La conciencia de identidad en Marcio Veloz Maggiolo

Por Bruno Rosario Candelier

 

En la tertulia “Letras de la Academia”, que coordina Ofelia Berrido en la Academia Dominicana de la Lengua, escuchamos testimonios de primera mano en la voz viva y elocuente de Marcio Veloz Maggiolo, distinguido novelista, ensayista y académico dominicano, lo que nos permitió confirmar aspectos esenciales de este grandioso escritor mediante la radiografía espiritual del ilustre escritor.

Es importante consignar que Marcio Veloz Maggiolo (Santo Domingo, 1936) tiene 50 años de vida literaria. Medio siglo de vida fecunda mediante el cultivo de la palabra con aciertos luminosos en varios géneros literarios. Cultivar un género con éxito entraña un gran aporte. Cuando un escritor se maneja en diferentes géneros, como Marcio Veloz, revela el dominio de la palabra y las técnicas de creación en poesía, cuento, novela, teatro, ensayo y crítica literaria, amén de investigaciones científicas y artículos periodísticos en los cuales proyecta el genio de su talento y el sello de su creatividad (1).

Marcio Veloz Maggiolo ejerce el oficio de la palabra al servicio del desarrollo literario, científico y cultural dominicano. Y ha sido la novela el género que ha cultivado con mayor cultivo y consagración. Como novelista ha estado vinculado a la realidad sociocultural dominicana. En ningún momento ha sido un escritor aéreo, sino inspirado en la realidad social. Ha sabido desechar los riesgos de una escritura idealizada desde el mundo intelectual de la realidad estética, que suele ser una tentación y que es un peligro para que un escritor se aparte de la realidad histórica, antropológica y social, pero el escritor que se debe a su sociedad y que nació con la sensibilidad abierta y porosa al mundo circundante se siente vinculado con su tierra, su historia y su cultura, atento a cuanto acontece en el mundo, como efectivamente ha estado Veloz Maggiolo como escritor, cuando desde joven comenzó a escribir obras literarias para testimoniar su visión del Mundo y contribuir al desarrollo de la literatura dominicana y lo ha hecho con tanta eficacia que él, desde que emergió al escenario literario nacional, se convirtió en el líder intelectual de la Generación del 60, a la que pertenece. Su obra activó esa generación, dando aliento a la actividad creadora de un conjunto de escritores. Marcio Veloz es el novelista dominicano que en esta etapa de la historia literaria de Santo Domingo y de Hispanoamérica nos representa internacionalmente por la categoría de su obra literaria.

Como escritor, Veloz Maggiolo es el creador que ha cifrado en la expresión de la identidad nacional la inspiración de su trabajo intelectual y literario. Al enfocar la experiencia creadora del líder intelectual de la Generación del 60 en este encuentro académico, nos complace afirmar que él es el novelista dominicano más fecundo, más importante y más calificado de las letras dominicanas contemporáneas (2).

Cuando en 1970 organicé en Moca el Primer Coloquio de la Novela Dominicana, invité a Marcio Veloz Maggiolo para que presentara la ponencia central sobre el proceso novelístico nacional, puesto que para esa fecha ya nuestro novelista gozaba de un alto prestigio nacional (3). En aquel coloquio memorable del Ateneo de Moca dijimos que nuestro escritor desentraña, desde el ánfora del lenguaje, la voz de nuestro pueblo con el acento de lo propio mediante el abordaje del sentido de nuestra identidad en obras de ficción y ensayo. Como escritor ausculta en el trasfondo de las palabras el acento entrañable en la raíz expresiva del alma colectiva con la savia nutricia de la esencia nacional. En efecto, este valioso creador ha cifrado, en la búsqueda de la identidad nacional, la clave y la inspiración de su trabajo literario y, en tal virtud, Marcio Veloz es el literato dominicano que con más conciencia del lenguaje ha fundado su quehacer creativo en las raíces expresivas de la lengua y la cultura dominicanas. Y ese logro obedece a varios factores que concurren en la persona y en la vocación literaria de nuestro novelista.

Creador, promotor e investigador científico, literario y cultural, su obra ha contribuido al crecimiento y la renovación de las letras dominicanas con una copiosa bibliografía en todos los géneros literarios. Galardonado con el Premio Nacional de Literatura y otros altos honores literarios, nuestro académico ha consagrado su vida a favor de la conciencia de nuestra identidad cultural.

La clave de su obra literaria, centrada en las raíces de nuestra identidad, se ha desplegado en numerosos textos de poesía, ensayo y ficción que su obra explora desde la veta creativa de la memoria, la experiencia vivencial del barrio y la fuente expresiva del lenguaje para atrapar diversas vertientes de la vida antropológica, social y cultural del pueblo dominicano. Se trata de la asunción de la cultura caribeña y antillana, que ha canalizado en hechos, ambientes y personajes con su concreción en las raíces lingüísticas, afectivas y espirituales de nuestra idiosincrasia nacional (4).

No es el resultado de una casualidad, ni mucho menos de un brote fortuito de su talento creador, lo que él ha hecho con la palabra en su fecunda trayectoria literaria. Su obra es producto de una preocupación consciente, disciplinada y dirigida, porque no ha sido un creador que se ha conformado con la revelación de la intuición para escribir, puesto que se ha fajado a investigar, para nutrir con los datos complementarios, su obra intelectual y literaria. Él se formó intelectualmente bajo una disciplina rigurosa y metódica, con las exigencias que establece el rigor académico. Estudió filosofía, literatura, antropología e historia. La filosofía es altamente exigente, como lo es la literatura, la antropología o la historia, disciplinas que exigen muchas lecturas, observación e investigación. El narrador consciente se documenta para hacer una buena novela y ustedes pueden estar seguros de que Marcio Veloz, cuando escribe, acude a la historia, a la sociología, a la antropología y a la lengua misma para empaparse y sobre todo para darle fundamento conceptual a sus elucubraciones estéticas o a sus invenciones imaginarias porque, aunque una novela es una obra de ficción, el escritor que finca su sensibilidad en la realidad sociocultural, nutre su invención imaginaria con los datos de la realidad social, histórica y cultural de su sociedad. Por esa razón, él es el novelista que ha hecho literatura con el mayor vínculo sociocultural, fundando su narrativa en las raíces expresivas de la lengua y la cultura de nuestro país.

Apelado por una poderosa vocación literaria, consciente de su talento intelectual y prevalido de su don como escritor, Marcio Veloz es paradigma de una vida consagrada al cultivo de la inteligencia y la sensibilidad a favor del desarrollo intelectual, estético y espiritual de nuestro pueblo. Cuenta con más de treinta libros publicados, centenares de artículos y estudios en periódicos y revistas y ha dictado numerosas conferencias en congresos nacionales e internacionales. Su trayectoria creadora asume y potencia la tradición literaria nacional y motoriza el desarrollo de nuestra novelística, no sólo con una amplia ejecutoria narrativa, sino con una edificante obra generadora de corrientes narrativas, como la novela bíblica de 1960 y la novela experimental de 1970.

Formado bajo la lectura de los clásicos antiguos y modernos, titular de una Licenciatura en Filosofía por la Universidad de Santo Domingo y un Doctorado en Historia de América por la Universidad Complutense de Madrid, su medio siglo de vida literaria lo ha consagrado al desarrollo de las letras dominicanas con una clara conciencia de la identidad nacional. Apelado por el trabajo productivo y la creación estética, que ha sabido combinar armoniosamente, su sentido de la realidad lo ha convertido en un intelectual objetivo y coherente. Lo mismo en sus ensayos discursivos que en sus textos de ficción, Marcio Veloz revela al erudito documentado, al teórico informado, al creador de una prosa limpia, esmerada y culta y, desde luego, al intelectual con su sensibilidad puesta en la realidad histórica, antropológica y cultural del pueblo dominicano.

La veta creativa de sus obras de ficción asume hechos y reflexiones, tramas e invenciones, caracteres e imágenes fraguados por el talento de un creador arraigado, actualizado y entusiasta, estimulado por la necesidad de testimoniar su propia percepción del Mundo con sus valoraciones e intuiciones originales y auténticas.

Nuestro académico adquiere conciencia de su lengua, la española, con la que descubre que está instalado en una cultura, la dominicana, cuya identidad explora, perfila y atesora en su memoria, a la que acude como fuente nutricia de sus ensayos y ficciones. Ese trípode conceptual de su obra literaria (lengua, identidad y memoria) finca la esencia de su creación, en cuya calidad justifiqué su incorporación como Miembro de Número de la Academia Dominicana de la Lengua y su nominación al Premio Cervantes, el más alto galardón de las letras hispánicas.

Con su aporte al ensayo y la ficción, Veloz Maggiolo recrea su valoración de la realidad social, histórica y cultural, canaliza sus invenciones imaginarias y enseña que tanto vale una adecuada estimación de los datos sensoriales de la realidad circundante, como una pertinente canalización de las intuiciones estéticas en tanto expresión de la realidad real, subjetiva y trascendente mediante una cabal interpretación de los valores esenciales. Su obra literaria confirma que cualquier vertiente de la experiencia es fuente provechosa para la creación de una obra hecha con talento e intuición.

El manadero de la experiencia ha nutrido la vocación creadora de Veloz Maggiolo, que ha captado su sello peculiar, aprovechando lo que acontece en el ámbito barrial desde sus callejuelas y contornos, expresando con su voz personal la dimensión universal de la vivencia humana y potenciando la veta fecundante de la memoria. El hecho de asumir recuerdos y vivencias, personales y vicarias, que fundamentan sus creaciones narrativas inspiradas en personajes y hechos reales, confirma la validez de una narrativa asumida como una obra de creación y testimonio, al recrear la vida social de un pueblo, como el dominicano, con la idiosincrasia distintiva de su mentalidad, enfocada como “memoranza”, término de su invención que alude a ‘memoria’ y ‘añoranza’, para sugerir su representación simbólica. Así recrea el dato local en hechos de lengua o de cultura a los que les asigna un valor general para expresar no sólo la identidad cultural sino la identificación entrañable de un creador con la condición humana, atributo singular de la obra de nuestro destacado narrador y académico.

   Para entender y valorar la obra literaria de Marcio Veloz Maggiolo hay que considerar tres aspectos importantes: 1. La asunción de la vertiente objetiva, subjetiva y trascendente de la realidad con su dimensión expresiva, simbólica y sublime para el desarrollo de la ficción mediante el concurso de las fórmulas compositivas de la creación. 2. Incorporación de vivencias fincadas en la realidad social de la experiencia humana, imprimiendo a la realidad local una connotación universal y a su contenido singular un valor general mediante los recursos modernizantes de la narración. 3. Uso de la imaginación, la intuición y la memoria como recurso para la conformación de un universo verbal asumido como réplica simbólica de nuestra realidad.

Su trayectoria literaria acopia y recrea los recursos más actualizados del quehacer intelectual y artístico. Desde sus primeras creaciones, su obra ha estado en la vanguardia literaria. En 1960, Veloz Maggiolo publica El Buen Ladrón, obra que inaugura el ciclo bíblico de la novela dominicana, implantando el modo de ficción subjetiva en la novelística nacional. Además del modo de ficción realista, que practicó en La vida no tiene nombre y en Nosotros los suicidas, aplicó el modo de ficción imaginaria en Los ángeles de hueso y en Biografía difusa de Sombra Castañeda y cultivo el modo de ficción trascendente en La mosca soldado. Su más importante aporte a las letras dominicanas no consiste, como se ha dicho, en la aplicación de recursos modernizantes y fórmulas experimentales del novelar, que sin duda ha sido una contribución fecunda de su parte, sino la implantación de un nuevo modo de ficción que abrió la esfera de lo imaginario para ampliar las posibilidades creativas, temáticas y formales, en el ámbito de la fabulación. En efecto, Marcio Veloz abrió las compuertas del Subjetivismo: aplicó el Simbolismo en El Buen Ladrón, el Surrealismo en Los Ángeles de hueso y el Realismo mágico en Biografía difusa de Sombra Castañeda. Se trata de la implantación de una veta creadora que amplió el horizonte creativo con su apertura imaginaria y subjetiva. Y en novelas neorrealistas, como El hombre del acordeón, plasmó su visión del Mundo cimentada en la realidad sociocultural criolla con historias y personajes de diferentes sectores populares de la vida nacional. En La mosca soldado, mediante el modo de ficción trascendente, ahondó en la veta de la espiritualidad metafísica, al tiempo que incursionó en la antropología cultural como materia y sustancia de una novela reveladora y sorprendente. Al tiempo que incorpora a la literatura una visión espiritual del Mundo, aplica nuevos procedimientos en su formalización. De esa manera el cultivo de temas nacionales, que comprende la mayoría de su producción novelística y que forma parte de la tradición vernácula de la novela, lo aprovecha nuestro autor para canalizar su cosmovisión y renovar el género novelesco en las letras nacionales.

Su primera novela de tema nacional, La vida no tiene nombre, recrea las aventuras de los gavilleros del Este mediante la descripción de paisajes nativos y el enfoque de hechos históricos que contribuyeron a conformar el perfil de lo dominicano en la conciencia nacional. Mediante descripciones oportunas y diálogos caracterizadores, Veloz Maggiolo perfila rasgos sociográficos, con sus conflictos políticos, sus expresiones culturales, el lenguaje y la caracterización de sus personajes.

La aplicación de técnicas y recursos renovadores, que tuvo una gestión precursora en las novelas de Carlos Federico Pérez y Ramón Lacay Polanco, Marcio Veloz contribuyó a la implantación de la modernidad en la novelística dominicana con el empleo de retrospecciones, monólogo interior, corrientes de conciencia, superposición de niveles temporales y espaciales, confluencia de planos narrativos, metalenguaje, enfoque del punto de vista y la perspectiva narrativa y otros recursos, como se puede apreciar en La vida no tiene nombre, De Abril en adelante o Materia prima. Asimismo, su obra de testimonio, como Trujillo, Villa Francisca y otros fantasmas; de crítica literaria, como Cultura, teatro y relatos en Santo Domingo; de investigación científica, como Arqueología prehistórica de Santo Domingo; o de ensayo, como Identidad y memoria, revelan al investigador y analista con una obra representativa de nuestro desarrollo intelectual.

Marcio Veloz encarna la conciencia de nuestra identidad nacional desde la lengua, la antropología y la literatura. El uso ejemplar de la palabra y la aplicación creativa de los recursos narrativos, entre otros méritos lingüísticos y literarios, otorgaron a nuestro académico la categoría de escritor de la lengua española, que esta Academia de la Lengua celebra al festejar los 50 años de la vida creadora del novelista dominicano.

Es importante, en consecuencia, valorar los factores que han influido en su creación literaria. El primero de esos factores es su apelación creadora, que apreciamos en los siguientes aspectos:

La voz de la historia, expresada en la dimensión antropológica, sociográfica y psicológica del pueblo dominicano, que su obra interpreta, recrea y potencia.

La voz de la intrahistoria, que asume y proyecta en las vivencias cotidianas del barrio, desde el cual recrea el aliento emocional de sus historias entrañables. La voz de la intrahistoria se proyecta a partir de las vivencias cotidianas que él ha captado, sobre todo en las entrañas de los barrios populares que, como entidad social o demográfica, están presentes en las novelas de nuestro autor con el aliento emocional que lo caracteriza, a partir de la vida de determinados protagonistas inspiradores de su ficción.

La voz de lo viviente, que su sensibilidad espiritual atrapa, dando forma y sustancia a su intuición profunda. Se trata de la voz del Cosmos, expresada a través de efluvios trascendentes, que su sensibilidad percibe y canaliza en sus cuentos y novelas.

Hacer la creación que ha hecho Marcio Veloz conlleva una determinada concepción, que alienta y distingue su obra literaria. Nuestro autor pondera y destaca el valor singular de las cosas, especialmente de las cosas simples, sencillas, comunes y corrientes de la vida, expresado en anécdotas, ocurrencias y vivencias entrañables. Muchos pensarán cómo un novelista tiene la capacidad para captar determinados detalles, aprovechar el testimonio de personas conocidas que relataban historias y que de alguna manera estimulaba su vocación creadora para la gestación de más de una novela inspiradas en esas vivencias, personales y vicarias, o mediante contactos y lecturas. En ese sentido valora y exalta la herencia fresca de la cultura viva, con la que tanto se ha compenetrado, porque Marcio ha tenido el la virtud de compenetrarse con la fuerza telúrica y la herencia cultural para captar la impronta de la lengua y la huella de la historia y asimilar la manera de ser y de sentir del pueblo dominicano, que ha sido una manera reveladora como se manifestó su vocación por la identidad con ese sentimiento de identificación con la cultura y sus valores peculiares.

El segundo factor enriquecedor de su obra literaria es la concepción intelectual que fundamenta su creación, canalizada en estos rasgos:

Ponderación del valor de las cosas simples y sencillas, para auscultar el sentido y la connotación emocional en el hombre común o dominicano típico.

Valoración de la herencia histórica de la cultura viva con la fuerza telúrica, la tradición local, la impronta de la lengua y la manera peculiar de ser y de sentir del comportamiento colectivo con su aliento espiritual.

Conformación de una metafísica de lo existente asumida y recreada con el aporte de su imaginación, su memoria y su intuición, desde la experiencia de la vida, de los hechos dolorosos, de las frustraciones sociales.

Esa disposición de su talento y su sensibilidad viene desde su primera obra literaria, con el influjo de recursos neorrealistas, simbolistas y surrealistas. El Simbolismo aporta los procedimientos de ocultación mediante oportunas técnicas de creación, que le da categoría de visión subjetiva, por cuanto el autor tiene que meterse en ese mundo imaginario, como lo hizo en El Buen Ladrón, para denunciar la realidad dura en la época de la dictadura, denuncia que no podía hacer directamente para no correr riesgo. Los gobiernos tiránicos, como el de Trujillo, no tienen contemplación con los adversarios de su régimen y los escritores, para cumplir su función de crítica al sistema injusto o a la realidad indeseable, se valen de una denuncia subrepticia y sutil, canalizada mediante el lenguaje simbólico que el lector inteligente capta e interpreta.

El tercer aspecto es la sensibilidad, que en Marcio presenta estos rasgos:

Posee un vigoroso talante social y espiritual por el cual actúa y crea una obra amplia, edificante y densa.

Experimenta una sintonía con la propia realidad socio-cultural al dar cuenta de sus manifestaciones esenciales.

Establece una identificación emocional con la idiosincrasia cultural, que su palabra asume y recrea para reflejar lo que piensa y siente los sujetos de su creación. Mediante su inclinación para identificarse emocional e intelectualmente con algunas de las expresiones de nuestra realidad sociocultural, en virtud de ese sentido de compenetración con lo dominicano y que se manifiesta con obras fehacientes y concretas, con el testimonio de un profundo amor por esta tierra, dando a conocer lo que somos, proyectándonos a través de diversos hechos de ficción.

Tiene una sensibilidad empática y doliente que le permite sentir lo viviente desde su aura singular y su impacto en la realidad social, antropológica y cultural, que su intuición capta y expresa. Paralelamente perfila una especie de mística al modo oriental, porque de alguna manera expresa, con la actitud del creador iluminado, el aporte de su sensibilidad ante hechos dolorosos o frustraciones sociales, que él expresa como vocero de la sociedad. El novelista conoce lo peculiar de la sociedad y, en tal virtud, da mejor testimonio de lo singular y lo distintivo de una determinada comunidad, a partir de lo que atrapa desde el subsuelo de la palabra en los hechos colectivos. Efectivamente nos identifica con su palabra como integrantes de una sociedad y de una cultura. Todo esto es posible en virtud de la sensibilidad poderosa que distingue a Marcio Veloz, puesto que posee un vigoroso talante social, espiritual y estético.

El novelista tiene una sensibilidad especialmente porosa para captar las manifestaciones sociográficas de su mundo, de su historia, de su ambiente, y Marcio la tiene en grado sumo. Vino a la vida con el don para captar y sentir la realidad sociográfica en sus manifestaciones esenciales, en sus expresiones más genuinas; por esa razón, en virtud de ese talante tan singular que posee, ha podido experimentar una sintonía con nuestra cultura, desarrollándose en él esa identificación emocional con la mentalidad de nuestro pueblo. Él no está más allá ni más acá de nuestra mentalidad, sino que sabe captar sus manifestaciones desde la vertiente expresiva, como es la lengua y desde su vertiente sociocultural, como es el comportamiento colectivo según manifiesta la realidad histórica y la realidad social de nuestro pueblo. Incluso de la realidad natural, porque tiene también la sensibilidad para captar las manifestaciones de la Naturaleza, da detalles del ambiente, los espacios donde se desarrolla la historia, el dato propio del ámbito circundante. Eso hay que atribuirlo a esa sensibilidad empática que distingue a Marcio Veloz, que le ha permitido sentir con el Mundo, captar el aura singular de lo existente y expresar el impacto que la realidad social y cultural ha inyectado en su sensibilidad de una manera profunda, como lo expresa su creación que, además, ha sido muy extensa, en términos de cantidad, y muy intensa, en términos de calidad.

Una dimensión muy importante que le asigna una categoría a las novelas de Marcio Veloz Maggiolo es la cosmovisión, que proyecta a través de sus personajes o mediante las acciones de sus novelas. Los grandes novelistas se distinguen por la incorporación de una cosmovisión en su obra narrativa. La cosmovisión marca una visión del Mundo, una actitud reflexiva con trasfondo filosófico, porque da cuenta de cómo es la realidad y de porqué asume tal o cual posición ante la realidad y junto a esa reflexión el narrador articula a su creación principios estéticos de varios movimientos literarios.

Marcio Veloz introdujo en la literatura dominicana un nuevo modo de ficción. Northrop Frye desarrolló el concepto de que la creación literaria puede clasificarse en dos grandes modos de ficción: el modo de ficción realista y modo de ficción subjetiva. Yo sostengo que hay un tercer modo de ficción, que es el trascendente. Pues bien, antes de la aparición de Marcio Veloz en nuestras letras se había implantado el modo de ficción realista y, en poesía, el modo de ficción imaginaria. La Poesía Sorprendida introdujo en el ámbito de la creación poética el modo de ficción subjetiva, que Marcio Veloz lo aplicó a la narrativa dominicana. En El Buen Ladrón aplicó ese modo de ficción subjetiva, mediante los recursos que fecundan el brote de lo imaginario a partir de la incorporación de determinados procedimientos tan especializados, como los vinculados al Neorrealismo, el Simbolismo y el Surrealismo.

Todos esos factores nutren su obra de creación, por lo cual nuestro autor explaya, desde la lengua, la historia y la cultura, las siguientes notas:

Funda su obra literaria en las manifestaciones esenciales de la identidad nacional, que asume como centro de sus apelaciones creadoras y la fuente inspiradora de su obra de ficción y ensayo con un propósito esclarecedor y edificante mediante una cosmovisión, sustancia conceptual de la historia de sus narraciones y la conducta de sus personajes.

Explora y explaya los fenómenos de la condición humana, que integra a sus relatos y sus crónicas con facetas de la idiosincrasia y la mentalidad del hombre criollo, con los atributos de la historia y el lenguaje dominicano desde los cuales ausculta con los sentidos interiores, como la memoria en todas sus vertientes, que usa como depositaria de cuanto el hombre hace, imagina y piensa.

Combina los recursos patrimoniales del lenguaje con los procedimientos modernizantes de la narración literaria, con lo que hace de la Modernidad una vía renovadora y creativa.

Articula a su creación diferentes principios estéticos de varios movimientos literarios con un adecuado manejo de las técnicas y los recursos del novelar, mediante los diversos modos de ficción aplicados a la narrativa.

Integra a su obra conocimientos antropológicos, sociológicos, históricos y culturales que, aunados a su formación intelectual, enriquecen su intuición estética, potencian su imaginación creadora y fecundan su sabiduría espiritual.

La obra de Marcio Veloz Maggiolo refleja una alta calidad y eso es producto de la fortaleza intelectual y de la conciencia espiritual que lo enaltece. Con esa conciencia espiritual y estética, la obra de Marcio Veloz Maggiolo constituye una fuente indispensable para conocer la esencia de nuestra idiosincrasia. Su aporte al desarrollo de la literatura dominicana ha sido por su consagración a la vida intelectual. En él hay un ideal de creación y, cuando un creador tiene en su pecho un ideal, cuenta con la fuerza inspiradora para crear obras ejemplares con calidad, hondura y belleza, pues su creación encarna los valores que las instituciones educativas y culturales están llamadas a cultivar para impulsar el desarrollo humanístico.

Marcio Veloz Maggiolo es un paradigma de los valores que una institución como la Academia Dominicana de la Lengua ha de promover para potenciar el desarrollo de las inclinaciones intelectuales, morales, estéticas y espirituales del pueblo dominicano.

Como Juan Rulfo en México, Alejo Carpentier en Cuba, Miguel Ángel Asturias en Guatemala o Augusto Roa Bastos en Paraguay, Marcio Veloz Maggiolo en República Dominicana ha captado y expresado la idiosincrasia de nuestro pueblo expresada en historias y vivencias bajo la forma de poesía y ficción. Y lo ha hecho desde la intrahistoria del barrio, las vetas de la memoria y los secretos de la palabra, interpretando con acierto luminoso y sentido edificante el meollo de nuestra identidad en prosa densa y cautivante, logro que lo convierte en eminente representante de la literatura nacional.

 

Bruno Rosario Candelier

Academia Dominicana de la Lengua

Santo Domingo, Ciudad Colonial, 9 de enero de 2008.

 

Notas:

  1. Autor de numerosos libros de novela, cuentos, poesía, teatro, crítica literaria y ensayo científico y literario, Marcio Veloz Maggiolo (Santo Domingo, 1936), mereció en 1996 el Premio Nacional de Literatura. Miembro de Número de la Academia Dominicana de la Lengua, ha obtenido numerosos galardones en los diferentes géneros literarios. Entre sus lauros figuran su nominación al IV Premio de Novela de la Editorial Siruela de Madrid, por su novela La mosca soldado, finalista con otras novelas de renombrados escritores de América y España o la designación con su nombre de la Feria Internacional del Libro celebrada en 2006 en República Dominicana.
  2. Es Marcio Veloz Maggiolo el novelista dominicano que nos representa en la actualidad internacional, junto con Pedro Henríquez Ureña como filólogo, Juan Bosch como cuentista y Manuel del Cabral como poeta.
  3. Cfr. Bruno Rosario Candelier, Tendencias de la novela dominicana, Santiago de los Caballeros, PUCMM, 1988, pp.75ss.
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