Temas idiomáticos

Por María José Rincón

SEA SEXI

27/4/2020

 En las cosas de la lengua siempre encontramos algo que aprender. Cuando no es vocabulario, es gramática; cuando no, ortografía. Hoy vamos con la ortografía del sonido de la vocal i, que puede representarse en español con dos letras: i (a la que debemos llamar i, y a veces llamamos i latina o i con puntito) y ye (a la que a veces llamamos y griega). El uso de la ye para representar el sonido /i/ está regulado por la ortografía, y nada mejor para aprenderlo que la Ortografía de la lengua española de las academias de la lengua.

Se escribe con esta letra la conjunción copulativa y: mansos y cimarrones. Recuerden que cuando la palabra que la sigue empieza a su vez por el sonido /i/ esta conjunción cambia a e: aguja e hilo.

Si encontramos el sonido /i/ al final de una palabra como parte de un diptongo o triptongo, su escritura con i o ye depende del acento. Si el sonido /i/ es átono lo representamos con la letra ye: ay, carey, batey. Las excepciones vienen de la mano de préstamos como bonsái o samurái. En cambio, si el sonido /i/ es tónico, usamos la letra i para representarlo gráficamente: sonreícaí. La única excepción la encontramos en el adverbio muy, escrito siempre con ye, aunque muchos hispanohablantes hagan tónica su /i/.

Como los préstamos que adoptamos de otras lenguas son muy frecuentes, conviene recordar que la normas de la ortografía del español rechazan el uso de la ye final cuando lleva delante una consonante. Si queremos adaptar correctamente estos préstamos a nuestra lengua debemos transformar la ye en i. Sea sexi, escriba correctamente.

 

COMO ACABADA DE ESCRIBIR

05/05/2020

Organizando mis libros me he topado con una obrita pequeña, solo de tamaño, que la Real Academia Española nos regaló a los académicos en el Congreso de Asociación de Academias de la Lengua Española que se celebró en 2019 en Sevilla, días intensos de trabajo y confraternidad que nos parecen hoy lejanos.

El libro es una edición facsimilar del ejemplar de la Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos que Andrés Bello envió en 1847 a la Real Academia Española; una reproducción exacta, lo más cercano a tener entre las manos el libro original del humanista venezolano, del que tenemos tanto que aprender.

Sobre préstamos y cultismos Bello apunta: «La introducción de vocablos flamantes, tomados de las lenguas antiguas y extranjeras, ha dejado ya de ofendernos, cuando no es manifiestamente innecesaria, o cuando no descubre la afectación y mal gusto de los que piensan engalanar así lo que escriben». No condena todos los préstamos («el adelantamiento prodigioso de todas las artes, el progreso de la cultura intelectual y las revoluciones políticas, piden cada día nuevos signos para expresar ideas nuevas»); solo aquellos innecesarios o fruto del mal gusto de los que se creen especiales por incluir muchas palabras extranjeras en lo que hablan o escriben.

Hay en Bello un profundo respeto por la lengua española y por su conocimiento («Para mí la sola irrecusable en lo tocante a una lengua es la lengua misma»); su gramática está destinada a la enseñanza de la lengua española en la América hispana: «Mi ambición quedará satisfecha con que contribuya a la mejora de un ramo de enseñanza, que no es ciertamente el más lúcido, pero es uno de los más necesarios». Como si la acabara de escribir para nosotros.

 

ENFERMEDAD Y ORTOGRAFÍA

12/05/2020

Si algo ha conseguido la pandemia es enfrentarnos, a pesar de nuestra dureza y resistencia, con la realidad de nuestra fragilidad. La enfermedad y sus consecuencias, el temor que nos produce y cómo prevenirla o combatirla roban el protagonismo de nuestras conversaciones y, con ella, las palabras que sirven para nombrarla.

La denominación de la COVID-19, establecida por la Organización Mundial de la Salud, puede enseñarnos muchas cosas. Analicémosla paso a paso. Para empezar su escritura en mayúsculas responde a su condición de acrónimo, un tipo particular de sigla que, por su forma, permite que la pronunciemos como una palabra. En el caso de COVID-19 estamos ante el acrónimo del inglés «coronavirus desease», «enfermedad del coronavirus». El guion nos ayuda a combinar cifras y letras en la misma palabra.

Como el nombre de esta enfermedad se ha hecho desgraciadamente omnipresente, el acrónimo ha llegado a lexicalizarse y a usarse como un sustantivo común. Olvidamos entonces las mayúsculas y aplicamos las reglas de los sustantivos comunes: La covid-19 ha trasformado nuestra cotidianeidad.

El género de las siglas y acrónimos viene determinado por el género de su palabra núcleo. Hablamos de la RAE (academia como núcleo), de la OMS (organización como núcleo) y de la COVID-19 (enfermedad, desease en inglés, como núcleo). El hecho evidente de que en el caso del COVID-19 se esté imponiendo el género masculino no puede considerarse un error; responde a una duda comprensible entre los hablantes puesto que partimos de una sigla en inglés en su origen.

Si nos centramos en el futuro debemos empezar a pensar en nuestra vida en la etapa poscovid o pos-COVID. Y consideremos que si, como parece, el nombre de esta enfermedad va a establecerse en la preferencia de los hablantes como palabra llana, debemos ir poniéndole la tilde al cóvid.

 

UN PARÉNTESIS PRODUCTIVO

19/05/2020

Esta etapa extraordinaria que nos ha traído 2020 puede muy bien considerarse como un paréntesis en ciertos aspectos. Hemos interrumpido o puesto en suspenso algunas de nuestras actividades cotidianas, y así debe ser. Pero los paréntesis son además un signo ortográfico doble muy útil para introducir en nuestro texto una aclaración o una información adicional. Como casi todo en la escritura, su uso se rige por ciertas normas. Empieza con minúscula el texto que enmarcan (recuerden que suele ser una información complementaria, muchas veces esencial para la comprensión del mensaje) que, incluso, puede tener puntuación propia e independiente de la frase en la que se inserta.

Los paréntesis están pensados para incluir incisos en el hilo principal del discurso (incisos independientes que pueden matizarlo, ampliarlo o corregirlo). Las comas también nos sirven para esto, como ya saben; elegir comas o paréntesis para delimitar nuestros incisos depende del grado de aislamiento o vinculación que le queremos asignar a la información que aportan.

Cuando nuestro inciso es extenso y tiene su puntuación propia es muy aconsejable el uso de los paréntesis para facilitar la comprensión de la frase (siempre comprendemos mejor lo que está bien estructurado y, como ya habrán comprobado, los signos de puntuación son imprescindibles para organizar el texto).

Los paréntesis nos son muy útiles también para precisar datos concretos, como nos explica la RAE (Real Academia Española) en su última Ortografía académica (2010). Como los paréntesis, nuestro confinamiento puede llenarse de contenido (¿por qué no refrescar la ortografía?) para que, cuando volvamos la vista atrás (y lo haremos, no me cabe duda), podamos comprobar que no hemos perdido el tiempo.

 

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