El Diccionario fraseológico y la cultura idiomática dominicana

Por Bruno Rosario Candelier

A Fabio Guzmán Ariza,

Cultor apasionado de nuestra lengua.

 La Academia Dominicana de la Lengua (ADL) publicó una nueva obra lexicográfica, Diccionario fraseológico del español dominicano (Difrado), de la autoría de Bruno Rosario Candelier, Irene Pérez Guerra y Roberto Guzmán, labor que realizamos con la ayuda de varios colaboradoresen la búsqueda de expresiones fraseológicas.

Este trabajo de investigación idiomática en el campo de la fraseología es una expresión concreta de los estudios lexicográficos. La lexicografía es la disciplina de la lengua que enseña a confeccionar diccionarios, es decir, como ciencia del lenguaje da la pauta para hacer un diccionario, y un diccionario normalmente se hace de palabras, que se definen y se ilustran con ejemplos apropiados. Esa labor lexicográfica entraña el trabajo de seleccionar y describir las palabras que se usan en una lengua determinada y, además, se especifica el significado de cada palabra, con su denotación y su connotación, con sus diferentes acepciones.

El diccionario fraseológico recoge y define frases y expresiones idiomáticas de los diferentes niveles socioculturales de los hablantes -lenguaje culto y vulgar, campesino y urbano, del pasado y del presente- incluidas las diferencias de los hablantes y las regiones geográficas.

Esta nueva publicación de la ADL recopila frases que habitualmente utilizan los hablantes dominicanos, por lo cual nos acogimos al criterio de uso para seleccionar el material lingüístico que sirvió de base a esta obra fraseológica. Con ese fin acudimos a las tres fuentes de información: la literatura, la prensa escrita y la oralidad.

En esta obra fraseológica denominé idiolexías a las unidades fraseológicas o expresiones idiomáticas de nuestro pueblo. Se trata de expresiones que suelen nacer de un hecho real y que se pueden aplicar a otros contextos, con un significado diferente al de la motivación original. Nos guiamos por el criterio de uso para seleccionarlas frases de las fuentes ordinarias, cuya bibliografía se consigna al final del diccionario. La introducción ofrece al lector una orientación para el manejo adecuado de esta obra.

En cada uno de nuestros países hispanohablantes hay, además de las voces de la lengua general, términos y expresiones de la lengua local, con los significados habituales y las connotaciones idiomáticas del lenguaje coloquial. En la Academia Dominicana de la Lengua ya habíamos elaborado un diccionario de voces criollas. En este  diccionario de frases hemos endosado, al léxico y al refranero de la lengua española, un vocabulario y unas expresiones autóctonas con nuevos significados que revelan la peculiaridad léxica y semántica en la variedad del español de América hablado en las Antillas.

En el conjunto del lenguaje, además de las palabras de la lengua, hay expresiones idiomáticas, como locuciones, frases, giros, adagios, sentencias, proverbios, máximas y refranes. En esta primera obra fraseológica de la ADL estudiamos fundamentalmente las frases, locuciones, adagios y giros. Dejamos para un segundo volumen el estudio de sentencias, proverbios, máximas y refranes. En este diccionario fraseológico hemos hecho una recopilación de las expresiones que usan los hablantes dominicanos, y hemos acudido a tres fuentes fundamentales: las referencias bibliográficas, es decir, al conjunto de obras literarias donde rastreamos frases usadas por narradores, novelistas, cuentistas, dramaturgos y ensayistas. Esas obras contienen una variedad de frases, porque los escritores suelen emplear las expresiones que usan los hablantes y las que ellos mismos emplean como escritores. Por eso las obras literarias constituyen una mina de frases, porque es un caudal fraseológico en el ámbito de las idiolexías o modismos idiomáticos.

La primera fuente es la literaria, cuyos textos de ficción escudriñamos para recoger las frases que aparecen en la narrativa. En la fuente literaria se hallan, básicamente, las obras narrativas de cuentos, estampas, relatos y novelas, que cotejamos en la literatura dominicana. También consultamos algunas obras de historiografía y de ensayo.

La segunda fuente a la que acudimos, de gran caudal expresivo, es la prensa escrita de periódicos y revistas en ediciones físicas y electrónicas. Fundamentalmente usamos los periódicos del Listín Diario, Hoy, La Información, El Nacional, Diario Libre, Nuevo Diario y El Caribe. En nuestra investigación lingüística pudimos constatar que los periodistas y escritores dominicanos que escriben en la prensa, sobre todo quienes tienen una columna regular, suelen usar expresiones fraseológicas. Todos están citados.

La tercera fuente es la oralidad, que es el caudal de voces y expresiones habladas en los diferentes escenarios sociales. Esa fuente refleja el lenguaje vivo de la gente cuando se comunica en diálogos, coloquios o conversaciones. La radio y la televisión son fuentes públicas de la oralidad, pero la mayor fuente donde acude la gente son los sitios de concurrencia abierta, como mercados, comercios, centros médicos, guaguas, carros de concho, colmadones, templos, salas de fiesta, pulperías, barberías, estadios deportivos, gimnasios, es decir, lugares donde va la gente por diversos objetivos y, por tanto, donde se manifiesta de un modo espontáneo la oralidad. Los tres autores de esta obra acudimos, cada uno por su cuenta, a esos escenarios del habla viva.

Quien estudia las expresiones fraseológicas se pone en contacto con los hablantes y entresaca de la conversación o de la obra escrita las susodichas frases, porque dentro de una descripción, una narración o el párrafo de un ensayo o estudio crítico, el autor dice una expresión de esas que forman parte de la fraseología. Desde luego, hay que saber identificar y extraer esa frase donde se encuentre, y eso es lo que en fraseología se llama expurgo, que es el acarreo o la selección de una expresión fraseológica, que definimos y consignamos en el diccionario. Es decir, leemos la obra literaria o un periódico y estamos atentos a la conversación, y donde aparece la frase escrita seleccionamos el párrafo para mostrarlo como ilustración.

Naturalmente eso tiene una técnica de trabajo. En primer lugar, las frases se organizan alfabéticamente. Para darle ese orden, se elige una palabra clave que aparezca en la frase; esa palabra se coloca de entrada, de tal manera que le sirva de guía al lector. Por ejemplo, en la frase “hay más días que longaniza”, la palabra clave es “longaniza”. Esa palabra comienza con “l”; entonces se coloca dentro de la letra L, y dentro de cada letra correspondiente se colocan las palabras claves de las expresiones que contienen las susodichas frases. Cada una de las frases se clasifica: la expresión puede ser una locución, un adagio, una frase, un giro. Entonces se le pone el nombre y quien hace ese trabajo debe distinguir qué tipo de clasificación le corresponde a cada frase. Las locuciones pueden ser verbales, adjetivas, sustantivas y adverbiales. Y hay una razón para esa diferenciación. Las frases pueden ser coloquiales y populares. Al lado de esa clasificación se define su significado. Y se consigna su uso en un párrafo de la lengua escrita o con un ejemplo de la lengua viva.

Público: ¿Cómo se define la frase “hay más días que longaniza”?

Público: Que el momento actual talvez no sea tan importante como el que viene.

BRC: Esa es una posible explicación.

Público: Que el acontecimiento actual es tan largo que sobrepasa a la longaniza, que esa bundante.

BRC: Esa es una segunda explicación. ¿Una tercera explicación?

Público: No preocuparse porque el día pasa y vendrán otros.

BRC: Esa sería una tercera explicación. En realidad, la frase “hay más días que longaniza” indica que por delante tenemos varias opciones y oportunidades. Y no hay que preocuparse si las cosas no ocurren, ahora, como esperábamos. Las diferentes explicaciones se llaman “acepciones”. Cuando una palabra o una frase en el diccionario tienen significados diferentes, cada uno de esos significados es una acepción, y normalmente las acepciones, tanto de una palabra como de una frase, en el diccionario se dan a conocer por medio de números y luego se consigna el ejemplo, que se consigna con un párrafo donde aparezca su uso, previamente explorado en un libro de narrativa, un artículo de periódico o en la oralidad. Cuando no encontramos el uso de una determinada frase en alguna fuente, entonces los autores inventamos el ejemplo.

Público: ¿Cómo se sabe si una frase es dominicana?

BRC: Viendo una película española escuché la expresión Hay más días que longanizas, común en el habla de los dominicanos, lo que indica que esa frase no es original del pueblo dominicano, ya que procede de España. Ya que es difícil determinar el origen de las frases, el criterio que optamos fue el uso. Si nuestros hablantes la usan, la registramos como parte del español dominicano.

Público: ¿Cómo se resalta una palabra dentro de un párrafo?

BRC: La palabra se escribe con letras en cursivas, en negritas o en versalitas. En este Diccionario fraseológico optamos por resaltar las frases con letras en versalitas, que es un tipo de letras con que las palabras adquieren otra forma. Ese trabajo lo hemos hecho en cada una de las frases que encontramos y que organizamos alfabéticamente. Este Diccionario fraseológico del español dominicano es un complemento del Diccionario del español dominicano, ambos realizados en nombre de la Academia Dominicana de la Lengua y publicados con el auspicio de la Fundación Guzmán Ariza pro Academia Dominicana de la Lengua, que preside el académico Fabio Guzmán Ariza.

El equipo de redacción del Diccionario del español dominicano contó con María José Rincón, Bruno Rosario Candelier, Fabio Guzmán Ariza y Roberto Guzmán. Ruth Ruiz colaboró en la revisión de ambos diccionarios. En el primero se describieron voces o unidades léxicas, es decir, palabras, no expresiones idiomáticas, que son las que contiene el Diccionario fraseológico.

Público: ¿Cuáles son los autores más citados en este Diccionario fraseológico?

BRC: En el Diccionario del español dominicano el autor más citado es Manuel Salvador Gautier; y en el Diccionario fraseológico el autor más citado es Rafael Peralta Romero. En el diccionario fraseológico la obra más citada es Guazábara, de Alfredo Fernández Simó; y los autores de columnas periodísticas más citados son Orlando Gil, César Medina, Pablo Mckinney, Alfredo Freites, Aristófanes Urbáez, Fabio Herrera-Miniño y Gina López Núñez, que tienen sus publicaciones en los periódicos Listín Diario y Hoy, respectivamente. En el primer diccionario figuran las voces dominicanas, es decir, las palabras que usan los hablantes dominicanos. Y en el segundo, las frases.

Las palabras, que son exclusivas del español dominicano, se llaman dominicanismos, y hay dos tipos de dominicanismos: léxico y semántico. El dominicanismo léxico es la palabra original creada por el hablante dominicano. Pero, si se trata de una palabra de la lengua española, es decir, que se usa en España o en cualquier país del mundo hispánico, forma parte de la lengua general, pero si en nuestro país una palabra tiene un significado diferente al que tiene esa palabra en el Diccionario de la lengua española, le llamamos dominicanismo semántico. Cuando una palabra de la lengua general adquiere un significado diferente en una variante de la lengua española en América, a ese vocablo se le llama americanismo semántico, y si es en Colombia, colombianismo semántico, etc. Ese criterio es válido para cada país hispanoparlante.

El ámbito de la fraseología tiene también sus peculiaridades, que son aquellas expresiones de la lengua general y las que son de uso local. En este diccionario recogimos las frases que usan los dominicanos sin especificar si son o no son exclusivas del español dominicano. Como ya dijimos, usamos el criterio de uso, es decir, si se usa aquí la registramos en el diccionario. Sabemos que una frase se usa si la emplean los hablantes en la oralidad, o si la registran los autores en uno de sus escritos.

En este diccionario hemos hecho una recopilación de las frases que usan los hablantes dominicanos de todos los niveles socioculturales, lo mismo del campo que de la ciudad, del pasado y del presente, entre jóvenes y adultos, del lenguaje de la calle y del lenguaje culto o académico. Y todas las expresiones, lingüísticamente hablando, tienen la misma jerarquía idiomática.

Hay curiosidades que llaman la atención. Por ejemplo, ¿ustedes han escuchado la expresión “esa es una gallina”? Se trata de una frase. Ahora bien, si esa frase se aplica a una mujer, significa que esa mujer es hermosa. En cambio, si se aplica a un hombre, significa que ese hombre es cobarde. Normalmente las llamadas frases idiomáticas o expresiones idioléxicas, son un modismo de la lengua y, en tal virtud, es propia del ámbito de la fraseología.

Hay datos singulares de las idiolexías o de los frasemas idiomáticos. La construcción de una frase, la primera vez que se emplea es la descripción de un hecho concreto y específico; por ejemplo, si ustedes leen el libro de Juan Bosch titulado Indios, en esa obra habla de la historia y la cultura de los aborígenes de este país, y tiene muchos pasajes donde da cuenta del estilo de vida de los indígenas, y en una de sus escenas hay una india que está guayando la yuca. La yuca era uno de los alimentos fundamentales de la raza aborigen de Quisqueya. Con la yuca hacían casabe, arepa, tortas. “Guayar la yuca” es una frase dominicana, que significa “fajarse a trabajar”; por consiguiente, la frase que aparece en Indios, donde textualmente dice Bosch: “Mientras Anaó guayaba la yuca…”, en ese contexto “guayar la yuca” no es una frase sino una mera descripción de lo que hacía la india, por lo cual en la obra del narrador dominicano no es una frase de la lengua española. Ahora bien, si yo digo: “A Ramón lo han puesto a guayar la yuca en la tarea que le asignaron”, esa expresión tiene el valor de una frase idiomática.

Las frases también se pueden llamar idiotismos, idiomatismos o expresiones idiomáticas por su carácter de idiolexías. Cada frase nació de un hecho real y luego comenzó a aplicarse a otra situación. A partir de su aplicación a otro contexto comienza a formar parte del mundo de la fraseología. El término idiotismo o idiomatismo está relacionado con idioma y quiere decir una expresión propia de una comunidad de hablantes, y cada lengua, así como cada país, tiene sus idiotismos peculiares. Todas las lenguas tienen expresiones exclusivas de su respectivo idioma.

La expresión “El que tiene moño bonito aguanta jalones”, nació originalmente de un hecho concreto. En un salón de belleza, a una mujer de cabello crespo, ensortijado y duro, para alisarlo, le pasaban un peine caliente o una plancha ardiente y la mujer sufría cuando lo sentía en la cabeza. Con el fuerte calor, la mujer le decía a su operadora: “ya quítame eso” y la estilista le respondía: “El que quiere moño bonito aguanta jalones”. Es decir, la primera vez fue un hecho real; luego esa frase comenzó a aplicarse a otra cosa.

¿A qué se aplica la frase “El que tiene moño bonito aguanta jalones”?

Público: Que si alguien quiere algo bueno tiene que sacrificarse.

BRC: Exactamente, entonces se puede aplicar a quien no quiere estudiar. El padre le puede decir al hijo: “Fájate a estudiar, si quieres que te dé dinero para ir al cine, pues el que quiere moño bonito aguanta jalones”, es decir, se puede aplicar a varias situaciones.

Todas las frases nacen de un hecho específico; no es inventado. Lo que acontece en un hecho real se puede aplicar a otra situación con la que no guarda cierta relación; entonces así nace una frase de nuestra lengua. La expresión “chuparse los dedos” indica que algo está muy bueno; pero si oigo decir “A los delincuentes hay que considerarlos, pero yo no me chupo ese dedo”, ¿qué está diciendo con eso?

Público: Que no cree eso.

BRC: Entonces, tiene muchos sentidos. Esto implica que una expresión originalmente es un hecho real de alguien que efectivamente se chupaba el dedo.

En la fraseología me encontré con frases impresionantes, y tanto yo, como las personas que trabajaron conmigo durante tres años en busca de frases idiomáticas del español dominicano, constatamos la variedad de expresiones idiomáticas. Y algunas son impresionantes, como la siguiente: “Solo el que se mueve puede escuchar el sonido de sus cadenas”. Esa frase se aplicaba en los tiempos de la esclavitud. En esa época el amo amarraba al esclavo rebelde con cadenas. Las cadenas eran de hierro, y no podían fugarse porque le ponían una cadena en cada pie. Solo podía dar un paso corto, pero esas cadenas de hierro suenan al moverse; por eso dice que solo el que se mueve puede escuchar el sonido de sus cadenas. Para entenderla habría que situarse históricamente en la época de la esclavitud. Aquí hubo esclavitud desde la etapa inicial de la Colonia hasta la Independencia de 1844. El sentido de esa frase se puede aplicar a los traumas de una persona. Quien tiene un trauma puede evocarlo ante la presencia de uno de los factores que provocaron el trauma.

Público: Una violación sexual, ¿crea un trauma?

BRC: Por supuesto que sí, puede crear un trauma psíquico si la mujer no lo deseaba. Un trauma puede durar un tiempo, pero no todo el tiempo. Una vez le pregunté a una mujer que fue violada, si ese hecho fue terrible para ella, y me contestó que no. Pero esa realidad es traumática para una mujer normal.

Pues bien, hay frases de todo tipo, que tienen connotaciones políticas, religiosas, psicológicas, antropológicas, sexuales o eróticas. Una vez escuché la frase “a esa no hay quien le lamba la arepa”, que se aplica a dos situaciones: a una persona que no se deja faltar al respeto, y a una mujer que no se entrega fácilmente. Las frases citadas están registradas en este Diccionario fraseológico.

En la expresión “Víbora escondida en yerba verde”, ¿a qué alude esa frase?

Público: Que no hay quien las encuentre.

Público: A una gente mala.

BRC: A una gente mala que finge ser buena.

Hay una palabra en lengua española para aludi

Hay una palabra en lengua española para aludir a quien tiene una conducta perversa, pero quiere envolverla como si fuera buena persona, esa palabra es “taimada”. Taimada es una persona que finge ser buena, pero no lo es. La frase “víbora escondida en yerba verde” alude a una persona taimada. Lo importante es usar las palabras con propiedad, porque muy a menudo muchos hablantes usan palabras de una manera impropia. Por ejemplo, la palabra “prístina”, la he escuchado por televisión con el significado de ‘elegante’ y ‘hermoso’. En realidad, “prístino” significa lo primero, lo original, algo primordial. Alguien dijo: “Fulanito tiene una conducta prístina indebida”, pero no se refería a primordial, sino a una conducta falsa”. Hay que saber usar las palabras con propiedad, sobre todo, las palabras cultas.

Oigan esta frase con la palabra serpiente: “El que duerme con serpiente, amanece dormido”. Esa es una expresión que advierte el peligro de compartir o convivir con gente perversa. Los adagios, como las máximas, las sentencias y los proverbios, aluden las situaciones específicas e implican una enseñanza a la luz de unos principios.

Hay una frase que se parece a la anterior: “El que se acuesta con muchacho amanece mojado”.  Hay idiotismos, es decir, expresiones de la lengua que pertenecen al pasado y a determinados modos de vida, porque se usaban en siglos anteriores; y hay algunas que nacieron ahora, que son de este tiempo. Las relacionadas con el mundo de las computadoras son actuales ya que no se conocían en el siglo XX. Un ejemplo es la frase “hacer un zoom”, que significa ‘hacer una ampliación’; o “estar a un clic”, que indica ‘estar a un paso’ o ‘estar cerca de algo’, expresión actualizada del ámbito electrónico.

Hay dos frases parecidas usadas en el ambiente juvenil: “en mangueo” y “en hangueo”. La locución adverbial “en mangueo” significa ‘en práctica sexual libre y sin compromiso’. Y la locución verbal “andar en jangueo”  es ‘dedicarse a la parranda o a la vida nocturna’. “Ella está en mangueo con fulanito”, dicha de una fémina que sale con un hombre y tienen relaciones sexuales sin compromiso.

En el mundo de los niños, hace un par de años escuché la locución “Hacer una piyamada”. Consiste en que un grupo de niños van a la casa de una amiguita, compañera del colegio y en compañía de otros niños. Eso es  “hacer una piyamada”.

Público: ¿Son las idiolexías todas iguales

BRC: No. Hay tres tipos de idiolexías: en primer lugar, la frase hecha, a la que llamo: “frase estereotipada”, como decir: “desde luego”, “bajo ninguna circunstancia”, “por cierto”, “es decir”, “por supuesto” y otras. Ese tipo de expresión son formas de expresiones estereotipadas de la lengua española, pero no vale la pena registrarlas, porque significan lo mismo en todo el mundo hispánico. El segundo tipo de frase la clasifico como “frases establecidas”, especialmente locuciones. Por ejemplo, “tender la vista”, “parar la oreja”, “conocer como la palma de la mano”, “sufrir en carne propia”. Son formas establecidas de la lengua española y se usan en todo el mundo hispano, aunque algunas pueden tener una variante de significado. El tercer tipo de frase, son las originales de un país. Díganme una frase que sea original de este país.

Público: “El corazón de la auyama solo lo sabe el cuchillo”, “Ser una chapiadora”.

BRC: “El puerco no se rasca en jabilla”. Hace un par de horas se la dije a un español y no la entendió. Otras son: “De cualquier yagua vieja sale un tremendo alacrán”. “Coger lucha”, “Buscar el bajadero”, que es encontrarle la solución a un problema. La siguiente expresión: “Esa mujer cogió fiao”, se le aplicaba a una mujer que mantenía relaciones sexuales con su novio antes de casarse. “Remenear la mata”, en República Dominicana significa que el gobierno realiza cambio de funcionarios en el tren gubernamental.

Público: Y la frase “Las palmas son más altas y los puercos comen de ellas”.

BRC: Se usa en literatura. Juan Luis Guerra la emplea en una de sus canciones, pero se trata de una frase del lenguaje tradicional dominicano. Esa frase la conozco desde niño, mucho antes de existir el anuncio que la emplea.

La ya citada frase “Hay más días que longanizas” me parecía una frase dominicana, pero hace par de años vi una película española, ubicada a principios del siglo XX en Castilla, en la que una actriz le dice al hombre que la deseaba: “No te preocupes que hay más días que longanizas”. Un dato importante de esto es decir que la mayoría de las frases que usamos los dominicanos no son creaciones nuestras, pues la mayoría vienen de España. La frase “gato entre macuto” es posible que sea dominicana.

Donde aparecen frases genuinamente dominicanas es en el campo. El Cibao y el Sur constituyen una mina de frases típicas. A Melton Pineda le oí decir: “Qué culpa tiene la estaca si la rana salta y se engancha”. Esa frase refleja una pura vivencia campesina. Las empalizadas de los campos suelen ser unos palos que termina en puya, y cuando la rana se asusta, salta; imaginen el hecho en que la rana, al saltar, queda enganchada en la estaca. De ahí la citada frase expresiva y sugerente. Cuando la escuché, me encantó. Desde luego, la copié y la pasé al diccionario. Hay centenares de frases que reflejan la cultura y la idiosincrasia de nuestro pueblo. Otras tienen una moraleja, como “Tortuga quiere, pero concha no la deja”. Esa frase me la dio a conocer Carmen Pérez Valerio, quien me dijo que su abuela la usaba con frecuencia. La tortuga mora dentro de una concha, que suele ser pesada; cuando quiere moverse, no puede. Se usa para indicar que no siempre podemos hacer lo que deseamos.

El caudal de expresiones idiomáticas refleja el vínculo con la realidad sociocultural de los hablantes, proyecta la mentalidad de una cultura y manifiesta un nexo entrañable entre la forma de expresarse y la idiosincrasia de una comunidad, como se puede inferir de esta nueva obra lexicográfica que la Academia Dominicana de la Lengua pone al servicio de nuestro pueblo.

Bruno Rosario Candelier
Biblioteca Juan Bosch de Funglode
Santo Domingo, 3 de mayo de 2016.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Culambre – convencer de – tener lugar/*tomar lugar – fatalidad

CULAMBRE

En el ámbito de la lexicografía hay que ser muy cauteloso antes de descartar una voz. Si alguien la recuerda o la usa, es muy probable que lo haga porque recibió la influencia de otros o la escuchó antes. Quienes muestran mayor propensión a crear voces de modo autónomo son los intelectuales que escriben, ya sea esta escritura ocasional o consuetudinaria. Los jóvenes son una fuente permanente de creación de nuevas voces.

Si la voz que recoge el lexicógrafo la utiliza una persona sin pretensiones, es muy probable que hay sido aprendida al calor de las conversaciones y situaciones en el seno de la comunidad.

Este “culambre” del título no es una de las voces que se recuerdan o que se atesoran en el cofre personal  de las palabras dominicanas; pero eso no significa que la palabra no tenga carta de naturaleza en el español dominicano.

Además de lo anterior, en una obra dedicada a inventariar las voces vernáculas del español dominicano se la ha consignado; por tanto, hay que dispensarle las consideraciones que merece. El libro en el que consta la palabra es Aiguna palabra dominicana. Un mataburro cibaeño. Libro que a pesar de algunas lagunas reviste un valor digno de reconocimiento.

Para el vocablo culambre, esa obra trae como significación que es el “lugar donde se ven muchas nalgas de mujeres, como en una piscina o en una playa”. Ha de hacerse notar que cuando se lee que en esos sitios se ven nalgas, no quiere eso decir que están a la vista, desprovistas de ropas. En esta definición se nota exageración o uso de vocablos con valor popular.

Además, la voz está formada de acuerdo con los usos de la lengua. Piénsese que otras palabras de buena solera tienen la terminación -ambre cuando comunican la idea de gran cantidad o conjunto. Ahí están como ejemplo de ello pelambre, que en una de sus acepciones es, “conjunto de pelos o pieles”, “pelo muy abundante”. Otro ejemplo de vocablo de esta suerte es enjambre que es “conjunto de abejas o insectos”, “grupo muy grande de personas”. Raigambre, “conjunto de raíces”, “conjunto de antecedente o intereses”. Este -ambre es un sufijo que forma sustantivos colectivos o que indican abundancia.

Hay lugar aquí, una vez más, para celebrar el poder de creatividad que demuestran los hablantes en su diario discurrir. Alabada sea esa lengua sin riendas.

 

CONVENCER DE

“Estoy convencido QUE la Cumbre supondrá un antes y un después en la forma en que. . .”

Aun cuando algunas sugerencias o insinuaciones no revisten carácter obligatorio, pues solo tienen el carácter antes mencionado, el uso por las mayorías, aliado a las opiniones de los entendidos en la materia, erigen en un deber que se abracen algunas de esas costumbres, porque se consideran preponderantes en la teoría y en la práctica.

Esto es, en el caso del verbo convencer, en una oración de la índole del ejemplo copiado debe primar la selección de hacerlo seguir por la preposición DE. Las razones que impulsan a sostener este criterio se exponen más abajo.

El verbo convencer es un verbo regular. En los casos en que proyecta la idea de hacer o lograr que alguien crea o realice algo, es lo que se conoce como un verbo de influencia. En casos como esos, se acompaña con un complemento directo o con un complemento con DE y, en algunos casos, con PARA. Se considera incorrecto omitir la preposición en casos como estos.

Si el verbo convencer se emplea para expresar que después de pensar se ha llegado a creer o a aceptar algo, en ese caso también debe utilizarse la preposición DE para acompañarlo. Cuando el complemento del verbo en cuestión es una proposición con QUE, no debe prescindirse de la preposición DE.

En las hipótesis en las que convencer representa un estado de  afección psíquica, el complemento de persona puede considerarse como directo o indirecto. En casos de este tipo, el verbo puede desempeñar funciones de transitivo o intransitivo En el primer caso actúa para cambiar de opinión o actitud. En el segundo se asemeja a producir satisfacción.

 

TENER LUGAR – *TOMAR LUGAR

“Para que la presentación TOMARA lugar, se concretó un acuerdo entre el distrito. . .”

Algunas mínimas diferencias en la expresión escritural representan grandes diferencias en la comprensión. La diferencia entre una y otra acrecienta su dimensión como consecuencia de la falta de contacto que se hace patente en la comunicación escrita. Como resultado de estas circunstancias los mensajes escritos son muy diferentes de los verbales.

Los olvidos que suelen acontecer en las comunicaciones verbales son intolerables en las relaciones entre ausentes. Esta introducción viene a cuento porque la falta que se detecta en la cita que se critica, pasaría inadvertida en una conversación, mas en la comunicación escrita es insoportable. La comprensión del mensaje no puede dejarse reposar solamente sobre el contexto.

Un acontecimiento tiene lugar cuando ocurre o se produce. Esta combinación pertenece más bien al registro literario, lo que otros reconocen como perteneciente al nivel formal. Se usa para dar a entender que algo sucede o se realiza en un momento determinado o en un sitio que se menciona. Indica que el sujeto de lo que se habla, acontece, se celebra, se efectúa.

Si se examina el tomar lugar, el empleo del verbo tomar sugiere que lo que se mienta ocupa un sitio, que reemplaza a algo; y no eso que se pretendió transmitir como mensaje.

En otras lenguas ocurre un fenómeno semejante, pues en francés es avoir lieu y, en portugués brasileño es ter lugar. En la última lengua se le cataloga de galicismo. En los dos casos de estas lenguas puede comprobarse que el verbo así como el sustantivo, corresponden en ambas lenguas a la exacta traducción del español.

 

FATALIDAD

“. . .sufrió múltiples heridas mientras doblegaba a un atacante que intentó causar una gran explosión, algo que hubiera causado varias FATALIDADES. . .”

La expresión popular es muy acertada: “las apariencias engañan”. Eso de las apariencias tiene mucha validez en el acontecimiento que relata la reseña del periódico. La apariencia a que se alude más arriba se desarrollará en el cuerpo de esta sección.

La fatalidad del español es la cualidad de fatal, que es una fuerza inexorable que influye y decide sobre la suerte de los humanos y de las cosas. En el concepto que más se asemeja a la situación a que se refiere la reseña citada, la fatalidad tiene relación con un acontecimiento desgraciado o de consecuencias lamentables.

Por la redacción que se observa en el texto reproducido a modo de ejemplo del uso, se nota que no se refiere a este tipo de fatalidad, sino a otro que no existe en la lengua común española. Lo que salta a la vista en el hecho relatado es que el uso de la palabra fatalidad no es la adecuada.

En inglés existe una voz parecida (¿?) a la del español que es objeto de este estudio, se trata de fatality. En esa lengua la fatalidad es la cualidad de causar muerte o daño, esta voz predestina desastre en inglés y refiere a la muerte que es el resultado del desastre.

De manera regular la voz fatality se traduce por muerte, muerto, víctima mortal. En inglés, la voz fatal que se escribe igual que en español aunque se pronuncia de acuerdo con el sistema inglés, además de significar fatal, como en español, significa mortal. En este mismo orden de ideas, una fatal injury es una herida o lesión mortal.

Algo parecido a lo que sucede en español, se produce en francés, lengua en la que (cual) fatal acarrea el sentido de “inevitable”, que deriva del latín fate. En esa lengua a menudo fatal se traduce por mortal, porque esa es la idea de su contenido. De modo similar acontece en portugués brasileño, en esa lengua fatalidade, del latín fatalitate refiere a acontecimiento funesto, desafortunado, desgraciado.

El tipo de inexactitud que se observa en el texto de la cita es el producto de la improvisación. Sucede muy a menudo cuando el periodista se arroga el derecho de traducir y no consulta a un intérprete profesional que ofrecería en un caso como este una traducción precisa.

© 2016, Roberto E. Guzmán.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cucú – vacío y laguna – exuberante y exorbitante

CUCÚ

Aparte del pájaro de este nombre que se conoce en la República Dominicana, la voz cucú también tiene un significado propio que muchos, por no decir todos, los diccionarios del habla dominicana han olvidado. No es palabra exclusiva con ese significado para la República Dominicana, pues como se comprobará más abajo se la conoce en otros países.

En la República Dominicana la palabra “cucú” casi siempre se la emplea en la locución verbal “estar cucú” para dar a entender que la persona que así se califica “. . .no está actuando normal, y hablando disparates. . .” Esta es parte de la definición que incluye la obra Aiguna palabra dominicana (2015).

Ya en el año 2010, el Diccionario de americanismos había registrado para cucú, referido a persona, ‘algo trastornada, chiflada’, acepción que puede retenerse como un modo diferente de expresar la misma idea.

El vocablo estudiado aquí posee otras significaciones completamente diferentes en países donde se lo considera malsonante. En otros países llega a ser considerada voz tabú, dependiendo del país en que se utilice y, cuyos significados varían de acuerdo al contexto; estas acepciones van de “culo de niño; pene de niño”; pasa por “nalgas”, hasta llegar a “vulva”.

El país que comparte con la República Dominicana la locución familiar festiva “estar cucú” es Chile país donde significa ‘estar algo trastornado’, así consta en el Diccionario del habla chilena (1978).

En inglés se conoce una voz parecida a esta para expresar algún trastorno de la conducta semejante al mencionado antes; se trata de cuckoo que se pronuncia de modo parecido, con la diferencia de que en inglés la última sílaba no es la tónica. En esa lengua es adjetivo y el Merriam-Webster dictionary la define de uso para el ‘deficiente en sentido o inteligencia’. Este vocablo, “sentido”, que se trae del inglés hay que tomarlo como de “estable capacidad mental, que muestra sano juicio”.

Quizás el hilo conductor para el uso de vocablos parecidos en estas lenguas viene de que el ave lo que hace es que repite su canto o sonido “cu-cú” que la señora Annabelle Stockton de Dod en su obra Guía de campo para las aves de la República Dominicana considera “melódico y suave”. Para muchas personas el canto es monótono, repetitivo, como lo haría quien no está en su normal estado psíquico, del modo en que lo hace quien “habla disparates”.

En un orden parecido de ideas se encuentra la voz “cucufato” que según el Diccionario de regionalismos de la lengua española (1998) en Chile corresponde a ‘chiflado, loco’. Esta noción se encuentra corroborada por el Diccionario de americanismos ya mentado, que refiere que en Puerto Rico se llama de este modo a la persona ‘tonta’ y, en Bolivia y Chile a la persona ‘algo trastornada, chiflada’.

Lo que se espera es que con la atención que se ha prestado a la voz y los argumentos que se han traído a su favor, esta logre su inclusión en los lexicones del español dominicano del futuro.

 

VACÍOS – LAGUNAS

“. . .para combatir la evasión fiscal, que van desde la cobertura de VACÍOS LEGALES en los que se amparan evasores fiscales. . .”

En la frase copiada, el verbo ir pudo muy bien emplearse en singular, va, pues el antecedente es “la evasión fiscal”. Como dicen los dominicanos, “dejémoslo de ese tamaño”.

En muchas ocasiones las palabras que se leen en los periódicos son traducciones apresuradas de noticias extranjeras hechas por personas sin la formación profesional para realizarlas. En otros casos lo que les falta a los improvisados traductores es la dedicación.

La combinación destacada en el texto copiado es una prueba al canto de la improvisación. Eso de “vacío legal” hay que alabarlo como buena invención, pero es una pena que eso no traduzca la idea de lo que el loophole del inglés significa.

En el título al lado de la palabra empleada en la cita se colocó el vocablo laguna. Esa es la traducción que se propone y a seguidas se va a analizar cómo se ha llegado a esa conclusión.

La laguna legal se produce cuando la ley acerca de los impuestos muestra una deficiencia, una falta o una imperfección porque en ella, la ley, hay una ausencia de elementos. Estas características se convierten en una manera de evasión fiscal, se tornan en una oportunidad para evadir los pagos.

El Black´s Law Dictionary (1990, edición de 1,674 págs.) entiende que el loophole es ‘en materia impositiva una disposición en el código fiscal que permite a los contribuyentes evitar o reducir sus pagos de impuestos’. (Traducción RG).

Una laguna es una: ‘falta o ausencia de elementos en una serie, un texto…’ ‘Es una deficiencia, falta o imperfección’. De ese modo lo redacta el Gran diccionario de la lengua española de Larousse.

 

EXUBERANTE – EXORBITANTE

“. . .que el condado quiere financiar el transporte público y dejar de pagar costos EXUBERANTES construyendo nuevas vías. . .”

A cualquier hijo de vecino se le escapa una indelicadeza semántica, pero cuando se escribe un artículo de opinión en un periódico lo que se hace es un acto de reflexión. Esa meditación que se plasma en la publicación es el resultado de una elaboración cuidadosa. Si falta alguno de los rasgos antes mencionados, entonces el producto puede padecer de errores.

Algunas palabras en español tienen semejanza unas con otras. Algunas similitudes obedecen al origen común; otras son producto de  la enunciación parecida de los vocablos. En la mayoría de los casos, las confusiones entre términos son el producto de descuidos.

Exuberante se describe con la ayuda de vocablos como extraordinariamente abundante, desarrollado, copioso, generoso, opulento. De formas muy llamativas; lleno de vigor o vitalidad. (En el seno de esta voz se encuentra el elemento del latín uber, que se toma por abundante). Ninguna de  estas palabras encuentra espacio en la lógica de la frase que escribió el político autor de la frase transcrita.

En lugar de lo que salió, quizás pensó en colocar allí la palabra exorbitante que tiene una equis /x/ y una be /b/ muy cerca una de otra, que se ajusta a la tendencia de expresión de la frase, pues significa excesivo, exagerado (los dos con equis), que excede lo considerado normal, desmedido, exagerado; que sobrepasa los límites de lo razonable.

En esta ocasión es muy probable que al redactor de la desafortunada frase le haya sucedido como acontece en la mayoría de los casos en las lenguas, que las palabras se utilizan sin haber jamás leído una definición de ellas. Estas se adoptan y se integran al vocabulario activo como consecuencia del roce con ellas y, ese proceder es normal.

En el caso preciso, el contacto con el término sometido a examen fue insuficiente; la relación que se estableció entre los dos elementos no consiguió resultados positivos. Hubo confusión entre los dos vocablos del título con consecuencias que producen perplejidad en la lectura de la cita.

© 2016, Roberto E. Guzmán.

 

 

 

 

 

 

 

 

Poco amor propio

Cuando un hablante con poca formación escolar comete un error ortográfico, no deja de ser una falta, pero podemos llegar a justificarla; cuando el que comete el error es un profesional al que se le supone formación académica superior, la falta ortográfica no tiene justificación posible.

Como profesionales formados, hemos tenido la oportunidad de acceder a la educación, oportunidad que no se les pone por delante a todos; la educación nos ha abierto la puerta al uso de herramientas que nos ayudan a seguir formándonos, hoy más que nunca; las nuevas tecnologías nos ponen al alcance de la mano correctores, buscadores y aplicaciones que nos ofrecen con inmediatez respuesta a nuestras dudas; las Academias de la Lengua ofrecen en línea y de forma gratuita los manuales de referencia para el buen uso de nuestra lengua.

En estos días he visto dos campañas publicitarias, entre las muchas que empapelan nuestras calles, con un error ortográfico que delata mala formación y poco amor propio por el trabajo bien hecho. Un error sencillo, humilde, pero que, por esta misma razón, prueba lo que digo: Preocupados por *tú bienestar y Cuento con *tú voto. ¿No ha habido nadie que les recuerde a los creadores de estas campañas que el adjetivo posesivo tu no lleva tilde? La tilde no se usa para dar énfasis a una palabra. La tilde solo marca la posible tonicidad de un monosílabo; y los adjetivos posesivos monosílabos son siempre átonos.

Pueden estar seguros los titulares de estas campañas, y de otras muchas con nulo respeto por nuestra lengua, que no valoro en mucho su preocupación por mi bienestar y que, por razones similares, no contaron con mi voto.

© 2016, María José Rincón.

 

 

 

Por una vez

La lengua española es tan compleja y tiene una riqueza tal que nunca falta material de trabajo. Me precio de no haber repetido tema en estas trescientas Eñes que llevamos en las árganas, pero hoy voy a hacer una excepción. Desde la publicación allá por 2010 de la nueva Ortografía de la lengua española contamos con una novedad en nuestras reglas ortográficas relacionadas con la tilde. Las novedades ortográficas, precisamente por la concepción misma de la ortografía, son excepcionales. Y así debe ser. Pero cuando un cambio en las reglas ortográficas está justificado lingüísticamente y ha sido admitido por los hablantes de prestigio, como lo prueba el hecho de haber sido incluido en la ortografía académica panhispánica, los aspirantes a buenos hablantes, como lo somos nosotros, debemos asumirlo y practicarlo con conocimiento de causa.

Es el caso de supresión de la obligación de usar la tilde diacrítica en los pronombres demostrativos: este, ese, aquel, y sus femeninos y plurales. Antes de la modificación académica les poníamos tilde cuando funcionaban como pronombres para evitar posibles ambigüedades (Este verano se presenta lluvioso/Éste se presenta lluvioso). Los estudios académicos demostraron que los casos de confusión entre adjetivos y pronombres eran tan escasos que no justificaban el uso de la tilde diacrítica. Nuestra nueva ortografía ha eliminado, por tanto, su recomendación de distinguirlos con la tilde.

Los aspirantes a un uso correcto de la lengua escrita debemos conocer y aplicar las reglas. Y por una vez, y sin que sirva de precedente, aplicar la regla es fácil: fuera las tildes de los demostrativos, sean adjetivos o pronombres.

© 2016, María José Rincón.

 

Corrompido – paladar – prevé (*prevee) – abordar

CORROMPIDO

Este participio del título pertenece a ese grupo de dobles participios que corresponden a algunos verbos. El otro participio del verbo corromper que funciona en tanto adjetivo es corrupto que puede ser también sustantivo.

Se encuentra en estos comentarios acerca del lenguaje porque en la República Dominicana corrompido tiene un significado específico que se estudiará más abajo.

La significación propia de “corrompido” en el habla dominicana se enmarca en el campo de la medicina; más específicamente en las enfermedades, porque con este participio se menciona una enfermedad que se manifiesta con ‘malestar intestinal con gases y ligera diarrea’. Esa es la caracterización que aparece en la obra Aiguna palabra dominicana. Un mataburro cibaeño, de la autoría del Dr. Francisco dePadua Morales y María José Garrido (2015).

Se incluye esta voz con este significado, a pesar de que nunca se la ha escuchado, porque el autor es un médico de profesión que ha publicado el libro a una edad avanzada. Se supone que el libro es una cosecha de voces recogidas durante sus largos años de ejercicio profesional.

No hay motivo para dudar de la autenticidad de la voz traída en esta ocasión si se tiene en cuenta que corromper es descomponer y, de eso se trata, de una descomposición estomacal que se presume que huele mal; olor desagradable que es otro rasgo del estado de pudrición de la sustancia o cosa que se corrompe.

 

PALADAR

“El boletín noticioso diario del Adonia prometía almorzar en un PALADAR, como se llama en Cuba los restaurantes privados. . .”

No se malgastará tiempo en destacar la falta de la preposición A, en la frase, “como se llama en Cuba los restaurantes privados”.

La redacción de la reseña ayuda al lector a entender lo que este paladar significa. La forma empleada es correcta para obviar tener que explicar el valor que la palabra paladar en el contexto. De todos modos, se analizará la acepción de paladar para examinarla a la luz de las informaciones que suministra.

El Diccionario del español de Cuba (2000) define el paladar: ‘Restaurante particular que por ley no puede tener más de cuatro mesas’. La redacción del Diccionario de americanismos (2010) no se aleja mucho de esta definición cuando lo caracteriza así: ‘Restaurante particular o fonda que, por ley, dispone solo de doce sillas’.

Se echa de ver que es una caracterización que corresponde a Cuba, país en el que los restaurantes particulares son una excepción y que por ley se limita la capacidad de servicio. Al añadirle el vocablo “fonda” a la acepción, el último diccionario mentado caracteriza el establecimiento como económico, pues esa es una de las características de la fonda. En esencia es un ‘puesto cantina en que se despachan comidas y bebidas’, que es como lo tipifica el Diccionario de la lengua española de la Real Academia.

En las definiciones que se vaciaron más arriba ha de tomarse el término “particular” en tanto que el local de comercio y la actividad a que se dedica no es de propiedad pública o del Estado. Ese dato es importante en una sociedad socialista.

 

PREVÉ – *PREVEE

“El controvertido proyecto de ley PREVEE aumentar las cotizaciones para la jubilación y subir impuestos, algo que reclaman los acreedores. . .”

La confusión que ocurre entre los dos verbos prever y proveer no cesa de producirse. No hay que rasgarse las vestiduras por este desliz en la redacción analizada, pues le puede suceder a cualquier persona que no redacte o hable con cuidado.

El verbo prever se conjuga con una sola /e/ por ser un verbo irregular. Para despejar las dudas con respecto a este verbo, lo que debe hacerse es recordar que debe conjugarse como el verbo “ver”.

El Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española de Manuel Seco (1998) llama de “vulgarismo frecuente” decir *preveer, en lugar de prever. Esto es, en el presente del indicativo el último verbo, prever, en las  segundas y terceras personas del singular, tú usted, él, ella, debe decirse y escribirse prevé. En el modo imperativo, la segunda persona del singular, tú, se escribe y dice, prevé.

No se trae el verbo proveer a esta sección para “no enredar la cabuya”, pero basta con recordar que se conjuga siguiendo el modelo del verbo leer. Para no incurrir en el error comentado aquí, lo que procede que se haga en cada caso es pensar antes de enunciar o escribir uno de estos verbos, sobre todo el verbo prever, que es el que acarrea las dificultades.

 

ABORDAR

“. . .para responder a un problema que algunos creen podría empeorar si no se ABORDA a tiempo. . .”

El verbo abordar ha entrado para quedarse en las salas de redacción de algunos periódicos. Ha logrado posicionarse en las preferencias periodísticas con amplio margen sobre otras opciones. Por lo tanto, se hace necesario delimitar su campo de acción para evitar los excesos en el uso. Se examinarán aquí los alcances y definiciones de este verbo. Al final, se proporcionarán las opciones posibles.

En dependencia de cual diccionario se consulte, las acepciones que se registran para el verbo del título se encuentran todas orientadas en la misma dirección, con excepción de mínimas diferencias que no alteran el resultado final.

El lexicón oficial de la Real Academia se mantiene bien apegado al significado originario del verbo abordar cuando escribe: ‘Acercarse a alguien para hacerle una pregunta, iniciar un diálogo o tratar algún asunto’. Luego de esa acepción, en otra se adentra en el sentido más moderno: ‘Emprender la realización de algo problemático o dificultoso’.

En el apartado en que el Diccionario de uso del español (2007) trata del asunto, después de una introducción general sobre los verbos decir, hablar; añade, ‘empezar la exposición de un asunto o la ejecución o resolución de algo particularmente si ello ofrece alguna dificultad’. En términos parecidos se expresa el Diccionario de uso del español actual de Clave (2011), ‘empezar a ocuparse de un asunto, especialmente si plantea dificultades’.

Un rasgo más le suma el Diccionario del español usual en México (2002) que lo presenta de este modo: ‘Tratar una o varias personas cierto tema o asunto difícil, particularmente un problema para darle solución o llegar en él a una conclusión’. Esta redacción inserta la característica de colectivo a la acción de abordar.

La nota discrepante la manifiesta el diccionario integral del español de la Argentina (2008). Ese diccionario en su cuarta acepción escribe: ‘Hablar sobre un tema, una idea o un asunto, para analizarlo o discutirlo’. De inmediato se nota que es solo para “analizarlo o discutirlo” y que no hay consideración alguna con respecto de la dificultad que otros consignan.

La Fundación Fundéu entiende que se abusa del verbo discutido aquí. En lugar de ese verbo propone que para las cuestiones se utilicen “tratarse, plantearse; debatirse, discutirse”. En el texto reproducido más arriba pudo reemplazarse el verbo abordar por, “acometer, atacar”.

© 2016, Roberto E. Guzmán.

 

 

 

 

 

 

Poco a poco

Esta Eñe ha cumplido ya los cinco años y, si no he contado mal, hoy llegamos a las trescientas. Trescientos granitos de arena que no hacen playa, ni duna, ni siquiera un pequeño castillito de arena en la orilla, pero que, al menos, han conseguido que, gracias a Diario Libre, algunos martes se hable de ortografía, de gramática, de libros, en definitiva, de palabras.

En esta farragosa actualidad nuestra nunca viene mal hacer una pausa para analizar la importancia del lenguaje que usamos para expresarnos. Casi todo lo que llega a nuestra cabeza y casi todo lo que sale de ella está mediatizado por las palabras. Menos palabras, menos entrada; menos palabras, menos salida. Darío Villanueva, director de la Real Academia Española, le entregó en estos días al papa Francisco un ejemplar del «Quijote» y una edición  facsimilar del «Diccionario de Autoridades». Una audiencia privada en la que se habló en español. Francisco fue profesor de literatura en bachillerato antes que papa y expresó su preocupación por la escasez de vocabulario en los jóvenes. Y no va desencaminado. Para muestra, un botón. Se dice que Cervantes usó en el «Quijote» casi 23 000 palabras distintas mientras que la mayoría de nuestros bachilleres no llega a las quinientas.

Frente a esta realidad, permítanme pecar de falta de humildad cuando oigo que algunos profesores comparten con sus alumnos la Eñe de los martes; cuando la veo a veces recortada y colgada en un tablón de anuncios de alguna empresa; cuando genera conversaciones y debates en las redes sociales; cuando los lectores reclaman algún que otro martes que no sale. En homenaje a mi venerado Sancho, aunque un grano no hace granero, poco a poco hila la vieja el copo.

© 2016, María José Rincón.

 

 

Un apoyo innecesario

Cuántas veces cuando hablamos nos faltan las palabras. Aunque en ocasiones la emoción es la responsable, casi siempre se trata de algo mucho más prosaico: no sabemos qué decir, no tenemos seguridad al expresarnos o nos falla nuestro vocabulario, ¿verdad? En esos momentos necesitamos un apoyo para continuar con lo que estamos diciendo. Bueno, cuando nos fallan las piernas echamos mano de las muletas que nos sirven de punto de apoyo. Dice el Diccionario académico que nos sirven «para el cuerpo, evitando o aliviando el empleo de una o ambas piernas a quien tiene dificultad para caminar».

Y de muleta, muletilla, un pequeño apoyo del que echamos mano con frecuencia y que, a fuerza de repetirlo, se convierte en un hábito muy difícil desterrar de nuestra habla después de adquirido. ¿Me explico? Y tanto se afianza el hábito que se convierte en un automatismo, ¿ok? Un automatismo que se extiende y que se populariza hasta hacerse moda, ¿entienden? Una moda que puede cambiar según de qué país hablemos, ¿vale? Cuando en nuestro discurso repetimos periódicamente la misma muletilla, la llamamos timo. O sea, ya saben que las palabras tienen acepciones y, o sea, esta es una nueva y poco conocida del clásico timo, ¿ya?

Si repasamos las muletillas que he ido intercalando en esta Eñe a modo de ejemplo, podemos sacar una conclusión: todas son innecesarias. Y resultan aburridas, exasperantes a veces, para nuestro interlocutor. Como aspirantes a buenos hablantes debemos eliminarlas por completo de nuestros escritos. En la oralidad debemos intentar reducirlas porque delatan pobreza léxica e inseguridad en nuestra expresión. ¿Por qué no empezamos hoy?

© 2016, María José Rincón.

 

 

 

 

 

 

Generar – guajero – haya (halla) – expulsar (deportar)

GENERAR

No es un secreto que este verbo posee varias acepciones que son del conocimiento general de los hablantes de español. Esas significaciones se tocarán de modo breve en esta sección. Los significados que resultan interesantes son los que se reconocen en el habla dominicana. Esos serán examinados en esta sección.

En el español más conocido, generar es, ‘producir, causar algo’ y, en otra acepción, ‘procrear’. De esta manera lo trae el Diccionario de la lengua española (2014) de la Real Academia. El verbo producir se ha de tomar en este caso como ‘producir una cosa’: así lo consigna el Diccionario de uso del español (2007).

En cuanto a ‘causar algo’ equivale a ‘causar y provocar el surgimiento o la modificación de una cosa material o inmaterial’. Esta es la redacción que incluye en sus páginas el Diccionario integral del español de Argentina (2008). El Diccionario del español usual en México (2002) entiende que este causar es ‘dar origen a una cosa a partir de otra’.

El generar dominicano toma alguna orientación de las acepciones vaciadas más arriba, pues es “pensar, razonar, reflexionar, idear, entender, poseer inteligencia”. En las conversaciones casi siempre se utiliza en sentido negativo. Por ejemplo: “El amigo tuyo no genera ni un voltio”. Este ejemplo va reforzado, pues se establece una comparación tácita con un generador de electricidad al añadir “ni un voltio”.

En muchos casos se usa en sentido festivo, jocoso y de burla. Los jóvenes son quienes se sirven con mayor frecuencia de este verbo. Pertenece el verbo en cuestión al habla.

GUAJERO

“De las personas desaparecidas, siete de ellas están registradas como GUAJEROS o recicladores dentro del listado municipal. . .”

A pesar de que muchos lectores puede que no conozcan la voz “guajero”; por la redacción que ha logrado el periodista, se ofrece una pista segura con respecto de su significado. Un guajero es un reciclador. Luego, en el cuerpo de la noticia se ofrecen más detalles con respecto de este tipo de actividad.

Como sucede en todas las lenguas, la palabra guaje posee más de una acepción. La que interesa aquí es la conocida en América Central en donde significa ‘trasto, trebejo’. Así la define el Nuevo diccionario de americanismos e indigenismos (1998).

El vocablo guaje figura en el Diccionario de aztequismos (1978) con la significación por la que fue conocido al principio, que es la de ‘calabazo seco y hueco que sirve para llevar líquidos’. Por uno de esos fenómenos de las lenguas, pasó también a llamarse de ese modo al “tonto”, pues se presume que este tiene la cabeza hueca.

Por aquello de que es ‘cosa de poco valor’, pasó a denominar también a la ‘mujer fácil, prostituta’, así lo consignan los diccionarios de voces guatemaltecas, entre ellos el Diccionario de la expresión popular guatemalteca (1971) y el Diccionario de voces usadas en Guatemala (1982).

Lo que destaca en esta sección es la manera en que puede introducirse una voz poco conocida en un escrito sin que desconcierte al lector. El guajero es la persona que se ocupa de recoger en los basureros materiales de todo tipo para reciclar y lo hace como actividad laboral consuetudinaria.

 

HAYA – HALLA

“Ellos sí quieren que HALLA un cambio político. . .”

Este verbo de la cita es del verbo hallar, que tiene entre otros significados “encontrar, descubrir, averiguar; encontrarse una persona en un lugar o, una cosa en una situación”.

Si se trata de conferirle sentido a la oración, teniendo en cuenta los significados expuestos más arriba, se halla (encuentra) uno en la imposibilidad de hacerlo.

Haya es una forma del verbo haber. Además, posee un sentido en botánica, pues es un árbol y la madera de este. En el caso del texto comentado, el verbo está expresado en subjuntivo y debió ser “que haya”, con la intención de manifestar un deseo, para formar una frase desiderativa.

Este error no puede disculparse. Es algo elemental saber la diferencia cuando debe escribirse con el dígrafo doble ele /ll/ y, cuando debe hacerse con ye /y/, i griega.

Existe en español otra palabra semejante a las anteriores, “aya”, femenino para la persona encargada de cuidar y educar a niños y jóvenes en las casas de familias acomodadas. Así mismo, la ciudad de los Países Bajos es La Haya, así, con el artículo incorporado y en mayúscula.

 

EXPULSAR – DEPORTAR

“Pero si el juez rechaza el asilo, entonces ordena la EXPULSIÓN del solicitante”.

Durante largos años los traductores y periodistas, así como la mayoría de los que escriben sobre inmigración en los Estados Unidos, han utilizado el verbo deportar para tipificar la acción que emprende contra los indocumentados la autoridad de migración en su territorio.

Ha de notarse que se emplea la palabra “indocumentado” para usar el lenguaje políticamente correcto y no llamar de “ilegal” a quien reside o permanece en territorio de los Estados Unidos en violación a las leyes de ese país. Los dos verbos del título se examinarán más abajo, tanto en inglés como en español.

En el caso específico que se estudia aquí, expulsar significa “sacar o echar a una persona de un lugar”. El sujeto que se expulsa es obligado por las autoridades pertinentes a abandonar el territorio nacional de los Estados Unidos.

El verbo deportar, a su vez, consiste en desterrar, es decir, hacer la autoridad que una persona abandone un lugar o territorio como castigo o pena. En la acción de deportar se asigna a la persona sujeto de la acción un lugar de confinamiento como castigo.

El destierro puede ser elegido por una persona de manera voluntaria u obligado por las circunstancias, por necesidad. El desterrado se mantiene voluntariamente o por obligación fuera de un territorio. En muchos casos exiliarse se utiliza como sinónimo de desterrar.

En el inglés de los Estados Unidos, el sustantivo deportation se define como la acción de sacar de un país a un extranjero cuya presencia es ilegal o perjudicial. Al leer la acepción que posee el sustantivo en inglés de los Estados Unidos se percata, quien eso hace, de que la acción de deportar es muy específica en la lengua de ese país.

Ahora bien, podría argüirse que el uso del verbo deportar y el sustantivo deportación están tan extendidos y arraigados en el habla y en los escritos que resulta poco menos que imposible erradicar la costumbre que identifica la acción con el verbo en español, con respecto de las sanciones que se aplican específicamente en los Estados Unidos.

© 2016, Roberto E. Guzmán.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Diccionario fraseológico del español dominicano

Por Bruno Rosario Candelier

A Marcos Antonio Ramos,

Fina estirpe de alta erudición y sabiduría.

 

La Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española han publicado varios códigos lexicográficos, entre ellos el Diccionario de la lengua española, en el que se recogen las palabras que usan los hablantes de nuestro idioma en cualquier ámbito del mundo hispánico. En ese diccionario se encuentran las palabras que deben conocer los usuarios de la lengua y que usan los hablantes cultos en cualquier lugar donde se hable este hermoso idioma de Miguel de Cervantes, san Juan de la Cruz y Jorge Luis Borges. Se trata del vocabulario de la lengua general del español estándar.

En cada uno de los países hispanohablantes hay, además de las voces de la lengua general, términos y expresiones peculiares de la lengua local, con las singulares expresiones idiomáticas del lenguaje coloquial, de tal manera que nosotros, en la República Dominicana, cuando comenzamos a estudiar el español dominicano lo primero que hicimos fue elaborar un diccionario de las voces dominicanas, es decir, recogimos aquellas palabras que no figuran en el Diccionario de la lengua española porque tienen una acepción diferente o una connotación semántica especial, con la significación predilecta de los dominicanos, pues sin duda los hablantes de Quisqueya hemos inventado un léxico distintivo, y a muchas de las palabras de la lengua española les hemos asignado nuevos significados creando una peculiaridad semántica del léxico en la variedad del español de América en las Antillas.

Cuando trabajábamos en la confección de este diccionario pudimos comprobar varios aspectos lexicográficos que nos diferencian de las demás comunidades lingüísticas del español americano: que compartimos miles de expresiones de la lengua española usadas en España, América, Filipinas y en Guinea Ecuatorial; pero también podemos afirmar que muchas de las expresiones dominicanas son originarias de nuestros hablantes y, en tal virtud, tienen una particular singularidad en términos de creatividad, que recogemos en este Diccionario fraseológico del español dominicano (DIFRADO), publicación de la Academia Dominicana de la Lengua realizada con el auspicio de la Fundación Guzmán Ariza pro Academia Dominicana de la Lengua (1). Es decir, seleccionamos, definimos y publicamos aquellas expresiones usadas en frases, locuciones, adagios y giros idiomáticos que nos identifican como hablantes de un país caribeño. Esa fue una ingente tarea que nos llevó tres años de intenso trabajo de expurgo y acarreo lexicográfico, tarea lexicográfica consistente en confeccionar un diccionario, en este caso un nuevo diccionario fraseológico, es decir, un lexicón de voces y expresiones dominicanas. Al Diccionario del español dominicano le dedicamos cuatro años de labor lexicográfica. En esta labor fraseográfica duramos tres años indagando, seleccionando, describiendo y ejemplificando las expresiones idiomáticas de nuestro lenguaje.

¿Qué recoge, entonces, este diccionario fraseológico? Recoge específicamente lo que se llaman locuciones, frases, giros y adagios, cuatro vertientes que usualmente empleamos cuando hablamos y que se describen en la introducción de la obra. El uso de idiomatismos aparece definido con rigor y precisión, como han aludido los que me precedieron en el uso de la palabra en esta Universidad de Miami (2), ya que hemos aplicado lo que pauta la ciencia de la lexicografía y la rama de la fraseología. La lexicografía es la disciplina lingüística que enseña a hacer un diccionario, y la fraseología aporta la orientación teórica, que la fraseografía ejecuta en la práctica como disciplina lingüística que enseñan a hacer un diccionario de frases, lo que quiere decir que, además de un diccionario de palabras, se puede hacer un diccionario de frases. ¿Dónde está la diferencia? Está en la siguiente especificación: en el diccionario de palabras recogemos y definimos las voces o los vocablos de la lengua de un país o de un idioma, que son palabras individuales con el significado que esas palabras tienen en la lengua general o en la lengua local; y las frases, que son las expresiones idiomáticas, modismos de la lengua o frasemas del decir, que yo llamo idiolexías, son las unidades fraseológicas formadas por dos o más palabras con un sentido específico, y casi siempre ese significado es diferente del significado peculiar que tienen cada una de las palabras que componen esa reunión de vocablos que también llamamos idiotismos, como se conocen en inglés y en otros idiomas.

El trabajo que sorteamos al principio fue, en primer lugar, distribuirnos la responsabilidad del acarreo de frases, es decir, dónde indagaría cada uno de los coautores de esta obra, que somos Roberto Guzmán, Irene Pérez Guerra y el suscrito, para materializar el expurgo de centenares de expresiones comúnmente empleadas por nuestros hablantes, y para hacer esa labor contamos con tres fuentes fundamentales de investigación: la primera, la fuente literaria, es un ramal caudaloso de expresiones idiomáticas, especialmente las obras narrativas, porque los textos literarios de cuentos, relatos y novelas son los que mayormente emplean expresiones fraseológicas ya que en el género literario de la narrativa se usan las expresiones que dan cuenta de hechos, actuaciones y aventuras en los cuales intervienen los hablantes que son los personajes que aportan los datos del habla y ahí aparecen esas frases usadas por nuestros hablantes. Por esa razón, en este diccionario hay una amplia representación de los narradores dominicanos. Entre esos narradores de literatura de ficción, los más citados son Rafael Peralta Romero, Manuel Salvador Gautier, Alfredo Fernández Simó, Juan Bosch y Emelda Ramos.

La segunda fuente donde curcuteamos frases y expresiones de la lengua hablada por los dominicanos es la prensa, en periódicos y revistas, tanto en ediciones físicas como electrónicas. La prensa escrita es una mina de frases. Entre los periodistas dominicanos sobresalen, por el fecundo empleo de frases idiomáticas, los escritores Orlando Gil, César Medina, Pablo Mckinney, Aristófenes Urbáez, Fabio R. Herrera-Miniño, Alfredo Freites y Gina López Núñez, que escriben en el Listín Diario y en Hoy, es decir, los escritos de esos autores constituyen una veta copiosa en el uso de frases dominicanas.

La tercera fuente informativa a la que acudimos en busca de usos fraseológicos, que representa el mayor caudal de expresiones idiomáticas, es la oralidad, en cuya mina expresiva encontramos, a través de los comunicadores de radio, televisión, pero especialmente en el ámbito de la calle o del campo, el uso vivo de expresiones idiomáticas, como pudimos constatar en comercios, templos, barberías, estadios, guaguas, centros médicos, salas de fiestas, colmadones, oficinas, gimnasios, escuelas o donde quiera que se reúnan personas que inician una conversación. Entonces lo que hacemos, para comprobar el uso de unidades fraseológicas, es escuchar y anotar las susodichas expresiones, y si no entendíamos su significado, le preguntábamos al hablante lo que querían expresar.

Quienes consulten este diccionario van a encontrar miles de expresiones, tanto de la fuente escrita como de la oralidad, logro que fue para nosotros una gran satisfacción, ya que encontrar ejemplos, describirlos y mostrarlos con sus respectivas clasificaciones e ilustraciones es una compensación intelectual al sacrificio desplegado. Desde luego, así como nuestra lengua viene de España, la mayoría de las frases también proceden del país ibérico, y de hecho, para mí fue una sorpresa saber que la expresión “Hay más días que longanizas” no era dominicana, como creí durante mucho tiempo, puesto que es una idiolexía española. Hace un par de años vi una película filmada en España, protagonizada por actores españoles y ubicada en los años 20 del siglo XX en un pueblo castellano, y en uno de los parlamentos, una actriz le cuenta a otra una historia y le dice que no se preocupe, que “hay más días que longanizas”.

Un detalle importante de la fraseología es el hecho de que todas las frases proceden de una situación concreta y específica, aunque luego se aplique a otra situación diferente de la originaria, casi siempre con una connotación metafórica. Por ejemplo, la frase originada en un salón de belleza donde una mujer de pelo malo, es decir, ensortijado y crespo, va a arreglarse para que le hagan un desrizado, cuando la que le desenredaba el pelo le daba muchos jalones, ella le decía a la peluquera que no la maltratara, a lo que la estilista le respondía diciéndole “quien quiere moño bonito aguanta jalones”, expresión que originado por un hecho especifico, pero luego esa frase se aplica a cualquier situación de quien quiere algo bueno, pero para conseguirlo tiene que sacrificarse. Todas las frases nacen de una situación particular. ¿Ustedes han oído la locución “guayar la yuca”? Esa expresión alude al hecho de que hay que fajarse a trabajar, de que hay que  luchar y hacer un sacrificio para ganarse la vida; pero esa expresión, originalmente nació de alguien que estaba rozando la yuca en un guayo para hacer de su producto un cocido, como una arepa o una empanada. Juan Bosch, en su libro Indios, publicado en Santo Domingo en 1935, alude al modo de vida de los aborígenes quisqueyanos y, en un hermoso pasaje narrativo relata lo que hacen los indios cuando están trabajando, y ahí aparece una aborigen llamada Anaó, y dice el narrador: “-Anaó estaba guayando la yuca”, pero la acción de “guayar la yuca” era un hecho real, ya que Bosch contaba lo que estaba haciendo Anaó, por lo cual en ese pasaje esa locución no tiene el valor fraseológico que los hablantes dominicanos le asignan a esa expresión cuando la aplican con el significado de ‘pasar trabajo’. Cuando encontramos frases que debíamos identificar, describir y valorar, porque ese fue otro detalle que tuvimos en cuenta, había que clasificar cada una de las expresiones porque hay que distinguir lo que es una locución, de una frase, un adagio o un giro; las locuciones pueden ser verbales, sustantivas o adjetivas; las frases pueden ser coloquiales o populares; y los giros y adagios no tienen clasificación, pero no se deben confundir con las otras modalidades fraseológicas que recogimos en este Diccionario. En esta recolección de frases encontramos todas las modalidades, como refranes, máximas, sentencias y proverbios, que dejamos para incorporarlas a la segunda parte que trabajaremos en otra obra fraseográfica, que Dios mediante publicaremos en un segundo volumen de esta colección de la Academia Dominicana de la Lengua.

En este diccionario de fraseología se recoge, conforme fue nuestra tarea, el caudal de expresiones que usan los hablantes dominicanos cuando se comunican verbalmente porque permanentemente los usuarios de la lengua emplean frases o expresiones fraseológicas en las que hay alusión a las diferentes manifestaciones del saber humano, a todas las actividades humanas, a los animales y los pájaros, al ámbito de la naturaleza, al mundo sociocultural del campo y la ciudad. Por ejemplo, la palabra “gallo” aparece en la locución “matar el gallo en la funda”; la palabra “chivo”, usada en el ámbito estudiantil en la locución “meter un chivo” alude a quien copia algo para usarlo, a escondidas, en un examen en la escuela o la universidad. La palabra “rana” generó una frase muy singular, pues quienes han vivido en el campo saben lo que es una empalizada, que suele ser una barrera hecha con estacas enlazadas con alambre de púas o mayas para impedir que pasen personas o bestias. Cuando la rana ve a alguien se asusta y salta, y de esa situación hay una ocurrente frase: “¡Qué culpa tiene la estaca si la rana salta y se engancha”!, dato que alude al hecho de que si un subalterno comete un desliz esa culpa no le cabe a su jefe.

También hay que consignar que muchas de las frases idiomáticas tienen varias acepciones. En el tema de los diccionarios y en el área de la lexicografía, las palabras tienen una definición a partir de un significado básico, pero cuando las palabras tienen más de un significado, como a menudo suele ocurrir, a esa variedad semántica se le llama acepciones. Pues bien, las frases también tienen acepciones, es decir, hay frases con más de un significado, y cada uno de esos significados hay que definirlos e ilustrarlos con ejemplos de su uso. Entonces, el método que nosotros usamos fue el siguiente: en cada frase, cuya estructura está compuesta por dos o más palabras, elegimos una palabra, que llamamos “palabra clave”, para que esa palabra sirva de pauta al lector para buscar una frase en el diccionario. Elegimos una palabra del conjunto de voces que integran la frase. Consignamos esa palabra en el diccionario con letras en negritas, como también escribimos en negritas la susodicha frase para distinguirla de la definición; inmediatamente explicamos el significado de esa frase, y a continuación del significado consignamos en ejemplo que ilustre su comprensión. En la mayoría de los casos pudimos localizar ese ejemplo en una obra literaria de un autor dominicano, o en un artículo de un periódico o de una revista; y cuando no encontramos el ejemplo apropiado en un texto escrito, lo inventamos para ilustrar la frase. ¿Por qué  lo hacíamos de esa manera? Porque el ejemplo ayuda a comprender mejor el significado de la frase. La experiencia enseña que hay frases fáciles de entender, pero otras son difíciles o se prestan a varios significados generando una anfibología. Una vez me encontraba en Bacuí, un campo de La Vega, y mientras conversaba con un campesino, se opuso a una idea mía, y me soltó esta frase: “El sabio vive del bruto, y el bruto de su conuco”. Se  trata de situaciones que suelen engendrar una frase, y la creación de frases de alguna manera denota la creatividad de los hablantes.

Dije que la mayoría de las frases las hemos recibido como herencia lingüística que los hablantes de todo el mundo hispánico aprendimos de España, pero hay otras que las hemos inventado nosotros. En España se dice “mandar a la Porra”. Porra es un paraje lejano y distante en el sur profundo del país ibérico, pero esa expresión se usa en México, Colombia y República Dominicana, entre otros países hispanohablantes, con el significado de ‘mandar al carajo’. En la República Dominicana, cuando los padres querían castigar a uno de sus hijos, le decía, como me llegaron a decir a mí, “te voy a mandar a Higüey sin tortilla”, es decir, sin comida para que sufra. Esa frase se usa para aplicarla a cualquier situación en la que se quiera llamar la atención o castigar por algún hecho indebido, pero el origen de esa frase la inspira un hecho real. Los dominicanos viajan a Higüey el 21 de enero de cada año a celebrar el día de la Virgen de la Altagracia, y en ese viaje la mayoría de las personas pobres llevan su comida (especialmente pan, queso o tortilla); entonces un viaje a Higüey, “sin tortilla”, es un tremendo castigo.

El mundo de la fraseología es amplio, rico y variado, y en tal virtud tiene la particularidad de que constantemente usamos frases sin darnos cuenta. Cuando consulten este diccionario se van a dar cuenta del caudal de frases que ustedes, como hablantes, emplean. Y tal vez algunos ignoran que están usando una creación verbal hecha de la lengua misma porque esa forma de hablar, al usar locuciones y refranes, constituye una forma de expresión que de alguna manera sintetiza y expresa un pensamiento hecho, una manera de decir que facilita la expresión y que propicia una mejor comprensión en el mensaje de comunicación.

En ese sentido esta obra que hemos confeccionado tiene también varias intenciones, como la de registrar para la historia el caudal de frases que usan los hablantes dominicanos porque hay frases que se pierden. La mayoría de las frases que usan los adultos mayores es desconocida por la generación joven; entonces, hay muchas expresiones que van a tener la función de quedar registradas en esta obra y por tanto no se van a perder, lo cual ya es un servicio que la Academia Dominicana de la Lengua hace a la historia del español hablado en la República Dominicana, y aunque antes que nosotros hubo escritores que se dedicaron a hacer acopio de esta vertiente de la lengua, este diccionario es la obra idiomática más completa en cuanto a la cantidad y la calidad por la cuantía de las expresiones recogidas y el rigor metodológico con que fue confeccionado porque nosotros, los autores de este libro, estudiamos lo que establece la lexicografía y lo que consigna la fraseología, cuyos criterios de confección supimos aplicar en beneficio de los estudios lingüísticos del español dominicano.

Los criterios metodológicos y operativos hay que conocerlos para aplicarlos. En la realización de esta obra le dimos prioridad al criterio del uso, es decir, si una frase la usan los hablantes dominicanos, la incorporamos a esta obra, sin fijarnos si esa frase es o no originaria del pueblo dominicano, si viene de España o si la trajo algún cubano, puertorriqueño, venezolano, colombiano o mexicano a nuestro país; o si alguna expresión la hemos aprendido de las telenovelas o películas mexicanas, que tanto peso han tenido en la historia de la cultura de toda la América hispana, porque desde los años 40 del siglo XX en todos nuestros países hispanoparlantes crecimos viendo películas mexicanas porque el cine mexicano era la mayor industria cinematográfica en América latina, y recibimos el influjo del lenguaje de los mexicanos. Por ejemplo, la palabra “platicar”, tan frecuente entre los mexicanos, no se conocía en República Dominicana, y ya se conoce. Viendo películas y telenovelas colombianas, aprendimos otro sentido de la palabra verraco, como decir, “Colombia es el país más verraco de América”, o “entre verracos te vea”.

En esta obra los dominicanos se van a sentir retratados porque van a ver que en sus expresiones idiomáticas está la imagen de nuestra idiosincrasia. El lenguaje es un reflejo de nuestra mentalidad y una expresión de nuestra cultura. Somos lo que hablamos, y nos expresamos a través de palabras y frases; testimoniamos nuestra capacidad de creación mediante el uso de idiolexías y palabras, y cada cultura, como cada pueblo y cada hablante en particular, tienen una idiosincrasia cultural y poseen un talante peculiar. El talante es la manera personal del sentir o de pensar, y todos tenemos la capacidad de sentir y de reaccionar ante la realidad cuando una de sus manifestaciones toca nuestra sensibilidad o concita nuestro intelecto. Cuando la realidad inyecta sus datos en nuestros sentidos, reaccionamos, y la forma natural de reaccionar es testimoniar lo que sentimos, pensamos o queremos. Constantemente la realidad circundante influye en nosotros de tal manera que hay un nexo permanente entre nuestra sensibilidad y el mundo que nos rodea; y de ahí ese vínculo entrañable que se establece en nuestro ser con el ser de las cosas. De hecho, cuando nuestra alma se pone en sintonía con el alma de la cosa, esa conexión genera una chispa, y esa chispa desata nuestra creatividad, que se manifiesta en el uso de palabra, en el empleo de expresiones y giros idiomáticos, en el uso de las diversas modalidades de la fraseología y, desde luego, da cuenta también de nuestro talento, del poder verbal que nos distingue, del hermoso don que hemos recibido los seres humanos. El reverendo Martín Añorga dijo en su exposición, al aludir a la palabra, que era una fuente divina, y efectivamente la palabra es la mayor dotación divina que tenemos los hombres, dotación que en virtud del Logos, nos vincula entrañablemente con la Divinidad porque al ser hecho a su imagen y semejanza, recibimos por un mecanismo misterioso que desconocemos, un vínculo directo con la esencia divina, y ese vínculo vino establecido por el Logos, vocablo que inventó Heráclito de Éfeso, uno de los antiguos pensadores presocráticos con cuya creación puso de relieve el talento que nos enaltece, el rasgo peculiar diferenciador de la condición humana, ya que los animales y las plantas no tienen Logos; y en virtud de esa energía divina, podemos pensar, reflexionar, hablar y crear, ya que mediante esa dotación espiritual podemos establecer una conexión con todo lo viviente y, desde luego, una conexión directa con la sabiduría espiritual del Cosmos y con la Divinidad. En la herencia de la sabiduría universal todo lo que existe y todo cuanto ha acontecido está registrado en los archivos del Cosmos. La Creación entera tiene una historia y una sabiduría; una historia y una sabiduría que los antiguos griegos identificaban con la palabra Numen, que nos enlaza de una manera entrañable a esa memoria universal, y eso es posible justamente por la virtualidad operativa y creativa del Logos que nos distingue y enaltece.

Los creadores y los contemplativos, especialmente los poetas místicos y metafísicos, tienen el don de conectar su sensibilidad profunda con la Energía Superior del Universo, y por eso cuando Heráclito hablaba del Logos decía que se trataba de una energía divina, y esa categoría divina la tenemos todos nosotros, y esa es la grandeza de nuestra dotación humana y la hermosura del mundo, que la dimensión espiritual del Logos fecunda y proyecta en la creación del lenguaje. El Logos se manifiesta en la palabra, y la palabra se plasma cada vez que hablamos y generamos expresiones idiomáticas, cada vez que testimoniamos lo que sentimos y creemos, cada vez que pensamos lo que percibe nuestro intelecto en función de nuestras intuiciones y vivencias, que son fundamentales para la creación; y la más significativa expresión de esa creación es justamente el lenguaje y, dentro del lenguaje, cuanto creamos en el mundo de la fraseología, testimonio lingüístico del que ustedes podrán compenetrarse cabalmente cuando entren en contacto con esta obra que esperamos adquieren para que tenga destino la labor que realizamos, conforme la misión que nos corresponde como académicos de la lengua, que es justamente hacer lo que establecen los estatutos de las Academias de la Lengua establecidas en el mundo hispánico, tanto de España y América, como de Guinea Ecuatorial en África o Filipinas en Asia, acción que estamos llamados a promover con el estudio de la lengua y el cultivo de las letras para el provecho de nuestros hablantes y, por supuesto, para beneficio de nuestro pueblo y de nuestra Academia y, esperamos también, para honra de Dios.

Bruno Rosario Candelier

Presentación del Diccionario fraseológico

Miami, Universidad de Miami, 5 de mayo de 2016.

Notas:

  1. Bruno Rosario Candelier, Irene Pérez Guerra y Roberto Guzmán, Diccionario fraseológico del español dominicano, Santo Domingo, Academia Dominicana de la Lengua, 2016.
  2. El hermoso acto de presentación del Difrado en la Universidad de Miami se debió a una magnífica organización y auspiciosa promoción de los académicos de nuestra Academia en Miami, el Lic. Roberto Guzmán y el Doctor Marcos Antonio Ramos.