TEMA

“. . .expresó a The Washington Post, Phil Peters, experto en el TEMA Cuba del Instituto Lexington, en Washington.”

No es la primera vez que se encuentra la palabra tema usada de este modo. Ya antes de verla en letra de molde se la había oído muchas veces en conversaciones.

El empleo que se hace del vocablo tema en una construcción como la transcrita llama la atención porque antes se utilizaban otras palabras para informar acerca de que alguien era un experto o perito sobre un tema. De inmediato al leer lo que se ha redactado se percata el lector de que no se escribe experto en el tema, sino acerca o sobre el tema.

Las salvedades que se introducen aquí son valederas si se toma en consideración que incluso cuando se habla de un país, una persona puede ser muy erudita acerca de un solo aspecto acerca de ese país. El estudioso puede tener amplios conocimientos sobre historia, o política o, acerca de la sociología, zoología o botánica.

En otras ocasiones se ha encontrado que algunos redactores son más precisos cuando redactan y añaden otras palabras o calificaciones al experto para que resulte más entendible el asunto. De aquí podría salir que el señor es un experto en política cubana, o en asuntos políticos concernientes a Cuba.

Se puede aceptar que una persona sea un gran conocedor en lo relativo a una ciencia. Experto en enfermedades tropicales, por ejemplo; en botánica, en política. Todo eso se admite porque se trata de ramas del saber humano. No debe olvidarse que Cuba es un país, no un tema ni una ciencia.

BANDA

“Una vez elaborado el análisis, la nueva entidad establecerá una BANDA de precios bajo la cual los productos pueden ser vendidos en los mercados.”

Al leer esta “banda” en este sitio se pregunta uno si son los pillos de la banda quienes fijarán los precios al compás de la música de otra banda, o es que el batazo al periodista le salió por la banda contraria.

Las autoridades de la RAE reconocen nueve bandas principales y luego enumeran y definen once bandas más que llevan “apellido”; eso en la primera entrada para esta palabra, pues en la segunda lista hay once acepciones principales con trece locuciones. Ninguna de entre ellas proporciona resquicio alguno para que se la use del modo en que aparece en la cita.

Resulta casi imposible sugerir una hipótesis de dónde pudo el redactor inventar o sacar una acepción que cupiera en un contexto parecido al de su escrito. La única explicación posible consiste en decir o escribir que es un ensanchamiento, alias estirón.

Estirón que se le ha dado a la octava acepción en la segunda entrada de banda en el DRAE que en su redacción comienza así: “zona limitada. . .” No se puede perder la perspectiva de esta zona que se circunscribe exclusivamente a los terrenos deportivos.

En realidad en la cita se trata de una fluctuación de precios establecidos entre un máximo y un mínimo de los productos. Son límites que se establecen para controlar los precios de venta.

En la redacción para el gran público hay que ser más cauteloso para no sentar mal ejemplo con respecto al uso de las palabras.

INVERNANTE

“. . .teniendo en cuenta el cambio en la composición demográfica de la ciudad, de una comunidad más bien para retirados e INVERNANTES a un lugar en el que crecen niños.”

No cuesta mucho esfuerzo deducir que la voz creada por el traductor o por el redactor lleva en su seno un vocablo conocido en la lengua española que es invierno. No anda mal encaminado quien emprende la tarea de formar la palabra del título.

Habrá de tenerse en cuenta que en la lengua corriente existe el verbo invernar para comunicar en funciones intransitivas que se pasa el invierno en un lugar. Derivado de este verbo sale el invernante del título.

En español a un verbo terminado en –ar puede añadírsele el sufijo –ante para designar a “la persona que”; que en este caso es la que pasa el invierno en un lugar determinado. Los nombres así formados tienen la particularidad de que pueden llevar delante de ellos el artículo determinativo masculino o femenino sin necesidad de alterarlos.

Existe una lista muy larga en el español común; aquí se ofrecerá una muestra: amante, caminante, comerciante, estudiante, ignorante, participante, solicitante, veraneante, viajante.

Estos son los llamados participios de presentes o, adjetivos-nombres por Moliner y denominan al actor. Además de formarse con esta terminación sobre los verbos también los hay que se forman sobre otros adjetivos como en el caso de “comediante, rimbombante y vergonzante”.

Se hace necesario reconocer que el invernante tiene su formación y cromosomas de buen español aunque no aparezca asentado en los diccionarios más conocidos de la lengua. Otros del mismo género constan en los inventarios. Es posible que la ausencia se deba a la poca frecuencia de la palabra en el uso.

AVERÍA – ROTURA

“La ROTURA afectó a facebook.com y a las aplicaciones para teléfonos móviles y tabletas.”

Con mucha facilidad puede el lector colegir el propósito de esta sección. Se examinarán los significados de los dos vocablos del título para poner en evidencia el uso impropio que se hace de “rotura” en el texto citado.

Como en tantas ocasiones anteriores no hay sorpresa al leer que rotura es la acción y efecto de romper o romperse. Es la raja o quiebra de un cuerpo sólido. No queda más opción que lanzarse en pos del verbo romper.

Romper es un verbo con larga prole. Es separar con violencia las partes de un todo: quebrar, hacer pedazos; gastar, destrozar; interrumpir la continuidad de algo no material. Las negrillas tienen un propósito.

Puede comprobarse por medio de la lectura de las acepciones pertinentes para el tema que se copiaron en el párrafo último, anterior a este, que no existe lazo entre la rotura de la cita y el servicio que resultó interrumpido.

Haciendo gala de una gran elasticidad en el ámbito de la tolerancia, puede echarse mano del único vínculo que se piensa que puede haber llevado al redactor a introducir este verbo aquí. En Uruguay se utiliza el verbo romper para referirse a una avería de un auto durante un viaje.

En las conversaciones en ambiente relajado se ha oído que los hablantes de español usan el verbo romper para dar a entender que algo ha dejado de funcionar porque ha sufrido un desperfecto. Ése, como se destacó antes, es el uso en el español hablado en el registro coloquial, no es o no debe ser el verbo para referirse a algo que dejó de trabajar.

La avería que se propone aquí para enmendar del desacierto se introduce porque es el daño que impide el funcionamiento de un aparato, instalación, vehículo, etc.

De nuevo hay que insistir en que no es lo mismo escribir que hablar. La persona que escribe, sobre todo quien lo hace de profesión, recibe educación especial para ello. A esa persona se le enseña que el pensamiento que se lleva a letras de molde requiere mayor cuidado. Las palabras se sopesan para que la comunicación sea lo más precisa posible. Cuando se actúa del modo propuesto se evita la necesidad de interpretar el mensaje porque la comunicación es armoniosa.

OBTUSIDAD

“Ambas partes están bien forradas de mala voluntad, intransigencia, comodidad y OBTUSIDAD.”

Cada vez con mayor frecuencia los periodistas “renombrados” se dan a la tarea de mostrar inconformidad con la lengua en que escriben. Quizá lo hacen por aquello de que son “renombrados” y creen que están exentos de respetar la lengua arbitrada por el uso. En los periódicos de temas generales no hay necesidad de colocar voces inventadas que solo obedecen a la necedad de unos pocos.

El término *obtusidad no ha recibido el espaldarazo de las autoridades de la lengua. Mucho se duda de que lo adopten escritores de gran valía para así conferirle categoría en el seno de la lengua que es fruto de la convención general sobre la validez de los vocablos.

El obtuso es en sentido figurado referido a persona, la que resalta porque es torpe, lenta en el aprendizaje, esto es, que comprende con dificultad.

El analista de situaciones internacionales es muy osado al lanzarse a formar este sustantivo. Con apego a la verdad hay que decir que la forma en que procedió, aunque demuestra ligereza de su parte, mantiene respeto a los cánones de la lengua española.

El sufijo –idad se encuentra en español en los sustantivos. Por lo general para formar el sustantivo la terminación se añade al adjetivo correspondiente para denotar el estado, o la cualidad del adjetivo sobre el cual se apoya.

En español algunos vocablos construidos de este modo son más conocidos que otros. Se ofrecerán algunos ejemplos: absurdidad, castidad, debilidad, eternidad, densidad, fatalidad, humanidad, infinidad, morbosidad y muchos más.

De ninguna manera deben tomarse las expresiones positivas acerca del modo de formación de la palabra como una aprobación de la acción del “renombrado”. De ningún modo se alienta, por este medio, esta suerte de creatividad. Los neologismos hay que dejarlos para casos excepcionales en los cuales el idioma común no satisface la comunicación de las ideas.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *