LUGAR COMÚN
Ya que el propósito de estas reflexiones acerca de la lengua no es causar malestar o dolor de cabeza, más abajo se recordará cual es la noción de “lugar común” en español. Una vez hecho eso se revelará el secreto para manifestar ante todos de dónde procede el error.
El primer significado que consta en el diccionario de las autoridades de la lengua para “lugar común” es principio general de que se saca la prueba para el argumento en el discurso. El valor de mayor uso es el segundo: “expresión trivial, o ya muy empleada en caso análogo”.
Con mucho acierto el diccionario Moliner califica el lugar común de: “Tópico. Vulgaridad. Idea vulgar y muy repetida”. Aquí se puede añadir que esta expresión está emparentada con el cliché o clisé que es la idea o expresión demasiado repetidas o tópicas. La RAE sostiene que el cliché es un lugar común o una expresión formularia.
Una vez revisado lo que es el concepto general para “lugar común”, se puede lanzar el reto a los lectores para que entiendan lo que deseó expresar el periodista. Hay que reconocer que no es tarea fácil. Para poder dar con la fuente del error hay que recurrir al inglés.
En inglés existe una expresión “commonplace” que en su segunda entrada corresponde a comúnmente encontrado, suceso ordinario, de ocurrencia frecuente, sin relevancia. Esas son las significaciones que se retendrán para el fin de este examen, a sabiendas de que esa voz posee otras significaciones en inglés. Se retienen esos significados porque ayudarán a entender el lugar criticado.
Con el auxilio de las traducciones que se ofrecen más arriba para la voz del inglés es posible recomponer la redacción de la cita para que termine de una u otra manera expresando que estos desgarramientos son “ocurrencias frecuentes, casos frecuentes, o lesiones comunes entre los jóvenes jugadores”.
Si uno se pregunta qué fue lo que sucedió que indujo a alguien a incurrir en un error de este género, hay que responder que es una falta de conocimiento. Falta de suficiencia en el empleo del español o desconocimiento del inglés. O como decía el chusco: “ambas cosas”.
En todo caso se está en presencia de una falta de profesionalidad de quien trató de acomodar al español lo que leyó u oyó en inglés. En muchas ocasiones este tipo de fenómenos se produce porque no se recurre a un traductor profesional, con las cualidades que eso implica.
CONECTAR – INTERCONECTAR
“Hay que ir más allá de la construcción de un mundo INTERCONECTADO; este mundo si quiere estar INTERCONECTADO no puede ser excluyente.”
Desde el principio hay que dejar bien claro que se siente simpatía por el verbo resaltado en el texto que sirve de base para estos comentarios.
La opinión recién expresada se hace a pesar de que cuando se consulta el verbo interconectar en el DRAE lo que hace ese diccionario de diccionarios es que envía al verbo conectar.
Con todo el respeto que merecen los académicos, en este caso se va a sostener una opinión que de cierta forma -no de forma cierta- difiere del criterio de esa respetable corporación.
No se piensa que interconectar sea sinónimo de conectar. El verbo interconectar va más allá de conectar simplemente dos o más cosas o personas.
En el campo en que conectar e interconectar comparten la sinonimia es en el de la tecnología. Esa tecnología ha avanzado de forma increíble, de un modo tal que el hombre común no podía prever.
No se puede discutir que conectar es poner una cosa en comunicación con otra. Ahora bien, en la interconexión son varias cosas conectadas entre sí y de modo independiente. Son capaces de comunicarse entre sí -a través de otros- e independientes unas de otras. Lo que vale para las cosas -aparatos y sistemas- vale también para las personas que se sirven de ellos.
Es más, en la intercomunicación -ejemplo de interconexión- se establece una relación no solo en dos sentidos, sino en tantos sentidos como personas usen ese medio; tiene la interconexión un efecto multiplicador.
Lo que se pretende demostrar es que el concepto de interconectar es más amplio que el de conectar. Como tantas otras cosas que suceden en las lenguas, puede ocurrir que un día se reconozca la diferencia de grado que se plantea aquí.
DEPRIMIR
“La cantante colombiana. . .colocó este lunes el primer ladrillo de un colegio para niños pobres desplazados por la violencia en Colombia que su fundación. . .construirá en un DEPRIMIDO sector de Cartagena.”
No es la primera vez y, ojalá fuera la última. Esto de usar el participio pasado del verbo deprimir -deprimido- para aludir a un barrio o una parte de la población. A veces resulta obvio el significado de lo que se intenta comunicar con la mala selección. En otras ocasiones no es tan claro el mensaje, y, como tal lentifica la lectura con la consecuencia que eso trae.
En el pasaje que se trae en esta sección se utiliza “deprimido” para caracterizar las condiciones en que vive una parte de los habitantes de una ciudad.
En puridad del idioma no se le encuentra asidero al empleo que se hace de este verbo en estas circunstancias. En el desarrollo de esta exposición se espera demostrar que no es legítimo el uso del verbo para estas funciones. Se revisarán para este fin las acepciones aceptadas en el uso común para el verbo deprimir.
En tiempos no muy remotos se utilizaban otras palabras en lugar de deprimir, depresión y deprimido. Se conocía la nostalgia, la tristeza, la melancolía, el abatimiento, el decaimiento. En la actualidad un solo término engloba todos los matices al tiempo que oscurece las gradaciones.
No conforme con desempeñar las funciones de tantos sentimientos el verbo y el sustantivo correspondiente se han visto reconocer atribuciones semánticas que no les corresponden. La cita que ilustra esta sección es un ejemplo de eso.
El verbo deprimir es disminuir el volumen de un cuerpo mediante presión. Es hundir una parte del cuerpo por presión. Es humillar, rebajar, negar las buenas cualidades de una persona o cosa. Es más que nada producir decaimiento del ánimo. Por último, aunque no menos importante, es padecer un síndrome de depresión.
Ahora bien, si se cotejan los significados que se mencionaron en el párrafo anterior con el uso que se hace del verbo en el texto citado, se puede comprobar que no es acertado el empleo.
Este “deprimido” aquí despide olor a eufemismo. En palabras propias y términos directos, es un barrio pobre. En el mejor de los casos es un barrio de personas de escasos recursos que es una manera afectada de describir lo mismo.
Solo queda un resquicio para dar entrada a una extensión al uso que se hace aquí del adjetivo. En sentido general se usa y se acepta referirse a una “depresión económica” para señalar un “período” de baja actividad económica general, caracterizada por desempleo masivo, deflación, decreciente uso de recursos y bajo nivel de inversiones. Se encerró entre comillas el término período porque de ese modo se refiere la RAE a la depresión económica, no a otra cosa o circunstancia.
En inglés se vale utilizar la voz “depressed” para aludir a algo que está por debajo de lo que se considera estándar. No se pierda de vista que eso es en inglés, no en español. No han de mezclarse las dos lenguas, sobre todo cuando se escribe y se hace en español.
Sin duda alguna en el acervo de la lengua española hay muchos otros vocablos que pueden desempeñar con aplausos las funciones que le han otorgado al verbo deprimir en este preciso caso.
Hace ya tiempo que a estos barrios se los denomina “marginales”, en el sentido de condiciones sociales, políticas o legales inferiores. Se hacen votos para que la mala práctica criticada en esta sección cese.
EXQUISITO
“Así que los empleados del USCIS están más EXQUISITOS que nunca para aprobar la naturalización de quienes la aspiran, en lugar de tener una mano ancha en estos tiempos revueltos.”
Causa sorpresa encontrar una redacción de este tipo en la cual la palabra exquisito aparece para caracterizar la conducta de una o más personas. Normalmente este adjetivo se utiliza para subrayar la calidad de productos, y sobre todo de comestibles o alimentos.
Como se hace de costumbre en estos escritos se procederá a examinar el concepto que retiene la RAE para el término sometido a estudio. Una vez hecho eso se mencionará el uso, para concluir con una curiosidad de falsa amistad.
EL DRAE asienta que exquisito es “de singular y extraordinaria calidad, primor o gusto en su especie”. Después de leer la noción anterior resulta simpático tratar de imaginar a una persona o empleados en este caso que reúnen estas cualidades, sobre todo por lo del gusto.
En el uso se ha detectado que en algunos países los hablantes de español acostumbran a referirse a una persona “de trato exquisito” y resaltan así que es una persona de trato fino, bien educado, de buenos modales.
Hay que hacer notar de inmediato que en el uso mencionado en el párrafo anterior siempre se antepone la palabra “trato” antes de exquisito porque de otra forma queda coja la expresión.
Si se lee con detenimiento el pasaje traído en esta sección se percata uno enseguida que el sentido de éste no es para halagar el trato de los empleados, sino al contrario, para criticarlo.
Si se recompone la redacción de la cita cabe que en lugar de exquisito se coloque otro adjetivo, como por ejemplo, “inflexible, estricto, riguroso, severo”. Si así se hace la oración cobra sentido.
Ya al terminar esta sección y como se prometió al principio se vaciará la “curiosidad” que se produce por “falsa amistad” entre las lenguas española y portuguesa.
Ha de adelantarse a los lectores que en este caso específico por lengua portuguesa se entiende la que se habla en Brasil. En español exquisito es “primoroso, excelente, delicioso, algo que es muy agradable, de alta calidad, de buen gusto”.
En portugués, en cambio, el adjetivo significa “raro, fuera de lo común; extraño; extravagante”. Más aún, en el lenguaje familiar brasileño es “feo, de mal aspecto”.
Una vez sabido esto hay que tener cuidado con las traducciones precipitadas entre esas dos lenguas. Se impone en estos casos prestarle mayor atención al sentido general de lo traducido que a las palabras tomadas de modo aislado. De allí es de donde se saca el criterio de que no se traducen palabras, sino ideas, aunque suene raro oírlo de esta forma.
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