De la redacción de textos legislativos

En una sociedad democrática, las leyes, por su naturaleza, deben ser redactadas en un lenguaje conciso, preciso, gramaticalmente correcto y comprensible, no sólo para los abogados y los jueces, sino para todos.

Género no es lo mismo que sexo

«Sexo» tienen las personas, los animales y algunas plantas, mientras que «género» sólo lo tienen las palabras.
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El anteproyecto de ley de procedimiento constitucional

En una sociedad democrática, las leyes, por su naturaleza, deben ser redactadas en un lenguaje conciso, preciso, gramaticalmente correcto y comprensible, no sólo para los abogados y los jueces, sino para todos.

Las olimpíadas de ¿Pekín o Beijing?

Fui un espectador apasionado de las XXIX Olimpíadas celebradas recientemente en China. Vi con ojos humedecidos como mi compañero de bufete de más de veinticinco años, mi  «hermano» menor Rubén J. García, eterno protector del boxeo, desfilaba como delegado en la ceremonia de apertura a un metro detrás de la bandera tricolor. Celebré las medallas de Yulis Gabriel Mercedes (plata en taekwondo) y de Félix Díaz Guzmán (oro en boxeo) como mías, llorando de emoción. Lamenté nuestras derrotas con empatía, evocando mis fracasos de hace más de cuatro décadas, cuando competía como corredor de fondo (que quiere decir de larga distancia) con mucho más entusiasmo que velocidad. En fin, fueron dieciséis días de espectáculo sin igual que disfruté plenamente, salvo por un detalle -el proverbial pelo en la sopa- que ocurrió no en China, sino aquí mismo: la pésima narración de los juegos en televisión.

“Hombres trabajando" y otros gerundios

Regresaba de Santo Domingo a Santiago por la autopista Duarte muy de noche cuando alcancé a ver en la distancia dos letreros que decían “Hombres Trabajando”. Miré a mi alrededor y no vi a nadie, como era de esperar casi al filo de la medianoche. Pronto me encontré con un desvío en la carretera y reduje velocidad. Vislumbro, de repente, un objeto denso y oscuro  a  pocos metros, que resulta ser un carro de la policía que transita con las luces apagadas. Luego del frenazo y de las maldiciones, logro serenarme y empiezo a reflexionar sobre el estado de mi país donde a diario suceden cosas así. Me pregunto qué podría hacer yo para mejorar la situación, y luego de larguísimas divagaciones,  ya llegando a casa, concluyo –por enésima vez– que como no tengo ni el temperamento ni el talento ni la vocación para la vida pública, debo seguir concentrado en las pequeñas cosas, en cultivar, como Cándido, mi jardincito. Así, en vez de criticar la desorganización e irresponsabilidad seculares de nuestras instituciones –algo que muchos han hecho sin consecuencias de consideración–, dedico esta columna a denunciar un gerundio mal usado y atroz.

El estilo llano: la selección de la palabra adecuada

Si lo que quiere el escritor es que se le entienda con facilidad, lo natural es que use palabras llanas y que elimine las innecesarias.  Los vocablos complicados y las expresiones superfluas oscurecen el mensaje y alejan al lector. Compare estas dos oraciones:

Brevísima historia del estilo llano

En mi última columna introduje el tema del estilo llano1  en la escritura y señalé que se había desarrollado un movimiento mundial a su favor, particularmente en lo que concierne a documentos gubernamentales. Se ha entendido que todo ciudadano tiene el derecho de recibir de sus autoridades información clara y objetiva para hacer efectivos sus derechos y cumplir con sus obligaciones2.   Ese ideal sólo puede concretarse con el uso en todos los documentos que emanen de los diversos entes estatales de un estilo llano y accesible, orientado a las necesidades de información de todos los públicos, muy especialmente en países como nuestra República Dominicana, donde la educación del ciudadano promedio no pasa del nivel de la escuela primaria.

El estilo llano

Suprimir toda palabra inútil. Simplicar la frase. Simplificar la idea. Suprimir, suprimir. Esta es la fórmula para escribir bien…” Noel Clarasó.
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El abogado dominicano y el idioma español

En composant la Chartreuse, pour prendre le ton, je lisais chaque matin deux ou trois pages du code civil, afin d’être toujours naturel…1  Carta de Stendhal a Balzac del 30 de octubre de 1840.Se supone que los abogados, por la naturaleza de su oficio, deben hablar y escribir bien el idioma o por lo menos mejor que la generalidad de la población y que otros profesionales cuyo quehacer principal no es la comunicación. Así como no se concibe que un cirujano no maneje el bisturí con destreza ni que un agricultor no sepa utilizar el machete,  parecería absurda la idea de un abogado que no se exprese correctamente y que, por ende, sea incapaz de “abogar” de manera convincente en provecho de su representado.  Con razón al abogado de antaño le llamaban “letrado”. Su conocimiento de la lengua y la habilidad que mostraba en su uso le hacían merecedor del calificativo, así como de prestigio y autoridad en la comunidad en que vivía. Leer más

¿Traidores?

“Si el estado de la lengua permite sospechar cómo anda el pueblo que la habla… entonces estamos jodidos.” Julio Cortázar, El examen.

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