PINTA – NEUTRAL – *CORTAJEAR

“. . .mientras que otros vestían su mejor PINTA.”

Esta palabra que se somete a escrutinio en esta ocasión es fecunda en su polisemia. Por otra parte, por otro lado decimos los dominicanos, se ha alimentado con nutrientes americanos. Lo último significa que los países hispanoamericanos le han añadido significados a la lengua común mediante este vocablo.


En este espacio es casi imposible pasarle revista a todos los significados americanos del término, pero se tratará de poner de relieve los más conocidos pese a lo arduo de la tarea.

En la cita, la palabra pinta no cabe duda de que se la usa en su acepción de vestimenta, apariencia física o expresión exterior. Mas como la voz se presta a interpretaciones nacionales vale la pena pasar revista a los significados y disfrutar de la polisemia americana.

La Academia de la Lengua ya enmendó la sección que le corresponde a este vocablo, de modo que en la próxima edición del diccionario aparecerá con algunas reformas. Pese a los cambios introducidos, la Academia no logra incorporar en su lexicón todos los matices de esta voz.

Registra la autoridad competente los significados de la lengua en lo relativo a los colores, las manchas, el aspecto o facha; así como en Cuba el tipo de tela, los dibujos y colores de ésta; y en otro orden de ideas y países, sinvergüenza, desaprensivo.

Muchos de los significados que se encuentran en el inventario de la Academia proceden de América. Entre los colores, aunque no consten específicamente así, los colores en lo atinente a los animales de tipo caballar derivan del español de Argentina; los colores de los gallos, desde los tiempos de Patín Maceo, especialmente los de lidia,  tienen que ver con la República Dominicana.

Deive recoge la expresión dominicana “jugar por la pinta” que es “apostar a los gallos de igual color al de aquellos que salen victoriosos en las primeras peleas”.

Desde los años en que escribió Santamaría su DGA, 1942, hasta el México contemporáneo, la “pinta” en el lenguaje estudiantil es la inasistencia a clases sin excusas del estudiante y sin conocimiento de los padres, es “irse de paseo”, expresaba ese autor. Es una “escapada que hacen los estudiantes, faltando a clases”. Esa última es la redacción del Diccionario del español usual en México.

En República Dominicana hay una expresión popular que es “hacer ambos en pinta”. Si mal no se recuerda ésta pertenece al juego del bingo. Por extensión se usa para destacar que dos personas tienen afinidades. “Coger preso por la pinta” era apresar a los seguidores por sus preferencias políticas. Hay muchas otras expresiones en el español americano que sería prolijo enumerar. Aquí ese aspecto se limita al ámbito geográfico de lo dominicano.

En República Dominicana, una vez más, la pinta es el color. Téngase en cuenta que en el siglo XIX los partidos políticos se identificaban por colores: los azules, los rojos y brevemente los verdes. De allí se desprendió que la pinta es el color, el color político, la orientación política. Parte de estos conceptos se copian de Del vocabulario dominicano de Rodríguez Demorizi, 1983.

En Venezuela la pinta es la “apariencia o aspecto exterior”. En ese país “hacer pinta” es “vestir bien, aparentar” según el Diccionario de términos  ibero latinoamericanos de Berroeta, 1996.

Similar a este concepto léxico es que en Colombia en el Valle de Upar se llama pinta a la “estampa, presencia”. El acento está colocado en esta noción en el vestido y los adornos. Vale aquí subrayar que se piensa que el uso que se hace en la cita corresponde a la recién reseñada acepción colombiana. Este concepto se extrae del Lexicón del Valle de Upar, 1994, de Consuelo Araujonoguera.

Este concepto de “buena presentación, elegancia en el vestir” es de uso en Chile, Colombia y Argentina, si ha de creerse lo que se asegura en el Diccionario de hispanoamericanismos coordinado por Renaud Richard, 1997.

En Guatemala la pinta es una o más características del padre o la madre, heredadas por el hijo. También es el adelanto que se da a los cuadrilleros al contratarles. Esa noticia se toma del Diccionario de voces usadas en Guatemala, 1982, de J. Francisco Rubio.

NEUTRAL  

“No existen dialectos en el mercado hispano, todos los latinos entienden un español NEUTRAL.”

En la cita no hay neutral ni neutro que valga para imprimirle sentido a lo que se pretende expresar.

Es doloroso que todavía a principios del siglo XXI alguien escriba confundiendo términos que hace largos años se dejaron atrás.

El vocablo neutral del español no tiene sitio en esta redacción. El diccionario de las autoridades asegura que es neutral el “que no participa de ninguna de las opciones en conflicto”. Cuando se trata de naciones o Estados en el caso de guerra el que no toma parte en ella: al hacer esto se acoge a las obligaciones y garantías inherentes a tal actitud.

La palabra neutro tampoco conviene en este contexto porque eso se dice de quien es indiferente en política o que se abstiene de intervenir en ella. Además neutro tiene otras acepciones en materia de electricidad, física, química, zoología y gramática.

En el pasado en español se utilizaba “neutral” para destacar que la caja de velocidades de un vehículo automotor se encontraba en posición fuera de cambio alguno. Este neutral es de uso en la actualidad en México según el “Diccionario del español usual en México” (2002); de la misma manera se oía a los dominicanos usar esa voz. Eso corresponde a lo que se conoce como el “punto neutro, punto muerto”.

En el uso del habla corriente se aplica el neutral a la persona que no se inclina hacia una tendencia u otra, que no adopta posición cuando hay encuentro de opiniones, de acuerdo con lo consignado por el diccionario Moliner (1998).

En inglés se ha llegado a aplicar el calificativo neutral a la persona que es indiferente; en esa lengua en materia de colores se aplica a los colores que no pueden clasificarse como pertenecientes a los del espectro. Estos últimos usos del inglés ya se colaron en el habla de los hispanohablantes.

El asunto que se presenta en este punto es saber qué se propone para reemplazar la voz criticada en esta sección. Lo que entienden los latinos es un español “común”, o como dicen algunos “estándar”. La última palabra la adaptó la Academia del inglés con la función de adjetivo equivalente a “común, corriente”.

*CORTAJEAR 

“. . .con la tortura de un guardia a quien la televisión mostró aterrorizado cuando lo amenazaban con arrojarlo del techo del penal mientras le CORTAJEABAN brazos y piernas con un cuchillo.”

A todas luces el infinitivo del verbo que se encuentra en el origen del verbo empleado en esta pieza de redacción no parece de buena cepa.

No hay que tener una imaginación muy fértil para intuir algo en cuando al sentido del engendro léxico. Por el contexto en que se encuentra se puede colegir que es un verbo que tiene relación con el verbo cortar.

Se barrunta que de alguna manera no se trata simplemente de cortar, sino de hacerlo de un modo específico que reviste características que se tratan de comunicar con la modificación que se hace sobre el verbo base.

En la búsqueda incesante que se lanzó para conseguir el significado del verbo en cuestión se encontró una obra en la cual se consigna el verbo.

En el “Diccionario del español de Argentina” de Haensch y Werner, 2000, aparece el verbo “cortajear”. Conforme a lo que sostiene ese diccionario el verbo pertenece al habla coloquial.

Por lo general la acción la practica alguien sobre algo. La definición es la siguiente: “practicar cortes en una prenda de vestir, en el tapizado de un asiento o en cortinas, generalmente para estropearlo”.

Cuando el verbo opera sobre una persona de modo no necesariamente intencional, como la piel de un individuo, es “agrietarse la piel de las manos, por ejemplo, por la acción del frío o de detergentes muy fuertes”.

Para el caso de la cita en que se utiliza el verbo, parece más acertada la caracterización que ofrece el “Diccionario de voces lunfardas y rioplatenses de Mario Terrugi (1998), pues este autor escribe: “cortar con tajos menudos y desordenados”.

Resulta curioso constatar que en el DGA de Santamaría el sentido que él recogía en el año 1942 era “murmurar sin compasión”. Lo califica como un frecuentativo del verbo cortar de uso en Argentina. Para esta murmuración los dominicanos se sirven de la tijera, “dar tijera” y expresan lo mismo.

Los mismos autores del “Diccionario del español de Argentina”, en su volumen consagrado al español de Cuba mencionan el adjetivo “cortajeado” que se usa en el habla coloquial de Cuba para referirse “a un objeto, especialmente una cortina, una prenda de vestir o un mueble: que presenta corte o tajos”.

Como se comprueba una vez más, hay que observar mucha cautela cuando se trata de redactar para un público internacional. Sobre todo cuando es una noticia que va a trascender las fronteras nacionales de un país. Hay que adoptar un léxico que sea común a todos los lectores de modo que ninguno de ellos se quede sin entender.

*PREBENDALISMO  

“En una coyuntura política como la boliviana donde el PREBENDALISMO de estado perdura. . .”

Esta es una palabra que aunque no figura en los diccionarios del español común, debería encontrar la vía para incorporársela, porque transmite un mensaje válido y una situación real.

No se requiere de gran esfuerzo para deducir que la voz comentada en esta sección proviene del término prebenda. Este, a su vez, en América se le usa para significar que se trata de un oficio o empleo lucrativo que no demanda mucho esfuerzo o trabajo.

La terminación “–ismo” en español se utiliza para imprimir la noción de doctrina, sistema, lealtad o característica, a la raíz a la cual se añade.

En español existen muchos vocablos formados del modo señalado más arriba. Ejemplos son: alcoholismo, caciquismo, dogmatismo, evangelismo, idealismo, machismo y muchos más. Todos toman el género masculino.

*DEMONIZAR 

“. . .es posible para los puritanos DEMONIZAR a K. y por eso le huye como al diablo al sensacionalismo.”

En español existe la palabra demonio. De eso no hay duda alguna. No obstante lo que se plantea en las oraciones anteriores, el verbo para hacer de alguien un demonio no lo hay en el español general.

El intento de formar un verbo sirviéndose del nombre demonio no anda mal orientado. El problema está en que ese nombre no soporta que se le agregue la terminación para construir un verbo.

Sobre el vocablo demonio en español existe el verbo “endemoniar” que es introducir los demonios en el cuerpo de alguien; irritar, encolerizar a alguien.

Con la ayuda de diablo se formó un verbo que es completamente sinónimo del anterior, por lo tanto hay que descartarlo para su uso en el caso del texto porque no le da sentido a la oración de la cita.

Hay que recurrir al término “satanás” para encontrar el verbo que representa lo que buscaba el redactor del texto citado. El verbo es “satanizar”.

La Academia al tipificar el verbo satanizar  lo hace de la manera siguiente: “Atribuir a alguien o algo cualidades en extremo perversas”.

En inglés existe el verbo “demonize” con funciones de verbo transitivo. Es posible y probable que el redactor haya tenido un momento de distracción mientras redactaba, momento en el que el inglés y el español se cruzaron en su cerebro.

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