Charla sobre indigenismo en la República Dominicana a través de la novela Enriquillo

Por Víctor Valembois

Buenos días. Gracias a esta universidad, e indirectamente a don Bruno Rosario Candelier, cuya amistad me honra desde hace varios años y de hecho nos vamos a ver en Bogotá, en otro congreso.

Para mí es un agrado enorme seguir en la práctica académica y especialmente debo decir, estar aquí, reunido con tanta gente, me ilusionaba hacer acto de presencia aquí, especialmente gente con afinidad en la búsqueda del humanismo. Toda mi carrera en Costa Rica ha sido con total dedicación al humanismo.

He publicado un libro específicamente sobre relaciones. “Puentes” es la palabra obsesiva mía; puentes entre Centro América y Bélgica, en el sentido de que provengo de allá (de Bélgica), y por circunstancias curiosas y hasta dramáticas. Gabriel, mi colega y amigo costarricense me lo acaba de recordar, hoy 19 de septiembre yo salí libre de la cárcel en Valdivia, en el sur de Chile, detenido 5 días simplemente porque me había casado con una chilena, quien me dio dos hermosos hijos.

El trabajo al que aludí se refiere a relaciones entre autores de Centro América y mi tierra de origen que, no es lo más importante del mundo, pero me parece a mí que, conociendo yo este otro lado del Atlántico y habiendo yo aterrizado por aquellas circunstancias en Centro América, puedo ahondar en eso, por lo que me dediqué a investigar en cuanto diversos autores de Centro América llenan de relaciones explicitas en sus obras con mi tierra, me refiero por ejemplo a Miguel Ángel Asturias con su novela Hombres de maíz, una novela muy compleja, también pienso en Max Ferrer, héroe en Salvador, pienso en Honduras, el cual tuvo un excelente novelista como estudiante —- (no hace mención de nombre). Pienso en Nicaragua, querida Nicaragua, cinco escritores nicaragüenses tienen mucha relación con mi tierra, como Rubén Darío, quien fue también un escritor de manifiestos políticos, y así muchas investigaciones mías me comprobaron toda mi —- desconocida. De repente ustedes, por sus padres, por abuelitos, por gente conocida, me podrán ayudar con mi investigación, porque Mercier fue un bastión de gran cristianismo social de dimensión renovadora dentro de la Iglesia católica, y estoy convencido, a priori, de que muchos médicos, muchos profesionales de esta República Dominicana deben de haber estudiado en Bélgica, o en Bruselas que es la capital. Hoy en día, por circunstancias del mundo, la gente conoce más a Bruselas y casi no conoce la palabra Bélgica, que es un país chiquitito… Somos más belgas en menos territorio en comparación con República Dominicana; vivimos apilados allí. Pero el punto es que tenemos que ver fructífera esta relación con Europa, no para repetir errores del pasado, sino para un mundo global de orden único, con el que ustedes me ayudarán.

En el caso mío, puedo decir que soy flamenco, no por las castañuelas, no por el pájaro sobre una pierna, sino porque ‘flamenco’, como dice en su tercera acepción, son los habitantes de Flandes. Salvando dificultades puedo decir que la región de Flandes y Bélgica en su totalidad no son entidades idénticas, pero se relacionan fuertemente. Realmente para mí fue una enorme sorpresa leer la novela Enriquillo de Galván que, es más que centenaria y encontrar lazos y conexiones entre ambas partes; ustedes me van ayudar porque, quiero a la larga escribir un segundo volumen que ya no se circunscriba a autores centroamericanos y Bélgica, sino a un círculo más amplio, es decir, quisiera abordar por parte de México y Bélgica, por ejemplo, a Carlos Fuente. Casi todas sus obras tienen referencias a Flandes y Bélgica, ya sea por la colonia del siglo XVI, en México, su capital, en Veracruz, en Gretaro hay calles de Flandes, está el hotel Amberes, los comederos, lo cual era un oficio muy de mi tierra… Y quiero rescatar estos puentes en Carlos Fuentes, no solo en el siglo XVI, sino también en el siglo XIX.

Por otra coincidencia que estoy profundizando en este momento, en el siglo XIX Carlota de México, la hija del primer rey de Bélgica se casó en Bruselas con el austríaco Maximiliano, y fue un proyecto en verdad muy fantasmagórico y, hasta trágico. Ellos fueron a México dentro de un proyecto imperial que resultó un desastre. Un desastre absoluto, de intromisión, bien intencionado, pero de resultado dudoso. En Carlos Fuentes, esta dimensión está muy marcada en casi todas sus obras. De pronto les relato un detalle curioso. Por mi apellido paterno, soy descendiente de John Valembois, un soldado de la guardia de la reina Carlota. La palabra ‘mariachi’, por ejemplo, en una de las acepciones podría provenir de mariage (se pronuncia mariách), que significa matrimonio en francés y ahora es un producto cultural. Véase cómo la incidencia de los políticos repercute en lo cultural más que lo literario en las vivencias artísticas. Otro país que me gusta mucho y que conozco bastante es Colombia. El coronel Aureliano Buendía, en el momento de ser fusilado, como se menciona en el primer párrafo de Cien años de soledad, creo que estuvo pensando en su descendencia, pero resulta que ahí hay montones de  alusiones a Flandes y a Bruselas; su nieta estudió en Bruselas, y pues como todos, enamoradísimos, se llevó a Macondo a Gastón. Gastón llega a Macondo en bicicleta.

La gente anda con la idea de que Bélgica es muy poco desarrollada. Los belgas históricamente formábamos parte de una unión más grande, los Países Bajos, este pedazo del territorio al norte de Francia, al oeste de Alemania, ese territorio histórico de los Países Bajos, es lo mismo al norte que en el sur, con la diferencia de que allí hubo un corte provocado por el siglo XVII por luchas políticas y religiosas de reconquista.

Por ejemplo, en la obra teatral española que se llama En Flandes se ha puesto el sol. Está históricamente comprobado que para el imperio español la guerra en Flandes que sería el sur de los Países Bajos fue, como quien dice, ‘el Vietnam de los verbos’. A Holanda ustedes lo asocian con los quesos, con hacer el vocabulario de términos navieros, ‘mástil’, ‘lastril’ son palabras de los del norte; lo que pasa es que estos, los del norte que se fueron por terror evacuando desde el sur donde estaba el Duke de Alba se fueron identificando mucho más con un proyecto nacional. La idea del flying dutchman de los holandeses errante es una mitología constructiva muy, muy dinámica y los del sur necesitarían este tipo de vivencia nacional. Lo que pasa es que en Bélgica hay una frontera específica. Mis apellidos claramente, del sur de Bélgica y del norte de Francia, de Picardía que se menciona, no desde el principio, pero desde la página 79 de mi edición de Enriquillo por parte de los Franciscanos que llegaron, y estos son hechos históricos, a principios del siglo XVI. La Picardía, no tiene nada que ver con la ‘Picaresca’ ni ninguna asociación errónea, es una región que ahora pertenece formalmente al norte de Francia por expansionismo de Luis XIV.

En Bélgica hay claramente ahora dentro del territorio de 32,000 km cuadrados, una división que explica que solo el 45% de los belgas lleva como idioma materno el francés, he dicho una minoría. Mi padre era claramente francófono pero mi madre por ser de Longisland, la parte norte de Bélgica pertenece al grupo de idiomas flamenco, otros dirán holandés, yo prefiero que hablemos del neerlandés que sería más adecuado, y para mí, aprender alemán es como para ustedes aprender italiano o portugués.

Desde luego que a ustedes por las generaciones anteriores, a ustedes existe una tendencia a pensar en el francés como un idioma dominante. Para ser preciso, incluso en Bélgica hay 100,000 ciudadanos belgas con pasaportes en alemán porque los alemanes invadieron dos veces a Bélgica sin permiso, simplemente para atacar a Francia. Después de la primera guerra mundial, las potencias le regalaron a Bélgica un pedacito de Alemania.

Estos son detalles no quiero proyectar nacionalismo, pues sería fatal; sino, predicar, construir una civilización humanista y mundial, un solo globo, como lo dijo Federico Henríquez Gratereaux, y ahora empiezo con la novela de esta querida república.

Puedo especificar, página por página una serie de relaciones explícitas en esta novela que no les van a interesar mucho, y creo que es un acierto que ahora el Enriquillo no se estudie como novela obligatoria entre ustedes, es una novela totalmente romántica de fines del siglo XIV, publicada en 1879, pero artísticamente muy valiosa.

José Martí, que estuvo aquí en dominicana la elogió enormemente y a mí me reforzó la visita a este país esta relación totalmente sorpresiva. Resulta que, gracias a los amigos de aquí, fuimos, por ejemplo, a la catedral y uno ve por el lado sur de la misma, hay en la fachada, frente a una librería cristiana, una enorme águila con dos cabezas, es totalmente absurdo como entidad biológica, pero obedece a un símbolo muy importante de los Habsburgos.

Resulta que cuando se hizo el descubrimiento de América, que se hizo por aquí, ya había curiosamente mucha relación con mi tierra. Dicha relación se formalizó en 1517 cuando alguien nacido en Gante, en Bélgica (nacido en 1500), llegó con 800 asesores personales auxiliares en muchos barcos desde Flandes, cerca de Santander en 1517. ¿Fue una invasión? No. La gente como no tenía CNN, ABC News ni whatsapp pensó que eran los moros que invadían y no fueron necesariamente bien recibidos, aquellos flamencos. Los trataron rápidamente de ‘vientos de lúpulo’. El lúpulo es el ingrediente básico de la cerveza. La cerveza Stella Artois (se pronuncia árjtua), es estrella en latín y Artois es de la Picardía, ahora Francia. El presidente Macon, es de esta misma región histórica; los belgas consumen más cerveza per cápita que los alemanes. A mí no me gusta la cerveza ni menos las del Artois, el asunto es, ¿por qué tanta gente llegó como Pedro por su casa?,

Ahora explicaré algo muy complicado que está implícito en la novela. ¿Quiénes eran los papás de este invasor, Carlos V? Le dicen Carlos V, emperador de Alemania y Carlos I de España, pero, ¿por qué? ¿Cuál es la relación? Este Carlos nació en 1500 de una madre que se llamaba, no oficialmente pero sí según los comentarios populares, Juana la loca. De que era loca, lo era, por herencia, además de que esta gente de sangre azul se casaba en círculos muy específicos, y la idea amor, la idea matrimonio era muy, muy distinta a la idea romántica y positiva que tenemos ahora porque todos celebramos el amor y la vivencia integral. La cuestión es que Juana la loca era la mamá de Carlos V. Pero ¿quién era Juana la loca? Era hija de los famosos Reyes Católicos: Isabel la Católica (de Castilla) y Fernando de Aragón. Espero que así puedan ubicar mejor este enlace matrimonial muy estratégico, primer escalón real construido de una España vertebrada, que ahora se está desarticulando un poquito.

Los reyes católicos eran quienes gobernaban en España, Isabel hasta 1504 y Fernando hasta 1516, y eran los gobernantes en el período en que hubo este choque cultural que llamamos la “Conquista” y los habitantes de La Española fueron los primeros en recibir el golpe.

Ahora bien, la hija de los Reyes Católicos se casó con alguien de mi tierra. No mandaron ningún selfie, creo que puede haber habido un retrato de por medio. Era de moda en ese entonces que entre la gente de sangre azul hubiese lo que ahora es un deporte nacional de la fotografía, que era la pintura. Los pintores primitivos de mi tierra eran expertos en eso de la fotografía de las personas. Primitivos no en el sentido de ingenuos, incultos, sino todo lo contrario, son los primeros en la utilización de la pintura al óleo. La cuestión es que ella, increíblemente curioso, una princesa española se va a casar al puro norte en Amberes, una ciudad portuaria en el año 1499. Imagínense el intercambio cultural, totalmente inaudito y la vivencia de dos personas que simplemente por orden de sus padres se van a casar. Son órdenes dinásticas que la juventud respetaba.

Isabel tuvo que casarse con un caballero de Flandes por el ajedrez dinástico que prevalecía en ese momento, con un caballero de Flandes que se llamaba Felipe II. Felipe I era el abuelo de este Felipe II, quien era un príncipe flamenco (de Flandes). Dice la historiografía que Felipe vino para España, no precisamente en turismo lo cual está ahora de moda, sino que fue a ver sus futuros dominios. Felipe iba a echar una mirada posesiva a sus futuros dominios en el sentido en que España pertenecería a Flandes, pertenecería y perteneció a Flandes por las circunstancias del matrimonio de Juana la loca con Felipe de Flandes.

Lo que pasó es que el muy católico rey Felipe de Aragón mandó simplemente a liquidar a su yerno. Lo que se alegó oficialmente es que al regresar de una cacería tomó mucha agua fría produciéndole un paro cardíaco, pero la versión legítima es que fue un asesinato político. Este es uno de los prototipos maquiavélicos que precisamente Maquiavelo tomó como prototipo para su libro de enseñanza política que se llama ‘El príncipe’. A usted, mi príncipe, no le tiene que importar si el otro piensa A o B, a usted lo que le interesa, sangre fría, es ver lo que le conviene y nada de sentimentalismo, nada de moral, usted conquista por el medio que sea. A pesar de este asesinato siguió adelante, porque era la ley de la jerarquía, el hijo de Felipe II.

Todo eso está prefigurado en la novela y es muy curioso cómo la novela de Galván, por muy romántica que sea, es buena, bien escrita, hace buen uso del idioma, buen manejo de la captación del lector, de la intriga, y todo eso es algo que hay que subrayar y poder aprender. Esta novela se inspira muchísimo en la realeza histórica documentada. Resulta que en la pág. 66 de mi edición está presente, por ejemplo, un padre remigio de Picardía (parte de Flandes, en el sentido histórico de la palabra), como uno de los frailes franciscanos que llegaron con buenas intenciones, como el fraile Oviedo del que vi la estatua en la terraza cerca del palacio del hijo de Colón, Diego Colón. La cuestión es que, si yo, como pienso hacer, quiero rastrear todas las alusiones, todos los puentes con mi tierra de origen que, con la sorpresa impresionante de, por lo menos 50 alusiones explícitas al topónimo Flandes, al gentilicio flamenco, al terciopelo de Flandes en el castillo de Diego Colón; vi ayer mismo un tapiz, y el guía muy bien intencionado dijo: —Sí, sí. Este es un tapiz persa.

Ahora todos piensan en Aladino y la alfombra voladora, y cosas de estas… pero estoy casi seguro de que este tapiz que, tiene de hecho la imagen de Isabel la Católica, fue hecho o en Bruselas o en Tuné, que es la capital de Picardía, en donde nace mi papá y mi abuelo, o al norte de Francia y sur de Bélgica la cual es una región textilera que tuvo vínculos explícitos comerciales y políticos con España y con esta República Dominicana.

El asunto que me maravilla en esta novela es que Galván muy, muy objetivamente no hace ni la apología de los dominicanos aquí como tal, ni tampoco del europeo; sino que entreteje la historia con una figura principal, un muchacho indígena al que le pusieron un nombre cristiano europeo de Enrique, Enriquillo, pero dentro de un tejido muy veraz, muy verosímil, un tejido que no excluye intrigas, la relación de conquista no fue ni mucho menos de un bloque de españoles, todos perversos, todos sanguinarios, todos hijos de… frente a unos pobrecitos indígenas, víctimas del exterminio.

No ignoro el exterminio que ahora llamamos genocidio y como europeo pido perdón, pero hay que ver las cosas desde su contexto real. A mí me impresionó cómo es que a partir de documentos históricos se menciona a flamencos en esta novela, como Adriano el profesor de Carlos V, que después fue Papa. Se menciona también, entre ‘los malos’ a Fonseca, otro religioso muy, muy aliado con sectores que ahora llamaríamos los de la derecha, es decir, vinculadas al capitalismo.

Los Centroamericanos suelen conocer del lado del Pacífico (el otro lado), porque la conquista de este territorio no se hizo por el Atlántico, que era impenetrable por los bosques, por el clima, los insectos, sino por el norte de la actual Colombia, lo que ahora se llama Panamá. En 1513 Balboa descubre el Pacífico, que no tiene nada de pacífico, y me acordé del Pacífico cuando el colega Rodríguez nos trajo desde nuestro hotel, en el centro de Santo Domingo hasta allá, a lo largo de esa avenida larga, elegante, con palmeras y el mar a la izquierda, me recuerda un camino amoroso rumbo a Viña del Mar. La conquista se hizo desde el Pacífico, y más arriba de Costa Rica hay 6 repúblicas ahora, una muy distinta a la otra, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala y Panamá que, históricamente no forma parte de Centroamérica, sino de, geográficamente América Central lo cual son dos cosas diferentes; Una cosa es Centroamérica y América Central. Por la costa del Pacífico hay colindantes tres países: Nicaragua, Honduras y El Salvador. El Golfo de Fonseca, linda bahía, de promisoria trayectoria industrial y económica si es que estos países se pusieran de acuerdo. La cuestión es que el Golfo de Fonseca se llama así por otro sacerdote y político muy aliado con el capital, muy aliado con la opresión anti-indígena, en contra de grupos favorables a la causa indigenista, como es la de Montesino, la de Bartolomé. Aquí, personajes Cisneros como el padre Remigio, todo eso está entretejido en la novela, con base en documentos escritos que, el autor Galván cita al pie de página, imagínense una novela con notas al pie de página.

La llegada de los 800 flamencos a Santander tuvo una repercusión que llegó hasta aquí mismo: Uno de los asesores principales de Carlos V tenía un nombre que ustedes utilizan aquí y no voy a pronunciar ahora, cuya reminiscencia está a diario en ustedes, en la palabrita que es casi una muletilla. En Costa Rica, por ejemplo, entre 100 palabras, son de muletillas, es decir, palabritas de relleno.

Yo le tengo un enorme respeto a Bartolomé de las Casas porque él en agosto de 1517 desde aquí (Rep. Dom.), se fue a España y de ahí fue a Flandes a poner en aviso sobre lo que estaba pasando, la sangría, la matanza generalizada, explícita, intencionada por parte de los privones católicos, como es el caso de Fonseca, pero también, seamos honestos, fue simplemente casual, la distinta biología, el hecho de que los taínos eran menos de sustentos que los españoles y los flamencos. Bartolomé se menciona enormemente, también en esta novela con gran cariño buscando acercamiento al rey flamenco, Carlos V y antes a su asesor político, Jean —-, un hombre culto totalmente, todo lo opuesto a —- que fue un privón, por hablar en términos prosaicos actuales. Jean —- era un hombre renacentista que captó esta idea precursora de Montesinos y Bartolomé, a estos de otro colorcito ríen igual que uno, mientras hay otros escudándose en teorías racistas entendiendo que otros son inferiores, pero igual son humanos. Yo recomiendo y termino que si bien es obligatoria la lectura de la novela pues le echen la mirada crítica desde la perspectiva actual.

(19/septiembre/2018)

«Jesús de la tierra», de Edwin Disla

Edwin Disla nació en Mao, provincia Valverde, República Dominicana. Es narrador, ensayista e ingeniero civil. Estudió ingeniería en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde se graduó en 1986. Se reveló como escritor en 1988 con la publicación del ensayo Historia de la revolución nicaragüense, a la cual le siguieron cinco novelas: Un período de sombras (1993), Vida de un tormento (1997), que fue llevada al teatro en el año 2000 por el grupo Los Rinocerontes de Neyba; El universo de los poetas muertos(2004), la novela histórica, Manolo (2007), basada en la vida de Manolo Tavárez Justo, que fue galardonada con el premio nacional de novela Manuel de Jesús Galván del año 2007, la más alta distinción narrativa del país; y Dioses de cuello blanco (2011). También ha publicado ensayos en la prensa y en su blogs sobre Ramón Lacay Polanco, Ramón Marrero Aristy, Miguel Holguín Veras, Mario Vargas Llosa y Poncio Pou Saleta. edwindisla@hotmail.com

A: En “Jesús de la tierra”, un narrador omnisciente relata la historia, y son frecuentes las mudas temporales, espaciales y los flashbacks.

B: La novela consta de 11 capítulos, que transcurren en 461 páginas, y al final un epílogo de 25 páginas, que cierra magistralmente la historia.

C: En el contenido hay párrafos largos, algunos hasta de 250 palabras y están entrelazados con los esenciales diálogos de los personajes.

D: El gran desafío del autor está definido en la contraportada del texto: “En esta sexta novela de Edwin Disla, Jesús de la tierra, sin duda su más importante trabajo narrativo, se describe con profundidad la vida del personaje más influyente y fascinante de la historia, Jesús de Nazaret. Las costumbres, el ambiente y el devenir del Israel de su época sobresalen con objetividad, dándole más colorido y nitidez a la obra. Jesús protagonizó sus hechos transgrediendo las tradiciones de su tiempo: rechazó la división de clases de la sociedad, se opuso a la enseñanza oral de las escuelas, considero a la mujer igual que el hombre, predicó un judaísmo renovado, sin templo ni jerarquía, amó la buena mesa y el vino, y no les permitió a los discípulos ni que ayunaran ni que hicieran penitencia”.

E: El lenguaje de la obra es el mismo de la época, y en los diálogos, los personajes reflejan el pensamiento judío de los primeros cuarenta años de la Era Cristiana.

F: La novela está dedicada, in memoriam, a Oscar Arnulfo Romero, y trascribe una saeta popular de Antonio Machado, que el cantautor Joan Manuel Serrat la inmortalizó en una canción. En el DLE se define una saeta como venida del latín Saggita, que significa “palo flamenco consistente en una jaculatoria o copla que una persona dedica a las imágenes de las procesiones”. Aquí la de Machado a Jesús:

¿Quién me presta una escalera

para subir al madero,

para quitarle los clavos

a Jesús el Nazareno?

 

Un hombre grande

Para que ustedes entiendan lo que es, voy a contarles una breve historia: Fui a ver un amigo, al que no encontré en su casa. Con inusitada alegría me recibió un niño de unos cinco años. Le dije que buscaba a su abuelo. “Él no está”, respondió. Dale este libro”, se lo pasé. “Vuelvo más tarde”.

Según me contaría el abuelo, cuando él llegó, el niño salió corriendo a su encuentro, y con voz agitada le grito:

—Abuelo, abuelo, un hombre grande, grande, grande, vino buscándote.

—Cuidado si fue el gobernador. ¿Vino el gobernador buscándome?

—No ombe, le digo que vino un hombre grande, grande, grande.

—Bien, bien, bien, paso buscándome el ministro de las fuerzas armadas.

—No abuelo, no. Te vino buscando un hombre grande, grande, grande.

—¿Estuvo aquí el presidente de la república?

—No, abuelo, entiéndalo, le estoy diciendo que vino un hombre grande, grande, grande.

—Muy, bien, muy bien, muy bien, el rey de Inglaterra paso por aquí. Él era quien me buscaba —sonrió.

El niño, angustiado, respiró profundo.

—Abuelo, papá, abuelo, le dije que fue un hombre grande, grande, grande.

—Muchacho del carajo, ¿por qué no acaba de decir quién fue que vino buscándome?

El niño salió corriendo para la habitación, y regresó con el ejemplar que le había dejado al abuelo, mi novela “Las lágrimas de mi papá”. Él niño la mostró diciendo:

—Un escritor, abuelo. Papá, le estuvo buscando un escritor.

Si para un niño inocente, si para la inocencia pura, que es Dios, un escritor es lo más grande que camina sobre la tierra, ese que ustedes ven ahí sentado, que tiene por nombre “Edwin” y apellido “Disla”, es un escritor.

 

Dos grandes desafíos.

1: Desventaja: Cuando el personaje más que conocido es un mito, cualquier evento puede descarrilar el tema, pues el lector siempre fija su atención en ese personaje, que forma parte de la conciencia universal.

2: Ventaja: A los mitos como Jesús de Nazaret, en vez de esforzarse en trabajarlo para colocarlo en la conciencia del lector, es mejor partir de lo que sabe ese lector, que es el Nuevo Testamento. Así que para cualquier autor es mejor aplicar la sabia inglesa de “trabajar con lo que hay”.

3: Labor: Como novelista, Edwin Disla se enfrentó a múltiples interrogantes, sobre todo la de cómo insertar en la historia a un hombre considerado como hijo de Dios o un Dios mismo. ¿Cómo eliminar ese mito, que tiene el poder hasta de hacer milagros, y presentarlo como un hombre común, aunque genial, conviviendo con los demás?

4: Logro: Jesús conquistó su liderazgo y popularidad combatiendo a los romanos y a sus aliados judíos, los saduceos —no a los fariseos—, en especial los que conformaban el Sanedrín, que era el instrumento administrativo usado por los romanos.

El Mito de Juan el Bautista.

Jesús conoció a Juan el Bautista, a quien señaló como el más grande nacido de mujer. Era más que un profeta. Todos sufrimos cambios al conocer una nueva realidad, y más cuando en ella encontramos a seres brillantes como Juan el Bautista. Leyendo la novela nos enteramos de que, “Jesús había escuchado a voces saduceas describir a Juan como un gigante moreno, macilento, de espesa barba descuidada que le cubría casi la cara, de cabellos largos encrespados, vestido de un manto de pelo de camello, animal impuro, y con un cinturón de cuero a la cintura, y gritando, le brotaba fuego por los ojos, hagan penitencia, arrepiéntanse de sus pecados, que el reino de los cielos está cerca. Pero lo que encontró fue a un hombre joven, bien parecido, sí de elevada estatura, moreno por efecto de los rayos del sol y, semejante a Elías, vestido con un manto de pelo de camello, animal cuya carne es impura, no su pelo; y siendo esbelto, fuerte cual Sansón, de cabellera y barba rizada, propia de los judíos, no gritaba, sino que hablaba fuerte para enfatizar, con un lenguaje sencillo, las palabras de sus discursos. Como dijo Isaías: prepárenle el camino al Señor, enderécelen sus senderos. Todo valle será rellenado y toda montaña y colina será rebajada, y lo tortuoso se hará derecho…Y de sus ojos verdes brotaban luces y esperanzas”, pág. 72, tercer párrafo.

La forma de cómo quedó planteado ese primer encuentro, deja en el lector una agradable sensación de naturalidad. El mito de Juan desaparece, y queda de él el ser humano que en efecto fue. Ese manejo potencializa la verosimilitud de la obra, y nosotros como lectores nos damos cuenta, que la historia de Juan es muy diferente a la descrita por la teología.

Personaje y tema

Lo difícil en una obra narrativa es lograr que los personajes encarnen el papel designado, física y emocionalmente, con sus pasos y con sus miradas. La capacidad para tomar en cuenta los detalles en  el uso del lenguaje es fundamental, porque los personajes en sus diálogos deben reflejar las costumbres y pensamiento de la época. Veamos cuando Jesús le pidió a Andrés que continuara hablándole de la familia: “Santiago (al que la posteridad le añadiría el apelativo de el Mayor para diferenciarlo de su homónimo el Menor; menor en edad) y Juan, siendo hijos de Zebedeo y Salomé, nacieron al lado de la casa de Jonás y Dina, padres de Andrés y Simón. Zebedeo y Jonás, amigos desde la infancia, tenían una pequeña empresa pesquera, la cual, cuando murió Jonás, un año después de la esposa, en el décimo segundo aniversario de la caída de Judas el galileo, los hijos continuaron con la empresa. Simón y Santiago habían sido miembros de la facción política zelote, y al demostrar el primero ser tan corajudo en su accionar (no quiso decir había sido de los que llamarían sicarios) lo apodaron Barjona”, pág. 82, 5to. Párrafo.

Romper mitologías

En una obra narrativa, cuando un mito rompe sus propias mitologías, no lo debe a hacer para invalidar su condición, sino para reconformarla según los nuevos tiempos. Es decir, restablecer su propio mito. Si el narrador no toma en cuenta esa obligatoriedad, genera un desastre en la mente del lector. No creo que Disla conociera esa obligatoriedad, pero la intuyó, confirmando lo que Bruno Rosario Candelier siempre dice: “Los narradores siempre intuyen cosas que no saben”.  Veámoslo en el siguiente pasaje: “Jesús, a poca distancia conversaba con Pedro, Santiago, Andrés y Juan, y seguido se presentaron, expresó señalando a Natanael, he aquí a un verdadero israelita, en quien no hay dolo. Natanael, impresionado, como desconocía que el elogio provenía de un salmo, supuso que había investigado su vida, lo cual era verdad. Y aun impresionado, en vez de doblegarse le preguntó, ¿de dónde me conoces? Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera esperándolo, te vi. —La respuesta no lo satisfizo, pero el magnetismo que irradiaba terminaría doblegándolo: Rabí, tú eres el mesías, futuro rey de Israel. ¿Por qué te he dicho que te vi debajo de la higuera crees? Mayores cosas verás”, pág. 84, 2do. Párrafo.

Donde la rotura, no sólo del mito, sino de la propia historia se hace realidad es cuando el narrador afirma: “Las palabras premonitorias de Jesús se hicieron realidad treinta y seis años después, cuando debido a las deliberadas provocaciones de las autoridades neronianas y a la insoportable situación económica del pueblo, estalló la primera de las dos grandes guerras anticoloniales de los judíos contra Roma. En ella, los seguidores originales de Jesús, no los influenciados por Pablo de Tarso que se refugiaron en la Decápolis, en el pueblecito montañoso de Pella, participaron, y los monjes copistas paulinos se encargaron de borrarla de la historia mutilándola del texto Autobiografía de Flavio Josefo. En el básico (p.374), que aún se conserva clandestino, Josefo afirma que, una vez nombrado gobernador de Galilea y siendo uno de los jefes militares de la revuelta, ‘dirigí mis tropas contra los seforitas y tomé la ciudad al asalto. Con ese pretexto, los galileos, que no querían desaprovechar la oportunidad de saciar su odio contra una ciudad a la que detestaban, se lanzaron a exterminar a la totalidad de la población, incluidos los extranjeros. Sólo un grupo de las tropas, antiguos seguidores del sabio Jesús, de quien hablé extensamente en el segundo capítulo, encabezados por un anciano al que llamaban Pedro, se negó a atacar a los habitantes. Los demás irrumpieron en la ciudad y, encontrando las casas vacías, las quemaron, pues sus habitantes, llenos de miedo, se habían refugiado en la acrópolis’.

 

El mito y la intriga

La intriga nos atrapa, y se presenta como un elemento de soporte de la historia, sin que con ella se vea afectado el carácter del personaje. Eso es otra particularidad que Disla también intuyó.  Veámoslo en el siguiente pasaje: “En efecto, Tomás estaba al tanto, y para sorpresa de ellos, aceptó formar parte del movimiento sin oponer objeciones. Natanael, volviendo a trasferir su responsabilidad, en vez de contactar a un amigo de infancia llamado Simón, el zelote o su equivalente, el cananeo lo apodaban, se lo propondría a su homólogo Pedro, porque ambos habían sido zelotes. Pedro, que lo reclutó con facilidad, lo había conocido estando clandestino, hasta que, como Santiago el mayor, decidieron pasar a la legalidad tras contraer matrimonio y procrear hijos con sus respectivas parejas. Ellos, sin desprenderse totalmente del proyecto original, procuraron buscar uno que les permitiera desenvolverse dentro del pueblo y su familia en lo que llegaba el apocalipsis, y lo encontraron en el de Jesús”, pág. 85, 2do. Párrafo.

 

 La armonía entre el conocimiento del narrador y el tiempo narrado.

Si un narrador omnisciente, que lo sabe todo, lo demuestra con arrogancia, puede terminar afectando la integridad de la obra, y en algunos casos, convertir las escenas en un ensayo. Por esa razón es fundamental que el narrador omnisciente logre armonizar sus conocimientos con el tiempo narrado, con los personajes, con el tema y hacerlo de una manera que sus conocimientos no afecte la verosimilitud en la obra. El narrador logra perfecta armonía entre su conocimiento y el tiempo que relata. A cada personaje le proporciona su dominio y ubica los tiempos a través del desenvolvimiento de ellos. Aquí, un ejemplo: “ ‘Mateo significa regalo de Yhavé’, se dijo Leví levantándose de la silla, sintiéndose halagado, y lo siguió. El maestro lo vería como el ideal para ocupar el cargo de tesorero de la organización, y no a Judas, tal propondrían Felipe y Natanael, ya que Iscariote, a pesar de haber tenido experiencia en el manejo de efectivos desde que siendo adolescente atendía en Jerusalén una empresa alfarera de su padre, era menos instruido que Mateo y tenía menos relaciones sociales; o sea, no podría, como Leví, captar fondos de los ricos nacionalistas. No obstante, darle la tesorería a un publicano, considerado la contraparte de la prostituta, subcontratista de un dinero impuro, sería un craso error, y como el segundo más capacitado era Judas, el maestro terminaría aceptándolo, y, hasta cierto punto, Judas le demostraría cuidado en la redistribución entre los judíos desamparados, del excedente del dinero captado, el cual en ocasiones también utilizaban para ayudar a los familiares de los discípulos”, pág. 88, 6to. Párrafo.

 

Mito y el Sentir

¿Cómo expresarles a los lectores pasajes que ya saben, que ya han sentido?

Los personajes que son mitos ya están en la conciencia de la humanidad. La mayoría de sus hechos los lectores lo conocen, los han vivido emocionalmente. Uno de esos hechos es la reacción de Jesús ante la exigencia de que vaya a ver a su familia. Cualquier ser agradecería esa petición, pero Jesús la consideraba un fastidio, y todos los cristianos del mundo así lo han entendido, así lo han sentido. Disla, maneja el tema del modo siguiente:  “Más tarde, en la reunión con los ocho, sobre la barca de Pedro y Andrés, dándoles las instrucciones de lugar, Santiago el menor y Tadeo volvieron a insistir en que fuera a Nazaret a visitar a la familia antes de que María muriera de preocupación y de angustia. Él se vio obligado a llamarles la atención:

— ¿Quiénes son mis familias? Mis familias son ustedes, porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”, pág. 95, 2do. Párrafo…

Disla narra el hecho, pero introduce que “Los primos consideraron el planteamiento demasiado radical, insensible al dolor de la madre”. Todos los lectores creen eso, se sienten confortables con ese sentir y esa forma narrativa eleva la belleza de la obra, mantiene un alto nivel de verosimilitud.

 

El juego psicológico

El primer elemento que separa a un mito, un dios, de los seres humanos, es su capacidad para manejar los tiempos, irse al pasado tanto como al futuro, de manera que pueda variar cualquiera de sus hechos con los que no se siente satisfecho. En Jesús de la tierra el narrador debe darle verosimilitud y por lo tanto debe de jugar inteligentemente con el carácter del personaje. Observen este ejemplo: “Cediendo ante la insistencia de Santiago el menor y de Tadeo, Jesús decidió ir a Nazaret a visitar a la familia. De los ocho, sólo Andrés no lo acompañó porque se vio obligado a quedarse atendiendo su negocio. Con el resto, en el transcurso del viaje, el que harían en dos jornadas a pesar de salir de madrugada, prosiguiendo con la predicación, después de pasar por la paradisiaca llanura de Genesaret y por los bordes arenosos del mar de Galilea, yendo los discípulos delante anunciando la llegada del mesías, él se detuvo en un mercado de pescado de Magdala”, pág. 100, 2do. párrafo.

¿Puede un mito, un dios, ceder ante la presión de sus seguidores? Claro que sí, en especial cuando se trata de la madre. El más grande de los dioses esta llamado a atender una solicitud de la madre. Ningún lector ve eso como una ofensa, sino como un milagro divino.

 

Lo histórico y lo teológico

Aunque la novela trata el Jesús de la historia, por el hecho de ser Jesús un mito, los lectores tenemos la inclinación de pensar en lo teológico, en el Cristo, en el Jesús como líder religioso, de la iglesia, elemento que Disla nunca ignoró.

La narración de los personajes bíblicos es bastante curiosa. Por ejemplo, los libros del Génesis podrían leerse como una novela. Y al observarlo con cuidado descubrimos que las leyes de la novela están bien aplicadas.

Desde el punto de vista de la creación, el que la raza humana iniciara su devenir en la tierra, Caín matando a Abel, es sádico, monstruoso, espeluznante. Pero desde el punto de vista de la novela, el inicio es genial. El tema queda en el lector sembrado como una viga de acero que traspasa el corazón. El mensaje es muy claro: ¡si desobedece solo desgracias te vendrán! Todas las desgracias que les caen a la familia de Adán se debió a su desobediencia.

Toda prueba de fe se basa en probar la efectividad de los conectores líquidos con que fue diseñado el cerebro humano. Abraham, recibe mensajes; José recibe mensajes; Moisés y la madre de Moisés reciben mensajes del Dios creador. Noe, recibe mensajes. Todos los mensajes son para probar la fidelidad del ser creado, del súbdito, y todos los personajes terminan transformándose, lo cual es una de las características esenciales de una novela, como bien afirma Bruno Rosario Candelier.

En esos libros se definieron los grandes personajes: Adán, el primer desobediente; Eva, la primera seductora; Caín, el primer asesino; Abel la primera víctima; Abraham, el primer fiel incondicional; Jacobo, el primer ladrón y el primero que hace todos los sacrificios por la mujer amada; Labán, el primer patrón estafador, Noe, el primero que se enfrenta y vence los grandes desafíos de la naturaleza… Cada uno está narrado a su medida y convertido en tema pasional.

En cada conflicto que las historias teológicas desvelan, la idea fundamental es sembrar la fidelidad. ¿Por qué? Porque los reyes y los emperadores dependían de la fidelidad de sus súbditos. Las batallas eran de cuerpo a cuerpo y una vez terminada la batalla había que pagarles a los ejércitos sicarios, o el emperador o el rey, pagaban con su sangre…

Ese mismo dilema se desarrolla en Jesús de la tierra. Para el mesías la fidelidad era un asunto de vida o muerte. La “traición” lo llevaría al madero. Las intrigas en el movimiento y en las familias, en la persecución de la verdad, en la lucha por mantener la Fe, la Fe en los sueños que vienen del Creador y los personajes que al recibir mensajes transforman los acontecimientos, sobre todo la batalla de Jesús por mantenerse haciendo el bien, hacen que el lector advierta que “el Diablo no es el monstruo, que el Diablo solo alimenta el monstruo que tenemos dentro”. Disla logra que Jesús vuelva para siempre. Agradezco a Disla este Jesús de la tierra porque ningún Papa pudo haberlo hecho mejor.

Miguel Solano

Centro de Espiritualidad San Juan de la Cruz

La Vega, República Dominicana

23 de junio de 2018.

 

León David y la paradoja de una prosa sencilla

Por Fernando Cabrera

 Mi primer contacto con León David fue a través de su obra Poema del hombre anodino (1980), en el cual, desde ámbitos nerudianos, celebraba el escarceo cotidiano; propiciando una inusitada aceptación entre lectores, al congregar “multitudes” en sus recitales. Eran los ochenta, época en que muchos de sus ensayos también veían la luz en su columna periodística. Después conocí otras sus propuestas conceptuales y creativas en las que éste consolidó una fuerte personalidad escritural a partir de ingentes desafíos formales, tanto en poesía como en prosa, aferrándose a recursos clásicos relegados por muchos, acaso como estrategia contestaria, rebelde, 1 ante los usos y abusos que, en nombre de las vanguardias y las ideologías, acontecían en la finisecularidad literaria nacional.

Confieso que, al ser convocado para la presentación de este Tomo V de su obra completa, titulado Ensayo y Crítica, empecé a prepararme, con ardua calistenia, para una misión que de entrada se me antojaba maratónica, retadora. Para mi sorpresa, pese a lo profuso y diverso del contenido de la obra, de sus características humanísticas renacentistas, mi lectura atenta ha devenido en un fluido y placentero viaje en el tiempo. No es para menos, pues la obra que hoy celebramos, compendia memorias axiales y entrañables de finales del siglo XX dominicano, fruto de un excepcional ejercicio de diarismo, cual testifica el autor en el prefacio: “es la recopilación de artículos aparecidos, durante varios meses en el periódico matutino ‘El Nuevo Diario’, en el espacio de la columna titulada ‘Adentro’, que salía de lunes a viernes con despiadada regularidad, para deleite de unos pocos y desdicha de muchos”. (David, 2018, p. 13)

Esta singular columna me hizo rememorar la del escritor español Antonio Gala en la que, con igual espíritu creativo, plasmaba sus “Charlas con Troylo” en el suplemento cultural del periódico El País Dominical, desde el 22 de julio de 1979 hasta el 16 de noviembre de 1980. En ambos casos, se trataba de interminables monólogos con aspiración de dialogo, uno con su perro y el otro con un lector desconocido. Las anécdotas y reflexiones en ambas columnas nacían de una dinámica imaginativa intensa y sincera. León David nos refiere que fueron fruto de una “juguetona artesanía intelectual que si bien puede restar rigor racional y claridad analítica a los temas que abordan, no deja también, con sus imperfecciones, de contribuir a infundir a los razonamientos un tono menos serio, más ligero, más espontáneo”. (David, 2018, p. 14) Lo cierto es que la prisa que caracteriza al mundo periodístico liberó, para nuestro beneplácito, las exigencias regulares del adornado estilo característico de nuestro autor, brindándonos la posibilidad de percibir en toda plenitud e intensidad, sin madejas ni artilugios que despejar, sus audacias conceptuales, sus atrevimientos figurados y sus provocaciones y herejías. Una estrategia de sencillez expresiva, sabemos, es inusual en León David. Libemos, pues esta fruta de estación

En esta recopilación hay un confeso acto de fe. Los artículos, según el autor, han sido recuperados en su estado natural, sin transformaciones; con todas las paradojas, contradicciones, malabarismos lógicos, fantasías y, en especial, con sus metáforas servidas con frescura dialógica, coloquial. Por la desnudez e intensidad discursivas, este Tomo V acaso recoge la voz más sincera y auténtica de la ensayística de León David. Es prosa, pero hecha con el mismo material imaginativo y conmovedor de su poesía.

La obra contiene un arriesgado testimonio existencial y un fuerte compromiso personal, palpable en el hecho de que, pese a la obvia erudición multidisciplinaria, resultante del conocimiento y manejo de obras fundamentales de la cultura universal destaca la ausencia de referencias intertextuales documentadas. Esta carencia casi total de citas explícitas hace recaer sólo en León David la responsabilidad tanto por los posibles desaciertos como por los hallazgos, dice: “No es motivo de vergüenza ni temor explayar mi yo de manera que los demás se enteren, tengan siempre presente, no olviden ni por un momento de que quien piensa, siente y opina de esa forma es el que escribe y nadie más… Mientras me gratifique obrar de esta manera les aseguro que seguirán oyendo hablar de mí con el mayor y más absoluto desenfado.” (David, 2018, p. 159)

La extensa labor de periodismo cultural –o mejor, intelectual– aparece compilada en dos volúmenes de aproximadamente trescientas páginas cada uno. El primero contiene las secciones “Literatura y Arte”, “Valores cotidianos” y “Política, ciencia y sociedad”. En tanto el segundo volumen está compuesto por las secciones “La búsqueda de lo absoluto”, “El holocausto” y, repite, las separatas “Valores cotidianos” y “Política, ciencia y soledad”. El autor refiere que mantuvo intacta la naturaleza de los artículos, pero que se tomó la licencia de agruparlos según los ejes temáticos antes referidos. En esta recomposición se perdió la cronología, pero se extrañan poco las fechas de las publicaciones originales, salvo en los casos de temáticas aguerridas atinentes a aspectos de creación literaria e ideología relacionados con el parnaso de nuestro país de letras. Hubiese sido ilustrativo –al menos para el morbo– conocer las circunstancias e identificar a los antagonistas para los cuales nuestro Quijote cultivó ortigas y cardos, lanzó dardos envenenados y con quienes cruzó espadas.

En ese sentido, la sección más jugosa es la separata “Literatura y Arte” del primer volumen, en la que saltan a la vista las heridas de guerra. Esta bitácora existencial y poética inicia con el reconocimiento de la nulidad, desde perspectiva utilitaria, del oficio que tanto lo apasiona. En ese sentido expresa con vehemencia: “Mi escritura es inútil, total y absolutamente inútil, como la vida misma; posee esa maravillosa gratuidad precaria en la que me complazco encontrar su más hondo significado.” (David, 2018, p. 22) Asimismo, lamenta la inconsistencia del material que moldea: “la palabra es frágil como el cristal del hombre que en ella se contempla”. (David, 2018, p. 23) Obviamente, León David es ese hombre, Narciso frente al agua, que procura descubrir al mundo en su reflejo. Para él la palabra y su escritura se validan como pasión incontinente, o mejor, incontenida. Casi con vergüenza, confiesa su adicción a metáforas que, cabalgando verbos, hilan parentescos y derivaciones que expanden los límites de lo real.

 

El autor, de manos de Georges Louis Leclerc, conde de Buffon, para el cual “el estilo es el hombre” (David, 2018, p. 30), se afana en justificar su peculiar, florida y barroca escritura, planteada acaso como artefacto dadaísta: “Me temo que mi forma de expresión y las cosas que digo pueden producir perplejidad a más de una persona.” (David, 2018, p. 30) Es evidente, por la reincidencia temática en una decena de artículos, que su elaborada forma de expresión tanto le envanece y satisface, solazado en la diferencia cultivada, como le preocupa, por los desencuentros y destierros posibles: “No descarto en absoluto la posibilidad de que la reacción sea muchísimo menos inofensiva: indignación, indiferencia, desprecio.” (David, 2018, p. 30)

 

Razones había, y aún hay, para su aprehensión. Por décadas, León David ha venido sufriendo en carne haber tentado, con su original y notable escritura, al monstruo del ego de los correligionarios de la imaginación. La ofensa de este autor ha sido tal que, aún con una excepcional producción literaria, compuesta por más de una treintena de obras de calidad sobresaliente en los diferentes géneros cultivados (a saber: poesía, ensayo, teatro, crítica de arte, etc.), ha sido metódicamente neutralizado por la competencia de colegas en posiciones de poder, y dejado fuera de lauros y reconocimiento sobradamente merecidos por la exigua crítica especializada criolla 2 . De hecho, con una solvencia creativa tan notable no se entiende cómo, por ejemplo, a estas alturas, aún no se le ha otorgado el Premio Nacional de Literatura. Me aventuro a afirmar que son contados los casos de los últimos premiados cuyos aportes literarios puedan equipararse a los de León David.

 

Sospecho, sin embargo, que esta malquerencia no ha sido fortuita, sino que, en aras de intereses de originalidad y diferenciación, ha sido meticulosamente cultivada y provocada por León David, precisamente a través de muchos de los artículos de esta columna “Adentro”, arriesgadamente colocada en la página editorial del “El nuevo Diario”. En la misma, el autor testimonió sobradamente sus afectos y desafectos, sus oposiciones a caudillos intelectuales y a sus “capillas”; al tiempo que se vanagloriaba, socarronamente, de su singularidad. En muchos artículos se percibe modestia expositiva, humildad en la reflexión, pero también un dejo de la urticante suficiencia nacida del convencimiento del autor de estar infaliblemente en lo cierto: “Si por casualidad me preguntasen qué aspecto de mí mismo es el que más me agrada, creo que no vacilaría ni un momento en contestar: mi capacidad para percibir las cosas que siempre he visto como si las estuviera viendo por primera vez. /…/ No estoy más allá de las cosas; no me he evadido de la realidad. Mis actos dan constancia de ello… ¿Será que los demás no han podido encontrarla?” (David, 2018, pp. 142-144).

 

El pecado original de Juan José Jimenes Sabater, el hijo del intelectual Juan Isidro Jimenes Grullón, fue crear un personaje literario, un heterónimo o seudónimo, tan peculiarmente llamativo como los creados por Walt Whitman y Pablo Neruda, con igual aspiraciones cosmogónicas, incontinencia verbal y propensión a colocar su ser, su Yo, como epicentro del universo: “Me he llegado a preguntar en más de una ocasión si al escribir de la manera en que lo hago sobre el tópico omnipresente de mi yo no estaré 4 granjeando la indiferencia cuando no la hostilidad de muchos potenciales lectores.” (David, 2018, p. 73) Afanado en definir un espacio simbólico en el cual, al modo de Huidobro, el escritor sea Dios, León David no ha buscado en circunstancias o fenómenos, en la exterioridad, las preguntas ni las explicaciones. Ha apostado a la indagación visceral, interior, intimista; jerarquizando a partir de sus propias prioridades y sus intereses, el devenir del mundo. Ha hecho de su vida la materia y la sustancia de su poesía, aún más, de toda su escritura creativa. En sus textos se manifiesta lo anecdótico y autobiográfico, pero también lo simbólico y universal. El nombre de su columna: “Adentro”, probablemente haya surgido, precisamente, de la valoración del yo, de lo propio, en comparación de lo de “Afuera”, de los demás, de los otros. Cabría sospechar que su distendida actitud de creador-diletante en perpetuo estado de ocio, de delectación y éxtasis poético, enfermaba de envidia a más de uno.

Lo cierto es que, sin dudas, León David ha sido un hombre de armas tomar, o mejor, de “palabras tomar”; toda vez que no ha escatimado esfuerzo en provocar y asumir duelos verbales. No ha temido alejarse, como lobo estepario, de la manada. Al contrario, acaso con cierto dejo de sadomasoquismo, ha provocado los conflictos. De ahí que, en momentos de tensión política y social a raíz de eventos históricos traumatizantes, como la guerra del 65 y los primeros doce años de gobierno del Dr. Joaquín Balaguer, haya sacado a relucir con insistencia su distanciamiento del compromiso ideológico, marxista, tan en boga aun en la literatura de la década de los ochenta. Es enfático al señalar que “La buena literatura política es primero literatura y luego acción política; la buena literatura social es primero literatura y luego crítica de la sociedad”. (David, 2018, p. 49)

Su posición a favor de una literatura atenta a valores estéticos siempre ha sido firme. A la palabra ideológicamente comprometida se complacido en oponer una poética preciosista y en concordancia con la filosofía. Alto ha sido el precio pagado por León David al explorar temáticas alejadas de la estética marxista, como puede observase en la cita siguiente: “Los que escriben sobre otras cosas (sobre la intimidad, por ejemplo) y tienen la desdicha de hacerlo en lenguaje menos directamente obvio, realista y convencional que el que suele emplear el ‘literato social’ es inmediatamente condenado a los fuegos eternos del infierno pequeño burgués, acusado de los horribles crímenes de formalismo, subjetivismo decadente, cobarde escapismo o inmoralismo excéntrico y novelero”. (David, 2018, p. 88) En cierta forma, desde las reseñas contenidas en estas columnas diarias –y esto en concordancia con Silvio Rodríguez3– se pueden vislumbrar los muertos de la felicidad de León David 4 , los celosos intelectualoides de las “capillas”5 para los cuales, antes y aún ahora, ha sido impensable un ser satisfecho6 en medio de nuestra explotada cotidianidad tercermundista.

Muchos de estos artículos muestran a un León David regocijado asumiendo roles contracultura. Desde la reflexión ontológica y sociológica, el autor se explaya en el cuestionamiento de preceptos morales 7, etiquetas sociales 8, afanes perfeccionistas 9, paradojas socialistas, actitudes imparciales engendradoras de dictaduras, y también en el develamiento de dobleces religiosas10. En fin, deconstruye el perfil “progresista” de las 5 sociedades contemporáneas, anteponiendo un discurso que rememora las utopías sesentistas encarnadas por las comunidades hippies centradas en paradigmas individualidad, amor, libertad y paz. En ese mismo tono, de rebeldía humanística, se inscriben los numerosos ensayos en que advierte de un catastrófico final para el planeta de no cambiarse el curso predador, consumista, de la nuestra civilización: “Acaso mi visión es demasiado pesimista y trágica? ¿Estamos fatalmente condenados a un desastre colectivo? No lo sé. No soy adivino; aunque pretendo ser profeta”. (David, 2018, p. 443).

En estos espacios simplificados, León David libró grandes batallas11, entre las que destaca, por las continuas referencias en múltiples artículos, la sostenida con colegas por las etiquetas de elitista hecha a su persona y a su obra, al considerarlo, según sus palabras: “una especie de aristócrata del intelecto encerrado en su desdeñosa y aséptica torre de marfil o una suerte de anacoreta de las ideas aislado en la montaña de la subjetividad” (David, 2018, p. 62). Las respuestas a la “subjetividad” de esos ataques, también documentada en la referida columna, no fue otra que la reafirmación del autor en su estilo, esto es, la validación de su renuencia a ajustar formas o contenidos para agradar gustos de terceros, cual sugiere con preguntas a modo de mea culpa: “¿Seré un ególatra enfermizo? ¿Por qué no adopto, aunque sea de vez en cuando, como para variar, un atuendo expresivo diferente?” (David, 2018, p. 482) A este respecto, vale destacar, como curiosidad de esta compilación, que sólo la prisa de la publicación diaria, parece haber logrado distender el corsé autoimpuesto de su barroquismo estilístico, de su prestidigitación lingüística selvática.

Otra disputa documentada reiterativamente en esto artículos es la resultante de la incomprensión de sus pares a los múltiples dones intelectuales recibidos y cultivados por León David, cual se aprecia en la siguiente reflexión: “Y basta de filosofía poética o de poético filosofar. Suele decirse que la poesía es mala filosofía y la filosofía resulta, por lo general, de pésimo gusto poético. Nada tengo para refutar esta afirmación. No intentaré, por tanto, refutarla. Me resignaré a que los filósofos me miren con desprecio y los poetas con incrédulo asombro.” (David, 2018, p. 262) Lo cierto es que en las páginas de su columna “Adentro” hay constancia de lo cómodo que se siente León David andando siempre en el filo de la navaja. En este sentido, paradigmática es la reseña de una carta recibida, o inventada, incluida en el ensayo titulado “Mi postulado literario”, en la que un lector sale en defensa de su renacentista legado, cual puede apreciarse en la siguiente cita: “No te inquietes, León David, ni ante los que se indignan ni ante los que se asombran de tus sensatas locuras de escritor terrestre. Yo, que te sigo a ratos, que aprovecho los huecos que me deja esta materialidad rutinaria en que vivo, siento, cuando te leo, que me tomo de tu mano y soy, por un instante, ser humano.” (David, 2018, p. 63)

En fin, los variopintos intereses creativos y el albedrío eclécticos de sus escarceos intelectuales, lejos de restar hondura y seriedad a la copiosa obra de este importante autor, ofrecen perspectivas atractivas y retadoras. Más aún, como es el caso, cuando en este Tomo V ha desnudado su estilo hasta una sencillez en él inaudita. Esta vez sus 6 inquietudes axiales en torno a la humanidad y su destino, aparecen enhebradas en un discurso gratamente preciso. Con facilidad, incluso el lector común, puede aventurarse por la riqueza de su pensamiento sin las cacofonías de los ornamentos. Todavía, advierte el mismo León David, se trata de una escritura para élite, dice: “Y seguiré siendo escritor de élites no porque semejante título me enorgullezca sino porque, a fin de cuentas, en un país mayoritariamente analfabeto el que tiene la posibilidad de leer –no diré ya apreciar– cosas como éstas es una minoría…” (David, 2018, p. 43) Sin embargo, se aprecia en la brevedad y simpleza compositiva de estos textos su vocación de llegar a una “inmensa minoría”12 de lectores significativamente mayor que la del resto de su ensayística crítica.

Enhorabuena, pues, al prolífico y lúdico pensador que es León David por este Tomo V de su obra completa, que seguro ha de ser devorado por los antiguos colegas y por la nutrida generación de nuevos escritores; obligando a unos, los más viejos, a justipreciar su obra singular y valiosa, y motivando a otros, los traviesos “millennials”, a beber de la sabiduría de este singular maestro.

 

Bibliografía

David, L. (2018). Ensayo y crítica. Adentro (Volúmenes I y II). Tomo V. In Obras completas. Santiago: Editora Unicornio (Puerto Rico) e Impresora Buho (Santo Domingo).

1 “Meditar es revolucionario. Nada más subversivo que sumergirnos hasta el fondo de nuestro propio ser.” (David, 2018, p. 197)

2 “… crítica injusta y arbitraria”, lamenta. (David, 2018, p. 104)

3 En su canción “Pequeña serenata diurna”, del álbum Día y flores (1975)

4 “… voy por el mundo con la sonrisa a flor de labios y esa desfachatada desnudez interior que los demás fácilmente pueden tomar por pedantería…” (David, 2018, p. 177)

5 “No me gustan las capillas intelectuales ni los círculos literarios. /…/ No pertenezco ni quiero pertenecer a ninguna capilla, a ninguna corriente, a ningún movimiento. /…/ Escribo para universalizarme; para ofrecer mi experiencia única e individual al conjunto de los hombres y a la intemporalidad de la existencia” (David, 2018, pp. 103-105)

6 “Soy lo que quiero ser, quiero ser lo que soy… y soy feliz” (David, 2018, p. 469)

7 “Yo no soy un hombre moral. /…/ Sé que lo que estoy diciendo no puede gustar y me va a traer problemas…” (David, 2018, pp. 124-126)

8 “Necesitamos etiquetar a los demás para no verlos como son sino como nos gustaría que fueran.” (David, 2018, p. 133)

9 “Soy un hombre totalmente limitado e imperfecto”. (David, 2018, p. 205)

10 “… tanto la Iglesia Católica como entre la secta atea de los marxistas, predomina una visión demoníaca, dicotómica, determinista y teológica que se emparenta más con la magia que con una razonable fe en la razón humana y en el universo.” (David, 2018, p. 239)

11 “Guerra despiadada y sin cuartel que a veces se manifiesta subterráneamente entre falsas sonrisas, engañosos abrazos y mendaces felicitaciones…” (David, 2018, p. 104)

12 En consonancia con Juan Ramón Jiménez, para quien los lectores de poesía constituyen una inmensa minoría, según dedicatoria al frente de varios libros, León David refiere: “Hoy no me produce el menor escozor saber que soy un escritor de minorías” (David, 2018, p. 11)

 

Empleo de oraciones y frases con la presencia de “que” en la República Dominicana

Por Rafael T. Rodríguez Molina

Nuestra lengua española se presta para que sus usuarios la pongamos a lucir sus mejores galas. Y muchos lo logran de forma apreciable, aunque a veces no son  tan exitosos al respecto. Los casos en los que suelen presentarse algunos desaciertos y/o desvíos de los usos sintácticos tradicionales son bien abundantes, muchos de los cuales ya se los he ofrecido en varias de mis producciones ensayísticas. En esta ocasión me centraré en el multifacético “que”.

El “que” puede aparecer empleado unas veces solo y otras veces formando frases,  acompañado de otros elementos de la lengua, como conjunciones, preposiciones y artículos. Empleado solo, aparece en las proposiciones adjetivas con función de pronombre  relativo. Ejemplo: “El libro que te presté es sumamente interesante.”  Aparece también encabezando las proposiciones subordinadas de objeto directo o el sujeto  en las oraciones compuestas, como en el siguiente ejemplo: “Espero que te vaya bien en tu próximo examen.”

Ahora bien, el “que” puede aparecer también en una gran diversidad de contextos sintácticos, en combinación con otras palabras. A continuación vamos a repasar algunos usos que pueden resultar

En  las oraciones iniciadas por “Ojalá”, han surgido en República Dominicana dos fenómenos sintácticos a los cuales yo he creído necesario, a fin de explicar esos dos fenómenos,, llamarlos  “yqueísmo”  e  “ydesqueísmo”. El primero de ellos consiste en colocar “y”, que no se necesita ni lo pide la sintaxis del español, delante del “que” subordinante. Ejemplo: “Ojalá y que te vaya bien en tu paseo.” El “ydesqueísmo”, en cambio,  se presenta cuando el usuario elimina el “que” necesario y mantiene en la oración la “y” innecesaria. Ejemplo: “Ojalá y te diviertas mucho en el pasadía.” Debo aclarar que “des”, que aparece en “ydesqueísmo”,  y aparecerá en otros muchos de los casos que les presentaré, tiene el significado de “eliminación” o “elisión” y lo uso en  este y otros casos, con el mismo sentido con el que lo emplea la lengua española, la cual lo usa en las palabras “desunión”, “desamor” y “deshacer”.

También puede aparecer  el “que” empleado  solo, en las oraciones con la presencia de  “fue  importante”, “es conveniente”, “era necesario”, etc., es decir, frases formadas por el verbo “ser” conjugado más un adjetivo. Ejemplo: “Fue importante que presentaras la  tarea antes del plazo acordado.” Ahora bien, en algunos países, como Venezuela y últimamente en República Dominicana, se  emplea  “de que” en vez del “que” que demanda ese tipo de oraciones, uso sintáctico que hace mucho en nuestra lengua  española  se conoce con  el nombre de “dequeísmo”, como aparece en el siguiente ejemplo: “Es conveniente de que entregues cuanto antes la carta que te pidieron.” Esa innovación sintáctica del dequeísmo puede aparecer en otros tipos de estructuras como esta: “Debemos asegurar de que el porcentaje de masa no sea superior al 10 por ciento de la mezcla.” (Tesis de maestría en la PUCMM, año 2018)

El  uso sintáctico inverso también  aparece  registrado en el diccionario del español con el nombre de “queísmo. En República Dominicana se ha ido imponiendo de manera casi general, y consiste en la eliminación de “de” en la expresión “de que”. Sucede esto en las oraciones que tienen las frases verbales “estar consciente”, “estar seguro”, “darse cuenta”, “estar convencido”, etc., que deben ir seguidas de “de que”, como en estos ejemplos: “Me di cuenta de que llegaste al concierto bien temprano.” “Ella está segura de que  su cuento es excelente.” Un usuario del queísmo diría: “Ella está segura que su cuento es excelente.”  Un uso queísta  se encuentra en una publicidad del Gobierno dominicano: “Cumple con tu compromiso y asegúrate que asistan.” (Inicio del año escolar 2018) (Google: queísmo y dequeísmo).

 

Otro fenómeno sintáctico,  en lugar de mutilación, es un caso de eliminación, pues  se elimina  el “que” encabezador  o subordinante de la proposición de objeto directo en una oraciٕón compuesta. Veamos dos ejemplos: “Me gustaría asistas temprano a la reunión de mañana.” “Ojalá te vaya bien en la entrevista.” Como usted puede apreciar, a cada una de esas  oraciones se le ha eliminado el “que. En la primera, después de gustaría y en la segunda, después de ojalá.

Otro caso  de mutilación de frase se podría llamar “desenqueísmo”. Le di esa denominación por la misma razón ya expuesta en el yqueísmo y en el  ydesqueísmo. Ese  nombre de “desenqueísmo” se lo atribuí a ese tipo de construcción, pues en el mismo se  elimina “en” en la frase “en que”. Ese caso de reducción de “en que”  al convertirla en “que” se está imponiendo ampliamente en nuestro país en todos los estratos sociales. Observemos tres  casos de desenqueísmo: “En el momento que yo le informé…” (Un oficial del Cesfront, en CDN). “…justo en el momento que la vecina rascaba el fondo del caldero…” (Novela EQUIS, de  A. Stanley). “Por lo regular, se habla de denuncia en los casos que no se sabe quién cometió la infracción.” (Libro de derecho en preparación.) En los tres casos debería aparecer “en” delante de “que”.

También se registra en nuestro país un  caso de elisión, que consiste en eliminar “a” en la expresión “a la”, como se puede ver en el siguiente ejemplo: “…pensó ligeramente en que hacían días que la muchachita no se le escucha lo de Carita.”(Novela EQUIS, de A. Stanley) Evidentemente, debió escribir “…hacía días que a la muchachita no se le escuchaba lo de Carita.”

Un  cambio sintáctico que está tomando terreno en nuestro país, y consiste en la separación de “en” de “que” en la frase “en que”. Al mismo yo lo he dado el nombre de “traslaenquísmo”. Fijémonos en los siguientes ejemplos: 1. “Conocemos en las condiciones que viven ellos.” (Comunicadora dominicana de televisión). Esa oración debe redactarse como sigue: “Conocemos las condiciones en que viven ellos.” 2. “Lo más importante no es lo que se hace, sino en la forma que se hace.” (Le dejo a usted la tarea de hacer el ordenamiento  debido).

Los dominicanos también hemos introducido en nuestra  sintaxis esta realidad de traslado o separación de elementos de una  frase, esta vez de las palabras  “con que”, que deberían aparecer una junto a la otra. A esta realidad de traslado la hemos llamado “traslaconqueísmo” Veamos los siguientes ejemplos de traslaconqueísmo: 1. “Conocemos con las dificultades que ellos realizaron el trabajo.” (Tesis universitaria) 2. “Es algo sorprendente con la facilidad que ellos resuelven los problemas de esa difícil tarea.”(Estudiante de nivel universitario). 3.  “Es de admirar con la sobriedad que él se maneja en el poder.” (Comunicadora en Uno más Uno, TELEANTILLAS). Ordenarlas no les será difícil.

Además de los dos casos anteriores de traslado, tenemos en nuestro español dominicano este otro caso, el cual se caracteriza por la separación de “por” del “que” en la expresión “por que”. Véase este ejemplo: “No conozco por la razón que tío no regresó a nuestro país.” (Respuesta a una pregunta en una entrevista) (Debería haber dicho: No conozco la razón por  que ( por la cual) tío no regresó a nuestro país).

También se encuentra entre nosotros, y consiste en la omisión de “a la” en la frase “a la que” con referente femenino singular, el uso sintáctico al que estoy llamándole “desalaqueísmo”  Ejemplo: “Como siempre, hay una persona que le gusta ser el malo de la película.” (Una estudiante universitaria). Si se trata de un antecedente femenino plural, hablaríamos de “desalasqueísmo”. Ejemplo: “Existen diputadas que les gusta figurear en cualquier ocasión.”

Se  da el caso al que le di el nombre de “desalqueٳsmo”, cuando el referente es masculino singular, y consiste esta realidad sintáctica en la supresión de “al” en la expresión “al que”. Ejemplo: “Es un hombre que le gusta darse la buena vida.” Si el referente masculino está en número plural, nos encontramos frente al “desalosqueísmo” Ejemplo: “Los grupos que les interese la institucionalidad, no deben dar tregua en su afán de lograrla.” (Comunicador  de la Z101, en el Gobierno de la Tarde).

Otro  caso en el que está presente “que” con un antecedente femenino singular. Lo que aquí sucede es la elisión de “con la” en  la frase “con la que” .A esta innovación sintáctica le asigné el nombre de “desconlaqueísmo! Veamos ese fenómeno plasmado en el siguiente ejemplo: “La jeva que yo andaba”. (Merengue dominicano). Para expresarlo en una mejor forma, esa estrofa merenguil debió haberse escrito “La jeva con la que yo andaba.” Si el antecedente estuviera en plural y fuera femenino, como las jevas o las muchachas, se trataría del “desconlasqueísmo por la eliminación de “con las” de la expresión “con las que”. Véase un ejemplo como este: “Las muchachas que yo andaba para la fiesta.” (Haga usted la corrección).

 

El siguiente caso, al que llamé “desconelqueísmo”,  aparece en el caso de un antecedente masculino singular, y consiste en el empleo de “que” cuando debería usarse “con el que”. Observemos en concreto este fenómeno en el siguiente ejemplo: “Este es el joven que yo andaba para la playa.” Esta oración sintácticamente bien redactada diría: “Este es el joven con el que yo andaba para la playa.” Con un antecedente masculino plural se usaría un “desconlosqueísmo”. (Elabore usted una oración con un desconlosqueísmo).

También en República Dominicana hay quien emplea el caso al que le asigné el calificativo de “desdelqueísmo”, el cual consiste en elidir “del” en la construcción que debe ser “del que”. Ejemplo: “Aquí se hace referencia a un documento que debió alegarse su falsedad y no se hizo.” (Tesis de maestría en el área del Derecho). A esa profesional, de quien un servidor fue su corrector de estilo, le mejoré la redacción de esa oración de este modo: Aquí se hace referencia a un documento del que debió alegarse su falsedad y no se hizo. Es muy probable que si esa especialista hubiera empleado un sustantivo antecedente femenino singular,  habría escrito: “Aquí se hace referencia a una sentencia que debió alegarse su falsedad y no se hizo. De  ese modo estaríamos hablando de “desdelaqueísmo”. Además, con un antecedente masculino plural, se generaría el “desdelosqueísmo, y si usamos un  antecedente femenino plural, tendríamos un “desdelasqueísmo. Veamos un ejemplo de este último caso: “Aquí se hace referencia a dos sentencias que debió alegarse su falsedad y no se hizo.” Mejoremos la redacción de la misma: “Aquí se hace referencia a dos sentencias de las que debió alegarse su falsedad y no se hizo.”

Se registra también en nuestro país otro fenómeno sintáctico al que nominé “desaqueísmo”. El mismo  se registra cuando se elimina “a” en la expresión “a que”.  Ejemplo: “Esto es muy engañoso debido que los nervios son muy traicioneros.” (Estudiante de nivel  universitario).  Este caso  es poco frecuente en el uso dominicano.

Existe otro otro  caso  en República Dominicana, al que podría dársele el nombre de “dondeísmo”  Lo escuchamos de boca de un diputado de un nivel cultural bastante elevado, el cual empleó “donde” en vez de “en que”, o  “en el que”, etc. Veamos cuál fue la frase empleada: “Debe llegar el momento donde los congresistas tengan independencia de criterio.” Otro ejemplo para caracterizar el dondeísmo  puede ser este: “Esa es la situación donde se encuentran muchos dominicanos.” (Mejor: Esa es la situación en que (en la que)   se encuentran muchos dominicanos.”)

También existe un fenómeno sintáctico que se emplea  entre nosotros, y al cual le podemos llamar el “comoísmo”. Tiene escasa  frecuencia, y consiste en el uso de “cómo” en lugar de “que”. Ejemplo: “En esta gráfica se puede ver cómo el Internet es una de las herramientas más usadas por los estudiantes de la PUCMM.” (Estudiante de esa Universidad).

Además de los casos ya tratados, tenemos el “quesuismo”  también registrado en el español.  Es el último caso de cambio o alteración sintáctica que les presento en esta ocasión. Cuando se emplea, se sustituye el relativo “cuyo” (cuyos, cuya, cuyas) por la forma “que” del pronombre relativo, más el posesivo “su(s)”, o del “que” relativo más el artículo determinado “el” (los, la, las). Ejemplo: “Conocimos al vecino que sus (que los) hijos estudian en Francia.” La oración, en una adecuada sintaxis castellana, sería redactada como sigue: “Conocimos al vecino cuyos hijos estudian en Francia.”

Les reitero que entre los casos que les detallé hay algunos que se manifiestan en nuestro país con una frecuencia inferior a otros, por lo cual quizás algunos de mis lectores no han leído o escuchado alguno(s) de los casos aquí presentados. Y debo añadir que esos casos no son los únicos que se producen entre  nosotros. Por eso es posible que ustedes conozcan alguno(s) más o en cualquier momento descubran otro(s) más. Aunque sí creo que los que les he ofrecido son los más empleados en nuestro lar nativo. Además, es sabido  que varios de esos casos de la sintaxis se registran también en otros países de habla española.  Es de esperar que todos pongamos mayor cuidado al emplear nuestra compleja sintaxis castellana. Pero las lenguas evolucionan y los dominicanos la estamos poniendo a evolucionar aceleradamente.

Cuartal, interfecto, gigoló/*gigolo, sito/cito

Por Roberto E. Guzmán

CUARTAL

La voz que encabeza esta sección pertenece al registro popular del habla de los dominicanos. Esta se relaciona con cuarto(s) que es voz muy conocida en República Dominicana y en otros países de habla hispana. Cuarto en el habla de los dominicanos es sinónimo de dinero y se usa de preferencia sobre cualquier otra palabra. La persona que tiene mucho dinero tiene muchos cuartos.

Esta denominación para el dinero mediante el vocablo cuarto tiene raíces remotas, pues cuarto fue una “moneda de cobre española cuyo valor era el de cuatro maravedís de vellón”. Así consta en el Diccionario de la lengua española. (De paso, ahí está el vellón de las velloneras).

El Diccionario de americanismos (2010) recoge la equivalencia dinero que se señaló para cuarto en el español de los hablantes de la variedad dominicana del español.

No todas las obras dedicadas al estudio del español dominicano consignan la voz cuartal en su inventario. El Diccionario de dominicanismos (2010:84) recoge la voz examinada en esta sección como nombre masculino y lo define con un sinónimo, dineral. Apunta el autor de este diccionario que en Puerto Rico se usa con igual significado. A pesar de estas menciones el Diccionario de americanismos (2010) no le hace espacio a esta voz.

Cuartal está consignado en el Vocabulario de Puerto Rico de D. Augusto Malaret (1955:140). El dineral que sí aparece en el Diccionario de la lengua española es definido en tanto “cantidad grande de dinero”.

Lo que ha hecho el hablante dominicano es utilizar la terminación –al para formar un nombre partiendo de otro nombre. De esta manera ha seguido una corriente que existe en el seno de la lengua para formar aumentativos. Sobre la base de cuarto se formó cuartal que indica gran cantidad de la palabra de base, es decir, de cuartos. No hay que sorprenderse por esta creación si se recuerda que de dinero se formó dineral.

 

INTERFECTO

“También en ese INTERFECTO calendario político. . .”

El vocablo interfecto es de poco uso en las conversaciones diarias. Si se hace uso de él en una conversación en la mayoría de las veces será de una manera jocosa, para referirse a una persona que llega al grupo de la conversación en el momento en que se hablaba de ella. Este empleo del vocablo constituye una de las acepciones de este.

El vocablo interfecto se aplica a la persona que ha muerto de modo violento. Se utiliza bastante en los tribunales para referirse a las víctimas de hechos delictivos en los juicios criminales. Al entrar en la lengua interfecto solo se utilizó para estos casos, pues deriva del latín interfectus que es muerto.

Interfectus, -a, -um es el participio pasivo de interficere “matar”, derivado de facere “hacer”. Breve diccionario etimológico de la lengua castellana (1967:338). Interfecto ingresó en el diccionario académico en una edición posterior a la de 1884. De allí derivó interfectio en latín que significaba homicidio, de donde en francés del siglo XIII se usó interfection que se usaba para “homicidio, matanza”. Dictionnaire de l´ancien français (1997:318).

Hubo que esperar hasta la vigesimotercera edición del Diccionario de la lengua española (2014-II-1256) para que se añadiera la acepción festiva que se mentó aquí antes. En ese diccionario se reconoció como perteneciente al registro coloquial.

El Diccionario de sinónimos y antónimos de la lengua española (1985:579) entiende que interfecto es sinónimo o equivalente de “difunto, muerto, cadáver”. Esta información se incluye en estas apostillas porque se piensa que el uso que se ha hecho de la palabra en la cita en estudio no es acertado.

La única explicación que puede argüirse para justificar el uso de interfecto en la cita es pensar que se hace uso de este de manera metafórica. Sin embargo, resulta difícil aceptar este tipo de explicación si se piensa que un calendario no muere, puede ser obsoleto, abandonado, descartado, inútil y muchas palabras más. El lector no percibe la asociación entre interfecto y calendario y eso hace difícil, por no escribir imposible, la metáfora. Es oportuno aquí recordar la frase famosa de Aristóteles, “el dominio de la metáfora es una cualidad de genios”. Esto puede tener algo de exageración, pero tiene mucho de cierto.

 

GIGOLÓ – *GIGOLO

“. . .militar, GIGOLO y deportista. . .”

En el vocablo que existe desde hace largo tiempo en todas las lenguas románicas y hasta en inglés, el mayor esfuerzo para la palabra del título recae sobre la última sílaba, es decir, gigoló. Las reglas en español de que sea con acento marcado en este caso imponen que no se omita la marca sobre la vocal final.

Casi todos los diccionarios están contestes en cuanto a la definición. Hasta en las diferentes lenguas en las que se usa la palabra las diferencias para definir al sujeto varían muy poco. Desde que el vocablo apareció por primera vez en francés en 1850 hasta este año, 2018, las acepciones han sufrido pocas modificaciones.

Por la escritura de este vocablo, al primer encuentro con este, el lector se inclina a pensar que es una voz de origen italiano, pero los etimólogos están de acuerdo en que es de origen incierto. Aunque es de poco uso en otras lenguas, en francés existe un femenino para gigoló, gigolette, que apareció en la misma época que el masculino, a pesar de que no se documentó hasta el año 1864. Esta gigolette puede muy bien ser asimilado a la “chapiadora” de los dominicanos. En un principio el gigoló fue el amante de una gigolette que era una “chica fácil”.

El plural de gigoló es gigolós, y es el hombre joven que tiene relaciones sexuales con una mujer generalmente de más edad, que lo mantiene. Es un hombre de buena apariencia, elegante, pero cuyo aspecto, comportamiento y medios de subsistencia resultan sospechosos. En español se pronuncia yigoló.

Algo que resulta extraño es que el Diccionario de la lengua española no recoge la voz del francés, aunque esta se ha mantenido en el habla durante largos años y consta en muchas obras de muy buena literatura. Más extraño todavía es que en la edición de ese diccionario del año 1992, en la tirada en rústica (1992-I-1039) constaba gigoló, “Amante joven de una mujer de más edad y que lo mantiene”.

 

SITO – CITO

“. . .CITO en la avenida Independencia. . .”

Las teclas pueden jugar una mala pasada al más listo, pero no al más cuidadoso. Con la oración que precede inmediatamente a esta se intenta expresar que las letras /s/ y /c/ se encuentran próximas en el teclado y quien digita puede oprimir una en lugar de otra. Basta de presunciones.

Sito es un adjetivo que transmite la idea de “situado, fundado”. Conforme con lo que el lexicón oficial de la lengua escribe, viene del latín situs, participio pasivo de sinere, “dejar”. Esta palabra casi siempre se usa para situado, localizado, emplazado, es decir, se relaciona exclusivamente con un lugar que generalmente se menciona con anterioridad.

Cito es del verbo citar que posee varias acepciones, es la primera persona del singular (yo) del presente del indicativo de ese verbo. La más conocida de las acepciones es la de avisar a alguien el lugar, la hora, etc. para tratar un asunto. Es, además, hacer referencia o mencionar a una persona, sus palabras o escritos. En asuntos judiciales vale para notificar a una persona una resolución administrativa o judicial para que comparezca ante la autoridad que la emitió.

© 2018, Roberto E. Guzmán

 

El protoidioma de la poesía en Rubén Darío

(“LA INDEPENDENCIA EN LAS LETRAS HISPANOAMERICANAS”)

 

Por Bruno Rosario Candelier

 

Al

Prof. Dr. BogdanPiotrowski,

cauce sutil de la palabra que edifica.

 

A través de los fuegos divinos de las vidrieras historiadas,

me río del viento que sopla afuera, del mal que pasa.

Tocad, campanas de oro, campanas de plata;

tocad todos los días, llamándome a la fiesta

en que brillando ojos de fuego,

y las rosas de las bocas sangran delicias únicas”.

(Rubén Darío, Del símbolo a la realidad,

Madrid, ASALE, 2016, p. 8).

  La creación poética, como búsqueda de la belleza con sentido, entraña una visión estética, metafísica y simbólica de la realidad y, en tal virtud, postula el lenguaje poético con el protoidioma de la creación, lo mismo si enfoca la expresión de la conciencia, que una visión espiritual del mundo, según manifiestan las genuinas creaciones poéticas de todas las lenguas y culturas. Además del sentimiento ante el esplendor del mundo, la lírica expresa un estado interior fraguado por vivencias, intuiciones y obsesiones que abren las compuertas de la sensibilidad y la inteligencia para sentir y captar, mediante el caudal de las irradiaciones telúricas y cósmicas, las figuraciones trascendentes. En ese tenor, la creación poética libera las compulsiones que atormentan la interioridad del creador y los motivos que inspiran una visión del mundo, al tiempo que entraña el cauce de una emoción estética y una fruición espiritual. No es solo la poetización de la realidad y la estetización del lenguaje, como postulara la estética del Modernismo, sino la dimensión trascendente de fenómenos y cosas, concitando una actitud de liberación y comprensión en pro de la armonía entre los hombres y las cosas, como se puede apreciar en la creación poética del gran poeta nicaragüense Rubén Darío. 

Palabras claves: creación, estética, metafísica, simbólica, protoidioma.

 Los factores determinantes de la creación poética

Mediante los arquetipos de la poesía se puede explorar en el inconsciente de los poetas las apelaciones de la conciencia. Desde los tiempos antiguos, el hombre ha hecho uso del lenguaje para comunicar imágenes y conceptos de sus intuiciones y vivencias, que canalizan los pensadores y poetas, y en tal virtud los creadores de poesía y ficción han acudido al lenguaje del arte poético para revelar el trasfondo del inconsciente, el Numen de la sabiduría cósmica y los efluvios de la Creación.

La lengua canaliza nuestro conocimiento del mundo y nos permite describir la realidad de las cosas, y aunque la obra literaria es diferente de la realidad que la inspira, el fuero verbal nos instala en una dimensión diferente de la realidad real, que llamamos la realidad verbal, estética o metafísica. Desde luego, la lengua evidencia que todo es parte del ordenamiento cósmico, y esa convicción explica nuestra capacidad de inserción en la realidad real y en la realidad metafísica, que la sabiduría cósmica y la visión mística del mundo nos ayudan a entender. Tanto la vivencia estética y metafísica, como la experiencia religiosa y mística, surgen de las capas profundas de la psique humana. Por eso quienes se consagran a un ideal trascendente, entre los cuales figuran religiosos (sacerdotes /frailes/ monjas), artistas (poetas/músicos/pintores) y pensadores (filósofos/teólogos/científicos) obedecen a profundas apelaciones que mueven su sensibilidad y atizan su conciencia para abrazar un ideal de creación con la entrega a una causa edificante y hermosa, como es la poesía, el sacerdocio o la filosofía.

Hay hechos que troquelan fuertemente las células cerebrales al imprimir una impronta en la conciencia, y ese troquelado mental activa las células cerebrales del tejido neuronal en cuya virtud podemos percibir irradiaciones cósmicas(destellos, voces, imágenes) de las emanaciones provenientes de la frondosidad cósmica. Desde luego, las percepciones de los fenómenos sutiles suelen acontecer en personas con condiciones psicológicas para sentir tales irradiaciones, que implican condiciones psicológicas, patológicas o normales, que troquelan la conciencia, hecho que permite sintonizar la dimensión trascendente de fenómenos y cosas.

Rubén Darío, al igual que los genuinos poetas que en el mundo han sido, recibió el troquelado de la conciencia desde su infancia, como lo consigné en otro estudio sobre el inmortal nicaragüense (1). Por eso el ilustre poeta de Nicaragua supo usar las voces del protoidioma de la creación, como mostraré más adelante.

El impacto de un hecho doloroso (nacimiento traumático, golpe en la cabeza, dolencia nerviosa, una corriente eléctrica, un rayo del cielo o un hecho aterrador en la infancia), experimentado durante el proceso en que se activan las neuronas cerebrales, es determinante en la gestación de la inteligencia sutil (2), que se desarrolla mediante los factores y recursos que hacen posible la creación poética, que son:

  1. El protoidioma de la creación, con los vocablos o las voces que aplican las leyes de la creación poética.
  2. Tradición hermética de una visión metafísica, con un vigoroso aliento cultural subyacente en la creación poética.
  3. Intuición y revelación de verdades profundas, procesos que identifican a los genuinos creadores con el soplo de lo viviente.

Para conocer el lenguaje que sustenta la base de la creación poética, que es el protoidioma de la creación, es necesario cumplimentar tres procesos internos en la conciencia del creador: un hecho doloroso y traumático, con la impresión de una huella en las neuronas cerebrales; una experiencia metafísica, que conecta al sujeto creador con los mundos sutiles; y una conexión con la sabiduría trascendente, que propicia la herencia espiritual del Cosmos.

Un trauma subyacente causado por un miedo en la infancia hace que el sujeto perciba señales de las irradiaciones metafísicas del Cosmos cuyos oleajes y ondas sutiles configuran las imágenes y los símbolos arquetípicos, que algunos vocablos de nuestra lengua formalizan en voces como sangre, fuego, piedra, ojo, cuchillo, puñales, flechas y otros términos afines que estremecen la sensibilidad, atizan la conciencia y motivan la creación. Mens, desperata, discurrit, decían los antiguos latinos para significar que “La mente, desesperada, discurre”. El sentido del verbo “discurrir” alude al hecho de crear o activar imágenes y conceptos de fenómenos y cosas.

¿Qué distingue a los genuinos poetas de los imitadores? El hecho de que tienen la capacidad para crear imágenes y símbolos. ¿Cuál es la ‘marca de fábrica’ que nos permite identificar a la persona con el genio de la creación? La capacidad para intuir la dimensión interior de fenómenos y cosas, con el dictado del sentido. ¿Cuál es el lenguaje de la poesía que identifica a los creadores originales, como Rubén Darío, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges? Que usan el protoidioma de la creación poética.

El protoidioma de la poesía es justamente un caudal de voces, imágenes y símbolos que anuncian una creación con valor poético, es decir, la obra de poesía y ficción en la que fluye el lenguaje arquetípico con el protoidioma de la creación, como se puede apreciar en la poesía de Rubén Darío.

Un terrible miedo subyace en la gestación de un poeta, y ese miedo lo induce a usar imágenes y voces que reflejan lo que estremece su sensibilidad y concita su conciencia. Por eso los genuinos creadores acuden a vocablos que reflejan un trauma o un tormento interior. Y el lector común, que busca belleza y emoción, no percibe ese lenguaje ya que la onda de su percepción estética no supera la apariencia sensorial. Pero el estudioso del lenguaje poético, el intérprete y el filólogo, perciben que los poetas auténticos usan vocablos que delatan lo que agita su interior profundo, una pesadilla secreta  que alude a la noche, el ojo, el fuego, la sangre, cuchillos y piedras que lo perfilan como sujeto estremecido por un miedo, un trauma o un delirio aterrador.

Hay un miedo subyacente en el trasfondo de la sensibilidad y la conciencia de los poetas. No se trata del miedo ancestral que experimentamos todos los hombres en virtud de factores genéticos comunes a la raza humana. Es un miedo subterráneo, visceral y particular que parte de una experiencia traumática en la infancia, que la memoria personal y el inconsciente individual reviven en diferentes circunstancias. Gracias a ese miedo, generador de inquietudes y angustias, tormentos y delirios, se activan las neuronas cerebrales que perciben los efluvios de la Creación y los fenómenos trascendentes de la irradiación cósmica, portadores de una secreta sabiduría cuyo sentido se manifiesta en las imágenes primordiales con mensajes de la cantera infinita.

Los temores derivados de traumas sufridos en la infancia activan las neuronas cerebrales que siente y atrapan las irradiaciones cósmicas portadoras de mensajes con muy antiguas verdades, que la mente convierte en imágenes y formaliza en poesía.

Los fluidos telúricos y las irradiaciones celestes portan mensajes que los creadores traducen en imágenes y símbolos, y que el protoidioma de la poesía cifra en su lenguaje arquetípico. Esas irradiaciones, en forma de destellos, voces, estelas, susurros y otras señales secretas, penetran en el inconsciente del contemplador a través de la pantalla del Cosmos, que es el cerebro humano. Al la intuición personal se suma el aporte de la sabiduría del Numen, que contiene el caudal de la sabiduría de la cantera del Universo, y que está a la disposición de la mente cuya sutileza permite sintonizar la dimensión metafísica del mundo. La mirada profunda depende del ojo que observa. No es lo mismo apreciar la realidad con una mirada sensorial, que procurar la dimensión trascendente de fenómenos y cosas. Quien tiene una mirada inquisitiva, propia de la metafísica, y quien tiene una mirada amorosa, propia de la mística, las cosas se le manifiestan en su dimensión profunda y trascendente.

El protoidioma de la creación

El concepto implicado en la palabra arquetipo alude al modelo primordial que una cosa, idea o imagen, puede concitar en el ámbito sutil de la realidad verbal, estética o metafísica. El fuero de la realidad verbal existe en su dimensión nominal. El fuero de la realidad estética vive en la conciencia del sujeto.  Y el fuero de la realidad metafísica fluye en la esfera sutil de la trascendencia.

El protoidioma de la creación poética comprende el lenguaje originario, primordial y arquetípico proveniente de la fuente del Logos. Los vocablos del protoidioma secundan las leyes de la creatividad poética, fraguadas por las imágenes compulsivas que genera el inconsciente colectivo de la memoria cósmica, según la explicación de Fredo Arias de la Canal (3). De ahí la impronta psíquica, emocional y espiritual que ejercen ciertas palabras claves (fuego, piedra, cuchillo, sangre, ojo, puñales, etc.) en la sensibilidad de los poetas y en la conciencia exegética de los filólogos.

La creación poética se hace afín a la energía más poderosa mediante el lenguaje primordial. Toda creación refleja lo que la realidad sugiere. Y la realidad es una emanación de la fuente divina. Para quienes sustentan que el mundo es una creación de Dios, visualizan las cosas como expresión del poder de la Divinidad. No hay rincón en la tierra sin una huella del cielo, aunque algunos territorios, como la ciudad de León en Nicaragua, la ciudad de Ávila en España o Moca en la República Dominicana, que dan radiantes señales de una zona privilegiada por una singular irradiación de lo divino que impregna su tierra y su cielo y a los creadores que reciben el influjo de esos territorios. El ámbito de León es un espacio abierto hacia el más allá. De ahí la impronta que la ciudad de León imprimiera en la sensibilidad estética y espiritual de Rubén Darío.

Las imágenes del inconsciente, aunque no pueden formularse racionalmente, influyen en la conformación del lenguaje arquetípico. Por eso las voces simbólicas aluden a los procesos interiores de la conciencia alterada o expandida a causa de traumas patológicos o impulsos irracionales que la razón desconoce: “De ahí la teoría que propone que el síntoma que constituye la enfermedad proviene de un trauma psíquico cuya memoria queda impresa en el inconsciente del sujeto”, según Carl Jung (4).

En otro lugar dije que mediante el lenguaje de la intuición, el poeta intuye la trascendencia de las cosas. Las manifestaciones sensoriales de las cosas, que captan la sensibilidad y la inteligencia, la expresan los poetas que, como artistas de la palabra, experimentan una misteriosa atracción ante las señales de lo viviente. Ahora bien, el poeta no describe solo lo que dicen las señales sensoriales, sino la voz que proviene de la interioridad de las cosas, que ahonda en lo trascendente, para lo cual es necesario que el creador haya desarrollado la sensibilidad espiritual para adentrarse en el misterio de las cosas; puede incluso sentir los efluvios del Universo y captar el sentido profundo de las cosas sencillas y corrientes, de hechos y manifestaciones comunes y de cuanto acontece en la vida, dando cuenta de lo que está más atrás, más adentro. Esa intuición de lo profundo es lo que aborda la metafísica, que va más allá de lo perceptible sensorialmente para dar con la dimensión interna y trascendente” (5).

Posteriormente, con fecha 13 de junio de 2008,Fredo Arias de la Canal, psicoanalista mexicano, me escribió: “He leído sus magníficos comentarios sobre la poesía de (Pedro José) Gris y León David, y veo que estamos interpretando el fenómeno metafísico de la poesía con los mismos conceptos, pero con adjetivos y sustantivos diferentes. La concepción de la palabra a través de una voz onírica o de la inspiración, para Ud. es de origen divino. Para Jung es de carácter genético, pues proviene del paleocórtex o memoria colectiva de la humanidad, como lo he comprobado con miles de testimonios arquetípicos de los poetas (…) Las concepciones poéticas de León David, como las de todo poeta, son de origen oral-traumático: “Por sobre la estatura inmóvil del granito…/para beber contigo/con una misma sed, la misma agua./Hijo del agua,/vástago de la estrella,/engendro sideral de la nostalgia…/de la sed que te habita/del hambre que te arrastra”. Y yo le respondí que su teoría del paleocórtex tiene validez por el fecundo resultado interpretativo de su talento crítico, que interpreto como una vía instrumental, no causal, de la creatividad. Me explico: así como la radio o la televisión, mediante sus respectivas antenas, captan y transmiten las señales del exterior (las ondas hertzianas), de la misma manera el cerebro humano es la antena de sensibilidad que recibe y transmuta en formas verbales las señales de la trascendencia, que bien pueden ser de la memoria cósmica, de la que habla Jung, o de la cantera del infinito, de la que hablaba Platón. Creo que de ambas fuentes nos llegan señales que la intuición atrapa y convierte en verdades metafísicas, que pueden ser mediante la voz personal y la voz universal. La primera es observada por el poeta. La segunda le es revelada por potencias superiores. Lo que la visión científica descubre no contradice sino que afirma de otra manera lo que la sabiduría mística intuye” (6).

Los creadores se inspiran en la belleza y el sentido que las cosas reflejan y que las palabras canalizan en las imágenes de la poesía y en los conceptos del pensamiento. Hemos internalizado en la conciencia un prototipo de belleza y el sentido, de la imagen y el concepto. Por eso el Logos encierra la comprensión y la expresión de la dimensión sensorial y sutil de las cosas, razón por la cual todo remite al modelo primordial de la Creación, que llamamos arquetipo, que es la imagen originaria, el modelo ejemplar que ideamos o concebimos como la fuente primigenia que nos sirve de inspiración.

Ya sabemos por las reflexiones de Fredo Arias que las palabras que definen al genuino poeta son las voces del protoidioma de la creación, de tal manera que un conocedor de ese léxico, que perfila el lenguaje arquetípico de la poesía, es la carta de presentación de quien está dotado de la gracia poética o del ángel de la creación.

Entre las voces arquetípicas, que determinan el protoidioma de la poesía, sobresalen ojo, fuego, piedra, sangre, serpiente, estrellas, agujas, espinas, puñales (cuchillos, espadas), centellas, llama, rayos, luna, mariposas, luciérnagas y otras que proyectan el miedo ancestral de la naturaleza humana y que los poetas asumen con su instinto poético en cuyas voces fundan las leyes de la creación poética, la base de la tradición hermética y el medio de su inspiración que fluye y pervive en los genuinos creadores de poesía y ficción.

Las leyes de la creación poética avalan los arquetipos del protoidioma. El lenguaje del protoidioma, propio de la poesía, lo aplican los poetas de manera inconsciente, ya que a menudo desconocen lo que escriben cuando canalizan los impulsos de la creación. Por tratarse de una operación verbal que de manera inconsciente formalizan los autores de poesía, Platón advirtió que los poetas canalizan sabias verdades que a menudo desconocen. Pues bien, un vocablo esencial del protoidioma, aplicado en la poesía de Rubén Darío, es sangre, que el poeta usa como índice de aliento de alto vuelo(RDaríoCantos42):

¡Carne, celeste carne de la mujer! Arcilla

-dijo Hugo-, ambrosía más bien, ¡oh maravilla!

La vida se soporta,

tan doliente y tan corta,

solamente por eso:

¡roce, mordisco o beso

en ese pan divino

para el cual nuestra sangre es nuestro vino!

En ella está la lira,

en ella está la rosa,

en ella está la ciencia armoniosa,

en ella se respira

el perfume vital de toda cosa.

   Puñales, flechas, espinas, piedras y otros vocablos afines desfilan en la poesía de Darío como dardos que horadan su sensibilidad y su conciencia que, subrepticiamente, aluden a las luchas por la Independencia de los pueblos hispanoamericanos y a la posterior paz y armonía compaginando a su obra la savia de la cultura de nuestra lengua, que ha sustentado la base de la cultura hispánica en América(RDaríoCantos4):

Pasó una piedra que lanzó una honda;

pasó una flecha que aguzó un violento.

La piedra de la honda fue a la onda,

y la flecha del odio fuese al viento.

   El lenguaje de la poesía, que las voces del protoidioma canalizan en imágenes luminosas como sol, fuego, luz y llama, para el poeta leonés constituye una pauta de inspiración creadora que pondera la poesía, la música y la pintura, como revela en el soneto “Trébol”, dedicado a los españoles Luis de Góngora y Diego Velásquez:

 

Mientras el brillo de tu gloria augura

ser en la eternidad sol sin poniente,

fénix de viva luz, fénix ardiente,

diamante parangón de la pintura,

 

de España está sobre la veste oscura

tu nombre, como joya reluciente;

rompe la Envidia el fatigado diente,

y el Olivo lamenta su amargura.

 

Yo en equívoco altar, tú en sacro fuego,

miro a través de mi penumbra el día

en que el calor de tu amistad, Don Diego,

 

jugando de la luz con la armonía,

con la alma luz, de tu pincel el juego

el alma duplicó de la faz mía.

(RDaríoCantos34).

 

 

Tradición hermética en la creación poética de Rubén Darío

 En su Autobiografía, Rubén Darío revela que poseía una sensibilidad con la capacidad para sintonizar los efluvios de la Creación pues avizoraba irradiaciones sobrenaturales: “Como dejo escrito, con Lugones y Piñeiro Sorondo hablaba mucho sobre ciencias ocultas. Me había dado desde largo tiempo a esta clase de estudios, y los abandoné a causa de mi extremada nerviosidad y por consejo de médicos amigos. Yo había tenido ocasión, desde muy joven, si bien raras veces, de observar la presencia y la acción de las fuerzas misteriosas y extrañas, que aún no han llegado al conocimiento y dominio de la ciencia oficial. En Caras y caretas ha aparecido una página mía en que narro cómo en la plaza de la Catedral de León, en Nicaragua, una madrugada vi y toqué una larva, una horrible materialización sepulcral, estando en mi sano y completo juicio” (7).

Lo arquetípico es un nivel superior al sentido metafórico puesto que alude, asociativamente, a una dimensión metafísica y simbólica por la connotación primordial de sus alusiones. En su vertiente afectiva, psicológica y espiritual, los poetas se compenetran con el alma de las cosas y con los efluvios cósmicos, y en su experiencia metafísica y religiosa con la naturaleza, viven y se compenetran con la faceta interna, alada y sutil, pero real y genuina de fenómenos y cosas, que encarna el aliento primordial de lo viviente en su onda intangible. Por eso los poetas pueden sentir la música del silencio y percibir una llama en la sombra. Con imágenes y símbolos arquetípicos fraguan la dimensión inédita delo real, las irradiaciones metafísicas de los fenómenos suprasensibles y las connotaciones metafísicas y místicas de lo viviente.

Imágenes espantosas circundan las células nerviosas en la cabeza de los poetas, que las formalizan en voces y expresiones que canalizan sus compulsiones interiores. Así aparecen, vinculadas a la flora, hierbas venenosas y flores espinosas; y a la fauna, pájaros y reptiles, como arañas y serpientes. Esas imágenes afloran en sus sueños y visiones como una expresión inveterada de una antigua herencia que los humanos llevamos en los genes de la psiquis de nuestra alma, ya que en virtud de una memoria colectiva heredamos rasgos de la supervivencia de un pasado que vive en el presente con una carga afectiva, psicológica y espiritual, huella de nuestros antepasados.

Carl Jung afirmó que hay imágenes primordiales que visualizan los creadores de poesía en diversas lenguas, países, épocas y culturas, hecho que confirma la existencia de un inconsciente colectivo. No se trata solo de reminiscencias personales, propias del inconsciente individual, sino de la herencia de una sabiduría ancestral que desde antiguo se atribuye al Numen, palabra con la cual se alude a la sabiduría de la herencia cósmica, y con imágenes que articulan esa herencia espiritual aluden a un lenguaje que repiten los genuinos poetas de las diversas lenguas y culturas. Se trata de imágenes que proceden de las capas profundas del psiquismo humano, que es el inconsciente personal, y de las capas más profundas de la memoria cósmica, que es el inconsciente colectivo.

Las imágenes arquetípicas reproducen pensamientos y sentimientos del inconsciente, tanto el personal como el colectivo. Por eso dijo Jung: “Las imágenes primordiales son los pensamientos más antiguos, generales y profundos de la humanidad” (8).

Cuando Heráclito de Éfeso calificaba como un “fuego sagrado” la energía de la conciencia, con esa expresión simbólica aludía a la imagen primordial del arquetipo cósmico. Por eso escribió Fredo Arias de la Canal: “Para ser más claros, todo mamífero humano sujeto artificialmente a una carencia de alimentación en los primeros días de su existencia, representará más tarde en la vida, ya sea en sueños o en poemas, los símbolos de su trauma oral, los cuales proyectará mediante música, poesía, pintura” (9).

Las leyes de la creatividad poética, que sintetizara Fredo Arias de la Canal, son las siguientes: 1. Los arquetipos que concibe el poeta durante sus sueños o estados de posesión (o inspiración) provienen de su propio inconsciente o paleocórtex cerebral y se hacen conscientes al percibir, escribir o recordarlos. 2. Todo poeta es un ser que simboliza sus traumas orales con arquetipos pertenecientes al inconsciente colectivo, del cual su propio inconsciente es parte integrante. 3. Todo poeta concibe, en mayor o menor grado, arquetipos cósmicos: cuerpos celestes asociados principalmente a los símbolos: ojo, fuego y piedra, y secundariamente a otros arquetipos de origen oral-traumático (10).

En su estudio sobre la poesía de Rubén Darío, Pedro Henríquez Ureña cita un testimonio de José Enrique Rodó sobre el poeta nicaragüense: “Los que ante todo, buscáis en la palabra de los versos la realidad del mito del pelícano, la ingenuidad de la confesión, el abandono generoso y veraz de un alma que se os entrega toda entera, renunciad por ahora a cosechar estrofas que sangren como arrancadas a entrañas palpitantes. Nunca el áspero grito de la pasión devoradora e intensa se abre paso a través de los versos de este artista poéticamente calculador, del que se diría que tiene el cerebro macerado en aromas y el corazón vestido de piel de Suecia”. Y remata su interpretación con el siguiente párrafo: “Contempla con ojos paganos el Universo, y se inflama en ardor hierático escuchando el primitivo, eterno y misterioso palpitar de la vida: la belleza es río de oro que fluye del Olimpo, la fuerza hálito perennemente juvenil que brota de tierras y de mares, y en el infinito, sonoro con el himno de las esferas, reina la ley del amor que dicta la diva potensCypri. El culto de la naturaleza le exalta y embriaga; así canta, con la palabra desnuda y poderosa, el más franco y atrevido himno a la hembra: ¡Eva y Cipris concentran el misterio del corazón del mundo!” (11).

Con imágenes y símbolos arquetípicos, Rubén Darío logró, como los grandes poetas que en el mundo han sido, una recuperación de las cosas que han sido y de lo que Es.

Rubén Darío supo contemplar la vertiente inédita y profunda, estética y simbólica de una flor, un paisaje, un cisne… mediante el proceso de interiorización, con el que los poetas activan sus sentidos interiores, auscultan la esencia de fenómenos y cosas, y captan verdades poéticas, que revelan su belleza y su sentido, como postula la poética del Interiorismo (12). Lo que esconden las cosas, reclaman la activación de la intuición para entrar a la secreta esfera de lo viviente, que es lo trascendente. Eso es lo que ha hecho la tradición hermética en procura de la clave del sentido. La mirada metafísica es una inclinación de la conciencia a favor de la búsqueda del sentido, que indaga en la realidad sensorial de lo viviente y en la conciencia humana para captar su dimensión esencial y trascendente.

Los creadores y estetas de la talla de Rubén Darío están abiertos a fluir de lo viviente para canalizar en su creación lo que concita su sensibilidad y su conciencia. En la lírica metafísica de Rubén Darío, su intuición da cuenta de las señales intangibles de las cosas y las irradiaciones sutiles del Cosmos. Esas irradiaciones sutiles inciden en la mente de iluminados, contemplativos y poetas. Se trata de emanaciones cósmicas y efluvios de la trascendencia, que vienen transmitidas en el idioma universal de los arquetipos poéticos, que canalizan las lenguas de las diversas culturas, de tal manera que pueden ser asimiladas por creadores metafísicos, mitopoéticos y teopoéticos, como se puede comprobar en cualquier lengua europea, americana, africana, asiática y aborigen, mediante el Protoidioma de la creación.

Mediante nuestra mente estamos conectados al inconsciente colectivo y, a su vez, el inconsciente colectivo está conectado al Numen de la memoria cósmica. De ahí la conexión de contemplativos, místicos, iluminados y poetas a la sabiduría universal, por lo cual es posible la percepción de mensajes, imágenes y verdades que los poetas canalizan en su creación metafísica, mitopoética y teopoética.

Rubén Darío ponderaba la iluminación de la conciencia y, aunque sabía que la poesía era una fragua del dolor, como expresión de una grave angustia que delata el protoidioma, se valía de dichas imágenes según canta en “Melancolía”: “La poesía/es la camisa de mil puntas cruentas/que llevo sobre el alma./Las espinas sangrientas/dejan caer las gotas de mi melancolía” (13).

El poeta de León sentía en su mente el oleaje de las ondas misteriosas de las irradiaciones sutiles de la cantera infinita, como lo manifiesta en “Caracol” (14):

Así la sal me llega de los vientos amargos

que en sus hinchadas velas sintió la nave Argos

cuando amaron los astros el sueño de Jasón;

y oigo un rumor de olas y un incógnito acento

y un profundo oleaje y un misterioso viento…

(el caracol la forma tiene de un corazón).

 

En su poema “Nocturno” llegó a cantar que “Un eco del corazón del mundo/penetra y conmueve mi propio corazón” (RDaríoCantos54). Y en “Divina psiquis”, el inmortal nicaragüense explora, en estrofas de cuatro sílabas con finales apareados el primero con el tercero y el segundo con el cuarto, y a la luz de su visión metafísica, la dimensión de lo invisible (RDaríoCantos39):

Divina Psiquis, dulce mariposa invisible

que desde los abismos has venido a ser todo

lo que en mi ser nervioso y en mi cuerpo sensible

forma la chispa sacra de la estatua de lodo.

 

Te asomas por mis ojos a la luz de la tierra

y prisionera vives en mí de extraño dueño:

te reducen a esclava mis sentidos en guerra

y apenas vagas libre por el jardín del sueño.

 

Sabia de la lujuria que sabes antiguas ciencias,

te sacudes a veces entre imposibles muros,

y más allá de todas las vulgares conciencias

exploras los recodos más terribles y oscuros.

 

Alentado por los prodigios que abruman, la mente del poeta modernista es eco y fragua de visiones, irradiaciones y señales trascendentes que el lenguaje del protoidioma y la tradición hermética de la cultura metafísica atizan en su conciencia, según expresa  nuestro poeta (RDaríoProsas55):

 

Y el hombre,

a quien duras visiones asaltan,

el que encuentra en los astros del cielo

prodigios que abruman y signos que espantan,

mira al dromedario de la caravana

como el mensajero que la luz conduce,

¡en el vago desierto que forma la página blanca!

   La poesía de Rubén Darío es una confirmación de que el fuero neuronal dela mente del poeta es una caja de resonancias del impacto de fenómenos trascendentes cuyas ondas electromagnéticas confluyen en los circuitos interiores de la conciencia, que el lenguaje de la poesía canaliza en sus imágenes y mitos, como se aprecia en la lírica del poeta nicaragüense, que las visualiza como “el abismo misterioso de lo Eterno” (RDaríoProsas56):

A la orilla del abismo misterioso de lo Eterno

el inmenso sagitario no se cansa de flechar;

le sustenta el frío Polo, lo corona el blanco Invierno

y le cubre los riñones el vellón azul del mar.

Cada flecha que dispara, cada flecha es una hora;

doce aljabas, cada año, para él trae el rey Enero;

en la sombra se destaca la figura vencedora

del Arquero.

Intuición, inspiración y revelación de verdades profundas

La independencia de las naciones hispanoamericanas propició en la América hispana la floración del Romanticismo, como dice el escritor argentino Emilio Carilla (15), y nosotros inferimos que la gestación del Modernismo fue una expresión literaria de liberación y apertura que la independencia política prohijó en la América española.

En Azul (16), el poeta que enalteció la lírica hispanoamericana, percibe los misteriosos arrullos del viento que atizan la conciencia sutil con el protoidioma de la creación:

En las pálidas tardes

yerran nubes tranquilas en el azul;

en las ardientes manos

se posan las cabezas pensativas.

¡Ah los suspiros! ¡Ah los dulces sueños!

¡Ah las tristezas íntimas!

¡Ah, el polvo de oro que en el aire flota,

tras cuyas ondas trémulas se miran

los ojos tiernos y húmedos,

las bocas inundadas de sonrisas,

las crespas cabelleras

y los dedos de rosa que acarician!

En las pálidas tardes

me cuenta una hada amiga

las historias secretas llenas de poesía;

lo que cantan los pájaros,

lo que llevan las brisas,

lo que vaga en las tinieblas,

lo que sueñan las niñas.

Sócrates había señalado en su Apología que los poetas comunican sabias verdades cuyo significado suelen desconocer ya que generalmente no escriben por sabiduría sino por inspiración. Los poetas escriben inducidos por una de estas tres vías: intuición, inspiración y revelación. Esas modalidades se acomodan a la sensibilidad de la persona, el influjo de las cosas y los efluvios del Cosmos, que concitan la creación.

Quien tiene conciencia literaria sabe que la creación poética postula un lenguaje diferente al lenguaje ordinario; quien tiene conciencia estética sabe que la poesía entraña la creación de imágenes y símbolos; y quien tiene conciencia del lenguaje sabe que los genuinos poetas se valen del protoidioma de la creación.

El lenguaje de la poesía es una expresión de las ondas físicas y metafísicas, telúricas y celestes, que los poetas canalizan en imágenes arquetípicas. Cuando el poeta se siente fecundado por el aliento de la creación, experimenta una elevación de la sensibilidad que puede ser intuición, inspiración o revelación. Esa rutilación del espíritu, que embriaga la conciencia, genera no solo la gestación de la emoción estética, sino la fruición espiritual. Para que esa magia de la palabra se haga realidad, ha de producirse en el creador una entrañable empatía entre su propio ser y el ser del mundo, única vía que hace fluir, con belleza y sentido, el arte de la creación. Dotado de una misteriosa conexión de su inconsciente personal con el inconsciente colectivo, y prevalido del idioma de la creación, el creador de poesía plasma la percepción de su sensibilidad y la intuición de su conciencia con los arquetipos del yo profundo mediante imágenes de la sabiduría espiritual de la memoria cósmica.

En esa operación creadora coparticipan tres instancias interiores: 1. El yo del sujeto creador, que se estremece ante las irradiaciones de fenómenos y cosas. 2. La naturaleza de las irradiaciones estelares, que impregnan la sensibilidad del contemplador con sus destellos metafísicos. 3. La relación entre las imágenes de esas irradiaciones y el fuero de la conciencia, que activan la capacidad creadora del contemplador.

Al igual que a los niños, los iluminados y los místicos, los poetas perciben irradiaciones metafísicas del Universo mediante las antenas de su sensibilidad, que las imágenes y símbolos formalizan con el protoidioma de la creación (RDaríoCantos47):

Hoy pasó un águila

sobre mi cabeza;

lleva en sus alasla tormenta,

lleva en sus garras

el rayo que deslumbra y aterra.

¡Oh águila!

Dame la fortaleza

de sentirme en el lodo humano

con alas y fuerzas

para resistir los embates

de las tempestades perversas,

y de arriba las cóleras

y de abajo las roedoras miserias.

Pasó un búho

sobre mi frente.

Yo pensé en Minerva

y en la noche solemne.

¡Oh búho!

Dame tu silencio perenne,

y tus ojos profundos en la noche

y tu tranquilidad ante la muerte.

dame tu nocturno imperio

y tu sabiduría celeste,

y tu cabeza cual la de Jano,

que, siendo una, mira a Oriente y Occidente.

  Esas visiones tormentosas fecundan el “dolorido sentir” de los poetas, que el propio Darío testimoniara en su autobiografía, confirmando no solo la condición traumática en la gestación de los poetas, sino la tendencia a formalizar, con el lenguaje del protoidioma y la vocación metafísica, las voces que perfilan el fenómeno creador, como hachas, puñales, pájaros, toros, ojos (RubénDaríoCantos60).

 

Buey que vi en mi niñez echando vaho un día

bajo el nicaragüense sol de encendidos oros,

en la hacienda fecunda, plena de la armonía

del trópico; paloma de los bosques sonoros

del viento, de las hachas, de pájaros y toros

salvajes, yo os saludo, pues sois la vida mía.

   Con el protoidioma de la creación y el cauce conceptual de la tradición hermética (17), el poeta hispanoamericano construye lo que sacude su sensibilidad, herida por el impacto de una dolorosa huella impresa en sus sentidos, como puñales, sangre, ojos, voces que delatan la angustia creadora del poeta nicaragüense (RubénDaríoProsas72):

 

Sus labios sensuales y encendidos,

de efebos criminales, son cual rosas sangrientas;

sus puñales, de piedras preciosas revestidos

-ojos de víboras de luces fascinantes-,

al cinto penden; arden las púrpuras violentas

en los jubones; ciñen las cabezas triunfantes

oro y rosas; sus ojos, ya lánguidos, ya ardientes,

son dos carbunclos mágicos de fulgor sibilino,

y en sus manos de ambiguos príncipes decadentes

relucen como gemas las uñas de oro fino.

 

En “Sonatina” (RDaríoProsas13), nuestro poeta enaltece la vocación poética, que atribuye a una princesa imaginaria, símbolo de la condición poética del autor y, con el lenguaje del protoidioma, como rayo, sol, trueno, crea la imagen del “trueno del mar”:

 

¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa,

quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,

tener alas ligeras, bajo el cielo volar,

ir al sol por la escala luminosa de un rayo,

saludar a los lirios con los versos de mayo,

o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

 

Bruno Rosario Candelier

XIV Coloquio Literatura Hispanoamericana

Bogotá, Colombia, 27 de septiembre de 2018.

 

Notas:

  1. Bruno Rosario Candelier, “La irradiación metafísica en Rubén Darío”, ponencia al XV Simposio sobre Rubén Darío, León, Nicaragua, 18 de enero de 2017.
  2. Bruno Rosario Candelier, “Experiencia mística y fenómenos de conciencia”, en La dolencia divina, Santo Domingo, Ateneo Insular, 2016, pp. 7-22.
  3. Fredo Arias de la Canal, Génesis del psicoanálisis literario, México, Frente de Afirmación Hispanista, 2010, p. XIII.
  4. Carl Jung, Psicología del inconsciente, Barcelona, Seix Barral, 1973, p. 69.
  5. Fredo Arias de la Canal, Génesis del psicoanálisis literario, p. XXIV.
  6. Fredo Arias de la Canal, Génesis del psicoanálisis literario, pp. LVI-LXI.
  7. Rubén Darío, Autobiografía, Nicaragua, Distribuidora Cultural, 2015, p. 53.
  8. Fredo Arias de la Canal, Génesis del psicoanálisis literario, p. 94.
  9. Fredo Arias de la Canal, Génesis del psicoanálisis literario, p. 97.
  10. Fredo Arias de la Canal, De la filosofía al protoidioma, México, FAH, 2005, p. 78.
  11. En Pedro Henríquez Ureña, Obras completas, S. Dgo, Edit. Nacional, 2013, pp. 131 y 133.
  12. Bruno Rosario Candelier, Poética del Interiorismo, Moca, Ateneo Insular, 2015, p. 187.
  13. Rubén Darío, Cantos de vida y esperanza, Nicaragua,Dist. Cultural, 2015, p. 49.
  14. Rubén Darío, Cantos de vida y esperanza, p. 53.
  15. Emilio Carilla, El Romanticismo en la América hispánica, Madrid, Gredos, 1975, p.51.
  16. Rubén Darío, Azul, Managua, Nicaragua, Distribuidora Cultural, 2015, p. 62.
  17. Rubén Darío, Prosas profanas, Nicaragua, Distribuidora Cultural, 2015, p. 72.

Sancocho/salcocho, aprochar, no ha lugar/no *a lugar

Por Roberto E. Guzmán

SANCOCHO – SALCOCHO

“. . .cuál es la expresión correcta si ´SALCOCHO´ o ´SANCOCHO´. . .”

Desde el principio hay que dejar bien claro que las formas de denominar el sabroso plato de la gastronomía dominicana varían de acuerdo con la condición social o cultural de quien habla.

Una persona de menor nivel cultural dirá que se ha comido un sancocho. Otro comensal con ínfulas de ilustrado que devoró y disfrutó el mismo plato dirá que degustó un salcocho. No hay que extrañarse, pues los dos se refieren al mismo sabroso plato de la culinaria dominicana.

Desde hace muchos años las dos formas de llamar la sabrosa sopa ha sido motivo de estudio. Aquí vale la pena traer la autoridad de D. Ángel Rosenblat para aclarar el concepto.

En su libro Buenas y malas palabras (1974) en la edición en papel en cuatro volúmenes D. Ángel se remonta hasta el año 1617 para encontrar el linaje del sancocho americano que desciende de uno de Burgos, en Castilla; aunque en otros lugares de España se le conocía con el nombre de zancocho. Se conocía hasta con las acepciones que se verán más adelante que no pertenecen al ámbito de la cocina. Concluye el citado estudioso, “El sancocho americano es, pues, una prolongación del castellano”. (1974-I-108-9).

Con esta afirmación documentada se desvirtúa la opinión de algunos antropólogos que ven en el sancocho la creación de los esclavos de América que cocinaban las sobras de sus señores en un caldo enjundioso.

A través de los tiempos en la lengua española la significación de la palabra sancocho ha sido diferente, dependiendo del sitio en que se use. Esas variaciones se han mantenido hasta el presente.

La explicación para las dos grafías que D. Ángel ofrece es, “Este salcocho rústico se explica sin duda como un caso de etimología popular. Del mismo modo que vagabundo se hizo vagamundo, tan usado desde la época clásica hasta hoy, sancocho se hizo salcocho por una tendencia a dar significación coherente a las dos partes de la palabra”.

Las dos formas sancocho y salcocho están en el Diccionario de la lengua española de las academias. Según parece los académicos representantes de las corporaciones americanas no han logrado introducir modificaciones en cuanto a los conceptos correspondientes a las dos palabras, sancocho y salcocho.

Dependiendo del país en que se use el Diccionario de la lengua española escribe que sancocho puede ser, “Alimento a medio cocer. Olla compuesta de carne, yuca, plátano y otros ingredientes, y se toma en el almuerzo. Revoltijo. Comida cocida con agua, sal y otro condimento. Comida mal preparada, insulsa, pobre en ingredientes. Resto de comida que se utiliza como alimento para los cerdos”. Para salcocho trae, “Preparación de un alimento cociéndolo en agua y sal para después condimentarlo.

En el Diccionario de americanismos (2010) para sancocho las acepciones van desde un dulce, pasando por la sopa dominicana, con los guisos variados en tipos de carne, pescado y otros ingredientes hasta llegar al lío, enredo; cosas revueltas; mescolanza de cosas e ideas, hasta cosa mal hecha.

Algunas de las acepciones de este sancocho o salcocho vienen de los verbos correspondientes. En el español dominicano sancochar o salcochar algo es hacerlo de prisa y con descuido.

Con esta exposición se espera dejar satisfechas todas las preguntas concernientes a los dos vocablos del título y los verbos correspondientes.

 

APROCHAR

“. . .mi interés es APROCHAR la presentación. . .”

No se ha conseguido información acerca de este verbo ni “en los centros espiritistas”, que es como acostumbran a decir los dominicanos. En este comentario se examinará el supuesto verbo con apoyo en conjeturas para explicar su origen.

Se piensa que el verbo del epígrafe se desprende de una mala traducción del inglés al español. Se cree que tiene algo que ver con el verbo to approach del inglés. Las traducciones más socorridas para el verbo son, “tratar, acercarse a, acceder a”. No se extenderá esto a la consideración de la voz del inglés en calidad de sustantivo.

Hace muchísimos años en el español de la República Dominicana se utilizaba la voz “aproche” para referirse a los accesos a ambos lados de los puentes a través de la vía, camino o carretera. En el español conocido como general, existe la palabra “aproches” que la Asociación de Academias de la Lengua Española entiende que deriva del francés  approches, accesos.

El inconveniente que se presenta con este “aproches” es que el único significado que figura en el diccionario de la academia antes mencionada pertenece al campo militar, “Conjunto de trabajos que se hacían para atacar una plaza y acercarse a batirla; como las trincheras, paralelas, baterías, minas, etc.” No se entiende la razón para que el verbo de la definición figure en un tiempo pasado.

Lo que no se especifica en el citado diccionario es que la palabra del francés siempre va en plural y que en francés esa es una significación que pertenece al pasado, cuyo uso ha desaparecido. Quizá eso explica el verbo en imperfecto en la acepción en español a que se ha aludido antes. Diccionario Petit Robert (2007:123).

No hace falta recurrir a este aprochar cuando en español existen otros vocablos patrimoniales que ya se mentaron.

 

NO HA LUGAR – NO *A LUGAR

“. . .puede “caerse” el caso o resultar en NO A LUGAR. . .”

La primera frase que sirve de título a esta sección pertenece al campo jurídico. Se piensa que en otras circunstancias no tiene sentido. Esta frase consiste en una traducción de otra que existe en francés, non-lieu que servirá de punto de partida para el examen de la que pertenece al español dominicano.

El “no ha lugar” francés es un sustantivo masculino que existe desde el año 1836 y consiste en una “decisión mediante la cual una jurisdicción de instrucción, fundándose en una justificación de derecho o sobre una insuficiencia de pruebas, determina que no hay lugar a continuar el procedimiento tendiente a hacer comparecer la persona sometida a examen delante de una jurisdicción de juicio (fondo)”. Petit Robert (2007:1702).

Lo que se produjo en la frase en francés es una elipsis, no hay verbo alguno, esta es una figura de construcción que consiste en omitir palabras en una oración que no son indispensables para comprender su sentido, pues lo omitido queda sobreentendido.

El traductor dominicano no se sintió con derecho a prescindir del verbo, y con una redacción general se sirvió del verbo haber para expresar que no procede eso de lo que se trata. Con esta locución se designa una decisión de justicia que interrumpe un procedimiento.

© 2018, Roberto E. Guzmán

Cartuchazo, pendulación, embadurnar

Por Roberto E. Guzmán

CARTUCHAZO

“. . .mató a. . . de un CARTUCHAZO en el costado izquierdo. . .”

Esta voz que consta a modo de título es un dominicanismo; esto así de modo exclusivo porque en otros países de habla hispana no se utiliza esa voz de la forma y con los significados que le atribuyen los hablantes de español dominicano. La información pertinente aparece documentada en el Diccionario del español dominicano (2013:157), “Disparo de una escopeta”.

Se demostrará por este medio que el “cartuchazo” dominicano tiene otro significado que no es el propio de la acción del disparo de un cartucho hecho con una escopeta.

Existe otro cartuchazo que no ha sido aún documentado. Esta acción quizás es un disparo, pero no de arma de fuego. En el habla coloquial, casi tabú, se llama de esta manera a una eyaculación.

Sobre todo cuando se menciona el último vástago (el último cuplé), con el mote de “el último cartuchazo”. Casi siempre se denomina de este modo al hijo/a de una pareja en que el hombre es de mayor edad que la mujer, cuando se suponía que el hombre no estaba en capacidad de tener más descendencia.

El Diccionario fraseológico del español dominicano atesta que entre los hablantes de español dominicano existe la locución verbal “tirar los últimos cartuchazos” para expresar, “Realizar alguien sus últimos esfuerzos en alguna actividad”. El uso en ese diccionario está documentado con una cita extraída de un periódico impreso de circulación nacional. (2016:102).

El cartucho que figura implícito en la voz del español dominicano no es “carga de explosivo correspondiente a cada tiro de un arma de fuego”. A esa definición habría que añadirle que en República Dominicana en materia de armas de fuego se llama cartucho al que corresponde exclusivamente a un arma de fuego denominada escopeta.

La escopeta de los dominicanos es la que dispara un cartucho con pólvora y un detonante que lleva uno o varios perdigones en su interior. Es considerada un arma larga que se usa de preferencia para la cacería. Con anterioridad se disparaba apoyándola en el hombro. En la actualidad se fabrican algunas con cañón corto que pueden ser disparadas sin necesidad de apoyarlas en el hombro.

 

PENDULACIÓN

“. . .son parte de esa PENDULACIÓN históricamente cíclica. . .”

Desde el principio ha de dejarse constancia de que se simpatiza con este sustantivo. Más adelante se argumentará acerca de su posible significado y la razón que existe detrás de este que puede servir para explicar su oportunidad.

Es necesario agregar que este sustantivo no consta todavía en el catálogo de palabras reconocidas publicado por la Asociación de Academias de la Lengua Española.

Es fácil entender que el sustantivo del título tiene relación con el péndulo, que se caracteriza por ser un cuerpo rígido que oscila regularmente bajo la influencia de la gravedad o de su propio peso, sin interferencia, alrededor de un eje horizontal fijo.

Este movimiento es importante en ingeniería y mecánica; de ahí pasó a manifestaciones o fenómenos. Estos fenómenos han de interpretarse como el producto de la actividad humana o de la naturaleza. Se refiere a movimientos observados de crecimiento o disminución alternativos de la intensidad, que se producen con mayor o menor regularidad en fenómenos, manifestaciones y actividades humanas.

Las manifestaciones o fenómenos que se mencionan más arriba casi siempre se refieren a hechos políticos o económicos. En gran medida esta pendulación puede vincularse con la oscilación. Hay que tener presente que la oscilación no indica por necesidad que el movimiento sea regular o de la misma intensidad, como se explicó antes.

El inconveniente con la aceptación de la pendulación es que generalmente los hablantes en la vida diaria tienden a conectar el sustantivo directamente con el péndulo e identifican el movimiento con el vaivén y dimensión regulares en el tiempo.

En el Diccionario del español actual (1999-II-3465) ya figura pendulación, “Acción de pendular” hallado en una publicación del año 1974, que se refiere a actividad política. Es un empleo figurado del verbo, para un movimiento de las condiciones políticas y sociales.

Al buscar en el diccionario citado más adelante en las palabras próximas a pendulación se encuentra pendulazo, con la definición de, “Fuerte cambio de orientación en un asunto”, con un ejemplo de uso del año 1999. Así mismo figura pendulear, con la acepción, “Ir de un lado a otro”. Nuevo diccionario de voces de uso actual (2003:905-6).

No basta con simpatizar con una voz. Según parece esta del epígrafe es de poco uso y se utiliza en ingeniería o en mecánica de modo específico, aunque se ha citado un ejemplo que se sale de ese medio.

 

EMBADURNAR

“. . . las desagradables imágenes del emblemático Malecón de Santo Domingo EMBADURNADO de basura. . .”

No es fácil imaginar los orígenes del verbo que se empleó en la cita, pues aunque parece un verbo compuesto, el supuesto “badurnar” no existe; es más, se cree que nunca existió. Las únicas explicaciones posibles recurren a voces dialectales del español de siglos pasados.

En el español actual se encuentra la palabra “bardo” que es equivalente de “barro, fango”, eso que los dominicanos llamarían de preferencia lodo. Esa palabra, bardo, puede tener relación con el verbo del título.

Para el vocablo embadurnar el Diccionario de la lengua española (2014) en su aparte dedicado a este verbo trae cuatro otros verbos en calidad de equivalentes, “untar, embarrar, manchar, pintarrajear”. De entre estos verbos el verbo embarrar mantiene relación directa con el sustantivo barro.

El primer verbo, untar, es esencialmente “cubrir la superficie de una cosa o parte de ella con una sustancia grasa o pastosa”; esto es, untuosa o sucia.

El verbo embarrar corresponde a manchar, cubrir o untar con barro o cualquier sustancia viscosa.  Manchar es un verbo que indica ensuciar algo cubriendo el color que tenía. Pintarrajear por su parte es pintar de modo descuidado algo con uno o varios colores.

Si se piensa con detenimiento, el verbo embadurnar no es el más conveniente para acompañar al sustantivo basura porque la última no reviste las cualidades distintivas para que puedan ejecutarse con ella las acciones que señalan los verbos equivalentes mentados más arriba.

Se proponen algunas soluciones para la cita. Pueden ser la “acumulación o cúmulo de basura”, el “amontonamiento, desparrame de basura”.

© 2018, Roberto E. Guzmán

«La nación y su escritura», de Carmen Cañete Quesada

«La originalidad de esta valiosa antología comentada radica, por un lado, en su enfoque temático, que privilegia asuntos de género, raza e identidad, y la relación de los textos con los acontecimientos históricos, y por el otro, en el gran espacio reservado a la voz de las mujeres, largamente silenciada, y a la literatura transnacional de dominicanos que viven en Estados Unidos, Puerto Rico o España, con sus remesas culturales. Esta atención a la escritura femenina, la escritura de la diáspora y la herencia africana conforma una constelación de márgenes que acaba poniendo en entredicho el canon hegemónico».

Danilo Manera, Catedrático de Letras Hispánicas, Universidad de Milán, Italia.

 

«La nación y su escritura es un acto de amor a la nación dominicana. Su introducción muestra hábilmente la expansión de las fronteras y plantea un nuevo canon de literatura dominicana. La colección es consulta obligada para investigadores y docentes de los estudios literarios dominicanos, caribeños, latinoamericanos e incluso americanos en el sentido más amplio del término. Temas como la diáspora geográfica y cultural, la herencia africana, las contribuciones de las escritoras y la homosexualidad ponen de manifiesto la riqueza de la nación dominicana. Es una lectura indispensable en nuestro campo».

Vanessa K. Valdés, Profesora titular de Español y Portugués, City University of New York (CUNY), Estados Unidos. 

 

«En esta antología, la profesora Carmen Cañete Quesada presenta un manojo de textos de escritores representativos de la literatura dominicana actual. Su selección es un aporte a la divulgación y al estudio de la literatura del país en el extranjero. Pocos libros como este ponen en el centro de las preocupaciones del lector interesado, un material que le permita adentrarse en los temas y valores de las letras dominicanas».

Miguel Ángel Fornerín, Catedrático de Literatura Hispanoamericana, Universidad de Puerto Rico, Estados Unidos.  

 

La nación y su escritura

Colección de voces dominicanas (1965-2017); autora: Carmen Cañete Quesada; publicación de la Academia Dominicana de la Lengua; prólogo: Franklin Gutiérrez; cuidado de la edición: Editorial Santuario; diseño y diagramación: Amado Santana; imagen de portada: Diálogo de fauna (2017) -Antonio Guadalupe-, autorizado por el autor; impreso en Editora Búho.

IBSN:978-9945-609-35-6 

Trastear, televisivo/televisual, tasar/tasa, enrolar

Por Roberto E. Guzmán

TRASTEAR

Es interesante seguir los meandros del lenguaje cuando el uso del idioma nacional flexibiliza los sentidos de algunos vocablos. Los resultados de las intervenciones del habla en el uso y las consecuencias en las significaciones a veces son sorprendentes. Eso que en términos abstractos se ha descrito se desarrollará en el caso concreto de la palabra del título en el ámbito del español dominicano.

El trastear heredado en la lengua es el que se limita al campo de la música y se refiere al uso del traste para las cuerdas de un instrumento musical de ese género.

El primer trastear que los dominicanos reconocen y emplean es el que se refiere a mover, revolver, menear trastos, eso que los dominicanos llaman de trastes. Este traste en lugar de trasto parece que tiene su origen en el catalán. (Diccionario del origen de las palabras (1998:472).

Lo que han hecho los dominicanos en su habla es llevar el campo de acción del verbo trastear, en uno de sus aspectos, al cuerpo humano; algo que no anda lejos de las acepciones tradicionales del verbo en el español común. Esto último se refiere a que trastear es también en el habla coloquial “manejar con habilidad a una persona. . .”

En el español dominicano trastear es, “Registrar, hurgar”. Diccionario del español dominicano (2013:672). Algo que quizás hubiese sido apropiado hacer con respecto a esta acepción hubiese sido añadir y destacar que este “registrar, hurgar” se refería al cuerpo humano también.

Nótese que se ha escrito “cuerpo humano” y no persona, pues esta acepción de trastear se relaciona directamente con los exámenes, análisis y procedimientos invasivos que con fines diagnósticos se conocen en la práctica de la medicina.

Para ilustrar el uso piénsese en la recomendación que se hace a un enfermo terminal: “No dejes que te trasteen más, pues eso no te servirá para nada”. (Con doble negación que resulta enfática).

 

TELEVISIVO – TELEVISUAL

“. . .a los medios de comunicación nacionales escritos, radiales y TELEVISIVOS”.

Se traen a estos comentarios las dos palabras del título para resaltar la diferencia que existe entre ellas. Mantener presente la diferencia puede ayudar a expresarse de modo más claro y preciso; además, puede evitar malas interpretaciones. Esto que se ha enunciado se expandirá más abajo.

La palabra televisivo tiene mayor alcance semántico que televisual. Además, televisivo precedió a televisual en su aparición en el Diccionario de la lengua española, cuando este se conocía como DRAE.

Televisual ingresó en el lexicón mayor de la lengua española en la edición de 1984, antes de eso se usaba, pero sin el reconocimiento oficial de las autoridades encargadas de velar por la unidad de la lengua.

En la vigésima edición del mentado diccionario televisivo solo constaba con una acepción, “Que tiene buenas condiciones para ser televisado”. Debajo de este venía televisual, “Perteneciente o relativo a la televisión”. (1984-II-1254).

En la edición de 1992 ya asientan a televisivo con una segunda acepción en primera posición, “Perteneciente o relativo a la televisión”, relegando la otra acepción a la segunda posición. (1992-II-1954). Desde ese año la redacción ha permanecido intacta.

Es probable que el televisual del español proceda de télévisuel del francés, lengua en la que apareció en el año 1930. Dictionnaire historique de la langue française (2012-III-3610). Esto así porque en los años en que televisual penetró en el español este se encontraba bajo el influjo de la lengua francesa. En inglés televisual entró en el año 1926. Dato tomado del Merriam-Webster Dictionary.

 

TASAR – TASA

“. . .además de cobrar TASAS sobre el acero y otros productos. . .”

Una de las tareas que siempre se ha tenido presente en estas reflexiones acerca de la lengua es poder encontrar el origen de los deslices que se hallan y se toman a manera de temas para explicarlos. Según parece esta “tasa” es una aventurada traducción para el tax del inglés, que al llevarlo al español debe traducirse con la palabra arancel en algunos casos e impuesto en otros.

Con respecto de este punto no es fácil escribir que tasa esté completamente fuera de lugar si se lee en el Diccionario de la lengua española en el apartado para el vocablo arancel, en la tercera acepción, “Tributo que se impone al disfrute de ciertos servicios o al ejercicio de ciertas actividades”. La definición es bastante clara en cuanto a su objeto, los servicios o el ejercicio de ciertas actividades.

El arancel es la “Tarifa oficial que determina los derechos que se deben pagar en aduanas, transporte o costas judiciales”. Gran diccionario de la lengua española de la Editorial Larousse. Se podría fijar tarifa aduanera sobre algunos productos si se piensa que esta es una “tabla de precios, derechos o cuotas tributarias”.

En el caso específico de la cita se refería al asunto de los aranceles o impuestos de aduana que se fijaron mediante una tarifa de un tanto por ciento sobre los productos importados. Al momento de percibir esos pagos estos se convierten en aranceles.

 

ENROLAR

“. . .que los rectores, vicerrectores y demás se ENROLEN en cursos y talleres. . .”

El vocablo del título entró hace largo tiempo en el uso de los hispanohablantes. En América se  encuentra en el Vocabulario cubano (1921:209) donde se critica el verbo enrolar y se lo califica de galicismo. En esos años ese verbo no había obtenido aún carta de naturaleza en el seno de la lengua española, con ninguna de sus acepciones. El autor de esa obra escribe que el verbo, “Equivale a alistarse, tratándose del reclutamiento de tropas”.

  1. Francisco J. Santamaría en su Diccionario general de americanismos (1942-I-609) asienta enrolar como, “Galicismo usual, por listar”. Anota además que se utiliza como verbo pronominal. Añade la palabra “enrolamiento” como la “Acción de enrolar”.

Según puede conjeturarse, entró en el Diccionario de la Real Academia en la edición de 1947 con una acepción restringida. En la edición de ese diccionario del año 1956 el verbo enrolar es considerado transitivo y consta como término de marinería, “Inscribir un individuo en el rol o lista de tripulantes de un barco mercante” (1956:541). En la edición de 1970 a lo ya registrado se le añade una segunda acepción, “Alistarse, inscribirse en el ejército, en un partido político u otra organización” (1970:538). Esas dos acepciones se han mantenido hasta la edición de 2014 en el Diccionario de la lengua española.

Básicamente lo que ha hecho la lengua española es seguir lo que la lengua francesa ha hecho en la suya. Primero para la marina mercante, luego para los cuerpos armados y, al final en partidos políticos u otras organizaciones.

En el texto la persona que redactó la cita reproducida al principio de esta sección se tomó la libertad de usar el verbo enrolar para cursos y talleres. Esto hace del verbo estudiado un equivalente de inscribirse, cuando el alcance del último verbo es mayor, “Apuntar el nombre de una persona entre los de otras para un objeto determinado”.

El verbo enrolarse se considera de uso en el español de República Dominicana con la característica de verbo intransitivo pronominal, “Inscribirse en un curso o en una institución educativa”. Este uso aparece documentado en el Diccionario del español dominicano (2013:289).

La historia de este verbo no termina con esto, por lo menos en República Dominicana donde en el ámbito jurídico se utiliza para tomar un turno en la lista de los asuntos que debe tratar un tribunal. Esto se explica si se tiene en cuenta que rol es lista, enumeración.

© 2018, Roberto E. Guzmán