DIÁLOGO CON BRUNO ROSARIO CANDELIER: LA LENGUA Y SU ALIENTO CREADOR
Tertulia Virtual Miercoletras con Juan Matos, Rhina Espaillat, Juan Freddy Armando, Ofelia Berrido y otros
—Juan Freddy Armando: Yo quisiera hacerle una pregunta a Bruno Rosario Candelier. Todos sabemos que el Movimiento Interiorista, desde el punto de vista literario, exalta lo trascendental, lo místico, todo el efluvio interior que mueve a un autor. El Interiorismo es una creación de Bruno Rosario Candelier. Ahora bien, las principales creaciones de ese movimiento han sido poéticas. Casi todos los interioristas son, ante todo, poetas. Entonces, me mueve a la curiosidad preguntar, siendo así, ¿por qué no conozco ningún poema de Bruno Rosario Candelier?
—BRC: Porque no los he publicado.
—Juan Freddy Armando: Aunque a un escritor le pasa, como decía Julio Cortázar, que en un texto literario si no hay poesía no hay literatura. De manera que, por ejemplo, García Márquez nunca publicó poesía, pero su narrativa está llena de poesía.
—BRC: Y él leía mucha poesía y la valoraba mucho. Claro, yo uso la palabra poesía, generalmente, con el sentido griego de esa palabra, que es «creación». Entonces, en mi obra hay creación, y si hay creación, hay poesía. ¿Cierto?
—Juan Matos: Interesantísimo.
—Rhina Espaillat: Publique su poesía.
—BRC: No estoy satisfecho, todavía, con lo que he escrito. Acuérdese que, si he creado un movimiento y hay buenos poetas en el movimiento, lo que yo publique debe ser ejemplar. Y si no estoy convencido de su ejemplaridad, mejor espero.
—Rosina Anglada: Sí, pero usted publicó un poema, «El ágape inmortal», que dedicó al poeta Andrés L. Mateo, muy hermosa, por cierto.
—BRC: Gracias, Rosina. Lo publiqué en respuesta a un poema de Andrés L. Mateo.
—Rosina Anglada: José Alberto Fernández Pereyra, se conecta, que es uruguayo.
—Juan Freddy Armando: Fernández Pereyra, un regalo de Uruguay a Rep. Dominicana.
—José Alberto Fernández Pereyra: Muchas gracias, estoy escuchando atentamente. Buenas noches para todos. Mis respetos para el maestro Bruno Rosario Candelier, que lo he seguido mucho por los programas, cuando salía por el Canal 4, lo seguía muy atentamente. Y ahí también en alguna oportunidad pude ver a mi amigo Freddy Armando.
—BRC: Hay una poeta uruguaya que admiro mucho, se llama Marta de Arévalo.
—José Alberto Fernández Pereyra: Pero, usted sabe, maestro —y perdone, no voy a discrepar con usted—, para nosotros hay una poetisa olvidada del Uruguay.
—Juan Alberto Fernández Pereyra: Admiro a Juana de Ibarbourou.
—BRC: Ah, esa es inmensa, grandiosa. Y también Delmira Agustini.
—José Alberto Fernández Pereyra: Nosotros nos tenemos que sacar el sombrero, primeramente con Rubén Lena, un maestro de escuela rural que fue el autor de «A don José». Hace poquito le hicieron un homenaje, desde el Gobierno y el ámbito del Parlamento Nacional de Uruguay. Se le hizo un homenaje por ese tema, que se convirtió en himno, porque ese tema lo escribió y lo musicalizó para los niños de su escuelita, para que cantaran de una manera fácil, o sea que les pudiera llegar a los niños y que la pudieran expresar y que la pudieran cantar. Por eso lo que usted hablaba, don Bruno, sobre la claridad de las palabras, igual que la señora Rhina, es muy importante. Y esa sencillez de la letra y esa claridad lo convirtieron en un himno nacional. Y hoy es el himno criollo más representativo de la música folclórica del nuestro país. Homenajea a nuestro prócer máximo José Gervasio Artigas. Y estoy homenajeando a un maestro de escuela, poeta, compositor.
—Rhina Espaillat: Al uruguayo quiero decirle que soy loca con Juana de Ibarbourou, la he traducido al inglés y dondequiera que leo sus obras siempre gustan mucho.
—José Alberto Fernández Pereyra: Muchas gracias, es un homenaje lindo de su parte.
Palabras de José Reyes: He escuchado con mucha atención la participación del hermano Asdrovel y también la participación de Rhina Espaillat. Y quiero martillar sobre el mismo tema, maestro Bruno Rosario Candelier, porque yo creo que debe ser una preocupación de todo el que escribe, de todo el que enseña, de todo el que habla el idioma español, preocuparse por la pureza del lenguaje. Lo que más daño está haciendo a la pureza del lenguaje es la influencia del inglés. Y, como dijo Rhina, no estamos tratando de hablar dos lenguas, estamos tratando de borrar una y hablar la otra a medias. De tal manera que, si nosotros no ponemos cuidado, nuestros nietos van a decir, por ejemplo: «Open the windows, para que las moscas hagan fly».
Usted tocó otra tecla muy sensible cuando usted dijo que el general romano Julio César escribía. ¿Y usted sabe por qué escribía? Julio César escribía porque los romanos le dieron la tarea a un escritor, llamado Virgilio, para que escribiera una obra que levantara el honor y el valor de los romanos y lo pusiera a la altura de los griegos. Y Virgilio escribió La Eneida. Y en esa obra, La Eneida, Virgilio subió a los romanos y los puso casi a la altura de los sabios griegos. Y narra la historia que, cuando Julio César se retira, siguió escribiendo. Si nosotros nos desviamos de las fuentes originales de nuestro español puro que nos enseñaron nuestros maestros… Yo tenía una maestra de lengua española, en primaria, que, cuando uno decía una palabra que no estaba correcta era un problema para nosotros. Entonces creo que si podemos influenciar a las nuevas generaciones con las cosas que hemos aprendido, es muy importante. Pero a veces los medios de comunicación masiva, como la radio y la televisión —y las mismas redes sociales—, están llenos de símbolos extraños, foráneos, que arropan prácticamente todo el deseo que tiene la gente. Y por eso es que usted está leyendo un mensaje de internet y le dicen: «KLK, qué lo que hay», y estas cosas que, dicho sea de paso, yo no sé qué es lo que hacen con las letras que les sobran. Entonces yo creo que la Academia de la Lengua, junto con las autoridades de Educación, debe hacer un plan en conjunto, para tratar de sanear el idioma español. Aunque, claro, tenemos que estar abiertos a otras culturas porque de eso se nutren los pueblos, de las culturas y de la compenetración con otros pueblos.
—BRC: Tú has tocado un tema neurálgico, al hablar del magisterio. ¿Sabes cuál es el gran problema de la educación dominicana? La falta de formación de los maestros. La carencia de vocación intelectual y estética. Ese es gran problema, la deficiencia que tienen nuestros maestros, sobre todo en lengua española. Las personas de mi generación, o digamos de hace cuarenta años, la formación en cuanto al estudio de la lengua ha ido cada año descendiendo. ¿Y sabes qué ha influido en eso? Que el Ministerio de Educación eliminó, del pensum de estudios la Gramática de la lengua castellana, de Pedro Henríquez Ureña y Amado Alonso, una obra fundamental para el conocimiento básico de la lengua española. Desde entonces comenzó a descender la formación de nuestros maestros. Y da pena lo que está pasando actualmente. Hace poco, para ponerles un ejemplo, escuché a una muchacha decir: «Tengo el orgullo de haberme hecho licenciada sin haber leído un libro». ¡Oye eso!
—Juan Freddy Armando: ¡Qué bárbara!
—BRC: Ella tenía el orgullo de que se hizo licencianda sin leer ni un solo libro en la universidad. Imagínense ustedes. Nuestros maestros no leen. Nuestros maestros tienen una escasa formación intelectual. Hay que cambiar el sistema educativo desde su base para sembrar una nueva orientación escolar con disciplina, con rigor, con criterio de lo que es la formación intelectual y lo que es el desarrollo de la conciencia estética y espiritual.
—Rhina Espaillat: Yo creo que parte de eso viene de la idea que tiene el público sobre el que se hace maestro. Porque yo le dije —cuando estaba estudiando para ser maestra de inglés, aquí en este país, de la segunda enseñanza—, yo le dije a un dominicano… él me preguntó: «¿Y qué vas a hacer cuando salgas de la universidad?». Yo le dije: «Yo voy a ser maestra de inglés». Y él me dice: ¿Pero por qué, si puedes hacer tantas cosas interesantes? Una muchacha inteligente como tú, ¿por qué va a ser un maestra?». Y eso fue como un cuchillo en el corazón porque yo vengo de una familia llena de maestros, desde mis abuelos y toda esa gente. Y a mí me duele cuando hablan así de los maestros porque yo siento mucho orgullo de mi profesión y para mí eso es una profesión noble. Pero si el público habla así y dice: «Ah bueno, lo que están haciendo los maestros es cuidando a los niños durante el día para que los padres puedan ir a trabajar». El público tiene que reaprender a respetar esta profesión porque es esencial, es la base de la cultura de un país. Y si al público le parece que somos lo que se llama aquí «babysitter», entonces ¿por qué van a gastar dinero para enseñarle a esa gente a hacer lo que deben hacer bien? Ese es el problema.
—Rosina Anglada: Totalmente de acuerdo. Creo que es multicausal, que no es justo todo atribuírselo a los maestros, porque es todo un conjunto de la sociedad que va en esa línea. Los niños están en un entorno social, tienen un cúmulo de activadores, que los llevan a las escuelas. Y hay niños que los he oído decir que la escuela es como una cárcel porque sienten que no responden a lo que están viendo en el barrio. Y esa minusvaloración del maestro, o degradación, de parte de los padres es muy dolorosa también.
—Rhina Espaillat: Y de parte del Gobierno también porque el Gobierno es el que separa los fondos que va a soportar esa educación. Y si mi padre hoy me oye decir «soportar», me mata. Porque eso no es lo que se debe decir…
Palabras de Julio Rafael Anglada: Buenas noches a todos los contertulios, bienamados. Me ha gustado esa palabra de nuestro querido Juan Matos, en mi vocablo diario la sumo, la vivo y la comparto. Expresándoles que somos bienamados todos los contertulios en esta noche y siempre, a través del vínculo de la palabra, del vocablo, del lenguaje, que nos hermana, nos aúna, nos convoca concitándonos siempre a ser mejores, a crecer, a recrearnos, a través del lenguaje. Y mi paso en esta noche, por acá, por este Miercoletras, es tan solo para reconocer la trayectoria y la vida consagrada de quien considero ser mi maestro, aunque él no lo sepa. Me refiero a don Bruno Rosario Candelier. Tengo varios de sus libros, acudo a ellos. Y aunque no soy un interiorista formal, me considero serlo y lo soy en espíritu. Entonces en esta noche, simplemente, mi paso por acá es para expresarle a don Bruno mi admiración, mi respeto y, humildemente, sin ánimo de adularlo, mi devoción a su trayectoria. Precisamente, quiero compartir con ustedes, y de manera especial con usted, don Bruno, un soneto que escribí el 12 de octubre de 2020, y se titula «A don Bruno Rosario Candelier»:
Es don Bruno Rosario Candelier
buen lingüista, literato y escritor
que cultiva la palabra con amor
explorando lo más íntimo del ser.
Él siempre fija, pule y da esplendor
a la lengua, al vocablo y al lenguaje
creando de insular un gran mensaje
como todo buen maestro y profesor.
Hijo digno de la patria quisqueyana
que trabaja con empeño y gran tesón
por la límpida conciencia, fiel y humana.
Explorando el pensamiento en su interior
la poesía y la palabra se engalana
trascendiendo hacia un espíritu mejor.
Un abrazo a todos los presentes y un apretón de mano para usted, mi bienamado don Bruno, con un abrazo caluroso, afectivo y fraterno, desde mi alma hasta la suya.
—BRC: Muchísimas gracias, Julio Rafael, por tus cálidas palabras. Y sigue haciendo lo que estás haciendo. Tú has asumido la palabra en el plano de la creación poética, estás haciendo tu aporte, un aporte interiorista. Eres un poeta interiorista. Así que, enhorabuena.
—Juan Matos: Muchísimas gracias, Julio Rafael, bienamado, una palabra llena de ternura.
—Asdrovel Tejeda: Siempre recuerdo muy bien el hecho de que los emperadores japoneses, que todo el mundo debe arrodillarse ante ellos, y ellos solamente se arrodillan, o hacen una genuflexión delante de los maestros. Porque los maestros son los que hacen médicos, abogados, literatos…. Entonces, ningún país puede sobrevivir con un sistema de educación donde los maestros vivan mal, y no sean reconocidos. Yo que, generalmente, cuando estoy en República Dominicana, me paro cuando veo a niños con profesores a darles lo que es, entre comillas, la bola, a darle un aventón, yo converso mucho con los profesores en el camino, y quedo sorprendido de la manera en que hablan, don Bruno. Yo digo, «¿Y estos son los maestros?». Entonces, no puede haber aprendizaje en el idioma ni desarrollo social en una nación donde los maestros están muy mal considerados.
—Juan Freddy Armando: Yo tengo el honor y el maravilloso recuerdo de que mi madre era una maestra, que así se le decía cuando Trujillo. Aunque ya la palabra «maestro» yo se la reservo a un pequeño número de grandes seres humanos, como Aristóteles, Platón, Hegel, Schelling o Víctor Hugo. Pero vamos a retomar la palabra «maestro» para referirnos a los profesores. Pero mi madre, que ganaba $25 pesos mensuales, era bien pagada. O sea, $25 pesos para un profesor eso equivalía a casi lo que se ganaba mi padre como comerciante en su colmado. De manera, que Trujillo tuvo muchísimas cosas malas, pero los profesores, en su época, ganaban bien. Esos $25 pesos de mi madre rendían muchísimo. Bueno, pero yo quiero preguntarle a Bruno algo. Hay una serie de autores importantes de nuestra lengua —Pedro Henríquez Ureña, Amado Alonso, Fermín Estrella Gutiérrez— que consideran que en España hay muchas lenguas y que todas esas son lenguas españolas; y que nuestro idioma debe llamarse no española, porque española son el gallego, el catalán, el vasco, el andaluz, todas esas lenguas, y que la que nosotros hablamos es el castellano, la que viene de Castilla. ¿Qué opina Bruno sobre esa divergencia que tienen los especialistas entre los que consideran que nuestra lengua debe de llamarse castellana y los que consideran que nuestra lengua debe llamarse español, que se ha impuesto?
—BRC: En realidad, históricamente, nuestra lengua es castellana. Eso es cierto, porque viene de Castilla, donde originalmente comenzó a hablarse la lengua que actualmente hablamos. Ahora bien, es cierto lo que tú acabas de decir, Juan Freddy, de que todos los idiomas que se hablan en España son lenguas españolas. ¿Por qué se impuso el término «español» y no «castellano», que era el más apropiado? Porque se entendía que todas las regiones de España, que hablaban una lengua diferente a la española, también hablaban el castellano. Y por esa razón, entonces, en un momento determinado la Real Academia Española decidió llamarle lengua española al idioma de Castilla, es decir, llamar lengua española a la lengua castellana porque el habla castellana era la lengua que compartían todos los hablantes de la Iberia hispánica, aun cuando se hubiesen formado en la lengua catalana, gallega o valenciana. Y esa es una razón que se entiende desde ese punto de vista. Ahora, si tú me preguntas a mí, a mi gusto, yo preferiría llamarle lengua castellana, como era la original. Pero, una voz no decide un hecho histórico que ya está implantado.
—Juan Freddy Armando: Excelente respuesta, Bruno, genial.
—Mercedes Cabral: Si me permiten, quisiera leer el poema «El ágape inmortal», de Bruno Rosario Candelier, dedicado a Andrés L. Mateo:
La luz alumbra porque relumbra,
fuero y cauce de un designio establecido.
Si la rosa “florece porque florece”,
el estiércol repugna por lo que tiene.
Entre la A y la Z cabe todo,
tanto del mundo sutil,
como de la prosaica galera.
Y todo vuelve a su origen,
como intuyó el presocrático cuando vio
que el río fluye incesante hacia su fuente.
Lo que permanece es el ágape, Andrés,
el ágape sagrado y divino
al que nos convocan.
Ya lo dijo Heráclito en su día:
“Todo viene del Todo, y todo vuelve al Todo”.
Nada cambia, si el amor preside la mirada,
mientras la vida pauta el rumbo
con sus señales secretas.
Lo que la luz revela es el halo
que perfila el sentido.
A la luz sucede otra luz,
la que despliega el manto
inconsútil del misterio.
En nosotros pervive el niño que con su enigma
Aflora desde el fondo ignoto del pasado.
En el poema late el miedo que troquela
circuitos y neuronas
como vestigio de una culpa irredenta
o como el látigo inclemente
que señala, acusa o recrimina.
Un soterrado miedo o un trauma secreto
con su larva da culpa o su inmarcesible
llama hacen al poeta.
No es la nostalgia la que inspiran tus dolientes versos,
ni la palabra que representa, cuestiona o curcutea.
Es la fragua de una pasión insumisa y traviesa
del niño que con dolor recuerda
una gozosa crueldad contra inocentes mariposas,
que no puede revertir
porque lo hecho, como lo dicho,
irremediablemente queda detenido en el tiempo,
a pesar del transcurso de los días y las penas,
a merced de la distante y lumbrosa luna,
o a despecho de las impertérritas
y calladas piedras.
Desde el fondo de ti
late el reclamo de lo que no muere.
Lo que fue, lo que se hizo o dijo,
no cambia con el tránsito de las noches,
porque nada pierde su esencia y su sentido.
El venerable Heráclito lo supo,
como tú lo presientes compungido,
pues ni la secreta nostalgia,
ni el olvido cómplice,
cortejan las cosas que suceden,
sino el ágape inmortal
que las redime.
(Bruno Rosario Candelier, “Poesía”, Areíto, Hoy, 28/12/2019/5
—José Reyes: Yo no quiero que don Bruno Rosario Candelier se sienta hostigado por las preguntas. Lo que pasa, maestro, es que no siempre lo podemos tener a usted así tan de frente. Y siguiendo la misma temática de Juan Freddy, yo quisiera preguntarle al doctor Bruno Candelier si él considera que el español o el castellano tuvo tanta influencia entre nosotros o entre el mundo hispanoparlante como, afirman algunos autores, por la influencia cervantina a través del poema «La Galatea» y Don Quijote y el poema del «Mio Cid». Yo quiero saber si usted cree que esas tres obras influyeron de manera positiva a la expansión de nuestro idioma español.
—BRC: Me parece más bien que el influjo decisivo ha sido la participación de los mismos hablantes de nuestra lengua, más que de autores establecidos o altamente calificados, como son los que tú citas. ¿Por qué? Porque la lengua es una realidad social y, como realidad social, son los hablantes de una lengua los que la impulsan, la valoran o hacen que se desarrolle, crezca y expanda. Ciertamente, el estamento de los escritores es clave, porque la literatura le da la categoría de culta a una lengua, porque los escritores son los que hacen el aporte intelectual, estético y espiritual con el mayor esmero posible en el uso de la palabra y en el arte del buen decir, y ese hecho es lo que hace, naturalmente, que una lengua adquiera la categoría de «idioma establecido» en una cultura en función del aporte exquisito de sus escritores, que con su obra dan la pauta del buen uso que la Academia fija en su norma, lo que sirve de referencia con los ejemplos citados por el diccionario, la gramática y la ortografía de la lengua española, refrendados con el aval de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española. Pero son los hablantes los que, realmente, influyen para el peso determinante de un idioma en una comunidad determinada. Y, por suerte, los hablantes de Hispanoamérica somos muchos, y las variantes de nuestra lengua también son muchas, y eso ha influido poderosamente en la pujanza de nuestra lengua. Desde luego, conviene consignar que los autores de literatura hispanoamericana —como los narradores del Boom, que surgieron en Hispanoamérica a partir de la década del 60— dieron una categoría de alta estirpe a la lengua española, y esa categoría literaria fue un hecho determinante que influyó a que, actualmente, la lengua española sea la segunda lengua más estudiada en todo el mundo, después del inglés. Entonces, la lengua se está estudiando en todas las universidades del mundo, en todos los diferentes países no hispanos. Y eso, naturalmente, ha hecho que aumenten los hablantes de la lengua española y que el prestigio de la lengua española sea muy alto en el concierto de las naciones. Eso, naturalmente, nos enaltece, nos orgullece a los que hablamos la lengua de Castilla, que siendo castellana, le llamamos lengua española por la razón que expliqué.
—Mercedes Cabral: Saludamos la presencia de la educadora, académica y poeta Ofelia Berrido, que acaba de unirse a nosotros.
—Juan Matos: Yo quiero, primero, agradecer a Ofelia por ser el puente que nos ha unido con el doctor, y maestro, don Bruno Rosario Candelier.
—BRC: Y yo le agradezco a Ofelia que ella fue la que me conectó con ustedes.
—Ofelia Berrido: Yo no podía dejar de estar aquí porque, creo que todo el que me conoce sabe que don Bruno Rosario Candelier es mi guía en el mundo literario, es un maestro de todos los que estamos en el Movimiento Interiorista, que todos admiramos y lo seguimos. Don Bruno, gracias por estar presente aquí con el grupo tan maravilloso de Miercoletras.
—BRC: Muchísimas gracias a ti, querida Ofelia, por haber hecho posible este encuentro.
—Juan Matos: Don Bruno, en nuestra Tertulia Miercoletras, por lo menos una vez al mes, nosotros celebramos encuentros con escritores del interior del país. Y recuerdo que uno de los encuentros a mí me aportó mucho. Fue el encuentro con los escritores de Miches, donde se nos presentó un poeta, un escritor magnífico, que era no vidente y sin embargo dejó una obra maravillosa que esa noche quedamos todos deslumbrados. En ese sentido, el Movimiento Interiorista, obviamente que ha aportado tanto a la literatura dominicana, ¿de qué manera nosotros podemos, además de celebrar tertulias con ellos, y demás, dar a conocer esa literatura valiosísima de nuestros autores del interior?
—BRC: Una manera sería organizar otra tertulia con ese tema y con la participación de varios escritores interioristas. Podríamos celebrar una actividad como esta sobre el Movimiento Interiorista y con autores vinculados al Interiorismo. Con mucho gusto yo participaría y convocaría a algunos de los escritores interioristas para que participen en esa jornada, que podría contribuir a que se conozca mejor la esencia del Interiorismo, el aporte intelectual, estético y espiritual que el Interiorismo ha auspiciado en el cultivo de las letras.
—Mercedes Cabral: Esa era, precisamente, la pregunta que tenía reservada para usted. Pero entiendo que será mejor desarrollarla cuando hagamos esa tertulia dedicada específicamente al Movimiento Interiorista.
Palabras de Valentín Amaro: Buenas noches, Maestro Bruno Rosario Candelier. Cuando vi el anuncio de que este encuentro era con usted, aunque asisto a los demás, dije «En este encuentro debo estar». Así que, solo es para expresar mis saludos. No voy a encender la cámara por un asunto de conectividad, pero no quería dejar pasar la oportunidad para saludarle, Maestro, y en presencia de los compañeros agradecerle toda su dedicación, así como lo ha hecho Ofelia. El Maestro Rosario Candelier es guía espiritual, literario, de muchos de nosotros. Tiene una particularidad que doquiera que voy la digo: nos ha enseñado el arte de hablar, de hacer un discurso preciso, conciso, pero profundo, en veinticinco minutos. Y ni se diga de las lecciones recibidas en la montaña, en los llanos, en las provincias, en los municipios; tantos viajes, tantos pueblos, tantas comunidades visitadas sembrando la palabra creadora. Eso no tiene precio, lo que hemos vivido todos estos años con el Maestro Rosario Candelier. Y en cada encuentro siempre hay enseñanzas tan profundas que se han quedado con nosotros. Muchos de los que estamos en esta labor de la gestión literaria y cultural, tanto en el Ministerio de Cultura —como ahora en el Ministerio de Educación—, esas cosas que damos en los pueblos y seguimos trabajando, en gran medida, se deben a ese aprendizaje junto al Maestro Rosario Candelier.
—BRC. Gracias, a ti, Valentín, por tus elogiosas palabras. Tú eres un ejemplo de lo que el Interiorismo ha querido promover en nuestro país. Te felicito por el bien que tú haces mediante la palabra. Sigue aportando, que aún tienes mucho que dar.
—Rosina Anglada: Yo quiero compartir las sensaciones que tuvo el Maestro Bruno Rosario Candelier con la creación poética de Ofelia Berrido. Él dice que «ella canta el ordenamiento de lo viviente a la luz de la realidad cósmica. Deja fluir la energía interior de su conciencia, y su sensibilidad fluye para canalizar lo que ha vivido tan entrañablemente, por lo cual plasma una valoración del mundo como expresión de lo sagrado, y enseña que tenemos un destino trascendente. Por eso hay un júbilo místico en estos poemas de Ofelia Berrido». Esas palabras tan hermosas me encanta compartirlas con ustedes. Dice que todas esas cualidades «es fruto de la sensibilidad empática de una autora enraizada en lo viviente. Desde esa la disposición de su sensibilidad podemos decir que ella vino articulada para plasmar lo que sacudió su sensibilidad arrebatada». Todas estas emociones, le produjo Pájaros del olvido, el poemario de la distinguida maestra y escritora Ofelia Berrido. ¡Qué lindo! De verdad que es un deleite escucharle.
—Juan Freddy Armando: Quiero manifestar mi alegría por la presencia de Ofelia Berrido aquí, una valiosa escritora dominicana a la que le tengo una gran admiración, respeto y cariño, no solo como escritora, sino como ser humano, porque Ofelia es uno de los seres humanos más encantadores que he tenido la dicha de conocer.
—BRC: Esa alegría la compartimos todos, Juan Freddy.
—Juan Freddy: Llena de bondad, de afectos, de solidaridad. Realmente, es un ser humano excepcional. Bueno, yo sé que don Bruno ha escrito varias novelas, entre ellas El Sorato de Magdala; y entonces quería preguntarle, ¿por qué no ha seguido escribiendo novelas?, y la otra, si él ha escrito cuentos, porque casi siempre los escritores de novela, primero han escrito cuentos.
—BRC: Yo comencé a escribir cuentos, ciertamente. Llegué a escribir tres o cuatro cuentos, que se han publicado en algunas de las antologías del Ateneo Insular. Y ahora tengo otra novela inédita. Yo he publicado tres novelas: El sueño era Cipango, El Sorato de Magdala y El degüello de Moca.
—Ofelia Berrido: Matos, yo quisiera decirle algo a don Bruno y a Juan Freddy. Juan, lo que tú no sabes es que don Bruno tiene como el secreto más guardado del mundo unas cuantas poesías que ha escrito. Él ha escrito poesía, pero las tiene guardadas bajo llave, en un baúl.
—BRC: Yo tengo conciencia poética, querida Ofelia, y sé cuándo hay poesía en un texto. Entonces, si yo lo sé, no puedo publicar una obra en la que no esté cabalmente plasmado el concepto que tengo del poema.
—Ofelia Berrido: Quiero hacerle una pregunta a don Bruno: ¿cuáles son los tres puntos focales que usted recomendaría para lograr la armonía entre el contenido y la forma cuando se trata de una narrativa —pongamos una novela— que uno quiere que verdaderamente se aplique en una novela profunda, trascendente. ¿Qué aconseja usted? Tres puntos que no podemos dejar de tomar en cuenta.
—BRC: Primero, lograr una identificación emocional entre el contenido de la narración, y lo que el narrador quiere plasmar. Se trata de una compenetración afectiva, de tal manera que tú puedas volcarte a ti misma, expresar tu ser profundo tal como es, con un sentido genuino y espontáneo. La palabra «genuino» es clave para lograr este aspecto de compenetración emocional. Segundo, plasmar un sentido profundo en el trasfondo de la narración, de tal manera que la dimensión conceptual, estética y espiritual, es decir, lo que se llama cosmovisión, esté presente en la narración. Hay muchas novelas dominicanas publicadas que no tienen esa dimensión de la cosmovisión. Una genuina novela tiene que plasmar una cosmovisión. ¿Y qué es una cosmovisión? La presencia de un planteamiento filosófico, una dimensión conceptual profunda con relación a la realidad, a la cultura, a la conciencia, con relación al contenido espiritual que ha movido tu escritura y al objetivo que tú persigues para lograr la emoción estética y la fruición espiritual. Entonces debe darse esa vinculación entrañable entre la conciencia, la sensibilidad y la expresión. Y en tercer lugar, tener una conciencia del contenido y la expresión, de tal manera que, lo que escribas, responda a las exigencias de la escritura, es decir que, desde el punto de vista literario, tenga propiedad, corrección, elegancia y, sobre todo, que puedas plasmar lo que ha nacido de tu ser interior con autenticidad y con la plenitud de tu propia conciencia. Tiene que haber una relación entre la sensibilidad, la conciencia y lo que se narra. Cuando enfoco la conciencia, es un aspecto importante para plasmar una apelación entrañable que nace del fondo de tu mismidad, de tu ser profundo, de tu ser interior. Porque en una obra narrativa, auténtica y genuina, como en un buen poema, tiene que darse esa adecuación entre lo que sientes, lo que piensas, y lo que dices, con la plena seguridad de que tú te estás expresando a ti misma y estás manifestando esa motivación secreta, esa apelación entrañable que mueve a la escritura, y que desata tu potencial creador. Pienso que ahí hay tres aspectos claves para lograr una obra que realmente toque la conciencia y la sensibilidad del lector.
—Juan Freddy Armando: Pero yo creo que eso vale para todo el arte, don Bruno: para la pintura, la música, la danza, la literatura.
—BRC: Tienes razón, Juan Freddy. Y cada arte reclama un modo peculiar de plasmación. Al abordar la naturaleza específica de la novela, pondero los siguientes rasgos pertinentes: 1. Una noticia nueva de la historia que se narra, es decir, una faceta inédita que revele un perfil desconocido de hechos y personajes, como lo hace Aída Cartagena Portalatín en Escalera para Electra. 2. Una caracterización psicológica de los personajes, con un perfil moral y conductual que revele el impacto emocional, afectivo y espiritual en la conciencia de los actantes, como lo hace Juan Bosch en La Mañosa. 3. Una cosmovisión conceptual, estética o espiritual, que revele el perfil filosófico, ideológico o cultural de una comunidad, como lo hace Marcio Veloz Maggiolo en La mosca soldado.
—Ofelia Berrido: Muchísimas gracias, don Bruno. ¡Excelente!
Palabras de Lorenzo Araujo: Buenas noches, un abrazo con mucho calor para todos. Casi siempre me quedo callado porque disfruto inmensamente las veladas, la información, y esta noche no es una cualquiera por los conocimientos del doctor Bruno Rosario Candelier, que lo conocíamos en esa dimensión de la leyenda, pero nunca nos habíamos encontrado de frente, como hoy, aunque sea a través de la pantalla. Esa fuerza de su saber vemos que se transmite y siembra ideas y promueve la producción literaria.
—Carmen Meléndez: Yo me quedo como fantasmita escuchando y maravillándome de todo el contenido de nuestros encuentros. Don Bruno, mi respeto y mi admiración. Gracias por su compromiso y por tanto bien que usted hace. Bendiciones y gracias.
—BRC: Muchísimas gracias, Carmen, por tus palabras y tu identificación.
—Juan Matos: Bien, mis bien amados, esta ha sido la versión del miércoles 7 de julio de 2021 de su Tertulia Miercoletras. A todos los que han construido este magnífico espacio, muchísimas gracias. Gracias a Ofelia por ser este puente que nos ha traído este manjar con el doctor don Bruno Rosario Candelier. Tenemos ya la alegría de que tendremos otro encuentro con él y con los escritores del Movimiento Interiorista, ya lo coordinaremos, y ojalá que para entonces Ofelia Berrido pueda estar con nosotros. Salud y bendiciones.
—BRC: De mi parte quiero darles las gracias a ustedes por su hermosa participación, por su interés en estos temas y, sobre todo, por lo que ustedes hacen en favor de nuestro desarrollo intelectual, estético y espiritual para el crecimiento en todos los aspectos mediante la palabra. Porque la palabra es el instrumento con el que nos comunicamos con el mundo y con el que testimoniamos nuestras intuiciones y vivencias. ¡Felicitaciones!
(Miercoletras, segunda parte, 7 de julio de 2021. Transcripción de Miguelina Medina)
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