*NOTARIZAR – CELEBRE – INDUSTRIALISTA
Este desmán se escucha y se lee con mayor frecuencia en boca y pluma de otras nacionalidades de modo más asiduo que de los nacionales dominicanos.
Hay otros que piensan que evitan el error cuando dicen o escriben *notariar. Pero ese remedio es tan malo como la enfermedad que trata de curar.
En el país dominicano los hablantes no se equivocan con tanta facilidad y prefieren legalizar los documentos. Legalizarlos ante un notario, un Juez de Paz, o quien pueda proveerle de visos de legalidad.
El agravio contra la lengua tiene su origen en la lengua inglesa en la que “notarize” es verbo transitivo, de creación relativamente reciente, 1926. Para los anglosajones este verbo se contrae a reconocer o dar fe de algo en funciones de notario público.
Las traducciones para el verbo del inglés son varias. Un diccionario -Harper-Collins- propone “autenticar” (legalmente). Otro diccionario, el Oxford Spanish Dictionary, además de autenticar presenta también “autorizar, dar fe pública de, notariar”. Al lado del *notariar coloca entre paréntesis unas iniciales que indican que es de uso en Chile.
El Simon´s & Schuster´s Spanish Dictionary es más extenso, “proveer de atestación notarial, hacer certificar por notario (un documento).”
Aquí lo importante es recordar que hay que acabar con la improvisación. Se hace necesario abandonar la costumbre de acomodar al español voces del inglés o de otras lenguas. Se impone que se regrese a las fuentes de la lengua española.
Las soluciones para el adefesio comentado en esta sección se encuentran en el cuerpo de esta exposición. Hay que adoptarlas y propagarlas.
CELEBRE
Sí, celebre sin acento y con valor de adjetivo. Se piensa que es dominicanismo a pesar de que no lo consignan todos los estudios del habla dominicana.
La única lexicógrafa que lo acogió como dominicanismo fue la señora Consuelo Olivier en su “De nuestro lenguaje y costumbres”, 1967, donde asienta que “celebre” es equivalente de célebre.
No se trata de hacerle reproche alguno a la distinguida señora. No obstante eso hay que disentir en cuanto al alcance de la palabra celebre en sus funciones señaladas.
El uso de la voz forma parte de los recuerdos de escenas vividas en las comunidades rurales dominicanas cuando emplearon el vocablo celebre. La primera vez causó un poco de sorpresa el uso, pero luego se acomodó el oído para desentrañar el significado.
Las circunstancias fueron la mejor sazón para poder entender el alcance de la voz celebre. En varias ocasiones se comprobó que el individuo celebre era el “gracioso, ameno, entretenido, decidor”.
El sujeto a quien se le reconocía el título de celebre no era célebre por nombradía, en su condición de persona reconocida en la comunidad, sino por la gracia que desplegaba en las reuniones, por la chispa que demostraba al relatar cuentos e historias.
El celebre no era conocido por famoso como el célebre, sino por el humor que desplegaba y que regocijaba a los circundantes. Movía a celebración por lo divertido de su conversación, por lo agradable de sus maneras. Su personalidad no revestía rasgos de extravagancia.
En los párrafos anteriores se descartaron las características que adornan al célebre, al tiempo que se subrayaron las que constituyen la personalidad del celebre.
INDUSTRIALISTA
“. . .en honor al padre de Jeannette, un INDUSTIALISTA prominente.”
El industrialista es el partidario del industrialismo. Eso así en español. El industrial en el idioma común es la persona que vive del ejercicio de una industria o es propietario de ella.
El industrialismo conforme con la Academia de la Lengua Española es la tendencia al predominio de los intereses industriales.
El artículo en el diccionario de la RAE acerca de la palabra industrial aparecerá enmendado en la próxima edición de ese catálogo general de las voces españolas.
En la enmienda antes mencionada aparece ya la expresión “cantidades industriales”. Se cree que esa inclusión debe ser motivo de regocijo para los hablantes del español dominicano.
Hace ya un tiempo largo que esa expresión anda en boca de los dominicanos y quien sabe de cuantos hablantes de países americanos más.
Como en tantas ocasiones anteriores, el entrometimiento de la voz industrialista en español es por influencia de una voz parecida o de un uso similar que existe en inglés.
El industrialist del inglés corresponde por definición con el industrial que se mencionó en un párrafo anterior. Es ese señor estadounidense un su país el propietario de una industria o la persona que administra una industria.
PLATÓN
“Viene en configuraciones con tracción en dos o en las cuatro ruedas y con PLATÓN regular o extendido.”
Este platón aquí no ayuda para entender el mensaje. No acaba el lector de pasar el escollo de la “configuración” cuando le maltratan el sentido del español con ese platón metido en un auto.
El recurso al diccionario de las autoridades para entender como se le emplea aquí no es de gran ayuda. Ese diccionario lo que consigna es lo ya sabido. El platón es el recipiente de gran tamaño y de diversos usos según las comarcas: jofaina, cazuela, fuente, etc.
Ese platón que se menciona en la última parte de la oración anterior es el que conoce el común de los mortales. Es un plato grande que se usa en las mesas para presentar o traer los alimentos. Esa palabra ingresó a la lengua traída de la mano de los americanos.
Santamaría en el DGA publicado en el año 1942 mencionaba el vocablo en cuestión como propio de Colombia, Guatemala y Argentina como equivalente de palangana, palabra esta última que casi desaparece del uso diario. En Guatemala, México y Venezuela el platón corresponde a “fuente, plato grande, para servicio en común”. En Honduras -asegura ese autor- es o era cazuela grande.
En México, en tiempos modernos, también posee el término platón el valor de contenido del recipiente que se nombra platón. Hablan de un platón de mariscos, o de un platón de carne. Los mexicanos otorgan una característica al platón que vale la pena reseñar. Sirve para presentar alimentos “que no sean líquidos”. Lo que consta en este párrafo se extrajo del “Diccionario del español usual en México”.
En Guatemala la palabra platón tiene un significado particular: “Plato para colgar o colocar sobre un portaplatos. Se da como reconocimiento o se compra como recuerdo.” Esta noticia se saca del “Diccionario de voces usadas en Guatemala de J. Francisco Rubio, 1992.
De nuevo hay que hacerse la pregunta acerca del platón de la cita. Para dar con el sentido del empleo que se hace en el texto hay que recurrir a la imaginación. Quizá se trata de lo que conocemos con el nombre de chasis, que en algunos países llaman bastidor o armazón del automóvil.
BARRA
“También contacté algunas asociaciones de abogados hispanos. Hablé a la Barra Nacional de Abogados Hispanos (Hispanic National Bar Association).”
Esta barra mencionada en la cita estuvo censurada durante largo tiempo en los predios de la lengua. Causó mucho escozor que se usara el término barra para traducir la voz bar del inglés en un caso como el del texto copiado aquí.
Lo que se usaba antes era el vocablo “colegio” para la asociación de profesionales del Derecho. Pero la lengua evoluciona y muchas veces el uso le tuerce el brazo al diccionario. A las autoridades no les queda más remedio que reconocer el uso sin interrupción de algunas palabras.
En la vigésima segunda edición -2001- del “Diccionario de la Lengua Española”, ya se asienta este uso de barra como equivalente de colegio, asociación. Ese diccionario de manera específica recoge barra para el Colegio de Abogados. Reseña que el uso nació como propio de los mexicanos. La redacción de la Academia es así: “Organización profesional de abogados”.
Hay que presumir que esta incorporación se debe primero al uso y luego a las diligencias de la Academia Mexicana de la Lengua Española. Esa corporación no escatima esfuerzos para empujar hacia el diccionario oficial común los vocablos que utilizan los mejicanos.
SOFISTICAR
“Ellos afirman que su nuevo producto trae una combinación de desempeño, características, relación costo-beneficio y SOFISTICACIÓN que son únicos en este segmento del mercado.”
Hace largo tiempo que muchos de los hablantes del español creen que la palabra sofisticación significa refinamiento. Eso no es así. Es un error grave. El empleo de un vocablo por otro puede causar situaciones enojosas, pero por fortuna solo en puridad de la lengua.
En la próxima edición del diccionario de la lengua aparecerá el verbo sofisticar con el valor de “falsificar, corromper”. Hasta la edición vigésima segunda era “adulterar, falsificar”. Como es fácil de deducir, sofisticación es “acción y efecto de sofisticar”.
Como es posible comprender, la distancia que separa a refinamiento de falsificación es muy grande. Este es un error que hay que evitar a toda costa. En lugar de alabar una cosa o persona se puede ofender con la utilización de sofisticación por refinamiento.
En este punto del análisis se hace necesario dar con el origen del equívoco. El equívoco deriva del inglés, lengua en la cual el verbo y sobre todo el adjetivo han evolucionado con mayor velocidad y se han separado de su significado vil. Eso se estudiará más abajo.
En inglés y solo en inglés “sophisticated” ha adquirido la significación de “desprovisto de la simplicidad original”, Ha pasado a tener el significado de “altamente complicado y desarrollado, sinónimo de complejo; sobre todo para aparatos electrónicos. En esa lengua ha alcanzado el valor de finamente experimentado, intelectualmente alerta.
Se repite, en inglés el adjetivo aplicado a una persona implica refinamiento, urbanidad, inteligencia y cultura. Eso está muy lejos de lo que representa el sofisticado de la lengua española.
Vale la pena extender el estudio hasta la lengua francesa para examinar lo que se comprende en esa lengua por el adjetivo “sophistiqué / ée”, sofisticado; así como el verbo y el sustantivo.
El adjetivo se retiene como algo que se distingue en su aspecto físico por la búsqueda elaborada de un estilo rebuscado, afectado, opuesto a lo natural y simple. Ahí coincide con el inglés por influencia del angloamericano y se aproxima a lo que se designa como “snob”. Cuando se alude a la belleza femenina con el adjetivo se asimila que es “de un tipo artificial de belleza y elegancia”; que es más bien un comentario derogatorio.
En francés se utiliza en el campo de las artes y de la literatura para denominar estilos. Está documentada la entrada en francés en el año 1952. La tendencia actual en esa lengua se mueve hacia entenderlo como demasiado refinado, sutil, destinado a la elite, de vanguardia, de sutilidades excesivas.
En el ámbito técnico desde el año 1968 en Francia se usa para mencionar algo “muy perfeccionado, de alto grado de complejidad técnica en la que intervienen las técnicas de punta”. En este sentido coincide con el uso que se hace en el texto citado que procede del inglés. Lo referente al francés se toma del Dctionnaire des anglicismes de Rey-Debove y Gagnon y del diccionario Le petit Robert. Está aceptada en la actualidad la noción técnica coincidente con la del inglés.
Para resumir. El origen de todas estas palabras es el mismo, del latín, que a su vez procedía del griego y produjo en las lenguas indoeuropeas otros derivados como los sofistas, sofismas y palabras relacionadas, que eran engaños y además refinamiento excesivo. Con estos significados se devuelve el asunto al punto de partida.
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