INCIDENTE – INCIDENCIA – ENMARRANAR – CHANGÜÍ

“El propósito de esta medida es disminuir el alto INCIDENTE de caries -19 por ciento- que afecta a los niños de entre dos y cinco años. . .”

Un incidente es lo que sobreviene en el curso de un asunto y tiene con este algún enlace. De esto de incidentes saben mucho los abogados en ejercicio. Otro aspecto del incidente es el que se suscita entre dos o más personas con carácter de riña, o pelea.


En el campo jurídico el incidente es  una cuestión distinta del principal asunto del juicio, pero con él relacionado, que se ventila y decide por separado, suspendiendo a veces el curso de aquel, y denominándose entonces de previo y especial pronunciamiento.

De lo expuesto en los párrafos precedentes se desprende que el empleo que se ha hecho en la cita no es procedente. El significado de la palabra y el contexto no se avienen para imprimirle sentido al texto.

Si en lugar del incidente se coloca “incidencia”, entonces si resulta una oración con sentido. Para demostrarlo se señalará la significación de este vocablo. En su segunda acepción quiere decir y dice, “número de casos ocurridos”. Es además la influencia o repercusión.

Para errores de este tipo no hay explicación que lo excuse. No hay excusa, porque los dos términos tienen funciones diferentes en su desempeño semántico.

ENMARRANAR 

“En otras palabras, la política mexicana está ENMARRANADA. Le falta aire fresco. No hay a quien irle. Un país con tantos problemas y, al mismo tiempo, con tantas posibilidades. . .”

Con una palabra de este tipo no es difícil saber que no figura en el catálogo autorizado de términos de la lengua. No es ni de lejos un vocablo reconocido en el español común. Lo que salva la comprensión del mensaje es la compañía que le proveen las demás partes de la oración.

No cabe duda de que el verbo comentado, “enmarranar”, guarda relación con el vocablo marrano que es sinónimo de cerdo, lechón, chancho y puerco. Una de las características más sobresalientes del marrano es su reconocida capacidad para subsistir en medio del fango, o en ambientes en los cuales no impera la limpieza.

En la lengua corriente se aplica el calificativo de marrano a la persona que es vulgar, que se porta con falta de escrúpulos, sin delicadeza. En este momento es acertado recordar el origen de la palabra marrano, del árabe “mahran”, que era lo vedado, porque el cerdo es carne vedada para los musulmanes. Desde ese punto comienza la impureza del cerdo.

Entre las palabras de este mismo origen se encuentra “marranada”, que es una cosa hecha de manera chapucera o suciamente. Sirve también para designar lo que es vulgar. Coincide en sus rasgos, por otro lado, con lo que es una cochinada o una indecencia; una acción vil o indigna.

Si se toma como punto de partida el sucio, entonces se entiende a plenitud el mensaje del texto, *enmarranar corresponde a ensuciar. En otras circunstancias se había escuchado que una persona era un marrano cuando se deseaba subrayar la falta de aseo del sujeto a quien se le endilgaba el calificativo.

En otros momentos se escribe que algo, por ejemplo un ambiente o un sitio, está hecho una pocilga para aludir de ese modo a la suciedad predominante.

Para llevar el término estudiado a un nivel culto podría decirse o escribirse: “. . .la política mexicana está envilecida. . .” En un lenguaje más contundente se diría que esta política está “prostituida”. De modo más suave, está “deshonrada, abaldonada, rebajada, desacreditada”. En un grado un poco más fuerte que lo último, está “manchada”. Si se desea respetar el nivel del texto se puede escribir que está “enlodada”.

Es oportuno que en este espacio se pregunte si hace falta echar mano de un verbo creado para transmitir una idea que pudo expresarse con tantos vocablos precisos y castizos.

Una que otra expresión del tipo de la empleada en la cita, si se utiliza en un texto extenso no le quita valor a lo escrito. En muchos casos lo que hace es imprimirle colorido a la descripción. El único riesgo que se corre con palabras inventadas de este género, es que se obligue al lector a pensar para deducir el sentido de lo creado.

La tarea del escritor, y sobre todo la del periodista, es hacerle al lector cada vez más fácil la comprensión de lo escrito. El equilibrio entre lo novedoso y lo enmarañado es difícil de lograr. La línea que separa los dos campos es muy tenue. Solo los muy afortunados manejan con destreza esta suerte de recurso. Por lo afirmado en la última frase es por lo que se alienta a los principiantes a no lanzarse por ese camino, y a los veteranos a evitarlo.

CHANGÜÍ

“Otra cosa que consigue Paraíso es sacar de su relativo anonimato a un género musical cubano arrinconado en el oriente de la isla: el CHANGÜÍ.”

La palabra es más interesante para el estudio por las acepciones diferentes de la empleada en el texto. Como baile es, un “bailecito y reunión de gentualla”, como la define Pichardo, quien consideró el vocablo como sinónimo de “guateque”. Es un baile afrocubano; es una reunión bulliciosa.

Fernando Ortiz entiende que la voz changüí  es vocablo africano, del Congo, país donde significa baile, que a su vez deriva de la voz “sanga”, que es bailar. El término figura en el vocabulario mayor de la lengua desde hace largo tiempo. Lo interesante es revisar las acepciones del vocablo ajenas al baile. Sobre todo examinarlo en el español americano.

Las acepciones que la Real Academia de la Lengua consigna en su diccionario, aparte de la referente al baile, pertenecen al nivel coloquial de la lengua, y son de inclusión más bien reciente. La primera acepción es “chasco, engaño, vaya”. En Argentina y Uruguay es “ventaja, oportunidad, en especial la que se da en el juego”. En República Dominicana el verbo que sirve de apoyo a la expresión que se usa para utilizar  el término estudiado es “dar”, se dice, y a veces se escribe, “dar changüí”, para “hacer algo para dar envidia”.

Las acepciones americanas al diccionario de la lengua se han incorporado con posterioridad a la edición de 1970. Antes de ese año solo se asentaban la del baile y la primera relativa al engaño.

Además de lo que se mencionó antes, en Cuba se emplea la palabra “changüí” para destacar que algo es barato, que es una ganga. En los juegos y deportes se da changüí cuando se concede ventaja para ganar más.

La mejor descripción de como opera el timo que se hace a través de la simulación, del changüí, es la siguiente, se finge que se es crédulo con respecto a otro, o se simula que no se es experto en algo, para luego engañarlo, o ponerlo en aprietos.

TENER SENTIDO – *HACER SENTIDO

“. . .me costó bastante trabajo digerirla y quiero darle a mis lectores un contexto en que la dieta posible les HAGA SENTIDO.”

Es cierto que el verbo hacer es muy útil en el seno de la lengua española. Para tomar conciencia con respecto a la fuerza que el verbo posee en nuestra lengua, basta pensar en las muchas expresiones que se forman con ayuda de este verbo. Se podría aseverar que con ese verbo se puede formar cualquier tipo de oración. En muchos casos es suficiente anteponérselo a un sustantivo para que exprese en acción lo que el sustantivo significa por sí solo.

Una vez que se ha expuesto lo anterior, se puede entrar en materia con respecto a lo que se piensa en relación con el verbo “hacer” contrapuesto con el verbo “tener” acompañados de “sentido” como aparece en el título.

Lo que el uso ha establecido y que se respeta por su repetición inveterada, es la expresión que se forma con el auxilio del verbo tener, para que termine así, “tener sentido”. Cuando una afirmación es ilógica es cuando “no tiene sentido”.

No hay que extrañarse si cada día se aceptan nuevas expresiones formadas sirviéndose del verbo hacer. Esto se debe a la extraordinaria flexibilidad y adaptabilidad del verbo hacer. Algunas frases son condenadas de modo expreso por la Gramática de la Real Academia, mientras que otras son toleradas por el uso.

En el caso tratado en esta sección, se trae a colación la formación con el verbo hacer, porque es muy posible que ella proceda de lenguas extranjeras. En inglés, así como en francés las frases equivalentes  a la del español se forman con el verbo hacer. El tiempo es el único que dirá si se integrará la frase con el verbo hacer o si continuará con el verbo tener de modo exclusivo.

ATROPELLAR

“Dos residentes de L. L. murieron ayer por la mañana después que su vehículo, un van, fuera ATROPELLADO en un cruce con barreras por un tren de pasajeros. . .”

Se hace necesario repasar las significaciones del verbo atropellar para que quede claro que la oración que se copió más arriba es una mala selección en el caso y contexto.

La primera acepción del verbo es, “pasar precipitadamente por encima de alguien”. El segundo valor para el verbo que retiene el diccionario de la Academia es, “derribar o empujar violentamente a alguien para abrirse paso”. En los casos que se refieren a vehículos es “alcanzar violentamente a personas o animales, chocando con ellos y ocasionándoles daños”.

En otro orden de ideas es, “agraviar a alguien”. Es también, “ultrajar a alguien”. Solo se han reproducido las acepciones que se refieren a personas, o las que tienen que ver con vehículos. La intención al escogerlas es destacar que todas ellas llevan en su definición la palabra “alguien”, que como es natural es relativo a personas.

Lo que se desea demostrar es que los atropellos de vehículos, así como los de palabras y acciones tienen como objeto a las personas, con la excepción de aquellos que se cometen contra las leyes. Esto quiere decir que un vehículo no “atropella” a otro vehículo, sino que lo embiste, lo golpea, lo choca o cualquier otro verbo conveniente. Cada país le concede, mediante el uso, preferencia a uno o más verbos para mencionar lo que trató de mentarse en la cita.

Muchos de los errores en que se incurre en la prensa son el resultado del empleo de palabras que no se conocen bien. El afán de embellecer las oraciones conduce en muchos casos a utilizar vocablos que no son del buen conocimiento del redactor. Para evitar lo que se critica aquí lo que procede que se haga es mantener en uso los términos que son bien conocidos, tanto del periodista, redactor o escritor, como del lector.

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