Una jaula de grillos

En la escuela nos enseñan que las metáforas son propias de la literatura. Muy al contrario, las metáforas son parte esencial de nuestra lengua cotidiana. Con ellas comparamos dos realidades aplicando a una de ellas la palabra que originalmente estaba pensada para la otra. Creamos así nuevos significados para palabras ya existentes. Conseguimos expresar un nuevo concepto sin necesidad de inventar una nueva palabra. El lenguaje coloquial está preñado de metáforas expresivas. Y si hay un tipo de metáfora sorprendentemen-te productivo, ese es el que compara a los seres humanos con los animales.

Los "dos idiomas"

Hace unos años ya, en una visita a España, mi hijo, un niño en ese entonces, les decía a sus amigos en el parque infantil: «Yo soy español y dominicano y hablo los dos idiomas». Ni que decir tiene que ese «bilingüismo» precoz lo convirtió en el héroe del barrio. Me sorprendió y me enorgulleció lo que ese comentario suponía para un niño de corta edad. Su trascendencia radicaba en que manifestaba, a su manera, la experiencia de descubrir las diversas formas de hablar español.

Friendo y comiendo

Los usuarios de la edición digital del Diccionario de la lengua española de la Real Academia estamos de enhorabuena. Antaño era necesario esperar largos años para disponer de una edición actualizada. Así era y sigue siendo con las ediciones impresas del diccionario académico. La digitalización nos brinda la posibilidad de disfrutar «friendo y comiendo» del trabajo constante de los académicos. La página electrónica de la Real Academia permite desde 2001 la consulta en línea de su diccionario, del nuestro, el de todos los que hablamos español.

En flagrante

Una hablante interesada en la lengua española se ha comunicado con la página electrónica de nuestra Academia para consultar el uso correcto del adjetivo flagrante. Aprovecho para poner esta herramienta a la orden de los lectores. Siempre agradecemos que los hablantes de español confíen en nuestras respuestas a sus dudas sobre el idioma. Y nos alienta saber que son muchos los dominicanos que nos demuestran sus inquietudes lingüísticas, desde las más simples a las más complejas.

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¿Es un deber o una probabilidad?

Todas las lenguas responden un principio universal: la economía del lenguaje. Se trata de expresar el mayor contenido significativo con el menor esfuerzo posible. De aquí resulta que cada elemento de la lengua, por insignificante que nos parezca, tiene importancia para lo que queremos decir. Son muchos los ejemplos: las tildes, los signos de puntuación, el uso del género o del número. Las preposiciones, un grupo pequeño y cerrado, abundan en pequeños grandes matices. Veamos, si no, este ejemplo.

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Mejores y peores hablantes

Una de mis lectoras me proporcionó hace unos días el gran placer, tan raro en estos días, de recibir una carta manuscrita, unas páginas escritas a mano con esmero y corrección. En ellas manifiesta su interés por conocer en qué país hispanohablante se usa nuestra lengua con mayor corrección. Por supuesto, se trata de una materia que está sujeta a opiniones muy diversas. Y es eso, una opinión personal, lo más que les puedo ofrecer.

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Un sonido para dos letras

Siempre me ha sorprendido el curioso afán de muchos comunicadores y de muchos docentes, salvo honrosas excepciones, por diferenciar la pronunciación de nuestras queridas, y en ocasiones odiadas, b y v. En español la pronunciación bilabial, es decir, aproximando o cerrando los labios, es la correcta para ambos fonemas.

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Deportes y gramática

El deporte desata pasiones. Lo tenemos a diario en nuestras pantallas, en nuestros periódicos y en nuestros aparatos de radio. El inconveniente para los hablantes consiste en que, cuando un error ortográfico o gramatical cunde entre locutores, cronistas o publicistas, estamos condenados a encontrárnoslo hasta en la sopa. El deporte y la competición, contra uno mismo o contra otros, van de la mano. Los verbos ganar y perder se convierten en protagonistas y también, por desgracia, las preposiciones con las que se construyen.

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Préstamos chivatos

Existe entre los hablantes conscientes la inquietud por la abundancia de palabras procedentes de otros idiomas que se introducen en el nuestro. Los préstamos léxicos entre lenguas han existido siempre. Muchos de ellos son tan antiguos, y los tenemos tan asumidos como propios, que difícilmente notamos que, en su origen, fueron extranjerismos. El español recibió cultismos del latín, acogió indigenismos de las lenguas precolombinas y, en los últimos tiempos, ha adoptado muchos anglicismos. El verdadero peligro lo representa el préstamo innecesario, que se produce cuando los hablantes desconocen que en español ya existe una palabra para designar la realidad que se quiere nombrar. El extranjerismo desbanca a la palabra patrimonial y ésta llega incluso a perderse.

David contra Goliat

En este mes de junio intenso  y extenso en actividades deportivas, sobre todo las futboleras, oiremos y leeremos con mucha frecuencia ese invento de Brasil versus España, partido muy pronosticado, por cierto. Si somos aficionados al baloncesto nos traerá de cabeza la final Boston vs. Lakers. Lamentablemente su uso no se restringe a lo deportivo sino que se extiende a todos los ámbitos; ni tampoco es exclusivo de la República Dominicana: lo encontramos en todas las áreas hispánicas. ¿Dónde quedó nuestra añorada contra?