Bateyera, reyes, ameritar
Por Roberto E. Guzmán
BATEYERA
“. . .soñando con realizar algo junto a la población BATEYERA. . .”
El contexto casi siempre es el encargado de despejar las incógnitas cuando se trata de entender el mensaje, sobre todo cuando son palabras desconocidas o nuevas. Para una persona que vive en un país antillano la composición de la palabra del título sugiere de inmediato la idea de batey.
No sobra que se recuerde que batey es una palabra que procede de la lengua taína que se hablaba en las islas antillanas. Los cronistas españoles representaron por escrito lo que ellos oyeron de labios de los aborígenes, imitando con letras conocidas en esa época sonidos e ideas desconocidas hasta entonces.
El batey fue en su origen el sitio donde se jugaba la pelota; allí se cantaban y se bailaban los areítos. Luego pasó a designar los sitios ocupados por las viviendas, las maquinarias, almacenes, etc. en los ingenios. Más tarde se especializó para denominar el sitio ocupado por los barracones o lugares de viviendas de los trabajadores de la caña. Por extensión pasó con posterioridad a ser el nombre del sitio de las viviendas de los trabajadores en las fincas grandes y aisladas.
En el caso de la cita hay que tomar este bateyera en tanto adjetivo para significar “del batey”. Hay que recordar que el sufijo -era en América Central y Las Antillas es muy productivo y se usa sobre bases de palabras indígenas como en esta cita para denotar sitio; aquí sitio donde algo tiene su origen.
A pesar de que la voz del título es una creación del redactor, se entiende sin problemas en el texto porque los lectores del Caribe hispano reconocen sin dificultad la raíz batey. Hay que celebrar que la inventiva cuente con recursos de la lengua para acuñar nuevas palabras, aunque estas sean de vida efímera o de uso muy esporádico. Este es el sitio para recordar lo que escribió Bruno Rosario Candelier a guisa de primera oración en la Introducción a La imaginación insular (1984:11), “Nada, absolutamente nada, hay tan original y audaz como la imaginación…”
REYES
“. . .para que me deje mis REYES. . .”
República Dominicano se ha dado un régimen republicano, pero hay muchos reyes, porque el hombre dominicano tiende a proclamarse rey en su casa. Los niños dominicanos durante mucho tiempo recibieron regalos con motivo de las fiestas navideñas y estos -por tradición- se “encontraban” el Día de los Santos Reyes el 6 de enero.
Por uno de esos mecanismos propios de la lengua el hablante simplificó la denominación del día y de los regalos llamándoles “reyes”. El verbo que se impuso fue el verbo “dejar” como puede comprobarse por medio de la lectura de la cita.
Es desafortunado que la costumbre se haya perdido en parte porque otras fechas se han adoptado para “dejar” los regalos, con el razonamiento de que así los niños tienen más tiempo de disfrutar sus juguetes antes de reincorporarse a las escuelas. Los Reyes Magos han perdido poder e influencia entre los niños.
El hablante de español dominicano ha adoptado la expresión “pórtate bien para que te dejen los reyes” a guisa de estimular la buena conducta con la promesa de una recompensa. Es oportuno que se aclare que la citada expresión no solo se usa para niños y adolescentes, sino también entre adultos; a veces se dice con tono festivo.
AMERITAR
“. . . se AMERITA que desde la fuente. . .
“. . . de quienes AMERITAN aislamiento. . .”
El verbo ameritar es de uso más que frecuente en el español dominicano. Este ha relegado casi al olvido al verbo merecer que es el que consta con acepciones en el diccionario oficial de la lengua española. En ese diccionario el verbo ameritar envía al verbo merecer y asegura que en América los dos verbos funcionan con sinonimia.
En esta sección se argüirá que en el español dominicano el verbo ameritar reviste algunas características en sus significados que no son por necesidad los que caracterizan al verbo merecer. Lo antes dicho se basa en la observación del uso en la prensa escrita.
La primera acepción que se encuentra en el diccionario oficial de la lengua para el verbo merecer es hacerse una persona digna de premio o de castigo. Se aprovecha la ocasión para señalar que digno es “merecedor” de una cosa, generalmente premio o castigo.
En los casos en que merecer se aplica a cosas, con ello se indica que eso tiene cierto grado de estimación. La estimación es el valor que se da o en que se tasa una cosa. Es también un sentimiento de afecto. Este verbo merecer, por último, es, hacer méritos, buenas obras, ser digno de premios.
No hay necesidad de recorrer un largo camino para demostrar con más detalle lo que se escribió más arriba con relación al significado del verbo merecer. Ahora se hace necesario pasar al verbo ameritar en República Dominicana.
Se ruega que de ahora en adelante cada vez que se lea o se desee expresar una idea con el verbo ameritar se piense dos veces, porque este verbo se está utilizando en lugar de, “necesitar, precisar, requerir, obligar, menester, urgir”. Además de los verbos antes mencionados pueden considerarse los giros que se valen de nombres y verbos para transmitir el mismo mensaje. “Estar en la obligación de, deber de, ocuparse de” y, otros que pueden cumplir con el mismo propósito.
En el ejemplo de uso en la cita en cabeza de esta sección se lee, “se amerita que desde la fuente”. En esta frase podría escribirse con mayor propiedad, “se requiere que desde la fuente”. En la segunda frase transcrita arriba, se lee, “de quienes ameritan aislamiento”. En lugar de eso queda mejor servido el propósito de comunicación si se dice o escribe, “de quienes necesitan aislamiento”.
No cabe duda de que en los casos en que se hagan las sustituciones que se proponen más arriba se haga necesario introducir cambios en la redacción para que lo expresado adquiera sentido.
Lo más sano es reservar el verbo ameritar para los casos en que puede sustituir al verbo merecer, es decir, para decir que alguien está en situación en que debe recibir un premio o castigo.
Para las hipótesis en que se trate de cosas que están en situación de “deber ser objeto de alguna acción”, es más adecuado recurrir a una de las soluciones que se propusieron antes.
Ahora bien, si el error o la ligereza continúa en el español dominicano, se hará necesario aceptar el uso para la comunicación en el ámbito de esta variedad de español, por aquello de que error communis facit jus. Esto es, el error común, admitido por las mayorías, se convierte en regla, norma y, es preciso aceptarlo.
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