GRAFFITI – BOUTIQUE – PLATAFORMA – SPOT

“Aquellos que pinten las paredes de las escuelas con GRAFFITIS serán severamente castigados.”

Este término de hizo popular en los años setenta con la película American graffiti. Casi todos los hablantes de todas las lenguas saben que es italiano, pero no saben que es el plural del italiano “graffito”.


Muchos de los hablantes de lengua española usan el vocablo del italiano porque no saben que en español existe una palabra capaz de expresar el concepto. En nuestra lengua tenemos “grafito”, con su correspondiente plural “grafitos”.

Desde el año 1992 constan los dos términos antes mencionados en el diccionario publicado y elaborado por la Real Academia. La palabra sirve para mencionar los letreros, dibujos o pintadas  satíricos o indecentes, por lo general hechos en los muros.

En el DRAE, la Junta madrileña de la lengua define al grafito como el “letrero o dibujo circunstanciales, generalmente agresivos y de protesta, trazados sobre una pared u otra superficie resistente”.

Además de lo anterior, el “grafito” sigue designando al mineral de color negro, que producido artificialmente se usa en la manufactura de lapiceros. Así se llamaba a la parte que salía y entraba en los lapiceros que escribían del color de los lápices negros, propios de los tiempos pasados, cuando las personas aún usaban los lápices para escribir en vez de las computadoras. Una palabra que se usaba con valor de sinónimo de “grafito” en esa época era “mina”, y esos lapiceros se denominaban también “lapicero de mina(s)”. Esta “mina” es la que el DRAE define así, “barrita de grafito que va en el interior del lápiz.”

Si se regresa al texto copiado al principio de esta sección, se notará enseguida que entra en conflicto con una aseveración precedente porque lleva una “S” al final. Esto no es posible porque no es palabra que hace plural con “ese”, pues está ya en plural en italiano. El redactor erró por partida doble, pues lo hizo mal en español por usar un vocablo extraño a la lengua; y en italiano también por añadirle una “S” extraña a la palabra en su lengua original.

Los periodistas tienen que entender sus responsabilidades. Una de ellas es la que tienen con respecto de los lectores. La letra, la lengua escrita, tiene más autoridad que la hablada, por lo tanto, el periodista de prensa escrita debe ser más cuidadoso en su redacción.

Hay que suavizar los conceptos vertidos más arriba. El Panhispánico sostiene que el uso frecuente del plural italiano graffiti ha dado lugar a que en español se emplee la adaptación graffiti con sentido singular. Ese diccionario asegura que es un fenómeno similar al del espaguetti. Después de ese ejemplo no queda más remedio que aceptar lo vertido por la autoridad. En lengua jurídica dicen: error communis facit jus.

BOUTIQUE 

“Uno de los hoteles BOUTIQUE que más intriga al visitante es. . .”

La “boutique” que se conoce en español y que consta en el Diccionario de la Academia desde el año 1992 es una “tienda selecta”. En sus orígenes en Francia fue una “tienda pequeña o almacén modesto”. En décadas pasadas alcanzó mucha popularidad el término para pequeñas tiendas de exclusividades, sobre todo en materia de diseños de ropa de vestir.

Cuando se trata de cotejar lo vertido en el párrafo anterior con lo que el texto copiado trae, eso de “hotel boutique” es una incongruencia. Se va a trazar el itinerario del vocablo en francés y luego se va a dar la clave del error y la procedencia.

La boutique del francés  procede de la “botica” del provenzal, que tiene el mismo origen que la antigua farmacia del español, del griego “apotheke”. Al principio la boutique fue más modesta y más sencilla que el almacén o tienda. En otros tiempos se utilizó la misma designación para llamar así al “taller” del artesano. Más tarde, ya en el siglo XX se denominó con el vocablo “boutique” la tienda de confecciones de un(a) gran modisto(a.)

Ya se despejaron las dudas con respecto a los significados de la palabra tanto en español como en francés, por lo tanto sólo resta adentrarse en la lengua inglesa para atribuirle la responsabilidad del desacierto semántico. En esta lengua, la segunda acepción se separa de las tradicionales del francés, para significar la “pequeña empresa que ofrece servicios muy especializados.” En el caso del hotel del texto, menciona que se destina a una clientela muy exigente y escogida, para elite, cuyo fin es satisfacer gustos muy refinados. Quizá lo más conveniente sería escribir y decir que es un hotel con servicios individualizados.

Cualquier solución es buena en este caso con tal de que no se maltrate la lengua que es patrimonio común y sirve de medio de comunicación entre millones de hispanohablantes dispersos por todo el mundo, y a ambas orillas del Atlántico.

PLATAFORMA 

“. . .y han solicitado a su firma estudios sobre  la posibilidad de utilizar el sur de la Florida como PLATAFORMA para impulsar exportaciones de productos. . .”

Es interesante tratar de encontrar a cual de las acepciones de “plataforma” se le está dando este estirón para que sirva de “centro” o “base” para impulsar las exportaciones. No hay ni una sola de las significaciones del vocablo en estudio que pueda servir de apoyo a este uso.

Desde hace ya más de cuarenta años la Academia mantiene la misma “plataforma” en su diccionario. No se encuentra resquicio alguno entre las diferentes definiciones acerca de las plataformas conocidas por las autoridades para que se cuele algo que pueda servir para el propósito de “impulsar exportaciones”.

Con esta plataforma sucede del mismo modo que con el “trampolín”, que algunos escribientes lo usan en sentido figurado para lanzar personas al estrellato. Es desafortunado que así lo hagan, porque el famoso trampolín sirve muy bien los fines para los cuales los usan las personas que participan en competencias de clavados o zambullidas. En mi opinión, lo que hacen quienes se sirven de ese aparato es que caen muy rápidamente, y, con mayor impulso. Volvamos a la plataforma.

Este empleo que se hace del término en estudio es probable que haya nacido por extensión de la plataforma de lanzamiento de cohetes, pues en ese caso sí es cierto que lo que se lanza desde esa superficie va lejos. Este tipo de plataforma es el que se utiliza en aeronáutica para lanzar cohetes, proyectiles y otros objetos. Todavía este uso no está sancionado ni en los diccionarios de uso del español; sólo se le encuentra en los diccionarios de neologismos.

Los significados de plataforma han evolucionado a través del tiempo, no sería motivo para sorpresa si en cuarenta años más se lograra incorporar en sentido figurado una acepción que reconozca la justeza del empleo que se hace en el texto citado. Para que esto suceda tiene que persistir el uso, y que además lo hagan plumas de nombradía.

SPOT 

“El SPOT publicitario de la campaña por el no a la moneda única. . .”

En el diccionario de la Academia del 2001 hay dos entradas para la voz inglesa “spot”. La primera es la que satisface el uso del texto, y dice así: “película de muy corta duración, generalmente de carácter publicitario.” La otra entrada es para la forma acortada de “spotlight”, que asienta la Academia de este modo, “foco de luz potente y directa que se utiliza en fotografía, cine, teatro, etc., para iluminar una zona pequeña”.

Ya no hay que esconder el término. La Academia lo sancionó ante la insistencia del uso. No se debe olvidar que en inglés todavía existen algunos “spots” que no están sancionados. En comercio hay un spot con valor adjetivo en inglés que sirve para mencionar los pagos al contado o los precios actuales. En el mundo del automovilismo hay otro spot que se tradujo muy oportunamente por “punto ciego”, lo que dicho en lenguaje refinado es “escotoma”.

Quedan otros “spots” que no lograron incorporación tampoco, que son, entre otros, el “lugar apropiado para filmar un espacio televisivo publicitario”, en el sentido de “sitio, lugar”, eso que en inglés es “location”.

Sería bueno que los hablantes de nuestra lengua moderen sus expresiones con respecto a la Academia, porque sin duda alguna ha dado muestras en esta edición del Diccionario, de que las puertas del recinto de la lengua están abiertas para que se incorporaran oficialmente los vocablos que reclamaban su entrada a voces.

ABASTO – *A BASTO

“. . .trabajan de 8 de la mañana a 8 de la noche, y por poco no dan A BASTO con las ÓRDENES de joyería que provienen de varias tiendas de la ciudad. . .”

En este extracto de literatura periodística hay dos errores que no se pueden perdonar si salen de la pluma (computadora) de una profesional de la palabra escrita.

La primera infracción contra la lengua es con “*a basto”, que es común entre los hablantes de escasa cultura, porque éstos escuchan y relacionan con sus conocimientos precedentes. De allí es de donde sale que le antepongan la preposición “a” al vocablo “basto”, cuando desean expresar que no pueden satisfacer algo, en este caso la demanda de productos.

El término “basto” por sí solo lo que significa es “burdo, ordinario, rústico, grosero, tosco”, por lo tanto si se le coloca la preposición “a” delante, lo que se consigue es que signifique un disparate.

Para escribir correctamente lo que se proponía la periodista, había que pensar en el verbo “abastecer” y en el nombre abastecimiento. En el caso del “abasto” el acento invisible cabalga sobre el concepto de suministrar artículos de primera necesidad.

La expresión más conocida es “dar abasto”, que se hace seguir de dos preposiciones: de “a”, si lo que se escribe o dice es un nombre; y “para”, cuando a continuación viene un verbo. La expresión significa “tener, hacer o producir todo lo necesario para cierta cosa.” Este asunto queda despejado de esta manera.

Brevemente se mencionará lo de las “órdenes”. Este es un angloamericanismo que sale de una palabra semejante del inglés que sirve para el propósito de colocar “pedidos” de productos. En algunos países dicen y escriben “encargar”, para lo cual corresponde el nombre “encargo”.

MAGNIFICAR 

“Es un hecho que la Casa Blanca y la DEA MAGNIFICAN victorias parciales y nos confunden con una avalancha de estadísticas contradictorias. . .”

El verbo del título aparece y consta desde hace largo tiempo en la lengua española. Se le reconoce en todos los rincones del hispanismo escrito o hablado, mas vale hacer unas puntualizaciones con respecto al verbo para evitar usos exagerados.

Desde tiempos inmemoriales el verbo significa “engrandecer, alabar, ensalzar”. Fíjense que lo que media entre los tres verbos ofrecidos como equivalentes son comas y no otro signo de puntuación. Esto reviste su importancia.

El origen del verbo se remonta al verbo en latín, “magnificare”, que era “exaltar con alabanzas”; verbo que a su vez se desprende de “magnus”, grande, y ficare, frecuentativo de “facere”, hacer. Este verbo existe también en catalán, magnificar; en francés, magnifier; y en italiano, magnificare.

Por el origen del verbo y las comas que se destacaron oportunamente en un párrafo precedente, se sostiene que el verbo en lengua española debe reservarse sólo para “engrandecer” en el sentido figurado, es decir con palabras laudatorias, es decir, alabando con el verbo, ensalzando. Esto se subraya porque cada vez con mayor frecuencia se le encuentra utilizado en español, sobre todo en el español de las personas que tienen acceso al inglés.

En algunas ocasiones algunos hablantes y algunos escribientes del español se sirven del verbo en estudio para señalar que lo magnificado es simplemente “agrandado”. No se piensa que esto es lo que el verbo significa en español. Esta desviación del significado del verbo proviene del inglés.

En Inglés, además de las significaciones que tiene el verbo en español, también vale para expresar “intensificar, exagerar; agrandar en hecho o en apariencia”. De esta última parte es de donde se descuelgan los hispanohablantes para usar el verbo con esas características.  Hay que hablar y escribir con prudencia cuando se emplea este verbo para no caer en el error de otorgarle en español valores que no le corresponden.

Es oportuno señalar que en el texto se presume que el empleo que se hace del verbo es en el sentido de exagerar, aunque pudiera argüirse que se le usa para “ensalzar” las victorias parciales.

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