COLOQUIO SOBRE LA TUMBA VACÍA DE ESPAILLAT CABRAL
De su lado, Gautreau afirmó que La tumba vacía es una novela romántica e histórica. Esta apreciación fue subrayada por el académico Manuel Núñez, quien aclaró que la fidelidad a los datos históricos no es sinónimo de garantía de calidad en una novela. En virtud de que la novela, dijo, es una ficción, una realidad virtual no tiene que ajustarse a la realidad histórica y, menos aún, a una cronología rigurosa de la historia que cuenta. El valor de una obra, una novela, radica en otros componentes, que nada tienen que ver con el apego a datos históricos, aseguró Núñez, y añadió que no debe confundirse el autor de una obra con el narrador del relato, este es una entidad creada por el propio autor para contar su historia, es pues, una instancia de la novela.
La importancia del novelista radica en que relata hechos reales o imaginarios presentes en el tiempo de la narración, aunque no correspondan al tiempo del calendario. Porque el novelista se sumerge en el fondo de su ser y a partir de su sensibilidad crea su ficción, recalcó Núñez. La ponencia del doctor Rosario Candelier enfatizó que tanto la técnica como el lenguaje utilizado por el autor de esta novela revelan sus potencialidades como escritor, asegurándole un futuro promisorio en el mundo de las letras. Tres aspectos extralingüísticos destacan al autor de esta novela: su vasta formación científica; su calidad como ciudadano prestante de la sociedad dominicana y en tercer lugar, el cariz histórico de la novela estudiada, aclara el doctor Rosario Candelier y refiere una cita que se ajusta al logro alcanzado por Espaillat Cabral: “Quien sabe colocar una pieza en su lugar, puede intuir la esencia del Universo”.
Explicó los aspectos relevantes de la novela, el sentido simbólico del título que alude a la frustración que se produce ante el impacto de buscar algo y no encontrarlo. Entiende el autor de la obra que los adalides de nuestras gestas independentistas vivieron en carne propia la imposibilidad de concretizar su ideal de justicia y libertad. Destaca el rol de la mujer en la novela; en la obra, afirma Rosario Candelier, ella es el equilibrio, el sostén ante los avatares y veleidades de los acontecimientos y mudanzas. En tercer término, el sentido de la nostalgia, el retrotraer el pasado a las inquietudes actuales, características patentes en la novela, confirman el interés por encontrar la esencia de su vocación nacionalista, por lo cual apela al pasado, una manera de recuperar los valores supremos de la patria, la verdad y la justicia. El moderador del coloquio aclaró que el autor logra una buena novela ante tantos componentes históricos a los cuales hace referencia, ya que “sorteó el conflicto que representa recrear las luchas intestinas que malograron, en cierta medida, la gesta independentista nacional”.
El doctor Espaillat Cabral relató que desde 1957 completó los primeros borradores de la obra; al ser torturado por la tiranía, su obra es quemada, pero la recupera gracias a unos pliegos conservados en un baúl de su madre. Logra armar la novela, consulta a varios especialistas con el propósito de que la obra tuviese credibilidad entre los lectores. Llega a enterarse de la veracidad de muchos datos con relación a la torre y al Palacio Consistorial.
El autor de La tumba vacía hizo un recorrido histórico por la novelística dominicana y a los primeros escritores que dejaron su impronta en la literatura dominicana. Espaillat Cabral señaló la diferencia entre la novela y la historia, a la que se apega a documentos del pasado. “El novelista es un creador, no se ajusta al rigor de los datos científicos de los historiadores, tampoco a la tiranía del calendario; de ahí que pueda clonar o transformar los tiempos, puede jugar con estos, superponerlos, según se ajuste al propósito de la narración”, enfatizó. Santo Domingo, ADL, 14 de diciembre de 2010.
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