COLOQUIO “LENGUAJE Y CREACIÓN” CONMEMORA EFEMÉRIDES

La Academia Dominicana de la Lengua realizó el coloquio “Lenguaje y creación” para conmemorar el 85 aniversario de la institución. La actividad contó con la participación de los académicos de número Bruno Rosario Candelier y Rafael González Tirado y los académicos correspondientes Manuel Salvador Gautier, Emilia Pereyra, Ángela Hernández y Ofelia Berrido, integrantes del Grupo Mester de la Academia.

 

   El Dr. Bruno Rosario Candelier dio inicio al acto dedicando algunas palabras a la Academia Dominicana de la Lengua y dijo que esta institución fue creada a instancia de la Real Academia Española para defender nuestra lengua y subrayó que debe ser responsabilidad de cada uno de nosotros, hablantes de un legado idiomático formalizado en la lengua española, dignificar esa hermosa herencia cultural.

    El Director habló sobre “El rol de la palabra en la creación poética”. Dijo que un creador de literatura necesariamente tiene que ser un hablante que conozca su lengua, para saber hacer un uso creativo de la palabra, porque la obra literaria es el producto creativo y estético del lenguaje. Significó que todos los seres humanos experimentamos sensaciones y vivencias, absolutamente todos, pero no todos pueden expresar lo que la realidad inyecta en su sensibilidad, ya que para lograrlo hay que desarrollar la sensibilidad estética y espiritual, así como la capacidad de expresión que se manifiesta en forma creadora. Cuando convertimos en conceptos nuestras ideas de las cosas, tenemos la capacidad de crear una obra de arte, una creación poética, algo que no todo el mundo puede expresar. En su disertación consignó: “Si se despierta en nosotros la conciencia de la lengua, se va a desarrollar una curiosidad natural por el uso ejemplar de la palabra y cuando eso acontece, desarrollamos nuestras facultades intelectivas y creativas”. Apuntó que la Academia valora no solo la expresión del buen decir, sino también las diversas manifestaciones de la creatividad canalizada en la palabra.

 

   Continuó el novelista Manuel Salvador Gautier, con “El lenguaje de la creación novelística”. Refirió el académico que el lenguaje adoptado en la creación novelística tiene mucho que ver con las expresiones de la lengua. Sin embargo, antes de tratar sobre estas, es conveniente plantear un fenómeno que se da en cada país en el uso del lenguaje, que afecta a los ciudadanos de ese país, escritores o no. Citó varias obras de diferentes autores, entre ellas el ensayo de Bruno Rosario Candelier, titulado “El estado de lengua”, en el que se basó para hacer su análisis. Entendido el hecho que hay varios estados de lengua, dedujo que cuando los novelistas dominicanos escriben una novela, adoptan un estado de lengua que los sumerge en ese cosmos particular de la dominicanidad, que es la primera característica que impone el lenguaje en la creación novelística. Otras características que impone el lenguaje vienen a través de las expresiones de la lengua, que se aplican en la descripción de personajes o la narración de escenas y ambientes. Gautier habló con efusividad acerca de la importancia de tomar en cuenta el estado de lengua, definido como el conjunto de posibles manifestaciones idiomáticas en un lugar, un tiempo, unas circunstancias determinadas dentro de la comunidad de hablantes. Cada obra revela un estado de lengua que la identifica dentro de un contexto sincrónico y sociocultural determinado.  También dijo que otros cinco rasgos vienen a través de las expresiones de lengua, como son: la expresión relacionada con las variantes elocutivas o diferencias de aspectos, como hablar, escribir, leer y entender, de las cuales el escritor debe estar consciente de su uso, porque el novelista piensa en el lector cuando escribe. Refirió que la mayoría de los escritores hasta el siglo XX no mezclaban la lengua discursiva con la literaria o la activa; actualmente esa distinción está dando paso a otras formas expresivas porque el creador de estos tiempos juega y experimenta con las vinculaciones que estas expresiones concitan. Puso como ejemplos dos novelas dominicanas: El sueño era Cipango, de Bruno Rosario Candelier,  y Ubres de novelastra, de Federico Henríquez Gratereaux. La variante diacrónica o diferencias temporales en la cual se ambienta el relato, porque no es lo mismo escribir a la manera de Cervantes en el Quijote, que recrear una época anterior a la del autor, como ocurre en las novelas Dimensionando a Dios, de Manuel Salvador Gautier o en la de Emilia Pereyra, El grito del tambor, donde los novelistas se valen de palabras claves de la época o recursos discursivos que ubiquen al lector en el tiempo del relato. El novelista debe manejar las diferencias diatópicas o regionales patentes en la lengua y que van a conferirle verosimilitud al discurso de su obra, como hizo Juan Bosch en La mañosa, donde recrea el habla del Cibao en sus personajes, identificados por el uso de la i en sustitución de la r, o eliminación de las eses finales de sílaba y la conjunción “pal” por “para el”, respectivamente. El buen uso de las variantes diastráticas o niveles de lengua que el narrador debe evidenciar mediante el uso de un vocabulario propio del nivel estándar o culto, nivel coloquial o medio y del nivel popular. Usos que remontan a los aportes del Ulises, de James Joyce, donde se aceptan formalmente el uso de los diferentes niveles de lengua en la literatura, procedimiento seguido por Ernest Hemingway y William Faulkner, que incluyen múltiples narradores y los saltos en el tiempo y el espacio; también Gabriel García Márquez, Camilo José Cela y el dominicano Junot Díaz con su novela La breve y maravillosa vida de Oscar Wao, escrita en spanglish, hace acopio de dichas técnicas.

   La narradora Emilia Pereira trató “El arte de la narración y la palabra”, resaltando que “palabra” proviene del latín parabola y representa un elemento imprescindible en la comunicación humana. Más allá de la definición, la palabra tiene una importancia capital para la humanidad. De hecho, a lo largo de su existencia, el ser humano ha sentido la irrefrenable necesidad de contar hechos reales o historias forjadas por su fecunda e incesante imaginación. Mucho antes de que apareciera la narrativa escrita, recordó la académica dominicana, se produjo la oral, que ha servido para entretener y mantener vigentes los relatos de hazañas o vivencias, para transmitir enseñanzas o preceptos morales. Luego, la académica comentó que la narrativa escrita es el relato de  una historia, destinada a ser leída, lo que implica que cuando es concebida se piensa en un destinatario, en un lector, en el proceso de comprensión, asimilación e interpretación del texto, que juegan un papel preponderante, porque “puede sumar o restar, empequeñecer o engrandecer la propuesta literaria a partir de sus marcos de referencias, gustos y estados de ánimo”. La narrativa incluye  la novela, el cuento y el relato. Pereira fue desarrollando el tema al enfocar “El arte y la narrativa”, que es un producto realizado por el ser humano con una finalidad estética y comunicativa, a través del cual se expresan ideas y emociones, visiones del mundo, mediante diversos recursos, cuya materia prima fundamental, la palabra y la imaginación, juegan un rol en la creatividad que en cada persona es única, peculiar y distintiva. Culminó asegurando que la narración es un producto artístico y ha de quedar claro que una obra narrativa, como medio de expresión surgido de la creatividad, es única y  singular.

   Por su parte, la poeta y narradora Ángela Hernández desarrolló “El arte de la creación poética”, señalando que arte, creación y poesía son tres conceptos inseparables, pasibles de enfoques que devendrían en conclusiones con suficientes diferencias como para asombrarnos. Afirmó que para los poetas la poesía es cristalización de experiencias en su ser. La utopía y la cotidianidad son enlazadas por la intuición poética, que es un don común de los seres humanos y, como alusión a esto, Hernández leyó unos versos creados por su hija cuando era pequeña, algo que llamó vivamente la atención. Afirmó que la poesía forja al poeta y el poeta visibiliza y afina la poesía. Acudió a algunos de sus poetas favoritos para ilustrar el contenido de su exposición. La académica fue explicando algunas poesías de diferentes autores, entre ellos Rainer María Rilke, Antonio Machado, Octavio Paz y Constantin Kavafis,  para expresar sus juicios en torno al valor de la poesía y del arte en la vida cotidiana del ser humano, conceptos que definió como “la cristalización de experiencias en su ser, floración de su ser, una manera de estar en el mundo, una forma de relacionar y corresponder y ser correspondido”, afirmó al inicio de su conferencia. Continuó hablando sobre la intuición poética, común a los humanos. En este punto, refirió lo que constituyó uno de los momentos más emocionantes y esclarecedores de su disertación, con dos anécdotas personales, a propósito del tema que abordó, citamos: “Yanet, la persona que me asiste en los quehaceres domésticos, me cuenta con ojos brillantes que su nieta de un año sopla la luna llena lo mismo que sopla sobre los alimentos calientes…”. Y su hija Cristabel, con tres años, le dijo un día: “Mami, te voy a dictar un poema: “Los pájaros me suben por los brazos/ los árboles se van volando/ mi amigo siempre será mi amigo”.

   La novelista y poeta Ofelia Berrido abordó “El lenguaje de la creación literaria”. Dijo que el lenguaje literario como obra de arte, como bien y como poder social, según Ortega y Gasset, crea grupos antagónicos, porque toda obra suscita divergencias: a unos les gusta y a otros no. La musicalidad de los textos literarios se basa en parámetros acústicos que influyen a todo lo largo del enunciado y sus tres dimensiones, que son la frecuencia, la intensidad y la calidad de la voz. Ofelia exaltó que un autor es dueño de las palabras que emplea, pero no siempre del sentimiento que va a atribuirle el lector. Un autor con su estilo convierte un texto ordinario en uno literario, cuando el texto es tocado por la magia del autor. La creación sin expresión estética no perdura. La académica fue reuniendo ideas de diferentes autores y explicando su contenido. Señaló que todos los elementos del lenguaje son significativos y llevan una carga soterrada que el lector debe descubrir. El lenguaje figurado busca sugerir imágenes propias al lector, como el uso de las metáforas y el simbolismo ya que la literatura es el arte de la palabra.

   Como conclusión del Coloquio “Lenguaje y creación”, Rafael González Tirado declamó el poema titulado “El nombre que nos crea”, del poeta español Luis Rosales. Santo Domingo, ADL, 12 de octubre de 2012.

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