Atención al género

El uso correcto de una palabra no se limita al conocimiento de su ortografía o al dominio de su significado. Las palabras funcionan como piezas encadenadas que se adaptan entre sí mediante la concordancia.

Las familias crecen

Las palabras también se agrupan en familias. Existe una, que consideramos la palabra primitiva, de la que van surgiendo, por derivación o por composición, otras que están emparentadas con ella. La creatividad está asegurada. Los límites los ponen las normas y el uso. La nueva palabra debe ser necesaria, responder a las reglas que para su formación tiene el español y su uso debe extenderse entre la comunidad de hablantes.

Un relativo que se nos va

Hay palabras y construcciones cuyo uso se va perdiendo poco a poco a causa del desconocimiento de los hablantes. Una de estas construcciones es la del adjetivo relativo cuyo y sus formas femeninas y plurales cuya, cuyos y cuyas.

Una brisa fresca

Abrir las páginas de un periódico o prender la radio o el televisor son gestos cotidianos para todos nosotros cada mañana. Habitualmente el contenido que encontramos en ellos nos satura de violencia, de propaganda política y, cómo no, de una mala utilización del español.

Usarlas o no usarlas

Las preposiciones ya nos han dado que hablar. Parece mentira que siendo tan pequeñas causen tantos quebraderos de cabeza. No solo se trata de decidir qué preposición usar sino de algo incluso más sencillo.

Todo por la ortografia

Los extranjerismos han llegado para quedarse. Algunos lo hicieron hace tanto tiempo que ya no somos capaces de reconocerlos porque los hemos adoptado entre nuestras palabras. Durante un tiempo experimentan un proceso de adaptación a una pronunciación y una forma de escritura acordes a las propias del español. Llega un momento en que los consideramos como propios. ¿Quién se acuerda ya de que palabras como jardín, huracán o tabaco fueron en su origen préstamos de otras lenguas?

Arroz con mango

Una correcta educación bilingüe tiene sus ventajas indudablemente. Como ya habrán notado, los académicos tenemos el raro vicio de aspirar a un uso apropiado de las palabras. El adjetivo bilingüe significa ‘que habla dos lenguas’. La definición no puede ser más anodina ni más acertada.

Valga la redundancia

Esta frase es la que usamos para excusarnos por una redundancia, que consiste en la repetición o el uso excesivo de una palabra. Existen, sin embargo, muchas ocasiones en las que lo que repetimos innecesariamente no es la palabra sino el concepto.
Estas redundancias son más difíciles de notar. Demuestran desconocimiento del significado exacto de las palabras y descuido en nuestra expresión. ¿Quién de nosotros no se ha referido alguna vez a la base fundamental de algo? Si la base es el ‘fundamento o apoyo principal de algo’ el adjetivo fundamental sobra. ¿Qué me dicen de los ejemplos prácticos? La razón de ser de los ejemplos es precisamente ser prácticos. Los kilos de peso y los años de edad parece que nos pesan más y que pasan más rápido, pero no pueden ser más que eso, y a ambos sustantivos les sobran los complementos preposicionales. Al erario también le añadimos con frecuencia, e innecesariamente, el adjetivo público. El erario siempre es público porque este sustantivo se refiere al departamento de la Administración Pública que se encarga de las finanzas del Estado. ¿No será que este concepto ya no nos queda tan claro a todos? Seguramente más de uno tendrá entre manos algún proyecto. Algunos dirán incluso que tienen un proyecto de futuro. Tienen el ‘designio o pensamiento de ejecutar algo’. Por eso es que todos los proyectos son de futuro. Una vez más no vale la redundancia.

Envíe sus comentarios y/o preguntas a la Academia Dominicana de la Lengua en esta dirección: consultas@academia.org.do

© 2011 María José Rincón

Nuestra autoridad

El trabajo académico dedicado a la revisión y actualización permanente del Diccionario de la Real Academia no se detiene nunca. La próxima edición de esta obra está prevista para 2014.

Herramientas

Los usos erróneos que se generalizan en la lengua proceden con frecuencia de un fallo concreto. Los hablantes, sin pararnos a analizar su corrección, lo extendemos al repetirlo. Eso es lo sucedido con las declaraciones poco afortunadas, lingüísticamente al menos, de un responsable del suministro de agua en estos días de averías, cortes y restricciones. En vista de que la escasez de agua afectaba a sectores que habitualmente no la sufren, animaba a «racionalizar el agua». Los reporteros reprodujeron sus palabras sin detenerse a pensar en lo inapropiado de la elección del verbo.