CONFERENCIA VIRTUAL DE MANUEL NÚÑEZ ASENCIO EN LA PUCMM
“Los aportes de Pedro Henríquez Ureña a los estudios de la lengua y la literatura”
Por Manuel Núñez Asencio, miembro de la ADL
6 de julio de 2020, 3:00 pm
“Bienvenidos a la virtualidad”. Con esas palabras dio inicio a la reunión virtual, organizada por la Escuela de Lengua de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, en Santo Domingo, coordinada por el profesor José Alejandro Rodríguez. Dio la bienvenida a los participantes de la conferencia titulada “Los aportes de Pedro Henríquez Ureña a los estudios de la lengua y la literatura”. Dicha conferencia se realizó en ocasión del 136.º aniversario del natalicio de Pedro Henríquez Ureña. El conferencista invitado es el académico Manuel Núñez Asencio, miembro numerario de la Academia Dominicana de la Lengua, quien compartió con estudiantes de la carrera de Educación y otros invitados sus conocimientos sobre el ilustre escritor dominicano.
José Alejandro Rodríguez, coordinador de la reunión y profesor de dicha universidad, expresó que estas reuniones virtuales son “las tendencias de ahora en adelante y tenemos que acostumbrarnos a esta operatividad”. Luego de reunidos los participantes, el profesor expresó que “cada año la PUCMM realiza en conmemoración al natalicio de Pedro Henríquez Ureña” y que “este año, a pesar de la situación de pandemia que estamos viviendo no quisimos dejar pasar por alto este encuentro. Agradecemos a la Academia Dominicana de la Lengua en la persona de su director, doctor Bruno Rosario Candelier, por habernos permitido tener como invitado a Manuel Núñez, miembro de la ADL, y hoy nos honra con su distinguida presencia”.
El profesor Rodríguez leyó breve semblanza del conferencista invitado en la cual destacaba que “es licenciado en Literaturas Modernas y Lingüística por la Universidad de Paris; completó los cursos del doctorado en Texas; en su ejercicio profesional ha sido director del departamento de Filosofía y Letras en la Universidad Tecnológica de Santiago; es profesor de lingüística y literatura. Ha sido profesor de la Maestría de Lingüística Aplicada, en INTEC y la Universidad Autónoma de Santo Domingo; es miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua y miembro correspondiente de la Real Academia Española; de la Academia de Ciencias y responsable de la Comisión Lingüística; es profesor en la Maestría de Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma”.
Al tomar la palabra el conferencista Manuel Núñez expuso: “Para mí es un gran honor hablar de Pedro Henríquez Ureña porque es la máxima figura intelectual, con una vida singular, porque es un hombre que se forma en el seno de una de las familias más importantes de las letras nacionales, que es la familia de Salomé Ureña y de Francisco Henríquez y Carvajal”. Expresó que “desde su comienzo como intelectual Pedro se destacó como una figura excepcional”. Basado en una crítica literaria que se hiciera sobre la vida de Pedro Henríquez Ureña, Núñez Asencio cuenta que “siendo Pedro un niño de once años se le preguntó en la escuela, delante de unos invitados que estaban ante el director de la clase, que cuál era la capital de Curazao y, desde luego, nadie sabía en el salón de clases, ni siquiera quien hizo la pregunta tenía la claridad de cuál era la capital de Curazao y Pedro dijo que la capital de Curazao era Willemstad. Y esto desde luego despertó la curiosidad, porque desde su infancia es un personaje excepcional”. Otro dato anecdótico que citaba el académico es que “siendo Pedro un niño fue a comprar las obras de Shakespeare y el librero le dijo «llama a tu papá», porque realmente un niño de doce años no suele leer a Shakespeare; sin embargo, cuando el padre fue, Federico Henríquez y Carvajal, le entregó tanto a él como a Max, su hermano, las obras completas de Shakespeare”.
Explicó Manuel Núñez que en “esa familia en la cual surgió, su madre, Salomé Ureña, la gran poeta de la República Dominicana, tenía en su casa un salón literario con sus alumnas”. Dijo que todas esas mujeres que se dedicaron a la educación, que fueron alumnas de Salomé, sirvieron de base a la educación infantil de Pedro, y en ese ambiente intelectual se fue fraguando la personalidad de Pedro Henríquez Ureña al punto de que la propia Salomé le escribió un poema diciendo que su niño era «el soldado», que su niño era «adelantando», que iba a ser parte de una nueva estirpe intelectual en la República Dominicana”.
Dijo Núñez que Pedro Henríquez Ureña “salió joven del país, salió a los dieciséis años en el momento en que Juan Isidro Jimenes, amigo de su padre, tuvo exiliado, durante los últimos años de la dictadura de Ulises Heureaux: Henríquez y Carvajal se tuvo que ir a Cabo Haitiano, y Salomé, que padecía de tuberculosis, estaba en Puerto Plata. Pedro aprendió francés en Cabo Haitiano y aprendió a leer y a escribir el francés perfectamente. Y, entonces, tan pronto Pedro llegó al bachillerato, Francisco Henríquez y Carbajal decidió enviarlo para su educación a los Estados Unidos, cuando Henríquez y Carvajal tenía el cargo de Canciller de la República”. Explicó que “en esa primera estancia Pedro aprendió inglés, asistió a muchas de las conferencias en los Estados Unidos y al año siguiente se fueron a La Habana, y allí continuó sus estudios y posteriormente se fue a México”. Dijo que Pedro publicó su primer libro en La Habana que se llama Ensayos críticos, y en esos ensayos ya se presentaba como un maestro, y cuando llegó a México se convirtió en una especie de Sócrates del grupo”. Explicaba que “a partir de ahí comenzó la carrera de Pedro, un hombre que fue un gran lector, uno de los grandes paradigmas de América. Posteriormente en México hizo la carrera de Derecho y estuvo ligado a todo lo que fue la publicación y la difusión de las letras hispanoamericanas”.
Manuel Núñez explicó que Pedro Henríquez Ureña inició los estudios de nuestra habla con el libro El español en Santo Domingo, que es la primera monografía dialectal sobre una lengua en el Continente americano. Expresó que Pedro Henríquez Ureña “es al mismo tiempo un historiador de la cultura, de las letras, de la escultura, de la pintura, y se propuso hacer la historia de la cultura hispanoamericana”. Dijo que Henríquez Ureña era también “un creador porque escribió volúmenes como Los cuentos de la nana Lupe, que escribió obras de teatro y poemas y crítica literaria, lo cual, indudablemente, lo convierte en un importante literato”. Señaló que la obra de Pedro Henríquez Ureña tiene un carácter múltiple: también es un gramático, escribió junto con Amado Alonso dos volúmenes de Gramática de la lengua española” y “participó igualmente en todo lo que es el sistema de enseñanza de la lengua española en América”. “Es decir que toda esa multiplicidad en la obra de Henríquez Ureña se da justamente porque él lo vio como una necesidad”, apuntó.
Manuel Núñez destacó de Pedro Henríquez Ureña “que el peso mayor de su obra está en su concepción de la hispanidad. La concepción de Henríquez Ureña se funda en que la hispanidad es lo que une a las patrias de la América hispánica”. Explicó que “mucha gente piensa que la hispanidad no debe ser considerada como un elemento fundacional; sin embargo, él trabajó profundamente el papel de la hispanidad y dijo «estos territorios, territorios que se hayan unido por la lengua, por la cultura, por la historia, por el comercio, por el mestizaje, forman parte de una comunidad». Expuso que “nosotros formamos parte de una comunidad, una comunidad que nos une con Cuba, Puerto Rico, México, Venezuela, Colombia y con el resto del continente y esa comunidad fue enfocada por Pedro como el mecanismo esencial por el cual él tenía que trabajar”. Explicó que Pedro Henríquez Ureña “entendía que esa comunidad nos obligaba a una Magna Patria, y de hecho tuvo la concepción de que éramos parte de un gran conglomerado y que la hispanidad no es un asunto de raza; o sea que la hispanidad no estaba en el color de la piel, del indio ni del blanco, ni del negro, sino que la hispanidad era lo que se había fraguado como historia cultural entre nosotros porque la cultura no es un asunto biológico”. Explicó que “la cultura es un asunto de historia, de lengua, de costumbre, de hábitos, de creencias”. O sea, todo ese orden en el cual se fragua nuestra libertad constituye nuestra cultura y él entendía que esa hispanidad ya se había desgajado en España al punto de que hoy en día ocho de cada diez hispanohablantes están en el Continente americano”.
Añadió el expositor que “el español es la lengua de este continente, y la hispanidad es lo que nos identifica a todos nosotros como parte de ese conglomerado, como parte de ese conjunto de culturas que en algún punto, por razones históricas, estuvieron unidas porque nosotros éramos parte de una comunidad mayor que era el Virreinato de Santo Domingo, y ese virreinato tenía incidencia en Cuba, Puerto Rico y Venezuela, y luego es parte del Virreinato de la Nueva España en México”. Apuntó que “siempre hemos estado formando parte de ese conjunto y durante tres siglos formó una cultura, y esa cultura es la que se llama Cultura de la Hispanidad”. Explicó que Pedro Henríquez Ureña entendió que “esa cultura era la base de toda su consideración” y por eso trabajó en esa visión para darle contenido a esa visión, para darle concreción a esa visión que él tenía.
Destacó Núñez que Pedro Henríquez Ureña escribió Santo Domingo en las letras coloniales, un libro en el cual escribe la historia de las letras en el Continente. Destacó también la poesía de sor Leonor de Ovando. Expuso que “los primeros antípodas de una cultura de las letras se dan en Santo Domingo. Santo Domingo es el solar de las primeras universidades, la Universidad Santo Tomás de Aquino en 1538 del siglo XVI, también la Universidad Santiago de la Paz. Es aquí donde comienza a enseñarse por vez primera la lengua española y es también el asiento, dice Pedro, de los primeros ayuntamientos, las primeras ciudades, las primeras casas de la confección de la moneda. Los primeros ingenios en La Vega, el ingenio de Gonzalo de Vellosa”. Añade el académico que “Santo Domingo tiene primacía en todas las áreas en lo que es la civilización occidental en América”.
Explicó el conferenciante que “primacía también tiene en lo que es el derecho: es aquí donde surgió la primera rebelión del hombre autóctono en América, la rebelión del cacique Enriquillo de 1519 a 1538, una rebelión que termina con el Tratado de Paz entre Carlos V y el cacique Enriquillo. Firmó con el Rey Carlos V las paces, primeras paces que dan origen al derecho en América”. Dijo que “también Santo Domingo es el lugar de la primera rebelión de los esclavos en América, en el ingenio de don diego Colón: en 1520 se rebeló Lemba y marca la primera reclamación del derecho del hombre africano en América”.
“Es decir que tenemos la primacía que nos dan a nosotros toda una tradición de que por aquí debiera empezar esa restricción de lo que era la ‘Magna Patria’, y por eso él inicia ese libro con las letras coloniales en Santo Domingo, y posteriormente en el año 1938 publica un libro sobre el español en Santo Domingo en el cual descubre por primera vez las características de la lengua española que se habla en Santo Domingo”. Posteriormente, según Núñez, Pedro Henríquez Ureña “escribió otro libro referente a las zonas dialectales en el Continente”. Explicó que Henríquez Ureña dijo que “el español en América tenía cuatro grandes zonas dialectales: 1. La zona mexicana, que iba desde México hasta Nicaragua (no incluía a Panamá porque Panamá tiene un español del Caribe). 2. La zona de Sudamérica, que está la América andina donde está Perú, Colombia, Ecuador, parte de Venezuela. 3. La zona rioplatense con el español de Río la Plata, el español de Uruguay y Argentina. 4. Y catalogó la zona chilena como una zona exclusiva de Chile”. Expresó Manuel Núñez que “esta descripción del español en la forma en que él habla, conforme a las lenguas indígenas que estén próximas a la lengua española, hace una descripción pormenorizada de lo que es el español en América”.
Comentó el ensayista y académico dominicano que posteriormente Henríquez Ureña “comienza a escribir su magna obra que fue Historia de la cultura en América hispánica”, y que todo esto constituye básicamente el ideario: es decir, El español en Santo domingo, Santo Domingo en las letras coloniales, El español en América y luego Historia de la cultura en América, constituyen los libros básicos que definen el recorrido que Pedro Henríquez Ureña hace de lo que es esa ‘Magna Patria’; y luego, pues, además, en la búsqueda de la identidad son los Seis ensayos en busca de nuestra expresión.
Manuel Núñez señaló que Pedro Henríquez Ureña “también habla de lo que es la ‘utopía’ de América y dice que esa ‘utopía’ tiene que venir porque América está cimentada por tres elementos internacionales de la cultura latina en Occidente: 1. En primer lugar, el Descubrimiento de América: el transporte del mundo europeo en América, comienza en esta isla de La Española. 2. En segundo lugar está lo que es el Renacimiento y llega a América justamente de parte de los españoles y queda plasmado, en el caso dominicano, con una catedral gótica, la Catedral de Santo Domingo; y muchos edificios que dan cuenta de esa presencia arquitectónica en todo lo que fue el Renacimiento, en el caso americano grandes obras en este Continente en el siglo XVI y en la antigua ciudad de Santo Domingo que él tenía como patrimonio más importante. 3. Y está la Revolución Francesa, que es el ideal revolucionario que va a implementarse en toda América, que va a ser parte del sentir de la utopía, de la necesidad que tienen los hispanoamericanos de mejorar el ideario intelectual de todo lo que es la obra peninsular”.
Manuel Núñez destacó otros elementos de la obra de Pedro Henríquez Ureña: su tesis doctoral fue, básicamente, sobre la versificación de la lengua española, una tesis doctoral considerada uno de los hitos más importantes en todo lo que fue la tradición en América, porque Pedro estudió el proceso de la diversificación del español e incluso fue uno de los iniciadores más importantes de los estudios sobre El romancero de España en América, a partir de un pequeño trabajo que publicó en Buenos Aires sobre los romances en Santo Domingo”. Dijo que Emma Garrido de Boggs escribió un volumen sobre los romances de las leyendas que estaban en El español de Santo Domingo y que eran cantados por los habitantes de Santo Domingo: «Mambrú se fue a la guerra», «Mi abuela tenía un pedal». Luego el escritor español Enmanuel Andrade recogió los cuentos de «Juan Bobo y Pedro Animal»”. Expresó el académico que “fue Pedro Henríquez Ureña quien le dio a estos antropólogos la posibilidad de explorar profundamente lo que sería toda la herencia de la cultura oral dominicana”.
Subrayó Núñez que Henríquez Ureña “también fue quien inició los estudios de valoración de nuestros literatos y el ensayo que escribió sobre Manuel de Jesús Galván y Enriquillo ha sido de las bases de su aporte”. Dijo que esta obra fue traducida al inglés por el gran literato inglés Robert Green y al mismo tiempo la traducción al francés de la obra Enriquillo”. “Es decir que Pedro Henríquez Ureña abrió la República Dominicana al resto del Continente”. Añadió que Pedro Henríquez Ureña, además, es considerado Maestro de América por lo que fueron sus alumnos, porque la obra de Pedro, además de los 14 volúmenes que ha publicado el Ministerio de Cultura —sobre su obra lingüística, sus ensayos, su obra historiográfica, su obra gramatical—, también hay seis volúmenes de correspondencias que es también muy importante y que muestra gran parte de su labor pedagógica, su labor intelectual, correspondencia con grandes escritores de América; y todos ellos testimonian la obra de Pedro”. Comentó que Jorge Luis Borges, uno de los grandes poetas y cuentistas de Argentina, en la recopilación que se hizo de las obras de Pedro Henríquez Ureña —prologadas por Borges—, dedica un ensayo a Pedro Henríquez Ureña diciendo que su obra socrática, lo que él hizo como maestro oral, además de su obra escrita, es tan importante en todo el Continente que ha dejado una pléyade de alumnos que hablan de lo que fue la obra de Pedro. Esa “gran cantidad de alumnos propalaron las enseñanzas que han hecho que su obra se mantenga porque es la obra de un gran dominicano y un gran panamericano”, apuntó el académico.
Al finalizar la ponencia, el profesor José Alejandro Rodríguez dio las gracias al expositor Manuel Núñez, expresando que él se siente satisfecho con su compatriota.
—Estudiante (F): Realmente es impresionante lo que escribe Pedro Henríquez Ureña. Son ensayos bien largos, y me sorprende que él fue un ensayista moderno, y más que la estructura del texto es la manera de como plantea lo que tiene que ver con la utopía de América, toda la base que él expone en la mayoría de sus ensayos.
—Manuel Núñez: Sí, él tenía una visión enciclopédica del ensayo. Es decir, esencialmente cuando abordaba un tema él tenía agotado todo lo que él hace en su bibliografía. Cuando uno examina la bibliografía de Pedro Henríquez Ureña se da cuenta de que cuando él abordaba un tema lo hacía con la conciencia de dejar un aporte, aunque después lleguen otros y lleguen más lejos, pero tenía un aporte y por eso su obra se mantiene.
—Estudiante (M): Analizando el hecho de que él no se pudo radicar en Europa yo me planteaba la siguiente pregunta: ¿Hubiese sido el pensamiento de Pedro Henríquez Ureña el mismo, con esa visión utópica de América moderna, o no lo hubiese sido?
—Manuel Núñez: No era posible quedarse en Europa. Pedro Henríquez Ureña nace en 1884 y muere en 1946. Es decir, durante su vida de 62 años hay dos guerras mundiales, la primera de 1914 a 1918 con la Paz de Versalles, y la segunda del 1939 a 1945. Prácticamente la vida de él está signada por dos guerras mundiales que se dieron en Europa.
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