CAMPERA – REYOYO – SENSIBLE

“. . .la mujer se presentó en la Convención con una corta falda y una CAMPERA desprendida y solo un sostén que dejaba ver gran parte de su cuerpo tatuado.”
De inmediato se entiende que la palabra que se evaluará en esta sección es “campera”. Es interesante el término porque en la próxima edición del DRAE la redacción aparecerá enmendada. Perderá una de sus acepciones.

Sin lugar a duda “campera” se emplea en el pasaje citado con el valor que se reconoce en Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay y que en la última edición del DRAE, 2001, consta así: “chaqueta de uso informal o deportivo”. Antes de entrar en otros detalles vale que se mencione que en esa edición el vocablo tiene 15 acepciones. Cinco de ellas son americanas.

Como asunto curioso esa acepción que se acaba de copiar va a desaparecer del DRAE en la edición vigésima tercera. De este modo el apartado para esa palabra constará solamente de 14 acepciones.

En la República Dominicana esta campera se parece a lo que se llama “yaque”, que es una chaqueta corta para uso informal o deportivo. No hay que dudar, este nombre que los dominicanos usan se debe a la influencia del inglés “jacket”. Lo más simpático del asunto es que en Estados Unidos a la prenda de vestir que llaman así, los dominicanos la llaman saco.

Por una parte se desestima copiar o españolizar un vocablo y por el otro se adapta una voz del inglés para otra prenda que no es la correspondiente a la del término inglés. Este es un buen ejemplo de cómo funcionan las lenguas. No todo lo que sucede en el seno de ellas tiene una explicación racional.

REYOYO  

“. . .pero no la ayuda económicamente, en cubano REYOYO: no se baja de la mula.”

Algunos articulistas para hacer más entretenida (¿?) la lectura de algunos párrafos de sus artículos introducen algunas voces de su país. En muchas ocasiones lo hacen porque son voces simpáticas que mueven por lo menos a una sonrisa.

Lo que para algunos lectores es un momento de alegría puede volverse un rompecabezas para otros. Sobre todo para los lectores que desconocen el léxico propio del país del articulista.

La voz del título es un buen ejemplo de lo que se ha expuesto en los dos párrafos anteriores. La voz “reyoyo” o “rellollo” es un cubanismo. Es un adjetivo que como tal acepta un femenino cambiando la vocal final del masculino por una A, para que sea reyoya, rellolla.

“Se usa, precedido de un gentilicio, para expresar con énfasis que se es oriundo o típico del lugar indicado por el gentilicio.” Esa es la redacción que consta en el “Diccionario del español de Cuba” de Haensch y Werner (2000). Ese diccionario añade que en español de España corresponde a “de pura cepa”. En esta obra lo escriben con “elle” (LL).

Reyoyo, escribe Darío Espina Pérez en su “Diccionario de cubanismos”, 1972. Lo coloca en el registro de voces del lenguaje familiar y entiende que su significado es “nativo”.

Esta voz es un buen ejemplo de lo que no debe escribirse en un artículo de divulgación general. La razón para emitir este juicio es que no todos los lectores de las diferentes nacionalidades comprenden lo que la voz significa. El problema no termina ahí. Se precisa de un diccionario especializado para poder dar con la significación particular en el léxico cubano.

SENSIBLE  

“. . .determinó numerosas decisiones en el seno de una institución dividida entre conservadores y progresistas, sobre cuestiones tan SENSIBLES como el aborto, la pena de muerte. . .”

En una entrega anterior se despejaron las dudas acerca de un término de esta familia. Al final de esa sección se advirtió que este adjetivo también se prestaba para equívocos. Que es una piedra de tropiezo para muchos traductores, intérpretes y bilingües.

Esa -la voz del título- es la traducción que muchos eligen para trasladar al español la voz “sensitive” del inglés. Tal y como se esbozó en la ocasión anterior, la palabra correspondiente en español depende del contexto, del entorno lingüístico, del sentido de la oración en que se emplea la palabra del inglés. En esta ocasión se entrará en detalles con respecto a lo antes presentado de modo esquemático.

No cabe sensible aquí porque el concepto de ese vocablo en español es que siente física y moralmente; que se puede conocer por los sentidos; que es perceptible, patente al entendimiento; que causa o mueve sentimientos de pena y dolor. Si se trata de una persona es la que se deja llevar por los sentimientos.

Cuando se repasan los significados copiados en el párrafo anterior, hay que concluir que la elección que se hizo en la cita fue infortunada. Aquí cabía “delicados”, pues de eso se trata, de asuntos delicados, en el sentido de difícil, expuesto a contingencias.

La redacción propuesta es esta: “. . .sobre cuestiones tan DELICADAS como el aborto, la pena de muerte. . .”

No debe olvidarse que en ciertas hipótesis se hace preciso utilizar otras palabras para cumplir con el cometido de dar sentido a la oración. Entre otras valen: SENSIBLE, SUSCEPTIBLE, CONFIDENCIAL, VOLÁTIL, INESTABLE.

ENCAPSULAR  

“. . .en una brillante opinión disidente ENCAPSULÓ el sentir de su ala.”

El verbo encapsular en su sentido estricto significa solamente “meter en cápsula o cápsulas”. La palabra cápsula deriva del latín, y en esa lengua era el diminutivo de caja. En la actualidad una cápsula puede ser hecha de diferentes materiales y destinada a varios propósitos.

No hace largo tiempo que el vocablo cápsula agregó un nuevo significado a los tradicionales. Se considera aquí la parte de la nave espacial donde se instalan los tripulantes.

En la actualidad, como se comprueba mediante la última acepción mencionada, la cápsula no es un objeto por fuerza pequeño. No obstante eso cuando se utiliza el verbo encapsular lo que se hace es que en sentido figurado se “condensa” algo. Generalmente lo que así se “encapsula” es algo inmaterial.

Esta extensión del significado al campo de lo figurado, es decir, llevado a un nivel diferente al que le corresponde en el sentido recto, literal, no es un fenómeno raro en las lenguas. Es algo que se comprueba en múltiples casos.

Si se procura un sinónimo para el “encapsular” moderno, se puede echar mano de “resumir, condensar, compendiar, reducir, sintetizar”.

De alguna forma en la extensión y creación del sentido figurado hay una metáfora del sentido original del verbo encapsular. Como lo expresa Milton M. Azevedo en su obra “Introducción a la lingüística española”, 1992: “Novedosa en su origen, la metáfora se incorpora al lenguaje común y al rato ya no nos damos cuenta de su origen figurado”.

No pasará largo tiempo antes de que se asiente en los diccionarios de uso el empleo que se hace del verbo encapsular. De ahí, llegar al diccionario de diccionarios no resultará difícil.

OFICIAR  

“. . .que durante años fue el único acceso de la población afroamericana al mar, y donde ayer se OFICIÓ el acto de inauguración.”

Con este verbo en el caso presente han hecho lo mismo que se ha hecho durante toda la historia de la lengua. Esto quiere decir que le han atribuido un campo mayor de acción que el aceptado en el registro formal.

Este modo de proceder (ensanchando campos de acción) de los hablantes es lo que ha permitido que la lengua mantenga su vigencia, que se enriquezca, que se renueve, que se actualice, que no se convierta en algo rígido.

No hay leyes que rijan el modo en que las palabras se incorporan al acervo de la lengua. La Lengua Española cuenta con las Academias que trabajan para mantener la unidad de la lengua, sin menoscabo del respeto que le merece la gran masa de hablantes.

En el oficio del periodismo hay que tener en cuenta que la selección de las palabras es muy importante. Es así porque la información que se provee funciona en una dirección, el lector del periódico no tiene la posibilidad de interacción. Existe un registro convencional que se impone a sí mismo el redactor para alcanzar mejor su meta de establecer comunicación, de pasar su mensaje.

Después de esta indulgente introducción hay que pasar al estudio del verbo oficiar. Para entrar en materia es acertado repasar los significados incluidos en la nómina oficial de la lengua y luego revisar los usos.

El primer significado que se encuentra en el DRAE es uno que tiene implicaciones religiosas, es el de ayudar a cantar las misas y demás celebraciones litúrgicas. Esta acepción si se la interpreta stricto sensu solo cubre las misas y celebraciones litúrgicas “cantadas”. Oficia también quien preside la celebración litúrgica. Esas dos acepciones muy bien cabían en una sola acepción. Esto último es una apreciación muy personal.

En las “oficinas públicas” dominicanas se conjuga el verbo oficiar con frecuencia, pues esto es “comunicar algo oficialmente y por escrito”. Esos son los famosos oficios que se intercambian en los departamentos de la administración pública.

En funciones de verbo intransitivo es “obrar con un determinado carácter”. Este uso aprobado se utiliza cuando se coloca la preposición “de” después del verbo, como en el ejemplo: “Oficiar de componedor entre las partes”.

Después de estas revisiones e incursiones al diccionario oficial de la lengua hay que volver a la cita que se copió al principio de esta sección. En ese ejemplo el verbo es “oficiarse”, lo que no está contemplado en los textos ortodoxos.

Además de lo anterior, lo que “se ofició” fue “el acto de inauguración”. Aquí hay rasgos en la redacción que indican que el redactor de la reseña trató de conferir más carácter ceremonioso al acto al cual se refiere en su reseña.

Quizás el error vino del hecho de que estos actos que no revisten caracteres religiosos y que al propio tiempo son ceremoniosos, obedecen a normas fijas. Otra explicación probable del porqué cayó en la exageración es porque las misas “se celebran” y en estos actos de inauguración ceremoniosos hay una participación similar a la que ocurre en el acto litúrgico católico.

Una vez concluida la tarea de la manera que se expuso en esta sección, no hay lugar a que se apruebe el uso del verbo del modo en que lo hizo el redactor. Se puede tolerar el uso, pero eso se hace con las reservas de lugar (oportunas).

La recomendación final es de no seguir el ejemplo del redactor que usó el verbo oficiar para una celebración parecida a la que se refirió en su reseña.

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