ACADEMIA CELEBRA EL II “COLOQUIO DE LA LENGUA”

La Academia Dominicana de la Lengua conmemoró el aniversario número 82 de su fundación con la celebración, en la sede social de la Institución, de un magnífico y edificante COLOQUIO DE LA LENGUA, en el que participaron los lingüistas, filólogos y literatos de nuestra Corporación. El Coloquio de la Lengua desarrolló la siguiente agenda centrada en el estudio de la palabra:

-I) SESIÓN INAUGURAL: JUEVES 8 DE OCTUBRE DE 2009, 7.OO P. M.
-María José Rincón: La palabra en la lexicografía
-Federico Henríquez Gratereaux: Las palabras y las cosas
-Bruno Rosario Candelier: La palabra en el desarrollo de la conciencia

-II) SESIÓN MATINAL: VIERNES 9 DE OCTUBRE DE 2009, 10.OO AM.
-Rafael González Tirado: La palabra en el rol de la comunicación
-Manuel Matos Moquete: La palabra en las artes del lenguaje
-Manuel Núñez Asencio: La palabra en la realidad social
-José Enrique García: La palabra en la creación poética
-Franklin Domínguez: La palabra en el arte escénico.

La actividad intelectual sobre el rol de la palabra fue presentada en la instancia TERTULIA LINGÜÍSTICA DE LA ACADEMIA, concebida para dar a conocer los factores que inciden, desde nuestras raíces lingüísticas y literarias, en el desarrollo de la lengua, la cultura y la literatura de nuestro país, que esta Academia de la Lengua estudia, potencia y proyecta a favor del desarrollo humanístico de los dominicanos. En esta actividad lingüística se sintió la participación entusiasta de una delegación alemana de profesores y estudiantes de Filología que se sumaron al numeroso público dominicano que abarrotó la sala de conferencias de nuestra entidad para escuchar las ponencias pautadas para este encuentro consagrado a nuestra  lengua.

La jornada lingüística se inició con la ponencia “La palabra en la lexicografía”, de María José Rincón. La Académica española presentó un panorama sobre los trabajos de investigación que se llevan a cabo en la Corporación para establecer el marco teórico de un ambicioso proyecto lexicográfico destinado a la confección de un diccionario del español dominicano. El plan es realizar una obra que refleje toda la riqueza de esta variante de nuestra lengua en América, con la intención de promover su conocimiento y su valoración. La línea temática de la ponencia estuvo centrada en la lematización de las muestras gráficas originadas por dos fenómenos frecuentes en el español dominicano: la castellanización de préstamos de palabras de otras lenguas y el reflejo de las características dialectales dominicanas. Se plantea un recorrido por las posibilidades que la técnica lexicográfica pone a disposición de los constructores de diccionarios para formalizar estas realizaciones. Cada una de estas posibilidades se ejemplifica con citas extraídas de diccionarios disponibles para el público dominicano.

Entre los principales retos de la lematización en un diccionario está el hecho de enfrentarnos a la inclusión en la obra lexicográfica de términos pertenecientes a una determinada variedad dialectal. Este reto se intensifica cuando tratamos una expresión dialectal con implicaciones fonéticas marcadas que la diferencian del modelo estándar de la misma lengua. Tal es el caso del español dominicano. El tratamiento de las distintas posibilidades fónicas y ortográficas del léxico dialectal obliga al lexicógrafo a definir los criterios que ha de aplicar al momento de establecer si un determinado uso va a ser incluido o no en la nomenclatura de la obra. Una vez delimitada la nómina léxica del diccionario, hay que estructurar la forma normalizada de registrar las formas admitidas. Las manifestaciones ortográficas son más evidentes en los términos que no pertenecen a la lengua estándar y que no tienen una norma ortográfica establecida, consignó la señora Rincón. Muchos de estos términos dialectales han estado tradicionalmente proscritos de la literatura considerada culta y, por lo tanto, carecen de una tradición escrita establecida. Este hecho se conjuga con la reticencia histórica de los lexicógrafos, fundamentalmente entre los Académicos, a incluir en la nomenclatura de los diccionarios palabras que no están refrendadas por el uso de autores considerados clásicos. A juicio de nuestra lexicógrafa, se repasan tres posibles enfoques para lematizar estas variantes dialectales: transcripción fonética, normalización ortográfica y transcripción fonémica. El análisis de las ventajas y los inconvenientes de cada una de esas soluciones aplicada al contexto dominicano nos ayudará a acercarnos a la opción propuesta como la más adecuada para un diccionario que registre la expresión dialectal dominicana, subrayó la prestante Académica.

El pensador y ensayista, Federico Henríquez Gratereaux, tras ponderar la reflexión de la palabra, hecha por Platón en el Cratilo  y por Witggenstein  en su Tractatus, delineó en su ponencia “Las palabras y las cosas” lo siguiente: “Cuando un escritor produce un texto bien pensado, bien sentido y bien redactado, es más que probable que sea leído, una y otra vez, tanto por personas muy instruidas como por gentes con poca o ninguna educación formal. La absorción de un escrito de alta calidad por el lector común es un simple fenómeno de la atención. El sujeto que lee, queda atrapado por el sujeto que escribe. En primer lugar, porque el escritor sumerge imaginativamente al lector en un trozo de realidad con “representación” tan eficaz que a este le parece vivirlo. El escritor ha de partir del sustantivo, de la cosa misma que debe mostrar al lector. Substancia es una viejísima palabra con la cual los latinos tradujeron la palabra griega ousía, un invento ontológico de Aristóteles.  Substancia es algo que subyace tras lo aparente y que, por debajo del color y la forma, constituye “el ser” de cada cosa. Así lo entendieron durante siglos los monjes medievales que crearon la filosofía escolástica. Sustancia, sustantivo, substancial, substante, son hoy palabras de la lengua española que se usan para todo: desde la filosofía y la gramática, hasta la cocina, la política, el periodismo, la economía. El poder del substantivo -en el idioma y en la realidad- es incontrastable. Nadie puede escapar a la presencia inmediata de la piedra, de la flor, del peligro o la belleza”.

Pasó el Subdirector de la Academia a consignar la necesidad de la lectura. Dijo que los expertos en mercadeo y los estadígrafos han descubierto, horrorizados, que la gente lee poco, no solo los escritos de opinión sino también las informaciones que tienen una extensión mayor de una cuartilla. Se han propuesto numerosas técnicas para fomentar en los niños el hábito de la lectura; o para que los investigadores puedan leer con más rapidez una colección de documentos antiguos. Ahora bien, “buena parte de la culpa de que se lea menos en la actualidad la tienen los escritores rutinarios -subrayó Henríquez Gratereaux-, pues no estrujan la cara del lector contra la punzante realidad. Restregar el rostro del lector contra las cosas… quizás sea la formula prosaica de una nueva “Arte Poética” para uso de periodistas”, puntualizó el Académico dominicano.

En una panorámica de las diferentes posibilidades que ofrecen las palabras para designar los seres y las cosas, retomó la vieja disquisición ventilada por Platón, que se preguntaba acerca de la conexión entre las palabras y las cosas. A su juicio, la palabra tiene un poder pictórico según el criterio de algunos filósofos del lenguaje, mientras que otros expertos conciben el lenguaje como un instrumento de cristalización del mundo cognitivo. Explicó que las palabras no pueden contener completamente las cosas; de ahí que un texto pueda provocar que el lector se debata entre los elementos lingüísticos y el tema tratado. El ponente exhortó a encontrar en la lectura una propuesta desenfadada ante la realidad para valorar el don de la palabra. Concluyó su alocución encomiando el dinamismo y la vitalidad de la Academia de la Lengua bajo la actual dirección.

En mi ponencia “La palabra en el desarrollo de la conciencia”, enfoqué el tema del logos en el desarrollo del pensamiento y la creatividad. Comencé diciendo que fueron los antiguos pensadores presocráticos, con Heráclito a la cabeza, los que inventaron el concepto de logos, al que asignaron el significado de ´pensamiento´, ´espíritu´, ´idea´, ´sentido´, ´discurso´, ´palabra´ y ´verbo´. La intuición de Heráclito, al concebir el logos como esencia del espíritu o alma de las palabras, le atribuía a ese concepto un carácter divino, que posteriormente san Juan, en su Evangelio, vincularía al mismo Dios llamándolo Logos o Verbo, con mayúscula, para distinguirlo de la palabra encarnada o del logos que manejamos los humanos.

Ponderé el aporte de Heráclito de Éfeso, que descubrió tres profundas intuiciones que fundaron la cultura de Occidente: 1. La presencia de la energía interior de la conciencia, principio espiritual del pensamiento, que denominó LOGOS. 2. La existencia de una sabiduría universal o memoria cósmica acumulada en alguna capa del Universo, aliento de la inteligencia y la sensibilidad, que llamó NUMEN. 3. La necesidad de desarrollar la vida interior de la conciencia a favor del crecimiento del espíritu, que nombró NOMOS. Puntualicé que el logos funda el lenguaje, operación y mecanismo que alienta y desarrolla la conciencia. El logos otorga esencia a la palabra, base del pensamiento y principio espiritual de la conciencia, que es lo mismo que decir, sustancia y sentido de la trascendencia humana. Y el logos propicia las operaciones del intelecto con sus manifestaciones conceptuales, espirituales y estéticas.  Lo que hace posible que pensemos y hablemos, lo que escriben pensadores y poetas, lo que creamos con el recurso de la palabra, se debe a la energía interior de la conciencia, centrada en el logos y formalizada en el lenguaje. Como sistema de comunicación verbal que expresa conceptos, emociones y anhelos, el lenguaje canaliza la intuición de la inteligencia, la percepción de la sensibilidad y el dictamen de la voluntad mediante la articulación de sonidos y sentidos que propicia la palabra.

Dije en mi ponencia que los lingüistas han intuido que la inventiva humana depende del lenguaje, por el cual reflexionamos, conceptualizamos y comunicamos el sentido de las cosas. La capacidad para conceptualizar sobre hechos, fenómenos y cosas revela el desarrollo intelectual del usuario de la lengua. Estamos en condiciones de entender que el logos fecunda la capacidad del intelecto y el talante de la sensibilidad. El poder generativo de la palabra despliega la potencia de la conciencia de quien, con los conocimientos heredados y adquiridos, canaliza su cosmovisión, sus apelaciones y su idiosincrasia cultural. De la concepción del logos deduje algunas intuiciones lingüísticas: 1. La lengua, como tesoro de la cultura, encarna la potencia del espíritu, esencia de la energía interior de la conciencia, base de nuestras creaciones intelectuales, morales, estéticas y espirituales. 2. La potencia del logos encierra, en la dimensión interior de la palabra, la clave que sugiere el sentido trascendente con su horizonte numénico. 3. La palabra comporta, como han enseñado pensadores, iluminados y místicos, el cauce vinculante con la Trascendencia, que fecunda su potencia creadora. 4. La virtualidad operativa del logos, inherente a la palabra, hace posible la capacidad intelectual y estética para intuir y conceptualizar verdades y crear belleza. 5. La potencia creativa del logos, canalizada mediante la palabra, permite formalizar la dimensión interna y mística de lo viviente.

Para el suscrito, la palabra incide en la conformación de la personalidad del ser humano en cuya explicación me remonté a los antiguos pensadores presocráticos, de quienes valoré su dedicación a pensar la palabra. Subrayé que fueron los primeros que reflexionaron sobre la palabra, reconociendo la existencia de un principio intelectual centrado en el logos. De igual modo enfoqué el numen, fuente de la sabiduría espiritual cifrada en la memoria cósmica con la necesidad de crecer interiormente. Al finalizar la alocución, en mi condición de Director de la Academia entregué sendos pergaminos de reconocimiento a los Académicos que han contribuido con su apoyo a la misión primordial de esta Corporación.

Al día siguiente, en la jornada matinal del Coloquio de la Lengua, el primero en intervenir fue el lingüista y profesor Rafael González Tirado, quien habló sobre el rol de la palabra en la comunicación social. La palabra comporta contenidos, significados múltiples, nuevas connotaciones de acuerdo con el contexto o la estructura sintáctica pertinente. Esta multiplicidad es un indicio de que la sinonimia tiene sus límites. Los términos adquieren significados en el contexto y muchas veces desbordan las especificaciones semánticas del diccionario. Focalizó su disertación al ámbito de la prensa escrita y la importancia de la palabra. Habló sobre la pertinencia de las palabras e incluso sobre las palabras tabú. Insistió en que la prensa otorga una particularidad al manejo de las palabras, según el medio de comunicación, radial, televisiva o escrita. Desde el punto de vista del discurso, la oralidad escamotea con mayor facilidad los yerros, que son más palpables en la lengua escrita.

Por su parte, el filólogo y novelista Manuel Matos Moquete abordó las competencias fundamentales de la lengua, que son hablar, escuchar, leer y escribir. Mediante una ingeniosa ficción ideada por el disertante para darle una dimensión didáctica a su exposición, el Académico ilustró su presentación partiendo de una situación imaginaria de comunicación entre los profesores que se aprestan a corregir las composiciones de sus alumnos, en el marco de un salón de clases en que los profesores van revisando e interactuando con los alumnos las dificultades que encuentran en las composiciones y se abocan a señalar los aciertos y errores cometidos, pero llega un momento en que uno de los profesores le pregunta al otro si enseña aspectos como el enriquecimiento léxico, las reglas ortográficas, la delimitación de ideas principales y secundarias, la concordancia gramatical, la comprensión temática, así como el uso apropiado de conectores que enlacen adecuadamente las oraciones en cada párrafo de la estructura textual, enfocados en los actos del habla con los procesos dialógicos a través de los cuales los hablantes transmiten sonidos con mensajes. Al concluir su intervención, Matos Moquete exhortó a los maestros a tomar en cuenta la finalidad de la clase para enrumbarla hacia la lectura y la comprensión, como base de un proceso de aprendizaje de la lengua, para hacerla funcional y comunicativa.

Al desarrollar el tema que le fuera asignado, el historiador y lingüista Manuel Núñez Asencio, enfocó el rol de la palabra en la sociolingüística. Presentó ejemplos de la realidad viva del español dominicano para ilustrar la ambivalencia de contextos y la pauta de la Academia en la normativa. «Los lingüistas no son legisladores de la lengua -dijo el escritor y Académico dominicano-; sólo describen el uso de los hablantes, refrendan los contextos o situaciones de comunicación en que se utilizan las palabras y establecen la pauta a la luz del uso ejemplar de los buenos hablantes». Esta aseveración de Manuel Núñez fue refrendada por los Académicos presentes. Los ejemplos con que ilustró su disertación, respondían a inquietudes lingüísticas y concluyó con la idea de que los profesores han de hacer cuanto esté a su alcance para mejorar el dominio del idioma.

Al enfocar el tema de su charla, el filólogo y poeta José Enrique García ponderó el concepto de que «la palabra siempre es inédita», motivación que le sirvió de inspiración para desarrollar la dimensión estética de la palabra. Durante su participación en el Coloquio de la Lengua, dado el carácter polisémico de la palabra, en el arte de la poesía adquiere nuevos sentidos conforme el contexto en que se inserta. La polivalencia de las palabras permite ese halo de misterio que los poetas han sabido explotar como fuente de sugerencias significativas y de insondables realidades que el lector va descubriendo en la creación poética y en la ficción a través de la significación connotativa de las palabras. Al presentar ejemplos de cómo las palabras adquieren nuevos horizontes según el contexto, el poeta y Académico analizó un poema de Domingo Moreno Jimenes. Concluyó su disertación asegurando que la suma de sus cualidades es lo que confiere a las palabras ribetes de novedad en el discurso poético, lo que le da vigencia y belleza a la expresión.

Al Académico y dramaturgo Franklin Domínguez le correspondió finalizar la jornada lingüística de este fecundo Coloquio de la Lengua. Durante su alocución dijo que el teatro ha de alertar, inquietar, comunicar nuevos senderos para la reflexión mediante el cultivo apropiado de la palabra. Consideró que el teatro va más allá del lenguaje cotidiano, de las meras palabras, pues se vale de otros lenguajes, como el silencio o acordes musicales que enriquecen el diálogo con el público. Corresponde al público reaccionar ante la propuesta teatral para que haya una efectiva comunicación entre el artista y el auditorio. «El teatro auténtico es permanente en su mensaje, porque toca los sentimientos fundamentales del ser humano, lo que ha dado vigencia de Shakespeare, Esquilo, Sófocles», dijo el disertante. En el teatro, el hecho de utilizar o no las palabras, se procura siempre comunicar, pues el silencio es efectivo, si se usa bien, como el uso explícito de las palabras. El diálogo entre los personajes debe responder al uso general de la lengua. Criticó el regodeo excesivo que algunos dramaturgos han dado a las «malas palabras» y recordó que para hacer arte no es preciso ser procaz sino auténtico.

Al termino de las ponencias, los asistentes hicieron preguntas con interesantes sugerencias y ponderaron la fructífera labor que desarrolla la Academia, pujante y activa en este 82 aniversario de su fundación. El Director de la Corporación agradeció el respaldo de los presentes, en especial a los Académicos de la Lengua que presentaron ponencias y a los colaboradores que con su trabajo hacen posible la vigencia de la entidad. La actividad lingüística contó con la presencia de Académicos de la Lengua, una delegación de profesores y estudiantes de Romanística de la Universidad de Dresden y una representación del magisterio nacional, además de intelectuales, escritores y amantes del lenguaje. Santo Domingo de Guzmán, Casa de las Academias, 8 y 9 de octubre de 2009.

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