BRUNO ROSARIO CANDELIER: ENCUENTRO VIRTUAL CON LOS MÉDICOS DE LA SOCIEDAD DOMINICANA DE MÉDICOS ESCRITORES

11 de septiembre de 2020, 7:00 de la noche

Por Miguelina Medina

   En el marco de la segunda reunión virtual de la Sociedad Dominicana de Médicos Escritores, el doctor Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua, ofreció una conferencia telemática a los profesionales de la Medicina con el título “El arte de escribir”. El anfitrión de dicha conferencia fue dl doctor Reynolds Joseph Pérez Stefan, quien en nombre de sus colegas, dio la bienvenida al doctor Rosario Candelier.

Expresó el charlista su complacencia por esta participación.  Dijo tener la convicción de que la mayoría de las personas de cualquier área profesional, que han cultivado su talento para la creación, “se debe a la fe que ellos tienen en sí mismos”. Expresó que en su experiencia ha “llegado a la conclusión de que hay miles de personas que tienen talento para la creación y no se animan a lanzarse”. Dijo que “la mayoría de las personas que no se lanzan a una actividad creadora obedece a que no tienen fe en sí mismos, y es importante porque quien tiene fe en sí mismo se convence de que puede testimoniar su propia visión de mundo y de la vida”.  Señaló que todos estamos instalados en una realidad y ante esa realidad tenemos la oportunidad de enriquecernos intelectualmente y de testimoniar nuestra percepción de las cosas: “Todos tenemos intuiciones y vivencias y, si asumimos esas intuiciones y vivencias, podemos testimoniar nuestra percepción del mundo en razón de que cada ser humano dispone de un ángulo del universo, de un punto de contacto con el universo a través del cual tiene la exclusividad para percibir una perspectiva peculiar y personal de la creación”, dijo. Expresó que “quien tiene esa convicción de que está delante de una realidad de la que puede testimoniar su propia valoración, si tiene conciencia de que lo que va a testimoniar es personal, es exclusivo, es único, individual eso posibilita el desarrollo de la fe en sí mismo y, sobre todo, del talento creador”. Consignó que “el talento creador no es un privilegio de algunos seres humanos, agraciados con el don de la creación. La creatividad es una condición que se nos ha dado a todos los seres humanos desde el momento en que recibimos el don de la vida”.

Explicó que con el don de la vida fuimos dotados de una condición sagrada como le llamaba el antiguo pensador presocrático: “Fue Heráclito de Éfeso quien inventó la palabra Logos para referirse a ese poder de la conciencia mediante el cual podemos pensar, intuir, hablar y crear. Y en virtud de esa dotación de la inteligencia de nuestra mente, se desarrolla el poder de la creatividad y ese poder de la creatividad se manifiesta cuando tomamos consciencia de que, efectivamente, contamos con ese poder y cuando, habiéndonos puesto en contacto con la realidad, nos nutrimos de sus manifestaciones sensoriales y suprasensibles al entrar en relación con el mundo, con la realidad de lo viviente, y entonces podemos intuir el sentido de esa realidad”.

Expresó que podríamos también auscultarnos a nosotros mismos y dar el testimonio de lo que podemos plasmar a partir de lo que nos dicta nuestra conciencia. Puntualizó que “la propia conciencia es una fuente de creación, como lo es también la realidad de lo viviente para captar su sentido profundo”. Señaló que “las personas que se convierten en escritores, lo logran cuando dan el testimonio de su propia intuición y de sus vivencias y de su percepción de la realidad”.

Rosario Candelier dijo que “hay dos aspectos importantes para evaluar nuestro potencial creador que son, la capacidad de pensar en conceptos y pensar en imágenes”: “Quienes piensan en conceptos son los científicos, los pensadores, los que transmiten una idea de la realidad, como sociólogos, ensayistas, historiadores”, señaló. Es decir, “todo el que da testimonio de la realidad a la luz de un concepto suele ser una persona que cuando piensa, piensa en conceptos. En cambio, hay un grupo de seres humanos que cuando piensan, piensan en imágenes”, afirmó. Explicó que “ese sector de la población son los poetas, dramaturgos, narradores, pintores, músicos, arquitectos, danzantes”. Señaló, además, que “pensar en imágenes es desarrollar la capacidad para convertir en figuraciones metafóricas y simbólicas nuestra percepción de la realidad para lo cual se requiere una dotación de la inteligencia sutil en función del desarrollo de determinados circuitos neuronales del cerebro para percibir esa dimensión profunda de la realidad porque, normalmente, la dimensión profunda de la realidad se manifiesta a través de imágenes y de símbolos”.

Expuso que en las imágenes y los símbolos hay dos categorías que podrían ayudarnos para situarnos en el universo, que son el concepto del Numen y el concepto del Nous. Dijo que “los antiguos griegos llamaban Numen a la sabiduría espiritual del Universo y a través de nuestra mente podemos conectarnos con esa sabiduría espiritual si hemos desarrollado el potencial del intelecto para lograr esa conexión en función del desarrollo de la sensibilidad y de la conciencia”. Explicó que “hay una sabiduría profunda que nos llega a través del Universo que, mediante esos circuitos especiales del cerebro, podemos entrar en conexión con esos niveles trascendentes de la realidad, y ahí vienen esos fenómenos de la naturaleza, esas irradiaciones estelares que tocan nuestro cerebro y que de modo inconsciente los que tienen el desarrollo imaginativo e intelectual pueden canalizarlos creadoramente”. La otra dimensión a la que se refirió es la dimensión del Nous, que es “esa Noosfera o esfera de la supraconciencia, o de la realidad trascendente, de la cual le llegan al ser humano verdades profundas que transmiten una sabiduría sagrada y que suelen percibir los contemplativos, iluminados, santos, místicos y teopoetas”. Consignó que “para lograr una percepción profunda del Universo es necesario el desarrollo de esa sensibilidad interior, el desarrollo de la espiritualidad y de la conciencia, y en ese desarrollo ayuda el cultivo de la palabra”.

Al respecto señaló que en el lenguaje común cuando aprendemos la lengua que hablamos, la aprendemos sin estudiarla, pero para profundizar en el sentido profundo de los vocablos, para manejar con propiedad la vertiente gramatical de la lengua o la dimensión profunda de la semántica de los vocablos, hay que estudiar”, y subrayó: “Ustedes, como médicos, tienen estudios especializados y lo saben por propia experiencia. Entonces, el conocimiento de la lengua es fundamental para ampliar el horizonte del mundo”, destacó. Dijo que “la lengua nos proporciona el conocimiento del mundo, el conocimiento de la realidad, y nosotros, ubicados ante una realidad, desde nuestra sensibilidad establecemos ese vínculo con lo viviente. Y es importante lograr esa comunión con lo viviente mediante la contemplación, el silencio o la reflexión para nutrirnos de lo que las cosas dicen”.

Consignó que la realidad, permanentemente está emitiendo sonidos, imágenes, símbolos, manifestaciones sensibles y suprasensibles que nos enriquecen sensorial y espiritualmente en función de nuestra capacidad de conexión con la misma realidad. Y en función de nuestra capacidad para entrar en sintonía o en comunión con las cosas de eso va a depender el enriquecimiento interior que logremos para nutrirnos y para dotar nuestra inteligencia de la capacidad de la intuición y el desarrollo de la conciencia.

Explicó que “el concepto de ‘intuición’ es importante porque mediante la intuición podemos captar el sentido profundo de las cosas”. Y dijo que “cuando logramos comunicarnos con la realidad y establecemos esa comunión con alguna faceta de la realidad se despierta nuestro intelecto y ahí hay la posibilidad de intuir una verdad profunda, una verdad de vida o una expresión nueva de la misma realidad”: “Permanentemente, repito, la realidad está emitiendo señales con mensajes para que podamos atrapar su sentido”.  Dijo que “con esos mensajes, mediante el arte de la palabra o el arte de la creación verbal, podremos convertir en un poema, un cuento, una novela, una obra de teatro o una obra de ensayo esa realidad que percibimos y que podría servir para contribuir al desarrollo de la conciencia y al crecimiento del espíritu, para lo cual es importante que nosotros los escritores y los que aspiran a ser escritores, tengan plena consciencia del talento que poseen y, sobre todo, sientan en sí mismos el entusiasmo y la fe a partir de la recepción de la sabiduría espiritual o de la sabiduría sagrada del Universo”.

Expresó que “las grandes obras de los escritores, en cualquier género literario o en cualquier manifestación artística no es más que el resultado de esa conexión de la propia sensibilidad y de la propia conciencia con la fuente luminosa de la realidad, y entonces nos sentimos inspirados”. “La inspiración no es más que ese desborde de la sensibilidad”, afirmó. Expresó que, “además de la intuición, que es la capacidad para percibir esa dimensión profunda de las cosas, tenemos a nuestro alcance la inspiración, que es un soplo del espíritu y que de alguna manera toca nuestra conciencia para dictarnos una verdad profunda”. “También existe la revelación, pero la revelación no está al alcance de quien la busca. La revelación llega, como dice la Biblia, cuando el Espíritu quiere. Cuando el soplo del Espíritu elige a una persona y, mediante el soplo sagrado, le dicta un mensaje”, señaló.

El doctor Reynolds Pérez dio las “gracias a don Bruno por su magistral conferencia” y le expresó lo siguiente: “Llegamos a lo sublime, llegamos a otra dimensión. Parece que usted nos montó en un caballo al lado y nos llevó a todos a pasear por el Cosmos y volvimos a aterrizar”. Inmediatamente expuso su inquietud:

—RP: El concepto que siempre hemos tenido acerca de lo que hablamos de la Musa, el descenso de las Musas en el concepto de inspiración, en el escritor o en el artista, ¿en qué parte, usted piensa, del ser humano le afecta positivamente, le irrita al hombre para desencadenar la inspiración? ¿En la conciencia, en el alma, en el espíritu? ¿En qué parte del ser humano o en todas?

—BRC: Fueron los antiguos griegos quienes inventaron la palabra Musa, y antiguamente se hablaba de Musas para referirse a las deidades sobrenaturales que de alguna manera insuflaban en los seres humanos un aliento de inspiración. Puede que ese concepto sea imaginario, puede que sea real, yo sí sé que permanentemente vienen de los estratos superiores del universo, señales, símbolos, emanaciones divinas que parten de la Divinidad hasta llegar a nosotros. Nosotros formamos parte del universo creador o de la creación del universo, que es una obra divina, para los que creemos en Dios. Y, naturalmente, hay señales permanentes que están tocando la sensibilidad de los seres humanos. De tal manera que yo creo que cuando la inspiración llega, toca el cerebro de una persona… Tú preguntabas qué parte del ser humano recibe la inspiración. Es el cerebro.  El cerebro es el órgano de conexión con la realidad extrasensorial. Con la realidad sensorial y con la realidad suprasensible. Entonces, el ser humano es tocado por esas señales del universo con verdades de muy antiguas esencias, algunas veces. Y ocurre que cuando alguien recibe eso que se llama inspiración debe aprovecharla. Incluso suele manifestarse, a veces, en la madrugada, estando uno, digamos, entre sueños, de tal manera que si uno no se levanta a escribir ese mensaje, esa idea que llega, al otro día uno no se acuerda porque las Musas son celosas. Y entonces ¿qué ocurre?, que si no les hacemos caso se van, se van y tocan otro cerebro porque ellas quieren manifestarse, quieren encontrar quién plasme su mensaje.

Otra de las preguntas la realizó el doctor Frank Espino, quien, primeramente, agradeció a don Bruno “ese estímulo que nos ha dado esta noche”.

—FE: Don Bruno, conozco colegas médicos que tienen unas condiciones tremendas para escribir, que si plasman eso harían grandiosa obra. ¿No cree usted, me parece a mí, que esas personas tienen  vergüenza de que los critiquen?: Porque puede ser que una obra de usted me guste, pero que una obra de Jochy Pérez no me guste o de José López o José Silié Ruiz.

—BRC: Sin duda alguna. Ciertamente influye la realidad de uno sentir que no se atreve a manifestar lo que puede hacer con la palabra por temor a una crítica, o a un rechazo. Eso frena a mucha gente. Yo conozco gente con talento que me han manifestado lo que escriben y yo he apreciado valor en su escritura, pero ellos no se atreven a darla a conocer porque piensan que no tiene valor, y hay un temor a un rechazo. Pero ocurre que el fondo de ese temor es la expresión de una subestimación de sí mismo, y uno tiene que luchar contra la subestimación. Quien se subestima no se quiere. Quien se subestima está poniéndose por debajo de su propio talento y de sus propias condiciones. Y es importante echar a un lado esa subestimación como también es importante echar a un lado la idea de que uno no sirve para nada o que uno no puede aportar. Todo el mundo puede aportar y todo el mundo puede dar el testimonio de su propia percepción de la realidad y todo el mundo puede aportar algo nuevo a partir de sus intuiciones y vivencias en función de esa perspectiva singular y peculiar que cada uno tiene del universo cuando entra en contacto con lo viviente.

El doctor Bruno Rosario Candelier enfatizó a los profesionales de la medicina que “es importante, desde el punto de vista psicológico, tener conciencia. Cada cual tiene que aceptarse a sí mismo como es y hacer lo que puede hacer porque, si yo, como principiante, quiero escribir como escribe Marcio Veloz Maggiolo, o como escribía Juan Bosch, nunca me lanzaría. No me puedo comparar”. Expresó que cada cual tiene que seguir su propia ruta, trazarse su propio camino y no entrar en competencia con otros porque cada escritor es único y cada uno puede dar el testimonio de su realidad tal como él la percibe”. Explicó que “para eso lo más importante es ser genuino y auténtico, y testimoniar lo que usted percibe y decirlo como usted lo percibe y expresarlo en la forma como usted lo siente; y decirlo con las palabras más espontáneas, como salgan del corazón en función de nuestra convicción y de nuestra percepción de las cosas”. Recomendó a los escritores médicos la obra de Alexis Carrel, Premio Nobel de Medicina, La incógnita del hombre, que es un libro que da una panorámica del hombre desde su condición biológica, fisiológica y médica hasta sus manifestaciones sociales, antropológicas y espirituales que, incluso, llega hasta el nivel místico, porque él fue un creyente que sintió la vocación mística; y es un libro iluminador porque este médico hizo uso de la palabra, no solo para sanar la mente enferma y el cuerpo enfermo, sino también para elevar la condición espiritual del ser humano”.

Para finalizar, valoró de los profesionales de la medicina cuando “reciben a un paciente, el solo hecho de escucharlos y de darles una orientación, el de usar la palabra para orientar al paciente, uno sale sano del consultorio. A menudo, cuando el médico habla, el poder que tiene su palabra ejerce un efecto de sanación. Es importante que el médico tenga consciencia del poder que tiene con su palabra, en función de su palabra sanadora, de su palabra terapéutica, cuando atiende un paciente para contribuir a que la vida sea menos dolorosa”, dijo Bruno Rosario Candelier, propulsor de la espiritualidad en la literatura.

 

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