La mística es la disciplina de la conciencia centrada en la búsqueda de lo Absoluto y el sentimiento de lo divino inspirado en el amor a Dios y sus criaturas.

Como cultivo del espíritu, cauce de la vocación contemplativa y tendencia de la sensibilidad trascendente, la mística aborda la dimensión espiritual de la palabra con el sentido profundo que la embarga. Ese rasgo semántico justifica la confección de un diccionario de mística con un glosario de voces vinculadas al cultivo, el estudio y la vivencia del más hondo sentimiento espiritual de la conciencia humana en su vínculo con lo divino a la luz de la contemplación de lo viviente, según las diversas tendencias espirituales de las diferentes confesiones religiosas y culturas. Y en tal virtud, se definen las palabras con tres enfoques específicos: 1. Nivel léxico y semántico del vocablo seleccionado (descripción básica). 2. Fundamento místico del concepto (interpretación de lo divino). 3. Ilustración literaria (ejemplificación con textos de ensayo, poesía o ficción).

Tras la explicación básica o el comentario pertinente, las entradas se ilustran con ejemplos de textos alusivos a la referencia mística de la palabra clave. Se trata de un diccionario especializado, por lo cual se aplican criterios lexicográficos afines a la disciplina espiritual que lo sustenta.

La filosofía, la literatura y la mística son las grandes disciplinas intelectuales, estéticas y espirituales que dan un sentido trascendente a la vida y a la alta cultura. La filosofía enseña el amor a la verdad; la literatura, el sentido de la belleza; y la mística, la vivencia de lo divino mediante principios, ideales y virtudes, cuyas expresiones idiomáticas, en términos precisos, edificantes y luminosos, convierten la connotación mística de la palabra en fuente de la verdad, la belleza y el bien. Místico no es el que habla de Dios, ni siquiera el que busca a Dios, sino el que siente a Dios, ve su huella en todo lo viviente y experimenta una llama de amor viva. Mística no es solo la palabra que alude a Dios sino la disciplina que lo convoca en su irradiación espiritual concurrente. Y creador místico no es quien explora el sentido, sino aquel que sabe ver, en cada rincón del mundo, la presencia de lo divino mismo. Si la belleza culmina en el sentimiento de lo divino, el cultivo de la mística postula una incardinación, desde la palabra y con la palabra, en una virtual correspondencia sagrada.

Para el creador sensible a la trascendencia, todas las cosas tienen una connotación espiritual que descubre cuando halla la onda sutil de lo divino. Encontrar la palabra mágica es sintonizar la faceta mística de lo viviente y descubrir el fascinante encanto de la Creación a la luz de la presencia divina.

La mística encarna el más alto grado del sentido espiritual del Logos. Sabemos que Heráclito de Éfeso, cuando concibió el Logos para consignar la fuente del sonido con sentido, atribuyó a ese peculiar vocablo una energía divina. De ahí que el Logos asume y expresa la energía interior de la conciencia con una onda de comprensión, sabiduría y amor. En su veta formal y conceptual expresa el caudal de belleza sublime, irradiación metafísica y de sentido místico. La fragua de su luz y la onda de su aliento atizan la creación mitopoética, metafísica y teopática con la valoración mística de lo viviente.

Ya los antiguos pensadores presocráticos, entre ellos Heráclito, Leucipo y Pitágoras, entendían que en su condición de Logos, la palabra encauza una triple expresión figurativa: la palabra simple, con su sentido básico; la palabra compleja, con su vertiente metafísica; y la palabra simbólica, con su connotación mística. La filosofía, la literatura y la espiritualidad abordarían la dimensión profunda del decir hondo, traslaticio y sugerente de la palabra. Por eso José Lezama Lima escribió: “El signo expresa pero no se desnuda en la expresión.  El signo, pasado a la expresión, hace que la letra siempre tenga espíritu. En el signo hay siempre como la impulsión que lo agita y el desciframiento consecuente. En el signo hay siempre un pneuma que lo impulsa y un desciframiento, en la sentencia, que lo resume. En el signo queda siempre el conjuro del gesto. El signo tiene siempre la suficiente potencia para recorrer la sentencia, su espacio asignado. La potencia actuando sobre la materia para engendrar la forma y el sentido” (1). Spíritus, pneuma o ruah, hay un soplo, un aliento o un aire divino que conforma el Logos, Verbo o Palabra. De ahí la justificación de un diccionario de términos místicos.

 Fragua de la vivencia mística

 El místico alemán Jacob Böhme sostenía que el Universo es un Logos en cuya virtud las cosas hablan y sugieren lo que significan en un lenguaje cifrado y secreto como si se tratara de un idioma especial dirigido a los que tienen desarrollada su sensibilidad trascendente. Se trata de una gracia singular para captar la revelación del misterio mediante la inteligencia mística, la empatía divina y la iluminación de la llama sagrada. A pesar de la condición inefable del fenómeno místico, desde siempre los iluminados han dicho que no hay un lenguaje capaz de verbalizar la experiencia arrobadora, pero todos los místicos que en el mundo han sido han hallado la manera de plasmar esa vivencia inefable. En una de sus cartas a los Corintios, Pablo de Tarso hablaba de un hombre que “fue arrebatado al Paraíso y oyó palabras inefables que el hombre no puede decir” (2). Esas palabras inefables son las que conforman la sustancia de la irradiación mística, canalizada en imágenes, destellos, ondas, visiones y voces con su hondura intangible.

A la sensibilidad mística llegan irradiaciones y señales del Cosmos con las variopintas manifestaciones de dichos fenómenos en sus respectivos efluvios y revelaciones. Todos estamos conectados en las redes operativas del Universo y formamos parte de la Totalidad, pues como se ha dicho desde antiguo, todo viene del Todo y todo vuelve al Todo, como enseña la mística y certifica la física cuántica, en cuya virtud estamos integrados a la esencia cósmica desde nuestra circunstancia específica. De igual manera, recibimos influjos de la realidad circundante y de nuestro interior profundo. Hay también un influjo permanente de la memoria universal ya que nuestra memoria individual se conecta con la fuente de la sabiduría atesorada en la memoria cósmica, a la que he llamado Numen. Y ese influjo a menudo no se comprende, comenzando por la incidencia de la misma tierra que emite unos fluidos a cuyo través opera el aliento telúrico que inyecta a nuestra sensibilidad un efecto singular cuya energía penetra en nuestra conciencia.

En su contacto con el mundo el místico experimenta un estado de contemplación, indispensable para vivir el misterio de la Creación y el sentido de hechos, fenómenos y cosas. Todo tiene una dimensión interna y mística que la intuición percibe y el lenguaje expresa en forma estética, simbólica y mística. La faceta mística de lo viviente que atrapa la sensibilidad trascendente es una expresión del vínculo de lo natural con lo sobrenatural, de lo humano con lo divino, que la palabra formaliza en su peculiar lenguaje.   La vida interior de la conciencia, en su manifestación estética o espiritual, es una clara evidencia de la potencia creadora del Logos. Lenguaje y conciencia hacen posible la intuición del sentido espiritual de lo viviente. Y la palabra nos auxilia para formalizar nuestras intuiciones y vivencias con el lenguaje discursivo, la forma estética o la creación teopoética.

Ante el esplendor de lo viviente la persona experimenta una emoción que despierta su sensibilidad interior. A los poetas los mueve la dimensión maravillosa de la realidad. Y ya han dicho los místicos, como Francisco de Asís y Karol Wojtyla, que la realidad es más maravillosa que dolorosa. Antes dijo Platón que la belleza culmina en Dios. Por eso la teopoética es una celebración de la Divinidad.

Contenido, forma y sentido de las palabras es lo que enfoca el lexicógrafo. Y si se trata de un glosario especializado, hay que privilegiar la dimensión conceptual, estética o espiritual de su repertorio léxico.

La poesía se basa en la expresión de la belleza. La metafísica se funda en la búsqueda del sentido. Y la mística se inspira en el sentimiento divino que genera el esplendor de lo viviente. Lo que el poeta canta y el metafísico explaya, el místico lo vive y ama, porque el amor fragua la vocación mística que hace de la obra del contemplativo un cauce del ágape infinito.

En tal virtud, el místico vive y expresa la contemplación de la naturaleza, que siente como expresión de lo divino. La emoción de la belleza y el sentido, que canaliza en su expresión estética, encauza una verdad profunda, que comunica en su hondura intangible. El sentimiento de lo divino, que inspira el lenguaje de la lírica teopoética, se funda en una vivencia espiritual que la palabra formaliza en ensayos, pintura, danza, música, teatro, narraciones y poemas.  La pasión de amor sublime, que despliega la sensibilidad del místico, se manifiesta en lo que hace, compone, dibuja o escribe.

El arte de la creación teopoética y su entramado místico canalizado en la palabra, se manifiesta en modalidades operativas: 1. Liberación de los sentidos (físicos y metafísicos) para dejar la mente libre de pensamientos, sentimientos y deseos. 2. Actitud interior de apertura y entrega de sí mismo hasta sentir el espíritu absorbido, por un aliento trascendente. 3. Sentimiento de coparticipación en el alma de lo viviente sintiéndose el contemplativo uno con el Cosmos en un abrazo de amor y de fusión compartida.  4. Sensación de arrebato, bajo la onda de una fuerza superior sentida con suavidad y dulzura en un estado luminoso y placentero. 5. Vivencia espiritual de deificación interior mediante el aurta mística de la unión divina.

El contemplativo siente la necesidad de lo divino. En tal virtud, tiene un alto desarrollo de la sensibilidad trascendente; disfruta la dimensión espiritual de la Creación y mediante el sentimiento de amor sagrado percibe en las cosas naturales una significación o un simbolismo divino. Y asume una actitud consciente y gozosa ante la huella divina en el mundo con un sentido de iluminación mística.

El poeta místico, visionario del fulgor y el sentido espiritual de fenómenos y cosas, está inmerso en una realidad estética, y, mediante el canal de la gracia divina, se inserta en una realidad espiritual. Por eso confluyen en su obra el sentido y el propósito de su creación. La intuición de la dimensión trascendente suele conducir a la valoración de lo divino. Al descubrir el orden de las cosas, Pitágoras intuyó el ordenamiento del mundo y, por inferencia, al Ordenador del Universo en la armonía de lo viviente. Al sentir el esplendor de lo creado, Tulio Cordero, la más exquisita voz mística de la teopoética dominicana, intuyó el encanto del mundo y al Encantador de lo viviente al que su corazón se inclina con la pasión del amor que atiza sus entrañas.  Con razón escribió Tulio Cordero en “Silogismo infantil”:

“El mar es enorme. / El caracol, pequeño/ mas, en el laberinto del caracol /está toda la sinfonía del mar inmenso. /  Yo, que te contemplo,/ soy solo el caracol de tus misterios”.

Formato de la creación teopoética

El problema lingüístico de la lírica mística presenta tres frentes: primero, la dimensión espiritual de la vivencia contemplativa, complica el contenido trascendente de ese estadio singular de la conciencia; segundo, la condición inefable de la experiencia extática, que se vuelve incomunicable y por tanto indescriptible; y tercero, la connotación interior del fenómeno místico, que en principio es personal, individual e intransferible.

La experiencia mística comporta un fenómeno de conciencia en el que el yo del sujeto trasciende los límites de la experiencia ordinaria y el lenguaje lógico es inadecuado para traducir conceptualmente las vivencias de ese estado espiritual. La lírica mística salvó parcialmente la cuestión con la creación de un código lingüístico mediante el cual el sujeto contemplativo puede canalizar estética y espiritualmente lo que experimenta su mente en ese estadio singular de la conciencia expandida. La lírica mística presenta un cauce espiritual que ha hecho posible la creación y la expresión del aliento creador inspirado en esas vivencias singulares y ese conducto ha hecho que el alma se desborde en expresión de gozo y la voz lírica del contemplativo irrumpa con el tono jocundo del júbilo místico.

El lenguaje literario es la herramienta que da forma al contenido de intuiciones y vivencias místicas mediante la creación de imágenes y conceptos para canalizar las peculiares irradiaciones metafísicas y las singulares vivencias espirituales en conexión con el ámbito circundante o la vastedad del Universo. Instalado en la realidad de lo viviente, desde su sensibilidad el contemplativo establece una conexión con fenómenos y cosas, al tiempo que convierte la pantalla de la conciencia en antenas receptivas y transmisoras de mensajes intuidos o revelados, que hacen de los poetas místicos genuinos amanuenses del Espíritu. Y es el lenguaje de la lírica mística, con su caudal de imágenes y símbolos, el canal establecido para incursionar en ese predio restringido de la creación verbal.

Cuenta la madre Magdalena del Espíritu Santo, que admirada por las bellas y profundas palabras del Cántico espiritual de san Juan de la Cruz, le preguntó al iluminado carmelita si Dios le daba “las hermosas palabras que comprendían y adornaban” su hermoso decir, a lo que el poeta abulense le contestó: “Hija, unas veces me las da Dios, y otras las busco yo” (3). Afirma san Juan de la Cruz que la “sabiduría espiritual” está al alcance del alma: “(…) y esta es la causa por que Dios le da las visiones, formas, imágenes y las demás noticias sensitivas e inteligibles espirituales; no porque no quisiera Dios darle luego en el primer acto la sabiduría del espíritu, si los dos extremos, cuales son humano y divino, sentido y espíritu, de vía ordinaria pudieran convenir y juntarse con un solo acto” (4). Para expresar el estado interior de la emoción estética y la peculiar naturaleza de la fruición espiritual de la vivencia mística la persona crea, mediante el concurso de la intuición, la imaginación y la memoria, el lenguaje simbólico de la lírica mística.

El lenguaje de la mística tiene tres atributos distintivos: la llama de Eros; el cauce de los símbolos; y el don de la gracia divina. El amor que alienta la lírica mística es un amor incólume, sagrado y divino; la vía simbólica es la única manera de canalizar la vivencia inefable de la mística; y la gracia divina es la onda superior y trascendente que impregna el alma del contemplativo de su virtualidad interior.

La confluencia de sensaciones y emociones, en su expresión estética y simbólica, genera el brote de la creación verbal en la lírica mística. Por eso el místico se siente poseído por la magia de la creación, y su corazón se impregna de luz, sabiduría y amor. Al respecto escribió Luce López-Baralt: “A pesar de que comprenden que su desesperado intento comunicativo será en vano, los místicos han intentado sin embargo sugerir algo de su trance teopático, sirviéndose de unas desconsoladas aproximaciones simbólicas que resultan igualmente enigmáticas en cualquier época y en cualquier lengua: el Todo y la Nada, el mísero cuerpo de arcilla que sin embargo contiene todas las esferas del Universo; ´la música callada´ y ´la soledad sonora´ de san Juan de la Cruz; el ´rayo de tiniebla´ del Pseudo Dionisio Areopagita; la ´luz negra´ de Simnani; ´la noche luminosa´ y ´el mediodía oscuro´ de Sabastari; la ´esfera cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna´ y el Aleph circular en el que Borges vio el Universo entero, y a sí mismo…” (5).

Aun cuando cada una de las confesiones religiosas tiene sus contemplativos, los místicos de todas las lenguas y culturas, en virtud del postulado esencial de la mística, viven la llama teopática al margen de los cánones de sus respectivas persuasiones religiosas y comparten la dimensión sagrada de la vivencia estética y la experiencia extática bajo la llama sutil de la gracia transformante. En ese sentido el santo poeta de Ávila escribió en el prólogo al Cántico espiritual: “Por haberse, pues, estas canciones compuesto en amor de abundante inteligencia mística, no se podrán declarar al justo, ni mi intento será tal, sino sólo dar alguna luz en general […].Y esto tengo por mejor, porque los dichos de amor es mejor dexarlos en su anchura, para que cada uno de ellos se aproveche según su modo y caudal de espíritu, que abreviarlos a un sentido a que no se acomode todo paladar”(6).

Dios tiene reservado a cada uno el camino para sentir su presencia, y cada uno ha de hallar, a su debido tiempo y el cauce apropiado, la ruta que el destino le tiene reservado. Con el don de la vida, la dotación del Logos y la gracia del amor, se reciben las condiciones materiales y espirituales para cumplimentar la hermosa, fecunda y luminosa tarea de la creación.

Cuando entran en contacto con su interior profundo o con el alma de las cosas, los contemplativos tienen profundas intuiciones de la realidad o singulares revelaciones de la trascendencia, y entre las intuiciones descubren que: 1. Tienen un sentido místico para apreciar la dimensión sagrada del mundo. 2. Reconocen la realidad misteriosa y trascendente que es superior a su propia realidad. 3. Descubren el vínculo profundo entre la naturaleza humana y la divina mediante los efluvios de la Realidad Trascendente. 4. Perciben la herencia espiritual subyacente en la propia vida y en el costado del mundo en conexión con el destino final que a todos nos aguarda. 5. Asumen la unión mística como el más alto estadio del desarrollo espiritual de la conciencia humana.

En este diccionario ponderamos la huella espiritual de las obras de los poetas místicos que nos sirven de modelo. Plutarco, el antiguo educador romano, en La deidad personal de Sócrates, advirtió que existía un idioma especial para los poetas: “De hecho, [existen] las ideas de cada quien, expresadas a través del medio de la voz que sentimos en la oscuridad para entenderlas, que las ideas de las deidades traen luz con ellas por lo que iluminan a quienes las perciben. Las ideas de las deidades no necesitan verbo ni nombres: éstos pertenecen a las relaciones humanas que permiten que la gente vea las imágenes y los reflejos de las ideas; mas, las únicas personas que entienden las ideas en sí son aquellas -como dije-  que admiten una luz divina particular” (7). Esa “luz divina”, que funda la inteligencia mística, alienta el pneuma de los griegos o el ruah de los hebreos, para entender el signo con su forma y su sentido, que el lenguaje de la mística formaliza en la creación teopoética, por lo cual Heráclito de Éfeso, cuando concibió el Logos, intuyó la “energía sagrada” inherente a la Idea que la palabra encarna y expresa.

La mística, la más entrañable de las tendencias del espíritu, halla su cabal expresión estética en las formas poéticas, musicales, pictóricas, danzantes o arquitectónicas. El sentimiento místico genera una conciencia intuitiva de lo Absoluto y, en tal virtud, presiente la huella divina en el mundo. Permite sentir la “llama de amor divino” y, en algunos casos, el éxtasis contemplativo.

La potencia creadora del Logos, al tiempo que es cauce de la intuición, es también medio de conexión con lo divino. El lenguaje simbólico, como canal de la intuición y herramienta de la conciencia, empalma la expresión de lo inefable y la potencia creadora de la sensibilidad. El lenguaje reclama las palabras adecuadas y la manera más auténtica para describir esa realidad inexplicable y misteriosa que solo desde la esencia divina se puede explicar. Cuando se piensa en el lenguaje de la mística sabemos que todo el Universo es lenguaje, porque todo lo viviente está insuflado de una onda mística, y todo el Universo es un símbolo de lo divino.

Lo mismo el ensayo discursivo, la valoración crítica o la creación poética de inspiración mística proceden de una sensibilidad abierta a la dimensión profunda de la Realidad Trascendente. La creación estética y espiritual inspirada en la mística tiene una singular connotación que las palabras expresan, encauzan y sugieren en su configuración léxica, semántica y simbólica. La lírica lo expresa mejor con sus imágenes sugerentes: Agua y fuego/voz y llama/lumbre y aire/ bajo el alero de Su gracia./La magia no siempre fluye afuera/ si el fulgor rutila con su encanto/Dondequiera hay vestigios del Paraíso. 

Bruno Rosario Candelier
Academia Dominicana de la Lengua
Santo Domingo, 16 de mayo de 2017.

Notas:

1. José Lezama Lima, Las eras imaginarias, Madrid, Fundamentos, 1971, p. 22.

2. Carta de san Pablo a los Corintios (II Cor, 12, 4).

3. Cfr. Madre Magdalena del Espíritu Santo, “Relación de la vida de san Juan de la Cruz”, en P. Silverio de Santa Teresa, Obras de san Juan de la Cruz, Burgos, 1929, T. I, Apéndice V, p. 325. V. Vida y obras de san Juan de la Cruz, Madrid, BAC, 1960, p. 186.

4. San Juan de la Cruz, Obra completa, Madrid, Alianza Editorial, Edición de Luce López–Baralt y Eulogio Pacho, 1999, T. I, p.233.

5. Luce López-Baralt, Prólogo a san Juan de la Cruz, en Obra completa, p. 12.

6. San Juan de la Cruz, Prólogo al Cántico espiritual, 7.

7. En Fredo Arias de la Canal, Antología de la poesía cósmica de Marta de Arévalo, México, Frente de Afirmación Hispanista, 2003, p. VII.

 

Naras, *reputacional, cause/cauce, luz/copar, verás/veraz

NARAS

¿Nunca ha oído la palabra naras? Lamento decirle que entonces usted no es dominicano. No hay que ser tan viejo para haber oído a alguien mencionar las naras.

No hay que sorprenderse si la voz nara lleva siempre esa ese /s/ que se le ha colocado al final. Casi siempre se refiere a las naras porque rara vez alguien se refiere solo a una nara. Eso se desprende del origen del vocablo nara.

Las naras tienen que ver con las narinas. Las narinas son los orificios externos de la nariz. Esa parte conocida también con el nombre de ventana. Esa última denominación obedece a la función que desempeña en el cuerpo humano. Permite la entrada de aire, de la misma forma que lo hacen las aberturas que se dejan en las paredes de los edificios para permitir la entrada de luz y aire. En el caso de las naras es solo por aquello del aire.

Las naras son las narices. Quizá este nombre obedece también a ahorrar energía y tiempo con el acortamiento del nombre del órgano cuyos orificios comunican con el aparato respiratorio.

Esta voz no se ha encontrado  en los lexicones del español dominicano. Hay que tomarla en consideración para incorporarla cuando se proceda a elaborar una actualización de los repertorios de voces de uso de los hablantes dominicanos.

 

*REPUTACIONAL

“. . .ante el inminente riesgo legal y REPUTACIONAL, que pone en peligro. . .”

La voz del título no es moneda común en el léxico de los hablantes del español corriente. Si es de escaso uso en el lenguaje de los hablantes de español, menos lo es en el español escrito.

El desfavor que se muestra acerca del empleo de esa palabra es porque no se ha ganado aún un puesto en ninguno de los lexicones que se consultan para estos escritos.

La voz existe porque alguien ya la usó. Solo el tiempo dirá si tiene buena fortuna y en algunos años gana suficiente prestigio para imponerse. Por la terminación puede decirse que es un adjetivo formado sobre el sustantivo reputación.

Este *reputacional tiene relación con el renombre, prestigio, consideración que son sinónimos -o equivalentes- de reputación. La última palabra se tomó del latín, derivada de reputatioonis que entre otros significados en esa lengua correspondía a consideración. Se refiere a la honorabilidad moral y celebridad de una persona. Es la opinión que las personas se forman de alguien.

No hay que devanarse los sesos para dar con el origen del adjetivo criticado en esta sección. Proviene de la lengua inglesa, reputational. Es muy probable que la persona que escribió la frase que se transcribió más arriba sea versada en inglés y que como resultado de lecturas en esa lengua se le haya quedado en la memoria la voz que introdujo en la frase citada.

Esta voz podría abreviar los giros que se emplean para dar a entender la cualidad de la reputación en español, pero no todas las voces extranjeras que se parecen a las españolas pueden ganar terreno en la lengua común. Es mejor evitar esta voz.

 

CAUSE – CAUCE

“. . .se sancionarán las empresas que tiran sus vertidos a estos CAUSES. . .”

Es una lástima que luego de colocar en la frase de la cita algunas palabras que no son de uso general en el español dominicano, tales como “tirar” y “vertidos”, hayan errado en la representación gráfica (cauce) de la concavidad del terreno por donde corre una corriente de agua.

En buen dominicano habrían dicho o escrito “botar”, si no, por lo menos “echar” y para esos “vertidos” se habrían conformado con “basura”, que en el mejor de los casos sería “basura industrial”.

El error se desliza en la escritura porque en el español hablado de los hispanoamericanos no se establece la diferencia entre la ese /s/ y la ce /c/ de los dos vocablos del título. Esto con relación al cauce y al cause.

Cause proviene del verbo causar y por la ortografía que tiene corresponde a la primera y a la tercera personas del singular del presente del subjuntivo de ese verbo. Asimismo se usa para “usted” en ese tiempo y modo. Es, además, el imperativo de usted.

El cauce que debió aparecer en la advertencia publicada por el ministerio, es este de la ce /c/ que es el lecho de ríos y arroyos. Es lamentable que en ese ministerio no haya aparecido alguna persona con suficiente sentido ortográfico para reparar el desliz.

No hay que ser un literato o un profundo conocedor de la lengua para saber cuándo debe escribirse una u otra de las palabras del título. La clave para determinar cuál debe usarse en cada caso la dará el contexto, que entre uno y otro serán muy distintos por sus respectivos usos.

 

LUZ – COPAR

“. . .cruzamos estando la LUZ en rojo y que COPAMOS las intersecciones. . .”

Este uso del verbo copar es un empleo diferente del común que los dominicanos comparten con otros países de la América Hispana. El Diccionario del español dominicano (2013) registra la mejor definición para este, “ocupar totalmente algo”. Lo que se pondera aquí es el adverbio totalmente que aprehende muy bien el matiz del copar dominicano.

La luz que aparece en la frase reproducida es una imitación del inglés. Semáforo es el término que representa el dispositivo con luces que sirve para regular el tránsito vehicular en algunas intersecciones.

Esto de llamar “luz” a ese mecanismo ha ganado terreno en el español hablado por lo corta que es esa palabra. Hasta se llega a decir que se “llevaron la luz” sin precisar que violaron la luz roja, y, que no se la robaron Lo que debió aparecer en la frase es, “cruzamos el semáforo estando en rojo”. Se entiende que era la luz roja la que estaba encendida para señalar a los conductores que debían detenerse. Gracias a Dios que no metieron aquí el “fuego rojo” (feu rouge) de los franceses, que es como llaman al semáforo en esa lengua.

 

VERÁS – VERAZ

“. . .quizás tan VERÁS y fuerte como. . .”

La mala (¿?) pronunciación del español latinoamericano sigue causando estragos en el español escrito de este lado del Atlántico.  Las dos palabras del español tienen su legítimo campo de acción en el lenguaje.

Confundir estos dos vocablos refleja muy escasa cultura. El que figura primero, verás, pertenece al verbo ver. El segundo, veraz, es un adjetivo que tiene relación con verdad. Se hace necesario entrar en mayor detalle para despejar las dudas, si es que las hay.

Verás es la segunda persona del singular del futuro simple del modo indicativo del verbo ver, tú verás. Es muy sencillo. Eso es algo que se aprende en la escuela, si no en enseñanza primaria, por lo menos en la intermedia. Si no resultan suficientes estas enseñanzas, se aprende en la escuela secundaria.

El vocablo veraz se aplica a aquello que dice la verdad. O a la cosa que se acomoda exactamente a la verdad. Se dice de la persona o cosa que describe la realidad tal como ella es; o lo que es cierto, verdadero, la verdad. Es el relato que refiere los acontecimientos sin modificarlos, sin alterarlos.

Añadir mayores comentarios sería enredar el asunto.

© 2017, Roberto E. Guzmán.

Horqueta, rankear, mesías/mecías, aparecer

HORQUETA

Es natural que algunas palabras escapen al inventario de los diccionarios. Algunas de ellas permanecen fuera de los lexicones porque son de escaso uso cuando estos se elaboran. En otros casos quedan al margen porque no hay de ellas rastro escrito de la utilización caída en desuso.

La palabra horqueta tiene sus significados usuales que se consignan en los diccionarios del español común. Esta sección no se relaciona con el uso generalizado, sino con uno que pertenece al ámbito rural, que está asentado en el Diccionario de americanismos (2010).

Esa horqueta no aparece en los diccionarios de dominicanismos o del español dominicano que se han imprimido hasta el presente. En el diccionario mentado en el párrafo anterior tampoco consta la mención de la República Dominicana como uno de los países en los que se utiliza la palabra.

La horqueta en cuestión son esos tres trozos de madera que pueden verse en los campos, colocados en forma de triángulo alrededor del cuello de los chivos. Se mantiene viva en la memoria la imagen de la horqueta cuyos palos son amarrados de manera rudimentaria con soga de pita, es decir, sin tornillos. En el habla rural enuncian esa horqueta con una hache aspirada y termina en tanto joqueta, sin pronunciar la erre.

El Diccionario de americanismos define la horqueta como, “Conjunto de tres palos que se colocan en forma de triángulo en el pescuezo a un animal vacuno para evitar que traspase cercados”. El Diccionario histórico del español de Costa Rica (1995:85) es más explícito al respecto de la horqueta, “Tres palos en forma de triángulo que se pone al cuello del animal inquieto, con el fin de impedirle pasar cercados o hacer daños en otras propiedades”. De ese modo la horqueta está definida por su composición, forma, uso y función.

Tal y como se escribió antes, en República Dominicana se usa mayormente en el ganado caprino porque este es el más dado a violar los límites de su encierro.

Por este medio se deja constancia del uso para que en las ediciones posteriores a esta fecha se subsane la ausencia de esta horqueta de los diccionarios de español dominicano. Así mismo para que se incorpore la República Dominicana a los seis países que se presentan en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias.

 

RANKEAR

“. . .que desde hace más de 20 años RANKEA. . .”

Tan pronto como se lee una voz con una letra /k/ en medio se entiende que es de origen extraño a la lengua española. Muchas palabras que en griego llevaban la letra K pasaron al español con la grafía representada con la letra Q.

El vocablo que motiva este verbo fabricado a la ligera procede del inglés, en esa lengua es to rank. Llevado al español ese verbo corresponde a clasificar, ordenar. En algunos casos puede traducirse por “ocupar un lugar” que refleja muy bien la idea que expone el inglés.

A veces el uso introduce y establece en el seno de la lengua española palabras que pertenecen a otras lenguas. A las autoridades encargadas de velar por la lengua no les queda otra opción que reconocerlas. Eso que se acaba de escribir es lo que ha sucedido con la voz ranking del inglés que consta en el Diccionario de la lengua española (2014) de la Asociación de Academias de la Lengua Española.

A la voz del inglés ranking se le ha reconocido en español el valor de “clasificación de mayor a menor, útil para establecer criterios de valoración”. Ahí aparece la palabra clave, clasificación, que cuando se trata del verbo se identifica con clasificar u ordenar.

 

MESÍAS – MECÍAS

“. . .falsos MECÍAS con su. . .”

No es una broma. Es un extracto sacado de un artículo publicado en la prensa diaria. Este tipo de falla denota una gran pobreza en el nivel educativo del redactor.

En el español latinoamericano las dos palabras del título se pronuncian de la misma manera. No se hace diferencia alguna al enunciarla. Esta falta (¿?) en la elocución la resuelve el conocimiento previo de la ortografía y el nivel cultural de quien oye, lee o escribe. O en su defecto, el contexto.

Mesías es un sustantivo masculino que designa un personaje bíblico en la religión hebrea. Los cristianos entienden que Jesucristo fue y es el mesías que redime a los hombres. Por extensión se usa para cualquier personaje imaginario o real en quien se confía para solucionar problemas profundos.

Mecías es la segunda persona (tú) del singular del pretérito imperfecto del modo indicativo del verbo mecer, que consiste en mover algo de un lado a otro, movimiento que se hace de modo suave y varias veces. Cuando se trata de un cuerpo este debe mantener la posición de equilibrio durante la acción. Las naves se mecen, así como los bebés.

Existen varios métodos modernos para mejorar la ortografía. El más viejo es leer, con suficiente detenimiento para retener información. Eso no requiere de mucho esfuerzo y el sedimento de la lectura continua se transformará en cultura que redundará en una mejoría de los conocimientos generales.

 

APARECER

“. . .muchas veces a pie porque no APARECÍA para el taxi. . .”

En esta sección se escribirá sobre el verbo aparecer en una acepción que no se ha encontrado en los diccionarios consultados. Como consecuencia de eso se abogará para que se haga un lugar para que esa acepción se registre como un dominicanismo.

Ha de mencionarse desde el inicio que con este significado el verbo se usa casi exclusivamente en sentido negativo, es decir, precedido de una palabra que exprese negación, tal y como se observa en el texto reproducido.

En todos los diccionarios consultados la acepción que más se asemeja a este aparecer es la que se refiere a encontrar. De inmediato hay que destacar que cuando los diccionarios entran en la consideración de “aparecer” con la ayuda del verbo encontrar, se refiere a personas o cosas que estaban perdidas, desaparecidas, extraviadas.

Para no alargar el asunto no se entrará en las explicaciones de las diferentes significaciones que posee el verbo estudiado. Pero en ninguna de ellas se la hace sinónima o equivalente de “tener”.

Para ilustrar el punto por el que se aboga aquí se ofrecerán algunos ejemplos de uso. Una persona puede naturalmente decir, “No aparece dinero con que tomarse unos tragos”. Téngase en cuenta que ese dinero no se ha perdido, extraviado o que se estaba buscando. Lo que sucede en un caso como ese es que no se cuenta con ese dinero. “Iremos al cine si aparece con qué”. Se irá si se dispone de los cuartos para pagar por el billete de entrada.

De los ejemplos y las situaciones que se presentan aquí se deduce que aparecer tiene estrecha relación con “haber o tener una determinada cantidad de dinero, u, otra cosa”.

© 2017, Roberto E. Guzmán.

Tomadura de pelo/tomadera de pelo, importantizar/importantización, hiato – *hiatal, contrapeso/contra peso

TOMADURA DE PELO – TOMADERA DE PELO

“Es una pretensión de TOMADERA de pelo a la sociedad. . .”

La locución sustantiva consagrada por el uso es “tomadura de pelo” que en el lenguaje coloquial se utiliza para burla o broma que se hace a una persona.

Si se mantiene un apego irrestricto a la acepción, existe la posibilidad de que la locución no pueda aceptarse más que para aplicársela a la burla que se hace a una persona; entonces, eso significa que en la cita se ha hecho una extensión al aplicarla “a la sociedad”.

La tomadera de pelo se conoce y usa en Colombia, Venezuela y Ecuador para la “burla repetida”. Es probable que este uso se haya instaurado en esos países por confusión en lugar de tomadura, palabra la última, que no es de uso cotidiano en el habla popular. Los datos para estos países se tomaron del Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias (2010).

El vocablo “tomadera” es empleado y practicado en muchos países de Hispanoamérica con el sentido de “bebedera” o ingestión frecuente de bebidas alcohólicas. Por lo menos nueve países de la América Hispana emplean esta tomadera así y, entre ellos, Colombia y Ecuador que fueron mencionados antes con relación a la locución.

Hay que llamar la atención sobre la particularidad que se detecta en cuanto a la acepción de “tomadera de pelo” que define la burla como una acción “frecuente”, así como frecuente es el hábito de ingerir bebidas alcohólicas en la tomadera. Con este dato se destaca el rasgo lógico del uso que se encuentra en esos países para la locución. Esa “frecuencia” puede ser la diferencia entre la tomadura y la tomadera.

 

IMPORTANTIZAR – IMPORTANTIZACIÓN

“. . .sino como una IMPORTATIZACIÓN de su intención. . .”

La terminación en la forma de crear este verbo, importantizar, revela que las personas que utilizan este verbo y su correspondiente sustantivo son personas de alto nivel académico y cultural.

Los diccionarios elaborados hasta esta fecha no han tenido la oportunidad de pronunciarse acerca del sustantivo, mediante la inclusión de este en sus páginas; sin embargo, con respecto del verbo ya hay rastro.

El diccionario de americanismos de la Asociación de Academias (2010) recogió el uso del verbo en sus páginas. En ese diccionario puede leerse que el verbo pertenece a República Dominicana, esto es, que el único país en cuyo español se usa el verbo es ese. La acepción que asienta el DAA es la siguiente, “Dar importancia a algo o tomarlo en consideración”. Inmediatamente después puede constatarse que pertenece al registro esmerado del español dominicano.

El verbo posee otra acepción consignada en el mismo diccionario, “Potenciar algo. Con la misma referencia en cuanto a quienes utilizan el verbo.

En lo que se refiere al sustantivo importantización, no aparece consignado en los lexicones consultados, aunque puede considerarse como un producto natural del verbo. Algo que desfavorece al sustantivo para el uso frecuente es lo extenso que es. No sería de extrañarse si en una próxima edición del Diccionario del español dominicano (2013) se hace necesario incluir este vocablo.

Tanto el verbo como el sustantivo que se revisan en esta sección por su formación son fáciles de entender aún por aquellas personas que lo oyen por primera vez. Es obvio que ambas palabras tienen relación con “importante”.

 

HIATO – *HIATAL

“. . .luego de ser operada de una hernia HIATAL”.

Desde hace años la voz hiatal aparece en la prensa escrita. No está allí de modo permanente, pero hay circunstancias en las que se hace casi inevitable su uso. La voz hiatal procede -en español- del inglés y, el ámbito en el cual se conoce es la medicina. La dolencia o el problema al cual se refieren se han hecho más comunes; por esta razón se usa en esos escritos con frecuencia.

Se examinará en esta sección la voz hiatal, a la par que se verá la voz hiato que también aparece en el título. Se estudiará la formación de hiatal, y, por último se abogará por su aceptación.

De acuerdo con la Real Academia el vocablo hiato procede del latín, es decir, el origen es el mismo en todas las lenguas indoeuropeas. Ingresó en español hacia el año 1800, conforme lo refiere Corominas en su Breve diccionario etimológico de la lengua castellana (1967:318). Se tomó del latín hiatus, derivado este de hiare “rajarse”, “separarse”. El verbo latín hiare significa bostezar, abrir.  La voz hiatus entró en inglés en el año 1563, nótese la gran diferencia en el tiempo de entrada en relación con el español. En francés lo tomaron en préstamo del latín en el año 1521 con su significado en retórica. Entró en el campo de la anatomía en el siglo XIX. En la última lengua, el adjetivo hiatal(e) es concerniente a un hiato. La hernie hiatale es la hernia del hiatus esofágico.

Lo que en general se llama hernia es una “dislocación de un órgano o tejido fuera de la cavidad donde se encuentra normalmente”, así la define el Gran diccionario Larousse de la lengua española.

La hernia de hiato es la “protrusión de parte del estómago desde la cavidad abdominal al tórax a través del diafragma”. Esa es la definición que asienta la Real Academia en su diccionario mayor. El problema que se presenta es que hiato en anatomía es, según esa corporación, “hendidura, fisura”.

Hasta el momento en que se redactó este artículo, el diccionario que registra el adjetivo hiatal es el Diccionario del español actual (2005:2466). Ahí puede leerse que en medicina se refiere a “[Hernia] de hiato”. En resumidas cuentas lo que hace este lexicón es asentar el uso que se hace de la voz.

Es una lástima que no pueda lograrse acceso a los trabajos que ha realizado la Real Academia con relación a hiatal, pues sería de utilidad leer las razones que ese colegio tiene para no dar entrada a esta voz en su lexicón. Ha de tenerse en cuenta que en el repertorio oficial de la lengua española constan muchos vocablos procedentes de varias lenguas. Algunos de ellos se han aceptado de manera cruda, con o sin modificación de las acepciones de otras palabras similares que constan en ese inventario.

 

CONTRAPESO – CONTRA PESO

“. . .denegándoles a la sociedad su rol de CONTRA PESO. . .”

Una de las “leyes” de las lenguas es la de la economía, es decir, ahorrar energía y espacio. Por esa “ley” es que en todas las lenguas se abrevian palabras, se ahorran espacios. En español hablado se nota una gran economía, sobre todo en la expresión descuidada, que aunque no sea cuidadosa, en la mayoría de los casos no compromete la comunicación. Las fallas las corrige la inteligencia de quien oye.

Contrapeso, en una sola palabra, es la “cosa que se considera y estima suficiente para equilibrar o moderar otra que prepondera o excede”. Así aparece en el diccionario académico. Esto aparte de otras acepciones.

Cuando esa institución define el verbo contrapesar, escribe, “servir de contrapeso a algo”. De la lectura de estas acepciones se hace obvio que tanto el verbo como el sustantivo se escriben en una sola palabra.

Claro, los dos elementos, contra y peso, tienen vida independiente y en otras circunstancias o situaciones pueden utilizarse en el mensaje o discurso.

© 2017, Roberto E. Guzmán.

La voz de Irene Pérez Guerra

Irene Pérez Guerra, lingüista y educadora, goza del reconocimiento que le otorga la posesión de un doctorado en lingüística por la Universidad de Valladolid y la realización de estudios del español dominicano, por lo que mereció un sillón en la Academia Dominicana de la Lengua. De su trato íntimo con el lenguaje descubrió que, desde el hondón de las palabras, así como del sustrato de fenómenos y cosas, refulge la dimensión estética que la energía interior de la conciencia, refrendada por el Logos, encauza y perfila mediante la sustancia de una creación con aliento emocional. De igual manera, la lingüista dominicana atisba, desde el fuero de su intimidad, la faceta de lo viviente que su palabra recrea a través de un decir que fluye como cauce y señal de sus pasiones y vivencias. Y como mujer sensible y consciente, hace uso de la palabra para conformar el caudal de las sensaciones que impactan su sensibilidad y su conciencia. En estos versos dolientes y sencillos de la escritora y académica, que parece escribir bajo el fresco talante de una niña, canaliza su visión de la vida con sorpresa y emoción, dando cuenta del acontecer de lo existente en la expresión lírica, estética y simbólica.

Bruno Rosario Candelier

Poemas de Irene Pérez Guerra

Revelaciones

 

No tengo tiempo

para mirar las pupilas del mundo,

secas están hoy,

con el murmullo muerto

de las palomas que asoman su pesar,

ante el umbral desierto

de esta tierra sin fin.

No despejo los sentidos

para acariciar su destino;

una mañana me hablarán de él,

con despertares sedientos,

con mentiras llenas de azafrán,

con turbulentas maniobras,

de aquellos que azotan eternamente su vivir.

Cuando el viento entra

por el candelero de sus creaciones,

se hunden juntas las tristezas

y se agita con fuerza su esplendor,

se bañan enteras las amapolas

con un baile sin temor.

 

  

Laberinto

 

Cuando el sol termine de lanzar piedras al río,

se me llenarán las pupilas de ti.

Cuando en el amanecer

aparezcan ventanas abiertas,

llenas y apetitosas,

se me colmará el corazón de ti.

Cuando el vendaval abrigue a las moradas desiertas

y deshechas por el pesar de este mundo,

los rincones de mi balcón parecerán henchidos,

y los apretaré todos con la pasión

de saberte al fin desencadenado…

¡Porvenir! infinito de nuestro bien.

 

Dominicanidad, lengua y cultura: perspectivas de un concepto transnacional

Por Rita Díaz Blanco

En el marco del primer congreso internacional celebrado en Alemania en el año 2014, la embajada de este país, en colaboración con la de la República Dominicana, presentó diferentes aspectos de la dominicanidad en artículos de destacados especialistas de distintas nacionalidades. Las ponencias y resultados de las investigaciones fueron recopiladas en el texto que hoy nos ocupa bajo el título Dominicanidad: perspectivas de un concepto (trans-) nacional, por los editores Christine Felbeck y Andre Klump. Esta obra contiene articulistas dominicanos, europeos y estadounidenses que recogen, tanto en inglés como en español, la visión general de una sociedad fruto de un conglomerado cultural complejo. La obra tiene tres subtítulos: Contexto mundial, con seis artículos donde se analizan las proyecciones internacionales del dominicano emigrante; Contexto insular, que recoge cuatro artículos cuyo eje central es la identidad dominicana en relación a la vida del isleño y su relación construida con otros inmigrantes; y Contexto nacional, una recopilación de seis artículos de análisis lingüísticos y artísticos (cine) que explican los variados comportamientos del español dominicano.

Para entender la idiosincrasia dominicana es de suma importancia conocer las raíces de este pueblo mulato, que en su historia rememora la vida armónica de sus aborígenes, quienes a fuerza de trabajo desigual e injusto vieron destruidas sus esperanzas de vida y alterado completamente el equilibrio hasta entonces existente: “Bartolomé de las Casas escribió que existe un reino llamado Maguá en una llanura de esta isla, con montañas alrededor donde nacen casi 30,000 arroyos y ríos, de los cuales doce son extremadamente grandes y todos los que proceden del oeste, que suman casi 20,000, son ricos en oro”(…) “Ahora existen diez ciudades españolas en La Española. Y hasta ahora residían allí casi diez mil españoles. En el año 1508, surgió una tormenta tal que todas las casas en Santo Domingo fueron destruidas, todo el poblado de Buona Ventura quedó patas arriba y muchas personas de la zona fueron elevadas hacia las alturas” (Kramer J., “La española en la Cosmografía de Sebastian Munster”).  En su artículo, Kramer estudia las características principales del Nuevo Mundo ya planteadas por Sebastian Müster, presentándolo como un espacio geográfico que ofrecía para los europeos un atractivo económico, político y natural inigualable. La Española, para la época de la conquista, tenía una exuberante riqueza natural, una división política y administrativa de cacicazgos muy bien definidas: “El un reino se llamaba Maguá, la última sílaba aguda, que quiere decir reino de la Vega. Esta Vega es de las más insignes y admirables cosas del mundo, porque dura ochenta leguas de la mar del Sir a la mar del Norte” (p. 62).  Esta ubicación estratégica identificada por Müster, explica Kramer, obedece a un interés muy marcado y positivo de los europeos en las nuevas tierras descubiertas.

Por otro lado, y bajo el mismo contexto,  Rafael Álvarez Martín y Enrique Sánchez Costa realizan un estudio de las figuras de Juan Bosch y María Zambrano como escritores exiliados de las respectivas dictaduras de sus países. Tanto Bosch como Zambrano, profundos pensadores de su época, debieron abandonar sus patrias para salvaguardar sus vidas, pues eran abiertos opositores de la tiranía. Ya fuera de sus contornos se conocen en Cuba por un amigo en común y florece, según estos autores, una amistad mantenida luego por correspondencia. En la República Dominicana no se puede hablar de cuentos y relatos sin pasar por el nombre y la figura de Bosch en cuyos trabajos aparece la retratada la realidad socioeconómica de nuestro país. Se ha convertido en uno de los escritores dominicanos más leídos y célebres a nivel internacional, mereciendo el galardón de ser uno de los mejores cuentistas de América. En Zambrano, la labor intelectual y literaria es muy prolífera, enfocándose en el tema de la hermandad y apoyándose en la convulsa realidad española de la época. Asesinados los tiranos, Trujillo y Franco, ambos escritores retornan a sus naciones para dedicarse uno directamente a la política (Bosch llega a ser presidente de la Rep. Dom.) y la otra a reflexionar en artículos filosóficos la sociedad española de postguerra. Es entonces, el exilio la otra casa para que estos autores forjen una conciencia matizada por un ambiente marcado por la violencia, la opresión y la miseria. Álvarez y Sánchez hacen un recuento biográfico de estos pensadores para destacar las afinidades que los llevan a cultivar una amistad por largos años y para entender, en su justa dimensión, los aportes que cada uno hizo a su país. Si bien es sabido que Bosch estuvo exiliado más de veinte años, por defender ideales socialistas que lo llevaron incluso a perder su puesto de presidente, en Zambrano encontramos a una filósofa que, dentro y fuera de España, rechaza rotundamente la dictadura franquista y se avoca a la causa republicana hasta sus últimas consecuencias. Situaciones políticas similares, que desataron en ellos el ímpetu de la escritura crítico-social profunda.

Siguiendo con otros artículos destacados en este contexto mundial, se debe hacer mención de los resultados expuestos por Andre Klump en su trabajo titulado “Entre pesimismo y lealtad-Las actitudes lingüísticas de los dominicanos”. El propósito principal de este investigador era identificar las actitudes lingüísticas que tienen los hablantes dominicanos sobre su propia lengua materna y los principales factores que provocan dicha condición. Al inicio de artículo aparece citado uno de los lingüistas más reconocidos a nivel nacional: Pedro Henríquez Ureña, quien determina las características del español caribeño de acuerdo a la ubicación geográfica antillana: “Según la zonificación general de Hispanoamérica de Pedro Henríquez Ureña, el español dominicano (…) se caracteriza por un consonántico demasiado débil y por un vocalismo bastante constante”. Luego, se explican algunas particularidades del español dominicano, los rasgos destacados en este artículo son fruto del análisis de un extracto de una obra de la escritora dominicana Rita Indiana, como: Aspiración y elisión de la -s – implosiva en la conjugación y en la formación del plural casi independientemente del registro. Neutralización de los fonemas /r/ /l/ en posición implosiva. Lambdacismo (cambio de /r/ por /l/) sobre todo en Santo Domingo. Rotacismo (cambio de /l/ por /r/) en el suroeste. Elisión de /r/ en el Este. Vocalización (sustituir la consonante por i). Uso del pronombre impersonal “ello”.  Además, otras particularidades son el seseo, yeísmo, aspiración de la /x/ que, identificadas por Klump, atribuye a una inseguridad lingüística y una visión negativa de los hablantes. El español que se habla en la República Dominicana es una variedad del castellano que llegó en las naos de los conquistadores, y más aún, de una variedad del español caribeño. Las regiones en las que se divide este territorio mantienen sus características especiales que forman parte de su identidad cultural. También estas variaciones obedecen a aspectos geográficos y a la clase social. Una teoría que defiende Klump es que al ser producto de una prominente y rica influencia extranjera, los dominicanos sentimos cierta tendencia a menospreciar lo autóctono, incluyendo su lengua materna y que esa deficiencia se nota en las faltas ortográficas tanto al hablar como a la escribir. La autopercepción lacera nuestra seguridad idiomática que conserva rasgos similares con el de Puerto Rico (español puertorriqueño) y de Cuba (español cubano), por la cercanía territorial. También, utiliza como argumentos otras investigaciones en distintas circunstancias y momentos que determinaron el fenómeno de la negatividad y la necesidad de elevar el sentimiento de identidad relativa al tema. Es bastante interesante el hecho de que son los mismos dominicanos, tanto dentro como fuera del país, los que consideran su lengua materna en desventajas con otros países, tratando de ajustarla a la norma estándar de España en vez de aceptarla con sus variaciones. Por consiguiente, los demás usuarios del español perciben el dominicano como un idiolecto de menor estatus. Al comparar el comportamiento lingüístico de los dominicanos tanto en Estados Unidos como en España, Klump advierte ciertas similitudes correspondientes a la lealtad que se manifiesta entre los paisanos. Otros investigadores han sido testigos de que los quisqueyanos de la diáspora tienden a apoyarse e identificarse con su idioma, aunque reconocen que el mismo debe aspirar a unificar criterios con el peninsular. En definitiva, este artículo muestra que el dialecto dominicano presenta distintas variaciones, igual que muchos otros, la diferencia radica en que, para ellos, su singular uso del idioma es una manera de destacar su identidad, mientras que para los dominicanos es considerado una falta.

Similar estudio fue realizado por Manuel Peralta Céspedes, titulado “El español dominicano en contacto con el español madrileño: el caso del sujeto en las interrogativas directas”. El mismo pone en evidencia una peculiaridad del español dominicano: el hecho de que se coloque el pronombre o el sujeto de manera innecesaria en las construcciones oracionales, situación que es totalmente opuesta al uso español, donde solo el 20% lo hace. Esta situación también se da en puerto Rico, Caracas y otros países del Caribe, y se cree se produce por influencia del inglés. En el español dominicano es muy común introducir manera recurrente el pronombre con valor de sujeto ante el verbo en situaciones poco reiterativas en otras variedades hispánicas. Al contrario, lo consideran innecesario. De manera que, según este articulista, su uso en los dominicanos se debe a que funciona enfáticamente. La sintaxis española hace prescindible el sujeto siempre y cuando a través del comportamiento verbal pueda ser identificado, esa omisión es casi nula entre los hablantes dominicanos. Además, sugiere que el mismo se presente pospuesto al verbo en oraciones interrogativas. En los resultados a los encuestados se hace notable una singular acomodación de la lengua que obedece a características del dialecto caribeño.

Nery Antonio Taveras presenta el estudio “Análisis de los procesos de integración en adolescentes de origen dominicano. El caso de Barcelona, España”. Este artículo tiene una connotación de migración más que lingüística para entender, por qué sobre todo las mujeres, salen a España a iniciar un proceso de integración y adaptación de los dominicanos en el nuevo país. La migración dominicana hacia Europa no es muy antigua y obedece a aspectos económicos más que de otra índole y es más numerosa en los últimos años, haciendo que la colonia dominicana posea un notable peso en este lugar, debido a los vínculos económicos, socioculturales y familiares que unen ambos países desde la época de la conquista. En principio quienes podían viajar eran los de clases acomodadas, aquellos hombres de negocios, estudiantes o exiliados políticos. Más adelante, el número se elevaría pues incluiría a mujeres motivadas por el estrechamiento económico, que se produjo de manera muy lenta, pues, una vez establecidas en el nuevo territorio, procedían a trabajar en labores mayormente domésticas para llevar consigo toda su prole. Como resultado, el vínculo entre las sociedades progresivamente fue desarrollándose y fortaleciéndose dándole una identidad más sólida a los recién llegados con relación a su suelo natal. Los hijos de los emigrantes, reciben tanto de los padres como de la comunidad, un apoyo extraordinario a sus raíces, derivando en una auto-identificación más sólida que los mismos que viven dentro del territorio nacional.

Para cerrar el contexto mundial, Svenjan Flechner presenta un artículo completo analizando las características económicas y políticas de la República Dominica titulado “Desigualdad y desenvolvimiento económico en la Rep. Dom. – un análisis desde la perspectiva de la economía política”. En el mismo se hace referencia a la economía de mediana empresa, a la que según esta investigación el país pertenece, pues entre otras características la mano de obra que predomina no es industrializada, sino que se basa en trabajos manuales. La economía se sustenta en el sector de servicios en más de un 50%: arrendamiento de inmuebles, hoteles, bares, actividades comerciales… el otro porcentaje está distribuido en actividades intelectuales e investigativas y labores básicas. Con relación a la educación, se especifica que no podemos competir con otras naciones como Panamá o Costa Rica pero que estamos en niveles más altos que los de Nicaragua o Guatemala y con las instituciones regulatorias del sistema administrativo se hace mención de la poca habilidad que como nación se posee en su manejo: “El clientelismo dominicano se centra en el intercambio de apoyo político por un lado y en la contratación de personas para empleos en el aparato administrativo como agradecimiento al apoyo” (pág.180).  El estudio muestra, a través de datos estadísticos específicos, que el país ha alcanzado dimensiones desproporcionadas con relación al manejo inadecuado de los fondos públicos, producto de una voluntad política permisiva y de poca voluntad para sancionar funcionarios. No obstante, se prevé que con la aplicación de políticas relevantes y regularización de patrones de distribución que permitan el crecimiento de la nación. Este recuento histórico que hace el articulista por los gobiernos dominicanos y el comportamiento de los grupos empresariales, explica que el país ha quedado relegado por conflictos internos sin resolver, por ende, entender la República Dominicana es analizar los distintos momentos sociopolíticos que ha vivido.

Al inicio del segundo contexto, el Contexto Insular, el filólogo dominicano Bruno Rosario Candelier hace un análisis bajo el título “El concepto de dominicanidad en las letras de La Española del siglo XVIII”. En este artículo el intelectual mocano asegura que las primeras manifestaciones de las letras de La Española guardaron características similares con la nación conquistadora: romances populares orales, canciones, bailes… pues la población analfabeta y el proceso de evangelización así lo determinaron. De hecho, son los clérigos quienes se encargan de producir las primeras manifestaciones escritas en el territorio conquistado: “Habiendo sido descubierta, conquistada y poblada por los españoles al mando de Cristóbal Colón que asentaron en la isla bautizada con el nombre de La Española era lógico que la lengua y la cultura intelectual que se anidan en esta isla caribeña desde 1492 eran la lengua de Castilla y la cultura de España, que con el paso del tiempo y el arraigo de los nuevos pobladores daría lugar a la cultura viva del pueblo, como se aprecia en los cantares populares, la faena agrícola, las festividades religiosas y en las veladas nocturnas” (p. 207). Además, asegura que la tradición dieciochesca conservaba sus raíces hispánicas a pesar de otros influjos y los manifestaba a través del teatro, la poesía y otras manifestaciones artísticas. En ese sentido menciona como figuras importantes de la época a Luis José Peguero y el padre Antonio Sánchez Valverde. Una importante afirmación que hace Rosario Candelier es el hecho de que haya para esa época una cierta relación con las letras y un sentido patriótico ya determinado, pues esto implica que la cultura y la dominicanidad ya se estaban gestando, fruto de la intelectualidad y la reflexión ideológica: “El pesimismo y la nostalgia eran actitudes generalizadas entre los habitantes de la Española del siglo XVIII. Pesimismo por la agobiante situación de miseria y abandono que experimentaron los nativos de la Isla. Esa dolorosa situación no dejaría de ser un caldo de cultivo del sentimiento de nacionalidad que tímidamente empezaba a gestarse” (p. 210). Esto lleva a plantear que las experiencias vividas por el pueblo a lo largo del siglo XVIII influyeron en su carácter y su visión de la cultura.

Otros análisis que aparecen en este contexto es el de Katrin Pfadenhauer titulado: “La diáspora haitiana y el contacto lingüístico en la R.D” y el de Hanna Merk: “Lengua e identidad en los bateyes de la República Dominicana”. El primer artículo hace referencia a un porciento de inmigrantes haitianos y a sus descendientes, que frutos de malas políticas gubernamentales se veían desprovistas de seguridad social, política y económica. El segundo, analiza las características de una realidad marcada por la pobreza, y carente de identidad compartida, sino más bien, una que no pertenece a ninguno de los dos países. Ambos trabajos exponen sus ideas sobre la sociedad dominicana y su relación político-social con los inmigrantes haitianos, como forma de explicar las variaciones lingüísticas de contacto, tanto en la frontera como en los bateyes establecidos, principalmente dentro de las plantaciones de caña de azúcar. De allí salen las fuentes primarias de investigación, es decir, se entrevista a haitianos, dominico-haitianos y algunos dominicanos: “Las conversaciones se llevaron a cabo en español, francés, y con ayuda de un hablante nativo, en kryeol y fueron posteriormente transcritas y analizadas según los criterios asentados en la lingüística de contacto” (Pfadenhauer, 243). “Durante las conversaciones, los entrevistados tenían la posibilidad de responder a unas preguntas generales y de hablar libremente, apoyándose metodológicamente en la entrevista narrativa” (Merk, 266).

Los análisis lingüísticos que presenta el estudio de Hanna Merk se caracterizan por la presencia de fenómenos similares a los que poseen los hablantes dominicanos: omisión y aspiración de la /s/, realización de la /x/ como /h/, velarización de la /n/, apócopes, falta de concordancia entre sujeto y verbo… Por otro lado, esto es notable debido al contacto lingüístico informal que existe entre los patrones de los centrales azucareros y las familias dominico-haitianas que allí se han establecido. Por su parte, Katrin Pfadenhauer recoge otras particularidades idiomáticas debido al contacto: préstamos lingüísticos, es decir, mezclan con el Kreyol algunos dominicanismos: “No se tratan de préstamos espontáneos, sino de hispanismos establecidos en las variedades del Kreyol de los inmigrantes que han sufrido cierta criollización” (p. 246). También, especifica esta articulista, que utilizan marcadores del discurso equivalente del kreyol para estructurar sus ideas con sus equivalentes en español.

En otro contexto, el Contexto nacional, aparecen seis artículos interesantes que destacan los avances en materia lingüística de la República Dominicana. El primero de ellos es el de María José Rincón titulado: “El nacimiento de un nuevo diccionario: el diccionario del español dominicano”. Esta insigne lexicógrafa afirma que si una lengua justifica y necesita los diccionarios dialectales esa lengua es la española, pues su extensión humana y geográfica y sus características internas hacen de ella un campo de trabajo e investigación inagotable.

En su explicación hace un recorrido histórico desde la aparición del Tesoro de la lengua castellana de Elio Antonio de Nebrija hasta vocablos amerindios recogidos en diccionarios distintos. Asegura que los diccionarios del español americano nacen con los glosarios de voces amerindias en el siglo XVI, cuya responsabilidad atribuye a los cronistas de indias, pues eran los principales responsables del registro detallado en sus obras de las voces extrañas y de las palabras patrimoniales que empezaban a desarrollar un sentido particular en América. Cuando hace alusión a la composición del diccionario, Rincón especifica que el mismo registra y describe el léxico propio de la variedad de la lengua española utilizada por los dominicanos: “Estamos ante un diccionario restringido dialectal que enfoca el léxico dominicano con independencia de su apego a las normas lingüísticas, académicas o no” (p.283). Sin lugar a dudas, esta obra es un aporte lingüístico significativo en pro del estudio, conocimiento y reconocimiento del registro lexical del español usado en República Dominicana.

Más delante, Irene Pérez Guerra explica en “La fraseología del español dominicano: aspectos semántico-semióticos”, que el usuario de la lengua tiende a utilizar imágenes, comparaciones, metáforas… para exponer sus ideas, lo hace de una manera tan original y particular que construye con ello el denominado saber popular, eternizando así la fraseología en los registros particulares del pueblo: “Todo este entramado expresivo idiomático que el hablante dispone ha dado origen a lo que recientemente se ha denominado fraseologismo, o grupos determinados de combinaciones idiomáticas fijas, cuyo origen se puede perder en el tiempo y para las cuales cada pueblo busca a menudo una justificación y un significado propio” (p. 291). Este artículo es una exposición completa y acabada de los aspectos semántico-semióticos que componen las frases, refranes, paremias y expresiones idiomáticas a nivel general con la intención de complementar los estudios que al respecto se han hecho en suelo dominicano y permitan entender, más que nada, el dispositivo de realización en la creatividad lingüística nacional.

Por otro lado, y en un análisis más próximo a lo literario, se presenta el artículo “Los conflictos de roles y la autorrealización en el cuento “Amo tres hombres de Ángela Hernández Núñez”, de Carina Dibos. En el mismo, esta estudiante de la universidad de Trier, Alemania, se siente atraída por la cuentística de Ángela Hernández y, fruto de esa atracción, hace este análisis. Pues recoge este apartado los estudios sociológicos de los personajes desde la perspectiva del género, a sabiendas de las divergencias de roles que la mujer del siglo XXI ha enfrentado. Asegura Dubos que Juan, uno de los tres hombres, representa la jerarquía machista donde el hombre ocupa la fuerza, el poder y el control y la mujer debe estar apegada a sus ideas, siendo sumisa, obediente y renunciando a sus ideales: “Aunque Juan parece adoptar una actitud protectora a primera vista, en verdad teme que la protagonista amplíe sus conocimientos. Aquí se revela otra vez la posición de Juan por lo que respecta a la protagonista: él es el sustentador de la familia y nada debe cambiar en esta jerarquía” (pág.318). El siguiente personaje, Rodolfo es descrito como “fuerte y obsceno”, representa otra condición de machismo: el de tener varias mujeres a la vez. El último es Mar, una figura hasta cierto punto más tolerante que la hace sentir plena. Con este estudio, Dubos trata de recoger los perfiles masculinos de la sociedad latinoamericana específicamente en la nuestra a través del estudio de la ideología plasmada por Hernández en su cuento. Un estudio exhaustivo sobre los papeles de género y las perspectivas que emanan de la literatura, testigo de las realidades sociales.

En otro análisis de manifestación artística, Cristine Felbeck, estudia dos películas dominicanas que rescatan la “memoria colectiva”: “La dominicanidad reflejada a través del cine dominicano actual”, un interesante estudio que muestra la realidad sociocultural de los dominicanos, representados a través de filmes jocosos y vibrantes. Se trata de Nueva Yol y Sanky Panky. Aunque la República Dominicana no es un país de alto coste en cuanto cine, no tiene los escenarios ni los medios más ricos para eso, produce desde hace ya varias décadas películas que reflejan las convicciones, situaciones sociales y la actitud de los quisqueyanos frente a la vida. Lo que se plantea en este estudio de Felbeck, es que, a través del análisis de estas películas, se puede conocer con exactitud las particularidades de la sociedad dominicana.

Finalmente, es menester decir que la dominicanidad tiene diversas facetas y en cada una de ellas se reconoce la valía de un pueblo que a través de los años ha sabido forjar su cultura con arrojo y gallardía. Los artículos que se recogen en este boletín abarcan esas facetas de identidad cultural que han evolucionado en el tiempo, en un largo recorrido de pasos que forjan patrimonio cultural, no solo en relación con sus ciudadanos sino con territorios adyacentes y con la proyección internacional adecuada. Celebramos la iniciativa de las embajadas, dominicana y alemana, por la celebración relacionada con el desarrollo intelectual y espiritual de cultura dominicana, por su aprecio internacional que incluye, no solo perspectivas aisladas, sino que conglomera todas las actividades, características y los intereses de un pueblo en pro de una cultura cohesionada con gran autoestima y creatividad que fortalezca la memoria y la conciencia ciudadana a través de la historia, la lengua y la cultura.

 

Expresiones de la lengua

Por Federico Henríquez Gratereaux

 LOS SAPOS EXPRESIVOS (1)

30 marzo, 2017

Gómez de la Serna “compuso” el extraño verbo “ventriloquear”. Con frecuencia inventaba palabras, algunas hermosas y literariamente útiles. También creó vocablos cuyo significado no sabía el propio Gómez de la Serna. Por ejemplo, al hacer el elogio de Guillermo Apollinaire dice: “un metabolismo de tierra filtrante y floreciente siempre hubo en Apollinaire, fantástico y escolbutador. (Esta palabra no sé qué significa ni si existe, pero la he necesitado aquí). No sabemos si quiso decir, inconscientemente, que Apollinaire fue un escrutador con escorbuto. Hago esta interpretación arbitraria porque entonces no se había generalizado la palabra carburador, pues todavía el automóvil no había alcanzado uso masivo.

No podía, por tanto, atribuirle una “combustión artística” parecida a la del motor de explosión. Gómez de la Serna estrenó la voz “pungencia”, pero la Real Academia Española le hizo ascos y por eso no aparece registrada en su diccionario. Lo mismo ocurrió con “maravillosidad”, “espiralismo”, “estrellificación”, “milagrizar”, “exquisitar”. Él dijo una vez de un hombre muy flaco que estaba “pomulado”, pues tenía los pómulos salientes. Inventar palabras casi nunca es “rentable”. Si las palabras “prenden”, corren y circulan, se vuelven propiedad común y no dan ni siquiera un mínimo de renombre a quien las inventa. Y si nadie las usa, el autor del nuevo vocablo queda marcado como raro y excéntrico.

O sea, a un paso de ser loco. Ventriloquear tiene varias acepciones desconocidas. La que todo el mundo conoce es la que se aplica al ventrílocuo de feria que “pone a conversar” a un muñeco. Un ventrílocuo, como su nombre indica, es alguien que habla con el vientre; cuando un periodista pobre defiende causas indefendibles, para cobrar un cheque, se dice que ventriloquea -que habla por dinero y por cuenta de otra persona- , o lo que es igual, que habla con el estómago.

Cuando una mujer se acuesta con muchos hombres, también ventriloquea, ya que hace locuras con el vientre, incurre en faltas movidas por el apetito venéreo. Existen escritos utilitarios, como es el caso de las cartas comerciales, los documentos notariales, las informaciones periodísticas, los partes policiales. Pero también hay escritos “inútiles”, que no rinden servicios prácticos. Surgen a causa de necesidades psíquicas de quienes los redactan. (2012).

LOS SAPOS EXPRESIVOS (2)

31 marzo, 2017

Muchísimos poemas son excrecencias superfluas de la sentimentalidad de los artistas. El poema, en verdad, es un lujo del organismo del poeta. Además de trabajar, comer, defecar, el poeta produce poemas que nadie exige o solicita. La gratuidad del poema es garantía de su autenticidad, que no de su posible belleza o “adecuación estética”. Los poemas tienen un emisor y un receptor; el poeta los crea, el lector los disfruta. Cuando eso ocurre es correcto hablar de “adecuación” entre el uno y el otro. Como es obvio, no sucede siempre así.

Un escritor “palabrero” puede llegar a ser un verbalista vacío, cuyos textos carezcan de contenido real y pulpa vital. Las filigranas retóricas no consiguen esa adecuación entre el lector y el escritor, que es esencial en la “transmisión” literaria, en la comunicación escrita. Gómez de la Serna, tan amigo fue de las palabras, que incluso dibujó un “abanico de palabras” para obsequiar a Sonnia Delaunay. Pero es justo añadir que Gómez de la Serna “palabrizaba” a partir de realidades concretas, que podían ser sociales o psíquicas, personales o colectivas, pero firmemente ancladas en el mundo y en el arte existente, nuevo o viejo.

El hombre necesita inventar palabras para nombrar realidades nuevas. La metáfora es un recurso para atrapar esas realidades nuevas, entrevistas confusamente. Las metáforas viejas son el origen de las palabras conocidas, establecidas ya en el diccionario, con “licencia” para ser escritas y pronunciadas en todas partes.

Las metáforas nuevas son palabras nacientes, todavía sin exequátur para ejercer como vocablos en documentos utilitarios. Solamente los textos gratuitos toleran metáforas recién inauguradas, esto es, renacuajos léxicos que más tarde se convertirán en grandes sapos expresivos.

El desarrollo y crecimiento de una lengua ensancha las posibilidades intelectuales y sentimentales del conjunto de sus hablantes. Cada nueva palabra abre una callecita mental y “autoriza” la urbanización de una parcela de los “mundos posibles”. Por último, ventriloquear es un verbo que podría muy bien usarse para designar aquellos esfuerzos verbales o literarios que no son más que gases de la barriga, locuciones del vientre. Todo lo contrario del arte magnífico de “palabrizar” las intuiciones para ofrecer -con precisión- nuevas tajadas del gran pastel de la realidad. (2012).

EXPRESIONES POPULARES 

29 marzo, 2017

En una lengua muerta no es posible añadir un sólo vocablo al conjunto de palabras que ya usaron sus escritores clásicos. Podemos clasificar los usos que daban a cada palabra, la gama de significados que arrastraban; también los giros lingüísticos utilizados por los hablantes mientras esa lengua pervivió. La muerte de una lengua es como una “disecación verbal”. Por supuesto, una lengua que muere, puede parir otra que le suceda; las lenguas romances son todas “hijas naturales” del latín moribundo. El griego de la época de Platón es parecido a un árbol petrificado. Ideológica y sentimentalmente fallecidos, el griego y el latín fueron caldos de cultivo en los que florecieron numerosas “bacterias idiomáticas”.

El hebreo es un caso único; después de haber muerto, resucitó. Los judíos perdieron su Estado, su territorio y su lengua. Durante siglos, los antiguos habitantes de Judea y Galilea, fueron anfitriones de otras naciones que hablaban lenguas distintas de la suya. La historia del renacimiento del hebreo actual es una prodigiosa epopeya que volvió a unir a los judíos dispersos por el mundo entero. La gente, al vivir, trabajar, sufrir o amar, expresa con nuevas palabras los problemas que confronta. El hebreo contemporáneo constituye un repertorio de vocablos mucho mayor que el contenido en el Antiguo Testamento. Al árbol viejo se agregó el follaje nuevo.

Lo que ocurre con palabras sueltas, sucede con las oraciones características de cada lengua. También mueren las llamadas “expresiones idiomáticas”. En las lenguas vivas, las nuevas palabras, expresiones decidoras y graciosas -vulgares o poéticas-surgen como de un manantial inagotable. Oír hablar a la gente común es una experiencia enriquecedora para periodistas, escritores, poetas, antropólogos. En la calle, en el tren, en el supermercado, oímos frases hermosas, ingeniosas o penetrantes, que fluyen espontáneamente en cualquier lengua viva.

En el corredor de un centro comercial lleno de tiendas, vi una joven que llevaba un pantalón cortísimo, ajustado al cuerpo como si fuera confeccionado con tela elástica. Dos jovencitos vestidos con “bluejeans” y “t-shirts”, iban detrás de la muchacha mirando con fruición dos hermosas piernas y su “rítmico andar”. Uno preguntó al compañero: ¿Qué me dices de ese pantaloncito? –Realmente, ella salió hoy con un “panty de calle”. (2014).

El rol del sentido en el lenguaje

Por Bruno Rosario Candelier

Para mí es de gran satisfacción venir a este recinto de formación de maestros en esta comunidad de Licey al Medio, Santiago, pues aquí me inicié como profesor de lengua española en los años de 1965 a 1969, cuando este plantel escolar se llamaba Escuela Normal “Teodoro Henneken”, y en estas mismas aulas formé en 1967 un grupo literario con el nombre de “Littera”, que fue el primer taller literario creado en la República Dominicana. En ese taller literario se formó el poeta, novelista y académico de la lengua José Enrique García.

Pues bien, el lugar donde estamos me ofrece la opción de establecer una analogía entre la realidad cotidiana y la realidad formal de la lengua, y cómo las diversas actividades laborales, profesionales, productivas y de servicio nos separan o abstraen de las otras realidades, hecho que sirve para explicar que la lengua entraña otro tipo de abstracción. Constituye una abstracción de la realidad porque es una estructura formada por signos y reglas idiomáticas que se han creado para canalizar una representación de las demás realidades del acontecer natural, social, antropológico y cultural mediante el formato de la lengua cuya realidad es peculiar y diferente entre los diversos estratos de la realidad real, la realidad imaginaria y la realidad trascendente.

Es importante entender el rol de la lengua en la cultura. Con la lengua creamos una realidad verbal, una realidad estética y una realidad metafísica que nos sirve para captar, testimoniar y valorar otras dimensiones de la realidad, a las que tenemos acceso, en términos cognitivos y espirituales, gracias a la lengua. La lengua es una creación del hombre, concebida para testimoniar nuestra percepción del mundo, expresar lo que sentimos, pensamos y queremos y, sobre todo, revelar nuestras intuiciones y vivencias del mundo visible y el mundo invisible. La lengua la utilizan con provecho quienes la conocen: intelectuales, académicos, profesores, científicos, literatos, filósofos, sacerdotes, comunicadores y exégetas, es decir, los que hacen uso apropiado de la palabra para canalizar sus inquietudes, anhelos y creaciones. Por eso tenemos que estudiar la lengua ya que la aprendemos de una manera superficial, espontánea e inconsciente según vamos creciendo en el lugar donde nos criamos y nos desarrollamos puesto que asimilamos el lenguaje que hablan nuestros mayores, especialmente padres, tutores, relacionados y amigos, evidencia de que para aprender una lengua no es necesario estudiarla, pero para dominarla hay que estudiarla bien, única vía para tener el conocimiento apropiado.

La lengua se ha estudiado desde que los pueblos empezaron a desarrollarse cultural, intelectual y académicamente, pues sus pensadores, cultores y orientadores advirtieron que había que estudiar ese instrumento de comunicación para lograr un dominio adecuado, porque el sistema de expresión es altamente complejo. En su estructura podemos encontrar la dimensión fonética, lexicográfica, gramatical y ortográfica, aspectos que se aprenden a medida que los aplicamos en sus diversos roles. El léxico se aprende cuando leemos o escuchamos a los demás. Imitamos la pronunciación de los hablantes con quienes nos socializamos en una cultura. Igualmente, para aumentar el caudal de nuestro vocabulario con un conocimiento preciso del significado de las palabras y un uso con propiedad, elegancia y corrección hay que estudiar el sistema de signos y de reglas. Los hablantes de español tenemos la ventaja de que contamos con la Real Academia Española que, desde su fundación en 1713 en Madrid, se ha dedicado al estudio de la lengua y al cultivo de las letras, como podemos apreciarlo en los diferentes códigos de la lengua editados por esa prestigiosa institución de nuestro idioma. Y las academias de la lengua del mundo hispánico se crearon para realizar la misma tarea de la RAE a favor del mejor conocimiento de la lengua, fomentar su estudio y crear conciencia idiomática entre nuestros hablantes de manera que cada usuario de nuestra lengua tenga a su alcance la vía adecuada para un mejor conocimiento del instrumento de comunicación.

En la República Dominicana existe la Academia Dominicana de la Lengua, fundada en 1927, con la misma misión de la corporación madrileña, que es promover el conocimiento de nuestra lengua para que nuestros hablantes lo conozcan mejor y estudiar el español dominicano para dar a conocer nuestras peculiaridades idiomáticas, fomentar ese conocimiento entre los usuarios de nuestro idioma y sembrar inquietudes lingüísticas y literarias a favor de la conciencia de lengua. Aprovecho esta expresión para interrogar a los presentes sobre su concepto de conciencia de lengua:“¿Qué es conciencia de lengua? ¿Qué implica tener conciencia de lengua? ¿Quiénes pueden desarrollar la conciencia de lengua? Toda persona con inquietud y curiosidad por la pronunciación de una palabra refleja esa conciencia de lengua; quien se interesa por conocer con propiedad el sentido de una palabra tiene conciencia de lengua; quien se expresa bien y escribe con propiedad y corrección tiene conciencia de la lengua. Todos podemos mejorar el conocimiento de nuestra lengua, potenciar nuestra conciencia idiomática y sembrar esa inquietud en los demás. Es deber del profesor de lengua concitar esa inquietud, motivar esa preocupación por el idioma y valorar y propiciar el buen uso del lenguaje.

Como parte de mi experiencia académica, he trabajado en varios diccionarios, como el Diccionario didáctico avanzado, el Diccionario del español dominicano y el Diccionario fraseológico del español dominicano, y en otros tres diccionarios en los que actualmente la ADL trabaja. También he colaborado en la revisión de los siguientes códigos idiomáticos: Diccionario, Gramática, Ortografía y Fonética de la lengua española, así como en el Diccionario panhispánico de dudas y el Diccionario de americanismos. Esa labor lexicográfica, gramatical y ortográfica la hemos hecho como parte de la tarea compartida entre la Academia Dominicana de la Lengua y la Real Academia Española. Deseo aprovechar esta oportunidad para exhortarlos a cultivar la lectura, estudiar la ortografía y la gramática y utilizar los diccionarios de nuestra lengua. Entrar en contacto con los códigos de nuestra lengua ha sido una labor fructífera, edificante y enriquecedora.

Antes de abrir un espacio para preguntas e inquietudes de ustedes, quiero explicarles el valor que tiene el sentido en la lengua. Toda expresión lingüística tiene una forma y un sentido. La forma es la manera como nos expresamos o escribimos. El sentido es la dimensión conceptual que portan las palabras y las oraciones que creamos al hablar o escribir. Si nos remontamos al pasado, tenemos que caer en la antigua Grecia, cinco siglos antes de Cristo, cuando florecieron los antiguos pensadores presocráticos, entre los cuales Heráclito de Éfeso reflexionó sobre la lengua. Aprovecho la oportunidad para que presten atención a la palabra Logos y lo que significa, pues este vocablo es clave para entender el sentido del lenguaje y la creación verbal, poética o científica. El Logos es la esencia del pensamiento y la encarnación de la energía interior de la conciencia. Es la más valiosa dotación de nuestra inteligencia, pues viene directamente de la Divinidad por lo cual Juan el evangelista, cuando habla de Dios, usa Logos al decir: “En el principio era el Logos y el Logos era Dios…”, concepto que se ha traducido con el sinónimo de Verbo o Palabra. El Logos encarna una energía espiritual y, citando a Heráclito, entraña “una energía sagrada” que cada hablante tiene inherente en su conciencia, por lo cual podemos reflexionar, intuir y crear.

La lengua tiene una estructura gramatical, fonética y ortográfica, que aprendemos a medida que estamos en contacto con ella. Por ejemplo, el léxico se aprende en la medida que escuchamos a los mayores cuando hablan. Por eso quien lee periódicos, revistas y libros enriquece caudalosamente su vocabulario. Para aumentar el vocabulario, para tener un conocimiento preciso de las palabras y usarlas con propiedad hay que leer y consultar el diccionario. Entonces, nosotros podemos desarrollar y potenciar ese conocimiento. Ese es el papel del profesor de lengua, sembrar esa inquietud, motivar esa preocupación porque esa es una vía adecuada. Gabriel García Márquez cuenta que cuando era niño, le preguntaba a su abuelo, con quien se crio, por el significado de una palabra y el abuelo lo llevaba directo al diccionario para que la buscara, y argumentaba cuando la encontraba: “Esa es la manera de adquirir el conocimiento preciso de las palabras, porque el diccionario no se equivoca”. Los que hemos trabajado en diccionarios tratamos de definir las palabras con precisión y ponemos ejemplos para que se entienda mejor. La labor lexicográfica ha sido una experiencia muy rica, porque estar en contacto con los códigos de nuestra lengua y realizar la labor de identificación de una palabra y sus diferentes acepciones da una experiencia y una idea muy enriquecedora, porque como les dije al principio, nuestra lengua es compleja.

Vamos a abrir un espacio para inquietudes y preguntas. A este conversatorio lo he denominado “El valor del sentido” porque la lengua tiene un sentido y lo ha tenido siempre. Ese sentido originalmente se busca desde sus raíces, en la etimología de las palabras. Cuando florecieron los antiguos pensadores presocráticos, sobresalió Heráclito de Éfeso, el primero entre esos destacados filósofos en reflexionar sobre la lengua y el sentido de la lengua. Fue el responsable de concebir una nueva palabra que existe en todas las palabras del mundo y que viene del griego. ¿Saben ustedes cuál es esa palabra? Es el Logos. El Logos es la esencia del pensamiento, pues como ya dije, encarna la energía interior de la conciencia. Del Logos depende la energía creadora, que es una energía divina. Al venir al mundo, el primer don que recibimos, después del don de la vida, fue el Logos de la conciencia, dotación que nos permite tres cosas: reflexionar, intuir y crear.

 Participante: ¿Podríamos decir que el Logos es el lenguaje?

BRC: Efectivamente, el Logos es el lenguaje, ya que es la expresión verbal de la conciencia o la manifestación creadora que formaliza la energía interior de la conciencia.

Participante: ¿Qué nos permite hacer el Logos?

BRC: Fundamentalmente tres cosas: reflexionar, que es la capacidad cognitiva e intuitiva de pensar lo que pensamos. Una cosa es pensar, y otra es pensar que pensamos o pensar lo pensado. A eso llamamos reflexión. Otra gran función del Logos es intuir, que implica ver lo que la realidad oculta, apreciar la dimensión interna, esencial, profunda y trascendente de las cosas. Es la más alta potencia del Logos. Por la intuición percibimos lo que no perciben los sentidos corporales que son: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Todas las cosas visibles o tangibles las percibimos con los sentidos físicos, que son los sentidos corporales, pero acontece que la realidad no está formada solo por los datos sensoriales de las cosas; todas las cosas tienen una dimensión interna, oculta y mística que es percibida por la intuición de nuestra conciencia. Para lo cual, naturalmente, hay que desarrollar la sensibilidad trascendente. Y la tercera función que realiza el Logos es la creación, es decir, inventar, fabular o crear nuevas realidades con palabras. Crear una mesa, un vaso, una flor, o cualquier aparato electrónico, es indirectamente una función del Logos porque nada se hace sin la intervención de la conciencia, que el Logos propicia. La creación a la que aludo es la verbal, la realizada mediante las palabras. La que utilizamos en los diálogos, en la confección de libros, en la enseñanza y en creación literaria. Todo eso se puede hacer mediante la palabra, con la cual se han creado obras grandiosas, luminosas y edificantes en todas las lenguas y culturas. La intuición que tuvo Heráclito de llamarle Logos a ese poder de la conciencia, sin duda que fue un acierto intuitivo o una revelación ya que se trata de una dotación divina, por lo cual llamó sagrado a ese altísimo don.

Participante: ¿Qué opina usted sobre el vocabulario que utilizan los jóvenes en las canciones?

BRC: Me parece que refleja cierta pobreza en términos expresivos y conceptuales, aun cuando desde el punto de vista del contenido se podría decir que expresan algo elemental, aunque  reflejan la realidad que viven los jóvenes en sus respectivos barrios. Y es una forma, quizás, de conocer la mentalidad y la idiosincrasia de los jóvenes de determinados lugares.

Participante: ¿Qué opinión le merece a usted que en el país haya un léxico tan pobre, es decir, que el país tenga una situación de un léxico pobre, no solo en las grandes ciudades, sino en los hogares medios y en los campos?

BRC: Realmente se puede apreciar una pobreza lexical con un vocabulario reducido y un lenguaje limitado y esa situación obedece a varios factores. La gente no quiere consultar el diccionario; en nuestros hogares los padres no tienen inquietudes lingüísticas, ni los maestros tampoco, y solo algunos tienen una buena expresión; es decir, no tienen un amplio vocabulario. Hay una pobreza idiomática que se refleja en nosotros porque somos el producto de hogares sin inquietudes intelectuales, artísticas y espirituales. Si en nuestros hogares no hay inquietudes intelectuales, estéticas o espirituales no vamos a tenerlas nosotros. Si nuestros amigos, vecinos y en general la gente con la que compartimos no tiene un conocimiento de su lengua, esa realidad se refleja en todos. Ahora bien, nuestra función como docentes y estudiantes e contribuir a transformar esa realidad.

Participante: En ese sentido, a mí me surge una inquietud. Hemos leído algunas investigaciones donde se nos sugiere que al terminar un proceso académico la población debe tener un dominio de un español estándar. Lo que yo he podido notar es que a veces, en los pueblos, el profesor después que estudia, se queda en el mismo contexto; entonces, como que sigue inmerso solo en lo que les enseñaron y los estudiantes que van egresando de esas instituciones siguen con las mismas precariedades y llegan a la universidad y el trayecto no es suficiente para que salgan con ese dominio de una lengua. Entonces, ¿qué se podría hacer para que nosotros podamos mejorar?

BRC: Yo pienso que la mejor manera es formar profesores con una seria y rigurosa formación intelectual en el campo de la lengua y de los respectivos saberes de su carrera. Es importante lograr que esos profesores lean, porque la mayoría de nuestros profesores no leen. Quien no lee no puede transmitir el amor por la lectura porque el profesor no puede trasmitir lo que no tiene. Si no tiene inquietudes no puede sembrar inquietudes. Cuando hablo de inquietudes me refiero a inclinaciones intelectuales, estéticas, morales, espirituales… Esa es nuestra realidad. Ahora bien, esa carencia se pude remediar. Tiene que ser mediante un plan educativo concebido para veinte años y riguroso en su cumplimiento. Pagarles bien a profesores y estudiantes, hacer una buena selección de los mejores estudiantes y estimular su formación intelectual para que estudien.

Participante: Yo decía a algunos estudiantes en cuanto a la lectura que, por ejemplo, hay una debilidad, que esperan llegar a la escuela para poder utilizar la lectura. No ven la lectura como algo que los puede ayudar en la cotidianidad a resolver problemas. Cuando desconocen una palabra no van al diccionario, sino que les preguntan a otros sobre el significado, no aprenden. Tenemos que visualizar la lectura como un medio que nos ayude a resolver problemas. No hay cultura de lectura, podemos tener un mapa en las manos y preferimos preguntar dónde queda un lugar, porque tenemos la cultura de la oralidad, de la pregunta. Debemos motivar la lectura, leer y conocer para nutrir el intelecto.

BRC: La única manera de aumentar el léxico es a través de la lectura y la mejor vía para perfeccionar el conocimiento de la lengua es el estudio de la gramática y la ortografía. Hace unos cuantos años vi el resultado de una investigación que hicimos en la academia donde se determinó que el hablante dominicano común, el que no ha pasado por la escuela, esos trabajadores humildes y labriegos campesinos apenas conocen unas 1.500 a 2.000 palabras. Con eso resolvían la comunicación en su vida. Las personas que habían logrado el bachillerato llegaban de 3,000 a 4,000 palabras.  Y quienes habían cursado una carrera universitaria podían llegar de 7.000 a 10.000 palabras; y las personas cultas, que podían ser o no profesionales, porque ser profesional no da categoría de persona culta, llegaban a 25.000 o 30.000 palabras. En el conocimiento del vocabulario hay un léxico activo y un léxico pasivo. El activo es el conjunto de palabras que uno realmente usa cuando habla o escribe; y el pasivo, en cambio, es el conjunto de palabras que uno conoce cuando escucha y lee. El Diccionario de la lengua española tiene alrededor de cien mil palabras, y de esas, los más cultos, llegan a treinta o cuarenta mil; entonces, eso indica la pobreza o la riqueza lexical del hablante.

Participante: A raíz de eso y sabiendo que el lenguaje es vivo, ¿la Academia Dominicana de la Lengua ha visto o se ha planteado en algún momento actividades o algo que motive realmente al incremento del léxico?, pues en mis años de magisterio veo que el idioma ha ido involucionando, que nuestros profesionales cada día tienen un vocabulario más reducido. ¿Qué tengo que hacer, de eso es que tengo que conocer? ¿Ustedes tienen algún planteamiento?

BRC: Nos preocupa esa realidad que usted plantea, profesora, y para orientar a nuestros hablantes tenemos publicaciones de temas vinculados con el vocabulario, con la estructura de la lengua. Además de nuestro boletín,  recomendamos las publicaciones académicas de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española. Asimismo las ediciones de nuestros diccionarios, que ha hemos citado anteriormente. En segundo lugar, celebramos en Santo Domingo, en la sede de nuestra institución, actividades destinadas a superar el problema a que usted alude.  En tercer lugar, tenemos contactos con universidades y escuelas con cuyos profesores y estudiantes celebramos encuentros, coloquios, jornadas, conversatorios, seminarios, recitales.  Y en cuarto lugar, como soy del interior del país, tengo en cuenta la realidad de nuestras provincias, por lo cual he promovido actividades en diferentes poblaciones: Higüey, Miches, La Romana, Hato Mayor, San Pedro de Macorís, en la zona esteña; Montecristi, Mao, Santiago, Puerto Plata en el norte; Moca, La Vega, Salcedo, San Francisco de Macorís en el Cibao; y Baní, Azua, San Juan de la Maguana y Barahona en el sur de la República…en todo el territorio nacional, hemos estado en contacto con la población, con sus entidades educativas y culturales mediante charlas, conferencias, presentación de libros, encuentros literarios, para motivar el estudio de la lengua y el cultivo de las letras en todo el territorio nacional.

Participante: ¿Con qué propósito fue creada la Academia Dominicana de le Lengua?

BRC: Con el propósito de contribuir a la defensa de nuestro idioma mediante el estudio de la lengua y el cultivo de las letras. Las academias de la lengua ponen su atención a la lengua y a la literatura. La lengua es nuestro mejor medio de comunicación y de creación; y la literatura es la expresión estética del lenguaje.

Participante: A raíz de todo lo que usted dice, la inquietud mía es que a los jóvenes de hoy en día no se les da una participación concreta para que pueda incentivarse como ser humano y para que quiera ser una persona como usted; que no importa que tanto yo quiera ser, sino hasta de querer motivar a los compañeros que quieran aprender.

BRC: Todos venimos a la vida con condiciones materiales y espirituales que nos permiten desarrollar el potencial interior que traemos con la vida. Si tú sientes que no te dan el espacio que necesitas, búscalo, reclámalo, exígelo. Y pon de tu parte para lograr el desarrollo intelectual, estético y espiritual al que puedes llegar según tus apelaciones y anhelos.

Participante: Eso le iba a decir, porque el joven de hoy en día, el emprendedor que sale a buscar lo que desea, se ve acorralado, pero ya en sí, cuando tiene esa oportunidad, vemos que muchas instituciones después que ese joven obtiene el conocimiento, que ven que él quiere lograr su objetivo, después de tanto tiempo es que le dan la oportunidad, no cuando se lanza realmente.

BRC: No conozco en detalles la circunstancia a que te refieres, pero no creas que todo ha sido siempre fácil. Hay que luchar para superarse. Hay que vencer limitaciones materiales, sociales y culturales. Ten presente lo que decía Ovidio en la antigua Roma: “Mientras tengáis juventud y vigor, desafiad tormentas y mal tiempo, que ya llegará con silencioso paso la encorvada vejez”.

Participante: Maestro, mi pregunta es con relación al Logos, si el Logos es lo que nos permite reflexionar y crear, ¿por qué hay personas que se limitan a repetir o copiar lo que otros hacen?

BRC: Porque no son originales ni auténticos ni genuinos creadores. Es creador quien crea a partir de sus intuiciones y vivencias. Pero ciertamente hay muchas personas que no sienten motivación para nada. Como también es una realidad que hay muchas personas que tienen honda motivación, múltiples motivaciones. Son muchos factores que influyen para que desde pequeño uno sea lo que es. Hay personas que tienen una alta sensibilidad para todo, y hay otros que tienen una sensibilidad muy débil o poco desarrollada. Parecen anerómicos. Esta es una palabra formada por “an” y “eros”. “An” significa ‘sin’; y “eros” quiere decir amor, pero para los antiguos griegos, no solamente se refería al amor, sino que aludía a la aspiración de ser mejor y a esa potencia de la conciencia para desarrollarse plenamente; eros es lo que da aliento para vivir; entusiasmo para medrar; deseo de superación y, en tal virtud, genera un ansia de saber, de crear; y quien no tiene nada de eso es un ser anerómico, por tener una sensibilidad casi muerta. Cuando pasa eso, no se puede hacer nada, pero la mayoría de las personas tienen una sensibilidad dispuesta y una inteligencia activa, con una voluntad animosa, con la disposición para desarrollarse cabalmente. En realidad, quien no se desarrolla es porque le ha faltado esa peculiar motivación para hacerlo. Nuestra misión es procurar que todos desarrollen su mejor condición.

Participante: La tecnología ha afectado la forma como se estudia y se aprende. ¿Cómo usted ve eso de la tecnología en la lectura?

BRC: En algunos ha influido negativamente porque piensan que no tienen necesidad de leer un libro y hasta se sienten ahogados por la tecnología. Incluso, algunos dicen que corremos el riesgo de que se piense menos por el hecho de que están saturados de información. Pero la realidad es que hoy no podemos prescindir de la tecnología; tenemos que crecer y desarrollarnos en esta época con la tecnología electrónica, que ha contribuido enormemente en el desarrollo de la comunicación. Cuando yo era profesor aquí, hace cincuenta años, esa pregunta nadie la haría, porque no había el avance tecnológico que hay hoy. Solo había teléfonos, radio, tv y libros en la época en que yo me desarrollé, pero ahora hay muchos recursos. Cada uno debe vivir su época. En lo posible, traten de no echar a un lado los libros en físico, porque la lectura de un libro impreso ofrece un contacto directo, más cercano con los libros a través del formato de la edición, el color de su portada, la organización de los capítulos, la oportunidad de subrayar y hacer anotaciones y comentarios. Hasta el color de la portada influye en la motivación. Cuando yo busco uno de mis libros en mi biblioteca personal, lo encuentro por el formato, el color, la textura de su presentación, que distingo y recuerdo fácilmente.

Participante: Buen día, Maestro. No todos los jóvenes utilizamos mal la tecnología porque tenemos la oportunidad de descargar libros, aplicaciones que nos permiten leer con facilidad. Los libros en físico tienen sus ventajas, como usted dice, porque los podemos tocar, oler, sentir, buscar palabras en el diccionario o marcarlas para aclaraciones, cosa que se dificulta con el celular o la computadora porque hay que salir de la aplicación para buscar, por ejemplo, en un diccionario. Pero una pregunta: cuando usted está leyendo y busca el significado de una palabra, ¿cómo uno hace para integrar esa palabra al vocabulario? Particularmente a mí me da trabajo.

BRC: Todo lo bueno da trabajo. ¿Qué haces cuando no conoces una palabra? ¿La buscas en el diccionario o tratas de interpretarla a través del mismo contexto?

Participante: La busco en el diccionario. Mi inquietud es saber cómo se hace más fácil aprendérsela para aplicarla o integrarla al vocabulario.

BRC: Cada persona debe idear la forma de aprender y de buscar; eso depende de cada uno.

Participante: Y utilizarla, don Bruno, porque palabra que no utilizo, palabra que se me va a olvidar.

BRC: Y hay que hacer un esfuerzo de impresión en la mente, imprimir esa palabra en tu mente, asociarla con otras, repetirla y usarla. Pienso yo que sería lo mejor.

Participante: ¿De qué manera cree usted que es la mejor forma de comprender la lengua?

BRC: La mejor forma de comprender la lengua es utilizar las cuatro artes del lenguaje: escribir, leer, escuchar y hablar. Una escritora y profesora puertorriqueña llamada Antonia Sáez escribió un libro titulado Las artes del lenguaje, libro que conocí aquí en este recinto escolar hace 52 años. Ahora les llaman las competencias básicas, le cambian la denominación, pero es lo mismo.

Participante: Hablando de los trabajos de motivación que ustedes realizan, ¿cómo ve usted la motivación general del pueblo?

BRC: La realidad muestra que no hay mucha motivación, ni auspiciosas señales que den cuenta de que la población tiene interés por los conocimientos. Cierto es que las personas necesitan satisfacer sus necesidades básicas y para eso trabajan. Ya decían los antiguos romanos: “Primum vivere; deinde philosophare”, que quiere decir: “Primero vivir; después filosofar”. Filosofar es todo lo que no es trabajar para ganarse la vida, que lo hace desinteresadamente.

Participante: ¿Por qué hay tanta variación si es la misma lengua?

BRC: Porque hay múltiples hablantes. Cada hablante es un creador de formas expresivas o discursivas de la lengua y tiene la opción de crear nuevas variantes, lo que enriquece la lengua. Por eso, hay palabras en Argentina o en Colombia, México o Perú que nosotros desconocemos, pero también hay palabras en Santo Domingo, Las Palomas o en Junumucú que no conocen en otro país. Es decir, la lengua va evolucionando, fluye en permanente actividad y movimiento. De hecho, todo lo que existe, según ha enseñado la física cuántica, está en constante movimiento.  La cultura está en permanente transformación, por lo cual es un error encasillarse, aferrarse a lo que uno conoció cuando creció, pues hay que abrirse a las nuevas realidades.

Participante: Como las cosas han evolucionado tanto, los diccionarios ya no deberían existir.

BRC: Lo que se lee en un mensaje electrónico, por un teléfono celular o una computadora, alguien lo escribió y para hacerlo tuvo que tener el conocimiento de lo que escribió; entonces, no se pude prescindir de lo que es necesario. Ahora bien, si todos los hablantes naciéramos conociendo la lengua, los diccionarios sobrarían, como también los maestros y los libros. De manera que no podemos prescindir de los diccionarios, como planteas. No todo lo que se escribe por internet es correcto; hay gente que escribe y habla sin fundamento.

Participante: Con relación a la lectura electrónica, yo no le veo nada negativo a que la gente lea un libro en la computadora. Yo lo hago. Si estoy esperando turno en una clínica, yo leo en mi celular; donde realmente está la problemática es que cada vez somos más diletantes, porque el que no sabe buscar puede caer en el error de utilizar espacios donde son otros estudiantes que aportan las ideas y no crecen intelectualmente. Los maestros debemos dar la orientación de las fuentes que queremos que consulten los estudiantes.

BRC: Es correcto, profesora, lo que usted ha dicho. Nuestro rol es orientar y estimular.

Participante: Ahora con la tecnología, cuando un profesor nos pide analizar una obra, lo que hacemos es buscar en internet y ni siquiera nos detenemos a ver si ese comentario es adecuado.

BRC: Hay algo que se llama vocación intelectual, si uno no lo desarrolla no va a querer hacer nada que implique leer, estudiar, pensar, analizar; si no hay vocación, no se puede hacer nada.

Participante: Según su experiencia, ¿dónde radica el problema de la asimilación del estudiante?

BRC: Con relación a la lengua y a todos los conocimientos, he llegado a la conclusión de que, para aprender, se necesita algo indispensable para lograrlo. ¿Saben ustedes a qué me refiero?

Participante: A la disposición

Participante: A la motivación

Participante: Al deseo

BRC: Las tres respuestas son válidas, pero hay otra respuesta más importante. El término clave, indispensable, imprescindible para aprender es poner atención. El estudiante brillante es el que pone atención; más aún, si un estudiante es brillante, con atender bien no tiene ni que estudiar. Un estudiante que pone atención a su profesor, aprende. Quien se distrae, no asimila. ¿Qué es poner atención? Es concentrar la mente en lo que estamos viendo, leyendo o escuchando, y la atención va a desarrollar la capacidad de observación porque todo se concentra en el contenido, la forma y el sentido de lo que estamos leyendo, observando o escuchando.

Participante: En un artículo de psicología leí que la observación detenida, pertenece a un cuarto nivel de aprendizaje. El ser humano se desarrolla en varios niveles de aprendizaje y eso de poner atención no todos desarrollan esa capacidad.

BRC: Porque nuestra formación es muy superficial. No prestamos atención a las cosas claves de la vida. No hemos aprendido nuestra lengua sino superficialmente. No valoramos el saber preciso y apropiado sobre los diversos asuntos de la realidad

Participante: ¿Cuál es el proceso que se sigue para incluir una palabra nueva en el diccionario?

BRC: En primer lugar, cualquier persona puede presentarle a la Academia una palabra con el fin de que nosotros evaluemos la posibilidad de admitirla como válida para proponer su inclusión en el diccionario. Yo he recibido peticiones de personas que hacen esas sugerencias; entonces se hace lo siguiente: primero, hay que definirla. De hecho, a mí me tocó definir algunas palabras para incluirlas como dominicanismos en la última edición del Diccionario de la lengua española, publicado en 2014. Segundo, tenemos una comisión lingüística que la evalúa y, si se aprueba, esa palabra pasa a la reunión conjunta de los académicos para ratificarla y enviarla a la RAE. Tercero, el pleno de los académicos de la Real Academia Española aprueba o rechaza la petición de inclusión. Una de las palabras que incorporé al DLE es “chin”. Otra fue Interiorismo, un movimiento literario que me tocó el honor de crear. De manera que si algunos de ustedes, alguna vez entienden que tal o cual palabra debe figurar en el diccionario de dominicanismos o en el diccionario de nuestra lengua, ya saben que pueden enviarme su propuesta. Muchísimas gracias por su atención, su interés y su buena disposición.

 

Bruno Rosario Candelier
Conversatorio en ISFODOSU
 Recinto Luis Napoleón Núñez Molina
 Licey al Medio, Santiago, 17 de abril de 2017.

 

Surrapa, tópico

SURRAPA

La voz surrapa es dominicana de pura cepa. Solo se conoce en República Dominicana. Aparece consignada en el Diccionario de americanismos (2010:1987) en tanto sustantivo femenino para, “Resto de comida que queda adherido al fondo de las ollas”. Con esta definición se convierte en una palabra que engloba al famoso concón dominicano, esto es, el concón es una surrapa de arroz.

En realidad quien estas notas escribe había oído y utilizado la surrapa dominicana para el sedimento que queda en los líquidos una vez que estos reposan. Usado de este modo sale familiarizada con la zurrapa española.

Ahora bien, no se ha traído este vocablo a estos comentarios solo para indicar la similitud anterior y la relación que aquí se establece con el concón. La surrapa se ha refinado y ha adquirido significaciones en sentido figurado, más allá de lo literal.

Se ha oído el empleo de surrapa en sentido metafórico para designar con ella algo que no se menciona de modo directo. Para aludir a algo que no es obvio en un asunto. Así dirá un hablante de español dominicano, “Ese mensaje que te envió el ministro tiene su surrapa”. Es decir, que hay que encontrarle al sentido, algo que no está expresado.

Si mal no se recuerda, también se oyó en alguna ocasión que surrapa se aplicaba al benjamín o “nidal” de una familia. Con este tipo de uso puede presumirse que se usa en tanto sinónimo de “último vástago”, sin que ello implique ánimo alguno de desprecio.

Los cambios en el habla preceden generalmente los que se producen en el español escrito. Así mismo, ha de tenerse en cuenta que la lengua no permanece intacta, recibe modificaciones constantes. Nuevas palabras y giros  se incorporan, mientras otros desparecen. Algo que resulta difícil medir es la vigencia de vocablos y locuciones del habla, como resultado de la índole de esta. Lo que se ha mencionado más arriba debe retenerse como una observación educada.

 

TÓPICO

“Los TÓPICOS de relieve e interés públicos se tratan. . .”

De vez en cuando el vocablo tópico utilizado del modo en que se hace en la cita aparece en los escritos de periodistas, y con mayor frecuencia aún, en las intervenciones orales de estos profesionales. En esta frase reproducida, la palabra mencionada se usa en tanto sinónima de “asunto, tema, cuestión, sujeto, materia”. Esas equivalencias son falsas en español.

Más adelante se explicarán los significados aceptados en el español culto para tópico. Se aprovechará la ocasión para repasar en algunas lenguas extranjeras voces muy parecidas  a la del español, con sus respectivos significados. De paso, se mencionarán los orígenes del término del título.

Este tópico es lo que se llama falso cognado en español en los casos en que se usa de la manera que se critica en esta sección. Recibe este nombre porque el origen del vocablo es el mismo en varias lenguas; a pesar de eso esas lenguas no comparten las mismas significaciones.

Ya en 1964 D. Ricardo Alfaro en su Diccionario de anglicismos (1964:440) criticaba en términos muy severos el uso que de tópico se hace en la cita; “anglicismo garrafal”, lo llamaba. Por la fecha de edición de ese diccionario puede deducirse que el desliz es de larga data.

En  la obra Spanish False Cognates (1995:253) se menciona que M. Morínigo y la Editorial Larousse en sus diccionarios entienden que en América tópico se emplea para “asunto, tema, materia”. El Gran diccionario Larousse de la Lengua Española (2007:1726) lo asienta, “tema de conversación”. El Diccionario de uso del español (2007:2901) consigna para tópico que en Hispanoamérica es, “Tema de conversación en general” y remite a asunto.

Ya se ha enumerado una de las acepciones que tópico no lleva en español. Hay que pasar a listar las significaciones que son de aceptación internacional para la palabra. Eso ayudará a entender mejor el asunto.

Tópico es la expresión trivial, muy empleada; es el lugar común, relacionado con el cliché. Alude a un lugar determinado. Es el medicamento de uso externo, vale decir, sobre la piel, en el lugar de la afección; no para ingerir ni para inyectar. A seguidas vienen algunas de las acepciones que pueden confundir.

En lingüística tópico es un elemento de un enunciado en un escrito aislado entre comas, en el habla es aislado entre pausas. Sirve para introducir uno de los elementos de una relación predicativa; o bien, contribuye a situar la circunstancia o la perspectiva que viene a propósito para la enunciación.

De nuevo, en la ciencia del lenguaje, es una parte del enunciado, tema, que presenta cierta información como conocida. Se opone por su contenido a la información nueva del enunciado.

La última acepción es la relativa a la retórica en la que es el lugar común de que en la retórica antigua se sirvieron los escritores con frecuencia y, que se convirtió en fórmula o cliché admitidos en esquemas formales o conceptuales.

Las anteriores son las acepciones que la Real Academia recomienda que se respeten cuando se utiliza el vocablo tópico. Más abajo se producirán algunas notas con respecto a lo que el uso ha difundido especialmente en Hispanoamérica.

En Argentina admiten el empleo de tópico para el “Tema o idea, en especial cuando es común o convencional, que carece de originalidad”. Es el “Tema, idea o recurso que se repite en distintas obras literarias o retóricas”. Estos conceptos se toman del Diccionario integral del español de Argentina 2008:1763).

Los mexicanos expresan esta idea de un modo parecido que viene a confirmar cual es la tendencia con respecto a la voz estudiada. El Diccionario del español usual en México (2002:876) lo registra como “Tema de discusión que suele aparecer en ciertas circunstancias o que se repite normalmente”.

El reconocimiento final de las tendencias americanas aparece resumido en el Diccionario de americanismos (2010:2073). Tópico “tema que se trata en una conversación, en una conferencia o en un trabajo de investigación”.

Después de este repaso acerca de “retórica”, cabe que el hablante interesado en la lengua común se pregunte hacia dónde se encamina ese vocablo en el seno de la lengua corriente.

Piénsese por ejemplo en los millones de hablantes que se sirven de esta palabra del modo mencionado en el Diccionario de americanismos, aunque este no sea el de aceptación de las autoridades rectoras de la lengua internacional.

El Diccionario de americanismos anota que con la acepción mentada más arriba se utiliza en Estados Unidos, México, Nicaragua, Cuba, República Dominicana, Perú, Bolivia y, poco usado en Ecuador y Uruguay.

Antes de cerrar esta sección se considera oportuno citar algunas particularidades de topic en inglés. En esa lengua esa voz “no tiene el sentido de la voz española “tópico”, es decir, “lugar común”. Ese dato se tomó del Diccionario de dificultades del inglés (1976:464). Este dato se cotejó con la undécima edición del Merriam-Webster College Dicitionary.

En francés la voz topique no lleva el reconocimiento del inglés topic para el tema de conversación. En esto se asemeja a lo que las autoridades del español peninsular propugnan.

En el portugués brasileño, aparte de todos los significados que tiene la voz en otras lenguas; en particular se usa para los comentarios cortos en un periódico, que son parte normalmente de los asuntos del día. Con este significado se relaciona con un “suelto” que en español es una información breve, menos extensa que un artículo que requiere de una titulación apropiada. Esta información del portugués brasileño se extrajo del Novo diciónario Aurélio da língua Portuguesa (1986:1689).

Este es el lugar para tratar de esclarecer algunas nociones por medio de la etimología. No hay que sorprenderse si algunos de los significados de este tópico tienen relación con “lugar”, pues el griego topos indica “relativo a un lugar” o “instalado en un lugar”. Los significados con respecto a los lugares comunes de la retórica y la literatura tienen relación con una obra de Aristóteles traducida por Cicerón. En el siglo XX el término adquirió el sentido de “lugares de sentido psíquicos” en el psicoanálisis de Freud (1940).

Para concluir, ha de respetarse lo que las autoridades prescriben, sin olvidar lo que el uso en Hispanoamérica ha establecido a través del tiempo.

© 2017, Roberto E. Guzmán.