Adecuación a la República Dominicana del artículo “Modernos y elegantes” de Julio Llamazares (El País, 13 de mayo de 1993).
Desde que los tragos se llaman shots; los anuncios, spots; las tallas, sizes; los apagones, blackouts; las niñeras, babysitters y los homosexuales, gays, este país no es el mismo. Ahora es mucho más moderno: en verdad, un Nueva York chiquito. Durante muchos años, los dominicanos no nos dábamos cuenta de lo feo que hablábamos ni de lo atrasado que estábamos. Los niños leían muñequitos o paquitos sin saber que eran comics; los jóvenes hacían parties creyendo que eran fiestas; las secretarias preparaban borradores de cartas para sus jefes sin advertir que eran drafts; los empresarios, como siempre, tenían issues con sus empleados que, ingenuamente, consideraban problemas; los obreros, tan ordinarios, se pasaban el fin de semana bebiendo, sin percatarse, los pobres, que lo hacían en el weekend; y los domingos todos íbamos al cine a ver films que, por subdesarrollados, llamábamos películas. Yo mismo, en la escuela normal de San Francisco de Macorís, me creía buen estudiante por mis buenas notas: ignoraba totalmente –– lo confieso con vergüenza— que lo era por mi alto GPA. Leer más