Marcio Veloz Maggiolo, ícono de las ciencias y las humanidades

Por Manuel Matos Moquete

 

Cuando en un ejercicio de apreciación crítica, siempre subjetivo y parcial, tratamos de visualizar el desarrollo de las humanidades en nuestra sociedad, entre los escritores y los intelectuales percibimos grados diversos. En una cultura, es dable destacar a aquellos que reúnen perfiles más completos en las letras y el intelecto. Y cuanto mejor, perfiles de científicos y humanistas.

Desde el primer tercio del siglo XX, Pedro Henríquez Ureña se situó como el intelectual más importante de nuestro país. Era ya apreciado y reconocido en los polos centrales de la cultura a nivel continental, como uno de los principales humanistas América hispánica, junto con los mexicanos José Vasconcelos y Alfonso Reyes, por sus grandes aportes como pensador, ensayista e investigador en diferentes áreas de las ciencias del lenguaje y la cultura.  Entonces, Juan Bosch, iniciaba una ascendente trayectoria literaria y política que lo convertiría, a mediados de ese siglo, en el segundo intelectual dominicano de mayor relieve. En el género del cuento, había despuntado como uno de los mejores de habla hispana, en la línea del uruguayo Horacio Quiroga. Y como pensador político era considerado como uno de los grandes demócratas de América, junto a Víctor Raúl Haya de la Torre, Rómulo Betancourt y José Figueres. A partir de 1963, Bosch creció y se proyectó aún más, como estadista e intelectual. Hoy, en este primer cuarto del siglo XXI, no me cabe duda de que Marcio Veloz Maggiolo es, actualmente, el exponente más importante de las letras y el intelecto de República Dominicana; completando así, gradualmente, un exclusivo triángulo cultural en cuya cúspide brilla sin igual, Pedro Henríquez Ureña. Veloz Maggiolo es, sin duda, en este presente, el producto más acabado de la cultura y las letras dominicanas.

Esos tres autores despuntan como las personalidades señeras de nuestras humanidades. Contamos con otros excelentes escritores: poetas, narradores, dramaturgos y ensayistas. Y en otras disciplinas de las ciencias sociales y las humanidades, hay, sin duda, especialistas de renombre: filósofos, lingüistas, historiadores, antropólogos, sociólogos, psicólogos, economistas. Pero, no se hable aquí de un género o un saber en particular, sino del perfil general de los autores y del impacto de sus obras dentro y fuera de nuestro país a través del tiempo.

Hubo un tiempo en el que las ciencias y las humanidades andaban juntas, pero como manifestaciones excepcionales en determinados individuos.  Fue un tiempo en que el conocimiento y las letras emanaban de la misma búsqueda y tenían los mismos cultivadores, quienes se singularizaban como íconos de la cultura universal. Fue el tiempo en que, en siglos diferentes, vivieron Platón, Leonardo Da Vinci, Montaigne, Pascal y Einstein. Fue el tiempo de nuestro Pedro Henríquez Ureña, contemporáneo del gran físico alemán, y también de Juan Bosch.

Hoy, esa conjunción de las ciencias y las humanidades se prolonga con mayor amplitud que en el pasado; pero, a la vez, las especialidades del saber encuentran también su máxima expresión. Es el tiempo de Veloz Maggiolo, quien representa hoy, mejor que nadie, la reunión de las ciencias, las humanidades y las letras. Obra integral es la suya: pintor, escritor y científico. Es uno de los padres fundadores de las ciencias arqueológicas y antropológicas en el país. Es hoy por hoy el novelista de más renombre. Es cuentista, es poeta y es ensayista.

A través del trabajo con la memoria personal y social, leitmotiv y estrategia principal del arte y pensamiento de Veloz Maggiolo, él nos comunica su propia imagen y la imagen de la sociedad dominicana. La labor tesonera en ese sentido, en sus investigaciones y sus escritos, es un acercamiento total a la cultura en todas sus manifestaciones: artes, literatura, historia, ciencia, tecnología, costumbres. Las funciones del escritor y del científico se aúnan en un solo crisol. Y eso se refleja en su obra narrativa y ensayística. Coexisten en los ensayos el rigor académico-científico y la necesidad de vulgarización, empalmándose bajo su lupa y su pluma esos dos modelos de comunicación. Y en las obras de ficción, el autor muestra una amplia gama en la cual convergen variados géneros, modalidades y estilos.

La obra literaria e intelectual de Veloz Maggiolo debe ser estudiada y apreciada en el contexto general del humanismo y las humanidades en nuestra sociedad. Es la obra de un creador, un investigador, un escritor, que a lo largo de toda su vida ha encarnado y propiciado el desarrollo de una visión integral del conocimiento humano.

Es difícil, al abordar la obra de un creador multidimensional, separar los productos de la creación. Sobre todo, en Veloz Maggiolo, quien plasma el vivir, crear, investigar y escribir en obras de géneros diferentes. En este autor, el estilo literario y el estilo de la ciencia son inseparables.

Encontramos así, en Veloz Maggiolo, en primer lugar, al hombre, a sí mismo. Su subjetividad, sus experiencias, su mundo cultural. Leerlo y apreciar su obra es escuchar a Michel de Montaigne decir: “Así, lector, yo mismo soy la materia de mi libro.” En el humanismo de la Antigüedad, una frase atribuida a Publio Terencio resume mejor que cualquier tratado, el perfil general de Veloz Maggiolo: “Hombre soy, y nada humano me es ajeno”.

Ese es Marcio Veloz Maggiolo.

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