Temas idiomáticos

02/11/2021

COMPAÑEROS DE CAMINO

Dice el Diccionario de la lengua española que una estatua es una ‘obra de escultura labrada a imitación del natural’. Los que gustamos de pasear nos topamos con estatuas de personajes ilustres, o no tanto, de los que muchas veces desconocemos casi todo.

En estos días he recorrido las calles de la ciudad española de Salamanca y he disfrutado en cada recodo de un encuentro con poetas, novelistas y personajes literarios con un vínculo especial con la ciudad; santa Teresa de Jesús, frente a su casa salmantina; san Juan de la Cruz, junto al convento donde vivió; Luis de Góngora, estudiante en la Universidad de Salamanca, una de las más antiguas del mundo; fray Luis de León, siempre frente a su pórtico plateresco, cerca del aula donde impartió docencia y a donde regresó, con su inolvidable «decíamos ayer», luego de su cautiverio por la Inquisición.

Tomamos un descanso junto a la novelista Carmen Martín Gaite, cerca de su casa natal, o un café en su mesa habitual del Novelty con el narrador Gonzalo Torrente Ballester; nos emocionamos ante Miguel de Unamuno frente a la casa donde cerró los ojos definitivamente al horror que se avecinaba.

Los personajes literarios también se han adueñado de rincones acogedores. La Celestina nos recibe en un umbrío jardín asomado sobre la muralla, que nos transporta a un imaginario huerto de Calisto y Melibea, no en vano Fernando de Rojas, el autor de la Tragicomedia, fue estudiante en Salamanca; cerca de allí, por las orillas del Tormes, Lázaro parece acercarse al verraco con el que pronto su amo le enseñará la dureza del mundo.

La literatura puebla las calles y se convierte en un aliciente más, no solo para el agotador figureo en Instagram, sino para interesarnos por creadores y creaturas. 

09/11/2021

UN SIGNO VERSÁTIL

Unas semanas atrás anticipábamos la utilidad de los signos de puntuación hablando de los dos puntos (:). La duda más recurrente se refiere a la escritura de la palabra que sigue a los dos puntos: ¿mayúscula o minúscula?

Repasémoslo mientras aprendemos los usos de los dos puntos. Se escribe con minúscula la primera palabra de la enumeración o expresión que hemos anticipado con el signo. Lo planeamos así: mañana de playa, tarde de lectura. Para participar solo tienen que venir preparados: libro, toalla y ganas de disfrutar.

Entre las funciones de los dos puntos está conectar dos oraciones que se relacionan entre sí con un vínculo de dependencia. En esto se parecen al punto y coma (;) y pueden alternar con él a gusto del que escribe. La Ortografía de la lengua española habla de cuatro relaciones expresadas por este signo; en todos estos casos, después debemos escribir en minúscula.

Podemos expresar una relación causa-efecto: Se presentó tarde y malhumorado: no lo vuelvo a invitar. Este signo nos permite además establecer que lo expresado tras los dos puntos se considera una conclusión o un resumen de lo anterior: La playa estaba desierta y el mar en calma: fue una mañana preciosa. Recurrimos a ellos cuando se trata de explicar o a detallar lo que hemos expresado antes: La tarde fue inolvidable: alrededor de un buen café leímos y hablamos de libros. Por último, podemos indicar con ellos una relación de oposición: No fue un día cualquiera: fue un día perfecto.

Con todo esto no se agotan las posibilidades que nos brindan los dos puntos: son un signo versátil que conviene aprender a manejar bien. ¿Me acompañan a hacerlo?

16/11/2021

PALABRAS Y PENSAMIENTOS

No se confundan: el objetivo primero de la escritura no es escribir bien. El objetivo de la escritura es propiciar que el lector entienda lo que el que escribe quiere decir. Por eso, nunca están de más los signos de puntuación que, con su versatilidad, nos ofrecen un sinfín de posibilidades para expresar con claridad las relaciones que se establecen entre nuestras frases.

Los dos puntos son un buen ejemplo; como protagonistas de un melodrama ortográfico, casi siempre menospreciados, están dispuestos a destaparse y a demostrarnos su valía. ¿Qué haríamos sin ellos cuando necesitamos introducir literalmente en nuestro texto palabras o pensamientos? Es lo que conocemos como discurso directo. Se sirve principalmente de los dos puntos como signo de puntuación y, en general, de un verbo de lengua o de pensamiento. En la variedad y la propiedad está el gusto; elijan entre los muchos que nos proporciona la lengua el que más se ajuste a sus necesidades expresivas: decir, expresar, manifestar, repetir, declarar, opinar, describir, exponer, explicar, preguntar, inquirir, responder, contestar, refutar, pensar, reflexionar, etc.

Mediante discurso directo incluimos en lo escrito las citas literales que reproducen textualmente las palabras de alguien: Así lo aconsejaba don Quijote: «Anda despacio; habla con reposo; pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo; que toda afectación es mala». También los pensamientos: Cerró el libro y pensó: «Debí decidirme antes a leer el Quijote». Las palabras o pensamientos que reproducimos deben aparecer entrecomilladas y, por supuesto, las comillas deben ser angulares.

Ya habrán notado en los ejemplos que, en estos contextos, siempre escribimos con inicial mayúscula la palabra que sucede a los dos puntos. Hasta aquí, un apunte de lo que debemos hacer; la semana que viene, un apunte de lo que debemos dejar de hacer.

 

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