*ESBIRRISMO – CALANCHÍN – DESANGRE

“. . .que identifica el ESBIRRISMO. . . como instrumento legal y además insiste en. . .”

El vocablo “esbirrismo” como tal no existe en el español común. Como muchas de las palabras que se escuchan a diario en las conversaciones, esta es el producto de un hablante que genera un término para llenar una necesidad que experimenta durante su redacción.


Los hispanohablantes pueden deducir que la nueva voz desciende de una conocida: esbirro. Esa palabra estuvo muy de moda en el vocabulario de los dominicanos en los años sesenta del siglo pasado. Las masas menos educadas en lugar de enunciar el vocablo con propiedad decían “ebirrio”.

La acepción para esbirro que tiene cabida en el cuerpo de lo redactado por el comentado columnista es la tercera del Diccionario de Madrid. Dice ese diccionario que: “Es un secuaz a sueldo o movido por interés”.

Desde que se detecta la terminación –ISMO añadida a un elemento de una palabra se piensa que lo que se ha formado de ese modo es la denominación de una doctrina, movimiento, sistema o filosofía. En este caso se piensa que es una conducta, un acto o una característica.

Son muchos los nombres en español formados con la terminación –ISMO que se aceptan sin chistar. Se incluirán aquí algunos ejemplos: caciquismo, despotismo, idealismo, materialismo, narcisismo, tabaquismo y vandalismo.

Hay que pensar que quien redacta de esta manera lo hace con toda la intención de agrandar el fenómeno que destaca con el término acuñado. Persigue darle una categoría mayor a la conducta de las personas así denominadas. Si logra que se acepte el nuevo vocablo aunque sea una vez, habrá logrado avanzar sus ideas.

Ya antes se ha hecho por medio de estos escritos. Se desaconseja recurrir a estos métodos para llamar el modo de proceder de algunas personas. Si hay que recurrir a una perífrasis, es mejor hacerlo de un modo más largo pero respetando la lengua común.

CALANCHÍN  

“U. no es ningún CALANCHÍN de los paramilitares como lo han querido reflejar. . .”

La primera sensación que experimenta un castellanohablante cuando lee una palabra como la del título es pensar que está en presencia de un diminutivo.

Si no conoce el vocablo recurrirá al diccionario en pos del término que cree que es el original: calancho. En este ejemplo al hacer eso no se obtienen los resultados apetecidos, pues el diccionario oficial recoge para esa voz el significado boliviano: desnudo. Desde el año 1967 consta con ese valor en el “Diccionario de bolivianismos” de Fernández, y Gómez de Fernández.

La voz calanchín es un colombianismo que define al testaferro, a la persona que presta su nombre. Este dato se localizó en el “Diccionario General de americanismos” de Santamaría, de 1942.

Además de la acepción de testaferro que Santamaría consigna, ese mismo autor escribe que es la persona que hace de “palero” en un negocio. La calificación de palero se aplica a la persona que es cómplice en un juego o negocio para engañar a terceros y dividirse las ganancias.

Los diccionarios más recientes acerca del español de las Américas no traen noticias acerca de la palabra comentada en esta sección.

No es de buen gusto utilizar voces de este género en la redacción moderna. Después de investigado el asunto lo que se percibe es que calanchín es una voz vieja que por añadidura es un americanismo. Con vocablos de este tipo no se consigue establecer comunicación clara con los lectores.

DESANGRE  

“. . .es un viable y honesto intento de sacar a Colombia del DESANGRE mediocentenario.”

Se aprovechará de la voz del título para demostrar que a veces hasta los académicos de la lengua pueden dejar pasar algunos asuntos que los hacen reflejar inconsistencias.

Si se recurre al diccionario de las autoridades para despejar el sentido de desangre se encontrará una remisión a la entrada en ese mismo diccionario que corresponde a desangramiento.

Desangramiento, a su vez, es la “acción y efecto de desangrar o desangrarse”. Las Academias de la Lengua entienden que la voz desangre es de uso en Ecuador y que es en ese país donde soporta la significación de desangramiento.

Ahora bien, ¿dónde está la inconsistencia anunciada? Eso se expone de inmediato. Si se procura dar con el sentido del vocablo sangramiento en el catálogo aceptado de la lengua española, se tropieza con la respuesta: “la palabra sangramiento no está en el diccionario”.

La calificación de inconsistencia viene a cuento si se piensa que las autoridades reconocidas de la lengua reconocen el uso de desangramiento, pero ignoran a sangramiento.

El término desangramiento lleva en su seno la palabra sangramiento. Es la acción o efecto del sangramiento. La única respuesta que se tiene para una conducta de este tipo de las Academias es que el uso de sangramiento no lo ha patrocinado aún una de las Academias correspondientes.

Lo que se pretende comunicar con la última oración es que ninguna de las Academias de las Américas ha apadrinado la entrada de sangramiento en el diccionario oficial. O si lo ha hecho no ha logrado que se acepte el término. O lo que es menos probable aún, no ha podido justificar su uso.

En el criterio del autor de estos comentarios el vocablo sangramiento es de uso inveterado y es de uso en varios países de Hispanoamérica. Está formado siguiendo los cánones de formación de las palabras españolas. Es decir, reviste las cualidades que le hacen acreedor de su reconocimiento.

INDISTINTO  

“H. figura, junto a su esposo, como titular de las cuentas corrientes que tenían carácter INDISTINTO, con las mismas facultades para ambos de realizar operaciones. . .”

En ejemplos como este del texto cabe que el lector se pregunte si no había una opción mejor. ¿Por qué? Porque la idea de lo que “indistinto” significa en este caso no se percibe de manera clara.

Indistinto es lo que no se distingue de otra cosa. Para el caso de las cuentas da a entender que ésas, las cuentas, no de distinguen de las otras. Por lo tanto, algo queda en el aire. Hay alguna noción que no se aprehende.

Además de la significación anterior, indistinto es lo que no se percibe clara y distintamente. El hablante dominicano que es tan sabio en su modo de expresarse muy rara vez emplea el adjetivo examinado en esta sección. Para eso tiene muy buenas razones.

Tiene mérito el recurso al estudio de lo que significa “distinto”. Esto así porque el prefijo IN- que precede a ese adjetivo tiene el valor de “sin, falto de, carente de, desprovisto de”, lo que la segunda parte o elemento principal significa.

Distinto es lo que no es lo mismo, que existe independientemente de lo otro que se menciona. Es lo que no tiene las mismas cualidades, lo que no es parecido. Por último, es lo claro, inteligible, sin confusión.

Después de leer el párrafo anterior se merece el texto el ejercicio de releerlo al amparo de lo escrito en el párrafo anterior. Quizás la oscuridad de la frase no reside en el término cuyo empleo se critica aquí, sino en el modo en que está redactada.

En el lenguaje bancario existen vocablos específicos para ese ámbito de actividad que interpretan mejor el carácter de una cuenta en la cual las partes tienen los mismos derechos. Existen las cuentas mancomunadas, las conjuntas, las compartidas, y las solidarias. Todas ellas detallan las características y responsabilidades de los participantes.

No se precisa ser un banquero para entender las diferencias que hay entre una y otra de las diferentes cuentas. Si al final quien escribe no sabe o no es capaz de entender las diferencias entre esas cuentas o no sabe exponerlo, entonces tiene dos opciones. Una, consultar con un experto en la materia, con un diccionario u otra fuente. Dos, escribirlo claro, aunque tenga que utilizar un mayor número de palabras.

NERVIOSO  

“Ahora, no por pequeño, NERVIOSO y deportivo, ha de faltarle seguridad al nuevo Miata.”

Por alguna razón no justificada cuando se escucha o se lee que un automóvil o cualquier vehículo automotor son “nerviosos” esa palabra hace encenderse la luz de alerta en algún lugar del cerebro. La primera reacción es cuestionar el término con respecto a su pertinencia para aplicárselo a un auto.

El propósito que se persigue en esta sección es discutir la pertinencia de utilizar el adjetivo “nervioso” para atribuírselo a una cosa, maquinaria, o como en el caso específico de la cita, a un automóvil. Se verá el uso en lengua francesa; la redacción del diccionario regente de la lengua; la interpretación que se le da al orden de esa redacción, para terminar con el valor del concepto en inglés.

Los franceses usan el equivalente de ese vocablo en su lengua, “nerveux/euse”  para referirse sobre todo a los vehículos que son capaces de alcanzar o desarrollar altas velocidades en corto tiempo, es decir, que tienen fuerza activa y rapidez.

Por lo general el adjetivo nervioso se reserva para aplicárselo a personas o animales, es decir, a seres animados. Para maquinarias se recurre a otros adjetivos.

Nerviosa es la persona cuyos nervios se excitan fácilmente; es la persona inquieta e incapaz de permanecer en reposo. Por último el lexicón mayor se expresa del modo siguiente: “Fuerte y vigoroso”, sin especificar a qué se refiere.

Se infiere de la lectura de los conceptos que trae el diccionario de diccionarios con respecto al adjetivo que después de la primera acepción, “que tiene nervios”, las dos siguientes se refieren a personas.

La última, fuerte y vigoroso, puede referirse a personas y animales. De manera personal no se recuerda haber escuchado o leído en español que un animal sea “nervioso” cuando éste es fuerte o vigoroso. Los calificativos que se utilizan son otros.

El diccionario Merriam-Webster´s, 2001, especifica muy claramente que cuando “nervous” se aplica a cosas inanimadas es sinónimo de vigoroso.

Para concluir, debe advertirse que lo incluido en esta sección con respecto al español es una opinión personal y que por lo tanto no debe aceptarse sin reservas o discusión.

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