CRÓNICA DE LA LENGUA ESPAÑOLA 2021

La Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española pusieron en circulación la Crónica de la lengua española 2021. Don Santiago Muñoz Machado, autor de la obra, director de la RAE y presidente de la ASALE, hizo la presentación de la misma. Dos fueron los temas centrales expuestos por él en su discurso: «La situación del español en los ámbitos territoriales de las Academias de la Lengua» y «ASALE y el trabajo panhispánico».

«La situación del español en los ámbitos territoriales  de las Academias de la Lengua»

En este primer acápite de su presentación, don Santiago Muñoz Machado expresó: «Iniciamos el año pasado la publicación de una Crónica de la lengua española con el propósito principal de hacer público el trabajo de las Academias de la Lengua Española y establecer un observatorio de los problemas más notables con los que nos enfrentamos. Algunos son de naturaleza organizativa y conciernen al trabajo y la función de nuestras corporaciones, otros atienden al idioma que estamos llamados a custodiar, procurando que no decaiga su belleza, simplicidad, riqueza y unidad en todo el universo hispanohablante».  «Los problemas —agregó— no suelen ser de aparición súbita e inesperada, por lo que la acción de las academias es persistente y de largo recorrido, pero conviene exponer, de modo transparente, con cierta periodicidad, lo que se está haciendo, para dejarlo abierto al público escrutinio». Excelsas palabras del autor, a las que agregó: «Este año 2021 la Crónica, como denota su porte, ha tenido muchas cosas que contar. La Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) ha cumplido setenta años, lo que nos permite reflexionar sobre la importancia de esta organización internacional. El acontecimiento nos ha parecido una buena ocasión para tratar de conocer mejor el estado del español en el mundo de habla hispana». Con esta hermosa expresión el autor explicó: «Sabemos que nuestra lengua conquista nuevos espacios cada año y que se incrementa sin parar el número de personas que tienen el español como lengua materna o nativa y el de individuos que pueden expresarse en nuestro idioma de un modo solvente». «Ganamos terreno de modo continuo —señaló—. La nuestra es la segunda lengua del mundo por número de hablantes nativos y la tercera si tomamos como elemento de comparación el total de personas que hablan español y los totales del inglés y del chino mandarín». Igualmente expresó que: «Admirados por este éxito mundial y sus repercusiones en las relaciones internacionales, la economía y las redes sociales, que tan profunda y aceleradamente están cambiando el conocimiento, la comunicación y los intercambios, apenas si nos paramos a mirar hacia las entrañas del idioma para considerar su situación en los Estados en que está consolidado como lengua nacional u oficial». A seguidas compartió su objetiva reflexión:

  • «¿Mantiene el español su buena salud en el país que lo creó y en todos los que lo adoptaron como lengua nacional?».

   Apuntó que «La respuesta a esta pregunta requiere indagar sobre la unidad del idioma a efectos de determinar si seguimos entendiéndonos cuando la usamos como lengua de comunicación en cualquier territorio hispanohablante. Pero también examinar las políticas lingüísticas de los Estados, para saber si ofrecen respaldo bastante a los sistemas educativos para que aseguren una capacitación suficiente en el manejo del idioma oficial del país, que tienen como propio las impresionantes cifras de individuos que antes se han mencionado».

Muñoz Machado señaló, además, que «Es necesario saber si nuestra lengua sufre procesos de mestizaje que la están transformando; determinar si se observan fenómenos de desplazamiento por otras lenguas; necesitamos conocer la influencia sobre la normativa de la lengua de la violencia que se ejerce sobre ella en las redes sociales; la capacidad transformadora o no de las nuevas jeringonzas de jóvenes y medios de comunicación, etc.». Expresó que estas «Son perspectivas poco o nada analizadas por las instituciones de los Estados encargadas de la lengua, la enseñanza y la cultura, ensimismadas como están en la complacencia del crecimiento y atolondradas por el maravilloso placer de ser entendidos por medio mundo cuando hablan nuestra lengua».

  • «A las academias les ha quedado un poco a trasmano, hasta ahora, llamar la atención sobre estos asuntos porque lo nuestro no son las políticas lingüísticas, que están atribuidas a los poderes públicos, entre los que no están incluidas, sino la aplicación de nuestros recursos técnicos, conocimientos y auctoritas para mantener vigente una normatividad de la lengua de general aceptación. Pero aquella limitación no deberá ser excusa para eximirnos de estudiar y advertir los problemas que se ven venir y darlos a conocer», afirmó en su puntualización.

«Naturalmente esta tarea de análisis nos obliga a ampliar la perspectiva con la que miramos a nuestro idioma y echa sobre nuestras modestas espaldas, ya cargadas, mucho trabajo nuevo. Pero no debemos rechazarlo», dijo. Indicó que «Una de las muestras de la indolencia de los Estados en relación con la lengua nacional u oficial es que algunos mantienen infradotadas a las únicas corporaciones que se ocupan de ella»: «Es una torpeza no comprender que nos hemos subrogado patrióticamente en un primario deber de atender la buena salud del mayor bien cultural de que disponemos, que es la lengua, clave de bóveda, además, de las naciones sobre las que se edificaron los estados contemporáneos».

«Este año la Crónica de la lengua española inicia el camino de dar a conocer el estado de nuestra lengua —destacó—. Español se denomina en todos los países que la hablan. En España, oficial y constitucionalmente se denomina castellano, como podrá verse en uno de los estudios incorporados a este volumen, aunque el lenguaje ordinario se emplea más comúnmente español. La razón de esta peculiaridad es que nuestra Constitución de 1978 consideró que el castellano es la lengua oficial que todos tienen el deber de conocer y el derecho de usar, pero solo una de las lenguas de España, donde convive con otras lenguas territoriales propias de las comunidades o nacionalidades que forman parte del Estado. En las constituciones de los Estados de América se usa español como denominación más usual». Señaló también que: «Avanzamos solo un pequeño paso en el recorrido por el estado del español, consistente en mostrar su situación en relación con las lenguas de contacto, es decir, con los centenares de lenguas originarias de las poblaciones amerindias que se han conservado vivas hasta la actualidad. En España trataremos de la relación existente entre la lengua oficial del Estado, el castellano, y las lenguas españolas cooficiales habladas en determinados territorios, principalmente, vasco, catalán y gallego».

«Hay dos fenómenos que sobresalen sobre todos los que genera el contacto —dijo—: por un lado, la hibridación o mestizajes de la lengua, que adquiere peculiaridades léxicas, fonéticas, morfosintácticas y semánticas tomadas de otras; por otro lado, la situación de bilingüismo estable o de diglosia, en su caso, que conduce a la dominación de una lengua hasta desplazar y provocar la extinción de las demás en concurrencia. Estas relaciones han sido estudiadas en muchas ocasiones por expertos lingüistas, que han descrito los fenómenos de superestrato, de adstrato y substrato, más marcados en la medida en que es mayor la frecuencia del contacto y el número de personas que comprende». Subrayó que «En las áreas que tienen el español como lengua nativa se pueden estudiar toda clase de manifestaciones de influencia lingüística, como muestran muchos de los estudios incluidos en este libro. El español como lengua dominante, de uso por los poderes públicos y las legislaciones, aplicada por la economía y empleada en las relaciones sociales de las clases más acomodadas, produjo un desplazamiento de algunas lenguas originarias, que se han extinguido por reducción a cero del número de hablantes»: «Este efecto no ha sido siempre causado por el español, sino también por las grandes lenguas de comunicación indígena, que han desplazado a las menos usadas porque sus hablantes han preferido idiomas con un radio de prevalencia mayor. De esta clase es la concentración en el náhuatl, quechua, aimara, guaraní, etc. en diferentes partes de América. Era casi inevitable que así ocurriera en países como Bolivia donde coexisten más de treinta lenguas o en México donde sobreviven más de sesenta», consignó Muñoz Machado.

«Con carácter general —explicó—, el número de hablantes de estas lenguas aborígenes ha descendido en beneficio del uso más generalizado del español y, en los países que presentan mayor utilización y vigor, han mantenido un régimen de bilingüismo con nuestro idioma, como muestra muy expresivamente el guaraní en Paraguay. Como el español es la lengua de la política, la economía y la cultura, resulta problemática la falta de destreza de las comunidades indias más aisladas porque ello las deja al margen del progreso. Véase, por ejemplo, lo que explican en esta Crónica los académicos de Panamá».

  • «No se aprecia que el español esté sometido a riesgos graves. No disminuye su utilización, sino que crece en todos los países plurilingües. No obstante, los gobiernos suelen mantener políticas de apoyo a las lenguas minoritarias con el objetivo de evitar que se extingan, más que para potenciar su fuerza o su capacidad de desplazar al español».

Y agregó: «Como escribió Miguel León Portilla en el hermoso discurso que publicamos en esta Crónica “Cuando muere una lengua / para siempre se cierran / a todos los pueblos del mundo / una ventana, una puerta, / un asomarse / de modo distinto / a cuanto es ser y vida en la tierra”. Las políticas más audaces de protección de las lenguas originarias amerindias aspiran al bilingüismo de los nativos, en ningún caso al desplazamiento de la lengua general de comunicación, el español, que no corre ningún riesgo de estancamiento ni de merma» […].

«ASALE y el trabajo panhispánico» 

«Los primeros setenta años de la ASALE son una ocasión de gozo para la cultura, una celebración emocionante de la fortaleza de la lengua española», Santiago Muñoz Machado. 

En esta parte de su presentación el autor consignó que «Ese despliegue tan llamativo en el Diccionario de la lengua española de vocablos y acepciones fruto del mestizaje de nuestra lengua con las hablas amerindias es, además de hermoso, el resultado final de un largo proceso que arranca de los primeros años del siglo XVII, cuando se preparaba en la Real Academia Española el Diccionario de autoridades. El trabajo había empezado en 1713 y los seis copiosos tomos que integran la obra fueron publicados entre 1726 y 1739».

Explicó que «Uno de los primeros problemas que se plantearon los padres fundadores fue el de decidir si compilarían en el Diccionario solo las voces cultas del castellano, es decir, las usadas por los escritores y profesionales con cultura, como había hecho en Francia la Académie recogiendo en su Diccionario las palabras de uso cortesano y literario en los círculos intelectuales parisinos, o extendería el trabajo al lenguaje del pueblo llano y a las particularidades de las provincias de la monarquía»: «Se inclinó por esto último y el primer Diccionario, por un lado, incluyó vocablos de jeringonza o germanía y, por otro, desestimó el centralismo madrileño aceptando palabras provinciales. El prólogo de la obra explicó esta última circunstancia del siguiente modo: la Academia fue fundada con el fin principal de “hacer un diccionario copioso y exacto, en que se viesse la grandeza y poder de la Lengua, la hermosura y la fecundidad de sus voces, y que ninguna otra la excede en elegancia, phrases y pureza”. No incluiría voces técnicas, de las que solo se incorporarían algunas “con la proporción correspondiente”, y de las “artes liberales y mechánicas” se haría más adelante un diccionario separado. El apartado 9 del prólogo sigue diciendo —explicó Muñoz Machado—: “En el cuerpo de esta obra, y en el lugar que le corresponde, se ponen, varias voces peculiares y propias, que se usan frecuentemente en algunas provincias y reinos de España, como en Aragón, Andalucía, Asturias, Murcia, etc., aunque no son comunes en Castilla; …”» […]. Más adelante expuso (p. 9):

  • «La colaboración de las Academias para la preparación del Diccionario de la lengua española, comenzada a principios del siglo XX, ha alcanzado en la actualidad la fuerza de un método de trabajo que damos por completo consolidado».

«El Diccionario se revisa considerando las iniciativas que provienen de cualquier lugar, pero las Academias no solo contribuyen con sus propuestas, sino que trabajan en estrecha colaboración sobre cualquier modificación que se quiera introducir, para ofrecer sus puntos de vista y enriquecer los proyectos sobre los que se trabaja para preparar la siguiente edición». Consignó también (p. 11) que la «ASALE ha facilitado el trabajo de las Academias de forma extraordinaria a lo largo de sus setenta años de vida, multiplicando las relaciones entre ellas y fomentando y dando soporte a una cooperación fluida y continua […] La enormidad del esfuerzo de las Academias y su Asociación en la actualidad está descrita con detalle en las diferentes secciones de este libro».

  • «El panhispanismo, la concepción de la lengua española como un patrimonio común de los pueblos que hablan español, y el trabajo coral de las Academias para su defensa y el cuidado de su unidad, es una realidad viva y muy activa en la actualidad», afirmó el autor.

Agregó que «Ningún otro idioma que cuente con amplia implantación en el mundo tiene a su servicio unos instrumentos de tan excepcional valor: una Academia en cada Estado, con un estatuto propio de autonomía e independencia orgánica y funcional, y una federación internacional de las Academias, denominada Asociación de Academias de la Lengua Española, con sus propios órganos de gobierno, que se ocupa de organizar el trabajo común. No hay estructuras semejantes para la defensa de otras lenguas». Apuntó que «Tampoco los gobiernos disponen, usando su propio aparato institucional, de una fuerza de acción por el idioma y de cooperación internacional con tanta capacidad de actuación». «Los primeros setenta años de la ASALE son una ocasión de gozo para la cultura, una celebración emocionante de la fortaleza de la lengua española», expresó.

Capítulo I: «Unidad y diversidad» 

En este primer capítulo, el autor incluyó varios discursos académicos expuestos por sus autores en los Congresos Internacionales de la Lengua Española. He aquí que comparto, íntegra, una porción del primero de ellos, al cual se refirió en su presentación como un «hermoso discurso» (p. 4): «El español y el destino de las lenguas amerindias» [II CILE 2001], por Miguel León-Portilla, de la Academia Mexicana de la Lengua (pp. 16-24):

«Nos reunimos ahora en Valladolid de España, a poco más de cuatro años del Primer Congreso Internacional que, sobre la lengua española, se celebró en Zacatecas, México. Echar una mirada al programa de este segundo congreso nos permite apreciar los criterios con que ha sido concebido; en pocas palabras, con gran sentido de modernidad. Sus tres primeras secciones abarcan temas que van desde la publicidad a la música, la radio, el cine, la televisión, el Internet y la prensa en español.

«En su cuarta y última parte la atención se concentra en otro tema de enorme trascendencia: unidad y diversidad del español. Asuntos de particular interés en esa sección son el español en contacto con otras lenguas, el español de América, la norma hispánica, el español en los Estados Unidos, así como la relación de nuestra lengua con su cercano pariente, el portugués.

«Quiero compartir con ustedes una preocupación vinculada de varias formas con la anterior temática, la que concierne a la unidad y diversidad del español. Comenzaré notando un hecho que mucho atañe a esta lengua que cerca de 400 millones de mujeres y hombres tenemos como materna.

«Bien sabido es que el español, lo llamaré ahora el romance castellano, se fue formando a partir sobre todo del latín, haciendo suyos a la vez elementos de otras lenguas. De ello dan fe sus helenismos, hebraísmos, arabismos y germanismos para solo nombrar los más obvios. Y también se fue formando el romance castellano en medio y al lado de otras lenguas. Me refiero a su coexistencia con el eusquera o vasco, a su proximidad con el galaicoportugués, el aragonés, el catalán y aun con el occitano y el francés. De esas lenguas, varias también en proceso de formación, tomó el romance de Castilla no pocos elementos hasta hoy patentes en su léxico, y en su morfología y sintaxis.

«Como puede verse, desde su nacimiento el español hubo de dar entrada al binomio unidad y diversidad. Lo primero porque se fue estructurando como una lengua, es decir, adquiriendo unidad. Lo segundo porque no nació en un universo aséptico y vacío, sino que en diversos tiempos y lugares se enriqueció con elementos de lenguas diferentes. Así adquirió diversidad en las distintas regiones.

«He traído esto a la memoria porque quiero fijar brevemente la atención en lo que ha ocurrido y ocurre hoy al español en su situación de contacto con diversas lenguas, sobre todo con el inglés, pero también con otras que, como consecuencia del encuentro entre dos mundos, le salieron al paso. Obviamente, me estoy refiriendo a las lenguas indígenas del Nuevo Mundo, las que se hablaban al tiempo del encuentro original, las no pocas que han muerto y las que hasta hoy siguen vivas.

«En tanto que hay quienes temen la influencia del inglés, la mayoría contempla con desdén los idiomas indígenas, designándolos frecuentemente como meros dialectos. No discurriré aquí sobre lo que puede significar la conveniencia del español con el inglés, ya que de ello se tratará en la cuarta sección de este congreso. Diré solo que no debemos temer que nuestra lengua, saludable y en creciente expansión, esté en peligro ante el inglés y que, con buen acuerdo, incremente su léxico con anglicismos siempre y cuando ello sea necesario.

«Volvamos ahora la mirada a la conveniencia del español con los centenares de lenguas amerindias. El tema es de enorme interés, puesto que ningún otro idioma, de modo tan intenso, comenzó a convivir con una babel lingüística de tal magnitud desde fines del siglo XV y en las centurias siguientes hasta hoy» […]. Puede leerse el discurso completo, además de este libro en físico, en el siguiente enlace en donde está publicada esta parte de la obra:   https://planetadelibroscom.cdnstatics2.com/libros_contenido_extra/49/48335_CronicaDeLaLengua2021.pdf

SELLO ESPASA COLECCIÓN FORMATO CARTONÉ SERVICIO CARACTERÍSTICAS 2021 IMPRESIÓN CMYK PLASTIFICADO MATE

Situación actual del español en Panamá 265 ACADEMIA PANAMEÑA DE LA LENGUA Aristides Royo Sánchez, Estatus político oficial del español en Panamá 266 Juan David Morgan y Rafael Candanedo, Impacto de las realidades sociales en el uso de la lengua 267 Jorge Eduardo Ritter y Modesto A. Tuñón F., Utilización del español por parte de los medios de comunicación y empleo de la lengua en …

planetadelibroscom.cdnstatics2.com

Ahora compartiré el poema (que por motivo de transcripción coloqué en cursivas y centralizando los versos, con todo respeto) que el autor colocó al final de su discurso maravilloso: de don Miguel León-Portilla, «Cuando muere una lengua» (pp. 22-23):

 

Cuando muere una lengua 

Las cosas divinas, 

Estrellas, sol y luna; 

Las cosas humanas, 

Pensar y sentir,  

No se reflejan ya 

En ese espejo. 

 

Cuando muere una lengua 

Todo lo que hay en el mundo 

Mares y ríos, 

Animales y plantas, 

Ni se piensan, ni pronuncian 

Con atisbos y sonidos 

Que no existen ya. 

 

Cuando muere una lengua 

Para siempre se cierran 

A todos los pueblos del mundo 

Una ventana, una puerta, 

Un asomarse 

De modo distinto 

A cuanto es ser y vida en la tierra. 

 

Cuando muere una lengua, 

Sus palabras de amor, 

Entonación de dolor y querencia, 

Tal vez viejos cantos, 

Relatos, discursos, plegarias, 

Nadie, cual fueron, 

Alcanzará a repetir. 

 

Cuando muere una lengua, 

Ya muchas han muerto 

Y muchas pueden morir. 

Espejos para siempre quebrados, 

Sombra de voces 

Para siempre acalladas: 

La humanidad se empobrece. 

 

Los demás «discursos académicos» que están consignados en esta obra (pronunciados por sus autores en diversos Congresos Internacionales de la Lengua Española) son los siguientes: El español y las lenguas indígenas en el Paraguay [III CILE 2004], por Bartomeu Meliá, de la Academia Paraguaya de la Lengua Española. El contacto inicial quechua-castellano: la conquista del Perú con dos palabras [IV CILE 2010], por Rodolfo Cerrón Palomino, de la Academia Peruana de la Lengua. Contra el cliché [VII CILE 2016], por Luis Rafael Sánchez, de Academia Puertorriqueña de la Lengua Española.

Capítulo II: «Estado de la lengua española en el espacio de la ASALE» 

El segundo capítulo de esta obra consigna: «El castellano y las demás lenguas de España en la Constitución española de 1978», por Santiago Muñoz Machado, Real Academia Española. También está consignado «Una mirada a la diversidad lingüística y al español de Venezuela en la actualidad», por Horacio Biord Castillo, de la Academia Venezolana de la Lengua. Igualmente está, dentro de «Situación actual del español en Panamá» (Academia Panameña de la Lengua): Aristides Royo Sánchez, Estatus político oficial del español en Panamá; y Juan David Morgan y Rafael Candanedo, Impacto de las realidades sociales en el uso de la lengua. También consigna: «El español de cuba hoy» (Academia Cubana de la Lengua). De igual manera, está «Estado de la lengua española en la República Dominicana. Aspectos sociales, lingüísticos y culturales», por María José Rincón González (Academia Dominicana de la Lengua). Entre otros.

Capítulo III: «La Asociación de Academias de la Lengua Española  y las obras panhispánicas»  

Este capítulo cuenta con una Introducción, en la cual doña Alicia María Zorrilla (Academia Argentina de Letras), expuso 70.º aniversario de la Asociación de Academias de la Lengua. Española (1951-2021). Simbología de un lema. Otra disertación que guarda este libro es sobre Las primeras publicaciones de la Asociación de Academias de la Lengua Española, por don Francisco Javier Pérez (secretario general de la ASALE). Dentro de los Proyectos lingüísticos presentados en esta obra están: Diccionario de la lengua española, Paz Battaner, Real Academia Española; Diccionario histórico de la lengua española, Santiago Muñoz Machado, Real Academia Española; Diccionario panhispánico del español jurídico, Santiago Muñoz Machado, Real Academia Española; Diccionario fraseológico panhispánico, Alfredo Matus Oliver (Academia Chilena de la Lengua) y Francisco Javier Pérez (Asociación de Academias de la Lengua Española); Lengua Española e Inteligencia Artificial (LEIA), Santiago Muñoz Machado, Real Academia Española. Igualmente, se presentan los Proyectos literarios, dentro de los cuales está la Colección de ediciones conmemorativasLos ríos profundos, de José María Arguedas, por Marco Martos Carrera (Academia Peruana de la Lengua); y Octavio Paz, Antología, por Adolfo Castañón (Academia Mexicana de la Lengua). Está también la Colección Clásicos ASALE, por Francisco Javier Pérez (Asociación de Academias de la Lengua Española); y Nueva edición de las obras completas de Andrés Bello, por Iván Jaksic (Academia Chilena de la Lengua). En cuanto a la Divulgación está la Colección Divulgativa: Soledad Puértolas (Real Academia Española), Nunca lo hubiera dicho. Y entre los Proyectos en debate están: Diccionario panhispánico de gastronomía, por Marco Martos Carrera (Academia Peruana de la Lengua); Proyecto del Diccionario panhispánico de escritores, por Pablo Adrián Cavallero (Academia Argentina de Letras); y Hacia una antología panhispánica de poesía contemporánea (Academia Costarricense de la Lengua).   

  • La siguiente es una breve porción del texto de doña Alicia María Zorrilla (Academia Argentina de Letras): 70.º aniversario de la Asociación de Academias de la Lengua. Española (1951-2021). Simbología de un lema (p. 474):

«La unión fraterna de las veintitrés Academias de la Lengua Española en la Asociación de Academias de la Lengua Española confirma que se ha constituido una gran familia con verdaderos objetivos comunes, y que su desempeño no solo se funda en el entrañable cuidado de la lengua, sino también en la vocación de servicio, pues, desde la palabra, también pueden ayudar a reconstruir el mundo y a seguir construyéndolo. Este es un compromiso de vida desde el punto de vista moral e intelectual. Además, el momento histórico en que vivimos así lo exige.

«Setenta años de trabajo fecundo demuestran que la ASALE ha comprendido que la misión de las academias consiste, pues, en armonizar pensamientos, promover el saber y la investigación, analizar palabras y hechos. La voluntad y la perseverancia las acompañan siempre para crear lazos sólidos en la sociedad en busca del bien común, ya que la grandeza de las corporaciones reside en que su trabajo tenga sentido para la vida, una vida en que los valores sean prioritarios y corroboren cada uno de sus actos.

«El trabajo ininterrumpido de la ASALE a favor del policentrismo lingüístico propició el papel protagónico del español americano, cada vez más abierto a nuevos desafíos, respetuoso de las normas peninsulares y, a la vez, libre de la sujeción estricta a estas. Uno de sus grandes logros fue reconocer que cada comunidad posee sus normas, que responden al entorno sociocultural. Hay, pues, una norma culta argentina, boliviana, chilena, colombiana, costarricense, cubana, dominicana, ecuatoguineana, ecuatoriana, filipina, guatemalteca, hondureña, mexicana, nicaragüense, norteamericana, panameña, paraguaya, peninsular, peruana, puertorriqueña, salvadoreña, uruguaya y venezolana. Y, dentro de una misma comunidad lingüística, otras normas (lenguaje familiar, literario, popular, rural, vulgar) se refieren al vocabulario, las formas gramaticales o la pronunciación. Uso y tradición lingüísticos son los pilares que sostienen lo que se denomina correcto, canónico o conforme a las reglas. Así lo entendió la ASALE, para cuya política lingüística la diversidad constituye un valor indiscutible».

  • He aquí, además, una porción del texto de don Francisco Javier Pérez (Secretario general de la ASALE): Las primeras publicaciones de la Asociación de Academias de la Lengua Española (p. 476):    

«Motivo. Cuando se busca comprender el momento fundacional de una institución de cultura, los primeros acuerdos, las primeras decisiones y las primeras acciones revisten una importancia capital. En cierta medida, ellas van a marcar los derroteros que esa institución recorrerá y el rumbo firme en la marcha que recién comienza. Como en la vida de cualquier organismo, esas primeras resoluciones tendrán una significación muy determinante en su trayectoria futura. Lo alcanzado con buena fortuna en el diseño de la naciente institución tendrá una incidencia muy alta en su devenir y será la clave para la promoción de sus mejores logros. Asimismo, aquello que nazca sin la robustez necesaria entorpecerá la buena marcha de muchos de los proyectos que la institución emprenda.

«Teniendo en cuenta estos principios, el motivo de este texto será reconstruir y establecer la nómina de esas primeras publicaciones, entendidas como actos fundacionales, que determinaron el destino de la Asociación de las Academias de la Lengua Española (ASALE) durante el tiempo de su funcionamiento inicial. Con la idea de hacer más claro el recuento, quedarán organizadas independientemente un conjunto de notas que permitirán arribar a una conclusión, esa que ofrezca algunas líneas de comprensión sobre lo que estas primeras acciones editoriales significaron.

   «En cuenta de lo señalado, nuestra investigación se centrará en los impresos iniciales no administrativos llevados a cabo por la Asociación; monumentos hoy que son emblemas de los intereses de aquellas academias y de aquellos académicos que soñaron con una corporación de corporaciones para el fomento y divulgación de nuestra lengua en todo el orbe hispánico».

  • Sobre Lengua Española e Inteligencia Artificial (LEIA), consigna don Santiago Muñoz Machado (p. 592):

«Cada día los hispanohablantes tienen más máquinas inteligentes a su alcance: desde teléfonos móviles a asistentes de voz, pasando por televisiones con programación a medida, tabletas, ordenadores, auriculares o pulseras que son pequeños superprocesadores. La utilización de la tecnología más puntera es una constante en una jornada ordinaria. Una realidad digital que rebasa en número a las personas que hablan español en el mundo actualmente (más de 600 millones) […] El objetivo estratégico de LEIA, trabajar para enseñar un español correcto a las máquinas, no se tambalea, la Academia mantiene viva su tarea de detener la propagación de errores en la tecnología, consciente de los perjuicios para la unidad del español que la interactuación de estos dispositivos parlantes y los humanos puede traer consigo si esta no se produce de la manera adecuada. A esta misión, de marcado carácter panhispánico, se suma la disposición de un creciente número de compañías interesadas en que la RAE acredite que sus aparatos digitales utilizan un cuidado y correcto español, lo que demuestra su preocupación y compromiso con la principal misión de LEIA […]».   

Capítulo IV: «Ensayos lingüísticos»  

El excelso autor de esta obra incluyó también diversos «ensayos lingüísticos», algunos de los cuales nombro a continuación: «Enfoque psicosocial del apodo en la Argentina, presentado por Norma Carricaburo, de la Academia Argentina de Letras; «Morfología del pronombre. Acecho a una palabra esquiva», por Juan Carlos Dido, de la Academia Norteamericana de la Lengua Española; «Vocabulario médico en Cuba a propósito de la COVID-19», por Marlen Domínguez Hernández, de la Academia Cubana de la Lengua;  «Rasgos del argot actual de los jóvenes y adolescentes españoles», por Emilio Gavilanes Franco y Elena Cianca Aguilar, del Departamento de «Español Jurídico», de la Real Academia Española; «Las palabras de la Constitución», por Iván Jaksic y Paula Peña, de la Academia Chilena de la Lengua; «Paradojas del lenguaje juvenil», por Santiago Kovadloff, de la Academia Argentina de Letras; y «El diccionario del alma dominicana», por José Rafael Lantigua, de la Academia Dominicana de la Lengua.

  • Leamos un poco sobre la «Morfología del pronombre. Acecho a una palabra esquiva», por Juan Carlos Dido, de la Academia Norteamericana de la Lengua Española:

«Algunas confusiones. En los diversos enfoques gramaticales y en la enseñanza escolar, se perciben varias confusiones en el tratamiento del pronombre. Históricamente ha predominado en su definición el aspecto semántico. Aun las consideraciones más recientes, que se apoyan en el fenómeno de la deixis, se mantienen dentro del área del significado. Esto no es erróneo, siempre que aporte precisiones, sea coherente y no deje ninguna clase de pronombre fuera de la definición.

«¿Reemplaza o no reemplaza al nombre? La definición con presencia más sólida afirma que “reemplaza al nombre”. En esta identificación pesa su propia denominación: pro-nombre, que está en lugar del nombre. Por nombre se entiende, en estas visiones, el sustantivo y el adjetivo, aunque modernamente estas denominaciones han marginado a la segunda y nombre se identifica solo con sustantivo. Lo cierto es que no existe tal reemplazo. Redacte alguien un párrafo en el que aparezcan pronombres personales y relativos, y luego trate de reescribirlo supliendo los pronombres con los nombres que presuntamente ellos reemplazan. Es imposible. Ello se debe a que las funciones esenciales del pronombre se relacionan con la construcción sintáctica, la cohesión y la estructura general del texto.

«Los demostrativos, ¿a veces son pronombres y a veces adjetivos? Es bastante frecuente observar en las explicaciones escolares que se diferencia entre adjetivos demostrativos y pronombres demostrativos, según esté presente el sustantivo o falte. Así, en la oración Esta casa permanece desocupada, la palabra esta es adjetivo. En cambio, en Esta permanece abandonada, es pronombre. Algo similar ocurre con los posesivos. En La idea suya es original, la palabra suya suele tomarse como adjetivo. En La suya es original, se la considera pronombre. Esta concepción viene de lejos y se apoya en el concepto de “pronombre adjetivo”, presente en algunas gramáticas tradicionales, como indica el Diccionario de la Real Academia Española en su vigésima segunda edición (2001). También figura en el Esbozo de una nueva gramática de la lengua española de la Real Academia, publicado en 1973, aplicado a los pronombres en función adjetiva.

«En realidad, según lo fundamentaremos más adelante, los demostrativos y los posesivos son siempre pronombres que funcionan como adjetivos o sustantivos, según los casos» […].

Capítulo V: «Estudios y crónicas» 

El doctor Santiago Muñoz Machado consignó en su obra, además, las siguientes ponencias: «La filosofía de Montalvo», por Roberto D. Agramonte, de la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras; «Figuras y ejes discursivos de la poesía femenina hispana de los Estados Unidos», por Luis Alberto Ambroggio, de la Academia Norteamericana de la Lengua Española; «El género policial, una literatura esencial de nuestra historia», por Jorge Fernández Díaz, de la Academia Argentina de Letras; «La industria bananera, mestizaje y lengua. Distrito de Coyoles, Olanchito, Honduras», por Juan Ramón Martínez, de la Academia Hondureña de la Lengua; y «¿Qué queda de España en Filipinas?», por Antonio M. Molina, de la Academia Filipina de la Lengua Española.

  • A continuación, me detengo por un momento en el discurso «La industria bananera, mestizaje y lengua. Distrito de Coyoles, Olanchito, Honduras», por Juan Ramón Martínez, de la Academia Hondureña de la Lengua (pp. 850-851):

Del «Resumen», que el autor presenta al inicio de su estudio, transcribo la siguiente porción: «La costa norte de Honduras fue abierta a la producción por el cultivo del banano y su exportación a los mercados mundiales a finales del siglo XIX. Durante las primeras décadas del siglo XX Honduras ocupó el primer lugar como productor y exportador de banano. Olanchito, la posteriormente llamada Ciudad Cívica, está ubicada en el centro del Valle del Aguán, uno de los tres ríos más caudalosos del país. Es, igualmente, el centro de un espacio de tierras secas en verano, húmedas en el invierno y con unas horas de sol ardiente, ideales para el cultivo del banano. Una vez retirada de Trujillo la compañía bananera estadounidense Trujillo Raild Road, la Vacaro Brothers Co. inicia la construcción de una vía férrea para establecer el cultivo del banano en el distrito de Olanchito que ellos bautizaron como Coyoles Central. En 1936, el ferrocarril está muy cerca de Olanchito y los trabajadores especializados traban contacto con la población olanchitense, iniciándose así el primer encuentro que cambiará la vida de la región, fortaleciendo el mestizaje iniciado allí, por la mezcla de los negros cimarrones de Olancho y Sonaguera con los indios xicaques, dando, así, inicio además, a un proceso de cambio en el modelo de producción, en las relaciones entre la población que se verá singularmente aumentada por la inmigración y por las necesidades de comunicación, estimulando, de esta manera, el mestizaje del castellano con expresiones del inglés. El estudio que sigue a continuación se centra en el mestizaje de dos lenguas principales: inglés y español, así como el uso marginal de nuevas palabras que introduce la industria bananera en la región para nombrar sus operaciones y objetos particulares. Y la reacción de los hablantes españoles que, usan viejas palabras o de poco uso, para rivalizar con la fuerza dominante del inglés. La finalidad es explorar la dinámica del intercambio de vocabulario, los mecanismos que emplea la población para enriquecer la lengua e incluso, revivir expresiones antiguas para nombrar las nuevas cosas. La tesis que se maneja: la lengua es un instrumento, que surge de las necesidades comunicacionales, arrastrando consigo las peculiaridades y los rangos emocionales de los hablantes. Sin excluir los efectos desiguales que produjo la agricultura modernizante bananera que continúa operando en la zona y que incluso ha ampliado el área sembrada de banano, en tanto que la industria ganadera luce estancada, sin voluntad de modernización, extremo comprobado por el hecho que tres proyectos, apoyados desde el exterior para producir quesos para exportación, han fracasado en manos de los dirigentes ganaderos que, aparentemente, parecen atrapados en el pasado. Pero en lo cultural, el encuentro de las dos lenguas ha fortalecido, más que debilitado, al español, que luce más fuerte y retador que nunca antes».

El capítulo VI consigna las «Actividades y servicios académicos» de cada una de las academias, actividades que realizaron en el año 2021, y pueden leerse entre las páginas 931 y 1159. El capítulo VII contiene títulos de «Libros y revistas editados por las academias» (p. 1160) con una breve descripción de los mismos. Entre ellos están: Pedro Henríquez Ureña, Seis ensayos en busca de nuestra expresión. Piezas escogidas. Edición de Bruno Rosario Candelier (Colección Clásicos ASALE. Madrid: ASALE 2020); Rodolfo Lenz, ¿Para qué estudiamos gramática? Edición de Victoria Espinosa Santos (Colección Clásicos ASALE. Madrid: ASALE 2020); José Martí, Martí en su universo: Una antología. Madrid: Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, 2021 (Colección: Ediciones Conmemorativas de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española). También está, de Pedro Calderón de la Barca: El médico de su honra. Edición, estudio y notas de Fausta Antonucci; y El alcalde de Zalamea. Edición, estudio y notas de Juan Manuel Escudero (Madrid: Real Academia Española-Espasa, Colección Biblioteca Clásica de la Real Academia Española, 2021).

  • Consignó el académico don Francisco Javier Pérez, secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua Española, que «La Colección Clásicos ASALE tiene por finalidad la edición de estudios y ensayos fundamentales para el conocimiento de la lengua española desde la pluralidad de las escuelas lingüísticas y de los estilos literarios. Busca darle una nueva oportunidad a textos que en su tiempo fueron considerados capitales por sus aportes renovadores y que hoy entendemos como indispensables para entender el curso de los procesos en los que tuvieron cabida» (p. 603).

Como podemos ver, tenía razón el autor de esta obra cuando expresó que «Este año 2021 la Crónica, como denota su porte, ha tenido muchas cosas que contar» (p. 2). El capítulo VIII presenta y describe las «Palabras del año en el universo hispanohablante», que como dice al autor «La lista que aquí se ofrece está confeccionada a partir de las cinco palabras propuestas por cada Academia de la Lengua como las más significativas del año en sus países respectivos» (p. 1202).

 

Al cierre de esta reseña 

Al término de mi reseña, comparto tres notas más de las cuales hace mención el autor. Primero, la «Ilustración de cubierta»: consignó que es un «autógrafo de Elio Antonio de Nebrija. Real Academia Española». Segundo: destacó que «El papel utilizado para la impresión de este libro está calificado como papel ecológico y procede de bosques gestionados de manera sostenible» (del cual destaco su olor, sinónimo de infancia-escritura). Tercero: los «Agradecimientos» y el «Reconocimiento especial», que, sensiblemente hace el autor a todas las Academias e instituciones, personalidades que hicieron posible la elaboración de esta obra. Finalmente, con las siguientes notas, que inicio a manera de anécdota, termino mi reporte, agradeciendo al doctor Rosario Candelier la nueva oportunidad de reseñar este segundo capítulo de las Crónicas de la lengua española (Crónica de la lengua española 2021). Y digo capítulo porque así la he sentido: una serie de filmes, cuyos protagonistas permanecen eternamente en los diferentes ámbitos de la sacra existencia de todas las lenguas del mundo, representadas todas en la fragancia sacra de la lengua española: Tras leer parte de esta obra (por indicación de don Bruno Rosario Candelier para realizar esta reseña) afloró a mi mente el asombro de la señora Alejandra Brunet («de la empresa D’Angelo & Asociados, en República Dominicana») en la entrevista que realizara al doctor Bruno Rosario Candelier, en noviembre del pasado año 2021, sobre la «Presencia de la Academia Dominicana de la Lengua en la Sociedad». Este recuerdo trajo a mí la motivación de consignar algunos datos más en el detallado reporte: son los correspondientes a las Academias del asombro de la espontánea entrevistadora. He aquí el breve diálogo motivador de mis anexos (https://academia.org.do/2022/02/05/presencia-de-la-academia-dominicana-en-la-sociedad/):

BRC: …Ese Boletín no solo circula en el país; yo lo envío a todas las Academias del mundo hispánico, que son muchas: en Hispanoamérica y a la Academia Norteamericana de la Lengua Española en New York; en España a la RAE y varios académicos de la Real Academia; a la Academia de Filipinas en Asia, a la Academia Ecuatoguineana de Guinea Ecuatorial, en África; a la Academia del español antiguo en Israel; y a muchos escritores extranjeros con los cuales mantenemos contacto.

AB: ¿En África hay una Academia?

BRC: Sí, en Guinea Ecuatorial, un país que estuvo gobernado por españoles hasta mediados del siglo pasado, y allí hablan español.

AB: ¿Y me dijo también el Filipinas?

BRC: Sí, Filipinas tiene también una Academia de la Lengua Española. En Filipinas hay una porción de sus hablantes que habla español…

AB: Nunca se me hubiera imaginado ni en África ni en Filipinas.

Leamos, pues, un poco de «La razón de ser del idioma español en Filipinas» (del acápite «Estadísticas: la destrucción del idioma español en Filipinas), por Guillermo Gómez Rivera, Academia Filipina de la Lengua Española: «Esa razón de ser es mucho mayor de la que el idioma ingles pueda tener, ya que los hablantes de Filipinas se convirtieron en plenos ciudadanos españoles, mientras que jamás fueron aceptados por los neocolonialistas americanos como ciudadanos de los Estados Unidos de América durante su régimen.

«Está, además, la verdad sobre la razón de ser del idioma español en Filipinas. Esa razón de ser arranca de un hecho histórico, citado renuentemente por el historiador americano John Leddy Phelan en su libro The Hispanization of the Philippines, publicado en Wisconsin en 1967. En medio de su visceral hispanofobia, Mr. Phelan no pudo ocultar del todo el hecho cierto de la ciudadanía española de los habitantes de estas islas cuando sus mismos reyes aceptaron libremente al rey de España como un natural sovereign (Phelan, 23-25) a cambio de los servicios que la Corona española les iba a dar y que, de hecho, les dio, tales como la fundación y la organización del Estado filipino desde los tiempos del adelantado Miguel López de Legazpi, quien, para empezar, fundó Manila como la capital y asiento del Gobierno del Estado filipino. Al aceptar al rey de España como su natural soberano, los habitantes originarios de estas islas se convirtieron en sujetos españoles, es decir, “ciudadanos españoles”. Y, al hacerse ciudadanos de España (especialmente entre 1810 y 1830 con la Constitución democrática de Cádiz), tenían de hecho la necesidad de aprender el idioma español, idioma de sus leyes, y de utilizarlo como el idioma oficial de su Estado filipino, cuyo nombre es Filipinas.

«Esa, en breve, es la razón de ser del idioma español en Filipinas, puesto que, tras casi cuatro siglos, los tagalos, los visayas, los ilocanos, los chinos, etc., se desarrollaron y se convirtieron en filipinos por, precisamente, hablar en español, hasta que la ya existente nacionalidad filipina pensó en su independencia política con la fundación de la primera República de Filipinas en 1898. Y la razón de ser del idioma español en estas islas no pudo negarse ni por la república revolucionaria, porque tuvo que reconocer a este mismo idioma como su lengua oficial.

«Cuando los Estados Unidos se anexionaron las islas Filipinas en 1900, tras destruir en una guerra injusta a la mencionada primera república de Asia, impusieron el idioma inglés sobre los habitantes de estas islas mediante un sistema de educación pagado por los propios habitantes, sin hacerlos, a estos, ciudadanos de Estados Unidos» (p. 236).             

Y leamos también el «Estado de la lengua española en Guinea Ecuatorial», por Práxedes Rabat Makambo, Academia Ecuatoguineana de la Lengua Española: «Guinea Ecuatorial formó parte de la comunidad hispánica de naciones tras la firma del Tratado de San Idelfonso (octubre de 1777), ratificado al año siguiente con la firma del Tratado del Pardo (marzo de 1778), mediante el cual Portugal cedía a España las islas de Annobón, Fernando Poo y los territorios adyacentes en el golfo de Guinea (cabo López, Gabón, Camerún y delta del Niger [Nigeria] a cambio de las islas Santa Catalina y la colonia de Sacramento, situada en el margen septentrional del Río de la Plata, entre Brasil y el margen izquierdo de Uruguay¹. Pero la falta de presencia efectiva de España en estas tierras africanas hasta mediados del siglo XIX fue notoria hasta marzo de 1843, en que con la llegada del capitán de fragata Juan José de Lerena se pudo tomar posesión de estas tierras en nombre de su majestad la reina doña Isabel II de España, rebautizando la ciudad de Clarence, fundada en 1827 por los ingleses, como Santa Isabel, capital entonces de la Guinea española» (p. 448) […].

«Confirmada la soberanía de España sus posesiones del golfo de Guinea, tras perder sus tierras de Gabón (1849), Nigeria (1884) y Camerón (1885), y gracias a la presencia y acciones del explorador Manuel Iradier desde 1874 en los afluentes del Muni⁵ y a la presencia de los misioneros claretianos españoles en la Guinea española a partir de 1883, en el año 1884, el Ministerio Español de Ultramar confía la responsabilidad de la totalidad de la enseñanza primaria a los misioneros claretianos y, en 1886, se crea la primera escuela de artes y oficios de Banapá (Malabo) y las escuelas primarias de Corisco y Elobey Chico.

«El español guineano. Desde los trabajos de Echegaray, varios son los autores que afirman que existe una forma guineana de utilizar el español; pero lo que sí es cierto es que nunca ha existido un dialecto acriollado porque los nativos jamás han empleado el español como lengua nativa²⁴. Sin embargo, el lingüista Lipski afirma que existen una serie de rasgos lingüísticos que solo se dan en su conjunto en el español de Guinea Ecuatorial y se producen entre la mayoría de los guineanos; por lo que confirma que sí existe una variedad guineana del español, con sus respectivos parámetros de variación, y que merece ser incluida como tal en los tratados de dialectología hispánica (2007: 79-93)²⁵»  (p. 456) […]».

Miremos, entonces, y finalmente, la siguiente porción de uno de los informes que presentó la Academia Dominicana de la Lengua, consignado en esta magna obra de Muñoz Machado: «Perfil y razón de ser de la Academia Dominicana de la Lengua», por Bruno Rosario Candelier:

   «¿Cómo y cuándo se fundó la Academia Dominicana de la Lengua? A mediados del año de gracia de 1927, la Real Academia Española (RAE) contactó a su excelencia Adolfo Alejandro Nouel, entonces arzobispo de Santo Domingo, para que este ilustre dignatario de la iglesia católica convocara a prestantes figuras de la intelectualidad dominicana con el objeto de fundar una institución similar a la RAE, que sería la Academia Dominicana de la Lengua (ADL). Organizada gracias a la iniciativa del arzobispo Nouel, quien convocó para tal fin a notables intelectuales y personalidades del país en la tercera década del siglo XX, la ADL quedó fundada en el Palacio Arzobispal de la capital dominicana el 12 de octubre de 1927. Los miembros fundadores de la ADL, encabezados por el arzobispo de Santo Domingo, fueron los siguientes: Mons. Adolfo A. Nouel, presidente; Lic. Alejandro Woss y Gil, vicepresidente; Lic. Federico Llaverías, secretario; Lic Cayetano Armando Rodríguez; Lic. Manuel A. Patín Maceo; Lic. Manuel de Jesús Troncoso de la Concha; Dr. Alcides García Lluberes; Lic. Félix M. Nolasco; Dr. Bienvenido García Gautier; Lic. Arístides García Mella; Lic. Andrés Julio Montolío, y Lic. Rafael Justino Castillo. Cuando la ADL fue reconocida el 31 de diciembre de 1931 como academia correspondiente de la Real Academia Española, su matrícula fue elevada a 18 miembros de número, sumándose a los ya citados los siguientes: Lic. Manuel de Jesús Camarena Perdomo, presbítero; Dr. Rafael Conrado Castellanos; Lic. Juan T. Mejía; Dr. Max Henríquez Ureña; Lic. Enrique Henríquez; Dr. Arturo Logroño, y Lic. Ramón Emilio Jiménez. Sus miembros de número han de ser dominicanos cultos, disciplinados y honestos y, desde, luego, amantes de las letras y cultores de la palabra. En virtud de su vinculación con la RAE, la ADL forma parte de la ASALE, entidad que obtuvo su autonomía mediante un tratado de los países miembros efectuado en la capital de Colombia, Santa Fe de Bogotá, el 28 de julio de 1960, según resolución n.⁰ 274, del 19 de marzo de 1968, publicada en la Gaceta Oficial n.⁰ 9074, del 28 de marzo de 1968 […].

«¿En qué se distingue un dominicanismo en el conjunto de voces de nuestro léxico? Un vocablo se considera dominicanismo si cumple las siguientes condiciones: a) palabra con una composición léxica original del español dominicano; b) palabra de la lengua española con una acepción o significación exclusiva del lenguaje dominicano. En el primer caso, cuando se trata de una palabra propia del léxico dominicano, es decir, con una nueva estructura léxica y, por tanto, inexistente en el repertorio de la lengua, constituye lo que se llama un dominicanismo léxico. En el segundo caso, es decir, cuando se trata de una palabra de la lengua a la que le asignamos un nuevo significado, exclusivo entre nosotros, estamos ante un dominicanismo semántico. Palabras como Chinpariguayotutumpote son dominicanismos léxicos; y términos como aguajebochevale son dominicanismos semánticos, porque estos últimos existen en la lengua general, aunque en el español dominicano tienen una acepción o un sentido específico. Hay muchos términos y expresiones que entran en esa categoría. Hemos coleccionado y definido algunas voces que hemos propuesto a la consideración de la Real Academia Española para su incorporación al diccionario oficial de nuestra lengua (pp. 1043-1044) […].

Por otro lado, Rosario Candelier consignó, más adelante, que «La palabra teteo, seleccionada por la Academia Dominicana, empezó a difundirse a partir de una canción subida a la red en febrero de 2020, que lleva por título este neologismo nacido en la República Dominicana. Teteo da nombre a la fiesta en la calle en la que se baila y se bebe.  Al crearse la voz cuando las reuniones de ese tipo están limitadas o prohibidas, su uso va asociado, a veces, como muestra el siguiente texto, al incumplimiento del toque de queda y otras normas que tratan de evitar los contagios («Palabras del año en el universo hispanohablante», p. 1240):

2021 listindiario.com, 13-6-2021 (REPÚBLICA DOMINICANA): El «Teteo» sigue siendo un asiduo problema del toque de queda. Si algo se ha demostrado con la medida del toque de queda para frenar los contagios de coronavirus, es que no merma los ánimos de la gente para salir a hacer fiestas y agruparse hasta altas horas de la noche».

Santiago Muñoz Machado, Crónica de lengua española 2021,

 Real Academia Española / Asociación de Academias de la Lengua Española.

(Un reporte de Miguelina Medina para la Academia Dominicana de la Lengua)

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