ABRAZOS DEL SUR EN COMUNIÓN ESTÉTICA ANTOLOGÍA POÉTICA DE “EL SUR VISITA AL SUR”

Rompe ya el alba
caminos de vendimia
del Sur al Norte.
(Virginia Díaz)

A Elizabeth Torres Santiago,
Que vibra ante el encanto de la Creación.

Convocados por la instancia cultural de “El Sur visita al Sur” bajo la inspiración de una motivación fecunda y elocuente, el aliento de la poesía y el entusiasmo de una mujer encantadora, como Virginia Díaz, poetas del Sur de República Dominicana y de Puerto Rico, aunados con la emoción lírica y estética, participan en una antología, como la presente, en la que sus autores cantan lo que concita su sensibilidad ante un fervor compartido, como se puede apreciar en la antología poética Abrazos del Sur (1), obra inspirada en el fervor por el arte y la valoración de la palabra de la agraciada poeta boricua que preside la entidad cultural puertorriqueña.

Virginia Díaz es una mujer singular en las letras puertorriqueñas. Cultora de la poesía, promotora cultural por vocación y embriagada por un entusiasmo contagioso, desde su fina sensibilidad espiritual y estética acude a la palabra con sentido humanizante y promueve los valores literarios con especial devoción por la obra de los artistas y escritores del Sur de Puerto Rico y del Sur dominicano. Autora de un hermoso poemario de haikús, preside la agrupación cultural “El Sur visita el Sur”, desde cuyo gabinete cultural canaliza su vocación literaria, potencia el amor a su pueblo y activa la devoción por las letras mediante el despliegue de su sensibilidad creadora, vinculada a la Fuerza Espiritual de lo Viviente. Esa disposición de su interior lo proyecta con el aliento de su frescura lírica y el encanto de su carisma personal, don con que vino al mundo esta agraciada poeta de Borinquen.

Los poetas acuden a la palabra para testimoniar lo que experimenta su sensibilidad a la luz de la realidad que nutre sus pasiones. Así ha sido la tradición de los diversos pueblos que tienen una larga historia en el proceso de su desarrollo biológico, social y cultural, ya que con el paso del tiempo y la acumulación de conocimientos heredados, hemos comprobado que no solo de pan vive el hombre, como dice el texto bíblico, ya que en momentos de ocio, propicio para la reflexión, la soledad creadora y la contemplación, experimentamos el llamado de las Musas o de las apelaciones de la conciencia espiritual y estética. A las necesidades materiales se suman las del espíritu, pues somos barro que siente, piensa y sueña. Y, en tal virtud, reflexionamos sobre la realidad social, el encanto y el sentido de la vida con el derrotero de una meta compartida, razón por la cual generamos sentimientos y anhelos potenciados por intuiciones y conceptos que certifican una sensibilidad estética desde la cual establecemos un punto de contacto con el Universo.

Ante la preeminencia consumista de una sociedad dominada por la posesión de fortuna material, muchos se preguntan si la poesía tiene sentido y si los valores estéticos y espirituales aún cuentan, en vista de que el arte tiene poca demanda para quienes privilegian el bienestar material, la riqueza y el poder o simplemente para quienes viven una vida meramente vegetativa, sin el fundamental cultivo de los valores del espíritu, incluyendo el disfrute de las artes y las letras.

A la luz de la belleza y el misterio, adviene una honda necesidad de testimoniar lo que captan nuestros sentidos para dar fe de nuestra emoción estética con la fruición expresada mediante un lenguaje diferente al que habitualmente empleamos. Es el lenguaje del arte que expresa, con belleza y emoción, la verdad de nuestras intuiciones y la emoción de nuestras sensaciones. Desde luego, el lenguaje poético tiene una particularidad para expresar lo que pensamos y sentimos, pues mediante su dispositivo de lo imaginario los poetas convierten en imágenes sensoriales o símbolos arquetípicos los conceptos de las cosas y las emociones de su sensibilidad profunda. A ese testimonio estético y espiritual le llamamos arte, en cuyo ámbito la poesía ocupa el más alto sitial de la inteligencia intuitiva.

La creación poética se funda en tres aspectos concurrentes, como se puede apreciar en varios de los textos de esta muestra antológica: el sentimiento, la belleza y el misterio, que concitan el despliegue de la sensibilidad y fecundan el caudal de las emociones e intuiciones que canaliza el lenguaje poético. Cuando hablamos o escribimos, expresamos en ideas nuestra percepción de las cosas, razón por la cual el hablante ordinario piensa en conceptos, que el poeta traduce en imágenes mediante una forma indirecta de expresión a través del lenguaje de la figuración.

Pues bien, los seres humanos estamos dotados del lenguaje y el poder de la creatividad y, si es verdad que las tendencias desacralizadas de la modernidad nos alejan del arte, la religión, la filosofía y la mística, las altas expresiones de la sensibilidad espiritual y estética, también es verdad que las más importantes inclinaciones del espíritu humano, como la poesía y la espiritualidad, no perecerán aunque la cultiven unos pocos elegidos para expresar las hondas manifestaciones de la inteligencia y la sensibilidad. Por tal razón, siempre habrá poesía, como dijera Gustavo Adolfo Bécquer y, desde luego, siempre habrá mística, como señalara Platón en la Antigüedad. La historia de las lenguas de cultura constituye el mejor testimonio de esta singular faceta de las excelsas condiciones humanas.

Para ser genuinamente humano hay que cultivar los valores del espíritu, como la belleza, la verdad, el bien, el amor y la fraternidad. Se trata, en esencia, de experimentar el sentimiento estético ante el esplendor de la Creación, el sentimiento espiritual ante el sentido de lo profundo y la vivencia, en el centro mismo de nuestro ser, de la vida interior de la conciencia. La inspiración estética es una expresión genuina de la condición humana, como lo es también la intuición de lo trascendente o la ponderación de cuanto edifica y enaltece el cultivo de las inclinaciones intelectuales, morales, estéticas y religiosas (2). Su cultivo satisface hondas aspiraciones interiores con las más entrañables apelaciones humanas. La poesía, que es la más elevada expresión estética de la creatividad, es un hermoso testimonio, fecundo y elocuente, de nuestra condición espiritual.

Pues bien, a manera de memoria literaria, en el prólogo que Virginia Díaz escribe para esta colección antológica de poesía y ficción de creadores sureños de los dos pueblos antillanos, Puerto Rico y República Dominicana, consigna: “Esta memoria literaria goza de otras virtudes. Cabe destacar que tanto los dibujos como los textos tienen su propio valor intrínseco. En los pintores, el manejo de las líneas, las figuras, las imágenes que crean de su interpretación de los textos; y en los escritos, los laberintos de razón que nos proponen, la sensibilidad que acusan, la deconstrucción de discursos hegemónicos, las denuncias que  hacen y las propuestas alternativas que en ellos aparecen constituyen logros. Añádase que todas las muestras pertenecen a artistas vivos, de nuestros tiempos. Son humanos que gozan y sufren la experiencia de la vida en sus contextos, tan próximos a los nuestros. No se trata de creaciones ajenas al mundo del aquí y del ahora; por el contrario, fijan sus raíces en la aldea global, tan ajena, y en el mundo ancho y ajeno, tan de todos” (3).

Ante la realidad sensorial de lo existente, nuestra sensibilidad despliega sus antenas perceptivas y experimenta el impacto que lo real genera en el interior de nuestro ser. Expresar el sentido de ese impacto es parte del rol de la creación poética que vierte, en el lenguaje de la lírica, la emoción que estremece y la luz que embriaga.

En efecto, la poesía florece allí donde refulge el esplendor de lo viviente. Así lo proclama Ada Hilda Martínez de Alicea en un poema dedicado a María de los Milagros Pérez, al ponderar la creación poética de su colega borinqueña, donde dice, con la elocuente emoción de la persona que contempla:

María…tu nombre estará grabado
en las piedras,
en los troncos de los árboles,
en la sonrisa
de los que bebieron de tu savia,
en los horizontes distantes
y en los caminos de la patria.
La primavera te llama
a unir tu voz a sus voces.
Del viento,
del agua correntía,
del olor del cafeto,
del esposo que espera,
de los niños que cantan,
juegan y sueñan.
No la hagas esperar.
Allí también florecerán:
bajo el azul extático,
bajo la luna de estaño,
bajo el contorno iluminado de luciérnagas,
bajo la sombra de los árboles
fijos de la estrecha vereda
que baja hasta tu casa.

Asimismo, Adrianna Rodríguez Hernández, al auscultar el hondón de su sensibilidad, acude al pozo de su memoria y vierte lo que fluye de su interior profundo bajo el impacto del amor que despierta la más honda de las emociones entrañables y la más tierna de las sensaciones insumisas, como lo revela en “Entre palabras” mediante sorpresivas expresiones antitéticas:

Entre palabras…y más palabras…
que todas te nombran,
te gritan,
te zurcen…
a este pensamiento
que ha tomado forma circular
y con cada giro
te adhieres más a mí
y aún no lo sabes…
ni lo sabrás.
Te conservaré aquí,
en secreto.
Disfrutándote…
Palpándote…
En el lugar
donde siempre te encuentro
y donde siempre te detesto,
justo aquí…
apiñado…
entre todos estos recuerdos.

Mientras Ángel Juan Montalvo exalta a los que viven “en la más luminosa esfera universal de la hermosura”, Antonio Sajid, en “Virginia, el Sur”, pondera el hacer laborioso y fecundo de la poeta que anima estos encuentros poéticos, esbozado con el metalenguaje de las artes y las letras:

Si desde el sur visitaste la otra orilla,
que es tan tuya,
para hacerla doblemente sur
en tu bracear,
invéntame un poema en la memoria
que conjugue un colectivo
de pinceles y corales
en el verbo de la arena
que bien abriga esta raíz.
Te escribo en mitos y en lenguajes
de otros mundos, Sirena Virginia.
Emborráchanos en versos con tu magia
y congela los momentos que dibujaste en tu castillo.
Haz de este Sur tu casa
y de cada orilla de este incomprensible mundo,
un Sur, siempre un Sur.

La poesía expresa no solo belleza y emoción, sino verdades intuidas y reflexiones reveladas. El influjo de una voz superior que percibe la conciencia concita la más honda lírica entre los poetas que sienten los efluvios de la Creación en cuyas imágenes canalizan, con claros contenidos expresados en lenguaje traslaticio o simbólico, el sentido de lo hondo o el impacto del misterio. Así se percibe en Blanca Kais Barinas que, extasiada ante el misterio de las cosas, recrea lo que perciben sus sentidos y lo que intuye su interior profundo, según se expresa en “La búsqueda”:

Alba buscando el alba, primigenia
miríadas de nada que se esconden
ráfagas de silencio, como lluvia.

Un tiempo alucinado en el olvido 
soliloquio de sombras sin retorno
viento que no regresa a sus orillas.

Mariposa de mar con alas rotas 
una espera sin fin en el asombro
y los sueños colgados del silencio.

Es el alba que vuelve en la distancia 
un reencuentro de sendas ya perdidas
y una presencia breve y solitaria.

Por su parte, Estela García Cabrera, en “Canción del emigrante”, vuelca el caudal de sus emociones entrañables con un sentido de integración con lo viviente. Se trata de un sentimiento de coparticipación entre quien contempla el alma de lo contemplado, reflejo de una serenidad interior y de un alto aliento trascendente:

Salí a caminar sin despedirme.
Sobre la almohada, el mar
sereno   verdeazul   profundamente mío.
Rotos los sueños. Rota la vida. Roto el pasado
como juguete viejo abandonado
desteñido   desintegrado.
Un anciano y un árbol me acompañan.
Me hablan siempre al oído. Sus voces son
estrellas   pétalos   abrigo.
Me despojé de mi cielo abruptamente
y siglos crecí en sólo un día.
Atrás dejé la Patria y cerré la puerta
que conduce a la niñez
con un sabor amargo en mi pupila.
Por tierras ajenas, paso a paso, sin prisa.
Voy tejiendo huellas   palabras   sonrisas.

En “Memoria de un ángel no vencido”, José Enrique Méndez busca la luz que alumbre su camino en el paso por la vida a través de las voces del Cosmos. Esas voces proceden del Numen, que es la Sabiduría Espiritual de la Memoria Cósmica, pero también proceden de Dios o de la Energía Espiritual de lo Viviente, como han escuchado los antiguos y actuales profetas y los elegidos de la Gracia, en cualquier tiempo y circunstancia. Se trata de una conciencia singular de lo divino, que es la conciencia mística que se desarrolla en quienes atienden el llamado de la sensibilidad trascendente. Al sentir lo que conmueve su sensibilidad interior, nuestro poeta escribe:

Como ángel triunfador recojo mis retoños
cargo en mi odre caminos de luz
entre siluetas repartidas
Herida de hoz está mi manto de piel
En mis pellejos llevo aceite del ungido
A cada lado de la vida del río
curando estoy la imagen reducida
renovando mi concha primitiva de cristal de vidrio pulido
Son memorias del mañana
hojas de un ángel que se resiste a ser vencido.

Por su parte, José Juan Báez Fumero, en “Otra vez el paraíso”, siente que el mundo es una réplica del Edén y que todo encarna un pedazo de Dios en la tierra, sentimiento de identificación mística con la esencia de la Creación, como experimenta este habitante de Yauco:

Si te aventuras
al extremo suroeste de Puerto Rico,
llegarás al Cabo Rojo,
tierra de cactus, salinas y mar.
Si tomas la vereda que al Este del faro
camina paralela al acantilado,
una media luna de blancas arenas
sorprende abruptamente la monótona
vegetación costera.
Entonces la tierra se regala a las aguas
prolíficas en azules y verdes marinos
arrancados del sueño de la Creación.
Es imagen guardada de paraíso olvidado
que de tanta belleza duele mirar.
Pero, obstinadamente miramos,
y el espíritu silente observa
tras el oscuro velo del corazón.

Mientras María de los Milagros Pérez Toro observa a quien experimenta “angustia y miedo sin conciencia amarga”, como lo hace en “Y por querube”, nuestro compueblano Rannel Báez despliega en una visión crítica y poética su ingenio creativo, como lo hace en “Nombres Sur-teados” con un admirable manejo de las oposiciones antitéticas:

Punto Cardinal:
El sur es el Sur,
lo demás es pura nortería.
Polos Opuestos:
Sur: Poesía.
Norte: Poseía.

La mirada mística, que es una mirada de amor, entraña también poesía y emoción, como se puede apreciar en la lírica mística de Tulio Cordero, especialmente “En el principio”, donde plasma el sentimiento de lo divino que impregna su búsqueda espiritual atizada por la pasión de la belleza y el encanto del misterio, a la luz del ideal interiorista de la creación:

Vino también el estruendo,
la nieve y el arroyo,
la noche y sus lagartos,
los pájaros y el viento.
Y vino después el sueño, el tibio lecho,
la piedra, la semilla,
las flores intocadas, otro hálito de vida.
También asomó el abismo,
que es la nada,
hechura de otro Día Séptimo.

Fascinada por el encanto de la Creación y ataviada con el halo estético de lo viviente, Virginia Díaz, cuyo entusiasmo por la fraternidad antillana mediante el arte de la creación poética la lleva a la acción y a la palabra poética y, desde el hondón de su sensibilidad, siente la voz que la llama a testimoniar una visión honda de las cosas que pasan para hacer de la vida un espejo de la genuina Vida que nos llama, conforme la expresión lírica de “Juego lunar”:

La luna cuelga su tirabuzón
frente a mi ventana de papel.
Desoigo la gritería de lobos
con su invitación a fugarme.
Sonrío y muestro los dientes.
El espejo me grita una grosería.
No entiende. Ya regresé.
A pesar del hueco sangrante,
quemé la máscara.
Ya ni me conozco;
a tientas camino enceguecida.
En la ventana,
ulula el viento del Sur
voceando perfume de luna, preñado de días.
Sólo la luna juega conmigo (4).

La fascinación por la belleza y el encanto ante el misterio, igual en los poetas antiguos que en los actuales, sigue pujante y activa, como lo revelan los poetas que se congregan en esta antología de “El Sur visita al Sur”. Esas creaciones líricas y estéticas, así como las sociales y metafísicas, confirman que la poesía sigue viva y palpitante, aunque algunos escriban con el sentido indescifrable del lenguaje sutil y la emoción estremecida que da aliento y esplendor al don de creación, motivo y motor de este encuentro en Yauco que hermana a dos pueblos caribeños con la savia fecunda del decir más bello.

Bruno Rosario Candelier
Encuentro “El Sur visita al Sur”
Yauco, Puerto Rico, 25-27 de agosto de 2011.-

Notas:
Virginia Díaz, Abrazos del Sur. Colección de poemas y cuentos dominicanos y puertorriqueños, Yauco, Puerto Rico, Coquí, 2011.
Alexis Carrel, en La incógnita del hombre (México, Diana, 1963, 8ª. Ed., pp.53ss.), pondera el cultivo de las inclinaciones intelectuales, morales, estéticas y religiosas como las señales que dan cuenta de la genuina condición humana. Personalmente concibo el sentido religioso como la conexión profunda que se establece entre la sensibilidad de la persona y la Energía Espiritual de lo Viviente.
Virginia Díaz, “Abrazos del Sur: Memoria literaria”, en Abrazos del Sur, citado, p. 9.
Los textos poéticos citados proceden de la antología poética Abrazos del Sur, de El Sur Visita al Sur, Inc. colección de textos seleccionados del I Encuentro Literario “El Sur Visita al Sur”.

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