La obra lexicográfica de Roberto Guzmán

La obra lexicográfica de Roberto Guzmán

EN SUS PUBLICACIONES DE PALABRA EN PALABRA

 

Por Miguelina Medina 

 

Inicio esta reseña con una transcripción de uno de los temas tratados por el autor en esta obra, y que funja como ilustración de lo que será la presentación de la misma, realizada por Fabio Guzmán Ariza:

«DESORDEN – TRASTORNO»  

  1. C., un médico de origen cubano libanés en el Centro de Investigación de Desórdenes del sueño, en Miami.    

   Hace ya un tiempo que los hablantes y escribientes del español están causando un desorden en el seno del español. El desorden lo provoca el mal uso que hacen de esa palabra, en lugar de la otra que aparece en el título. Todo nace de que en inglés la voz disorder se utiliza en asunto de la salud. La voz guarda o tiene algún parecido en su pronunciación con el vocablo desorden del español. En inglés un disorder de la salud es una condición anormal física o mental.  Lo que en inglés es un disorder, en español es un “desarreglo, un trastorno”. Es una anormalidad funcional. Es un estado patológico físico o psíquico. El Diccionario de términos médicos inglés-español, español-inglés de Ruiz Torres, 1986, tiene ese concepto. Tiene ese diccionario ejemplos para ilustrar el uso, tales como “desarreglo afectivo, trastorno del carácter, desarreglo de la conducta, trastorno de la personalidad”. 

   El Diccionario médico español-inglés, inglés-español de Herrera y Grabb (1996) no está tan claro en cuanto a este concepto. Menciona a desarreglo y trastorno como equivalentes, pero el primero que ofrece es desorden. En este punto no fue acertado.  En español el desorden es la confusión y alteración del orden. Se dice y escribe acerca de alguien que tiene “las facultades mentales alteradas”, no desordenadas. En materia de orden y disciplina, el desorden es una perturbación en un grupo, en una reunión o en una comunidad de personas. Es un disturbio que altera la tranquilidad pública. Por último, es un exceso o abuso. En cuanto a trastorno, es una “alteración leve de la salud”. Se habla de trastorno mental. Un trastorno de salud es un síntoma de enfermedades. Cuando una persona sufre un trastorno se le altera la normalidad de la vida. En el aspecto de la salud, si sufre un trastorno se le altera el estado físico o mental. En la lengua común, el desorden es una confusión, un desconcierto, una falta de orden. Hay desarreglo, que fue una de las equivalencias sugeridas por Ruiz Torres, citado antes, cuando se produce una irregularidad en el género de vida.  

 

Historia de la conformación de esta obra

Al hacer la reseña de esta obra es necesario advertir algunos detalles de su historia, pues tiene una historia que contar previo a su conformación como tal. Fabio Guzmán Ariza, en su presentación, cuenta que Roberto Guzmán «está casado con Carol Guzmán, doctora en Antropología» y que «fue precisamente su esposa Carol quien lo persuadió a escribir […], razonándole que le serviría de terapia para la irritación que le causaba el spanglish de los periódicos miamenses. Así comenzó a escribir unos “Comentarios sabatinos” para distribuir entre amigos y conocidos, que al poco tiempo se convirtieron en la columna “De palabra en palabra” publicada semanalmente, primero en los periódicos digitales Los Nuevos Tiempos Digital y Clave Digital, y, hoy día, en el diario digital Acento.com.do». Fabio Guzmán expone que «a esta fecha, Roberto Guzmán lleva nueve años entregando al mundo hispanohablante perlas lingüísticas como las que adornan esta antología, sábado tras sábado, con una regularidad pasmosa y envidiable». Y añade, don Fabio Guzmán, que «es inimaginable una mayor prueba de amor a nuestro idioma» (p. x).

 

De palabra en palabra, antología

    Guzmán Ariza ha expresado que «De palabra en palabra no es una simple recopilación de escritos publicados a lo largo de años que se quiere hacer pasar por una obra». Explica que «hay varios hilos conductores que le dan unidad y coherencia a los artículos que la componen, atándolos en tres temas centrales y recurrentes» (p. x). Leamos la explicación de Fabio Guzmán respecto a estos “hilos conductores” a los que se refiere:

  1. «De palabra en palabraadopta para sí este aforismo¹ del estadounidense Mark Twain en 1888: “La diferencia entre la palabra adecuada y la casi correcta es verdaderamente enorme; como el que separa el rayo de la luciérnaga”». Asumido como «tema central» Fabio Guzmán explica que «el autor lo adopta “señalando en artículo tras artículo la necesidad de que el escritor escoja las palabras con milimétrica precisión”».
  2. «El autor desarrolla en su libro el tema: el idioma español tiene un léxico riquísimo que la mayoría de los escritores no aprovechapor sufrir […] de haraganería mental o escasez de conocimientos. El escritor promedio recurre poco a los diccionarios, actuando como si se los hubiesen escondido».
  3. «La penetración del inglés en el español, la que se extiende, a su decir, “como la mala hierba”».

 

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¹ Aforismo: “Máxima o sentencia que se propone como pauta en alguna ciencia o arte”, DLE.

 

Carácter de la obra

Al inicio de la reseña coloqué un artículo que representa el carácter de esta obra, surgida, como ya hemos visto, de la necesidad de orientar y corregir el mal uso del idioma español. Por consiguiente, cuando leemos los temas que desarrolla el autor — explicados por Fabio Guzmán Ariza—, vemos que destacan expresiones disciplinarias y enérgicas. El autor como estudioso de nuestro idioma, en sus investigaciones permanentes, ha encontrado que muchos hablantes usan mal el idioma y propagan este mal uso. El autor llama la atención con amor pero también con fuertes dictámenes. En el primer artículo citado en esta reseña, “DESORDEN – TRASTORNO” (pp. 116, 117), pudimos notar la confrontación de términos mediante las consultas minuciosas a diferentes diccionarios, por parte del autor, y expuestos con sus argumentos correctivos.

Sobre los anglicismos y extranjerismos

Fabio Guzmán puntualiza que «en la obra se adopta la posición de no rechazar de plano todos los anglicismos o extranjerismos, que como sabemos han nutrido al español desde sus comienzos, pero sí la de rechazar los préstamos innecesarios y las contaminaciones sintácticas que fácilmente podrían evitarse con solo buscar la palabra, frase o giro idóneo en español» (p. xi).

«Para entender bien el porqué De palabra en palabra»

Guzmán Ariza expone, además, que «para entender bien el porqué de De palabra en palabra hay que conocer quién es su autor». Y destaca que «Roberto Guzmán es políglota: habla español, inglés, francés, portugués y criollo haitiano; y lee el italiano». Dice que «desde muy joven sintió pasión por las lenguas, especialmente por la suya». Expone que «el autor estudió Lenguas Extranjeras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y en las universidades de París y Burdeos». «Desde 1988 vive en Miami Beach, Estados Unidos, donde trabaja de intérprete y traductor para cinco idiomas», puntualizó (pp. ix, x).

Método de estudio utilizado por el autor en esta obra

Fabio Guzmán explica que «el método que utiliza Roberto Guzmán en De palabra en palabra consiste en colocar como tema al comienzo de cada artículo una palabra o frase, cuyo uso luego escribe y examina –con la ayuda de un impresionante repertorio de obras lexicográficas–, y finalmente valora con singular agudeza, humor y sentido común». Dice que «por lo general, cada palabra o frase viene seguida de una cita tomada de la prensa escrita en español de los Estados Unidos […]. La cita ilustra el uso o abuso de la palabra o frase que es objeto de análisis» (p. ix).

 Recomendaciones del autor a los traductores

Fabio Guzmán expone que «el autor recomienda a los traductores no ceder al primer impulso de colocar la palabra que primero le viene a la memoria, sino encontrar la que exprese mejor la idea de acuerdo con el genio de la lengua española, la cual, como se ha dicho, es muy rica».

Testimonio del autor

Durante los últimos doce años mis lecturas han sido solo acerca de las lenguas. Me encanta la lingüística. Me apasiona la lexicología. La lexicografía me llama. La semántica me entretiene. El dominio de las lenguas extranjeras me ha ayudado. Es cierto, leo diccionarios de la A a la Z. A veces leo el mismo más de una vez. Poseo más de 500 diccionarios. No me interesan los reconocimientos. Me basta con el deber cumplido².

Fabio Guzmán Ariza comparte en su presentación una nota especial sobre el autor que quizás está ahí porque, como ya sabemos, toda obra “cumple una función social” y “cada quien encuentra en ella” aunque no busque. “El escritor cuando escribe intuye, recibe ideas que fluyen en el aire buscando un pensamiento en donde posarse” (BRC)³. Cuando Fabio Guzmán escribe que el autor «por compromiso familiar estudió Derecho; por amor, Lenguas Extrajeras» (p. ix), está ayudando a muchos a comprender su propia historia. Quizás esas disciplinas fueron fruto de esos pasos que les estaban destinados para alcanzar esa “espiritualidad fecunda” de la que habla don Bruno Rosario Candelier, maestro del Interiorismo, que “forja la conciencia para asumir la propia vida y entender el sentido” que de otra forma no llegaría a comprender. Es para nutrir ese “pequeño universo” del que nos toca dar testimonio. Ilustro esta reflexión con un ejemplo: Tchaikovsky, el gran músico nacido en 1840, fue inducido a estudiar una carrera por compromiso familiar y luego estudió música su pasión: A los años de su plácida infancia se remontan los primeros estudios teóricos y las primeras experiencias musicales, entre ellas la ópera Don Giovanni de Mozart, que dejó una huella imborrable en el ánimo del muchacho. Desde entonces se dedicó siempre al estudio del arte, aunque, por deseo de su padre, se matriculó en la facultad de derecho de San Petersburgo y, conseguido el título de leyes, aceptó un puesto en el Ministerio de Justicia, en el que, sin embargo, no permaneció mucho tiempo: en 1863 renunció al empleo para poder asistir al curso de composición que Anton Rubinstein impartía en el Conservatorio de San Petersburgo. (https://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/chaikovski.htm).

«Sencillo, erudito y genial»

Transcribo de igual forma el texto ilustrativo que cita Fabio Guzmán Ariza en su presentación. Expresa que «no todo en De palabra en palabra es censura y reprobación». Destaca que «hay también buen uso del idioma, admiración por lo ingenioso y lo nuestro». Dice: «Como muestra reproduzco parte del artículo sobre serpentinero, sinónimo de lanzador en la jerga beisbolera latinoamericana» (pp. xi, xii). Y puntualiza que este artículo «es a la vez sencillo, erudito y genial como son los demás artículos de la antología». Consigna que “la Fundación Guzmán Ariza, Pro Academia Dominicana de la Lengua se regocija de haber auspiciado su publicación»: Lo que se trata…es de desentrañar el origen de la palabra, es decir, dar con el motivo que impulsó a alguien  a utilizar el nombre. Las serpentinas son las “tiras de papel arrollada que en días de carnaval u otras fiestas y diversiones se arrojan unas personas a otras, teniéndolas sujetas por un extremo”. Hay que convenir por fuerza que la venerada asociación madrileña de la lengua con esta definición deshizo una serpentina de palabras para poder explicar el concepto. La idea que se encuentra en el origen del término en estudio es que el lanzador lo que lanza son envíos indescifrables, que serpentean, por aquello de que son curvas. La alegoría se comprenderá mejor si el vocablo aludiese a serpiente y no a serpentina o serpentín. Lo que es relativo a la serpiente es lo serpentino(a). Lo que se hace a modo de serpiente, se expresa mediante el adverbio serpentinamente. En poesía lo que serpentea es también serpentino.  El lanzador del béisbol muy probablemente lo que tira son envíos que serpentean, que se mueven formando vueltas y tornos como la serpiente. Hay que alegrarse de que el irrespeto a la lengua le añada más sabor al deporte mencionado. 

En el tema: «HACIA-CON», el autor expresa que «si una persona permanece hermética, es decir, cerrada, no lo hace hacía como escribió el redactor (…que se mantuvo hermético HACIA la prensa durante el proceso judicial…), sino con, porque lo que se destaca es que la persona así mencionada no se abre, no se comunica con los periodistas». Puntualiza que «cuando a una persona se le aplica este calificativo, se le señala por ser muy reservado; si en cambio se usa para objetos o sistemas, entonces es “impenetrable”, que no permite ni la entrada de gas». Explica que «una persona puede ser reservada en su trato con otras o en la comunicación con ellas. Si se escoge demostrar reservas frente a algún grupo de personas, como en el caso de los periodistas, en el caso del texto de la prensa, entonces se muestra reservado frente a la prensa». Y añade: “Todo el inconveniente se resolvía usando con” (p. 183).

Vamos a recordar lo que señaló Fabio Guzmán Ariza como tema central de esta obra: «De palabra en palabra adopta para sí este aforismo: “La diferencia entre la palabra adecuada y la casi correcta es verdaderamente enorme; como el que separa el rayo de la luciérnaga”» (ver pág. 2 de esta reseña).

Para terminar, transcribo otro “blanco” (p. xi), como también llamara Fabio Guzmán a estos temas motivadores de estos estudios de nuestro autor. Y es, precisamente, lo que él no desea que el lector haga al leer esta obra: caso omiso (p. 182). Él desea que el hablante y el escritor de la lengua española alcance el refinamiento en sus expresiones verbales, en la elaboración de sus conceptos y en el uso espontáneo de sus vocablos. Bueno, esta reseña, igualmente, podría ser evaluada por el autor, pero estamos en la mejor disposición de corregir nuestras faltas, correcciones que, habiendo entendido las tonalidades del disciplinado autor, y sus contextos, serán como escuchar una melodía de grandes maestros:

 

«HACER CASO OMISO * A – HACER CASO OMISO DE» 

Haciendo caso omiso a las presiones y protestas de los sindicatos de maestros y empleados… Lo que se copió en la oración anterior se tomó de la primera página, del principal artículo del día. Era la primera línea de la página. Se imagina uno que la idea que se hacen los lectores de un periódico así debe ser muy pobre, por lo menos en lo que concierne a la corrección de la lengua. Es una pena que haya aún quien no sepa que la forma correcta de usar la expresión “hacer caso omiso” es con la preposición “de”. No debe confundirse con el simple hacer caso, que puede ir en compañía de las dos preposiciones del título. Para que no se olvide el contenido de la expresión, esta significa “no hacer caso”. Con el verbo hacer y con caso existen otros giros que son muy expresivos de la lengua diaria. Hacer caso (a, de) es prestar atención o mostrar consideración. “Hacer al caso”, menos frecuente que la anterior, es tener la cosa de que se trata relación con lo que se está tratando o interés para ello.

Muchas gracias, señor Roberto Guzmán, por su hermosa labor a favor de la lengua española, de las demás lenguas que conoce y de sus hablantes.

Roberto Guzmán, De palabra en palabra, Santo Domingo,  Fundación Guzmán Ariza pro Academia de la Lengua, 2011. Roberto Guzmán es miembro correspondiente de la ADL.

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² Bruno Rosario Candelier, El genio de la lengua, Santo Domingo, ADL, 2016, p. 402.

³ (BRC): Bruno Rosario Candelier.

Nota: En la actualidad el autor continúa con sus publicaciones semanales. Puede leerse “CORSO FLORIDO”, artículo de Roberto Guzmán, de fecha 4 de agosto de 2020, en Acento.com (https://acento.com.do/opinion/corso-florido-8845376.html).

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