AJUSTICIAMIENTO

“. . .los republicanos quieren rebajar los créditos del presidente en lo tocante al AJUSTICIAMIENTO del líder de Al Qaeda. . .”

Durante largo tiempo los dominicanos han usado esta larga palabra para referirse a algunos actos acaecidos en la historia nacional. Se presume que esos hablantes saben a lo que se refieren cuando utilizan el término que emplean.

No obstante lo que se ha expresado en el párrafo anterior, vale la pena que se revise lo que encierra el concepto “ajusticiar” para dilucidar si el modo en que se usa en el español dominicano se ajusta a lo que entiende el hispanohablante común.

En el español corriente ajusticiar corresponde a darle muerte a una persona en cumplimiento de una condena. Esto hay que entenderlo por dar muerte a un reo condenado a esta pena por un tribunal. Es ejecutar la acción de la sentencia.

En la vida moderna los conceptos implícitos en la definición tienen una gran importancia para que pueda considerarse el acto de la ejecución como legal. Un tribunal legalmente constituido; un juicio público y contradictorio y un largo etcétera que escapa a la intención de estas apostillas.

Es natural que la escritura refleje la ideología de quien redacta. No hay secreto en eso. Cuando alguien considera que se hizo un ajusticiamiento lo que hace es expresar un juicio de valoración con respecto a esa acción.

En el caso de los dominicanos la opinión pública tiene un gran peso en cuanto a la calificación del hecho como un ajusticiamiento. A través de la historia se ha visto como actos que carecen de la sanción legal se tildan de ajusticiamiento porque la mayoría de las personas considera a la persona ajusticiada como culpable.

No cabe duda de que en muchos casos la aplicación del sustantivo del título sirve para suavizar el acto por medio del cual se produjo la ejecución de la persona objeto de la acción. Entiéndase bien que aquí esto no es asunto de política sino de terminología.

TERCERA EDAD – EDAD PROVECTA

Desde el principio de esta sección hay que dejar bien claro que las dos combinaciones del título no poseen la misma significación en buen español.

La tercera edad como apelativo ha ido ganando terreno en el español moderno para evitar irritar las susceptibilidades de personas que ya superaron la edad madura.

Inmediatamente se trae el concepto “edad madura” hay que ofrecer una idea clara acerca de esta etapa de la vida de un ser humano. Esta corresponde a la edad comprendida entre la madurez y los principios de la vejez.

La tercera edad puede considerarse un eufemismo pues no es otra cosa que la ancianidad que a su vez representa el último período de la vida ordinaria de un ser humano.

Muchos hispanohablantes confunden los dos términos del título al pensar y expresar que la “edad provecta” es una que denota vejez. Para que no haya lugar a confusión acerca de esto, aquí se explica. Esa edad es la madura que comprende el período entre los finales de la juventud y los principios de la vejez.

Las dificultades con la terminología para la “edad provecta” y lo que representa cuenta con una buena explicación si se examina lo que provecto/a significa.

Provecto es un adjetivo que en su primera acepción es “viejo”, y como equivalente de esto: “caduco”. En la segunda acepción generalmente aceptada se suaviza un poco la noción cuando se lee “maduro, entrado en días”.

Luego de todo lo anterior vale la pena que uno se pregunte si es vago hacerse la pregunta acerca de cuánto tiempo dura el último período de la vida de una persona.

Las personas “entradas en años” aborrecen que se les llame “ancianos” porque asocian este concepto con el bastón, la invalidez y la dependencia respecto de otros. Los recursos de la medicina moderna han logrado prolongar la vida útil de los humanos, por lo tanto no hay que sentir vergüenza por un apelativo que corresponde a la realidad.

CLASE MUNDIAL

“El Dart fue diseñado para un desempeño de CLASE MUNDIAL en cuanto a la aerodinámica.”

Es muy probable que los lectores alguna vez hayan sido víctimas de la insensatez que se lee en el título. A pesar de lo expresado en la oración anterior hay palabras y frases que a fuerza de oírlas termina uno por aceptarlas y hasta por adoptarlas.

Para no caer en la trampa de repetir el disparate que en español es eso de “clase mundial” se reflexionará sobre lo que los dos vocablos significan por separado para luego hacer lo mismo una vez combinados. No conformes con eso se develará el origen del entuerto.

En el caso de la cita se trata de un vehículo, es decir, de un objeto. Como consecuencia de esto se va a restringir el examen a los significados de clase para las cosas. El vocablo clase vale para el conjunto de los elementos comunes, así se define en primera instancia lo que constituye una clase. Clase es también un sitio, por lo tanto, no tiene validez aquí.

Para no alargar el asunto demasiado, la combinación “clase mundial” es una traducción servil del inglés. Corresponde en español a lo que los angloamericanos llaman world class que tiene mejor traducción a la lengua de Cervantes. En inglés esa combinación sirve para dar a entender que eso de lo que se trata es del más alto calibre, calidad, aptitud, carácter, valor, en el mundo.

No cabe duda de que clase es equivalente de categoría, distinción. No conforme con la equivalencia la lengua posee sus recursos propios para expresar algunos matices.

Con el término “clase” para que se entienda que corresponde a algo positivo, se le hace acompañar por un adjetivo que afina lo que se desea dar a entender. No debe olvidarse que hay muchas cosas que son de “mala clase”.

Una vez terminado lo anterior hay que explicar porqué se introdujo la voz “categoría” como equivalente de clase. En español general en los casos en los cuales se quiere comunicar que algo es bueno, elegante o valioso se hace diciendo o escribiendo que es “de categoría”. Al final se termina el asunto sugiriendo que se reemplace lo encontrado (leído) por “de categoría” para que se respete el genio de la lengua.

Este tipo de mala traducción o quizá de interpretación defectiva es el producto de las lecturas mal procesadas que se hacen con el propósito de producir reseñas “refritas” en español cuando lo que se hace es que se regurgita en español lo que se ha asimilado mal de una lectura en lengua extranjera.

PONINA – SERRUCHO

“. . .que sufraga cuanta agenda extremista propugnan los zares de la Casa Blanca, ni a los de las uniones, que tantas PONINAS le hacen en temporadas electorales, ni a los empresarios. . .”

Esta ponina dejó en el aire y sin respiración a quien escribe estos comentarios. Esta perplejidad no constituye motivo de sorpresa, es una reacción que le permite al sujeto-objeto emprender una búsqueda a veces afanosa para encontrar el sentido de lo que así se expresa.

Con respecto al vocablo de la investigación nada se encontró en los diccionarios ordinarios de la lengua. Una vez que no se atina por ese lado se vuelve el curioso hacia el DAA que es el más reciente diccionario de las Asociación de Academias de la Lengua Española.

Gracias a ese libraco puede hallarse satisfacción con respecto a la voz del título. La “ponina” es en Cuba el “dinero que se reúne entre varias personas para compartir un gasto determinado”.

Terminada la lectura acerca de lo que la voz tratada en esta sección significa, se encuentra cierta similitud entre esta y la voz dominicana “serrucho”. Hay que destacar enseguida que el vocablo dominicano es mucho más sugerente que el cubano.

Un serrucho es el producto de una colecta según el último diccionario antes citado. Lo que faltó consignar en esa obra que merece todos los elogios posibles es que esta colecta no es un medio regulado de recoger dádivas o contribuciones.

El serrucho dominicano es el producto de una actividad espontánea, no de algo premeditado, organizado, sabido de antemano. Generalmente la acción se produce cuando varias personas consumen juntos en un establecimiento y deciden colaborar para pagar por el gasto ocasionado. Por necesidad el serrucho dominicano no pretende que las partes contribuyan con la misma cantidad, sino de acuerdo con lo que tienen encima o con sus posibilidades inmediatas.

Lo que se acaba de escribir sale de la experiencia de quien estas apostillas acerca del idioma escribe. Se está en conocimiento de que las definiciones que ofrecen los diccionarios no coinciden con lo que se sostiene aquí. Lo último deja sin cuidado a quien escribe estas reflexiones.

ARBOLEDA

“Por primera vez, los investigadores han confirmado la presencia del escarabajo Redbay Ambrosia en una ARBOLEDA de aguacates. . .”

Escribir “arboleda de aguacates” es un signo de poseer un cerebro extranjero al español. No hay que leerlo dos veces para darse cuenta de que algo anda cojo en esta plantación. Es más, existe sospecha fundada de que se trata de una traducción de algo que fue escrito originalmente en inglés.

Como en tantas otras ocasiones anteriores quien realizó la traducción no se atrevió a sacudirse de la cantidad de voces del inglés y se amarró a traducir la voz arboleda también.

No huelga que se analice lo que una arboleda es para que se destaque lo ridículo que suena en español. Arboleda es un sitio poblado de árboles, principalmente el sitio sombrío y ameno. Las sombras que proyectan estos árboles le confieren cierto tipo de tamaño y cercanía a los árboles de la arboleda.

Ameno es español empleado para describir un sitio indica que es agradable o placentero por su vegetación. No hay que llevar los términos más lejos para que el lector comprenda que en español sencillo y directo existe una palabra que traduce la idea de la plantación de aguacates: aguacatal.

No hay secreto en esto. Un aguacatal es un terreno poblado de aguacates. El vocablo aguacate denomina el fruto y el árbol. Habría resultado más tolerable si el cristiano que tradujo este trabajo hubiese colocado una “plantación de aguacates” en lugar de la dichosa arboleda. Cabe la plantación aquí porque define al conjunto de plantas de la misma clase plantadas en un terreno.

El diccionario o los diccionarios son buenos auxiliares de trabajo cuando se utilizan de manera sabia, con criterio propio. Quien escribe no puede trasladar al papel la primera acepción que encuentra en un diccionario sin analizar el contexto; si eso hace se expone a caer en el ridículo.

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