PANEL SOBRE LA FILOLOGÍA DE PEDRO HENRÍQUEZ UREÑA

La Biblioteca Nacional, la Universidad Pedro Henríquez Ureña y académicos de la lengua presentaron un panel sobre “La diversidad en el pensamiento de Pedro Henríquez Ureña”, en conmemoración del 50 aniversario de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña.

Este encuentro contó con la participación del filólogo Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua; el ensayista Federico Henríquez Gratereaux, subdirector de la ADL, el historiador José Guerrero y el educador Miguel D. Mena. El historiador y académico de la lengua, José Miguel Soto Jiménez, tuvo a su cargo moderar el acto, que fue presidido por Rafael Peralta Romero, académico de la lengua.

En el encuentro se abordaron las facetas de Pedro Henríquez Ureña como filólogo, a cargo de Bruno Rosario Candelier; ensayista, por Federico Henríquez Gratereaux; historiador, a cargo de José Guerrero, y educador, a cargo de Miguel D. Mena.

Bruno Rosario Candelier, en su intervención sobre la dimensión filológica de Pedro Henríquez Ureña, manifestó que Pedro Henríquez Ureña fue nuestro primer gran filólogo. Es modelo para todas las personas que nos dedicamos al estudio de la lengua y al cultivo de las letras. Y ha sido un singular referente por el gran aporte que él hizo como crítico literario, como lingüista, como creador de literatura y, sobre todo, como intérprete, como exégeta de la palabra a la que se consagró, a la que dedicó toda su vida con una dedicación esmerada, con una profunda identificación con el alcance de la palabra y con lo que eso significa para el desarrollo estético y espiritual en la conciencia humana.

Señaló que Pedro Hernández Ureña tuvo la virtud de hallar el sentido subyacente en la imagen y en el concepto, las dos facetas en la que se mueven los escritores y con los que realmente desarrollan su trabajo creador. Ponderaba altamente el valor del sentido y el valor de la imagen en la creación poética.

“He recibido el testimonio de muchos literatos y de muchos estudiosos y de muchos intelectuales que descubrieron el valor de la poesía a través de La gramática castellana, de Pedro Henríquez Ureña y Amado Alonso, justamente por el valor de la ilustración que él le daba a cada uno de los de los aspectos de los cuales ponderaba para enseñar”, comentó el también filólogo.

Subrayó tres aspectos fundamentales para la comprensión de la labor filológica que desarrolló Pedro Henríquez Ureña en prácticamente medio siglo de existencia como intelectual, como profesor, como intérprete y como creador: En primer lugar, hay un sentido ético en los planteamientos teoréticos, en los planteamientos pedagógicos y lingüísticos de su labor como intelectual,  como creador y como docente; segundo lugar, la dimensión altruista de su consagración como escritor y como filólogo y, en tercer lugar, fue muy importante en su visión del mundo, en su cosmovisión espiritual y en su visión filológica el sentido trascendente que don Pedro le daba a su quehacer intelectual y al ejercicio de la escritura con un propósito de edificación y de concientización de sus lectores y de sus alumnos.

Finalmente puntualizó un detalle importante en el aporte de Pedro Henríquez Ureña: su preocupación por la voz propia, por el descubrimiento, por la ponderación, por la valoración de la voz propia de los escritores para que escribiesen desde su propia sensibilidad y su conciencia en atención a la realidad social y cultural de su país.

Continuando la actividad, el académico y ensayista Federico Henríquez Gratereaux habló sobre “Pedro Henríquez Ureña: el ensayista”

Don Federico, indicó que Pedro Henríquez Ureña es un hombre del siglo XIX que vivió la mitad del siglo XX. Su formación y sus ideas parten de ese periodo de la historia humana.

“Hablar de Pedro Henríquez Ureña es el cuento de nunca acabar”, expresó.

Explicó que la misión social del ensayo es hacernos ver con la mayor iluminación los caracteres del mundo que nos toque vivir y sobre el cual se cierne las ocupaciones sociales. Es el instrumento óptico que nos libra de la ceguera institucional. Es la herramienta intelectual que nos permite comprender y orientarnos en el piélago de las opiniones interesadas, apasionadas, idealizadas, politizadas.

El ensayista comentó que Pedro Henríquez Ureña escribió dos notas que nos sirven para mostrar ese carácter que viene del ensayo: siempre un poder iluminador.

Ese carácter internacionalista, esa idea de que no haya fronteras. “Parece que Pedro Henríquez Ureña consideraba que lo mejor como ideal de la civilización era la conservación de todas las diferencias dentro de una armonía”, dijo.

Indicó que para Pedro Henríquez Ureña la cultura era un medio, la letra no era magna.

El académico destacó un aspecto particular de Pedro Henríquez Ureña, y es que en pocas palabras él decía muchas cosas y eso es lo que es propio de un ensayista: descubrir lo que está velado, hacer, por un momento, un foco que nos sirva como orientación para el mundo.

“Me parece que Pedro Henríquez Ureña, en los dos casos, cuando dijo “Ideal de civilización no es la unificación completa de todos los hombres y todos países, sino la conservación de todas las creencias dentro de una armonía”, hizo un ensayo breve. Y también en el segundo caso volvió a ejercer la función concerniente del pensamiento”, dijo tras concluir.

José Guerrero, en su turno, habló sobre “Pedro Henríquez Ureña y la historia”.

El destacado historiador expresó que Pedro Henríquez Ureña sin ser historiador definió el periodo de nuestra independencia como pocos estudiosos lo han hecho. Y entró en contacto con el estudio de la historia cuando en 1900 tomó clases.

Guerrero contó que Pedro Henríquez Ureña era un lector curioso, pero no tenía título universitario ni medio de subsistencia y lo discriminaban por extranjero y por ser negro. Sin embargo, aun así siempre estuvo orgulloso de su familia y de ser dominicano.

Relató que a la edad de tres años, según cuenta en sus memorias, oyó cantar el himno dominicano y la palabra “patria” y le preguntó a su madre por su significado y esta le respondió con el poema: “Que es patria”.

“Su amor por el terruño dominicano implica un patriotismo raigal y profundo que mantendrá vivo a través de toda su existencia”, agregó.

El historiador refirió que en septiembre de 1909 don Pedro recibió el libro Rufinito, escrito por Federico García Godoy en 1908. Le respondió al autor con una carta en la que expuso cinco temas claves de la relación entre historia y cultura, entre ellos: 1. Leyó con placer el estilo elegante del libro que trata sobre la proclamación de la República Dominicana, 2. Resaltó que la historia es parte de la literatura, por esa razón abordó el problema de la formación de la literatura nacional, la cual no puede dañar lo exterior ni lo vocal y advirtió que el indigenismo fracasó excepto la obra de Enriquillo, porque no era parte de nosotros. Ponderó que Rufinito abrió un nuevo campo de nuestra literatura histórica y elogió al autor por ser el primero que, sin olvidarse de la tradición popular y de formarla novelísticamente, nos dio una historia viva que puede agitar el espíritu de las clases dominantes.

Señaló que Pedro Henríquez Ureña ejerció el cargo de superintendente de enseñanza y fue quien extendió la enseñanza de la historia a la escuela secundaria, sustituyó la historia pintoresca por otra historia crítica y social e incluyó un capítulo sobre la historia de Haití.

“Como hemos visto, Pedro Henríquez Ureña, como buen humanista, incluyó la historia en su pensamiento y obra”, expresó el historiador al concluir.

El ensayista Miguel D. Mena enfocó el aspecto pedagógico de Pedro Henríquez Ureña.

Ponderó que Pedro Henríquez Ureña hizo el aula, hizo un jardín, un principio de amistad, hizo un espacio que lo acompañó toda su vida.

  1. Mena explicó que para Pedro Henríquez Ureña la educación era un acto ético, era un acto que tenía que ver con el desarrollo de la personalidad, con el desarrollo de la voluntad y con el mejoramiento de la persona, y dijo: “Él se conecta de una manera bastante directa con todo ese principio que ahora mismo se llama en la filosofía: principio dialógico. Todo esto ya en Pedro estaba latente, porque él trató de conectar siempre el conocimiento a un principio de verdad, a un principio de belleza”.

Miguel D. Mena, subrayó que para Pedro Henríquez Ureña la educación era un elemento de interacción. “Para él la educación debía integrarse en todas las disciplinas.    No solamente enseñarles a surfear, sino también enseñarles los instrumentos musicales.   Para Pedro Henríquez Ureña la educación no solo era un oficio, ni un trabajo” enfatizó.

La actividad cultural finalizó con la dinámica de preguntas y respuestas entre el público y los panelistas.

Participaron en el acto, el director de la BNPHU, escritor Rafael Peralta Romero; la licenciada Josefina Pepín, vicerrectora de extensión de la Universidad Pedro Henríquez Ureña y público en general.

Santo Domingo, BNPHU, 19 de agosto de 2021.

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