Notas acerca de un clásico aguinaldo
Por Domingo Caba Ramos
(Al sacerdote y buen amigo: César Hilario)
“Alabemos todos / al niño Jesús, que nació en Belén / y murió en la cruz…”
(Juan A. Alix)
Quizás la mayor parte de los dominicanos lo hemos cantado, bailado y tarareado alguna vez; pero talvez muchos desconocen que su título original es Cánticos y no A las arandelas, como popularmente se conoce. Que fue compuesto en Santiago hace ya ciento trece (113) años, específicamente el 16 de noviembre de 1908. Y que su autor lo fue el laureado cantor o poeta popular mocano – santiaguero Juan Antonio Alix (1833- 1918), el cual le dedicó la referida composición al presbítero don Manuel de Jesús González, cura de la parroquia La Altagracia de la ciudad de Santiago de los Caballeros. Se trata, pues, del más antiguo y conocido de los aguinaldos dominicanos.
Antes de continuar, valdría preguntarse, ¿qué es un aguinaldo?
El concepto de aguinaldo casi siempre suele confundirse con el de villancico. Y al respecto debemos precisar que si bien uno y otros géneros musicales aluden a las fiestas navideñas (rasgo común), ambos difieren ligeramente en lo que atañe a la naturaleza y alcance de la temática tratada, vale decir, mientras el contenido del villancico es eminentemente religioso, el aguinaldo combina lo religioso con lo profano. Pero dejemos que sea una voz autorizada, Julio Alberto Hernández (Santiago,1900-Santo Domingo,1999), quien se encargue de establecer dicha diferencia:
“Hoy día– apunta el afamado músico y compositor dominicano – entendemos por villancico, una canción del folklore tradicional inspirado en el espíritu religioso popular de las navidades, que suele cantarse entre el pueblo y las instituciones religiosas, con acompañamiento de instrumentos populares”.
Y al distinguirlo del aguinaldo, don Julio puntualiza lo siguiente:
“Cuando el villancico abarca temas profanos se llama aguinaldo. Esta es la canción popular tradicional que mejor expresa los sentimientos del pueblo dominicano en las navidades” (Música Tradicional Dominicana, 1969, págs. 34-35)
Las letras del villancico versan o están siempre asociadas al nacimiento del niño Jesús, como bien se aprecia en las estrofas que siguen:
- “Venid pastorcito
venid a adorar
al Rey de los cielos
que ha nacido ya…”
- 2. “De tierra lejana venimos a verte,
nos sirve de guía la estrella de oriente,
¡oh! brillante estrella que anuncia la aurora,
no nos falte nunca tu luz bienhechora…”
Y también en los versos del más popular, antiguo y universal de los villancicos,
Noche de paz:
Noche de paz, noche de amor,
todo duerme en derredor,
entre los astros que esparcen su luz,
bella anunciando al niñito Jesús,
brilla la estrella de paz,
brilla la estrella de paz.
El aguinaldo, por su parte, además del religioso, incluye en sus letras temas profanos, tales como la comida, las fiestas, las parrandas, las bebidas alcohólicas y el amor erótico:
“De la montaña venimos,
para invitarte a comer,
un lechoncito en su vara,
y ron pitorro a beber . . .”
Conviene aclarar que originalmente aguinaldo no era más que un favor que musicalmente se pedía como regalo de nochebuena; pero mediante el proceso de desplazamiento semántico, con el paso del tiempo se le llamó aguinaldo no sólo al obsequio apetecido, sino también a la canción utilizada como canal para solicitarlo.
Al explicar la idea contenida en el párrafo precedente, Julio Alberto Hernández no podía ser más explícito:
“Desde los primeros días del mes de diciembre, su alegre melodía llena de vibraciones los campos y ciudades, donde está unido a gente de toda edad y clase, imponiéndose en los bailes, conciertos y fiestas pascuales. Los músicos populares tienen la costumbre de ir a cantarlo a las puertas de las familias acomodadas, con miras a conseguir su aguinaldo (regalía) de nochebuena. Otras personas asaltan la casa del amigo donde se proyecta hacer la fiesta, que, de antemano está preparada con bebidas y el tradicional pavo o lechón asado” (Ob. cit., pág. 35)
La pieza poética que nos ocupa, Cánticos, está compuesta por ochenta versos cortos, octosílabos en su totalidad, (sólo en el verso final aparece la palabra arandela) distribuidos en veinte estrofas, en las cinco primeras de las cuales los protagonistas del aguinaldo se limitan a emitir un canto de alabanza al Niño Jesús, así como un mensaje de felicitación y buenos deseos a los dueños de la casa “multados” con el regalo de nochebuena:
“Alabemos todos / al Niño Jesús,
que nació en Belén / y murió en la cruz.
También alabemos / con suma alegría,
a sus santos padres / San José y María.
Después de alabar / al Rey de los cielos,
con los de esta casa / nos entenderemos.
Y les cantaremos / de Dios con la gracia,
deseando a todos / muy felices pascuas.
Y un año feliz / con prosperidad,
salud y dinero / y felicidad”
En las estrofas que siguen, el autor pasa a describir el momento festivo o asunto central de la composición, merced al cual inserta esa aguda crítica social de inconfundible tono epigramático que tanto caracterizó a la mayor parte de las creaciones del entonces llamado “Cantor del Yaque”
En las estrofas sexta, séptima y octava, el poeta crítica:
- a) A los chismosos, prestos siempre a generar nocivos efectos con sus lenguas lacerantes:
“Que el Niño Jesús / muy a bien lo tenga,
librarnos a todos / de las malas lenguas”
- b) A los envidiosos, siempre mortificados por el éxito ajeno:
“Que los libre el Niño / de los envidiosos,
que hacen mala sangre / y viven rabiosos”
- c) A los malos vecinos, eternos perturbadores de la paz familiar:
“Y los libre el cielo / de un vecino malo,
que es mucho peor / que un incendio al lado”
En las cuatro estrofas siguientes se nos anuncia mediante el empleo de términos o expresiones de gran valor sensorial que la cena o aguinaldo está casi a punto de comenzar:
¡Señores, silencio! / que el sonido empieza,
de platos, cubiertos / y arreglos de mesa.
Por el agujero / de la cerradura,
ya se siente el bajo / a fritanga pura.
Y allá en la cocina / ruidos de sartenes,
que sacan del horno / pavos y pasteles”
Pues según señales / esta gente buena,
trata de obsequiar / con tamaña cena.
Los visitantes, excitados por la inminente presencia del manjar o plato deseado, muestran su desesperación y emiten un grito de indiscutible acento imperativo:
“Así, pues, señores,
los dueños de casa,
abran ya sus puertas,
que el tiempo se pasa.”
A partir de este momento, el poeta retoma el tono crítico de sus versos, dirigiendo sus incisivos cuestionamientos a quienes asisten a las celebraciones y actividades festivas sin que hayan sido previamente invitados:
“Y al entrar señores / mucha precaución,
con los que se meten/ sin invitación.
Y en los aguinaldos / los pulpos nombrados,
se sientan primeros / que los invitados”
Y al ir a la mesa / los primeros son,
en comer de todo / con mucha ambición.
Y son los primeros / en damas sacar,
y hasta los registros / los suelen bailar”
La advertencia está hecha, el deseo por disfrutar la cena se incrementa y es, por tanto, hora de entrar a la casa:
Entremos señores / a esta honrada casa,
saludando a todos / y dando las gracias.
Y después de entrar / esa gente buena,
que no tarde mucho / en poner la cena.
El autor abandona el tono épico del relato para concluir sus famosos “Cánticos” con esta lírica exhortación:
Así, pues señores,
sin más dilación,
entremos cantando,
arandelas son”
Con el paso de los años, algunos de los versos que conforman estos Cánticosde Juan Antonio Alix, específicamente los que integran las cuatro primeras estrofas, fueron musicalizados y se les anexaron otros que nada tienen que ver con la versión original de los versos que en los párrafos precedentes aparecen transcritos.
Entre esas estrofas agregadas o que no forman parte de las veinte más arriba comentadas, merecen citarse las siguientes:
“Ábreme la puerta / que estoy en la calle
y dirá la gente / que esto es un desaire…
A las arandelas / a las arandelas,
a las arandelas / de mi corazón.
Allá dentro veo / un bulto tapao,
no sé si será / un lechón asao”
Se tratan, estas últimas, de estrofas cuyo autor por el momento se desconoce, razón por la cual habría que situarlas en el plano de lo folklórico.
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