Vientre, olla/hoya, encomiar, gredar/greda

Roberto E. Guzmán

VIENTRE

Los lectores que han vivido toda su vida en las ciudades es probable que se pregunten, ¿qué puede haber en vientre?, que ellos no sepan.

El vocablo vientre en esta ocasión se trae con una acepción conocida en los predios rurales del territorio dominicano. Para acercarse más al campo de la palabra del título puede ofrecerse la pista que es de uso en ganadería.

Los animales hembras que se usan para reproducción, que no se sacrifican hasta que no agotan su vida reproductiva útil en ganadería se les conoce con el nombre de “vientre”. Al referirse a esas cabezas de ganado, los ganaderos, campesinos y personas entendidas en esos menesteres les llaman vientres.

El español general utiliza una locución adjetiva para referirse a este tipo de animal que se ha mencionado más arriba, dice, “de vientre”, con lo que definen el animal como destinado a la reproducción.

En Ecuador y Uruguay llaman vientre al animal preñado. En República Dominicana el uso ha establecido algunas locuciones con el sustantivo vientre. Entre otras puede citarse la locución verbal que se ha oído “gritar en el vientre”, que es “tener la capacidad de vaticinar”. Otra es la locución “tener mal vientre”, que corresponde a, “transmitir la madre las consideradas peores características físicas de los progenitores a su hijo”. Se ha oído otra, tener o ser de “vientre seco”, que se aplica a la mujer que no concibe.

Con respecto a vientre en tanto animal destinado a la reproducción, es una acepción utilizada en República Dominicana que no ha trascendido a los diccionarios diferenciales del español dominicano.

 

OLLA – HOYA

“. . .destapó la HOYA de grillos. . .

Algunos sonidos del español han evolucionado tal y como es de esperarse en una lengua de larga data. Otro factor que contribuye a los cambios de sonidos es la vasta extensión territorial en la que se conoce y habla la lengua española. A lo anterior hay que añadir que cuando la lengua española llegó a América se impuso sobre lenguas nativas que dejaron rastros de su pronunciación vernácula en la lengua impuesta.

El párrafo anterior puede ser una explicación para que al autor de la frase transcrita haya colocado el dígrafo doble ele /ll/ (elle) en lugar de una ye, i griega, cuando escribió “hoya” en lugar de olla.

Lo que resulta difícil admitir es que alguien poseedor de una cultura aceptable no conozca que la frase coloquial asentada por el uso en el español es “olla de grillos”. Con esta frase se menciona un “lugar en que hay desorden y confusión y nadie se entiende”. Ya en latín la palabra olla se escribía de la forma en que se conoce hoy.

Algunas lecturas pueden confundir a ciertas personas, si se toma en cuenta que en California, Estados Unidos, en la ciudad de San Diego hay un sector que se conoce con el nombre de La Jolla. Los nativos de allí llamaban en su lengua a esta parte de la costa “terreno de hoyos”, que fue escrito más delante de la forma en que se conoce en la actualidad.

Es probable que el redactor no se haya dado cuenta de que el corrector automático del computador no le haya señalado error alguno con respecto a esta “hoya”, porque existe el verbo hoyar que conjugado en el presente del indicativo en las personas, él, ella, usted, es “hoya”.

La olla es el recipiente de cocina redondo, de boca ancha y provista de asas. A veces se confunde con la paila que es menos profunda. El caldero tiene la boca redonda, pero el fondo no tiene necesariamente el mismo diámetro que la boca, generalmente es más pequeño. En el habla de los dominicanos, en ocasiones, las tres palabras se usan indistintamente.

Los pescadores de algunas regiones, en lagos, saben lo que es una “olla de grillos”, pues han visto los grillos que compran como cebo cuando estos se trepan unos encima de los otros en un desorden interminable.

 

ENCOMIAR

“. . . nos ENCOMIÓ a rechazar la acepción. . .”

A cualquier hijo de vecino se le escapa una. El teclado, los dedos y la automaticidad al pulsar las teclas del computador pueden jugarle una mala pasada al más diestro. Precisamente por esto que se escribió en las oraciones anteriores es que se aconseja leer de nuevo lo ya redactado.

Los articulistas disponen de más tiempo que los periodistas para “darse este lujo” de releer lo ya escrito y, hacerlo con sentido crítico. Lo que se bosquejó más arriba es lo que se piensa que sucedió en el caso que se trae en esta sección con respecto al uso del verbo encomiar.

No puede negarse que cada escritor posee un estilo diferente o distintivo para expresar sus pensamientos, sentimientos y criterios. Lo que no debe faltar en ese estilo es la claridad que en parte se logra con el uso de los términos propios de la lengua que contribuyen a hacer inteligible lo que se comunica.

Encomiar es lo contrario de censurar; significa alabar encarecidamente. Es elogiar de modo encendido. El verbo deriva del nombre encomio, cuya etimología remonta hasta el griego enkómion, que significaba elogio, discurso panegírico. Generalmente este verbo -encomiar- se toma en tanto sinónimo de celebrar, encarecer, ensalzar. La palabra entró de manera oficial en la lengua en el año 1884; encomiador hizo su entrada un año antes, en 1883.

Para quien estas notas redacta le resulta cuesta arriba aceptar que “encomiaba a rechazar”. Quizás pueda admitirse que una persona “encomiaba el rechazo”. Si se desea mantener el mismo orden en la frase, debió utilizarse el verbo animar, alentar, estimular o, incitar. Todos estos verbos aceptan la preposición a para introducir un complemento.

Cada uno de estos verbos posee un grado diferente de intensidad por lo que el asunto se contrae a saber lo que en realidad quiso expresar el articulista.

 

GREDAR  –  GREDA

“. . .Obras Públicas de un GREDAR. . .”

Esta voz del español dominicano es una adaptación del inglés grader que es una maquinaria que se usa en la construcción de caminos, calles, carreteras y avenidas; así como para vías de acceso a minas o cualquier otro lugar.

En el español más conocido se la llama de motoniveladora, pues su principal función es nivelar terrenos, refinar taludes.

Para desempeñar su trabajo esta máquina está provista de una o dos hojas metálicas largas y cóncavas. Lo más común es que lleve esa “cuchilla” entre los ejes traseros y el eje delantero. Algunas llevan dos hojas de empuje o arrastre de material y, en ese caso la segunda se coloca en el frente, delante del eje delantero.

Hay que llamar la atención sobre la forma en que los dominicanos han hecho la adaptación de la voz inglesa; lo han hecho sobre la pronunciación inglesa y no sobre la representación gráfica. Eso significa que se hizo a través del oído, por vía oral, de donde se desprende la forma de enunciarla y escribirla.

En el título se escribieron las dos formas en que los dominicanos enuncian el nombre inglés, con la erre /r/ al final “gredar” o, sin ella, “greda”.

© 2018, Roberto E. Guzmán

Abrir/abrirse, búmeran/bumerán, patologizar, cosido/cocido

Roberto E. Guzmán

ABRIR – ABRIRSE

En esta parte se estudiará la voz del título en una acepción dominicana que todavía no ha encontrado su entrada en los diccionarios de palabras usadas en el español dominicano.

La oración anterior se expresa sin olvidar lo que escribe Gerd Wotjak en el prólogo a Estudios de lexicología y metalexicografía del español actual (1992:VII) “Resulta más fácil criticar las pretendidas o verdaderas insuficiencias de los diccionarios, que practicar la difícil y extenuante labor lexicográfica”.

Se deja constancia de que en República Dominicana finalmente se hicieron todos los esfuerzos para reunir en un volumen las voces del español dominicano. Ahí está el Diccionario del español dominicano (2013). Hechas estas consideraciones se pasará a revisar lo concerniente a “abrirse” en el habla de los dominicanos.

Una articulación se abre cuando se produce distensión en los músculos, tendones y tejidos en ella. La articulación que se abre con mayor frecuencia es la de la muñeca, lo que dificulta el uso de la mano en las flexiones propias de esa articulación.

Otra parte del cuerpo humano que padece a veces de estar abierta es la cintura, por lesiones en la espalda baja, el lumbago. En estos casos la persona sufrirá de molestias o dolores. La acción que se culpa de la cintura abierta es la de cargar o manipular objetos pesados mientras se adopta o mantiene una postura inadecuada.

 

BÚMERAN – BUMERÁN

“. . .se convierten en BÚMERAN. . .”

Las dos formas de representar la voz que llegó al español procedente del inglés son admitidas por la norma culta. La Real Academia asienta bumerán y agrega que también se escribe y pronuncia búmeran en algunos países y, menciona específicamente esta Academia entre esos países a Argentina, Ecuador y México.

Esta voz tuvo su origen en una lengua australiana que luego pasó al inglés, boomerang, y que en principio fue un arma arrojadiza de madera ligera en forma de ángulo obtuso, que lanzada con movimiento giratorio puede regresar al punto de partida. La voz australiana se documentó por primera vez en el año 1798 en un glosario de voces aborígenes del sur de Australia.

Para la lengua, más importante que el arma, es el sentido que se ha imprimido al utilizar en sentido figurado la vuelta del arma, entendiendo que esta se vuelve contra quien la lanza, es lo que se conoce con el nombre de “efecto bumerán”, que las Academias en el lexicón mayor definen como “acción que se vuelve contra su autor”.

En la frase de la cita ya no hace falta que se recurra a escribir la locución completa, pues con el uso de palabras del español que indiquen a qué se refiere se entenderá el mensaje sin dificultad. La palabra bumerán se admite que reemplace a la expresión completa.

 

PATOLOGIZAR

“. . .se hace buscar razones para PATOLOGIZAR. . .”

Este vocablo del título circula muy poco, para no decir que no circula. Es una creación culta para designar algo que guarda relación con la palabra patología que pertenece al registro culto de la lengua española.

Otro rasgo que revela la procedencia del verbo estudiado es la terminación –izar que es una de las favoritas de los creadores de nuevos términos, cuando ellos son capaces de leer lenguas extranjeras.

En tiempos recientes se ha hallado la nueva costumbre de llamar patologías a las enfermedades. Esa nueva costumbre llega a las orillas del español desde el inglés, lengua en la que pathology es algo anormal; las desviaciones estructurales y funcionales de lo normal, que constituyen enfermedades o caracterizan una determinada enfermedad. Además de esta acepción posee otras que no se conocen todavía en español, pero que no viene al caso traer aquí.

Este patologizar tiene que ver con las otras desviaciones, que se refieren a las acciones que producen trastornos en el comportamiento social. (Informaciones extraídas del Merriam-Webster Dictionary. (Adaptadas y traducidas por RG).

Al buscar en el Corpus del Español del Siglo XXI, solo se encontró un ejemplo de este uso de patologizar en español, en Argentina, con todas las características del patologizar del trastorno del comportamiento social, y es un ejemplo del año 2008.

Se propone aquí evitar este uso del verbo examinado aquí, por la comprobada poca frecuencia de su uso y, por no corresponder a lo que en la lengua española se entiende por patología; así mismo,  porque el verbo patologizar ni siquiera figura en las nóminas de propuestos neologismos de los que se tiene conocimiento.

 

COSIDO – COCIDO

“. . .aquel personaje que parecía invencible terminó *COCIDO a tiros. . .”

Con la lectura de la frase que se copió más arriba queda demostrada la razón que tienen los hablantes de español dominicano para “cocinar” sus alimentos y no “cocerlos”. Esto es, con el empleo de cocinar no hay equívoco posible con respecto a lo que se refiere la acción.

Salta a la vista la diferencia de significados que existe entre los dos verbos del título. El primero, coser, es el que tiene relación con las agujas, el hilo y las telas, pieles, etc. El segundo, cocer, tiene que ver con los alimentos, el fuego, el calor que los hace comestibles.

Una fórmula para no olvidar quién es quién entre estas dos palabras, es recordando que el cocido, con ce /c/ es el de garbanzos y el otro, cosido, con ese /s/,  es el de la costura.

Un empleo que se ha oído en el español dominicano es el que consigna el Diccionario de uso del español actual (2012:573) en el que se lee que cosido es, “calidad en el acabado de coser”, esto es, bien confeccionado, bien terminado.

En el Diccionario de términos de escritura dudosa, (2014:106), se incluye una acepción que se refiere directamente con el uso del cosido que debió aparecer en la frase, “causar a alguien varias heridas con un objeto punzante”. En otra obra se leyó que las heridas pueden ser causadas por un arma de fuego. Se debe manifestar aquí que no pudo localizarse la referencia para incluirla.

En República Dominicana para expresar que a una persona se han infligido muchas heridas utilizan una expresión, “dejar o poner [a alguien] como un colador”.

© 2018, Roberto E. Guzmán

Línea, cerrado en agua, distar/dictar

Roberto E. Guzmán

LÍNEA

El vocablo del título tuvo o tiene una significación en el español dominicano que ha pasado inadvertida de los lexicógrafos.

Esta significación tiene relación con otra del español general que se refiere al recorrido regular de vehículos sobre un itinerario establecido.

La línea que se desea sacar del olvido es la que se relaciona con la empresa que se dedica a explotar una o varias rutas determinadas. Esas empresas en República Dominicana se hacían llamar “líneas”.

En un principio fueron solo automóviles que recorrían las distancias interurbanas y que se agrupaban para administrar el flujo de pasajeros. Esa era la época en que los automóviles que viajaban entre las diferentes ciudades del país buscaban los pasajeros en las direcciones que les eran suministradas.

Con el aumento de los viajeros, la capacidad de los automóviles resultó exigua y entonces esas “líneas” pasaron a administrar el flujo de pasajeros aun cuando los vehículos fueran propiedad de los conductores.

Entre las líneas que se recuerdan pueden nombrarse la Línea Estrella Blanca y la Línea Studebaker. Si mal no se recuerda, el local que servía de descanso y donde se tomaban los mensajes para la Línea Estrella Blanca fue la estación (bomba) de gasolina de Calamidad, en la Av. Mella entre las calles 16 de agosto y José Dolores Alfonseca (30 de marzo).

La Línea Studebaker funcionaba en la calle Arzobispo Nouel, próximo a la Catedral Primada de América. Allí se vendían los periódicos nacionales, así como las revistas extranjeras que el régimen de Trujillo permitía entrar. Además, vendían “tablas de dulce”, es decir, dulces en pastas que se producían en los pueblos servidos por los vehículos que allí recibían sus llamadas de servicio.

Los sistemas modernos de transporte colectivo sacaron del negocio a estas líneas que fueron sustituidas por compañías administradas de acuerdo con procedimientos modernos de gestión y con servicio regular de autobuses.

 

CERRADO EN AGUA

“Todo el trayecto. . .fue CERRADO EN AGUA. . .”

El verbo cerrar tiene muchas acepciones que se han acumulado en la lengua española a través del tiempo. Algunas tienen relación unas con otras; en otros casos se trata de extensiones o de usos figurados.

El verbo cerrar en el español cotidiano posee una acepción que de alguna forma se asemeja a otra del español hispanoamericano. En la acepción marcada con el número 34 en el Diccionario de la lengua española, en su vigesimotercera edición puede leerse esto, “Dicho del cielo: encapotarse”.

De la lectura de la frase se deduce que no se trata de que durante el trayecto el cielo estuviese “encapotado en agua”. Se refiere a una acepción americana del verbo cerrar.

La acepción a la que se alude en la oración anterior y más próxima a esta es la del verbo cerrar en la locución verbal “cerrarse a llover” que en Cuba, Costa Rica y República Dominicana significa, “Empezar a caer la lluvia”.

“Cerrado en agua” se ha oído en el español dominicano más de una vez, por no escribir, muchas veces. Cuando se usa se toma la locución verbal cerrarse en agua, en el sentido de “llover a cántaros”, quien eso hace recurre a la locución verbal “cerrarse a llover”, solo que la palabra lluvia se reemplaza por agua, que el contexto se encarga de aclarar. Puede añadirse que el verbo cerrar aquí se emplea para significar, rodear, que en la cita es de agua.

 

DISTAR – DICTAR

“. . .que antes DICTABAN mucho de ser modernas y grandes. . .”

En algunas ocasiones no sabe el lector si el error se debe a descuido en la pronunciación del español o a falta de cultura. O, como decía el chusco, a “ambas cosas a la vez”. En esta sección se  examinarán las acepciones de los dos verbos del título. Sucintamente se tocará el asunto de la pronunciación concerniente a ambos verbos.

En cuanto al verbo dictar, las Academias son muy precisas en la primera acepción del verbo dictar, estas incluyen “las pausas necesarias” para que la persona escriba lo que la otra dice. En la segunda acepción del lexicón mayor de la lengua española es minuciosa de nuevo, “dar, expedir, pronunciar, leyes, fallos, preceptos”. Luego de esas acepciones se adentra ese diccionario en definiciones más apartadas de lo concreto, tal como “inspirar, sugerir”. La cuarta y última acepción en ese diccionario añade el verbo dictar a las clases y conferencias, para que este se emplee así como los verbos dar, pronunciar, impartir.

En lo concerniente al verbo distar, de nuevo el Diccionario de la lengua española no economiza palabras para definir ese verbo. “Dicho de una persona o cosa: Estar situada a una cierta distancia espacial o temporal de otra”. Aquí ha de notarse que se detalla “persona o cosa” y especifica “distancia espacial o temporal”. Con la misma introducción, personas o cosas, en la segunda acepción escribe, “Diferenciarse notablemente de otra”. Repárese en el adverbio notablemente que refuerza la intensidad del verbo.

El verbo dictar fue tomado del latín dictare, que era el frecuentativo de dicere, esto es, “decir”. Ya Nebrija entendía que este verbo era “dezir lo que otro escrive”. (Se respetó la ortografía de la época). Este precursor de los diccionarios del español escribía ditar. Fue ya en el Diccionario de autoridades donde se asentó la letra ce /c/ en medio de la palabra.

El verbo distar fue tomado de distare que valía para expresar “estar apartado”. Se recuerda que en español existe el adjetivo “distante” desde la primera mitad del siglo XV, que como puede deducirse se relaciona con el verbo distar, tratado aquí. Este adjetivo -distante- es equivalente de alejado, apartado, remoto.

La pronunciación de los dos verbos estudiados difiere bastante, pues uno lleva una ese /s/ en el sitio en que el otro pronuncia un sonido equivalente a una letra ca /k/. La única forma para equivocarse con respecto a los dos verbos en cuanto a su enunciación es haciéndolo por partida doble, es decir, pronunciando mal uno y otro. Otra posibilidad es la que se ha criticado muchas veces antes por medio de estos comentarios es cuando el articulista no se toma el tiempo para revisar lo que escribe.

© 2018, Roberto E. Guzmán

 

Deja ver si, farsa/falsa, propositivo, recuperar

Roberto E. Guzmán

DEJA VER SI

Esta expresión se ha oído en muchísimas ocasiones en el español dominicano. La usan los hablantes de esa variante del español cuando solicitan que se les permita abrir una posibilidad. La conjunción condicional “si” que aparece al final de la expresión desempeña la función de introducir una condición. Esta expresión permite que entre en ella una viabilidad de que la persona que la emplea pueda satisfacer un deseo en beneficio de otra persona o de sí mismo.

Algo interesante en esta expresión es que no se ha encontrado rastro de ella en tanto unidad en las obras dedicadas a esta labor. Otro rasgo interesante es que en realidad tiene relación sesgada con el verbo dejar, pues lo que la persona hace es que pide que se le permita hacer una cosa, que no es necesariamente material, esto es, que se acceda autorice o consienta en evaluar una posibilidad.

Con relación al verbo “ver”, hay que aceptarlo en este caso con el valor de intentar una cosa. De la explicación anterior puede entenderse que la expresión en sí no puede tomársela en el sentido de cada una de sus partes, sino como un todo unitario que expresa lo que se ha explicado más arriba.

 

FARSA – FALSA

“. . .siendo una FALSA para cubrir su verdadero ser criminal”

Aunque las dos palabras del título se parezcan en su escritura y pronunciación, los orígenes de una y otra son distantes.

Falso/a procede del latín falsus que era propiamente el participio pasivo de fallere, que significaba engañar. El hecho de que haya conservado la letra efe /f/ del latín indica que prevaleció en el vocablo la pronunciación de las clases cultas. Esta pronunciación fue estimulada por el clero cuando se ocupaba de asuntos morales.

Farsa fue tomado del francés farse, que hoy se escribe farce y es una pieza de teatro cómica y breve que se usaba de relleno en las presentaciones de misterios o auto sacramentales. Todavía con el significado de “rellenar” se conoce en francés el verbo farcir. Para estas etimologías se recurrió al Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (1980-I-841, 872).

El adjetivo falsa/o vale para expresar que algo se hace o se dice con engaño; que no corresponde a la realidad o a la verdad. Se dice o escribe de las cosas que son falsificadas  o postizas. Cuando se refiere a una persona este destaca la deslealtad, la hipocresía.

El sustantivo femenino farsa heredó del origen francés el significado de pieza teatral breve, cómica y de baja calidad. Fuera del ámbito del teatro es un enredo con el que se pretende engañar. En inglés posee las acepciones del teatro, así como de espectáculo sin fundamento que se usa para engañar.

Si se observa la redacción de la cita, se verá de inmediato que se utiliza la palabra falsa en tanto sustantivo, después de “una”, lo que descalifica la pertinencia de esta en esa función y, en su lugar debió escribir el redactor farsa para imprimir sentido cierto a la oración.

En casos como el que se estudia en esta sección no se trata de error de ortografía, sino de un error de cultura, es decir, lo que falló fue el grado de cultura del articulista que no supo distinguir entre los dos vocablos del título.

 

PROPOSITIVO

“. . . ausencia de pensamiento PROPOSITIVO y ético. . .”

Este vocablo que se somete a estudio reviste caracteres de interesante; por su formación, su procedencia y su significado es digno de atención. Luego de todos estos calificativos elogiosos, hay que introducir la nota de equilibrio, no es una voz que aparece en los lexicones del español de uso. Quizás esto es así porque es de reciente introducción en español.

Las informaciones que se encuentran con respecto a la voz “propositivo” indican que es una persona con una actitud que analiza y evalúa de manera crítica los problemas y sus posibles opciones; recomienda acciones y las impulsa, actúa de acuerdo con su criterio.

Fundéu en respuesta a una consulta al respecto de este vocablo da a entender que propositivo es un adjetivo para caracterizar a una “persona emprendedora, con actitud crítica y que obra con eficacia”. En la respuesta a la consulta Fundéu agrega que el adjetivo está correctamente formado por el vocablo proposición (acción de proponer) más el sufijo –ivo (indica “que tiene capacidad o inclinación para lo que sugiere la palabra base” [proposición]).

En la mencionada opinión, Fundéu añade que puede considerarse formado por el prefijo pro- (tomar impulso hacia adelante) más positivo (afirmativo, efectivo, eficaz). Los dos análisis convergen para dar el mismo sentido y definición ofrecidos más arriba.

La voz propositivo se encuentra en un puesto de consideración de la Real Academia, lo que augura que podría integrarse al diccionario oficial de la lengua en un futuro cercano. Los datos  recabados con respecto a la voz estudiada dan testimonio de que tiene ya uso extendido en el ámbito de la lengua y que se ha registrado su presencia documentada en el español escrito desde hace más de cuarenta años.

La conclusión de la consulta mencionada más arriba es que “no conviene censurar el empleo de la palabra”, aunque “es mejor usar voces o frases equivalentes”.

 

RECUPERAR

Al mismo tiempo, G. RECUPERA el concepto de tradición. . .”

No es algo excepcional que al escribir algunas personas tomen una palabra por el significado más débil. Esto es, que vayan a un extremo del significado de la palabra en cuestión y aprovechen una cualidad poco relevante de esta para extenderla.

Eso que se ha esbozado en términos abstractos y generales es lo que se piensa que ha sucedido en la frase reproducida más arriba.

Resulta muy laborioso pensar que alguien pueda “tomar o adquirir” la tradición, que son dos de los significados de recuperar. O, que se ponga la tradición de nuevo en servicio, otro significado. Además, resulta cuesta arriba poder admitir que la tradición vuelva a su estado de normalidad después de haber pasado por una situación difícil.

Las tres hipótesis que se han avanzado en el párrafo inmediatamente anterior a este sirven para descartar el uso del verbo recuperar, pues se basan en las definiciones más próximas a lo que podrían interpretarse como los rasgos propios del verbo y su posible relación con la palabra tradición.

En el caso de esta frase puede avanzarse la teoría de que el autor se refiere a “actualizar” este concepto; es decir, “conferirle o atribuirle importancia”. En otras palabras, equivale a “traer de vuelta” el concepto mencionado. Podría decirse también, “sacar a la luz del día”, “exponer ante todos” y otras formas más largas y complicadas, pero exactas.

© 2018, Roberto E. Guzmán

 

Filosofía, orondo/*horondo, ora, autonomizado/autonomizar

FILOSOFÍA

En algunas ocasiones hay palabras comunes de conocimiento general que adquieren un sentido diferente al internacional en algunos países. Ese fenómeno se ha visto suceder con regularidad en casi todas las lenguas internacionales.

La distancia entre la metrópolis y las colonias que luego adquirieron la independencia le imprimieron nuevos sentidos a palabras tradicionales. Otros factores que contribuyeron a estos cambios fueron las circunstancias, el ambiente y las tradiciones anteriores a la llegada de la lengua metropolitana.

El estilo de vida y la evolución histórica de los diferentes países de la América Hispana han determinado que vocablos de larga tradición en la lengua hayan adquirido otro sentido en los países americanos.

La palabra filosofía es de larga tradición en el seno de la lengua española; sin embargo, los dominicanos de los estratos educados de la población le han imprimido algunos caracteres a esta palabra que la diferencia de la noción aceptada generalmente.

No se entrará aquí en el detalle de las acepciones conocidas y aceptadas por la generalidad de los hablantes, sino que se caracterizará el significado y el uso en el español dominicano.

Casi siempre se utiliza el término “filosofía” como representación del concepto dominicano que se tiene de la palabra en los casos en que se adoptan medidas o se toman decisiones para referirse al, o los motivo(s), que subyacen esas disposiciones, así como al objetivo que se persigue con ellos.

Ese empleo del vocablo sometido a examen ocurre mayormente en las discusiones en los niveles administrativos del gobierno, cuando se inquiere sobre los motivos que justifican una toma de decisión, o, acerca del propósito de algunas medidas gubernamentales.

Se piensa que este uso está acreditado en el lenguaje administrativo dominicano, sobre todo en lo concerniente a los asuntos de índole gubernamental. Debería considerarse esta utilización para incluirla en el futuro en los repertorios de acepciones particulares de palabras del español dominicano.

ORONDO – *HORONDO

“Ya de regreso el chofer se mostraba *HORONDO por su hazaña. . .”

En algunas ocasiones cuando se encuentra lo que se considera una falta de ortografía al escribir una palabra los lectores se sienten defraudados. Los guardianes de la lengua a veces se precipitan y con disgusto disimulado atacan el descuido de quien incurre en el error.

Hay que tener mucho tacto y prudencia para no precipitarse y pronunciar censura ligera contra quienes algunas veces pueden -sin saberlo- encontrar amparo en la historia de la lengua. Eso que se enuncia en la oración inmediatamente anterior a esta se ampliará en esta sección con relación a una de las dos voces del título.

Entre 1899 y 1914 la forma primitiva del vocablo era horondo, hasta con hache aspirada. Así apareció en los diccionarios de la Academia.

Desde esa fecha hasta ahora, la forma de escribir la palabra que se estudia ha sido sin la hache, es decir, orondo. En las acepciones que la Academia consigna la primera es la que se presume más antigua; aunque en la actualidad la que se emplea con mayor frecuencia sea, “lleno de presunción y muy contento de sí mismo”.

Para resumir el asunto. Hace más de cien años que la ortografía de orondo ha permanecido la misma, vale decir, sin hache; a pesar de la mala voluntad que esta letra ha cosechado entre los hablantes de español. Esta opinión de algunos hablantes de español le viene a la hache porque se la consideraba “un signo ortográfico ocioso”. Así se expresaba la Ortografía de la Academia misma. En la actualidad, y desde hace largo tiempo, no hay lugar a discusión, debe escribirse orondo.

ORA

“. . . ORA por la gerontocracia u ORA por los intereses. . .”

La palabra ora es un aféresis de ahora, es decir, es la abreviación de la palabra “ahora” mediante la supresión del fonema inicial. En el lenguaje moderno tenemos ejemplos que se han colado en el español hasta proveniente de otras lenguas, por ejemplo del inglés, así se dice bus por autobús.

Ora es una conjunción de uso esporádico que solo personas cultas utilizan en sus escritos. Este rasgo hace que los articulistas que no son muy versados en los asuntos de la lengua puedan incurrir en errores en el uso de esta conjunción.

La Academia en su Diccionario de la lengua española tipifica esta palabra en tanto conjunción distributiva. Esto es, un “elemento o locución coordinante que se emplea en forma repetida o en combinación para expresar distribución”. Diccionario de lingüística ANAYA (1986:94).

El irremplazable Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española de M. Seco (1998:323), con respecto a ora escribe que “se usa de repetido ante dos o más frases, equivaliendo a ´unas veces´… ´otras veces´.” Asegura este diccionario que es de uso literario.

Con este tipo de recurso y palabra hay que observar mucha cautela porque fácilmente se cae en error. María Moliner en su Diccionario de uso del español (2007-II-2117) afirma que es usada solamente “en frases literarias de sabor anticuado”.

Al final algo que hay que tener pendiente cuando se usa este “ora” es que en sí es una conjunción y por lo tanto no debe hacerse preceder de otra conjunción. Lo que cabía que hiciese el articulista en este caso era escribir, “…ora por la gerontocracia, ora por los intereses…”

AUTONOMIZADO – AUTONOMIZAR

“. . .que la han AUTONOMIZADO en la encarnación de su rol. . .”

“. . .estos actores AUTONOMIZADOS. . .”

Los hablantes de las lenguas a veces se encuentran en situaciones en las que desearían que algunas palabras existieran. Eso ocurre en los casos en que el hablante o escribiente se queda insatisfecho con las voces conocidas de la lengua. Desea expresar algo tomando como base un concepto conocido, pero la voz que crea no cuenta con suficiente arraigo en la lengua para que se la reconozca.

Lo que acaba de bosquejarse es un  ejemplo de lo que se presume que aconteció en el caso de los usos del verbo y del adjetivo destacados en las frases usadas a manera de ejemplos.

Para evitar tener que recurrir a los extremos de inventar nuevas voces, lo que procede que se haga es realizar una búsqueda en el seno de la lengua por un sinónimo capaz de expresar la idea que se persigue. El método es sencillo. Se usará más abajo para que sirva de modelo para el futuro.

Se busca una palabra equivalente a autonomía. Los diccionarios someten una lista que hay que evaluar. Para autonomía se encuentran, “independencia, libertad, emancipación, franquicia”. De entre estas, la independencia y la libertad son las que ofrecen mejores perspectivas.

La nueva redacción resultaría, “…que la han liberado en la encarnación de su rol…” “…estos actores independizados…” Tanto el verbo liberar como independizar son bien conocidos en la lengua común.

También pudieron cambiarse algunos otros elementos de la redacción y acomodarla a otras palabras. Esta clase de ajustes no requieren de gran esfuerzo; basta con pensar más de una vez.

© 2017, Roberto E. Guzmán.

Alcázar de don Diego

Por Segisfredo Infante

Soy Diego de Colón crecido

en la bravura de La Mar Océana.

Y he construido un Alcázar para todos

los hombres y mujeres que devienen

del agua, el fuego, los cielos y la tierra.

(Con insumos de Empédocles y Heráclito).

 

Mi Alcázar es estrecho, acogedor y largo

de piedra embellecida con cincel macizo

que tal vez ha disgustado a mis paisanos.

La envidia siempre ronda como bruma.

 

He sembrado la segunda roca

de una utópica Atenas renovada

que mira por el sur al “infinito”

de unos ojos dominico-americanos.

 

Mi refugio es el refugio de un secreto

visigodo, mudéjar, sefardita,

compartido con mi padre infortunado.

De un remoto linaje salomónico:

mi hermano el erudito bien lo sabe

y mi esposa de Toledo lo intuiciona.

 

La Mar es mi maestra. Mi enemiga.

Muy cerca de la piedra filosófica.

Aquí germinarán ciertos varones

como Henríquez Ureña y Bruno Candelier.

Aquí mismo escribirá un poema tosco

un catracho quizás desconocido

con poesía de orfandad. Ausente.

 

A pesar de nuestro salto gigantesco

más grande que viajar hasta la luna

sucede que aquí sólo cosechamos

virreinatos deleznables de la Nada.

Y mi padre: las cadenas de la infamia.

 

He crecido entre La Mar Océana

mirando hacia el sur del “infinito”

a la espera de un poema equilibrante y sacro.

He cincelado mi dolor doliente

de pura soledad con estoicismo.

Endecasílabos de Borges

Por Segisfredo Infante

            He leído a Jorge Luis Borges casi toda mi vida. Como he leído a Guillermo Hegel, José Cecilio del Valle, Rubén Darío, Aristóteles, José Ortega y Gasset, y Octavio Paz, para sólo enumerar algunos nombres. También he leído un poco a Rafael Cansinos-Asséns, habida cuenta que Borges pensaba, hace alrededor de cien años, que toda la literatura residía en la personalidad del escritor judeo-español Cansinos-Asséns, pensamiento que rectificó más tarde. Y es que de aquella relación amistosa entre los dos grandes escritores en potencia, devino el “ultraísmo”, un movimiento poético anti-dariano y anti-sencillista, del cual Borges se sirvió para escribir y publicar sus primeros poemas, en ciertas revistas españolas. Poemas que jamás fueron incluidos ni en los primeros poemarios, ni en las antologías ni mucho menos en ninguno de los tomos de su poesía completa. Es más, Borges abominó del “ultraísmo” y de su fé prematura en la revolución rusa del 24 de octubre de 1917, a la cual le dedicó los soterrados versos juveniles. También abominó de algunos ingredientes del “criollismo”, al grado que en cierto momento declaró que si por algo se merecía el infierno, era por haber militado en las huestes poéticas del tal “ultraísmo”.

Dicho lo anterior, paso a mi experiencia concreta específica con una parte de la obra de Jorge Luis Borges. Creo que mi primer contacto con la poesía del autor que nos ocupa en estos breves renglones, ocurrió en 1979, al caer sobre mis manos una antología en español y en inglés, titulada “Selected Poems, 1923-1967”, editada por Norman Thomas Di Giovanni. Y previamente el libro narrativo “Ficciones”, reeditado en mayo de 1976. Estas referencias se encuentran en mis viejos artículos borgeanos. En aquella “Selección de Poemas” se recogen muestras de “Fervor de Buenos Aires” (1923), “Luna de Enfrente” (1925) y “Cuaderno San Martín” (1929). Y otros poemarios más recientes en el tiempo. Es inevitable hacer constar que, desde mi punto de vista, en los tres primeros poemarios se registran algunas resacas propias de la época del “ultraísmo”, y luego del “criollismo” argentino, contaminado de lunfardo. Observamos muchos versos largos y algunos ligeramente flojos, desde el área específica de la melodía y del ritmo. Sin embargo, se percibe una temprana búsqueda del metro clásico en general, mediante la técnica del verso alejandrino francés, como en los casos de “El general Quiroga va en coche al muere”, del poemario “Luna de Enfrente”; en “Versos de catorce”, también de “Luna de Enfrente”; y en “Fundación mítica de Buenos Aires”, que aparece dentro del libro “Cuaderno San Martín”, de clara manufactura alejandrina, cuya técnica Borges nunca logró manejar completamente, tal como lo hacía con soltura Rubén Darío, sobre todo en su poemario “Prosas Profanas”.

Pero lo que deseo resaltar, en estas breves anotaciones, es el silencio de Borges entre la publicación de “Cuaderno San Martín”, en 1929, y su retorno a la poesía con la publicación de “El Hacedor”, en 1960. Hay un silencio poético de treinta y un años aproximados, largos e intensos, que obligarían a una detenida reflexión, la cual sería producto de un trabajo más extenso, que quizás realizaré y publicaré más tarde. La primera hipótesis es que Borges se  encontraba disgustado con sus primeros tres poemarios. Sobre todo con “Fervor de Buenos Aires”. Hay declaraciones públicas suyas al respecto. Razón por la cual se entregó a la tarea exitosa, en esos treinta y un años, de crear cuentos formidables, y de ofrecer conferencias eruditas, a veces juguetonas. La segunda hipótesis, y quizás la más consistente, es que al terminar de perder la vista entre 1955 y 1956, solamente le quedaba el recurso de la memoria y del verso clásico español, mediante la estructura auditiva, muy melódica por cierto, de los versos endecasílabos, es decir, de once sílabas métricas. De tal suerte que en sólo la entrada del poemario “El Hacedor”, nos encontramos con un formidable y maravilloso poema estructurado en cuartetas y en versos endecasílabos rimados que se titula “Poema de los dones”, según mi humilde juicio uno de los mejores de toda la producción borgeana. Aun cuando bien podemos añadir otros textos poéticos maduros, e insoslayables, de larga respiración como el “Poema conjetural”; “El reloj de arena”; “Límites”; “Arte poética”; “Góngora” y el “Otro poema de los dones”.

Sospecho y reafirmo, con una tercera hipótesis, que en el verso métrico es donde Jorge Luis Borges alcanza sus mayores logros poéticos, a pesar que las diversas vanguardias del siglo veinte habían renegado, mayoritariamente, del verso clásico en general, con sus metros, sus acentos, sus versos blancos y sus rimas. Incluyo en esta observación a las vanguardias anglosajonas, con las raras excepciones de cada caso. El británico-estadounidense T.S. Eliot por ejemplo, sabía combinar el verso libre con algunas estrofas rimadas. Pero volviendo al tema de nuestro Borges, en sus libros publicados a partir de la década del sesenta del siglo veinte, encontramos, además, una serie de sonetos que son deleitables al oído y de innegable valor filosófico, si se considera que varios autores coinciden en que Borges pertenece al grupo de los poetas de pensamiento. Quisiera mencionar algunos sonetos inolvidables: “Ajedrez”; “Alusión a la muerte del coronel Francisco Borges”; “Un poeta del siglo XIII”; “James Joyce”; “Spinoza”; “Rafael Cansinos-Asséns”; “Un ciego”; “A mi padre”; y “El remordimiento”, de 1976, dedicado a su señora madre, poco tiempo después de fallecer, cuyos dos últimos versos declaran: “No me abandona. Siempre está a mi lado// La sombra de haber sido un desdichado.”

Es perentorio expresar, en este punto, que apenas me he asomado a los dinteles de la poesía de Jorge Luis Borges, quien probablemente ensayó el soneto clásico castellano en su casi desconocida adolescencia, y lo retomó, por necesidad, en su ciega y estoica vejez, en tanto que sólo en la adolescencia es probable interiorizar la maestría del soneto, como muy bien lo sabría don Francisco de Quevedo y Villegas, el mejor sonetista en lengua castellana, o por lo menos el más fluido de todos, según mi propia perspectiva. Muchísimas gracias.

Tegucigalpa, MDC, 24 de octubre del año 2017.

NOTA: Breves palabras de Segisfredo Infante, en ocasión de presentarse el libro “Borges Esencial”, publicado por la RAE, y por otras instituciones académicas de América Latina y del mundo. El evento fue organizado por la Academia Hondureña de la Lengua, dirigida por don Juan Ramón Martínez, y realizado en el Paraninfo “Ramón Oquelí”, de la Universidad Pedagógica Nacional “Francisco Morazán”.

Nota Dos: El texto fue publicado en la Revista Histórico-Filosófica “Búho del Atardecer” de Tegucigalpa, número diecisiete, correspondiente al mes de noviembre de 2017, Pág. 6).

 

«El inmortal», de Jorge Luis Borges

Por Ofelia Berrido

Para introducir este trabajo ningún inicio podría ser superior que el  soneto Para una versión del  I King  (I Ching o libro de las mutaciones en la edición de Richard Wilhelm) escrito por Jorge Luis Borges. El mismo aparece en esta versión como prefacio, junto a los prólogos de Gustav Jung y de Helmut Wilhelm. Su poema es una clave que permite abrir las puertas de su comprensión.  He marcado en él aquellas frases que tocan directamente el corazón del cuento El inmortal para que al leerlo las recuerden e interrelacionen.

El porvenir es tan irrevocable / Como el rígido ayer. No hay una cosa

Que no sea una letra silenciosa /De la eterna escritura indescifrable

Cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja /De su casa ya ha vuelto. Nuestra vida/Es la senda futura y recorrida./El rigor ha tejido la madeja./No te arredres. La ergástula es oscura/La firme trama es de incesante hierro/Pero en algún recodo de tu encierro/Puede haber una luz, una hendidura. /El camino es fatal como la flecha. / Pero en las grietas está Dios, que acecha.

Todo aquel que se acerque al libro de cuentos el Aleph de Borges y recorra las páginas del primer cuento, bajo el título del  “El inmortal”, encontrará  el sustrato de este poema en su contenido y entenderá mejor sus sinuosas  profundidades.

Borges ha sido un buscador toda su existencia.  Su indagación se dirige  tanto dentro como fuera del ser.  Y así, transita por el mundo de las letras,  leyendo, estudiando, interpretando  y  descifrando  cada palabra, cada sonido y silencio. Lee los grandes de todas las épocas y se comunica intelectual y almáticamente con sus autores.  Y así, como juego lúdico premeditado,  invita a los lectores a averiguar con quién ha realizado alianzas secretas. Y es que…  Borges agradece a todo escritor que lo toca: recordándolo, abonando sus tierras con su intertextualidad, manteniéndolos vivos a través de su propia existencia; cooperando con la inmortalidad de cada uno de ellos. El porteño explora esas obras, mientras penetra el sí mismo de su propia interioridad: conoce y se conoce. Busca andar por los mundos de otros para conocer los suyos, cierra y abre puertas.  Y se va haciendo inmenso desde su  intelecto genial y desde su mundo esotérico y su búsqueda sincera  y  firme.

Desde el Aleph,  primera letra del alfabeto divino,  Borges encuentra la posibilidad no solo de pensar o querer… sino de actuar. Se vuelve hacia el  mundo de la corona cabalística: arquetipo de la inspiración, de la chispa que llega sin mediador y se manifiesta a nuestro espíritu como un fulgor. Es el Yo puro, el espíritu supra-individual y universal identificado con el alma, con el Éter, la quintaesencia de nuestra manifestación trascendente. Y al árbol con su raíz en el cielo; árbol cósmico del espíritu: una hermosa e instructiva imagen del misticismo perenne.  Desde el Aleph que el Verbo manifestó  cuando dijo “Yo tendré mi unidad” y “nadie podrá encontrar la unidad de nada si no es en la letra Aleph” (El Zohar, p.p. 53, 54); desde esa letra base de todos los cálculos y de todos los actos producidos en el mundo Borges escribe

su obra.

Oriente atrae enormemente al escritor y dedica años al estudio de la cábala; asimismo, conoce y estudia la filosofía desde los pitagóricos y su matemática hasta el estudio del infinito; la creación del hombre de barro, y las historias del golem lo seducen. Jorge Luis Borges es un hombre sensible al mundo y las esferas, a las leyes que rigen el  todo y la nada y al efecto de ellas sobre la humanidad. Un alma en evolución que se dejo dominar por un intelecto, demasiado superior.

Borges crea con frecuencia sobre  la temática  del yo.  Se deleita con el yo único y múltiple a la vez; yo del presente, pasado y del misterioso futuro; ese yo que cree ser, pero que a la vez se  reconoce en el otro; el yo eterno e inmortal, el yo de todos y de ninguno. Estudio el budismo hasta las últimas consecuencias.  De ahí que para el escritor no hay un yo individual porque todo está vacío, nada tiene existencia propia. Somos uno y todos a la vez. Borges conoce y usa magistralmente estos conceptos, a pesar de que en el budismo los conceptos también son pura imaginación. Conoce, igualmente, el concepto de eones,  tiempo infinito e inmortalidad.

Borges en “El Inmortal” toma el personaje del anticuario y le da múltiples vidas dándole continuidad infinita a la persona humana en un mundo más allá de la vida presente. Denuncia a través de sus personajes la inmortalidad como castigo, vida con múltiples vidas y roles, pero sin grandes satisfacciones al perder la memoria frente al paso de cada suceso. Lo que convierte cada olvido en una muerte dentro de un mundo de inmortalidad. En este magnífico cuento, la incapacidad de recordar convierte en nada a la inmortalidad.  Al contrario de lo que plantea la misma cábala, del privilegio de que goza el espíritu al ser eterno, dado que su característica esencial es la de poseer individualidad inconfundible y a la vez de transformarse o pasar a otros estados distintos, evoluciona en el infinito sin que se destruya su unidad.

Borges imagina y crea laberintos intrincados para desembarazarse de los que crea su mente sobre-intelectualizada y metafísica y a la vez sugiere a sus lectores dobleces, rutas directas y alternas hacia el centro, hacia el vacio donde todo se clarifica porque es ahí, justo en el centro, donde se logra el acceso a la inmortalidad verdadera  y  la realidad absoluta.

Por otro lado, la intertextualidad de Borges es solo el cerebro colectivo de una complejidad que busca simplificarse. Cuando los grandes genios de la literatura se expresan a través de sus obras, no esconde sus parentescos sicológicos y metafísicos sino que los expresa abiertamente porque los envuelve en formas nuevas, y discursos convincentes,  metamorfosis desde donde emergen como mariposas brillantes y multicolores historias inéditas y flamantes con materiales que a veces recicla como gran artesano de la  más sublime de las creaciones: mundos imaginarios, ficciones montadas sobre ensueños y pesadillas  que logran liberar al ser humano porque lo enfrentan a sus miedos y le dan esperanzas y nuevas ilusiones.

El inmortal  nos presenta desde su inicio unos personajes que se entrelazan, que buscan entenderse y completarse en el otro. Un mundo en el que es difícil de separar la realidad  del sueño y donde la pesadilla se convierte en símbolos de la penumbra, tierras negras donde habitan  monstruos, fantasmas, mundos invertidos y desfigurados y miedos ancestrales que habitan en la mente.  Miedos reales e imaginarios.  Miedos por no saber quién es el yo o quién es el otro. Miedos a lo desconocido de la vida y de la muerte. Miedo al cansancio de  la inmortalidad.

El anticuario Joseph Cartaphilus ofrece la colección de la Ilíada en la traducción de Pope a una princesa  que la acepta.  Un tercer personaje llamado Marco Flaminio Rufo narra el resto de la historia, en primera persona, sobre el cómo se encuentra con un jinete herido, pero pleno de la fuerza y vitalidad del animal que monta. El cabalgador busca el rio de la inmortalidad. Busca sobrevivir eternamente, justo cuando sabe que muere.

Marco Flaminio Rufo queda impactado y decide seguir los pasos y la ruta que aquel hombre ya fallecido. En Roma, cuenta que acerca de la inmortalidad “…conversó con filósofos que sintieron que dilatar la vida de los hombres era dilatar su agonía y multiplicar el número de sus muertes”.

Persistente en su fin y con la sed intensa que solo provoca el desierto bebe del agua de un rio arenoso, que resulta ser el rio que libera a los hombres de la muerte: rio de la inmortalidad.   Marco Rufo, ya inmortal, logra darse cuenta que los  trogloditas eran los inmortales.  Y así sigue la narración hablando de lo baladí de ser inmortal, pues todas las criaturas lo son por desconocer el momento de su muerte.  Ve la inmortalidad como una condena por tratarse de una vida tras otra sin fin alguno: una verdadera condena, vidas sin recuerdos, vidas para el olvido, vidas sin sentido ni gloria.

Al final reconocemos que el personaje terroso que le lleva las obras a las princesa, el llamado Joseph Cartaphilus  es Marco Flaminio Rufo Argos, el mismo Borges y Homero.  Estos últimos prohombres: ambos ciegos, ambos visionarios, ambos seres heroicos y antihéroes nacidos en Buenos Aires y Esmirna. Se cierra el círculo con Homero quien  presenta su historia al inicio y quien en el desenlace termina entendiendo que él es él y todos los hombres; tanto como la ciudad de Ios es todas las ciudades: “ Sabía que en un plazo infinito le ocurren a todo hombre todas las cosas. Por sus pasadas o futuras virtudes, todo hombre es acreedor a toda bondad, pero también a toda traición, por sus infamias del pasado o del porvenir.” (Borges, 2011)

Y todo termina y dice Borges… Cuando se acerca el fin, ya no quedan imágenes del recuerdo; sólo quedan palabras. No es extraño que el tiempo haya confundido las que alguna vez me representaron con las que fueron símbolos de la suerte de quien me acompañó tantos siglos. Yo he sido Homero; en breve, seré Nadie, como Ulises; en breve, seré todos: estaré muerto.

El escritor a través de Flaminio Rufo se adentra al mundo de la inmortalidad al beber de las aguas de esa vida para entenderla y seguir viviendo satisfecho de no ser un inmortal.   Borges vive el  mundo de eternidad manifiesto en su obra y en todo lo que conoce.  Mago trasmutador de verdades en mentiras y de mentiras en verdades eternas.

El autor juega con los conceptos realidad y sueño porque conoce el budismo a profundidad y sabe que la existencia es “maya” que todo es perspectiva y visión de los sentidos engañosos. ¿Cuál de los dos estados es real? ¿Existe  acaso la realidad?

La obra es una metáfora del infinito y la eternidad donde el infinito alcanzó la nada y se materializo el vacio. Materialización convertida en el punto brillante donde el protagonista ve desde las cavernas el cielo azul, un punto brillante, el origen de la luz que es el Misterio Supremo y cuya esencia es inconcebible.

¿Quién es el inmortal sino el mismo Borges? Cegado para despertar sus más sutiles sentidos. Borges se desdobla en uno y todos; se convierte en el Homero de Esmirna y de Argos; en el Homero “no me horón” o sea el que no ve, prisionero de   guerra e hijo de rehenes cuyo único trabajo era recordar…; hombre de muchos nombres y muchas vidas.  Homero el vaticinado como inmortal sirena por la Pitonisa y por la tradición según Pausanías: “Inmortal por siempre y no conocerá la vejez”.  Homero, real o imaginario, autor de “La guerra de las ranas y los ratones”  y Borges son uno en este cuento metafísico. Donde desde el caos de lo inverso y borroso surge la verdad: porque el mundo como está es perfecto y el ser humano lucha por cada bocanada de aire aún a sabiendas que puede ser la última.

Borges: agua, fuego, aire, tierra… se ha convertido en inmortal,  a pesar de que no deseaba habitar esos mundos. Pronto formara parte de nuestros sueños y pesadillas para recordarnos que en nuestra mortalidad perfecta todas las almas son parte de un solo y único misterio.

Bibliografía

Alazraki, Jaime (1974): La prosa narrativa de Jorge Luis Borges:                  Temas – Estilo. Madrid, Gredos

Borges, Jorge Luis (1989-1996): Obras Completas I-IV. Ed.Carlos V. Frías. Barcelona, María Kodama y Emecé  Editores Jullien, Dominique (1995): “Biography of an  Immortal”, Comparative Literature, 47.2, pp. 136-59

Koch, Dolores M (1984): “Borges y Unamuno: Convergencias y divergencias”, Cuadernos Hispanoamericanos, 15, pp. 113-22

Mac Adam, Alfred (2000): “Machado de Assis and Jorge Luis Borges: Immortality and Its             Discontents”, Hispanic Review, 68.2, pp.115-29.

Mosé ben Sem Tob de (2008). El Zohar: El libro del esplendor. Original       1286.  Barcelona: Obelisco

Rodríguez-Carranza, Luz (1994): “De la memoria al olvido: Borges y la inmortalidad”, La memoria histórica en las letras hispánicas contemporáneas. Ed. Patrick Collard. Ginebra, Librairie DROZ, pp. 225-35

Presentación del Diccionario de mística

Por Sélvido Candelaria

Qué son y para qué sirven los diccionarios.

Se conoce como diccionario a la publicación que incluye una amplia serie de palabras y términos ordenados en forma alfabética y cuya finalidad es de consulta. Dicha compilación suele incluir diversos tipos de información sobre cada palabra, cómo su significado, su historia etimológica, la forma en que se escribe y cómo se pronuncia. Cabe destacar, de todos modos, que un diccionario no siempre presenta toda esta información ni configuración.

Los diccionarios son herramientas que se utilizan en todas las profesiones, y que puede servir hasta… para condenar a una persona, según nos dice en una atinada selección ilustrativa que ha utilizado para presentar el Diccionario Fraseológico Dominicano, hace algunos meses, el consagrado narrador, lingüista y comunicador, Rafael Peralta Romero.

“El escritor español José Antonio Millán cuenta que la Justicia de Vizcaya condenó a unos jóvenes por llamar «cipayos» a unos policías. El primer juez que tomó la causa buscó la palabra en el Diccionario de la Academia y observó que significaba: «Soldado de la India de los siglos XVIII y XIX». Esto no parecía un insulto, y no los condenó. Pero más tarde la corte volvió a tomar el diccionario y observó una segunda acepción: «Secuaz a sueldo». Eso sí era insultante dirigido a un policía. Los jóvenes fueron entonces declarados culpables”.

Sírvame pues,  este preámbulo  para introducir mi participación en la presentación oficial del Diccionario de Mística, del Dr. Bruno Rosario Candelier. Los diccionarios podrían hacer la diferencia en muchos otros aspectos, pero he querido escoger este sobre su auxilio a la justicia ordinaria, para resaltar lo que muy poco se menciona de los diccionarios: su característica de canon justiciero. Y es que el diccionario viene a ser como una recopilación de leyes que, en base al uso de giros y expresiones, va estableciendo una comunidad de hablantes. He escuchado en muchas ocasiones, a abanderados de la mal llamada “igualdad de género”  echando pestes contra “el grupo de misóginos que impone las reglas” en el idioma español, por tratar de imponer el uso de palabras con desinencias que apuntan a “favorecer” el género masculino, y quiero aprovechar mi acotación anterior para recalcar que las reglas del idioma español se establecen después que la práctica de sus usuarios ha señalado una constante, no al revés. Ni más ni menos, esto ha hecho el Director de la Academia Dominicana de la Lengua, al recopilar una serie de vocablos y frases que, el uso especializado de los creadores literarios, ha establecido como referentes de aspectos místicos.

Como insinuábamos en un párrafo anterior, existen diccionarios que recogen palabras específicas utilizadas en los diferentes ámbitos del quehacer humano. Tenemos diccionarios de filosofía, de periodismo, de medicina, de mecánica, eróticos, de autores, culturales, religiosos, astronómicos, marítimos y, ahora, este Diccionario de Mística, que si bien no es exclusivo dentro del tema (ya el escritor italiano Luigi Borriello había publicado su”Diccionario de Mística” y “Mística palabra por palabra. 500 voces de la a a la z” ), sí viene a constituir una novedad, tanto en el ámbito de la lengua en que ha sido escrito, como en el procedimiento utilizado para ello, pues no solo se circunscribe a definirnos las palabras desde diferentes perspectivas , sino que nos transcribe textos en los cuales podemos ver esas palabras utilizadas dentro del contexto donde se hace la definición, instruyendo al profano  y ayudando al iniciado a interpretar los conceptos con mucho más eficacia, algo sumamente importante en un tema tan escabroso como la mística.

¿Pero qué es la mística?

Según el Diccionario de la Lengua Española, esta palabra tiene 8 acepciones:

  1. 1. adj. Que incluye misterio o razón oculta.
  2. 2. adj. Perteneciente o relativo a la místicao al misticismo.
  3. 3. adj. Que se dedica a la vida espiritual. U. t. c. s.
  4. 4. adj. Que escribe mística.U. t. c. s.
  5. 5. adj. And., Col., Hond., Pan., P. Rico yVen. melindroso.
  6. 6. f. Parte de la teología que trata de la vida espiritual y contemplativa y del conocimiento y dirección de los espíritus.
  7. 7. f. Experiencia de lo divino.
  8. 8. f. Expresión literaria de la experiencia de lo divino.

Significados estos que han sido condensados acertadamente por Rosario Candelier en estas palabras:

“La mística implica, como búsqueda de lo divino, una contemplación hacia adentro, hacia la esencia del ser, hacia la Fuente creadora e inspiradora de todo, hacia el Misterio que arroba y anonoda” (D d M, pag. Xi)

Basado en este concepto, el filólogo mocano, ha estructurado un texto de consulta indispensable para todo aquel que se interese por el tema de la mística, pero, sobre todo, para los creadores literarios quienes pueden encontrar aquí una guía referencial y un manual esclarecedor de dudas, respecto a la materia. Con más de 200 entradas y unas 1500 notas de textos donde aparecen  giros y expresiones de simbolismo místico  creados por 234 diferentes autores, y con la autorizada interpretación de cada una de ellas, el autor nos entrega una herramienta fundamental para incursionar en este complejo campo.

Veamos un ejemplo:

“LUCIÉRNAGA. 1. Pajarillo que en las noches proyecta una luz parpadeante que hace temblar a la misma sombra con su hacha de lumbre”. El texto escogido es del escritor A Pérez Méndez, de su obra Allá. “La noche estaba oscura penetrada por luciérnagas que jugando en espirales de luz, hacían tartamudear las sombras”…(Quiero aprovechar el momento para señalar algo curioso. Si abrimos este diccionario, al azar, vamos a encontrar en cualquier página unas definiciones elaboradas con el lenguaje técnico y preciso que regularmente se usa en la lexicografía. Pero en ciertos términos, y este en específico, la sensibilidad estética traiciona al perito y la poesía fluye a borbotones poniendo un toque de arrobamiento, donde se ha quitado algo de precisión) 2. “Expresión simbólica de la iluminación de lo viviente” y para ilustrar esta acepción, cita al autor Guillermo Perez Castillo con unos versos de su poemario Acecho: “…Busco las moradas donde asirme/como quien se niega a sucumbir/y sigo la tarde/descrita en luz de luciérnagas/que transitan  horadando la oscuridad”. 3. Imagen de la vocación de sabiduría y amor del alma del místico”. En esta ocasión se usa  un extracto de la obra Grito, de L Billini Mejía, para ilustrar. “Si por el contrario/alas plañideras amortiguan mi tránsito/collares de espuma/alumbrarán mi senda/…¿Qué hiciste luciérnaga del beso de paz/que ofrecí al amado? 4. “Fuente luminosa de lo divino mismo” Ahora, desde el poemario Gota, se usan unos versos de R Santos, para ilustrar. “…Eres la luciérnaga que me alumbra oscuro/¡Trae tu paso a este espacio!/¡Trae tu espacio hacia este cansancio!/En mí el respiro es la aurora de tus alas!”  5. “Figuración simbólica del misterio que la noche engendra”.  De Tulio Cordero, en su obra Noche, son los versos que ahora respaldan este concepto.  “…¿Quién ha lamido/de esta noche/las luciérnagas?/ Cenizas temblorosas, muertas de vergüenza/Venidas de la muerte.” (D d M, pág. 242).

Así, durante el parsimonioso recorrido que deberá  hacerse por el sendero de sus páginas, habremos de encontrar en este volumen, un caudal de conocimientos acumulados en más de 5 décadas de estudios sobre este tema; los mismos que han sido puestos a nuestra entera disposición, por la bondad y el altruismo de este distinguido humanista, quien ha hecho, a través de su magisterio, un ingente esfuerzo por extender el buen uso de la lengua a todos los estratos de nuestra sociedad y en todos los ámbitos del quehacer humano.  Tan meritorio aporte debe ser aprovechado y agradecido en grado sumo, como agradezco yo el honor de haber sido escogido para esta presentación y la paciencia de ustedes al escucharme.

Muchas gracias.

Diccionario de mística, de Bruno Rosario Candelier

Por Gisela Hernández

“La mística es el cultivo de la espiritualidad centrada en la búsqueda de lo divino […] Para elaborar un diccionario de términos místicos  hay que saber lo que es la mística, sin confundirla con la religión, ni con la metafísica ni con el mito. La  mística implica, como búsqueda de lo divino, una contemplación hacia adentro, hacia la esencia del ser, hacia la Fuente creadora e inspiradora de todo, hacia el Misterio que arroba y anonada” (Bruno Rosario Candelier).

El Diccionario de mística, de Rosario Candelier (1), es una obra que trasciende las fronteras de los diccionarios semánticos y lexicográficos. Engrandece el acervo cultural, léxico y semántico de los hablantes. Es una obra concebida para dar asistencia al cultivo cultural de la fuente misma de los vocablos sobre mística. Terminología que el propio Diccionario de mística define en sus diferentes acepciones mediante un análisis enjundioso de sus términos y el carácter universal y particular que el vocablo posee para la Mística Bíblica, Budista, Cósmica, Mística Interior, entre otras acepciones, radicada la mística que eleva la conciencia espiritual  en la inspiración de la misma, centrada en la convicción de la existencia de Dios. Además de la trascendencia señalada, el Diccionario de místicaes una herramienta útil: una fuente viva y tangible del nivel de contemplación y entendimiento que las almas sensibles y porosas al Misterio tienen de la existencia de otras realidades, como ya intuía Platón desde la cuna del conocimiento profundo de las esferas conjuntas de la persona humana.

Más que vocablos: “Conciencia espiritual”

El Diccionario de mística de Rosario Candelier, a través de los doscientos veintiocho vocablos que define con rigor científico y que se sustentan en fuentes fidedignas, es una obra para trascender en la comunicación con el Absoluto, en tanto contiene la simiente del Movimiento Interiorista, doctrina estética creada por el autor de esta obra de reflexión lexicográfica.

La presentación del Diccionario de mística es realizada, con acierto y soltura literaria, por Rosario Candelier, desde la introducción del mismo al explicar qué aborda como diccionario especializado incluida la conciencia espiritual: «[…] aborda  […] términos alusivos a la inclinación mística  de la conciencia espiritual […] (2).

Conciencia espiritual que todo ser humano puede acceder cuando se entregue a su misterio y se deje elevar más allá de la realidad cotidiana que venera lo simple. Y, paradójicamente, la esencia divina en las cosas más triviales de la humanidad puede llevar a la conciencia plena del despertar a la sensibilidad excelsa de la mística, siempre que el ánimo del espíritu se incline a entender y definir cuál es el sentir espiritual que rige nuestras vidas y avocarnos en identificar las «señales divinas» que el Diccionario de mística define bajo tres entradas, siendo la primera de ellas «mensajes percibidos como fenómenos o prodigios (3), con cita de Libro del Antiguo Testamento (Deuteronomio 13;1-2). La segunda entrada, indicios y mensajes trascendentes, con apoyo en una cita de La dolencia divina, obra del propio Rosario Candelier, dejando en el ánimo la tercera entrada como las señales de la trascendencia, avalada en un verso de poeta José Nicás Montoto, Dilmun (32): “Serénate un momento, corazón, y repara/en los dones, feliz que disfrutare/ aquellos que ahora gozas  porque nada precisas ni nada te reclama/y has aprendido a ver en las cosas fugaces/ una móvil señal de lo inmóvil eterno”.

 Desarrollo de la inteligencia espiritual

En el Diccionario de mística se plasma la dirección que motiva a la toma de conciencia del deber de cultivar la inteligencia espiritual y dedicar un tiempo interior para cultivar la mística en las dos vertientes en la cual la entrada en el Diccionario de mística describe como “Vía mística” (4): «Iluminación y contemplación. Desarrollada y traída a la luz de la conciencia de dejarse interpelar por el cultivo de la espiritualidad desde el «Silencio interior» cuya definición está en el Diccionario de mística; identificar el proceso personal a seguir, al cual, cita Rosario en «Vía mística«: «Vía mística: la definitiva y completa purificación del Yo, a la que algunos contemplativos llaman «dolor místico» o «muerte mística», y a la que otros denominan Purificación del Espíritu o Noche Oscura del Alma […]la «crucifixión espiritual» que tantas veces han descrito los místicos: la gran desolación en la que el alma parece abandonada por  lo divino” (5).

Una introspección que toda persona debe realizar, en silencio interior al hacer acopio de las definiciones insertadas como un faro espiritual en «Silencio interior«: “Silencio interior1. Ausencia de voces, sonidos y ruidos con la sedación de la soledad sonora” (6).

Y, aceptar como válidas las sugerencias de Rosario Candelier respecto de las vías para cultivar en la vida de cada uno la mística como una vivencia ineludible, que indefectible y contundente desarrollan la inteligencia espiritual: «(…) el silencio, la soledad y la contemplación (…)»  (7).

Rosario Candelier, en Diccionario de mística, ilumina en relación a las acciones que han de seguir a toda persona con experiencia mística, en “Vía mística” es descrita como: «[…] Purificación, iluminación y contemplación son las tres etapas del cultivo de la mística   […] (8).

Tres etapas imantadas desde el soporte cósmico del Areopagita que Rosario Candelier intuye desde su conciencia iluminada por la mística: «A mi parecer, los ya purificados están perfectamente limpios de toda mancha y libres de la menor desemejanza. Creo que cuantos reciben la iluminación sagrada están llenos de luz divina y levantan los santos ojos de la mente hasta alcanzar plena capacidad de contemplación» (9).

Desdeñar las obligaciones que el conocimiento de estas verdades traen al crecimiento de los sentidos interiores es postergar la satisfacción y el disfrute de la felicidad plena que lleva consigo el cultivo de la vida interior y el placer del deber cumplido cuando la luz de la conciencia mística puede llevar a buen puerto a las almas perdidas en el mar oscuro de las preocupaciones existenciales.

Soporte literario del Diccionario de mística

Dentro de las acotaciones académicas incluidas en la instrucción del Diccionario de mística, por Bruno Rosario Candelier en la Academia Dominicana de la Lengua el 12 de junio de 2017, el insigne autor  apuntala sobre el soporte literario del Diccionario de mística: «Tras la explicación básica y el comentario pertinente, las entradas de este Diccionario de mística se ilustran con muestra de escritos alusivos a la referencia mística de la palabra clave. Se trata de un diccionario especializado, por lo cual se aplican criterios lexicográficos, afines a la disciplina espiritual que la sustenta» (10).

Citas, principalmente poéticas, como alude el numeral “9” del decálogo del Diccionario de mística, guía de Rosario Candelier: “9. Ilustrar con ejemplos de textos literarios, especialmente poéticos, la dimensión espiritual y estética de un concepto” (11).

Citas bibliográficas que engrandecen las letras dominicanas cuando es citado un escritor nativo, como el caso de Fausto Leonardo Henríquez,  poeta a quien ha sido dedicado el Diccionario de mística, honor que coloca de relieve la responsabilidad del escritor de dotar su creación de belleza y rigor científico, visto el vínculo espiritual de la necesidad de dominar el idioma en el cual se escribe y del soporte literario como aval del buen uso del lenguaje y de la inspiración en la búsqueda de términos semánticos que engrandecen el léxico, cuando un autor emplea el lenguaje con propiedad, belleza y corrección. Rasgo semántico presente en la creación mística, razón del Diccionario de mística en la explicación ofrecida por Rosario Candelier en la introducción a este glosario: “La creación estética y espiritual inspirada en la mística tiene una singular connotación que las palabras expresan, sugieren y encauzan en su configuración léxica, semántica y simbólica” (12).

El Diccionario de mística, con lenguaje elocuente, nos invita a vincularnos al decir profundo, a abrirnos a las manifestaciones místicas y prepararnos para el desarrollo de la inteligencia espiritual.

 Gisela Hernández

Presentación del Diccionario de mística,

Santo Cerro, Ateneo Insular, 25 de noviembre de 2017.

 Notas:

  1. 1. Bruno Rosario Candelier, Diccionario de mística, Santo Domingo, Academia Dominicana de la Lengua, 2017.
  2. 2. Ídem.
  3. 3. Ídem.
  4. 4. Ídem.
  5. 5. Ídem.
  6. 6. Ídem.
  7. 7. Ídem.  Con cita de Pseudo Dionisio Areopagita en Obras134.
  8. 8. Ídem.
  9. 9. Ídem, p. 493.
  10. 10. Ídem.
  11. 11. Ibídem.
  12. 12. Ibídem.