Presentan las novelas de Emilia Pereyra en la Academia

La Academia Dominicana de la Lengua y Editorial Santuario presentaron las reediciones de las novelas El crimen verde, Cenizas del querer y Cóctel con frenesí, de la escritora, periodista y académica correspondiente Emilia Pereyra.

Nuestro socio numerario Manuel Núñez Asencio presentó El crimen verde. Dijo que esta novela anda por la senda de una prosa de juegos cartesianos con anécdotas a lo García Márquez, que ya es copiosa en la prosa de los escritores americanos. “La novela de Emilia Pereyra nos devuelve la fascinación por contar una historia. En El crimen verde, el terror, la usurpación, los episodios macabros, la venganza y los sentimientos mezquinos son las fuerzas que sustentan los hechos que envuelven a los personajes”, agregó.

Núñez Asencio manifestó que esta historia tiene todos los elementos de la crónica que le sirve de base para una estructura de modelo formal. Destacó que desde el comienzo, la novela nos revela el crimen diciéndonos quién es la víctima, dónde fue descuartizada y cuándo se cometió el delito. Luego van surgiendo las fuerzas psicológicas que mueven a los asesinos, la búsqueda de los aliados y el diseño del plan macabro. “No cabe duda sobre el conocimiento que tiene la autora de los entresijos de su trama. No ha cometido el pecado capital de muchos novelistas incipientes, que suelen hablar de lo que no saben”, acotó.

El académico y crítico literario resaltó que la autora escribe una novela narrada a tres voces: un monólogo de un sereno que obra como la conciencia de los testigos del crimen; una narración en primera persona representada por el personaje principal, Belinda Torres; y la narración en tercera persona, presente en el mayor porcentaje de los capítulos. Subrayó que El crimen verde nos introduce en una estructura circular. La obra se desarrolla en capítulos cortos con pausas biográficas y explicativas. Sus escenas se amontonan, rompen la historia lineal, pero todas conectan con el hecho central de la novela: el descuartizamiento de un hombre. Al empalmar la política y el hampa, la autora introduce convenciones distintas a las que supone el género y enriquece la narración. Subrayó que cada uno de los personajes tiene una biografía y se distancia de la narradora que explora su conciencia. “La prosa de Emilia Pereyra coincide con el lenguaje hablado y escrito sin excesos dialectales”, dijo.

Al cierre de su intervención, Manuel Núñez resaltó que con esta novela Emilia Pereyra ha pagado con creces su entrada en el foro de las letras nacionales, situándose en la avanzadilla junto a nuestros mayores escritores.

Luego, el académico coordinador del grupo “Mester de Narradores de la ADL”, Manual Salvador Gautier, intervino con la presentación de Cenizas del querer, novela que fuera semifinalista del Premio Planeta de España en 1998, donde se debate la legitimidad de las reglas morales que obligan al hombre y a la mujer a realizar acciones en contra de su naturaleza, específicamente las que tienen que ver con sus relaciones sexuales. Resaltó que el escenario de la acción es Azua de Compostela en la época de los ´60 a los´70, cuando los cantantes populares Raphael (“Yo soy aquel”) y Sandro (“La novia”) conquistaban a las masas de jóvenes de Hispanoamérica con voces que incitaban al amor. Manifestó que trata de un pueblo de profunda raigambre provinciana, donde todas las actividades se paralizan entre las doce del mediodía y las tres de la tarde porque sus moradores duermen la siesta y es una felonía interrumpirlos. Allí las actividades son mínimas y solo hay un ir y venir a la iglesia de vecinas habladoras dispuestas a saborear entre ellas el último chisme y donde, una que otra vez, los miembros de las clases altas hacen incursiones al club social para mantener las apariencias de señores y quedar incorporados a actividades que apenas rompen con el letargo. “En esta Azua acomplejada por la intransigencia moral, religiosa y social de sus habitantes, agobiada por su propia inconsecuencia de casas de madera y chozas techadas de paja, atormentada por el calor real y la pobreza material y espiritual, surgen las pasiones que darán forma al drama, pasiones que provienen de las relaciones sexuales entre el hombre y la mujer”, dijo.

El escritor subrayó que en la novela de Emilia Pereyra los cinco personajes principales, Demóstenes, Gloria, Beatriz, Pastora y Florita, sucumben a las tentaciones de la carne y sufren, por separado, un castigo ejemplar en el desamparo final en que viven. Aún más patético, cuatro de ellos mueren de forma desalentadora, alejados de la mano de Dios, desposeídos de la razón de vivir, martirizados por el motivo que los hizo vivir. Confesó que es un castigo que solo se comprende si nos atenemos a los principios de la moralidad tradicional. Expresó que en el mundo y en todas las épocas, esta situación aparece una y otra vez. Cuestionó por qué en países como la República Dominicana estas historias devienen en tragedias. Emilia Pereyra, en Cenizas del querer, intenta explicar la razón: El riguroso requerimiento moral, que prohíbe las relaciones sexuales entre un hombre y una mujer a menos que estén santificadas por el matrimonio, es todavía en nuestro país, un valladar a la conformación de una nueva moralidad, aunque, poco a poco, esta condición está cambiando. Destacó que la tesis de Emilia Pereyra, a pesar de las prohibiciones y el acondicionamiento conductual a que están sometidos los personajes, en los últimos cincuenta años los dominicanos han experimentado un cambio fundamental en la manera en que sustentan su conducta moral. “Emilia Pereyra, en Cenizas del querer, parece decirnos que, más fuerte que la pasión que nos induce al desacato de los preceptos morales, es el castigo; y más fuerte que el castigo, la supervivencia del amor”, resaltó.

Por su parte, Rafael Peralta Romero leyó el trabajo escrito por Bruno Rosario Candelier sobre el libro Cóctel con frenesí, donde manifiesta que Emilia Pereyra es una de las narradoras fundamentales de las letras dominicanas contemporáneas. “Prevalida de una sensibilidad empática, poseedora de un fecundo talento narrativo y dueña de una voz original, recrea con esmerado estilo, a través de escenas y caracterizaciones ejemplares, los hallazgos de su fina intuición trasvasados al tramado de sus cuentos, relatos y novelas mediante los cuales ausculta el interior de sus criaturas imaginarias y perfila el sentido de tramas y anécdotas en una fresca visión novelística. Con su indudable encanto personal y su probado acierto novelístico, Emilia Pereyra se ha ganado un alto pedestal en las letras nacionales”, consignó Rosario Candelier.

Agregó que la narradora se propuso testimoniar las condiciones de vida de individuos humildes de los ambientes populares para que el lector infiera, de su existencia y conducta, su propia reflexión. Señaló que la obra trata de personajes que a veces tienen la convicción de que nacieron con un destino fatal y, a su parecer, la misma vida les niega la posibilidad o la oportunidad para superar ese desafortunado sino. El hecho de situar en ambientes sórdidos, miserables y mezquinos, ubicados en parajes marginales de la gran urbe, ofrece una magnífica oportunidad para conocer el interior de esa realidad nefanda y apreciar la situación de atraso, ignorancia y penuria con las cavilaciones interiores de sus personajes ficticios. Se trata de sujetos de sectores populares que viven rumiando su infortunio y descontento y por eso deambulan desorientados, tristes y solitarios. Resaltó cinco vertientes temáticas que despliega esta narradora en Cóctel con frenesí: lo viviente en su expresión sensible; la veta sociográfica en su expresión doliente; lo natural con su esplendor radiante; los rasgos ambientales populares; y la caracterización de personajes y tipos populares.

El académico dominicano testificó que Emilia Pereyra tiene una concepción humanizada  de la  literatura. “Con una cosmovisión centrada en el desarrollo integral de la persona, asume la palabra para edificar y ennoblecer su visión de la vida, que encauza en su dimensión estética y simbólica con un alto sentido de su naturaleza y su función. No asume la comunicación como pretexto para el figureo social, sino para plasmar su visión de la vida y su concepto de la existencia. Vive el sentido profundo de la narración y el periodismo”, dijo Rosario Candelier. Y subrayó: “A Emilia Pereyra la apela el sentido de la vida y el significado de cuanto acontece en el mundo”, lo que la incardina en la estética del Interiorismo, subrayó.

Precisó que varios pasajes narrativos de esta novela, sobre todo aquellos cuyo campo semántico encierran situaciones dramáticas y conflictivas, permite que la narradora evoque referencias musicales como una forma de provocar la distensión ante el estrés y la ansiedad de sus interlocutores. La música implica la sensibilidad y la sensibilidad conduce al disfrute y la valoración de lo viviente. Recalcó que el nivel de comprensión intelectual y estética de los personajes de Cóctel con frenesí, es rudimentario y tosco, afín a los sectores populares de nuestros obreros y chiriperos, lo que explica la alusión a bachatas y merengues en la concurrencia de hechos y ambientes. Y agregó: “Lo que Emilia Pereyra narra no es una visión romántica, modernista o surrealista de lo que la imaginación podría concebir, sino de lo que la misma realidad, tozuda y pragmática, ofrece y sugiere para la creación de una narrativa densa, vigorosa y contundente con un lenguaje afín a esa manera de ver y sentir, como la obra de esta valiosa narradora dominicana, cuyas novelas confirman el talento de esta primorosa novelista nacional”, consignó Bruno Rosario Candelier, y aseguró que la novela de la académica dominicana “parece un fotograma social y epocal similar a un tratamiento fílmico con tal precisión que podemos visualizar, a través de sus palabras, el decurso de sucesos y el trasfondo de hechos y actitudes.  Esa es una virtud narrativa que distingue la ejecutoria novelística de autores de la talla de Camilo José Cela, Miguel Delibes, Juan Rulfo, Alejo Carpentier, Juan Bosch y Marcio Veloz Maggiolo, cualidad que posee nuestra agraciada novelista”.

Santo Domingo, 5 de diciembre de 2014.