VALORACIÓN DE LA ACADEMIA DE LA LENGUA
La escritora Keyla González entrevistó al director de la Academia Dominicana de la Lengua, Bruno Rosario Candelier, para que los integrantes del Taller Literario Pedro Mir tuviesen una valoración de la palabra, de la corporación de nuestro idioma y la trayectoria filológica y literaria de sus integrantes.
La joven letrada valoró la ocasión que para ella significa esta circunstancia con la presencia de poetas, intelectuales y académicos de la lengua. En esta entrevista, Keyla González abordó como tema principal diversos aspectos de la lengua y la literatura.
En respuesta a una pregunta sobre la labor de este director, le dije que comencé a escribir en el año 1965, devoción por la literatura que nació a raíz de leer un artículo en el libro La República Dominicana, directorio y guía general, del santiaguero Enrique Deschamps, cuyo capítulo “Los movimientos literarios” aborda el aporte intelectual, estético y espiritual de los grandes escritores dominicanos del pasado con la exaltación de las figuras estelares del siglo XIX, entre ellos Manuel de Jesús Galván, Fernando Arturo de Meriño, César Nicolás Penson, Salomé Ureña, y las figuras emergentes, al inicio del siglo XX, de Pedro Henríquez Ureña y su hermano Max, Federico García Godoy y Emiliano Tejera, entre otros. Al leer ese escrito, el entrevistado se dijo a sí mismo que le agradaría llegar a ser como uno de los susodichos escritores, valorados por el autor de la señalada obra panorámica de la cultura dominicana.
Comentamos que nuestros escritores y docentes de la lengua y la literatura enfatizan la motivación para ser escritor, carrera que se funda en la lectura y la observación de la realidad para nutrirse de las manifestaciones naturales y socioculturales de la realidad.
El director de la ADL habló de la necesidad de adquirir un buen conocimiento de la lengua, puesto que los escritores tienen que someterse a un protocolo escritural, una normativa gramatical y unas exigencias estéticas establecidas en el buen uso de la lengua que los buenos hablantes aplican siguiendo la pauta académica establecida: “Es necesario que quien comience a escribir tenga en mente que tiene que asumir la palabra con propiedad, corrección y elegancia para lo cual ha de estudiar la norma ortográfica, gramatical y lexicográfica dela lengua”, señalé.
A propósito de la normativa idiomática, ponderamos que las academias contribuyen a incentivar en los hablantes una conciencia de lengua, y quien la desarrolla normalmente termina preocupándose por el buen uso de la palabra y el lenguaje del buen decir, lo que se manifiesta en el conocimiento de la ortografía, la aplicación de la sintaxis y el uso ejemplar de la palabra: “El buen hablante tiene las inquietudes lingüísticas que lo inducen a usar ejemplarmente el lenguaje apropiado, elegante, preciso y correcto”.
La entrevistadora preguntó de qué manera se puede lograr el ideal del buen decir, si no se hace hecho una carrera filológica, pues ella, que escribe textos narrativos y dirige una revista científica pretende ilustrar en sus escritos el buen uso del lenguaje. En su condición de editora, Keyla González señaló que aparte de esas particularidades con que cuentan los académicos de la lengua, ella aspira a ser ejemplo en el uso de la palabra. Le comenté a la inquieta cibaeña los factores que contribuyen al desarrollo del intelecto y la sensibilidad. Subrayé los factores positivos y adversos. Le dije que al ejemplo de una familia que valore la formación cultural, si se suma la influencia de buenos maestros y la lectura de buenos libros, son factores que ayudan a la gestación de las inclinaciones intelectuales, morales, estéticas y espirituales. Los presentes agradecieron y valoraron la oportunidad brindada para sentir la motivación intelectual por nuestra lengua.
Santo Domingo, 18 de noviembre de 2019.
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