REUNIÓN VIRTUAL DE LA ACADEMIA DOMINICANA DE LA LENGUA
Reseña
Miguelina Medina
La Academia Dominicana de la Lengua celebró su reunión virtual de diciembre con varias exposiciones de sus miembros. Con emotivas palabras iniciaron la sesión en esta modalidad telemática de académicos dominicanos e hispanoamericanos. En esta reunión participaron el doctor Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua; la doctora María José Rincón, académica numeraria y lexicógrafa de la institución; don Juan Carlos Vergara, director de la Academia Colombiana de la Lengua; don Francisco Arellano Oviedo, director de la Academia Nicaragüense de la Lengua; y varios académicos correspondientes, entre ellos Roberto Guzmán, desde Miami; la escritora argentina, conectada desde Kingston, doctora Nina Bruni, y varios académicos dominicanos.
Ana Margarita Hache: Informe del Congreso del Español del Caribe
El desarrollo del programa fue iniciado por la académica Ana Margarita Haché, miembro de número de la ADL, quien presentó una panorámica o resumen de tan exitosa organización. Expuso la profesora Haché que el Congreso Retorno al Español del Caribe, Realec 2020, fue una iniciativa de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra y de la Universidad de Indiana para reactivar y darle seguimiento a una tradición de congresos celebrados a nivel internacional.
Destacó que en los años 70 y 80 hubo una serie de simposios sobre la dialectología del Caribe, celebrándose el primero en Puerto Rico, en 1976, organizado por Humberto López Morales. Dijo que la sexta versión de estos congresos fue celebrada en la Pontificia Universidad Madre y Maestra organizada por Orlando Alba: “Para este congreso el término español “caribeño” comprendió cualquier variedad del español que se base en el contacto geográfico con el Caribe o que se derive de esta región, como el español puertorriqueño en Ohio, el español dominicano de Nueva York o el español hablado en Miami por cubanos”.
Señaló que la celebración de este evento académico en República Dominicana se acoge también a los estudios iniciados por Pedro Henríquez Ureña, quien, en palabras de Amado Alonso «le cabe el honor de haber sido el primero en plantear la interpretación genética de los principales caracteres del español americano sobre bases realistas y críticas, sin los prejuicios impresionistas que lo daban como una mera prolongación del lenguaje de los andaluces, y también fue el primero en describir y ordenar su complejidad regional anulando la idea simplificadora que de él hacían, hasta entonces, los lingüistas”.
Expresó que Pedro Henríquez Ureña, fue también el primer lingüista dominicano en caracterizar el habla de nuestro país con su obra El español en Santo Domingo publicada, en 1940, en la Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana. Dijo que “más tarde las informaciones de Henríquez Ureña fueron precisadas y superadas por el trabajo científico de Arturo Jimenes Sabater y publicadas en Más datos sobre el español dominicano”. Señaló que “desde su puesta en circulación esta obra fue valorada por José Joaquín Montes, del Instituto Caro y Cuervo, como un aporte útil a la dialectología hispanoamericana, considerando que sus informaciones mejoran notablemente nuestros conocimientos sobre el español de uno de los países claves del Caribe”: “A estos dos grandes intelectuales dominicanos se les rindió homenaje en Realec 2020 –consignó Ana Margarita–, dando a conocer nuevos estudios sobre el habla nacional de parte de investigadores como Orlando Alba, Luis Ortiz, Jacqueline Toribio, Junice Acosta, Bruno Rosario Candelier, María José Rincón, Yrene Pérez Guerra, José Alejandro Rodríguez, Ibeth Guzmán, Pedro Antonio Valdez, Merlyn de la Cruz, Silvina Bongiovanni, Erik Willis y Timothy Gupton”. Haché expuso que “durante cuatro días los participantes pudieron escuchar 25 ponencias que abordaron fenómenos lingüísticos en las áreas de fonética, fonología, morfología y sintaxis desde la perspectiva de la sociolingüística”. Señaló que “se prestó especial atención a aquellos estudios que se basaron en datos originales, ya sea porque se hubiesen recopilado recientemente o que hubieran vuelto a ser analizados desde otras perspectivas”.
La académica santiaguera hizo una descripción sintetizada de los trabajos presentados. «En los estudios en lexicografía: “Variantes léxicas y semánticas del español dominicano” a cargo de Bruno Rosario Candelier; “Un nuevo proyecto lexicográfico, el tesoro léxico dominicano”, a cargo de María José Rincón; “El uso de zoonismos en el español dominicano”, a cargo de Yrene Pérez Guerra y José Alejandro Rodríguez. En fonética y fonología: “Nasalización vocálica en el español de la Habana”, por Elizabeth Santana; “Comparación dialectal de consonantes nasales y vocales nasalizadas en Santo Domingo y Buenos Aires”, por Silvina Bongiovanni; “Un estudio acústico y sociolingüístico del proceso de desafricación de la africada ch en el español dominicano”, por Erik Willis y sus estudiantes de Indiana; “Variación de la variante múltiples en Puerto Rico”, por Iraida Galarza y Gibrán Delgado Díaz. Y en morfología: “La expresión y distribución del sujeto expletivo ello en el habla dominicana”, por Jacqueline Toribio y Bárbara Bulo; “Gramaticalización de los progresivos pasados en el español de Puerto Rico”, por Gibrán Delgado; “La expresión de futuridad en el español caribeño, su presente y su futuro”, por Rafael Orozco; “Respeto y familiaridad de las formas de tratamiento del español dominicano”, por Junice Acosta; “El verbo haber existencial en el Atlas lingüístico de Cuba”, a cargo de Elisa García. En sintaxis: “La posición del sujeto en construcciones intransitivas, orden de palabras en hablantes de herencias puertorriqueñas”, por Ángel Jiménez Fernández y Dahian Hiles; “La inversión del sujeto en el español caribeño, el caso de las oraciones exclamativas”, por Melvin González Rivera; y Merlyn de la Cruz: “Aspectos diacrónicos del español dominicano”. En estudios históricos y de valoración y actitudes: “El origen del español afrocaribeño, un caso de decriolización”, por Piero Visconte; el trabajo de Alba Arias: “El que es boricua que grite uepa, identidades de una comunidad puertorriqueña en la diáspora”».
Ana Margarita Haché dijo que dos temas centrales a nivel de plenarias abordaron grandes cuestionantes que formaron parte de la temática de este Congreso: «El Caribe hispánico: cómo nos percibimos en el Caribe Insular y en el Caribe Continental», por el doctor Luis Ortiz, de la Universidad de Puerto Rico; y «¿Existe un español antillano?», por Orlando Alba, de la Universidad de Brigham Young”. Subrayó que “el propósito de este evento académico fue darles visibilidad a estos trabajos entre especialistas y estudiantes de lingüística”.
Rita Evelin Díaz: “La lengua en la creación literaria”
Bajo el título “La lengua y el texto literario” abordó u vinculación con el desarrollo del lenguaje y el pensamiento. Explicó que “desde el momento en que el hombre quiere comunicarse, codificar y decodificar el mensaje, la lengua se socializa”. Dijo que “la socialización se vincula con la escuela, el grupo familiar, el poder entenderse y asumir hábitos diferentes a los que ya tiene establecidos, es decir, poder abandonar el código restringido”. Expuso que “en todo sistema de lengua encontramos la norma que posibilita que dicho sistema de lengua permanezca pese a los usos individuales del habla”. Agregó que “la lengua es la materia prima de la que se vale el creador –‘en nuestro caso el escritor’– y este utiliza la lengua de su entorno, la lengua de la que se vale para su comunicación, la lengua que le es propia para expresar sus circunstancias, el mundo que le ha tocado vivir: en fin, se vale de su lengua socializada, y de lo que representa para sus creaciones, para que estas tengan vida en la órbita dispuesta”.
Díaz Blanco señaló que “mucho antes de la aparición de la lingüística como ciencia, la filosofía había tratado el problema de la relación entre la palabra con la realidad objetiva, es decir, aquel problema de la referencia o la denotación y la discusión polémica de si las palabras traen consigo misma un significado arbitrario o si lo traen de manera ontológica, que a través de la historia lo que ha hecho es dividir grupos y teorías a favor o en contra de dichas realizaciones de la palabra”. Expresó que “esta sería la discusión más o menos básica que se mantenía hasta la llegada de Ferdinand de Saussure para quien la palabra es un signo que consta de expresión y contenido, ese concepto mental que tenemos de una realidad concreta o abstracta”: “Más adelante el significado del texto viene a convenir en contenido lingüístico actualizado por el habla, lo que llamamos la designación, parte de la referencia de los significados, actualizados en el texto a las realidades extralingüísticas”.
Rita Díaz subrayó que la designación o denotación es el valor informativo y referencial que tiene un texto y constituye un primer nivel de significación. Si pasamos al terreno de la literatura diremos que las obras literarias están hechas de palabras –‘como todos los textos: científicos, cotidianos’–, y que estas palabras tienen para los literatos un significado determinado”. Expresó que “las palabras que utiliza el literato llevan al lector al terreno que él quiere. ¿Por qué? Porque utiliza las palabras con un propósito específico, con un propósito particular que no es el de la referencia normal, no es simplemente dar las informaciones que obedecen a una realidad objetiva”. Explicó que “la realidad que construye el literato es una realidad que es superior, está más allá de los límites de la cotidianidad y de la costumbre”. Destacó que “los textos literarios operan, desde el pensamiento, en imagen que deriva en la creación de una realidad estética. La lengua aparece aquí ya no al servicio del significado per se, sino de la expresión de lo sensible, lo sublime, lo intuitivo, a través de la prosa creativa y fabulada, pero, también, del lenguaje poético”. Citó el decálogo de la creación que plantea Bruno Rosario Candelier en su obra El ánfora del lenguaje: «Pensar en imágenes, crear una realidad estética, vincular el contenido a elementos de la naturaleza, asociar las percepciones de lo real a varios sentidos, testimoniar la voz personal de la intuición estética, asignar un carácter simbólico a referentes comunes, crear una realidad verbal y estética y autónoma, canalizar el torrente irracional de lo imaginario y articular la estructura organizativa»”. “Estos elementos del texto literario –dijo– son básicos porque la palabra ya no está al servicio del significado sino al servicio de la expresión de otros elementos como a sensibilidad y la intuición creativa”. “Es indiscutible que el literato es un ser con altos dotes de sensibilidad, con un estado alterado de la conciencia y gran capacidad creativa”.
Luis Quezada Pérez: “La palabra en la valoración de las cosas”
“Quiero, de entrada, aclarar que no voy a hablar como filólogo –dijo Luis Quezada–, porque no lo soy. Soy, más bien, filósofo. El filólogo es un amante de la palabra, el filósofo es un amante del saber, o, en el mejor de los casos, un amante de la sabiduría. Por eso mi texto va en ese sentido”. Con un “primer epiten” que ha llamado “el poder de la palabra”, inició Luis Quezada su disertación: “Quiero iniciar mi exposición con un párrafo clarificador y muy penetrante del doctor Bruno Rosario Candelier en un ensayo titulado “El estudio de la lengua y el cultivo de las letras”, recogido en su libro El lenguaje de la creación: «La palabra confiere un singular poder al hablante con conciencia de la lengua: un don para nombrar las cosas, un poder para conceptualizar ideas, una convicción para edificar con la verdad nuestra conciencia, un vehículo para diseñar la visión del mundo y una dotación para testimoniar nuestra valoración de las cosas y crear una nueva realidad verbal con belleza y sentido»”.
“Como filósofo me atrevo a decir que las primeras cuatro manifestaciones del poder de la palabra, que expresa don Bruno, entran dentro de la categoría del Logos, que solamente incluye la episteme, es decir la verdad. Solamente la quinta, la última que él menciona, entra dentro de la categoría del Ágape, que incluye la ética y la estética. Esta última categoría –la axiología de las cosas por la palabra– solamente es alcanzable si superamos el Logos como finalidad del Ser y lo convertimos en mediación para llegar al Ágape, esa es mi preocupación desde hace más de treinta años en la filosofía que yo creo que este espacio me ha permitido expresar”.
El segundo punto de su disertación, Luis Quezada lo llamó “El ser como fuente de la palabra”: “Los filósofos cuando reflexionamos sobre algo siempre vamos al principio”. Dijo que “el tema fontanar de la filosofía es el tema del ser”. Explicó que “en toda la tradición filosófica griega, desde el siglo VI a. C., el Ser es Logos, es decir comunicación. El Logos es palabra, es decir expresión, la palabra es la expresión del ser; el Logos existe por el Nous, el Nous es el pensamiento, el hombre es el ser que piensa. Como decía Heidegger, el hombre es el ser que se pregunta por el Ser: porque piensa, piensa el ser; el Nous no solamente piensa, sino que nos piensa y porque piensa todo Es”: “Como filósofo me atrevo a decir que este es el horizonte filosófico planteado por la Modernidad y la Posmodernidad, todo esto que acabo de enumerar. La filosofía del siglo XXI si quiere liberarse de lo que yo llamo ‘la cárcel de Hegel’ –es el mayor sistematizador de la Modernidad– debe dar el salto a la transmodernidad, que nos lleva a superar el Logos, como finalidad del ser, y convertirlo en mediación del ser para alcanzar el Ágape. Aquí me inscribo en la tradición levinasiana –de Manuel Levinas– y de la filosofía latinoamericana de la Liberación («Dussel […], todos los filósofos latinoamericanos»)”.
“Tercer punto: el Logos desarrolla la conciencia y esta se formaliza a través del lenguaje. Bruno Rosario Candelier, en su obra El lenguaje de la creación, reflexiona con gran clarividencia lo siguiente: «Debemos al Logos el desarrollo de la conciencia. Las expresiones de la conciencia, el Logos las formaliza a través del lenguaje. El Logos funda la energía interior de la conciencia. Y esa energía interior de la conciencia canaliza la palabra, atributo exclusivo de la condición humana»”. Como filósofo puede decir que todo lo anterior es verdadero, pero sigue siendo una verdad a medias: el gran problema de envergadura del pensar filosófico lo constituyen los trascendentales del ser: la verdad, la bondad y la belleza, o, para decirlo de otra manera: la episteme, la ética y la estética. Son tres hermanas que troquelan el ser. El gran problema de la filosofía, desde los presocráticos hasta hoy, es que las tres hermanas, que deberían ser iguales, se deshermanaron y la episteme se convirtió en la hermanastra, en la hermana mayor, y con derecho al vasallaje a la ética y a la estética: el vasallaje de los trascendentales en favor de la episteme, trajo la dictadura del Logos. Desde los presocráticos hasta hoy, hasta Heidegger hemos tenido lo que yo llamo «la dictadura del Logos en el pensar filosófico»”: El Logos se convirtió en la finalidad del ser y no en la mediación del ser para llegar al Ágape, esa es la gran deconstrucción que tiene que realizar la filosofía del siglo XXI, con relación a 2500 años del pensamiento filosófico centrado en el Logos”.
“El cuarto puntito lo intitulo ‘El problema no resuelto entre la filosofía del siglo XX y del siglo XXI’. Pienso que el siglo XX fue la última expresión y la crisis de la Modernidad iniciada en el siglo XVI por Descartes […]. La Modernidad llegó sencillamente a esto, a esto llegó la Modernidad, no pasó de ahí: El ser es Logos («y eso es verdad, pero no toda la verdad»). La transmodernidad llega a la conclusión de que el Logos no es el fin del ser, sino medio para llega a algo; el Logos es mediación no finalidad. Entonces ¿cuál es la finalidad? Si lograra centrarlo en una sola frase diría así: «El ser es Logos para llegar al Ágape»: si el ser es Logos como finalidad nos quedamos en el saber. Si el ser es Logos para llegar al ágape, alcanzamos, entonces, la sabiduría”. «La filosofía desde siempre no ha sido, curiosamente, amor al saber –explicó–, sino amor a la sabiduría, pero no ha llegado a esta porque se quedó estancada en el Logos y no alcanzó el Ágape. De ahí que Levinas le da una vuelta al planteamiento etimológico de la palabra ‘filosofía’ y la visualiza no como amor a la sabiduría sino como ‘sabiduría del amor’».
Bruno Rosario Candelier: “La sensibilidad en el arte de la creación verbal”
“Desde el punto de vista teorético, la palabra, o la creación que se hace con la palabra o el Logos y sus manifestaciones intelectuales, pueden ser asumidas desde cualquier perspectiva teorética: desde la filosofía, la filología, la teología, la literatura, la lexicografía. Es decir, cada saber puede dar una explicación («y normalmente esa explicación es válida») y, desde luego, a veces contradicen otras explicaciones. Por ejemplo: cuando Luis Quezada hablaba del Logos y que la orientación mística se aparta del Logos, yo no creo del todo en eso. ¿Saben por qué? Porque quien concibió la idea del Logos –«que fue Heráclito de Éfeso»–, al intuir esa genial idea la entendió como una dotación sagrada de la conciencia, y si es una dotación sagrada, tiene una vertiente mística porque todas las manifestaciones humanas –«físicas, morales, estéticas, espirituales, científicas, artísticas»–, pueden empatarse con el Logos porque el Logos es la energía, el camino, el medio de realización”.
“Este tema tiene que ver con la sensibilidad, la lengua y la creación, desde ese punto de vista, tenemos un cuerpo, un alma y un espíritu. Entonces, el cuerpo nos conecta, sensorialmente, con la realidad, y en función de esa conexión de nuestro cuerpo –porque entra en contacto con los datos sensoriales de las cosas–, la sensibilidad conforma un caudal de conocimientos que se llama sensorio”. Explicó que “del sensorio hace acopio el intelecto, es decir, el Logos, para crear. De manera que interviene el cerebro humano en la creación –o, si ustedes quieren, la conciencia–, mediante el conocimiento de las cosas, y mediante el uso de las palabras hace uso de eso que acumula nuestra sensibilidad y produce un saber especial”: “Todos los seres humanos producimos un saber especial. A ese “saber especial” yo le llamo «saperemia», porque es un ‘producto intelectual y estético, conceptual y sensorial, nacido de la experiencia que elaboramos de la realidad’”.
Rosario Candelier agregó que “permanentemente estamos experimentando nuevas sensaciones de las cosas, nuevas percepciones de los efluvios del Universo”. Explicó que “el ser humano es como un centro de acopio de esos efluvios supraestelares y de esas sensaciones materiales de lo viviente”: “De ahí la capacidad de creación, que se formaliza en el lenguaje, y cuando se trata de una creación literaria, naturalmente, tiene esa dimensión más allá de lo referencial y que tiene que ver con la parte connotativa del lenguaje, mediante las aplicaciones comparativas y simbólicas que hacemos en el arte de la creación verbal”. La palabra es nuestro instrumento de comunicación y de creación, pero la palabra al mismo tiempo, canaliza lo que intuye nuestro ser. Todo ese caudal de conocimientos, de sensaciones, de vivencias e intuiciones, y en esa formalización de lo que conocemos, pensamos y sentimos, intervienen la conciencia y la sensibilidad en una coparticipación de la energía humana, de la energía creadora que el Logos se encarga de materializar en la palabra”: “De ahí que una institución como la Academia Dominicana de la Lengua, y todas las Academias, que tienen como objetivo velar por el conocimiento de la lengua, potenciar su estudio, insuflar en los hablantes un amor por este instrumento de conocimiento y de creación que henos heredado, y, desde luego, de contribuir al crecimiento de la conciencia y de todos los saberes posibles, mediante la palabra, que es el centro de nuestra atención y de nuestro interés, desde el punto de vista lexicográfico semántico, cultural, filosófico, estético y espiritual”.
Ofelia Berrido: María José, ¿me puedes dar un turno?
María José Rincón: Claro, por supuesto. Adelante, Ofelia.
Ofelia Berrido: Voy a decir dos o tres cosas para que me respondan don Bruno o don Luis, si es que hay algo que responder. En realidad no es una pregunta, pero yo tengo muy arraizado en mí la cuestión del verbo como misterio. Lo tengo muy enraizado eso de que nosotros, como seres humanos, no somos capaces de revelar con el lenguaje ordinario que usamos el verbo. Sí vamos a las tradiciones, por ejemplo, por escoger una, una de las primeras en Occidente, no la griega, sino la hebrea. Para ellos cada letra presente en ese signo, es un símbolo y representan mundos. Una sola letra es un mundo y cuando uno une esas letras en una palabra, uno ha creado mundos. Y según ellos la creación del mundo, eso hace la palabra. Entonces, cuando hablamos del Logos, no estamos hablando solamente de una palabra, de un pensamiento; estamos hablando de la creación de mundos. Entonces, me interesa mucho la opinión de don Bruno porque ese es uno de los temas preferidos de él: el Logos y todas estas cosas. Y yo quisiera que él me dijera qué le interesa a él de eso que yo estoy hablando, porque dentro de las tradiciones de los griegos está la palabra como ley universal. Aquí estamos hablando que a través de la palabra se creó el mundo y se crearon las leyes que rigen el Universo. Entonces, si estamos hablando de eso, cuando utilizamos el Logos para referirnos nada más a lo lingüístico, a lo no sé qué, estamos limitando lo que sería ese misterio del Logos, ese misterio de la palabra.
BRC: Gracias, Ofelia. Todo lo que tú has planteado de alguna manera empalma con las diversas corrientes místicas en todas las culturas del mundo y coincide en lo que tú señalaste al principio, no solamente con lo que plantean los hebreos, sino también lo que plantean los taoístas, los budistas y los sufistas, los chamanes. El concepto del Logos como misterio de alguna manera hay que entenderlo como una dimensión diferente de la misma realidad léxica y semántica. De tal manera, que podemos hablar de la palabra que interpreta la realidad, y de las creaciones verbales que hacemos los humanos, y de las palabras que abordan y perfilan la realidad. Es decir, son tres niveles diferentes (la realidad verbal, la realidad real y la realidad creada por la palabra, es decir, son tres vertientes diferentes y todas son válidas, profundas, iluminadoras. Claro que siempre hay un misterio que no comprendemos, porque no tenemos la capacidad para comprenderlo todo, ni para intuirlo todo, ni para recibir la revelación plena del más allá. Tenemos la capacidad para intentar la comprensión de lo viviente, para intentar la comprensión de la palabra y profundizar en su sentido profundo, que siempre ilumina y ahí la grandeza de los creadores que hacen uso de la palabra para testimoniar su visión del mundo, para testimoniar sus intuiciones y vivencias y canalizar las revelaciones que reciben de los mundos sutiles. Entonces aquí la incógnita que plantea el Verbo como misterio, que siempre tendrá una dimensión mistérica, siempre habrá una connotación profunda y secreta y entrañable dentro de la hondura de la palabra para comprenderla, sentirla y disfrutarla, porque no hay mayor placer que entender las manifestaciones complejas de la realidad, aunque también habrá siempre una vertiente a la que nunca llegaríamos en atención a la limitación que sensorial e intelectualmente tenemos. Vamos a escuchar la interpretación teológica de Luis Quezada.
Luis Quezada: Gracias, don Bruno. Yo les dije a ustedes que este planteamiento así como tan breve sobre cuestiones tan centrada en el mundo filosófico y teológico podría crear una lucha conceptual. Yo lo dije desde el principio. Yo le voy a plantear bien, es decir, no hay una fuerte contradicción. Yo les voy a decir cuál es el problema. El problema está en que en la tradición griega se hizo un reduccionismo del Logos. Es decir, en la tradición semita se habla del Logos, del Tamar, pero lo habla en un sentido del verbo –don Bruno lo dijo muy claro-, del Logos como misterio, pero en la tradición semita ese misterio es relación, no razón. Ahí está la gran diferencia entre la antropología semita y la antropología griega. El Logos para el griego es razón. El Logos para el semita es relación. Entonces, por eso les digo que hay un reduccionismo del Logos en la tradición griega, que es la tradición que ha marcado desde los presocráticos hasta el día de hoy y se ha omitido la relacionalidad, que es precisamente la connotación fundamental del mundo semita y por eso el pensamiento cartesiano, el pensamiento de la modernidad, termina en lo que llaman hoy los filósofos la mismidad, o sea, el pienso y luego existo, que es la confirmación de la mismidad, no de la otredad. De manera que la gran discusión que hoy tenemos los filósofos sobre el concepto del Logos estriba en todo lo que la antropología entiende. La antropología filosófica semita entiende relacionalidad, relación; y la antropología griega entiende la razón, sencillamente. Fíjense, yo acabo de leer el último libro de don Bruno, que es La sabiduría sagrada. A mi modo de ver, yo he leído todos los libros de don Bruno. Y creo que este libro trasciende muchas de las cosas que él había dicho en libros anteriores a este donde están los planteamientos que él hace. Y yo creo que aquí ya, en el fondo, Bruno está planteando precisamente el Logos, que es una de las cosas que yo voy a demostrar, el Logos como relacionalidad, más que el Logos como razón. Esa es mi teoría.
BRC: Muy hermosa tu interpretación, Luis. En todo lo que tú has dicho, en lo que planteó Ofelia y en parte de lo que he dicho hay tres vertientes del Logos:
- El Logos como signo, que estudian los filólogos, los lexicógrafos, los gramáticos. Estudio que es necesario que lexicógrafos y gramáticos lo hagan para darnos a comprender el sentido formal de la palabra. Ese trabajo es indispensable, que hacen lingüistas, lexicógrafos y filólogos.
- El Logos como vinculación. Es lo mismo que decía Luis, “Relación”. El Logos nos vincula con todo. Nos vincula con la Divinidad, que es nuestro origen, y nos vincula con la humanidad y con la realidad sensorial, que es nuestra conexión inevitable y, además, necesaria. Y con nuestra conciencia y cuanto nos rodea.
- El Logos como creación, porque es mediante el Logos como canalizamos lo que concebimos, intuimos y sentimos. Y entonces, estas tres dimensiones son fundamentales para el estudio y la comprensión del Logos en cualquier teoría filosófica, científica, cuántica o de la índole que fuere. Es importante profundizar en la palabra, porque la palabra es lo que nos justifica. No me refiero solo como académicos, sino como humanos, como hablantes. Es lo que nos distingue de los animales y las plantas.
Bruno Rosario Candelier agradeció con regocijo cada ponencia de los disertantes. A Ana Margarita Haché le expresó su reconocimiento de esta manera: “Muchísimas gracias, a ti, Ana Margarita. Como siempre, todo lo que tú haces, es maravilloso”.
Por mi parte, expreso que el rubor es la expresión sublime que no podré transcribir de este encuentro, pero que sirvan estas palabras testimoniales que transcribo de los académicos como la esencia pura de sus sentimientos en esta tarde literaria, cuya virtualidad, a veces, parecía solo de nombre, pues la cercanía era tan cierta que anulaba las distancias.
La primera parte de esta sesión concluyó con un poema de don Francisco Arellano: “Corazón borón bombón”:
Bombón, borón bon bon, borón bombón
mi estéreo corazón toca al amor.
Bombón, borón bon bon, borón bon bon.
Amor, ¿vas a escuchar mi corazón, inquieto,
ultracampeón del dulce amor?
Bon, borón bon bon, borón bon bon
No olvides nunca amar, Amor-Amor
que ya tu corazón debe danzar igual que el mar
el mar lleno de amor.
Bon bon, borón bon bon, borón bon bon
Amor, pon a bailar tu corazón
al ritmo del trombón y diapasón.
Bombón, borón bon bon, borón bon bon
Amor, amar, el mar…
Francisco Arellano tomó la palabra para enviar su bendición a los pueblos con motivo de Navidad: “Me alegra haber participado en esta sesión de trabajo tan maravillosa y tan bien organizada por la Academia Dominicana, tan sustantiva por la expresión de los expositores. Yo los felicito, realmente, por esta sesión y por esta altura del pensamiento. Quiero aprovechar para saludarlos en nombre de la Academia Nicaragüense en este contexto de final de año, de Navidad y próximo Año Nuevo, aunque estamos cerrando un año con muchas dificultades aquí en el Caribe, con huracanes, pandemia y otros fenómenos. Pero, pues, nosotros elevamos nuestras oraciones para bien de la humanidad, de nuestros pueblos vecinos, de nuestros colegas académicos que este mensaje de paz y hermandad y que el cariño llegue a la Academia en República Dominicana. Muchas gracias.
—BRC: Muchísimas gracias, querido Francisco Arellano, por tu conexión y tu aporte.
Juan Carlos Vergara desde Colombia, Francisco Arellano desde Nicaragua, Nina Bruni desde Jamaica, Roberto Guzmán desde Miami, y desde sus respectivos hogares dominicanos expresaron su complacencia los académicos Juan Freddy Armando, Emilia Pereyra, fray Jit Manuel Castillo, Ofelia Berrido, Rafael Hernández, Miguel Solano, Eduardo Gautreaux, Ruth Ruiz, Rita Díaz, Luis Quezada Pérez, María José Rincón, Ana Margarita Haché y Bruno Rosario Candelier, quienes reiteraron su agradecimiento al cierre.
Los participantes expusieron sus criterios libremente, con la libertad que da la dirección de un líder que ha demostrado aceptación a la diversidad de los conceptos. Así lo ha evidenciado el doctor Rosario Candelier. Repito sus palabras: “Desde el punto de vista teorético, la palabra o la creación que se hace con la palabra o el Logos, y todas las manifestaciones intelectuales, pueden ser asumidas desde cualquier perspectiva: desde la filosofía, la filología, la teología, la literatura. Es, decir, cada saber puede dar una explicación del mundo con eficacia y validez”.
Finalmente, el académico, sacerdote y poeta místico, fray Jit Manuel Castillo, leyó su poema “En la voz del silencio”, último texto de su poemario místico, publicado en 2017:
Un artículo
delante del verbo
anticipa un adjetivo:
símil de las sombras
donde afloran los versos.
Anatomía del lenguaje,
las letras sin contorno
en mi mente callada:
el iris de Tus ojos
oculta las imágenes.
Augurio
de una Palabra
que se resiste al silencio:
metáfora de la Luz
donde muere El poema.
Y con las siguientes palabras, llenas de mística emoción, don Bruno Rosario Candelier dio cierre formal a la sesión académica: “¡Precioso!”, calificó el poema de Jit Manuel Castillo que parece pensando en todo lo que se ha dicho esta noche y subrayó: “Una interpretación poética del lenguaje como misterio, del lenguaje como vínculo y del lenguaje como inspiración divina. Así que enhorabuena, querido Jit Manuel, por tu hermosa creación. Y gracias a todos ustedes por su presencia virtual. Que Dios nos siga iluminando a todos con salud, entusiasmo y vida”.
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